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Santilín

Santilin es un osito muy inteligente, bueno y


respetuoso. Todos lo quieren mucho, y
sus amiguitos disfrutan jugando con él porque es
muy divertido.
Le gusta dar largos paseos con su compañero, el
elefantito. Después de la merienda se reúnen y
emprenden una larga caminata charlando y saludando
a las mariposas que revolotean coquetas, desplegando
sus coloridas alitas.
Siempre está atento a los juegos de los otros animalitos.
Con mucha paciencia trata de enseñarles que pueden
entretenerse sin dañar las plantas, sin pisotear el
césped, sin destruir lo hermoso que la naturaleza nos
regala.
Un domingo llegaron vecinos nuevos. Santilin se
apresuró a darles la bienvenida y enseguida invitó a
jugar al puercoespín más pequeño.
Lo aceptaron contentos hasta que la ardillita, llorando,
advierte:
- Ay, cuidado, no se acerquen, esas púas lastiman.
El puercoespín pidió disculpas y triste regresó a su casa.
Los demás se quedaron afligidos, menos Santilin, que
estaba seguro de encontrar una solución.
Pensó y pensó, hasta que, risueño, dijo:
- Esperen, ya vuelvo.
Santilin regresó con la gorra de su papá y llamó al
puercoespín.
Le colocaron la gorra sobre el lomo y, de esta forma tan
sencilla, taparon las púas para que no los pinchara y así
pudieran compartir los juegos.
Tan contentos estaban que, tomados de las manos,
formaron una gran ronda y cantaron felices.

UGA LA TORTUGA
¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta
constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es para
menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus
tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para
colmo es una dormilona.
¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta
de que sus compañeros del bosque le recriminaran por
su poco esfuerzo al realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar
actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas
caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de
camino hacia la charca donde chapoteaban los
calurosos días de verano.
-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego
acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme
a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que
verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un
tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo
lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la
recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay
labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo
intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y
siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras
logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no
probar y vivir con la duda. La constancia y la
perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que
nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo
intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres
capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto
es lo que yo necesitaba: alguien que me ayudara a
comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo
intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus
quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía
lo poquito que se proponía porque era consciente de
que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es
marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar
todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr
grandes fines.
LA LIEBRE Y LA TORTUGA,
En el mundo de los animales vivía una liebre muy
orgullosa y vanidosa, que no cesaba de pregonar que
ella era la más veloz y se burlaba de ello ante la lentitud
de la tortuga.
- ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a
tu meta! Decía la liebre riéndose de la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual
apuesta a la liebre:
- Estoy segura de poder ganarte una carrera.
- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.
- Sí, sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas
y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy ingreída, aceptó la apuesta.
Así que todos los animales se reunieron para presenciar
la carrera. El búho señaló los puntos de partida y de
llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en
medio de la incredulidad de los asistentes.
Astuta y muy confiada en si misma, la liebre dejó coger
ventaja a la tortuga y se quedó haciendo burla de ella.
Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la
tortuga que caminaba despacio, pero sin parar. Sólo se
detuvo a mitad del camino ante un prado verde y
frondoso, donde se dispuso a descansar antes de
concluir la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la
tortuga siguió caminando, paso tras paso, lentamente,
pero sin detenerse.
Cuando la liebre se despertó, vio con pavor que la
tortuga se encontraba a una corta distancia de la meta.
En un sobresalto, salió corriendo con todas sus fuerzas,
pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había alcanzado la
meta y ganado la carrera!
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran
humillación, que no hay que burlarse jamás de los
demás. También aprendió que el exceso de confianza es
un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos. Y que
nadie, absolutamente nadie, es mejor que nadie
Esta fábula enseña a los niños que no hay que burlarse
jamás de los demás y que el exceso de confianza puede
ser un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres
compartirla con nosotros y los demás padres,
estaremos encantados de recibirla.
EL CABALLO Y EL ASNO

Un hombre tenía un caballo y un asno.


Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno,
sintiéndose cansado, le dijo al caballo:
- Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno
cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo.
Entonces el dueño echó toda la carga encima del
caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo, suspirando
dijo:
- ¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar
con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y
hasta con la piel del asno encima!
Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu
prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes
en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti
mismo.

CUANDO LAS MARIPOSAS ERAN EN BLANCO Y NEGRO


Muchos colores había al principio de los tiempos. Dios
en verdad trabajó y su paleta llenó con colores y
destellos.
Al crear todos los seres su pincel vacío estaba, arco iris,
palomitas y hasta hadas reflejaban los colores que
portaban.
Pero un ser frágil y tierno al Gran Señor le faltó y al
dormirse en su capullo sin el color se quedó.
Muchos colores había al principio de los tiempos. Dios
en verdad trabajó y su paleta llenó con colores y
destellos.
Al crear todos los seres su pincel vacío estaba, arco iris,
palomitas y hasta hadas reflejaban los colores que
portaban.
Pero un ser frágil y tierno al Gran Señor le faltó y al
dormirse en su capullo sin el color se quedó.
Al despertar desplegó sus alitas con asombro al ver que
no tenía ni colores ni destellos aleteó rápidamente
hasta alcanzar al Señor.
- ¡ Blanca y negra solo soy! ¿y mis colores Señor?.
- Todos se han acabado ya.
- Una tarea tendrás para poder encontrar los colores
que has de llevar.
Pensando la mariposa fue a ver al arco iris.
-¿tienes algo que ofrecer? necesito mis colores y tengo
que trabajar.
así fue de lado a lado, así fue de ser en ser, y no había
trabajo, y no había que hacer; hasta que un día las flores
comenzaron a llorar, ella oyendo el gemido, preguntó
con mucho asombro.
-¿ qué les pasa?, ¿que sucede?.
- no podemos caminar y tenemos que llevar las semillas,
las esporas todas, todas a regar,los pajaritos y las abejas
están descansando ahora y tenemos que llenar de
colores el planeta.
La mariposa sin pensar, sobre la flor se posó y trabajó
sin cesar hasta culminar su labor.
Más tarde se oyó una voz.
-Has trabajado bien, así que voy a otorgar que todos los
colores tengas, que te llenes de colores y que al llevarlos
repartas ilusiones y alegrías, que las niñas al correr
contigo tengan una amiga y compañía.
EL CANTO DE ESTHER
En un pequeño pueblo llamado Kelaya, vivia Esther Una
jovensita muy bonita, carismatica ojos claros, piel clara,
pelo largo, muy alegre vivia en una casita muy humilde,
ella era la alegria del pueblo. en ese pequeño pueblo
habia un rio donde la gente iva alavar,a divertirse, ahi
siempre asistia Esther con tanta alegria comenzaba a
cantar con una voz melodiosa que a todos los ponia a
bailar.
En un pequeño pueblo llamado Kelaya, vivia Esther Una
jovensita muy bonita, carismatica ojos claros, piel clara,
pelo largo, muy alegre vivia en una casita muy humilde,
ella era la alegria del pueblo. en ese pequeño pueblo
habia un rio donde la gente iva alavar,a divertirse, ahi
siempre asistia Esther con tanta alegria comenzaba a
cantar con una voz melodiosa que a todos los ponia a
bailar.
Pero una ocacion Esther enfermo de la garganta tan
terriblemente que no le salia la voz, su madre llamo al
doctor del pueblo, El le dijo Esther no podra salir al sol
tiene que reposar por largo tiempo ya que la
enfermedad es grave su garganta es afectada. Esther al
escuchar eso entriztesio muy feo, su mamà le dijo no te
preocupes hija todo estara bien, Paso el tiempo y Eshter
empeoro Su mamà con lagrimas en los ojos solo la
veia,la gente al notar su ausencia preguntaban y
murmuraban ( ella no volvera a cantar ya no es posible
quedara muda Que Mal) llegaron las murmurasion a los
oidos de Esther y ella solo lloraba Cada noche pero
cuando todo parecia perdido.
una noche Esther tuvo un sueño muy raro, Ella
caminaba en el rio solo y Escuchaba la voz de un niño
ella sigio la voz la cual la llevo a un pequeño lago de agua
Cristalina ahi vio a un Joven el cual le dijo ven asercate
te dire el truco con el cual sanaras Ella se aserco
lentamente la miro a los ojos y le dijo tendras que beber
de esa agua daras 5 tragos cerraras los ojos y
comenzaras a cantar el se aserco y le dio un beso y ella
desperto, ella como pudo se levanto de la cama y corrio
hacia el rio y cruzo el rio y descubrio entre tantas ramas
ese lago, con mucha Fe tomo los 5 tragos cerro sus ojos
y se acordo de aquel joven y comenzo a cantar
primeramente despacio despues su voz comenzo a
elevarse toda la gente la escucho y corrieron hacia ella
y alegres comenzaron a bailar celebrando que ella aiga
volvido, Regreso a su casa y le comenzo a contar a su
mamà sobre el sueño y la realidad..
LOS JUGUETES ORDENADOS
Érase una vez un niño que cambió de casa y al llegar a
su nueva habitación vió que estaba llena de juguetes,
cuentos, libros, lápices... todos perfectamente
ordenados. Ese día jugó todo lo que quiso, pero se
acostó sin haberlos recogido.
Misteriosamente, a la mañana siguiente todos los
juguetes aparecieron ordenados y en sus sitios
correspondientes. Estaba seguro de que nadie había
entrado en su habitación, aunque el niño no le dio
importancia. Y ocurrió lo mismo ese día y al otro, pero
al cuarto día, cuando se disponía a coger el primer
juguete, éste saltó de su alcance y dijo "¡No quiero jugar
contigo!". El niño creía estar alucinado, pero pasó lo
mismo con cada juguete que intentó tocar, hasta que
finalmente uno de los juguetes, un viejo osito de
peluche, dijo: "¿Por qué te sorprende que no queramos
jugar contigo? Siempre nos dejas muy lejos de nuestro
sitio especial, que es donde estamos más cómodos y
más a gustito ¿sabes lo difícil que es para los libros subir
a las estanterías, o para los lápices saltar al bote? ¡Y no
tienes ni idea de lo incómodo y frío que es el suelo! No
jugaremos contigo hasta que prometas dejarnos en
nuestras casitas antes de dormir"
El niño recordó lo a gustito que se estaba en su camita,
y lo incómodo que había estado una vez que se quedó
dormido en una silla. Entonces se dio cuenta de lo mal
que había tratado a sus amigos los juguetes, así que les
pidió perdón y desde aquel día siempre acostó a sus
juguetes en sus sitios favoritos antes de dormir.
LAS ARRUGAS
Era un día soleado de otoño la primera vez que Bárbara
se fijó en que el abuelo tenía muchísimas arrugas, no
sólo en la cara, sino por todas partes.
- Abuelo, deberías darte la crema de mamá para las
arrugas.
El abuelo sonrió, y un montón de arrugas aparecieron
en su cara.
- ¿Lo ves? Tienes demasiadas arrugas
- Ya lo sé Bárbara. Es que soy un poco viejo... Pero no
quiero perder ni una sola de mis arrugas. Debajo de
cada una guardo el recuerdo de algo que aprendí.
A Bárbara se le abrieron los ojos como si hubiera
descubierto un tesoro, y así los mantuvo mientras el
abuelo le enseñaba la arruga en la que guardaba el día
que aprendió que era mejor perdonar que guardar
rencor, o aquella otra que decía que escuchar era mejor
que hablar, esa otra enorme que mostraba que es más
importante dar que recibir o una muy escondida que
decía que no había nada mejor que pasar el tiempo con
los niños...
Desde aquel día, a Bárbara su abuelo le parecía cada
día más guapo, y con cada arruga que aparecía en su
rostro, la niña acudía corriendo para ver qué nueva
lección había aprendido. Hasta que en una de aquellas
charlas, fue su abuelo quien descubrió una pequeña
arruga en el cuello de la niña:
- ¿Y tú? ¿Qué lección guardas ahí?
Bárbara se quedó pensando un momento. Luego sonrió
y dijo
- Que no importa lo viejito que llegues a ser abuelo,
porque.... ¡te quiero!
UNA MINÚSCULA GOTA DE MAGIA
Loplanto y locomo eran dos jóvenes aprendices de
mago que se prepararon durante años para cargar sus
varitas en la misteriosa fuente de la magia. Cuando
estuvieron listos, viajaron por el mar hasta la isla de los
mil desiertos, atravesaron sus infinitas dunas de arena,
escalaron la gran montaña de roca y por fin encontraron
la fuente. Pero la fuente estaba seca. Tan seca, que solo
pudieron llenar sus varitas con una minúscula gotita de
magia. Y al agotar la magia de la fuente, la isla se
transformó en un inmenso desierto que nadie podría
atravesar. Solo quedaron dos pequeños oasis, tan
pequeños y distantes, que loplanto y locomo
decidieron separarse para tener alguna posibilidad de
sobrevivir cada uno en su minúsculo oasis.
La vida se hizo entonces durísima para los dos. Aunque
el oasis les proporcionaba agua de sobra, su única
comida eran los dátiles de las pocas palmeras que
habían crecido junto al agua. Y aunque agitaban sus
varitas tratando de conseguir comida, tenían tan poca
magia que nunca pasaba nada.
Hasta que varias semanas después, al agitar su varita,
locomo vio ante sí un enorme y apetitoso tomate.
- vaya ¡qué suerte la mía! Si me lo como ahora me
alegrará el día.
Y aquel fue el mejor día de locomo desde que vivía en
el oasis.
Algo parecido le pasó a loplanto a los pocos días,
cuando su varita le regaló una pequeña patata.
- vaya ¡qué suerte la mía! Si la planto y la cuido me
alegrará muchos días.
Y aquel día loplanto tuvo la misma hambre que todos
los anteriores, y además tuvo que trabajar para
preparar la tierra y sembrar la patata.
Algún tiempo después la varita regaló a locomo un
pajarillo cantarín y regordete.
- vaya ¡qué suerte la mía! Si me lo como ahora me
alegrará el día.
Y la abundante carne del pajarillo le supo tan rica que
aquel se convirtió en su mejor día en el oasis.
También la varita de loplanto hizo surgir por aquellos
días un pajarillo cantarín y flacucho.
- vaya ¡qué suerte la mía! Si lo alimento y lo cuido me
alegrará muchos días.
Y aquel día y muchos otros loplanto compartió con el
pajarillo su poca comida, para conseguir que el pajarillo
volviera y le despertara cada día con sus bellos cantos.
Los dos jóvenes siguieron recibiendo nuevos y
pequeños regalos de sus varitas cada cierto tiempo.
Locomo los usaba al momento para conseguir un día
especial, mientras que loplanto aguantaba el hambre y
el cansancio, esforzándose por convertir cada regalo
en algo que pudiera serle útil durante más tiempo. Así,
no tardó en conseguir un pequeño huerto cuyos frutos
también compartía con cada vez más animales de los
que consiguía ayuda, comida y compañía. Llegó a estar
tan a gusto y cómodo, y a tener tantas cosas, que por
fin se atrevió a ir a buscar a locomo para intentar cruzar
el desierto y escapar de allí.
Sin embargo, locomo no quiso saber nada de él. Al oír
cómo había conseguido loplanto tantas cosas, y pensar
que él podía haber hecho lo mismo, se llenó de rabia y
de envidia. Entonces, convencido de que todo era culpa
de la poca magia que tenía su varita, cambió las varitas
en un descuido y luego, impaciente por probar su nueva
varita, echó a su antiguo amigo de allí. Pero aquella
varita era aún menos mágica que la que ya tenía, y el
envidioso e impaciente mago quedó encerrado
durante años y años en su oasis, incapaz de hacer nada
para salir de allí.
Loplanto abandonó el oasis de locomo decidido a cruzar
el desierto. Pero apenas llevaba unas horas de viaje,
cuando se levantó un fuerte viento que arrastró a su
amigo el pajarillo. El mago corrió tras él para salvarlo,
pero el viento creció hasta convertirse en un tornado
que aspiró al pajarillo, al mago y a todas sus cosas,
levantándolos por los aires. Volaron y volaron durante
tantas horas que cruzaron el desierto y atravesaron el
mar. Finalmente, el viento perdió fuerza y loplanto
aterrizó suavemente en un valle verde y tranquilo,
junto a una bella fuente. Entonces, el pájaro tomó en su
pico la varita de loplanto y la llevó hasta la fuente.
El joven mago sintió al momento cómo su varita y él
mismo se llenaban de la magia más pura y de la
sabiduría más profunda. Y descubrió que aquella era la
verdadera fuente de la magia, y el pajarillo su fiel
guardián, cuya principal misión era reservar tanto poder
solo para aquellos con la suficiente sabiduría, paciencia
y voluntad como para conseguir grandes cosas con una
minúscula gotita de magia.
LA HORMIGA Y EL GRANO DE TRIGO.
Cierto día una hormiga se encontró un grano de trigo
en un campo recién cortado, ella como toda laboriosa
hormiga se lo cargó al hombro para llevarlo a su
hormiguero a pesar de que el peso y tamaño que te
tenía. Fue después de un rato que la hormiga empezó a
tambalearse por el peso que llevaba encima. Es en ese
momento que el grano de trigo le dijo:
–¿Por qué no me dejas aquí? Soy mucho más grande
que tú y no puedes cargarme.
La hormiga sorprendida le contestó:
– Si te dejo aquí llegaré sin provisiones al hormiguero.
Debes saber que somos muchas y necesitamos
cantidades enormes de alimento. Todas debemos
transportar el grano en un depósito para el invierno, y
así cuando llegara el frío podrían disponer de alimentos
para todas.
– Pero yo no estoy hecho para ser comido. Soy una
semilla y mi destino es crecer como planta. Puedo ser
más útil para el hormiguero si me dejas aquí.
– Lo siento, pero no puedo hacer eso - replicó la
hormiga para añadir: Estoy muy retrasada, y también
cansada. Mis compañeras me están esperando y no
quiero tener problemas de ninguna clase –contestó la
hormiga con impaciencia.
–Te propongo que hagamos un trato – le dijo el grano
de trigo, en tono risueño. Toma atención, y verás que es
una interesante propuesta.
– ¿De qué se trata? – preguntó la hormiga, dejando al
grano de trigo en el suelo y deteniéndose para
descansar un poco.
El grano de trigo le dijo: – Si me dejas aquí, en este
surco, y permites que la lluvia me integre a la tierra, en
la próxima cosecha tus compañeras podrán venir y
encontrar cien granos de trigo como yo.
La hormiga meditó un buen rato antes de contestar.
- Está bien – dijo la hormiga, sería injusta contigo si no
te doy la oportunidad de demostrarme de lo que eres
capaz.
Sólo me gustaría saber cómo lo harás. – Es un misterio
– respondió con seriedad el grano de trigo.
– Cuando llegó el tiempo de la nueva cosecha, la
hormiga y sus compañeras regresaron al sitio donde
había sido plantada la semilla de trigo y comprobaron
con alegría que éste grano de trigo había cumplido con
su promesa.
EL LOBO HERIDO Y LA OVEJA.
Un día, un lobo herido descansaba en el suelo luego de
ser mordido por una jauría de perros. Como no podía
moverse para conseguir su propia comida por las
heridas, le imploró con amabilidad a una oveja que
pasaba por ahí que le llevara un poco de agua para
beber:
- Estimada oveja, por favor tráigame algo de agua para
beber que después yo me encargaré de mi propia
comida.
La oveja luego de escucharle decir tal propuesta al lobo
con cautela le respondió:
- Si le cumplo aquel favor, y me acerco con su pedido
estoy más que segura de que yo seré su próxima cena.
EL ASNO, EL PERRO Y EL LOBO
Caminaban muy despacio agotados por el Sol un Asno
con su carga de pan y su amo seguido por su perro,
todos muy cansados por el sol reinante buscando un
sitio donde poder descansar. Es así que llegaron a una
pradera verde donde el Amo cansado y agotado por la
caminata realizada echó a dormir bajo la sombra de un
árbol.
De igual modo el asno de inmediato se fué a buscar y
comer algo de pasto que había en la pradera cuando
de pronto el perro que también estaba muy cansado y
hambriento, le dijo:
- Estimado asno yo también tengo hambre, ¿Me darías
un poco de pan que hay en la cesta que llevas encima
por favor?
A lo que el asno le respondió:
- Mejor ¿Por qué no esperas un rato más hasta que
despierte el Amo y te dé el mismo de comer?"
El Perro luego de escuchar la respuesta del asno se
dirigió a otro lado de la pradera. Es entonces que
mientras que el Asno seguía comiendo su pasto
apareció un hambriento Lobo que se abalanzó de
inmediato sobre el Asno para devorarlo. En eso el Asno
sorprendido gritó por ayuda al perro diciéndole:
- ¡Socórro! ¡Sálvame amigo Perro!
El Perro, respondió:
-"Mejor, ¿Por qué no esperas un poco más hasta que
despierte el Amo y te salve?"
EL LOBO, LA NANA Y EL NIÑO
Se encontraba caminando en el bosque un pobre lobo
hambriento en busca de comida, hasta que de pronto,
hasta que pasó por una casa donde escuchó a un niño
que lloraba y a su nana que lo consolaba diciendo:
- "No llores mi Niño porque si no, te llevo donde está el
Lobo".
Creyendo el lobo que aquellas palabras eran una
comida segura, se alegró y espero al lado de la cabaña
por muchas horas para que le entreguen la deliciosa
presa. Entrada la noche, la nana estaba arrullando a su
niño para que duerma y le cantaba:
- "No mi Niño, si viene el Lobo, lo mataremos..."

El Lobo sorprendido al escuchar dichas palabras, siguió


su camino muy enfadado, y meditando se dijo:
- "Vaya, en esta vivienda dicen una cosa, y después
quieren hacer otra muy diferente."
LA FÁBULA DEL CUERVO Y LOS PÁJAROS
Un día el Júpiter citó a todos los pájaros a una reunión
para elegir como Rey al más hermoso de todos. Los
pájaros muy halagados ante esta gran oportunidad, de
inmediato fueron a las aguas del gran rio para lavarse y
acicalarse para estar de esta forma muy presentables.
El cuervo, dándose cuenta de su fealdad, se le ocurrió
un plan que consistía, en recoger las plumas que los
pájaros dejaban caer al acicalarse, para luego pegarlas
a su cuerpo. Es así que el cuervo pasó varias horas
colocándose las plumas para ser el más bello de los
pájaros.
Entonces llegó el día esperado y todas las aves
acudieron a la cita entre ellos el cuervo, que destacó al
instante por sus plumas multicolor. Júpiter al verlo,
decidió coronar al cuervo por su gran belleza, pero los
pájaros se sintieron muy indignados con la designación
del cuervo, que de inmediato se le fueron encima
desplumándolo en el acto. Así avergonzado y
desplumado el cuervo volvió a ser el mismo en cuestión
de segundos.
EL LOBO DISFRAZADO DE PASTOR.
En una cueva, se encontraba un Lobo tan hambriento
dando los últimos toques a su más brillante plan, que
era disfrazarse de un Pastor para poder entrar de
noche en un rebaño repleto de robustas y lanudas
Ovejas.
Una vez el lobo disfrazado esperó a que reposara el
Pastor y sus perros guardianes, para poder ingresar. El
Lobo aprovechó este momento y sin mucha demora,
entró sin hacer mucho ruido y viendo a todas las Ovejas
frente a él se le hacía agua la boca.
Las pobres Ovejas, al ver rondando al Falso Pastor, se
aproximaron a él muy contentas, y se quedaron a su
lado creyendo estar tan seguras. El falso Pastor, viendo
fijamente a una Oveja de su mayor agrado, no pudo
contener su entusiasmo y dijo:
- ¡Pero que Oveja tan suculentamente robusta y sana!,
¡Oh!, ¡caramba, pero qué tierna y grande es!, ¡Esta, será
un banquete de los grandes!, ¡que delicia, cielos!, ¡Se me
hace agua la boca!"
El Lobo disfrazado, no se midió en su alegría el gran
ruido que hacía, tanto que despertó al Pastor y a sus
perros guardianes, quienes sin demora, asustaron al
impostor y lo golpearon severamente hasta acabarlo.

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