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LA ETIMOLOGÍA EN LAS INSTITUCIONES DE JUSTINIANO,

UNA CARACTERÍSTICA DEL LENGUAJE INTRODUCTORIO AL


CONOCIMIENTO DEL DERECHO.

Dra. Aurelia Vargas Valencia


“XIV Congreso Latinoamericano de Derecho Romano”
Buenos Aires, Argentina, 15 a 17 de septiembre de 2004.

El objetivo del presente trabajo es señalar una peculiaridad filológico-jurídica del texto de
las Instituciones de Justiniano, más comunmente conocido como “Las Institutas”, debido a
que es un factor que se manifiesta con cierta recurrencia, a saber, el tratamiento de la
explicación etimológica. Dicha característica, como veremos, está muy en sintonía con la
naturaleza de la obra y con sus objetivos; y es al mismo tiempo reflejo de una tradición
anterior a su época, que igualmente se conservó de modo secular en etapas históricas
posteriores a la de Justiniano.

Las Instituciones de Justiniano, su objetivo y su importancia

Hablar de las Instituciones de Justiniano es hablar del Corpus Iuris Civilis, pues son parte
de éste, como también lo son el Digesto, el Código –primera parte del Corpus Iuris en
promulgarse (529 d.C.)-, y las Novelas.

Las Instituciones fueron promulgadas1 el mismo año que el Digesto, el 21 de noviembre de


533 d.C. Fueron elaboradas por Teófilo y Doroteo, profesores de Derecho, bajo la
supervisión de Triboniano (quaestor sacri Palatii); son la introducción a todo el Corpus, a
esa obra recopiladora de la jurisprudencia y de la legislación imperial romanas que ha
tenido desde su elaboración,2 una gran influencia en la mayor parte de los países, europeos
primeramente, pero luego también en otros territorios entre los cuales se hayan varios
pueblos del continente americano.

1
Se publicaron mediante la constitución “imperatoriam”, el 21 de noviembre del año 533 d.C.
2
Suele hacerse una diferenciación entre obras jurisprudenciales y obras legislativas. Las jurisprudenciales son
producto de los iurisprudentes (jurisconsultos), que, a título de Ius, contienen la doctrina tradicional creada
por la autoridad de éstos, basada en un saber socialmente reconocido; las obras legislativas, en cambio, son la
expresión del poder legislativo del emperador. D’Ors, Álvaro, Derecho Privado Romano, & 35 y 55.
Por múltiples generaciones, las Instituciones de Justiniano fueron el texto en el que los
alumnos de Derecho aprendieron los fundamentos de la ciencia jurídica, y permanecieron
como un factor significativo para la consolidación de un Ius Commune en territorio
europeo. Fue la sección más enseñada del Corpus Iuris Civilis de Justiniano a lo largo de su
trayectoria en la cultura occidental, con repercusiones no sólo en el ámbito académico, sino
también en el forense, dado que, a diferencia de otras partes del Corpus -como el Digesto o
el Código-, que, por diferentes causas, dejaban de enseñarse, las Instituciones se
mantuvieron en los planes de estudio. Esto ocurrió así en Europa, pero también, por
ejemplo, en México durante el período novohispano;3 y en fin, podría decirse que la
historia de las Instituciones desembocó principalmente en el siglo XIX con una gran
presencia en la creación de las diferentes codificaciones de ambos lados del Atlántico.4

La intención didáctica de las Instituciones

Las “Instituciones” son un género de literatura emanada del conocimiento adquirido por los
profesores de Derecho. Los autores de este tipo de trabajos utilizaban las obras de juristas
clásicos que tenían a la mano. Estas obras se caracterizaban por ser libros elementales de
texto, escritos principalmente para estudiantes.5 Autores de Instituciones , además de
Justiniano y de Gayo, fueron también Marciano, Florentino, Paulo, Ulpiano y Calístrato; y
de todos ellos, el que había tenido un éxito singular había sido Gayo, pues sus Instituciones
se habían convertido en el libro de texto para el primer curso de la carrera de Derecho en
Constantinopla y en Berito.

Al igual que las obras que le antecedieron, las Instituciones de Justiniano fueron concebidas
como un manual elemental, lo cual queda indicado en su propio título “Institutionum sive
elementorum...”, 6 y sobre todo en la constitución “imperatoriam” que las presenta, donde,

3
Al respecto, véase mi trabajo intitulado Las Instituciones de Justiniano en Nueva España, México,
UNAM/Instituto de Investigaciones Filológicas, 2001, p. 86 ss.
4
Vid. Guzmán Brito, Alejandro, “La penetración del Derecho romano en América” en Revista Chilena de
Derecho, vol. 18, n.2, p.p. 203-211 (1991)
5
Vid. Berger, Adolf, Encyclopedic Dictionary of Roman Law, Philadelphia, American Philosophical
Asociation, 1953, s. v. Institutiones.
6
En relación con los vocablos con que suele denominarse esta obra de Justiniano -Instituta o Institutiones-,
véase mi trabajo Las Instituciones de Justiniano en la Nueva España, p. 28, n. 38.
refiriéndose a éstas, Justiniano asevera que, después de los cincuenta libros del Digesto o
Pandectas en los que se ha recogido todo el derecho antiguo con el esfuerzo de Triboniano
y otros hombres ilustres, ordenó que esas instituciones jurídicas fueran distribuidas en
cuatro libros: “ut sint totius legitimae scientiae prima elementa (de modo que sean los
primeros elementos de toda la ciencia jurídica).”7 Así pues, estas Instituciones, como las de
Gayo, estaban dirigidas a los estudiantes de Derecho del primer año, a quienes Justiniano
las dedica con la frase: “cupidae legum inventuti” (a la juventud deseosa de <estudiar> las
leyes).8

A diferencia del resto del Corpus Iuris, las Instituciones tienen una redacción corrida; no
encontramos cortes ni tampoco señalamientos de citas de las fuentes de donde fueron
extraídos los textos, como sucede, por ejemplo, en el Digesto, aunque sí encontramos una
subdivisión por libros, títulos y fragmentos. Por otro lado, tienen en un estilo muy directo,
esto es, en todo momento se habla al interlocutor de la misma manera en que un maestro se
dirige a sus discípulos en el aula, con un lenguaje relativamente claro y sencillo, el cual,
dado el carácter técnico y especializado de la materia, conlleva un vocabulario
especializado o terminológico, así como ciertas estructuras de expresión.

El discurso se da en primera persona del plural, lo cual constituye un rasgo que da unidad a
toda la obra; se manifiesta, además, en un tono expositivo con una evidente intención
didáctica: así, por ejemplo, en Inst. 1, 2, 1, cuando acaba de explicar las diferencias entre el
ius naturale, el ius gentium y el ius civile, y concluye diciendo que el pueblo romano hace
uso en parte de su propio derecho (ius civile), y en parte de un derecho común a todos los
hombres (ius gentium), aludiendo a las divisiones del derecho civil, cierra el parágrafo
diciendo “Quae singula qualia sint, suis locis proponemus” (En sus respectivos lugares
expondremos cuáles son cada uno de éstos); o bien, en el párrafo inicial de Inst. 1, 12, a
propósito de los modos mediante los cuales se disuelve la patria potestad, y luego de
concluir la exposición sobre las adopciones (Inst., 1,11), para cambiar de tema, dice:
“Videamus nunc, quibus modis ii, qui alieno iuri subiecti sunt, eo iure liberantur” (Veamos
ahora de qué modos los que están sometidos a un derecho ajeno son liberados de éste); o
7
Cf. La consitución “imperatoriam”, & 4 en el Proemio a las Instituciones de Justiniano.
8
Ibidem, pr.
bien, cuando se dispone a iniciar el tema de las tutelas: “Transeamus nunc ad aliam
divisionem personarum” (Pasemos ahora a otra división de <el tema de> personas),
etcétera.

En concordancia con las características que acabamos de explicar, las cuales permiten
advertir el carácter didáctico de la obra, es de notar que en la misma Constitutio
Imperatoriam, Justiniano sostiene que los jóvenes deben aprender los principios de la
ciencia jurídica, introduciéndose primero de un modo sencillo y fácil “levi ac simplici via”,9
y debe dejarse la especialización para una etapa más avanzada. Esto confirma la idea de que
las Instituciones fueron pensadas como un texto propedéutico en relación con las partes
más densas del Corpus Iuris, es decir, el Digesto especialmente, y el Código.10

Todas estas características enunciadas: el discurso de corrido, la ausencia de la cita de


procedencia de los conceptos, y el discurso en estilo directo, son elementos que con justa
razón han determinado su lugar bajo el rubro de instituciones o elementos para su campo
disciplinario; y por esto mismo, son también consideradas como un prontuario o un
resumen introductorio a todo el Corpus, en una clara correspondencia con su extensión y su
nivel.11

Así pues, bajo estas condiciones, si el objetivo era introducir a los estudiantes en esta
disciplina “con facilidad” desde el inicio, proporcionándoles esa obra introductoria en su
primer año de estudios, ofreciendo desde el principio un panorama general a fin de
simplificarles el camino del aprendizaje, la explicación etimológica, tema que ha dado
título a la presente ponencia, encuentra un terreno propicio, pues es utilizada para ayudar al
alumno a comprender el origen de diversas instituciones contenidas en la obra; lo cual, por

9
“si primo levi ac simplici via, post deinde diligentísima atque exactísima interpretatione.singula tradantur”
(si primero mediante una vía nítida y sencilla, y luego con una diligentísima interpretación se transmite cada
cosa) Inst., 1, 1, 2, 3 y 4.
10
Las Instituciones se redactaron cuando el Código ya había sido promulgado y las labores del Digesto
estaban ya muy adelantadas. Vid. D’Ors, op. cit., & 66, n.1.
11
Aunque una extensión de 4 libros parezca amplia, no lo es tanto si se contrasta, por ejemplo, con la
extensión del Digesto, que consta de 50 libros.
otra parte, nos conduce necesariamente a explorar los terrenos de la lengua como vehículo
de transmisión de conocimiento.

El estilo de las Instituciones y el gusto de Justiniano por la etimología

Encontramos a lo largo de la obra varios ejemplos de explicación etimológica -algunos de


ellos ya analizados por la que escribe en trabajos previos-,12 y conviene hacer mención y un
breve análisis de algunos otros:

Así, las facultades etimológicas del texto justinianeo comienzan allí donde se dice que “el
derecho civil es denominado a partir del nombre de cada ciudad” y, aludiendo en primer
lugar al derecho griego con la aclaración de que “... aunque si alguien quisiera llamar
derecho civil de los atenienses a las leyes de Solón o de Dracón, no errará ...”, y explicar
después la denominación del derecho romano, termina diciendo: “... igualmente llamamos
derecho civil de los romanos al derecho del que hace uso el pueblo romano, o Ius
Quiritium, del cual hacen uso los Quirites, pues los romanos son nombrados Quirites a
partir de Quirino.” (Inst., 1, 2, 2.) Con esta mención Justiniano está relacionando Ius
Quiritium, Quirites y Quirinus, haciendo en el fondo alusión a Rómulo como fundador de
Roma, quien poseía este sobrenombre de Quirinus, lo que nos lleva a entender que decir
Quirinus era equivalente a decir “romano” o “ciudadano”. El texto de Justiniano da esto
independientemente de que otra tradición etimológica nos ofrece la referencia de que el
término quiris, que significa “lanza”, el cual puede estar relacionado con los términos que
menciona.

Más adelante, encontramos otra explicación que se ofrece a propósito de los esclavos
(servi) tomados a causa de guerra, de los cuales nos dice lo siguiente:

“Servi autem ex eo appellati sunt, quod imperatores


12
Al respecto, en el Segundo Encuentro Internacional de Retórica que se dio cita en la ciudad de México en el
mes de abril de 2003, presenté una ponencia que titulé “La etimología en las Instituciones de Justiniano”, la
cual espero sea publicada en las memorias de dicho congreso. En este trabajo analizo la etimología de tres
términos: tutela, postliminium, furtum y aeditui.
captivos vendere iuvent, ac per hoc servare
nec occidere solent...” (Inst., 1, 3, 3)

Es decir, se denominan servi por el hecho de que los generales que los capturaban,
preferían conservarlos (servare) en lugar de matarlos. El texto relaciona servi con el verbo
servare, cuya vinculación de raíz es evidente, independientemente de que los conservaban
vivos para obtener un precio por ellos, según lo afirma el propio texto justinianeo. Allí
mismo encontramos además la causa por la que estos esclavos se denominan mancipia,
misma que Justiniano explica nuevamente a través de la etimología:

“... qui etiam mancipia dicti sunt,


eo quod ab hostibus manu capiuntur.”

Es decir, “porque son tomados (capiuntur) de entre los enemigos con la mano (manu).”
Debemos añadir que el término manus tiene también el sentido de “poder adquirido sobre
una persona libre”,13 de modo que incluso, además del sentido literal de este pasaje, “manu”
puede también significar mediante manus, es decir, mediante la potestad que eventualmente
puede tener un pater familias respecto de una persona libre en el contexto romano.

Un ejemplo más del gusto de Justiniano por la etimología lo encontramos en el libro


primero, que comprende los temas sobre los derechos personales, y es el que presenta a
propósito de la explicación de tutela. El autor declara:

“Est autem tutela, ut servius definivit,


vis ac potestas ...ad tuendum eum
qui propter aetatem se defendere nequit...” (Inst. 1, 13,1)

Es pues, la tutela, como Servio definió,


el derecho y la potestad... para proteger a quien

13
Cf. Gutiérrez Alviz, Faustino, Diccionario de Derecho Romano, Madrid, REUS, 1982, s.v.mancipium.
por causa de la edad no puede defenderse...

Y en el párrafo siguiente dice:

“Tutores autem sunt, qui eam vim ac potestatem habent, ex qua re ipsa nomen ceperunt.
Itaque appellantur tutores quasi tuitores atque defensores, sicut aeditui dicuntur qui aedes
tuentur.” (Inst. 1,13,2)

Traducción: Y son tutores los que tienen aquella fuerza y potestad precisamente a partir de
la cual tomaron el nombre. Y así se llaman tutores como si fueran tuitores14 y defensores,
tal como son llamados aeditui15 los que protegen los aedes.16

Obsérvese la relación que hace Justiniano entre los términos tutores y tuitores, que en la
traducción ya no queda a la vista, dado que tuitor es un vocablo que ya no existe en el
español; sin embargo, éste es un derivado del verbo tueor, proteger. Y no satisfecho con esa
explicación, siguiendo nuevamente el mismo impulso etimológico el autor agrega:

“sicut aeditui dicuntur,


qui aedes tuentur.” (Inst. 1, 13,2)

tal como son llamados aeditui


los que protegen los templos.

En esta última explicación, la intención de Justiniano es aclarar el origen de la palabra


aeditui que define como protectores de los templos, porque tiene muy claro que se
compone de aedes y de tueor, el mismo verbo que da origen a tuitores, protectores; de
donde también, por cierto, procede en español el término “tuitivo”.17

Como estos casos hay varios más en las Instituciones: así por ejemplo, encontramos la
explicación a postliminium (1,12,5), stipite (3,15 pr.), excercitoria (4,7,2), institoria
14
tuitores ... de tueor, proteger; por tanto, protectores.
15
de aedes, templos y tueor, proteger; por tanto, protectores de templos.
16
aedes ... templos.
17
Se habla hoy, por ejemplo, de “función tuitiva”.
(4,7,2), furtum (4,2), etcétera, en los cuales podemos hacer notar que las etimologías
referidas son muy acertadas, factor que demuestra una significativa competencia en el uso
de la lengua por parte de los compiladores; se observa una actitud que busca vincular el
nombre con el concepto o la realidad que le dio origen, esto es muy claro cuando explica la
etimología de tutor, “appellantur tutores quasi tuitores” (Inst. 1, 3, 2), en donde la idea que
subyace es la protección al pupilo.

Aunado a este gusto por la explicación etimológica en el texto justinianeo, y relacionado


también con el ámbito de la terminología, cabe llamar la atención sobre el hecho de que, a
lo largo de toda la Edad Media y todavía en épocas más cercanas a nosotros, la cátedra de
Instituta se enseñaba a partir de las Instituciones de Justiniano en ediciones que solían ir
acompañadas de dos libros del Digesto: el De verborum significatione, “Sobre el
significado de las palabras” (D. 50, 16) y el De diversis regulis iuris antiqui, “Sobre las
diversas reglas del Derecho antiguo” (D. 50, 17), es decir, precisamente los libros que
contenían la terminología jurídica de uso más frecuente con su respectiva explicación. 18
Ambos títulos son los últimos de todo el Digesto y, al parecer, no tienen relación temática
ni con el propio libro 50 al que pertenecen formalmente ni con el resto del Digesto en
general. Esta es una vinculación que resulta sintomática y muy lógica, si consideramos que
ésos eran los pasajes del Corpus apropiados para la enseñanza, al igual que las
Instituciones. Hay que agregar además que, incluso los profesores de la cátedra de Digesto
a menudo solían comenzar su curso con el último título (D. 50, 17), seguramente por la
utilidad didáctica que les reportaba.19

Así pues, para concluir, la intención que se advierte en el texto de Justiniano, es que el
enseñar un concepto mediante la explicación del término mismo que lo denomina, lleva
por fuerza a aceptar que la palabra se concibe como vía de acceso al conocimiento; y que
para transmitirlo por esta vía, qué mejor que comenzar por la etimología. Por otro lado, esta
actitud recoge una memoria cultural que encuentra ya mención entre los presocráticos y

18
Cf. Vargas, Aurelia, Instituciones de Justiniano en Nueva España, pp. 43, 50 y 95.
19
Archi, a propósito del los géneros literarios institutiones y regulae de la obra del jurista Ulpiano, que
califica de “strettamenti affini”, declara: “Opere cioé che si propongono l’e sposizione dei principii
fondamentali dell’ ordinamento giuridico”. Archi, Gian Gualberto, “Giustiniano e l’insegnamento del Diritto”
en L’ imperatore Giustiniano storia e mito, Milán, Giuffré, 1978, p. 129.
Platón, y que Justiniano contribuye de algún modo a transmitir, con lo cual consciente o
inconscientemente ayuda a preservar una memoria cultural de honda raigambre, incluso
más antigua que la romana, que llega hasta nuestros días.

En época contemporánea, siguiendo a Saussure,20 la ciencia etimológica no se limita a dar


noticia del origen de una palabra y a establecer con qué otras palabras se relaciona, esto es,
al estudio de las familias léxicas; sino que también informa de los cambios que experimenta
a lo largo de su existencia. Así, gracias a esa exploración lingüística es posible conocer hoy
que muchos nombres de las instituciones jurídicas que conservamos tienen tal o cual
origen, o que hay una estrecha relación de raíz entre ellos, pero ante todo, permite a los
pueblos tener una conciencia histórica reflejada su la lengua.

20
Saussure, Ferdinand de, Curso de lingüística general, México, Fontamara, 1993, p. 50 ss.

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