En la madrugada del 10 de agosto de 1809 los patriotas
sorprendieron a los comandantes españoles de la guarnición de Quito y sitiaron el Palacio Real, obligando al conde Ruiz de Castilla, que era el presidente de la Real Audiencia, a capitular. El apoyo de los 177 soldados de la guarnición colonial fue clave para el triunfo de la revuelta, ya que plegaron a ella sin que se produjeran enfrentamientos armados.
El doctor Antonio Ante se presentó en el Palacio antes de
las seis de la mañana para entregarle al presidente de la Real Audiencia un oficio firmado por Juan de Dios Morales como secretario de la Junta, en el que se le informaba que el pueblo le cesaba en sus funciones. Según el historiador Pedro Fermín Cevallos, el júbilo popular fue inmenso, con una prolongada descarga de Artillería, repiques de campana, alegres vitoreos y música marcial.