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Artículo publicado en Revista Gradiva, Vol. 16, Nº2 – 2015.
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Resumen: El siguiente trabajo tiene por objetivo analizar el lugar que el cuerpo adquiere en las
Abstract: The present work is to analyze the place that the body takes in current
psychopathology of adolescence. It discusses how the body at this stage is transformed into a
space of metamorphosis, being influenced by epochal changes that produce new modes of
Como ha sido revisado por autores como Untoiglich (2009), Janin y Kahansky (2009) y
LeBreton (2012), la psicopatología se encuentran bajo un nuevo contexto en el que los sujetos
parecen estar en condiciones más complejas y menos estables para construir su identidad y
que sólo en nuestra época surgieran estas problemáticas -pensando en la ilusión o idealización
del pasado que contemple una supuesta identidad no discutida, sólida y estable- hoy pareciera
que son develadas como nudos de problematización de forma más crítica. Mediante la
que vivencia.
En este contexto, el cuerpo es también un agente que no puede disociarse del sujeto y sus
una esencia-cuerpo; no es sólo una esencia superficie (…) O sea que el yo deriva en última
instancia de sensaciones corporales, principalmente las que parten de la superficie del cuerpo”
psiquiatría como profesión práctica de cuidado, vigilancia, tratamiento y peritaje sobre casos
ciencia del acontecimientos psíquico patológico” (Sierra, 2013, p.58). Surgen de este modo,
tres caminos posibles para definir la psicopatología: una psicopatología psiquiátrica, una
como una disciplina subversiva, que se apropia la porción de lo real que otras entidades
ocasiones contradictorio, es relevante destacar por sobre todo cómo adquiere con particular
“Tomado en su dimensión anímica, el sufrir no sólo toma el matiz de las desregulaciones que
un individuo puede hacer suyas a la luz de normas bien precisas. Lo anterior, solo conduciría a
pensar en las vías que pueden re-establecer dichos desarreglos (…)” (Bilbao, 2010, p.12)
anímica, como organizador anímico que ampara el conflicto entre el placer localizado en la
parcialidad corporal y las demandas de la realidad cultural: “El sufrir como condición de
devela a su vez las instancias de crisis y transformaciones vitales y contextuales a las que
adviene.
integrar las variables de la cultura en su definición. Por esto se hace necesario situar cómo la
actual integrando los distintos avatares y elaboraciones psíquicas de la adolescencia, entre las
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puberal.
psicopatologizada, entendiendo esto como la búsqueda y apremio por rotular las modalidades
que, ante todo, deben ser curados y eliminados. El construir una profundización teórica que
permita reflexionar estos conceptos que tienden a estar amparados a una lógica de
normatividad estandarizada y naturalizada, en la cual: “(…) todas las personas crecemos del
mismo modo y en tiempo similares, ya que el decurso del desarrollo estaría biológicamente
determinado con anterioridad” (Untoiglich, 2009, p.20); ofrece posibilidades de repensar las
Por esto, es importante realizar algunos señalamientos en torno cómo pueden manifestarse
nivel corporal, en tanto espacio en el cual se intenta inscribir lo que no ha podido ser inscrito
psíquicamente: “(…) una historia de vivencias no tramitadas que el afecto, como forma más
psíquica. Es decir, plantea como lo traumático, lo no elaborado, aquello que tiene dificultades
para expresarse psíquicamente, puede devenir estado somático” (Janin y Kahansky, 2009,
p.19).
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Si lo que predominaba en otra época era efecto del conflicto entre la represión y el retorno de
(Janin, 2013, p.200). El contexto actual devela nuevos modos de subjetivación y nuevos
ente lo íntimo y lo público, así como en la inscripción de una temporalidad para pensar la
constitución subjetiva. Como manifiesta Roudinesco (2000), actualmente parece que el trabajo
con psicopatologías se reduce a una técnica de supresión de síntomas, sin tiempo para
otro modo las clásicas psicopatologías pensadas sólo como categorías y diagnósticos, no con
un fin de agrupar distintos cuadros, sino de pensar las coordenadas en común que expresan,
(2009) define las psicopatologías actuales como todas las distintas manifestaciones que
expresan la fragmentación en torno al pensar, con intentos fallidos de poder tramitar ciertos
psiquismo. Una lógica que es muy consecuente con los tiempos actuales, en los cuales, no hay
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procesos de historización, sino más bien de inmediatez y evacuación de los afectos mediante
el acto, sin representación: “La referencia a las neurosis actuales en Freud nos permite pensar
aquello del orden de lo psíquico que se encuentra en el borde de la palabra, allí donde fracasa
Así emerge el concepto de las psicopatologías actuales, relacionadas con las llamadas
“neurosis actuales” (Freud, 1895) en las que la tensión sexual somática no lograba ser
síntoma –en tanto metaforización de un conflicto entre deseo y defensa-, recayendo en la mera
descarga. Hoy, las neurosis actuales son descritas como trastornos alimenticios, pasajes al
acto, adicciones; es decir, espacios de descarga de esta energía psíquica que el sujeto no logra
elaborar.
Los desbordes, las fugas, la falta de elaboración psíquica pueden conflictuar en distintos
subjetivas que cobran cada vez mayor protagonismo en la actual escena social y que podrían
(Untoiglich, 2007, p.14). Y yendo más allá, ¿cómo distinguir estos funcionamientos
patológicos en las etapas del desarrollo y sus procesos anímicos e intersubjetivos, pensados no
como la elaboración de la pubertad, y amparado bajo conceptos como crisis, cambio, peligro,
como los cambios de maduración hormonales y físicos, y a la adolescencia como los procesos
elaborativos respecto a estos cambios; la metamorfosis no apela sólo a la forma, sino también
a los nuevos modos de vincularse con el otro para resolver esta demanda de lo somático,
de los procesos de estructuración del yo, del advenimiento del objeto, como del conjunto de
Surge entonces como debate la noción de definir la crisis adolescente como mera
reproducción del escenario edípico o más bien como un trabajo original de apropiarse de un
nuevo cuerpo, de investir figuras fuera de la familia y pensar por si mismo. Pero, como refiere
Viñar (2013), tal debate puede no adquirir sentido cuando se refiere a cómo ambas
definiciones convergen, ya que no se conforma mediante a una causalidad lineal, sino que
circular y recurrente: “Habrá que entender la adolescencia como proceso más que como la
franja etaria donde los logros madurativos y las transformaciones ocurren o se inhiben y
fracasan” (p.30).
diferentes aspectos de la subjetivación. Por una parte, pueden referirse sufrimientos a nivel
tienen una relación más cercana con el padecer corporal, el cual está presente en cualquier
realizados en la piel, los cuales se construyen como marcas que se transforman en objetos
suicidio, sino más bien con un recurso que busca detener el sufrimiento a partir del dolor
corporal: “Los ataques contra el cuerpo son antes que nada un ataque contra los significados
asociados a éste” (Le Breton, 2012, p.100). Estos significados han sido inscritos en la piel
desde los primeros cuidados: “La madre va libidinizando al niño, erogeneizando diferentes
partes de su cuerpo, marcándolo en un recorrido de cuidados y caricias. Por lo que cada sujeto
y reapropiación de los significados que han sido otorgados e inscritos en el cuerpo del antes
niño y ahora adolescente, los cuales no logra inscribir en esta nueva instancia vital. Así, es
como si de manera simbólica se intentara destruir la piel como símbolo del cuerpo, para así
jóvenes que sufren de ausencia de límites, de una incertidumbre acerca de las fronteras de su
sufrir de un déficit narcisista, son vulnerables a la mirada de los otros o a las fluctuaciones de
respecto a la subjetividad del bebé, quien en la infancia continua apropiándose de éstos, pero
que en la adolescencia deben resignificarse aún con el apoyo de otro mediador, ya no sólo
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familiar, sino que también cultural. De este modo se construye una relación en que el yo del
adolescente ha sido investido de forma frágil, por lo cual su relación con el mundo también se
fragiliza: (…) desollados del sentido, indiferencia de estos ante sus expectativas” (Le Breton,
2012, p.101).
desamparo mediante una separación realizada de forma concreta y agresiva hacia el propio
sujeto adolescente, mediante una suerte de voluntad de autonomización (Le Breton, 2012,)
debido a no poder hacer podido encarnar su cuerpo como imagen total subjetivizada, así como
tampoco haber logrado establecer una distancia adecuada con los otros, ya sea por exceso o
déficit de la presencia del otro: “Los ataques al cuerpo intentan restaurarle a la piel una
donde la falta de significación del mundo se trasporta al cuerpo, el cual busca ser un espacio
limpio que se construye como una frontera rígida que hace frente a las incertidumbres y
desamparos que el mundo ofrece, en el cual las necesidades del sujeto adolescente no logran
metabolizarse y quedan sólo en el plano concreto. Le Breton (2012) refiere que también existe
adaptativa, sobre todo en relación con la figura de la madre en los casos de anorexia de
acceder a un mundo que ya no sea el de la necesidad y en el seno del cual pueda por fin ser
reconocida por ella misma. Su madre se le pega a la piel, privándola de su aventura personal,
haciendo de su hija su “cosa”, impidiéndole, a pesar suyo, nacer por fin a sí misma” (Le
Así, pareciera que se perpetua la percepción de la incapacidad de otro que logre metabolizar
y procesar ciertos estados afectivos –sobre todo los desagradables-, para ubicar al sujeto como
En cuanto a la bulimia, se expone otro modo de lidiar con el desamparo de afecto, el cual
de cero, borrando de forma agresiva todo lo anterior, sin abrirse a las posibilidades de la
la misma manera en que lava su cuerpo de la comida no deseada” (Hewitt, 1997, p.50. En Le
La bulimia pareciera ser una puesta en acto del desamparo a nivel corporal, en tanto
juego del cuerpo como un depósito de sensaciones. La bulimia puede simbolizar la necesidad
de poder verificar por el cuerpo su existencia como sujeto al mismo tiempo que la existencia
de su sufrimiento, que no logra ser mediado y queda en el desamparo y la angustia que esto
genera en el sujeto.
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del ahora adolescente para metabolizar estos cambios y aprehender su nueva corporalidad. Así
pueden emerger dificultades en este aspecto, sobre todo por sensaciones de desamparo del
adolescente frente a un otro familiar y social que ayude y contenga en estos momentos,
psiquismo con el soma es el afecto: “El afecto es un representante pulsional que tiene siempre
corporal, es el elemento que nos permite pensar el tema de las somatizaciones” (Janin &
todas las elaboraciones que la adolescencia conlleva. Cuando el aparato psíquico no logra
mediar esta tarea, surgen las dificultades para simbolizar: “Cuando la angustia, la aflicción, la
constituye también u protolenguaje” (McDougall, 1998, p.204. En Janin & Kahansky, 2009,
p.23).
De este modo, los procesos psicosomáticos en la adolescencia pueden ser comunes durante
debe realizarse del cuerpo. Si el llamado “aparato para sentir los sentimientos” (Janin, 2009)
no logró ser constituido en la historia previa del adolescente, estos procesos no lograrán
Otro modo de presentación de las psicopatologías actuales en el cuerpo adolescente son las
tanto un objeto externo intenta taponar algo del sufrimiento. Las conductas de dependencia a
desprenderse de filiaciones de tipo narcisistas: “Este tipo de conductas son reveladoras, por su
De este modo, debido a que el niño y ahora adolescente no logró nutrirse ni extenderse en
sus vínculos ni historia familiar, ya sea porque su historia ha estado vacía, estereotipada o
desinvestida, el objeto droga llena este vacío y anuda de una forma confusa la historización
que el sujeto no logra elaborar: “(…) ha faltado y falta espacio, por defecto de alimento
puede comprenderse en la adolescencia como una puesta en acto -utilizando el propio cuerpo-
del defecto de investimiento hecho en las etapas tempranas, siendo el objeto droga una muleta
(Winnicott, 1979) que permita pensar en el establecimiento de una distancia adecuada con los
objetos, más allá de lo interno y externo. Parece construirse debido a estas fallas en las
transitorio.
definir- desde el psicoanálisis, no apela a su réplica como objeto orgánico sino a las
diferentes momentos de la vida del sujeto. Las vivencias en relación al cuerpo dejan marcas en
el psiquismo desde los primeros momentos, siendo éstas diferentes de acuerdo a los modos en
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que se liguen y como el mundo vincular permita tramitar tales huellas, sobre todo en el caso de
simbolizado.
adecuación psíquica que sigue otro tipo de temporalidad, no necesariamente causal o lineal
psíquica al respecto.
constituido como otro anexo, disociado, en el cual se despliegan estas tramitaciones de forma
adolescente parece sentirse sin referentes simbólicos con los cuales pueda tramitar esta
experiencia.
A partir de esto se torna relevante la noción del otro, en tanto las complejas elaboraciones
psíquicas que la adolescencia conlleva, necesitan de otro que sostenga y facilite sentidos para
de ser necesario el auxilio ajeno, no sólo comprendido como figura particular, sino también
como el entorno sociosimbólico que sostenga y en el cual puedan significarse estos momentos
de constitución psíquica.
rol del otro en la constitución psíquica, en tanto pareciera que no hubiera otro mediador de
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quien depender, por lo cual el vínculo con el otro es una amenaza de desamparo y abandono,
ya que la inmediatez rige como temporalidad que no permite la construcción de los vínculos y
más, ya que incluye de forma más constante al otro social y cultural, además del familiar. Por
esto, el desamparo surge como amenaza con lo cual el cuerpo pareciera ser utilizado como
objeto por el cual se intenta evadir la dependencia propia de la constitución del psiquismo, a
Se hace importante reflexionar en torno a la historia de los actos descritos y de este cuerpo,
así como en la capacidad de crear modos de elaboración psíquica e intersubjetiva para las
transformaciones puberales descritas. Con el cuerpo usado como objeto externo el adolescente
logra encontrar acceso a esta experiencia, la cual una vez finalizada da cuenta de que la
pasa, o cuando el corte ya fue realizado, por ejemplo). La dependencia puede ser considerada
como una etapa de la vida, pero también como un proceso que entra en la dinámica psíquica
Por esto, la noción de desamparo psíquico puede construir una psicopatología no pensada
como sufrimiento psíquico individual, sino también en función del vínculo y lugar del otro
como sostén psíquico que permita mediar con lo que no se puede elaborar individualmente. Al
mencionar las variables culturales, se integra además la relevancia de la noción del otro y la
Pero bien, si se apela al ideal del alcanzar cierta estabilización en la vivencia del cuerpo
particular que se dan en nuestro contexto epocal. El cuerpo adquiere un estatuto diferente en
nuestra época, en la cual la inmediatez y desborde lo intenta establecer como lugar –como
ofrece.
Bibliografía
Bilbao, A. & Morlans, I. (2010). Introducción. En Bilbao, A. & Ochoa, H. (comp.). 2010.
Duelo, pérdida y separación: figuras del sufrimiento humano. (pp. 9-16). Valparaíso:
en calidad de Neurosis de Angustia. Obras Completas Sigmund Freud, Vol. III (pp.
Freud, S. (1923). El yo y el ello. Obras Completas de Sigmund Freud, Tomo XIX 1923-1925.
Editorial Noveduc.
Janin, B. 2013. Intervenciones en la clínica psicoanalítica con niños. Buenos Aires: Noveduc.
LOM Ediciones.
doi. http://dx.doi.org/10.1590/S1415-47142013000100005
Autor
Magíster en Psicología Clínica con Niños y Jóvenes, Universidad Alberto Hurtado. Correo: