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BRUMAL DOI: http:/dx.doi.org/ 10.5565/rev/brumal.

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Revista de Investigación sobre lo Fantástico
Research Journal on the Fantastic Vol. II, n.° 1 (primavera / spring), pp. 151-155, ISSN: 2014–7910

Jacobo Siruela (ed.), Antología universal del relato fantástico, Atalanta,


Vilaür, 2013. ISBN 978-84-940941-6-3

No hay duda de que Jacobo Siruela nero, las mismas con las que elaboró en
es uno de los editores españoles que más 1993 su antología Vampiros (publicada por
ha hecho en favor de lo fantástico. Prime- ed. Siruela, su autor la volvió a publicar en
ro, con dos colecciones soberbias en la edi- una versión ampliada en Atalanta en
torial Siruela: El Ojo sin Párpado, donde 2010), obra de referencia obligada en rela-
rescató y, sobre todo, publicó por primera ción a ese mito fundamental. Dicha erudi-
vez en español obras fundamentales de la ción se hace evidente en el extenso prólo-
literatura fantástica occidental; y La Biblio- go (sesenta páginas) que acompaña a la
teca de Babel, coordinada por Jorge Luis selección de los cincuenta y cinco relatos
Borges, quien se encargaba de seleccionar que componen la antología.
y prologar los volúmenes construyendo, Ese prólogo se articula en tres sec-
así, su canon particular de lo fantástico ciones mutuamente interrelacionadas: en
(Poe, Kafka, Beckford, Stevenson, Lugo- la primera expone su propia definición de
nes, James, Dunsany, Kipling, Wells, el lo fantástico; en la segunda hace un reco-
propio Borges y otros tantos maestros). rrido por su historia; y en la última realiza
Ahora, embarcado en el nuevo pro- una taxonomía muy personal de los prin-
yecto de la Editorial Atalanta, Jacobo Si- cipales temas y motivos fantásticos (que
ruela continúa prestando especial aten- incluye, además, breves comentarios de
ción a lo fantástico y publicando –en la los relatos seleccionados).
colección Ars Brevis– obras y autores ex- En su definición, el autor parte de
cepcionales, muchos de ellos, de nuevo, una idea de lo fantástico como categoría
nunca publicados en español (como ocu- estética, es decir, no constriñe, como algu-
rre con Yasutaka Tsutsui, Robert Aickman nas voces críticas han planteado, lo fan-
o Liudmila Petrushévskaia) o reeditando tástico en los estrechos límites de un gé-
obras de algunos maestros hispanoameri- nero: «por su enorme variedad de temas y
canos (Felisberto Hernández, Francisco tratamientos estilísticos, lo fantástico no
Tario o José Bianco). puede quedar circunscrito al cuento de
En dicha editorial acaba de publi- terror y sus variantes, sino que debe refe-
car su Antología universal del relato fantásti- rirse a un fenómeno literario más amplio,
co, en la que ofrece una perfecta muestra cuyo rastro multiplica sus huellas en to-
de su erudición y de su pasión por el gé- das las literaturas del mundo» (p. 17). Asi-

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Reseñas

mismo, en esa exposición teórica, se hace nidad» (p. 18). Eso le lleva a criticar algu-
evidente la voluntad reivindicativa de lo nas definiciones de lo fantástico (Vax,
fantástico que tiene esta antología: «me Caillois) como enfoques heredados del
gustaría destacar su relevancia histórica y racionalismo francés y la visión cientifi-
otorgarle una categoría estética más am- cista del siglo xix, «que tiende a unir lo
plia y justa, que sitúe con todo derecho su fantástico a las causas; por eso el terror es
larga y continua aportación a las letras en algo indisociable de lo fantástico. (….)
relación con las grandes obras literarias cuando la literatura fantástica no se refie-
de la humanidad; porque, considerando re tanto a las causas como a los efectos» (p.
este asunto a la luz de los hechos, pocos 19). Enlaza, así, con concepciones más ac-
son realmente los relatos que superan, en tuales de lo fantástico en las que se reivin-
el siglo xix, a The Turn of the Screw, de dica el peso esencial de la recepción del
Henry James, o The Strange Case of Dr. Je- lector, su relación emocional (e intelec-
kyll and Mr. Hyde, o, en el xx, a un cuento tual) con la historia narrada, en otras pa-
de Borges o de Kafka, o, por qué no decir- labras, su dimensión pragmática.
lo, a algunas narraciones de esta antolo- El repaso que hace de la historia y
gía» (p. 18). evolución de lo fantástico demuestra la lu-
Me parece también muy destacable cidez del autor, quien si bien no duda en
el hecho de que reivindique el decisivo afirmar que lo fantástico aparece «esporá-
papel de la literatura fantástica en la crea- dicamente» (p. 20) en el poema de Gilga-
ción del relato moderno propiamente di- mesh, la Biblia, en algunos pasaje de Ho-
cho, «inventado por Hoffmann en las pri- mero, en diversas obras medievales (las
meras décadas del xix, y que adquiere con Eddas, el Beowulf, la Divina Comedia) y más
Poe su total autonomía y una estructura tarde en Rabelais, Tasso y, de vez en cuan-
narrativa jamás soñada por sus anteceso- do, en Shakespeare, Marlowe o Quevedo,
res» (p. 18). Asimismo, insiste en que lo enseguida advierte que esas obras no
fantástico no es una forma literaria espe- pueden ser consideradas plenamente fan-
cífica, sino una categoría estética univer- tásticas: «Sin embargo, nada de lo narrado
sal que surge en el Siglo de las Luces: «Se en estos libros suponía en su época una
trata de una manera puramente moderna alteración del concepto general de reali-
de percibir el mundo y la experiencia hu- dad. Los fenómenos extraños eran testi-
mana, de una mirada que se opone al im- monios de otra realidad invisible, tutelada
perio unívoco de la razón ilustrada e in- siempre por la religión. (…) la duda siste-
tenta compensar a través del arte todo lo mática frente a lo sobrenatural es una
que ésta rechaza; de modo que cubre reacción puramente moderna. (…) Hasta
aquellas otras necesidades del espíritu entonces, la confrontación entre lo real y lo
que reclama la sociedad y sólo los artistas imaginario, entre lo racional y lo terrorífi-
pueden ofrecer: la otra cara de la moder- co, sencillamente no existía» (pp. 20-21).

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Reviews

Jacobo Siruela se alinea así con las pro- sario señalar que el recorrido termina con
puestas teóricas e históricas que insisten Cortázar (y una rápida mención de Ste-
–acertadamente– en afirmar la moderni- phen King), dejando muy a las claras cuál
dad de lo fantástico: éste sólo puede pro- es el periodo histórico que más interesa a
ducirse en el momento en que lo sobrena- Jacobo Siruela. Resulta también muy reve-
tural (lo imposible) ha desaparecido como lador que no diga nada de la literatura es-
creencia, cuando ya no forma parte del pañola del siglo xix, a excepción de la deli-
horizonte de expectativas de los lectores, rante Galería fúnebre de espectros y sombras
y queda confinado en la literatura. Hay ensangrentadas (1831) y de Bécquer. Sin vo-
que tener en cuenta que si bien el desarro- luntad de corregir un trabajo excelente, yo
llo del racionalismo eliminó la creencia en creo que una mínima mención de los au-
lo sobrenatural, ello no supuso la desapa- tores –tanto del xix como del xx (aunque,
rición de la emoción que producía como eso sí, antologa tres cuentos de autores
encarnación estética del miedo a la muer- españoles de este siglo: Rosa Chacel, Javier
te y a lo desconocido (un sentido de lo so- Marías y Cristina Fernández Cubas)-, hu-
brenatural ajeno al que exploraba, por biera sido de agradecer, para, de ese modo,
ejemplo, el cuento de hadas). Una célebre potenciar aún más la reivindicación que
frase de Madame du Deffand acerca de la hace de lo fantástico a lo largo de todo el
existencia de los fantasmas resume per- prólogo: como han demostrado diversos
fectamente esta idea: «No creo en ellos, trabajos sobre la narrativa fantástica espa-
pero me dan miedo». La emoción de lo so- ñola, ésta no ha estado sólo reservada a los
brenatural, expulsada de la vida, encon- autores mal llamados marginales, sino
tró refugio en la literatura. Todo ello justi- que muchos de los grandes nombres de la
fica que la antología se abra con una de las literatura española de los siglos xix y xx
grandes obras maestras de lo fantástico: (algunos de los cuales ocupan un lugar de
«El hombre de arena» de Hoffmann, pu- honor en el canon) han cultivado el géne-
blicado en 1817. ro, y no como algo esporádico o excepcio-
Como dije antes, la segunda parte nal dentro de su obra. Así sucede con
del prólogo tiene una dimensión funda- Alarcón, Pérez Galdós, Pardo Bazán, Cla-
mentalmente histórica y en ella el autor rín, Baroja, Valle-Inclán, Unamuno, Aub,
traza las grandes líneas por las que lo fan- Benet, Millás o Merino, por citar sólo al-
tástico se ha desarrollado en los siglos xix gunos nombres, además de los tres que él
y xx. Son breves pero muy atinadas pince- mismo antologa.
ladas sobre las principales voces que lo El recorrido histórico que el autor
han cultivado, que sitúan históricamente nos propone se inicia –como ya es habi-
al lector y le explican la evolución de lo tual– con Walpole y la novela gótica ingle-
fantástico, destacando el lugar que esos sa del siglo xviii (aunque inicia ese pano-
autores ocupan en dicho proceso. Es nece- rama comentando un texto de Plinio el

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Reseñas

Joven, que califica de «primer cuento de uno de los escritores que más han marca-
fantasmas de nuestra cultura», p. 21) y re- do –como él mismo ha reconocido en nu­
corre los hitos fundamentales de dicho merosas ocasiones– a Jacobo Siruela. Como
subgénero (The Castle of Otranto, The Monk) el propio antólogo no duda en afirmar,
para enseguida enlazar con los románti- Borges «elevó el cuento fantástico al lugar
cos alemanes y, sobre todo, con el primer más elitista que pueda imaginarse» (p.
gran maestro de lo fantástico: E.T.A. Hoff- 52). Resulta, de nuevo, muy revelador que
mann. El antólogo describe con gran pers- si bien menciona a un buen número de au-
picacia la forma de cultivar lo fantástico tores hispanoamericanos, sólo se detiene
del escritor alemán, que nada tiene que en Borges, Carpentier y Cortázar: la in-
ver con otras formas anteriores de litera- fluencia, sobre todo, de los dos escritores
turizar lo sobrenatural (encarnadas en lo argentinos ha sido decisiva para entender
gótico y lo maravilloso). Continúa, des- qué ha ocurrido y está ocurriendo en la
pués, con los románticos franceses (No- narrativa fantástica a partir de los años
dier, Gautier, Villiers, Nerval), situados 60 del siglo xx, no sólo en el ámbito his-
inequívocamente en la estela de Hoff- pano.
mann, para llegar a la segunda y decisiva El prólogo se cierra, como ya dije,
revolución de lo fantástico en el siglo xix: con una sección dedicada a exponer una
Edgar Allan Poe. Tras él se detiene en au- interesante y personal taxonomía de te-
tores fundamentales de la segunda mitad mas y motivos fantásticos, situándose de
de esa centuria, como Hawthorne y Mau- ese modo en la estela de algunos de los
passant, prestando especial atención al grandes teóricos de lo fantástico, como
subgénero de la ghost story, uno de los pre- Vax o Caillois, que no dudaron en propo-
feridos de Jacobo Siruela, a juzgar por la ner sus propias clasificaciones. Todas
profusión de textos de ese tipo recogidos ellas pueden ser cuestionables, pero reve-
en la antología: Le Fanu, Henry James, lan el esfuerzo de sus autores por sistema-
Vernon Lee, Charlotte Perkins Gilman, tizar el siempre complejo universo de lo
Margaret Oliphant, etc. fantástico. Jacobo Siruela parte de una ex-
Si Hoffmann y Poe son los grandes celente intuición: si bien las variantes
maestros del xix, resulta muy significati- pueden ser «tal vez inabarcables», existen
vo que a los siguientes autores a los que diecisiete temas que él considera «medu-
dedica varias páginas del prólogo sean lares» en la literatura fantástica: el fantas-
Kafka y Lovecraft, artífices de dos nuevas ma; la personificación de la muerte; el
formas de enfrentarse a lo fantástico. No pacto con el diablo; vampiros; hombres
es extraño que califique a Lovecraft de «fi- lobo; las casas o lugares hechizados; me-
gura paradigmática» (p. 49) por su popu- tamorfosis; el doble; monstruos; la esta-
laridad e influencia. tua, el autómata o la armadura; magia;
Entonces le llega el turno a Borges, otras dimensiones; paradojas del tiempo;

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temas bíblicos; la inmortalidad; sueño y y evolución de lo fantástico) y lo subjetivo


realidad; y alucinaciones. Insisto, una del gusto personal. El propio Jacobo Si-
taxonomía personal que puede discutirse ruela lo justifica de forma lúcida y sincera:
o contradecirse con otra que resultará «Este libro es una síntesis de aquellos
igualmente personal y –haciendo una fá- cuentos con los que más he disfrutado y
cil broma a partir de «El idioma analítico que más me han acompañado a lo largo
de John Wilkins» de Borges– «arbitraria y de mi vida» (p. 76). Su propio canon de lo
conjetural», lo que no significa que no fantástico. ¿Qué más se puede añadir?
funcione y que no sea legítimo tratar de
establecer unas líneas centrales en el siste-
ma de recurrencias temáticas que presen-
tan los textos fantásticos. David Roas
Tras ese prólogo viene la selección Universitat Autònoma de Barcelona

de cincuenta y cinco relatos de otros tan-


tos autores de múltiples nacionalidades
publicados en los siglos xix y xx. Una se-
lección que, según advierte su autor, tiene
como modelo la célebre Antología de la lite-
ratura fantástica (1940) de Borges, Bioy Ca-
sares y Ocampo, y, sobre todo, la Antholo-
gie du fantastique (1958) de Roger Caillois:
un viejo sueño de Jacobo Siruela fue tra-
ducir los dos volúmenes de la obra de Cai-
llois, pero no pudo realizarlo por proble-
mas de derechos, lo que le decidió a armar
la suya propia. Todo ello ha provocado –lo
advierte el autor– inevitables coinciden-
cias con tales antologías y con otra ya clá-
sica: Cuentos fantásticos del siglo XIX, de
Italo Calvino, con la que Siruela inauguró
la ya mencionada colección El Ojo sin Pár-
pado.
No voy a entrar en la socorrida e in-
útil discusión de quién falta o de quién
sobra en este excelente libro: toda antolo-
gía es reflejo de su autor, que, en este caso,
además, debe conjugar lo objetivo del va-
lor histórico de los textos (en el desarrollo

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