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La despedida de Washington y su

herencia en la política moderna.


José María Damián Martínez
Introducción
Al aproximarse el fin de sus segundo término cómo presidente, George Washington se enfrentó a
la que sería tal vez la peor encrucijada de su gobierno, continuar o despedirse del puesto. Las
implicaciones que esto tendría en el futuro fueron un misterio que tuvo que resolver convirtiéndose
en una suerte de vidente de lo que vendría para su entonces joven nación en el futuro.
Lleno de nostalgia y cosas por terminar, Washington se sienta con su Secretario del Tesoro,
Alexander Hamilton, conocido alrededor de la nación por su habilidad con la pluma, para escribir
lo que sería uno de sus últimos acercamientos al pueblo americano, el resultado es una carta en la
que el Presidente admite públicamente que el no buscaba un segundo término, fue convencido por
uno de sus rivales Thomas Jefferson y el mismo Alexander Hamilton, con base en el temor de que
la ausencia del liderazgo de Washington sería un golpe que los recién nacidos Estados Unidos no
estaban listos para enfrentar, pero ante el cansancio del mandatario y la necesidad de alternancia
para ofrecerle certeza a la futura democracia era tiempo de decir adios. Más importante aún de
enseñarle a los futuros ocupantes del puesto a decir adios.
Si bien Washington confiaba en la buena voluntad del pueblo y sus gobernantes, la carta está
compuesta por varios consejos que el deja a sus “amigos y compatriotas” sobre cómo llevar a la
nación hacia el prospero futuro que los independentistas vieron posible cuando hicieron sonar la
campana de la libertad.

A lo largo de éste ensayo lo único que busco es probar si el consejo en materias de unidad nacional,
partidos políticos, la misma constitución, religión, educación, economía y relaciones
internacionales, de el hombre que dio la vida a el país más poderoso del mundo se siguieron o si
simplemente fueron olvidados por la historia en una de las cartas mas patrióticas y hermosas que
la eternidad podrá ver.

Unidad nacional
El clima político en el país del norte es de división total, no podemos decir que es la primera vez
que se encuentra roto, la guerra civil es clara prueba de esto. Sin embargo Washington advierte en
el principio de su escrito acerca de los peligros que la división de los estados representa para la
independencia, la paz el el exterior y dentro de la propia nación, seguridad, prosperidad y libertad.
La advertencia se da basándose en la correcta predicción de que el país sería atacado
frecuentemente por los enemigos internos y externos, tacha de fundamental el sospechar de
cualquiera de los estados que busque abandonar la unión, separar alguna parte del territorio del
resto o debilitar los lazos que la mantienen unida. Invita a la gente a poner su identidad como
americanos por encima de su identidad como miembros de un estado, enfocar los esfuerzos y
cariños por el país sobre cualquier interés local. Salir y buscar más allá de las pequeñas diferencias
religiosas, de hábitos, costumbres e incluso posturas políticas para poder apreciar y defender su
independencia y libertad sobre todas las cosas. Todos unidos como uno.

Continúa después con la primera disyuntiva del presente con el deseo del presidente, deseando que
la unión nacional pueda proteger al país de los ataques exteriores, permitiéndoles evitar guerras
con sus países vecinos, argumentando que la seguridad que la union provee permitirá a los Estados
Unidos evitar la creación de un ejercito de tamaño exagerado, lo cual considera una gran amenaza
para la libertad.

El día de hoy el poderío militar de los Estados Unidos es incalculable y pocos países podrían
hacerle frente por si solos, casi la mitad de su presupuesto anual se canaliza a el financiamiento de
nuevas tecnologías militares y el financiamiento de las guerras que sostiene. El punto de inflexión
pareciera ser las crecientes amenazas del exterior surgidas después de la guerra civil, la cual
debilitó en su totalidad al país y puso en riesgo el futuro de la unión, el miedo llevó al país a
prepararse para lo peor que llegó con las guerras mundiales, después la guerra fría solo terminó de
solidificar la necesidad de un poderío militar por encima del resto de las naciones.
Washington nunca pudo haber visto venir lo que solo podría ser descrito como “la tormenta
perfecta” sin embargo pone sobre la mesa el debate que hasta el día de hoy se mantiene el el
congreso del país, imponer con la fuerza o guiar con la paz.

La respuesta el día de hoy es clara y desgraciadamente se aleja mucho de lo que aquel soñador,
pacifista y liberal para sus tiempos quiso para su joven país.

Constitucionalismo
Parte importante del comunicado es el apoyo por el nuevo gobierno constitucional, llamándolo
una mejora de la primer propuesta de los independentistas que consistía en un grupo de artículos
de confederación. Clave es su recordatorio de el derecho de los ciudadanos a alterar el gobierno
para que cumpla con sus necesidades, pero esto solo debería suceder por medio de enmiendas
constitucionales.
La creencia de Washington acerca de la toma del poder mediante la fuerza era sencilla, debería ser
evitado a toda costa y es el deber de cada miembro de la república el seguir la constitución así
como ceder a las leyes del gobierno hasta que fuera escrito en la constitución lo contrario por la
mayoría del pueblo americano.

El día de hoy la segunda enmienda, la cual se refiere al derecho a portar armas de fuego, es ley en
los Estados Unidos y por más que cada día más americanos pidan la eliminación de la misma, la
voz del pueblo se ve silenciada por el dinero de asesores políticos con intereses financieros que
parecen ir más allá que el interés de la nación. Tal vez el congreso de los Estados Unidos se
beneficiaría de recordad la advertencia de Washington, el problema radica en la ambigüedad del
comunicado, pues más adelante se advierte que algunos grupos que buscan tomar el poder por
cualquier medio necesario pueden ser capaces de intentar cambiar la constitución para debilitar a
la gente y así lograr su cometido. El argumento es suficiente para que la actual derecha
tradicionalista bloquee cualquier intento de cambiar o eliminar la enmienda, pues esto a su visión
supondría poner en riesgo el poder del pueblo a defender su gobierno o a ellos mismos.

Partidos Políticos
Ya establecido el temor a la separación de estados, Washington ahora incluye los peligros que
presentan los propios partidos a la nación en su totalidad. En el contexto de ese entonces, donde el
nuevo partido de Republicano-Democrático guiado por Jefferson y el partido Federalista de
Hamilton, reconociendo que es natural que la gente se alinee con ciertas ideologías que
eventualmente se transforman en partidos políticos, en su discurso discute que la gran problemática
es la constante necesidad de poder absoluto y la presencia de la posibilidad de búsqueda de
venganza contra los adversarios vencidos, en sus palabras “el desacuerdo de entre partidos
políticos debilita al gobierno”.

De nuevo la predicción se muestra en la realidad y la pregunta persiste, ¿Seguir las sugerencias de


un hombre que gobernó hace más de 200 años podría haber guiado al país a un rumbo más estable
y con más paz? Los ejes de Washington son claros, son una guía que se postula generar certidumbre
al país, en los siguientes puntos vuelvo a enumerar algunos principios ya dialogados utilizando
como apoyo extractos de la traducción al español de la despedida de Washington.

Primer eje: El sumo imperio de la ley


Washington plantea que una nación debe privilegiar, ante todo, la dominancia de la ley sobre todo
tipo de particularidades e intereses. Dice: “Todo lo que impide la ejecución de las leyes, todas las
combinaciones y asociaciones bajo cualquier motivo plausible con designio de turbar, oponerse,
violentar las regulares deliberaciones de las autoridades constituidas, son destructivas de los
principios fundamentales, y de una tendencia peligrosa. Ellas dan nacimiento a las facciones, y les
prestan una fuerza extraordinaria.

Segundo eje: no suplantar los intereses de la nación, por


los de un partido o facción
Dice Washington: “(Las facciones) colocan en lugar de la voluntad delegada de la nación la
voluntad de un partido, y las miras pequeñas y artificiosas de unos pocos, y siguiendo los
alternativos triunfos de las facciones diferentes, dirigen la administración pública por mal
concertados e intempestivos proyectos, no por planes consistentes y saludables, dirigidos por
consejos comunes, y modificados por intereses recíprocos. Por ahora no tenemos tan tristes acasos,
pero en la serie de los tiempos y de las cosas, pueden aparecer hombres astutos, ambiciones, y sin
principios, que logren trastornar el poder del pueblo, y usurpar las riendas del mando, arruinando
después a aquellas mismas máquinas que les proporcionaron elevarse a una injusta dominación”.
Aquí se señala que al surgir el dominio de una facción en la cosa pública, uno de los efectos es
perder la capacidad de tener “planes consistentes y saludables” para la nación, pues privarían las
visiones particulares, limitadas, no incluyentes, improvisadas. Advierte contra la aparición de
“hombres astutos, ambiciones y sin principios” que “usurpan las riendas de mando”, arruinando
los mecanismos que les dieron ese poder de haber sido electos.

Tercer eje: Resistir los cambios constitucionales


frecuentes
Washington propone una estabilidad de largo plazo en las disposiciones constitucionales,
precisamente para prevenir al sistema de la lucha de facciones o por intereses particulares o
inmediatos. Dice: “El plan de asaltaros será alterar la constitución, para debilitar el vigor del
sistema, ya que no puede combatirse al descubierto. En todas las alteraciones a que se os invite,
debeis acordaros que el tiempo, y el hábito fijan el verdadero carácter de los gobiernos, y de todas
las instituciones humanas : -que la experiencia es quien descubre la tendencia de la constitución
de un país : -que la facilidad y ligereza en hacer variaciones, fiándose de opiniones hipotéticas,
expone siempre a que no haya nada estable, nada cierto, según la variedad eterna de las hipótesis
y de las opiniones : -acordaos especialmente que tanto para un país tan extenso como el nuestro,
como para la seguridad y libertad general, es indispensable un gobierno enérgico”.
Esta visión de largo plazo propuesta por George Washington, ha resultado tan certera y
especialmente, tan seguida por las restantes generaciones, que en Estados Unidos no han habido
otros Congresos o Asambleas Constituyentes, aunque sí importantes Enmiendas constitucionales
que mas bien ha reforzado, en general, aquella visión fundacional.

Cuarto eje: Resistir el despotismo


Washington observa que de darse una alternancia política, pero que actúa facilitando el afán de
venganza de una facción o partido contra el derrotado, conduce a formas de “ despotismo que ha
cometido los más horribles excesos durante muchos siglos en diferentes países. Esa dominación
conduce a otro despotismo más visible y permanente, pues los desórdenes y miserias de aquél
predisponen el espíritu a buscar seguridad y descanso en el poder absoluto de un individuo; y,
tarde o temprano, el jefe de algún sector dominante, más hábil o más afortunado que sus rivales,
acaba por aprovechar esa inclinación de los ánimos para elevar su poderío sobre las ruinas de la
libertad pública”.
Para concluir en esta observación, que “el espíritu de partido jamás debe apagarse del todo; pero
deberá ser objeto de una vigilancia constante para que no devore con sus llamas en lugar de
caldear”.
Quinto eje: Poderes en equilibrio, no permitir ilegalidades
y usurpaciones
Hay que mencionar que incluso los fundadores del marxismo, Marx y Engels, señalan a la
Revolución Francesa de 1789 como la primera revolución burguesa, la primera insurrección de la
burguesía contra el feudalismo, la monarquía y contra la nobleza, que dió vida a las formas
republicanas basadas en los postulados de la separación y equilibrio de poderes de Montesquieu.
Este, junto con Voltaire y Rosseau, habían planteado los derechos de la burguesía frente a los
señores feudales, que George Washington en su carta de despedida en 1796, repite literalmente:
“Vida, Libertad, Propiedad” .
De esa manera, se ha desconocido el carácter inédito de la revolución de las trece colonias inglesas,
como la verdadera revolución burguesa. Pero George Washington esta conciente de ese carácter
inédito y es el primer líder burgués del mundo en aplicar aquellos postulados: ” Importa igualmente
que los hombres encargados del gobierno de un país libre limiten su acción a las respectivas esferas
constitucionales, evitando que en el ejercicio de los poderes ningún departamento usurpe las
funciones de otro. El espíritu de usurpación tiende a concertar los poderes en uno solo, y crea de
tal modo un verdadero despotismo, sea cual fuere la forma de gobierno. Está demostrado por la
experiencia, tanto de los tiempos pasados como de los nuestros, y aun en nuestro mismo país, la
necesidad de sujetar el ejercicio del poder político, dividirlo entre diferentes depositarios que se
vigilen recíprocamente y que cada uno se constituya en protector del bien común contra las
invasiones de los demás poderes, porque su conservación es tan importante como la institución del
poder. Si el pueblo encuentra viciosa la distribución de los poderes constitucionales y desea
modificarla, dejad que se corrija por el procedimiento que señale la Constitución. Jamás debe
hacerse la reforma por medios ilegales, ni por usurpaciones que aunque pretendan el bien,
destruyen a los gobiernos y causan el mal permanente de su ejemplo, superior a cualquier parcial
o pasajero beneficio que reporten”.

Sexto eje: la renuncia personal del dirigente o del líder


Finalmente, al final de su Carta de Despedida mediante la cual George Washington renuncia a su
reelección, fija los motivos íntimos que lo impulsan a no aceptar continuar en la Presidencia de su
país y dice: “Confiando en esa bondad de mi país, y poseído de un ardiente amor hacia él, tan
natural en el hombre que en esta tierra tuvo su cuna y la de sus padres por muchas generaciones,
me regocijo anticipadamente al pensar en el tranquilo retiro donde pienso entregarme al reposo, a
fin de disfrutar, entre mis queridos conciudadanos, de la benéfica influencia de sabias leyes, bajo
un gobierno libre, objeto favorito de mis constantes deseos y la más dulce recompensa que puedan
alcanzar nuestros mutuos afanes y peligros·.

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