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Introducción.
Entendemos por forma musical la estructura u organización de una determinada pieza musical. Dicho
de otra manera, a través de la forma musical una idea musical cobra cuerpo y se puede comprender e
interiorizar por la organización según un orden o sistema determinado.
Existen numerosas posibilidades de forma musical. Siendo la música una disciplina artística, la
libertad y la originalidad del compositor le permiten crear nuevos tipos de formas musicales. No
obstante, las formas musicales libres suponen normalmente la excepción. A lo largo de la historia se
han ido destacando una serie de formas musicales, a modo de modelo, que se repiten constantemente
y que representan la mayor parte de nuestro repertorio. En esta unidad nos acercaremos a estas
formas musicales más habituales.
La forma ternaria (dividida en tres partes) puede entenderse como una ampliación de la binaria,
sobre todo cuando finaliza la obra con la sección A, quedando el esquema de la siguiente manera: A-
B-A. Normalmente la repetición de la primera sección no es literal, produciéndose alguna ligera
modificación, como el añadido de una coda, para dar algo de variedad a la composición: A-B-A´. Esta
forma ternaria es la más habitual, y la encontramos tanto en las arias de ópera da cadpo como en
numerosas piezas instrumentales. Cuando la tercera parte es lo suficientemente distinta y
contrastante con respecto a las dos primeras, tenemos una forma ternaria nueva, según el modelo A-
B-C.
Dos grandes formas ternarias, fundamentales para el conocimiento de la música del siglo XVIII son el
minueto y la sonata.
Minueto.
El minueto tiene su origen en la música de danza. Es un tipo de forma ternaria, si bien con una
configuración particular y un gran desarrollo durante el barroco y clasicismo. Siempre en compás
ternario y dividido en tres grandes secciones, su esquema más habitual es el siguiente:
La forma sonata.
La forma sonata es un esquema compositivo aplicable a un movimiento de sonata (normalmente el
primero) y de otros géneros como la sinfonía, el cuarteto, el concierto o el aria de ópera. Dicho
esquema tiene tres partes: exposición, desarrollo y recapitulación. En la primera, a veces tras una
introducción, se presentan dos temas contrastantes A y B enlazados por un puente. A está en la
tonalidad principal de la obra, mientras que B normalmente en la dominante o un tono vecino. En el
desarrollo el compositor juega con diversas manipulaciones de los temas. Es la parte más tensiva de
la obra, donde parecen enfrentarse los dos temas. Todo vuelve a su cauce en la recapitulación. De
nuevo se escuchan los temas del inicio sin apenas transformaciones, con la importante novedad de
que B aparece también en la tonalidad principal. En ocasiones se acaba con una coda. La forma sonata,
fundamental en la segunda mitad del siglo XVIII, tiene un esquema clásico cerrado: relajación-tensión-
relajación.
El rondó.
En el rondó aparecen dos procedimientos compositivos fundamentales, la repetición y el contraste.
Tenemos partes que se repiten siempre igual, el estribillo (A), frente a secciones claramente
contrastantes (B,C,D…) que aportan variedad. El esquema más habitual del rondó es A-B-A-C-A-D-A.
De nuevo la música de danza está en el origen de esta forma musical tan importante en el siglo XVIII.
En numerosas ocasiones el estribillo es interpretado por una orquesta o un conjunto numeroso de
instrumentos, mientras que un solista realiza las otras secciones.
La fuga.
La fuga consta de un solo movimiento y está escrita según la técnica del contrapunto imitativo. En
esencia consiste en la insistente repetición de un tema y su imitación en las diversas voces, con
fragmentos más o menos libres entre las imitaciones. Si bien cada fuga difiere en algún aspecto con
respecto a un modelo preestablecido, es posible mencionar los elementos integrantes de la estructura
de la fuga. Éstos son el sujeto, la respuesta, el contrasujeto, los episodios, el estrecho, el pedal y la
coda. La fuga se basa en un tema o sujeto, breve y de carácter rítmico, que suena en una sola voz al
principio y reaparece a continuación en varios lugares y alturas distintas y en ocasiones con ligeras
transformaciones. La respuesta es la imitación del sujeto en otra voz. El contrasujeto aparece tras la
exposición del sujeto como una melodía complementaria. Generalmente las fugas se escriben a tres o
cuatro voces, de tal manera que hay varias líneas melódicas simultáneas que actúan con gran
independencia. El episodio aparece en algunas fugas como una sección modulante y contraste. El
estrecho y el pedal suelen aparecer al final de la obra, justo antes de la coda o remate final. La fuga
alcanzó su máximo desarrollo en la primera mitad del siglo XVIII con J.S. Bach.
La forma estrófica.
Este modelo formal es uno de los más utilizados en la historia de la música, sobre todo en la música
vocal. La forma estrófica está presente en casi todas las canciones del repertorio pop-rock. Consiste
en la repetición de una determinada música cada cierto número de versos. Por ejemplo, una canción
con cinco estrofas de texto se cantará siempre con la misma música en cada estrofa del texto. En
ocasiones se introducen estribillos, donde cambia la música con respecto a las estrofas, con el fin de
otorgar variedad a la composición.