Cabe mencionar que, además de las disciplinas ya abordadas, también podemos
encontrar fundamentados con una naturaleza jurídica al desarrollo libre de la
personalidad, siendo éstos conocidos como “derechos personalísimos” o “derechos de la personalidad”; diversos autores en materia civil han analizado uno de los conceptos quizá, demasiado complejos para el derecho, tal es el caso del renombrado jurista español Castán Tobeñas, que afirma que los derechos de la personalidad “son aquellas facultades concretas de que está investido todo el que tiene personalidad; por ende, constituyen un núcleo fundamental”, cuyo objeto de dichos derechos no se pueden encontrar en la persona titular de los mismos ni en los sujetos pasivos u obligados a respetarlos, sino en los bienes constituidos por determinados atributos o cualidades físicas o morales del hombre, individualizados por el ordenamiento jurídico; por otra parte, Ferrara enmarca estos derechos como todo un cuerpo normativo, ideales de convivencia armónica y de desarrollo personal, las cuales a su vez garantizan el goce de nosotros mismos, aseguran al individuo el dominio de su persona y la actuación de sus propias fuerzas físicas y espirituales; a su vez, Alfredo Bazua, Gutiérrez y Gonzales, Federico Castro y Bravo, De Cupis, Renato Scongnamiglio, Elvia Flores, también aportaron aquellos conceptos propios en razón a los derechos de la personalidad, algunos criticaban algunas definiciones propuestas, discusiones que hicieron el plantearse un análisis de conceptos que parecerían no tan ajenos, “hombre”, “ser humano”, “derechos”, “esencia”, entre otros; simultáneamente otros concordaban con el pensamiento que transbordaba corrientes más profundas, reconociendo e incluso diferenciando “personalidad jurídica” y “derechos de la personalidad”; analizando a los autores citados, observamos que denominan a los derechos de la personalidad como atributos o cualidades que son próximos a la persona, lo cual es acertado, ya que la ley no puede otorgar dádivas en el sentido de proteger a cuanto sentimiento o estado psíquico se le antoje al sujeto, sino que deberán considerarse aquellos que puedan atentar de manera inmediata aquellos que puedan lesionar o dañar su integridad, los cuales de cierta forma limitarán su desarrollo; y es aquí cuando encontramos un trasfondo análogo a lo que nos concierne, ya que éstos tendrán una génesis ética, la cual tendrá una incorporación a los sistemas jurídicos, ya que una norma jurídica es la única que posee características de autonomía, generalidad y coercitividad; independientemente del pensamiento que, consideramos, más que acertado, encontramos aquellos derechos de la personalidad tipificados en el Código Civil del Estado de Puebla, el cual los encuadra en el libro de personas, capítulo segundo, abarcando de los artículos 74 al 88, a groso modo, entendiéndose aquellos que tienen la característica o cualidad de ser inalienables, imprescriptibles, irrenunciables, ingravables y que a su vez podrán oponerse a cualquier autoridad y a los particulares, pero sin transgredir de igual forma sus derechos; aquellas acciones que son consideras ilícitas; a su vez, toda persona tendrá derecho a que se respete su honor y reputación, así como su título profesional , su presencia física y el secreto que éstos guarden, los cuales no podrán ser revelados a no ser que se cuente con un interés legítimo; dichos derechos mencionan que toda persona tiene el libre derecho de disponer de su cuerpo, sea total o parcialmente, en vida o muerte, su imagen una vez acaecido para que ésta no sea objeto de burlas; también aquellos derechos de convivencia y que autoridades tienen la jurisdicción y la facultad para ser partícipes si éstos han sido transgredidos.