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Reforma Liberal

La Reforma Liberal -también llamada Revolución Liberal de 1871– fue un proceso revolucionario que tuvo lugar en
Guatemala en 1871 con el derrocamiento del presidente Vicente Cerna, tras la invasión rebelde de un grupo de
personas liberales, comandadas por Miguel Ángel García Granados y Justo Rufino Barrios, entre otros. La reforma
incluyó cambios sociales y políticos a partir de ese momento en la historia de Guatemala (Asociación de Amigos del País,
2004).
El 2 de abril de 1871, una acción liberal, capitaneada por Miguel Ángel García Granados y Justo Rufino Barrios invadió
Guatemala desde Chiapas -México-, y sostuvo su primer encuentro con las fuerzas oficiales del Gobierno de Vicente
Cerna, en Tacaná. Los revolucionarios eran pocos, pero traían armas más modernas que las utilizadas por las tropas del
gobierno, y fueron aumentando su número a medida que se internaban en el país (Asociación de Amigos del País, 2004).
El 8 de mayo, García Granados publicó un manifiesto en el cual indicaba los motivos de la rebelión. Los revolucionarios
se proponían terminar con el gobierno dictatorial de Cerna, derogar el Acta Constitutiva, dar libertad a la prensa,
reorganizar el ejército y suprimir los monopolios. El 3 de junio los alzados suscribieron en Patzicía, la famosa Acta de
Patzicía, por medio de la cual desconocían al Gobierno de Vicente Cerna y se nombraba Presidente Provisorio a Miguel
Ángel García Granados. El 30 de junio, el ejército rebelde entró victorioso en la ciudad de Guatemala y Cerna huyó del
país (Asociación de Amigos del País, 2004).
No tardó en llevarse a cabo una pugna entre el viejo patriota, García Granados, acostumbrado a los debates
parlamentarios y el joven Barrios, radical y revolucionario. Barrios fue nombrado comandante de la zona occidental del
país con sede en Quetzaltenango. En este departamento fundó el periódico El Malacate, tribuna que exponía la
necesidad de aplicar una política anticlerical, principalmente contra los jesuitas, a quienes Barrios expulsó de
Quetzaltenango. Este hecho suscitó una confrontación entre Barrios y García Granados. Posteriormente, Barrios reunió a
todos los jesuitas en la capital, los envió al Puerto de San José y embarcó a 73 de ellos, casi todos extranjeros, con
destino a Panamá (Móbil, 2011).
Un año más tarde, cuando Barrios ocupó interinamente la presidencia de la república, expropió sus bienes, por medio
del Decreto Número 59, nacionalizando sus propiedades. Lo mismo hizo con la Comunidad de Padres Congregantes de
San Felipe Neri. El 7 de junio emitió el decreto número 64, extinguiendo en la república las comunidades de religiosos y
declarando nacionales sus bienes (Móbil, 2011).
Debe advertirse que Barrios emitió todos estos decretos mientras desempeñó interinamente durante menos de un mes
la presidencia de la república, cargo que ostentaba en propiedad Miguel García Granados. Este último no podía gobernar
con libertad debido a la férrea disposición de Barrios de llevar adelante una transformación radical de la sociedad.
García Granados convocó a elecciones presidenciales en abril de 1873. La Asamblea eligió a Barrios en mayo del mismo
año. Barrios tomo posesión de su cargo el 4 de junio de 1873 (Móbil, 2011).
El gobierno de Barrios se caracterizó por su dictadura férrea. Decidido a impulsar la economía capitalista del país,
emprendió una ardua y continuada batalla contra la iglesia, los grandes terratenientes ociosos y los restos del partido
político conservador, que gobernó a Guatemala casi sin interrupciones desde los inicios de la vida independiente del
país, hasta 1871, fecha del triunfo de la Revolución Liberal (Móbil, 2011).
Antes de 1871, la economía guatemalteca se había basado en cultivos o actividades que no exigían mucha mano de
obra, como el del nopal nutriente de la cochinilla. Pero al ser desplazada la grana de los mercados internacionales por
los tintes químicos artificiales, el nuevo cultivo que se desarrolló -el café- exigió para su producción de muchos obreros.
El problema se resolvió reinstaurando sistemas de contratación y manejo de trabajadores propios de la época colonial;
este sistema de trabajo forzoso rebasó el campo agrícola y se usó también en obras públicas, especialmente en
construcción de caminos, telégrafos y otras vías de comunicación.28 Así pues, el mérito innegable del adelanto en
transportes, especialmente el ferroviario, y el de la creación de una moderna red de servicios públicos, se vieron
opacados por el establecimiento de prácticas casi esclavistas con dicho reglamento.
Por otra parte, el clero regular, que era un poderoso terrateniente y factor político durante el gobierno conservador,
nuevamente fue despojado de sus bienes, incluyendo no solamente sus conventos, sino que también sus haciendas,
ingenios azucareros y doctrinas.g29
Los jesuitas fueron expulsados el 3 de septiembre de 1871 después de que les dieron veinticuatro horas para salir del
país; setenta y dos de ellos se embarcaron en Puerto San José para Corinto, en Nicaragua. 30
A principios de octubre de 1871 se produjo una revuelta conservadora en el oriente del país, que obligó a García
Granados a salir de la ciudad a aplacarla; entonces, aprovechando su ausencia, los ministros de Estado emitieron los
decretos N.° 21 y 22 del 14 de octubre de 1871, lo nombraron a él como Capitán General del Ejército y al entonces
mariscal Justo Rufino Barrios como Teniente Genral del Ejército, por sus «servicios en favor de los pueblos».31 El 17 de
octubre regresó García Granados y ratificó esos decretos y también emitió el decreto N.° 23 por el cual expulsó al
arzobipo de Guatemala —Bernardo Piñol y Aycinena— y el N.°24 con el que expulsó al obispo de Teya —Mariano Ortiz
Urruela— por haber dirigido la revolución conservadora en oriente.21 Finalmente, para debilitar completamente al clero
secular, se prohibió el diezmo obligatorio el 22 de diciembre de 1871.30
Siendo teniente general del ejército y encargado de la presidencia del gobierno provisorio de la República por ausencia
de García Granados, el 24 de mayo de 1872 confiscó algunas propiedades de los religiosos y suprimió a los jesuitas y a
otras órdenes regulares.30 Barrios estaba convencido de que la Iglesia Católica había sido responsable por la caída del
gobierno liberal de Francisco Morazán y que había dado su apoyo total al gobierno de Rafael Carrera; por esta razón,
decidió que esto no podría ocurrir nuevamente en Guatemala nunca más y se empeñó en minar el poderío económico
de la iglesia.
La reforma liberal siguió los lineamientos del programa de gobierno de Morazán y Gálvez en la década de 1830, con la
diferencia que Miguel García Granados era un político moderado, que creía en la transformación lenta del pueblo y el
gobierno y que no deseaba tener conflictos con los miembros del Clan Aycinena al que pertenecía su familia.4 Por su
parte, Justo Rufino Barrios quería arrebatar el poder a dicha familia, cuando fue nombrado gobernador de
Quetzaltenango se dio cuenta que para establecer el liberalismo en aquella provincia debía quebrar la influencia que
ejercían allí los jesuitas, de tal manera que optó por deshacerse de ellos, enviándolos a la ciudad de Guatemala. Para
neutralizar el poder político de la iglesia católica, que había sido reforzado por el Concordato de Guatemala de 1852
suscrito por Carrera y los miembros del Clan Aycinena con la Santa Sede,34, Barrios inició su ataque contra la orden
regular que consideraba más perniciosa: los jesuitas.35
Barrios tenía el respaldo de los liberales radicales, mientras que García Granados el de los liberales moderados y -en
menor grado- los conservadores del Clan Aycinena. Pronto se iniciaron ataques mediante publicaciones de ambos
bandos, y la tensión llegó a tal grado que el problema de la expulsión de los jesuitas llegó a las manos de García
Granados.35 El presidente, deseoso de evitar una confrontación directa, se dirigió a las provincias del oriente del país
para sofocar una insurrección conservadora y designó a Barros como presidente provisional. Cuando García Granados
volvió, apenas pudo reconocer su programa moderado de gobierno. Los radicales entonces se propusieron instaurar a
Barrios permanentemente en la presidencia y surgió así un evidente deseo de sustituir al indeciso anciano presidente
por el joven caudillo que poseía un carácter más fuerte y resuelto.
Protestantismo
Siendo ya presidente Justo Rufino Barrios, abrió las puertas de Guatemala a la migración de misioneros evangélicos en
este país, siendo el primero el presbiteriano John C. Hill. La simpatía por el protestantismo esencialmente era que los
liberales ansiaban un sistema de educación que sustituyera el escolástico de los jesuitas; para ello era necesario tomar el
camino de la educación pragmática, inclinada más a la ciencia y a la tecnología, para salir del tradicionalismo de las
bellas letras.35 El hecho de Justo Rufino Barrios fuera activo masón no era antagónico con el protestantismo de ese
tiempo; es más poseían rasgos en común, por ejemplo: la defensa de la libertad de culto, declararse en contra del
monopolio de la iglesia católica, las ideas de los valores éticos, la democracia y su perspectiva teórica respecto al trabajo
Una de las disposiciones liberales más fuertes fue la de transferir el sistema educativo a manos del Estado,
convirtiéndolo en aconfesional, y se procuró que fuera gratuito y obligatorio.
Esto fue un choque porque, en ese momento, los jesuitas tenían una enorme influencia en la educación nacional. Las
rencillas entre el Estado y la Iglesia aceleraron el proceso de “reforma religiosa”, el cual estaba contemplado dentro del
programa del nuevo gobierno para alcanzar sus objetivos políticos y económicos.
Esas desavenencias, incluso, aparecieron antes de la consolidación de los liberales. En un oficio fechado el 2 de enero de
1871, el presbítero Felipe Betancourt informó al provisor del Arzobispado, el padre Espinoza, sobre las acusaciones
contra los sacerdotes Piloña y Silva acerca del ejercicio de su ministerio, haciéndole ver que “en los tiempos presentes se
estudia la manera de desvirtuar a los ministros de cultos a los cuales no les faltan gratuitos enemigos”.
Resulta bastante ilustrativo los casos de Manuel Grajeda, párroco de Nebaj, Quiché, y del presbítero Luis Guerra,
quienes tuvieron que abandonar sus parroquias ante las amenazas de los entonces “rebeldes” liberales.
En Huehuetenango, a la vez, se informó de un incendio provocado por el comando dirigido por Barrios, en el cual se
quemaron 300 ranchos y seis casas de teja, el cual alcanzó la iglesia local, y la aprehensión de Fernando González,
párroco de Totonicapán.
Alta Verapaz fue en donde los alemanes se concentraron: a fines del siglo xix los finqueros alemanes llegaron a
concentrar en sus manos tres cuartas partes de la extensión total de los 8,686 km2 que tenía el departamento. Además
se constató que los campesinos huían de sus pueblos para no caer en manos de los finqueros, quienes además de
despojarlos de sus tierras los obligaban a trabajar en las plantaciones y beneficios de café.36
Para garantizar el suministro de mozos colonos, decretó el Reglamento de Jornaleros, legislación laboral que colocó a la
población indígena prácticamente a la disposición de los intereses de los nuevos latifundistas cafetaleros, y los
tradicionales conservadores - con la notable excepción del clero regular de la Iglesia Católica, el cual fue expulsado del
país. El decreto establecía lo siguiente para los indígenas:
Quedaron obligados a trabajar en las fincas cuando los dueños de los necesitaran y sin importar en donde se
encontraran.
Quedaron bajo la tutela de las autoridades locales, quienes se encargaban de velar porque los contingentes de indígenas
fueran enviados a las fincas.
Quedaron sujetos a la habilitación: paga forzada anticipada, endeudadora del trabajador y justificadora de su envío a las
fincas y de su retención en ellas.
Creación del libreto de jornaleros: documento probatorio de la solvencia del trabajador frente a su patrono, y sin la cual
el trabajador estaba sujeto al rigos de las autoridades y de los dueños de fincas.
Como resultado del reglamento, hubo un notable aumento de las exportaciones, y se activó el intercambio con los
países capitalistas; tanto los antiguos conservadores aristócratas como los nuevos terratenientes cafetaleros se vieron
beneficiados con estas medidas.42 Ahora bien, hubo un terrateniente conservador que fue atacado y despojado de los
privilegios que había gozado durante el gobierno de los 30 años: el clero regular de la Iglesia católica; los liberales
cafetaleros atacaron a la Iglesia Católica por los fuertes lazos que ésta tenía con los miembros del Clan Aycinena que
gobernóa Guatemala junto con el general Rafael Carrera.
Lo que logró la política económica impulsada por Barrios fue la creación del capitalismo en la agricultura del país;
muchos de los nuevos terratenientes alemanes eran capitalistas o gozaban de créditos en poderosos bancos o casas
comerciales de Hamburgo. Se calcula que para 1898 -año en que se inició el gobierno del licenciado Manuel Estrada
Cabrera-, los alemanes habían invertido en Guatemala más de ciento veinte millones de dólares norteamericanos.43 Por
otra lado, debido al alto nivel de corrupción existente en el gobierno liberal, de entre sus filas surgieron muchos nuevos
ricos, incluyendo a Justo Rufino Barrios, quien como principal promotor de la reforma agraria liberal muy pronto se
convirtió en el principal exportador de café del país.

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