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Marcelo A.

Sancinetti Casos de Derecho penal


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die sabe del invento de Eulogio, al que éste quiere sacarle buenas efectivamente, considera delictivo el comportamiento de autori-
ganancias. El vecino A, a todo esto, confunde al robot con la per- zar por vía del directorio prestaciones jubilatorias que beneficien
sona de Eulogio, y deseoso que estaba de acabar con la vida de és- particularmente a los miembros del directorio, sin consentimien-
te, le dispara tres tiros desde veinte metros, cuando el robot esta- to de la asamblea.
ba cortando el pasto. El robot resulta definitivamente estropeado Suponiendo que ese tribunal llega a la conclusión de que el abo-
gado del caso, como director de esta compañía, ha cumplido los
a causa de las roturas del material.
presupuestos típicos de los arts. 173, inc. 7, y 301 del Cód. Penal,
el otro vecino de Eulogio, ve a éste, al otro día, ¿cómo debería juzgarse la conducta del abogado respecto de su
• Variante: B,
Cortando el césped, pero supone que se trata del robot, en razón de culpabilidad?
que dos días antes Eulogio le había mostrado la maravillosa ma-
quinaria en funcionamiento. En razón de la envidia que le inspi- 215 Lá secretaria del empresario. La secretaria de un adinerado
ra la capacidad creativa de Eulogio, B quiere destruir el robot B a empresario es entrevistada por un sujeto de mal aspecto que, tras
los tiros, y, en acción similar a la del vecino A —cuya ejecución un saludo apenas perceptible, la mira fijo y le entrega una bolsa y
desconocía—, dispara éste tres veces contra lo que supone que es un papel con la inscripción: "Sabemos que Ud. administra una ca-
el robot, con tal suerte que mata a Eulogio. ja chica de sujefe que llega a los U$S 10.000 en efectivo. Sabemos
también a qué hora sale su hija del colegio. Ponga todo el dinero
en esta bolsa. Tiene un minuto".
214 El escrupuloso quebrado. El asesor jurídico de una empresa
emite un dictamen en el cual recomienda derogar el sistema de La mujer sabe que ha habido amenazas similares en el barrio,
prestaciones jubilatorias privadas que la compañía abona a sus aunque no referidas a alumnos de la escuela de su hija. El sujeto
ex-directores, sobre la base —dice él— de que el régimen debería que la compele no tendría posibilidad de ejercer violencia efecti-
contar con la aprobación de la asamblea de accionistas, en razón va sobre ella, porque hay custodios por doquier en el estableci-
de que la mera aprobación por directorio implica la realización de miento. Pero, aun así, temerosa de que la amenaza se concrete,
actos en que el director tiene un interés propio. El directorio hace sabiendo por lo demás que ese día la hija sería recogida por la
caso omiso al dictamen, fundándose en que el dictamen de otro abuela y en pocos minutos, la mujer entrega todo el dinero que
profesional considera válido el régimen en cuestión, tal como tiene consigo en ese momento, que llega a U$S 8.550. El malhe-
también lo viene declarando la jurisprudencia pertinente. Las chor se va con el dinero. La mujer trata de ocultar el hecho duran-
prestaciones jubilatorias siguen siendo pagadas. A raíz de la de- te dos días, haciendo pagos con sobrantes de otras cuentas, hasta
nuncia de un accionista por el delito de los arts. 172, 173 y 301 del que no puede seguir cumpliendo con las obligaciones que debe ha-
Cód. Penal, los miembros del directorio son procesados y final- cer afrontar por su comitente y, en consecuencia, pone a su jefe en
mente sobreseídos por falta de carácter delictivo del hecho. El conocimiento de lo ocurrido. No se puede establecer de ningún
abogado, que sigue considerando equivocado el criterio de la ju- modo el grado de seriedad que tenían las coacciones del malhe-
risprudencia reinante, acepta, a partir de aquí, cobrar él mismo chor. Éste tampoco es hallado, a pesar de que sus acciones habían
prestaciones jubilatorias de una compañía en la que es director, quedado registradas en una grabación de la empresa de seguri-
no sin antes dejar sentado que durante mucho tiempo se había dad. ¿Realizó la mujer una conducta punible?
opuesto a ello por las mismas razones que, como abogado, reco-
216 La calle oscura. Mario llega a su casa de noche, tras atrave-
mendaba la aprobación por asamblea.
El directorio de esta otra compañía es también denunciado por sar una calle oscura. En los últimos días ha recibido continuas
un grupo de accionistas y procesado. En este juicio, el tribunal, amenazas. De pronto, al ver salir de entre las sombras a un hom-
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bre que hace un movimiento similar al de quien extrae un arma,
yos en los últimos días. Por esto, a partir de los treinta y cinco mi-
se adelanta y le da muerte de un disparo. Luego se comprueba
nutos golpea insistentemente la puerta del baño con la esperan-
que la víctima no portaba armas y que en su mano tenía asido só-
za de que Sara le conteste; ella no responde. Cinco minutos más
lo un peine. tarde, Gustavo decide romper la cerradura de la puerta del bario,
que se hallaba trabada, para asistir a su amiga ante un eventual
217 Práctica de tiro. Un grupo de soldados practica maniobras en desmayo. De hecho, Sara se hallaba plácidamente tendida en su
un campo militar. Un pelotón se disponía a practicar tiro en un
baño de inmersión y no había oído los golpes en razón de que, por
sector lindero a una estancia privada cuando uno de los soldados,
prescripción médica, usaba fuertes tapones para los oídos, los
estudiante de derecho, advierte al oficial que la línea de tiro abar-
cuales, unidos al ruido del hidromasaje, habían impedido escu-
ca la zona privada y que algún animal de los que estaban allí po-
char los llamados de Gustavo. El padre de Sara, que entra a la ca-
día resultar herido o eventualmente muerto. El oficial ordena
sa en ese momento, al ver la drástica rotura de la cerradura y
igualmente que comience el ejercicio, luego de garantizar que, en
parte de la puerta del baño denuncia a Gustavo por delito de da-
todo caso, él respondería por los daños. Precisamente el soldado
ño —más allá de las sospechas, que él abriga, de que el muchacho
que había advertido del peligro al superior, alcanza mortalmente
haya querido abusar de su hija—. Durante el proceso, el padre de-
a un caballo con el primer disparo, sin haberlo dirigido hacia allí
clara que si realmente se hubiera tratado de querer socorrer a Sa-
ex profeso. ra de un desmayo, de cualquier modo en el armario contiguo a la
puerta del baño se hallaba la llave de la cerradura puesta por la
218 Taller mecánico. Eulogio, que proviene de Paraguay, es un
familia como precaución, para poder abrir desde afuera la puerta
humilde mecánico que está haciendo sus primeras armas en el
.aun en caso de que estuviese trabada por dentro, razón por la cual
negocio. Cierto día, cuando ha reparado el automóvil de su clien-
—señala el padre— la rotura de la puerta habría sido innecesa-
te Weinstein, éste le dice que ha venido a buscar el vehículo repa-
ria aunque su hija hubiera estado desmayada.
rado, pero que en ese momento no tiene el dinero para pagar la re-
paración. Eulogio se niega a entregarle el vehículo hasta tanto le 220 El primate. El dueño de un supermercado (DS) toma exagera-
pague la deuda. Weinstein, que es abogado, le contesta que el
damente en serio las amenazas verbales que ha recibido de un ve-
comportamiento es abusivo, porque no hay derecho a retener un cino, empresario circense (EC), originadas en una rencilla de
vehículo de valor tantas veces superior a la deuda reclamada; que
tránsito que podría haber derivado en accidente. El jardín de la
de no entregarle el vehículo lo denuciaría penalmente. Eulogio le casa de DS linda con los fondos de la casa de EC y sin estar sepa-
contesta que le da igual si su comPottámiento es licito o no, pero
que no le entregará el vehículo, sino Contra el pago de la repara- rados por alambrado ni medianera, sino por una línea de arbus-
tos frondosos. DS se imagina durante días que en cualquier mo-
ción. ¿Ha cometido alguno de los dos sujetos un hecho punible? mento EC podría invadir su vivienda por los jardines, con fines
agresivos, eventualmente de homicidio. El día del hecho, DS se
219 La llave del bario. Gustavo pasa a buscar a su amiga Sara por
su casa, para irjuntos aun baile del club. Gustavo ha llegado cer- despierta sobresaltado por ciertos ruidos que oye en el jardín,
ca de una hora antes de lo previsto, por lo que Sara le ruega que la siendo de madrugada, sin claridad aún. Al mirar por la ventana
espere en la sala, mientras toma un prolongado bario de inmer- ve en los fondos de su casa una sombra muy grande con un som-
brero similar al que usa EC. No ve bien si el agresor eventual es-
sión. Pasan quince minutos, luego otro tanto, y Sara no sale del
tá ya dentro de su fundo o en los límites. De cualquier modo ve un
bario. Gustavo comienza a intranquilizarse por la posibilidad de
que a Sara le haya sucedido algo, dado que ella ha sufrido desma- objeto en sus manos que le parece evidentemente una escopeta o
fusil. Sin hesitar toma un revólver corto que guarda en la mesa de

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