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LA GENEALOGÍA DE LA MORAL.

Prólogo y Tratado Primero.

Prólogo cho, las doce vibrantes


40
campanadas de nuestra
1 vivencia, de nuestra vida,

N
de nuestro ser —¡ay!, y
osotros los que conocemos somos nos equivocamos en la
desconocidos para nosotros, noso- cuenta... Necesariamente
5
tros mismos somos desconocidos 50
permanecemos extraños a
pata nosotros mismos: esto tiene un buen nosotros mismos, no nos
fundamento. No nos hemos buscado nunca, — entendemos, tenemos que confundirnos con
¿cómo iba a suceder que un día nos encontrá- 55
otros, en nosotros se cumple por siempre la
semos? Con razón se ha dicho: «Donde está frase que dice «cada uno es para sí mismo el
10
vuestro tesoro, allí está vuestro corazón»1; más lejano»2, —en lo que a nosotros se refiere
nuestro tesoro está allí donde se asientan las no somos «los que conocemos»...
colmenas de nuestro conocimiento. Estamos
siempre en camino hacia ellas cual animales
2
alados de nacimiento y recolectores de miel
15
del espíritu, nos preocupamos de corazón pro- 60
—Mis pensamientos sobre la procedencia
piamente de una sola cosa —de «llevar a de nuestros prejuicios morales —pues de ellos
casa» algo. En lo que se refiere, por lo demás, se trata en este escrito polémico— tuvieron
a la vida, a las de-nominadas «vivencias», — su expresión primera, parca y provisional en
¿quién de nosotros tiene siquiera suficiente esa colección de aforismos que lleva por titulo
20
seriedad para ellas? ¿O suficiente tiempo? Me 65
Humano, demasiado humano. Un libro para
temo que en tales asuntos jamás hemos pres- espíritus libres, cuya redacción comencé en
tado bien atención «al asunto»: ocurre Sorrento durante un invierno que me permi-
precisamente que no tenemos allí nuestro co- tió hacer un alto como hace un alto un viajero
razón —¡y ni siquiera nuestro oído! Antes y abarcar con la mirada el vasto y peligroso
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bien, así como un hombre divinamente dis- 70
país a través del cual había caminado mi es-
traído y absorto a quien el reloj acaba de píritu hasta entonces. Ocurría esto en el
atronarle fuertemente los oídos con sus doce invierno de 1876 a 1877; los pensamientos
campanadas del mediodía, se desvela de golpe mismos son más antiguos. En lo esencial eran
y se pregunta «¿qué es lo que en realidad ha ya idénticos a los que ahora recojo de nuevo
30
sonado ahí?», así también nosotros nos fro- 75
en estos tratados: — ¡esperemos que ese pro-
tamos a veces las orejas después de ocurridas longado intervalo les haya favorecido y que se
las cosas y preguntamos, sorprendidos del to- hayan vuelto más maduros, más luminosos,
do, perplejos del todo, «¿qué es lo que en más fuertes, más perfectos! El hecho de que
realidad hemos vivido ahí?», más aún, yo me aferre a ellos todavía hoy, el que ellos
35
«¿quiénes somos nosotros en realidad?» y nos 80
mismos se hayan entre tanto unido entre sí
ponemos a contar con retraso, como hemos di-
2Nietzsche inviere aquí una conocida frase de La Andriana,
de Terencio (IV, 1, 12), en el monólogo de Carino: “proxumus
sum egomet mihi” (mi [pariente] más próximo soy yo mis-
1 Véase Evangelio de Mateo, 6, 21; Sermón de la Montaña. mo).
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 2 de 25

cada vez con más fuerza, e incluso se hayan dido a partes iguales entre los juegos infanti-
entrelazado y fundido, refuerza dentro de mí 125
les y Dios» 3, mi primer juego literario de niño,
la gozosa confianza de que, desde el principio, mi primer ejercicio de caligrafía filosófica —y
no surgieron en mí de manera aislada, ni for- por lo que respecta a la «solución» que enton-
85
tuita, ni esporádica, sino de una raíz común, ces di al problema, otorgué a Dios, como es
de una voluntad fundamental de conoci- justo, el honor e hice de él el Padre del Mal4.
miento, la cual dictaba sus órdenes en lo 130
¿Es que me lo exigía precisamente así mi a
profundo, hablaba de un modo cada vez más priori?, ¿aquel a priori nuevo, inmoral, o al
resuelto y exigía cosas cada vez más precisas. menos inmoralista, y el ¡ay! tan antikantiano,
90
Esto es, en efecto, lo único que conviene a un tan enigmático «imperativo categórico» que
filósofo. No tenemos nosotros derecho a estar en él habla y al cual desde entonces he segui-
solos en algún sitio: no nos es lícito ni equivo- 135
do prestando oídos cada vez más, y no sólo
carnos solos, ni solos encontrar la verdad. oídos? ... Por fortuna aprendí pronto a sepa-
Antes bien, con la necesidad con que un árbol rar el prejuicio teológico del prejuicio moral, y
95
da sus frutos, así brotan de nosotros nuestros no busqué ya el origen del mal por detrás del
pensamientos, nuestros valores, nuestros síes mundo. Un poco de aleccionamiento histórico
y nuestros noes, nuestras preguntas y nues- 140
y filológico, y además una innata capacidad
tras dudas —todos ellos emparentados y selectiva en lo que respecta a las cuestiones
relacionados entre sí, testimonios de una úni- psicológicas en general, transformaron pronto
100
ca voluntad, de una única salud, de un único mi problema en este otro: ¿en qué condiciones
reino terrenal, de un único sol. se inventó el hombre esos juicios de valor que
145
son las palabras bueno y malvado?, ¿y qué va-
—¿Os gustarán a vosotros estos frutos lor tienen ellos mismos? ¿Han frenado o han
nuestros? —Pero ¡qué les importa eso a los estimulado hasta ahora el desarrollo huma-
árboles! ¡Qué nos importa eso a nosotros los no? ¿Son un signo de indigencia, de
105
filósofos! ...
empobrecimiento, de degeneración de la vida?
150
¿O, por el contrario, en ellos se manifiestan la
3 plenitud, la fuerza, la voluntad de la vida, su
Dada mi peculiar inclinación a cavilar so- valor, su confianza, su futuro? —Dentro de mí
encontré y osé dar múltiples respuestas a ta-
bre ciertos problemas, inclinación que yo
les preguntas, distinguí tiempos, pueblos,
confieso a disgusto —pues se refiere a la mo-
155
grados jerárquicos de los individuos, especia-
110
ral, a todo lo que hasta ahora se ha ensalzado
licé mi problema, las respuestas se
en la tierra como moral— y que en mi vida
convirtieron en nuevas preguntas, investiga-
apareció tan precoz, tan espontánea, tan in-
ciones, suposiciones y verosimilitudes: hasta
contenible, tan en contradicción con mi
que acabé por poseer un país propio, un te-
ambiente, con mi edad, con los ejemplos reci-
160
rreno propio, todo un mundo reservado que
115
bidos, con mi procedencia, que casi tendría
crecía y florecía, unos jardines secretos, si ca-
derecho a llamarla mi a priori, —tanto mi cu-
be la expresión, de los que a nadie le era lícito
riosidad como mis sospechas tuvieron que
detenerse tempranamente en la pregunta so-
bre qué origen tienen propiamente nuestro 3 Cita de los versos 3.781—3.782 del Fausto; palabras dichas
120
bien y nuestro mal. De hecho, siendo yo un por el Espíritu Maligno a Gretchen mientras ésta asiste al
funeral en la catedral.
muchacho de trece años me acosaba ya el 4 Este escrito de Nietzsche parece haberse perdido. Uno de

problema del origen del mal: a él le dediqué, los fragmentos póstumos, de la primavera—verano de 1878,
dice lo siguiente: “De niño vi a Dios en su gloria. —Primer
en una edad en que se tiene «el corazón divi- escrito filosófico sobre la génesis del demonio (Dios se piensa
a sí mismo, pero sólo puede hacerlo mediante la representa-
ción de su antítesis). Tarde melancólica. Función religiosa
en la capilla de Pforta, lejanos sonidos de órgano.
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 3 de 25

barruntar nada... ¡Oh, qué felices somos noso- cular véase lo que en Humano, demasiado
tros los que conocemos, presuponiendo que 200
humano digo, pág. 516, acerca de la doble
165
sepamos callar durante suficiente tiempo!... prehistoria del bien y del mal (es decir, su
procedencia de la esfera de los nobles y de los
4 esclavos); asimismo lo que digo, págs. 119 y
ss. 7 , sobre el valor y la procedencia de la mo-
El primer estímulo para divulgar algo de 205
ral ascética; también, págs. 78, 82, y II, 358,
mis hipótesis acerca del origen de la moral sobre la «eticidad de la costumbre», esa espe-
me lo dio un librito claro, limpio e inteligente, cie mucho más antigua y originaria de moral,
170
también sabihondo, en el cual tropecé clara- que difiere toto coelo [totalmente] de la forma
mente por vez primera con una especie in- altruista de valoración (en la cual ve el doctor
vertida y perversa de hipótesis genealógicas, 210
Rée, al igual que todos los genealogistas in-
con su especie auténticamente inglesa, librito gleses de la moral, la forma de valoración en
que me atrajo —con esa fuerza de atracción sí); igualmente, pág. 749; El viajero, página
175
que posee todo lo que nos es antitético, todo lo 2910; Aurora, pág. 9911, sobre la procedencia
que está en nuestros antípodas. El título del de la justicia como un compromiso entre
librito era El origen de los sentimientos mo- 215
quienes tienen aproximadamente el mismo
rales; su autor, el doctor Paul Rée 5; el año de poder (el equilibrio como presupuesto de to-
su aparición, 1877. Acaso nunca haya leído yo dos los contratos y, por tanto, de todo
180
algo a lo que con tanta fuerza haya dicho no derecho); además, sobre la procedencia de la
dentro de mí, frase por frase, conclusión por pena, El viajero, págs. 25 y 3412, a la cual no
conclusión, como a este libro; pero lo hacía sin 220
le es esencial ni originaria la finalidad inti-
el menor fastidio ni impaciencia. En la obra midatoria (como afirma el doctor Rée: —esa
antes mencionada, en la cual estaba traba- finalidad le fue agregada, antes bien, más
185
jando yo entonces, me referí, con ocasión y sin tarde, en determinadas circunstancias, y
ella, a las tesis de aquél, no refutándolas — siempre como algo accesorio, como algo so-
¡qué me importan a mí las refutaciones!—, 225
breañadido).
sino, cual conviene a un espíritu positivo, po-
niendo, en lugar de lo inverosímil, algo más
5
190
verosímil, y, a veces, en lugar de un error,
otro distinto. Como he dicho, fue entonces la En el fondo lo que a mí me interesaba
primera vez que yo saqué a luz aquellas hipó- precisamente entonces era algo mucho más
tesis genealógicas a las que estos tratados importante que unas hipótesis propias o aje-
van dedicados, con torpeza, que yo sería el úl- 230
nas acerca del origen de la moral (o más
195
timo en querer ocultarme, y además sin exactamente: esto último me interesaba sólo
libertad, y además sin disponer de un lengua-
je propio para decir estas cosas propias, y con
múltiples recaídas y fluctuaciones. En parti- 6 Véase Humano, demasiado humano, I, aforismo 45, titula-
do “Doble prehistoria del bien y del mal”.
7 Véase ibídem, aforismo 136 (“De la ascética y la santidad

cristiana”), 137 y ss.


5 Paul Rée (1849—1901) mantuvo amistad con Nietzsche e 8 Véase ibídem, aforismo 96 (“La costumbre y lo ético”) y 99

incluso convivió con él, en Sorrento, durante el invierno de (“Lo inocente en las denominadas acciones malvadas”), y
1876.1877. La coincidencia de ambos en puntos de vista Humano demasiado humano, II aforismo 89 (“La costumbre
fundamentales sirvió para fortalecer a Nietzsche en el desa- y sus víctimas”).
rrollo de sus nuevas ideas. Nietzsche rompió con él más 9 Véase Humano, demasiado humano, I (“Origen de la justi-

tarde, a consecuencia de la ruptura con Lou von Salomé en cia”).


1883. La obra aquí citada por Nietzsche le fue dedicada por 10 Véase El viajero y su sombra, aforismo 26 (“Los estado de

su autor con estas palabras: “Al padre de esta obra, muy derecho como medios”).
agradecida, su madre” Véanse las interesantes observaciones 11 Véase Aurora, aforismo 112 (“Para la historia natural del

de Nietzsche sobre Paul Rée en su autobiografía Ecce Homo, deber y del derecho”).
ed., citada, p. 85, así como las notas 118 y 119 del traductor 12 Véase El viajero y su sombra, aforismo 22 (“Principio del

al citado texto de Ecce Homo. equilibrio”) y 33 (“Elementos de la venganza”).


Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 4 de 25

en orden a una finalidad para la cual aquello cuatro espíritus totalmente diferentes entre
es un medio entre otros muchos). Lo que a mí 275
sí, pero conformes en un punto: en su menos-
me importaba era el valor de la moral, —y en precio de la compasión.—
235
este punto casi el único a quien yo tenía que
enfrentarme era mi gran maestro Schopen- 6.
hauer13, al cual se dirige, como si él estuviera
Este problema del valor de la compasión y
presente, aquel libro, la pasión y la secreta
de la moral de la compasión (—yo soy un ad-
contradicción de aquel libro (pues también él
280
versario del vergonzoso reblandecimiento
240
era un «escrito polémico»). Se trataba en es-
moderno de los sentimientos—) parece ser en
pecial del valor de lo «no-egoísta», de los
un primer momento tan sólo un asunto aisla-
instintos de compasión, autonegación, auto-
do, un signo de interrogación solitario; mas a
sacrificio, a los cuales cabalmente
quien se detenga en esto una vez y aprenda a
Schopenhauer había recubierto de oro, divini-
285
hacer preguntas aquí, le sucederá lo que me
245
zado y situado en el más allá durante tanto
sucedió a mí: —se le abre una perspectiva
tiempo, que acabaron por quedarle como los
nueva e inmensa, se apodera de él, como un
«valores en sí», y basándose en ellos dijo no a
vértigo, una nueva posibilidad, surgen toda
la vida y también a sí mismo. ¡Mas justo con-
suerte de desconfianzas, de suspicacias, de
tra esos instintos dejaba oír su voz en mí una
290
miedos, vacila la fe en la moral, en toda mo-
250
suspicacia cada vez más radical, un escepti-
ral, —finalmente se deja oír una nueva
cismo que cavaba cada vez más hondo! Justo
exigencia. Enunciémosla: necesitamos una
en ellos veía yo el gran peligro de la humani-
crítica de los valores morales, hay que poner
dad, su más sublime tentación y seducción —
alguna vez en entredicho el valor mismo de
¿hacia dónde?, ¿hacia la nada?—, justo en
295
esos valores —y para esto se necesita tener
255
ellos veía yo el comienzo del fin, la detención,
conocimiento de las condiciones y cir-
la fatiga que dirige la vista hacia atrás, la vo-
cunstancias de que aquéllos surgieron, en las
luntad volviéndose contra la vida, la última
que se desarrollaron y modificaron (la moral
enfermedad anunciándose de manera delica-
como consecuencia, como síntoma, como más-
da y melancólica: yo entendía que esa moral
300
cara, como tartufería, como enfermedad, como
260
de la compasión, que cada día gana más te-
malentendido; pero también la moral como
rreno y que ha atacado y puesto enfermos
causa, como medicina, como estímulo, como
incluso a los filósofos, era el síntoma más in-
freno, como veneno), un conocimiento que
quietante de nuestra cultura europea, la cual
ha perdido su propio hogar, era su desvío
265
¿hacia un nuevo budismo?, ¿hacia un budismo compasión (e8loç) en Platón existen varios textos. De Spino-
za baste el siguiente: “Commiseratio in homine qui ex ductu
de europeos?, ¿hacia —el nihilismo?... Esta rationis vivit per se mala et inutilis est” (En el hombre que se
moderna preferencia de los filósofos por la guía en su vida por la razón, la compasión resulta de suyo
mala e inútil). De La Rochefoucauld es Nietzsche mismo
compasión y esta moderna sobreestimación quien en otro lugar (Humano, demasiado humano, aforismo
de la misma son, en efecto, algo nuevo: preci- 50) cita el pasaje más significativo de Reflexions, sentences
et maximes morales, de La Rochefoucauld. El pasaje, que se
270
samente sobre la carencia de valor de la encuentra en el Retrato hecho por él mismo, dice así: “Soy
compasión habían estado de acuerdo hasta poco sensible a la compasión y quisiera no serlo en modo al-
guno... Pues es ésta una pasión que de nada sirve para la
ahora los filósofos. Me limito a mencionar a interioridad de un hombre excelente..., debe ser dejada para
Platón, Spinoza, La Rochefoucauld y Kant14, el pueblo, que, no haciendo nunca nada con la razón, tiene
necesidad de las pasiones para ser movido a hacer algo.” En
fin, de Kant puede verse Crítica de la razón práctica, parte
primera, libro segundo, capítulo II, 2: “Ese sentimiento
13 El magisterio de Schopenhauer sobre Nietzsche, primero mismo de la compasión y de la simpatía tierna, cuando pre-
aceptado con estusiasmo, después rechazado, tiene su máxi- cede a la reflexión sobre qué sea el deber y se convierte en
ma expresión en la tercera Intempestiva: Schopenhacer como fundamento de determinación, es pesado aun a las personas
educador. que piensan bien, lleva la confusión a sus máximas reflexio-
14 La alusión de Nietzsche a estos cuatro filósofos, tan escue- nadas y produce el deseo de librarse de él y someterse sólo a
ta, puede ser ejemplificada con facilidad. Sobre la la razón legisladora.”
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 5 de 25

hasta ahora ni ha existido ni tampoco se lo ha 345


deseo era proporcionar a una mirada tan
305
siquiera deseado. Se tomaba el valor de esos aguda y tan imparcial como aquélla una di-
«valores» como algo dado, real y efectivo, si- rección mejor, la dirección hacia la efectiva
tuado más allá de toda duda; hasta ahora no historia de la moral, y ponerla en guardia, en
se ha dudado ni vacilado lo más mínimo en tiempo todavía oportuno, contra esas hipóte-
considerar que el «bueno» es superior en valor 350
sis inglesas que se pierden en el azul del cielo.
310
a «el malvado»15, superior en valor en el sen- ¡Pues resulta evidente cuál color ha de ser
tido de ser favorable, útil, provechoso para el cien veces más importante para un genealo-
hombre como tal (incluido el futuro del hom- gista de la moral que justamente el azul; a
bre). ¿Qué ocurriría si la fuera lo contrario? saber, el gris, quiero decir, lo fundado en do-
¿Qué ocurriría si en el «bueno» hubiese tam- 355
cumentos, lo realmente comprobable, lo
315
bién un síntoma de retroceso, y asimismo un efectivamente existido, en una palabra, toda
peligro, una seducción, un veneno, un narcó- la larga y difícilmente descifrable escritura
tico, y que por causa de esto el presente jeroglífica del pasado de la moral humana! —
viviese tal vez a costa del futuro? ¿Viviese Este pasado era desconocido para el doctor
quizá de manera más cómoda, menos peligro- 360
Rée; pero él había leído a Darwin: y así en sus
320
sa, pero también con un estilo inferior, de hipótesis la bestia darwiniana y el moderní-
modo más bajo?... ¿De tal manera que justa- simo y comedido alfeñique de la moral, que
mente la moral fuese culpable de que jamás «ya no muerde», se tienden gentilmente la
se alcanzasen una potencialidad y una mag- mano de un modo que, cuando menos, resulta
nificencia sumas, en sí posibles, del tipo 365
entretenido, mostrando el último en su rostro
325
hombre? ¿De tal manera que justamente la la expresión de una cierta indolencia bonda-
moral fuese el peligro de los peligros?... dosa y delicada, en la que se entremezcla
también una pizca de pesimismo, de can-
7 sancio: como si en realidad no compensase en
370
absoluto el tomar tan en serio tales cosas —
Esto fue suficiente para que, desde el los problemas de la moral—. A mí, por el con-
momento en que se me abrió tal perspectiva, trario, me parece que no hay ninguna cosa
330
yo buscase a mi alrededor camaradas doctos, que compense tanto tomarla en serio; de esa
audaces y laboriosos (todavía hoy los busco). compensación forma parte, por ejemplo, el
Se trata de recorrer con preguntas totalmente 375
que alguna vez se nos permita tomarla con
nuevas y, por así decirlo, con nuevos ojos, el jovialidad. Pues, en efecto, la jovialidad, o,
inmenso, lejano y tan recóndito país de la mo- para decirlo en mi lenguaje, la gaya ciencia —
335
ral —de la moral que realmente ha existido, es una recompensa: la recompensa de una se-
de la moral realmente vivida—: ¿y no viene riedad prolongada, valiente, laboriosa y
esto a significar casi lo mismo que descubrir 380
subterránea, que, desde luego, no es cosa de
por vez primera tal país?... Si aquí pensé, en- cualquiera. Pero el día en que podamos decir
tre otros, también en el mencionado doctor de todo corazón: «¡Adelante! ¡También nues-
340
Rée se debió a que yo no dudaba en absoluto tra vieja moral forma parte de la comedia!»,
de que la naturaleza misma de sus interroga- habremos descubierto un nuevo enredo y una
ciones le empujaría hacia una metódica más 385
nueva posibilidad para el drama dionisíaco
adecuada, con el fin de obtener respuestas. del «destino del alma»—: ¡y ya él sacará pro-
¿Me engañé en este punto? En todo caso, mi vecho de ello, sobre esto podemos apostar, él,
el grande, viejo y eterno autor de la comedia
15 La clara distinción alemana entre schlecht y böse resulta de nuestra existencia!
difícil de mantener siempre en castellano. Dada la impor-
tancia de la cuestión en este escrito de Nietzsche, en esta
traducción se traduce sistemáticamente, como ya se habrá
observado, böse por “malvado” y schlecht por “malo”.
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 6 de 25

390
8 julio de 1887.

—Si este escrito resulta incomprensible


para alguien y llega mal a sus oídos, la culpa,
según pienso, no reside necesariamente en
mí. Este escrito es suficientemente claro, pre-
395
suponiendo lo que yo presupongo, que se ha-
yan leído primero mis escritos anteriores y
que no se haya escatimado algún esfuerzo al
hacerlo: pues, desde luego, no son fácilmente
accesibles. En lo que se refiere a mi Zaratus-
400
tra, por ejemplo, yo no considero conocedor
del mismo a nadie a quien cada una de sus
palabras no le haya unas veces herido a fondo
y, otras, encantado también a fondo16: sólo
entonces le es lícito, en efecto, gozar del privi-
405
legio de participar con respeto en el elemento
alciónico 17 de que aquella obra nació, en su
luminosidad, lejanía, amplitud y certeza sola-
res. En otros casos la forma aforística produce
dificultad: se debe esto a que hoy no se da su-
410
ficiente importancia a tal forma. Un aforismo,
si está bien acuñado y fundido, no queda ya
«descifrado» por el hecho de leerlo; antes bien,
entonces es cuando debe comenzar su inter-
pretación, y para realizarla se necesita un
415
arte de la misma. En el tratado tercero de es-
te libro he ofrecido una muestra de lo que yo
denomino «interpretación» en un caso seme-
jante: —ese tratado va precedido de un
aforismo, y el tratado mismo es un comenta-
420
rio de él. Desde luego, para practicar de este
modo la lectura como arte se necesita ante
todo una cosa que es precisamente hoy en día
la más olvidada —y por ello ha de pasar
tiempo todavía hasta que mis escritos resul-
425
ten «legibles»—, una cosa para la cual se ha
de ser casi vaca y, en todo caso, no «hombre
moderno»: el rumiar...

Sils—Maria, Alta Engadina,

16 En varias ocasiones habla Nietzsche de los lectores que él


desea para sus obras. Véase en especial Ecce Homo, edición
citada, pp. 55 y ss.
17 Sobre lo “alciónico” véase el hermoso ensayo de J. Marías

“Ataraxia y alcionismo” (en Obras, IV, 423—435). Como


buen helenista, Nietzsche conocía este mito y alude a él in-
numerables veces. En El caso Wagner, 10, dice “nosotros los
alciónicos”:
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 7 de 25

430
Tratado Primero: andan arrastrándose y dando saltos en torno
475
al hombre, dentro del hombre, como si aquí se
“Bueno y malvado”, “bueno y malo”. encontraran exactamente en su elemento
propio, esto es, en una ciénaga. Con repug-
1 nancia oigo decir esto, más aún, no creo en
ello; y si es lícito desear cuando no es posible
—Esos psicólogos ingleses, a quienes has- 480
saber, yo deseo de corazón que en este caso
ta ahora se deben también los únicos ensayos ocurra lo contrario, —que esos investigadores
435
de construir una historia genética de la mo- y microscopistas del alma sean en el fondo
ral, —en sí mismos nos ofrecen un enigma animales valientes, magnánimos y orgullosos,
nada pequeño; lo confieso, justo por tal cosa, que saben mantener refrenados tanto su co-
por ser enigmas de carne y hueso, aventajan 485
razón como su dolor y que se han educado
en algo esencial a sus libros —¡ellos mismos para sacrificar todos los deseos a la verdad, a
440
son interesantes! Esos psicólogos ingleses — toda verdad, incluso a la verdad simple, áspe-
¿qué es lo que propiamente desean? Quera- ra, fea, repugnante, no-cristiana, no-moral...
mos o no queramos, los encontramos Pues existen verdades tales.—
aplicados siempre a la misma obra, a saber,
la de sacar al primer término la partie hon- 490
2
445
teuse [parte vergonzosa] de nuestro mundo
interior y buscar lo propiamente operante, lo ¡Todo nuestro respeto, pues, por los bue-
normativo, lo decisivo para el desarrollo, justo nos espíritus que acaso actúen en esos
allí donde el orgullo intelectual menos desea- historiadores de la moral! Mas ¡lo cierto es,
ría encontrarlo (por ejemplo, en la vis inertiae por desgracia, que les falta, también a ellos,
450
[fuerza inercial] del hábito, o en la capacidad 495
el espíritu histórico, que han sido dejados en
de olvido, o en una ciega y casual concatena- la estacada precisamente por todos los buenos
ción y mecánica de ideas, o en algo espíritus de la ciencia histórica! Como es ya
puramente pasivo, automático, reflejo, mole- viejo uso de filósofos, todos ellos piensan de
cular y estúpido de raíz) —¿qué es lo que en una manera esencial—mente a—histórica; de
455
realidad empuja a tales psicólogos a ir siem- 500
esto no cabe ninguna duda. La chatedad de
pre justo en esa dirección? ¿Es un instinto su genealogía de la moral aparece ya en el
secreto, taimado, vulgar, no confesado tal vez mismo comienzo, allí donde se trata de averi-
a sí mismo, de empequeñecer al hombre? ¿O guar la procedencia del concepto y el juicio
quizá una suspicacia pesimista, la descon- «bueno». «Originariamente —decretan— ac-
460
fianza propia de idealistas desengañados, 505
ciones no egoístas fueron alabadas y llamadas
ofuscados, que se han vuelto venenosos y ren- buenas por aquellos a quienes se tributaban,
corosos? ¿O una hostilidad y un rencor esto es, por aquellos a quienes resultaban úti-
pequeños y subterráneos contra el cristianis- les; más tarde ese origen de la alabanza se
mo (y Platón), que tal vez no han salido olvidó, y las acciones no egoístas, por el sim-
465
nunca más allá del umbral de la consciencia? 510
ple motivo de que, de acuerdo con el hábito,
¿O incluso un lascivo gusto por lo extraño, por habían sido alabadas siempre como buenas,
lo dolorosamente paradójico, por lo problemá- fueron sentidas también como buenas —como
tico y absurdo de la existencia? ¿O, en fin, — si fueran en sí algo bueno.» Se ve en seguida
algo de todo, un poco de vulgaridad, un poco que esta derivación contiene ya todos los ras-
470
de ofuscación, un poco de anticristianismo, un 515
gos típicos de la idiosincrasia de los psicólogos
poco de comezón e imperiosa necesidad de ingleses, —tenemos aquí «la utilidad», «el ol-
pimienta?... Pero se me dice que son senci- vido», «el hábito» y, al final, «el error», todo
llamente ranas viejas, frías, aburridas, que ello como base de una apreciación valorativa
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 8 de 25

de la que el hombre superior había estado or- aquellos genealogistas de la moral. Antes
520
gulloso hasta ahora como de una especie de bien, sólo cuando los juicios aristocráticos de
privilegio del hombre en cuanto tal. Ese orgu- valor declinan es cuando la antítesis «egoísta»
llo debe ser humillado, esa apreciación «no egoísta» se impone cada vez más a la con-
valorativa debe ser desvalorizada: ¿se ha con- 570
ciencia humana, —para servirme de mi
seguido esto?... Para mi es evidente, primero, vocabulario, es el instinto de rebaño el que
525
que esta teoría busca y sitúa en un lugar falso con esa antítesis dice por fin su palabra (e in-
el auténtico hogar nativo del concepto «bue- cluso sus palabras). Pero aun entonces ha de
no»: ¡el juicio «bueno» no procede de aquellos pasar largo tiempo hasta que de tal manera
a quienes se dispensa «bondad»! Antes bien, 575
predomine ese instinto, que la apreciación de
fueron «los buenos» mismos, es decir, los no- los valores morales quede realmente prendida
530
bles, los poderosos, los hombres de posición y atascada en dicha antítesis (como ocurre,
superior y elevados sentimientos quienes se por ejemplo, en la Europa actual: hoy el pre-
sintieron y se valoraron a sí mismos y a su juicio que considera que «moral», «no egoísta»,
obrar como buenos, o sea como algo de primer 580
«désintéressé» son conceptos equivalentes do-
rango, en contraposición a todo lo bajo, abyec- mina ya con la violencia de una «idea fija» y
535
to, vulgar y plebeyo. Partiendo de este pathos de una enfermedad mental).
de la distancia es como se arrogaron el dere-
cho de crear valores, de acuñar nombres de 3
valores: ¡qué les importaba a ellos la utilidad!
Pero en segundo lugar: prescindiendo to-
El punto de vista de la utilidad resulta el más
585
talmente de la insostenibilidad histórica de
540
extraño e inadecuado de todos precisamente
aquella hipótesis sobre la procedencia del jui-
cuando se trata de ese ardiente manantial de
cio de valor «bueno», ella adolece en sí misma
supremos juicios de valor ordenadores del
de un contrasentido psicológico. La utilidad
rango, destacadores del rango: aquí el senti-
de la acción no egoísta, dice, sería el origen de
miento ha llegado precisamente a lo contrario
590
su alabanza, y ese origen se habría olvidado:
545
de aquel bajo grado de temperatura que es el
—¿cómo es siquiera posible tal olvido? ¿Es
presupuesto de toda prudencia calculadora,
que acaso la utilidad de tales acciones ha de-
de todo cálculo utilitario, —y no por una vez,
jado de darse alguna vez? Ocurre lo contrario:
no en una hora de excepción, sino de modo
esa utilidad ha sido, antes bien, la experien-
duradero. El pathos de la nobleza y de la dis-
595
cia cotidiana en todos los tiempos, es decir,
550
tancia, como hemos dicho, el duradero y
algo permanentemente subrayado una y otra
dominante sentimiento global y radical de
vez; en consecuencia, en lugar de desaparecer
una especie superior dominadora en su rela-
de la consciencia, en lugar de volverse olvida-
ción con una especie inferior, con un «abajo»
ble, tuvo que grabarse en ella con una cla-
—éste es el origen de la antítesis «bueno» y
600
ridad cada vez mayor. Mucho más razonable
555
«malo». (El derecho del señor a dar nombres
resulta aquella teoría opuesta a ésta (no por
llega tan lejos que deberíamos permitirnos el
ello es más verdadera—), que es defendida,
concebir también el origen del lenguaje como
por ejemplo, por Herbert Spencer18: éste es-
una exteriorización de poder de los que domi-
nan: dicen «esto es esto y aquello», imprimen
560
a cada cosa y a cada acontecimiento el sello 18Herbert Spencer (1820-1903), filósofo inglés, precursor de
de un sonido y con esto se lo apropian, por así Darwin con su idea de que toda evolución orgánica es un
paso de la «homogeneidad a la heterogeneidad», fue a su vez
decirlo.) A este origen se debe el que, de an- muy influido por el darwinismo. Nietzsche habla siempre
tema no, la palabra «bueno» no esté en modo muy negativamente de él. Así, en La gaya ciencia, aforismo
373, dice que la «final conciliación de 'egoísmo' y 'altruismo'
alguno ligada necesariamente a acciones «no realizada por el pedante inglés Herbert Spencer... constituye
565
egoístas»: como creen supersticiosamente casi nuestra náusea —¡una humanidad que tuviera como
perspectivas últimas las perspectivas de Spencer nos parece-
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 9 de 25

tablece que el concepto «bueno» es esencial- 645


hacia la Guerra de los Treinta Años, es decir,
605
mente idéntico al concepto «útil», bastante tarde, tal sentido se desplaza hacia
«conveniente», de tal modo que en los juicios el hoy usual. —Con respecto a la genealogía
«bueno» y «malo» la humanidad habría suma- de la moral esto me parece un conocimiento
do y sancionado cabalmente sus inolvidadas e esencial; el que se haya tardado tanto en en-
inolvidables experiencias acerca de lo útil- 650
contrarlo se debe al influjo obstaculizador que
610
conveniente, de lo perjudicial-inconveniente. el prejuicio democrático ejerce dentro del
Bueno es, según esta teoría, lo que desde mundo moderno con respecto a todas las
siempre ha demostrado ser útil: por lo cual le cuestiones referentes a la procedencia. Pre-
es lícito presentarse como «máximamente va- juicio que penetra hasta en el dominio,
lioso», como «valioso en sí». También esta vía 655
aparentemente objetivísimo, de las ciencias
615
de explicación es falsa, como hemos dicho, pe- naturales y de la fisiología; baste aquí con es-
ro al menos la explicación misma es en sí ta alusión. Pero el daño que ese prejuicio, una
razonable y resulta psicológicamente sosteni- vez desbocado hasta el odio, puede ocasionar
ble. ante todo a la moral y a la ciencia histórica, lo
660
muestra el tristemente famoso caso de Buc-
4 kle 20: el plebeyismo del espíritu moderno, que
es de procedencia inglesa, explotó aquí una
620
—La indicación de cuál es el camino co- vez más en su suelo natal con la violencia de
rrecto me la proporcionó el problema un volcán enlodado y con la elocuencia dema-
referente a qué es lo que las designaciones de 665
siado salada, chillona, vulgar, con que han
lo «bueno» acuñadas por las diversas lenguas hablado hasta ahora todos los volcanes.—
pretenden propiamente significar en el aspec-
625
to etimológico: encontré aquí que todas ellas
5
remiten a idéntica metamorfosis conceptual,
—que, en todas partes, «noble», «aristocráti- Respecto a nuestro problema, que puede
co» en el sentido estamental, es el concepto ser denominado con buenas razones un pro-
básico a partir del cual se desarrolló luego, 670
blema silencioso y que sólo se dirige,
630
por necesidad, «bueno» en el sentido de «aní- selectivamente, a un exiguo número de oídos,
micamente noble», de «aristocrático», de tiene interés no pequeño el comprobar que en
«anímicamente de índole elevada», «anímica- las palabras y raíces que designan «bueno» se
mente privilegiado»: un desarrollo que transparenta todavía, de muchas formas, el
marcha siempre paralelo a aquel otro que 675
matiz básico en razón del cual los nobles se
635
hace que «vulgar», «plebeyo», «bajo», acaben sentían precisamente hombres de rango su-
por pasar al concepto «malo». El más elocuen- perior. Es cierto que, quizá en la mayoría de
te ejemplo de esto último es la misma palabra los casos, éstos se apoyan, para darse nombre,
alemana «malo» (schlecht): en sí es idéntica a sencillamente en su superioridad de poder (se
«simple» (schlicht) —véase «simplemente» 680
llaman «los poderosos», los «señores», «los que
640
(schlechtweg, schlechterdings)— y en su ori- mandan»), o en el signo más visible de tal su-
gen designaba al hombre simple, vulgar, sin perioridad, y se llaman por ejemplo, «los
que, al hacerlo, lanzase aún una recelosa mi-
rada de soslayo, sino sencillamente en
contraposición al noble19. Aproximadamente (schlecht) lo simple (schicht), hombre malo al hombre sim-
ple! ¡A la, soberbia moral de los alemanes se le debe oponer
siempre la palabrita 'malo' (schlecht) y nada más!»
20 H. Th. Buckle (1821-1862), historiador inglés, autor de la

ría digna de desprecio, digna de ser aniquilada!» Historia de la civilización en Inglaterra, obra leída por
19 Véase, sin embargo, el aforismo 231 de Aurora: «De la vir- Nietzsche. En ella Buckle subraya ante todo la importancia
tud alemana. —¡Cuán degenerado en su gusto, cuán servil del medio natural y niega que los «grandes hombres» sean
frente a dignidades, estamentos, vestimentas, pompa y mag- las «causas» de todos los grandes movimientos. Así se en-
nificencia tiene que haber sido un pueblo para estimar malo tiende la repulsa de Nietzsche.
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 10 de 25

ricos», «los propietarios» (éste es el sentido habitante preario del suelo italiano, el cual
que tiene arya; y lo mismo ocurre en el iranio por el color era por lo que más claramente se
685
y en el eslavo). Pero también se apoyan, para distinguía de la raza rubia, es decir, de la ra-
darse nombre, en un rasgo típico de su carác- 720
za aria de los conquistadores, que se habían
ter: y este es el caso que aquí nos interesa. Se convertido en los dueños; cuando menos el
llaman, por ejemplo, «los veraces»: la primera gaélico me ha ofrecido el caso exactamente
en hacerlo es la aristocracia griega, cuyo por- paralelo, —fin (por ejemplo, en el nombre
690
tavoz fue el poeta megarense Teognis 21. La Fin-Gal), la palabra distintiva de la aristo-
palabra acuñada a este fin, εσϑλος [noble], 725
cracia, que acaba significando el bueno, el
significa etimológicamente alguien que es, noble, el puro, significaba en su origen el ca-
que tiene realidad, que es real, que es verda- beza rubia, en contraposición a los habitantes
dero; después, con un giro subjetivo, significa primitivos, de piel morena y cabellos negros.
695
el verdadero en cuanto veraz: en esta fase de Los celtas, dicho sea de paso, eran una raza
su metamorfosis conceptual la citada palabra 730
completamente rubia; se comete una injusti-
se convierte en el distintivo y en el lema de la cia cuando a esas fajas de población de
aristocracia y pasa a tener totalmente el sen- cabellos oscuros esencialmente, que es posible
tido de «aristocrático», como delimitación observar en esmerados mapas etnográficos de
700
frente al mentiroso hombre vulgar, tal como Alemania, se las pone en conexión, como hace
lo concibe y lo describe Teognis, —hasta que 735
todavía Virchow, con una procedencia celta y
por fin, tras el declinar de la aristocracia, con una mezcla de sangre celta: en esos luga-
queda para designar la noblesse [nobleza] res aparece, antes bien, la población prearia
anímica, y entonces adquiere, por así decirlo, de Alemania. (Lo mismo puede decirse de casi
705
madurez y dulzor. Tanto en la palabra kakóç toda Europa: en lo esencial la raza sometida
[malo] como en deilóç [miedoso] (el plebeyo 740
ha acabado por predominar de nuevo allí
en contraposición al agaϑoç [bueno]) se sub- mismo en el color de la piel, en lo corto del
raya la cobardía: esto tal vez proporcione una cráneo y tal vez incluso en los instintos inte-
señal sobre la dirección en que debe buscarse lectuales y sociales: ¿quién nos garantiza que
710
la procedencia etimológica de agaϑoç , in- la moderna democracia, el todavía más mo-
terpretable de muchas maneras. Con el latín 745
derno anarquismo y, sobre todo, aquella
malus [malo] (a su lado yo pongo mélaç [ne- tendencia hacia la commune [comuna], hacia
gro]) acaso se caracterizaba al hombre vulgar la forma más primitiva de sociedad, tenden-
en cuanto hombre de piel oscura, y sobre todo cia hoy propia de todos los socialistas de
715
en cuanto hombre de cabellos negros (hic ni- Europa, no significan en lo esencial un gigan-
ger est22 [este es negro]—), en cuanto 750
tesco contragolpe —y que la raza de los
conquistadores y señores, la de los arios, no
está sucumbiendo incluso fisiológicamente?...)
21 El primer trabajo filológico de Nietzsche estuvo dedicado
precisamente a Teognis. Véase su referencia a este trabajo en Creo estar autorizado a interpretar el latín
su autobiografía Ecce Horno, edición citada, p. 52, y nota 58 bonus [bueno] en el sentido de «el guerrero»:
del traductor a aquel texto.
22 Hic niger est (literalmente: ése es negro) son palabras de
755
presuponiendo que yo lleve razón al derivar
Horacio, Sátiras, libro primero, sátira cuarta, verso 85. El bonus de un más antiguo duonus (véase be-
contexto que lleva a Horacio a calificar a alguien de «negro»
es el siguiente: «Absentem qui rodit amicum; / qui non de- llum = duellum = duen -lum, en el que me
fendit alio culpante; solutos / qui captat risus hominum parece conservado aquel duonus). Bonus se-
famamque dicacis; / fingere qui non visa potest; comissa
tacere / qui nequit, hic niger est; hunc tu, Romane, caueto.» ría, por tanto, el varón de la disputa, de la
La castiza traducción en verso de don Javier de Burgos dice
así: «Quien de un amigo ausente vil murmura, / el que no le
760
división (duo), el guerrero: es claro, aquello
defiende / si algún otro le ofende, / el que a su costa hacer que constituía en la antigua Roma la «bon-
reír procura, / y así ganar de agudo fama intenta, / el que
lo que no vio finge o inventa; / quien violó el respeto / del dad» de un varón. Nuestra misma palabra
ajeno secreto, / a ese la nota de malvado [niger] alcanza, / alemana «bueno» (gut): ¿no podría significar
de ése se debe huir a todo trance.»
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 11 de 25

«el divino» (den Göttlichen), el hombre de «es- comienzo hay algo no sano en tales aristocra-
765
tirpe divina» (göttlichen Geschlechts)?, ¿y ser 810
cias sacerdotales y en los hábitos en ellas
idéntico al nombre popular (originariamente dominantes, hábitos apartados de la activi-
aristocrático) de los godos (Gothen)? Las ra- dad, hábitos en parte dedicados a incubar
zones de esta suposición no son de este ideas y en parte explosivos en sus sentimien-
lugar.— tos, y que tienen como secuela aquella
815
debilidad y aquella neurastenia intestinales
770
6 que atacan casi de modo inevitable a los sa-
cerdotes de todas las épocas; pero el remedio
De esta regla, es decir, de que el concepto que ellos mismos han inventado contra esta
de preeminencia política se diluye siempre en condición enfermiza suya —¿no tenemos que
un concepto de preeminencia anímica, no 820
decir que ha acabado demostrando ser, en sus
constituye por el momento una excepción repercusiones, cien veces más peligroso que la
775
(aunque da motivo para ellas) el hecho de que enfermedad de la que debía librar? ¡La
la casta suprema sea a la vez la casta sacer- humanidad misma adolece todavía de las re-
dotal y, en consecuencia, prefiera para su percusiones de tales in genuidades de la cura
designación de conjunto un predicado que re- 825
sacerdotal! Pensemos, por ejemplo, en ciertas
cuerde su función sacerdotal. Aquí es donde, formas de dieta (abstención de comer carne),
780
por ejemplo, se contraponen por vez primera en el ayuno, en la continencia sexual, en la
«puro» e «impuro» como distintivos estamen- huida «al desierto» (aislamiento a la manera
tales; y también aquí se desarrollan más de Weir Mitchell 23, aunque desde luego sin la
tarde un «bueno» y un «malo» en un sentido 830
posterior cura de engorde y sobrealimenta-
ya no estamental. Por lo demás, advirtamos ción, en la cual reside el más eficaz antídoto
785
que estos conceptos «puro» e «impuro» no de- contra toda histeria del ideal ascético): añá-
ben tomarse de antemano en un sentido de- dase a esto la entera metafísica de los
masiado riguroso, demasiado amplio y, sacerdotes, hostil a los sentidos, corruptora y
muchos menos, en un sentido simbólico: en 835
refinadora, su auto-hipnotización a la manera
una medida que nosotros apenas podemos del faquir y del brahmán —Brahma empleado
790
imaginar, todos los conceptos de la hu- como bola de vidrio y como idea fija— y el ge-
manidad primitiva fueron entendidos en su neral y muy comprensible hartazgo final de
origen, antes bien, de un modo grosero, tosco, su cura radical, de la Nada (o Dios: la aspira-
externo, estrecho, de un modo directa y espe- 840
ción a una unio mystica [unión mística] con
cíficamente no-simbólico. El «puro» es, desde Dios es la aspiración del budista a la Nada, al
795
el comienzo, meramente un hombre que se Nirvana —¡y nada más! ). Entre los sacerdo-
lava, que se prohíbe ciertos alimentos causan- tes, cabalmente, se vuelve más peligroso todo,
tes de enfermedades de la piel, que no se no sólo los medios de cura y las artes médi-
acuesta con las sucias mujeres del pueblo ba- 845
cas, sino también la soberbia, la venganza, la
jo, que siente asco de la sangre, —¡nada más, sagacidad, el desenfreno, el amor, la ambición
800
no mucho más! Por otro lado, sin duda, la ín- de dominio, la virtud, la enfermedad —de to-
dole entera de una aristocracia esencialmente dos modos, también se podría añadir, con
sacerdotal aclara por qué muy pronto las an- cierta equidad, que en el terreno de esta for-
títesis valorativas pudieron interiorizarse y 850
ma esencialmente peligrosa de existencia
exacerbarse de modo peligroso precisamente humana, la forma sacerdotal de existencia, es
805
aquí; y, de hecho, ellas acabaron por abrir en-
tre hombre y hombre simas sobre las que ni
siquiera un Aquiles del librepensamiento po- 23 Silas Weir Mitchell (1829-1914), neurólogo y escritor nor-
teamericano. Creó para las enfermedades nerviosas un
dría saltar sin estremecerse. Desde el tratamiento que lleva su nombre, a base de masaje, reposo y
aislamiento. Era muy popular en tiempos de Nietzsche.
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 12 de 25

donde el hombre en general se ha convertido nado si se lo compara con lo que los judíos
en un animal interesante, que únicamente han hecho contra ellos: los judíos, ese pueblo
aquí es donde el alma humana ha alcanzado sacerdotal, que no ha sabido tomar satisfac-
855
profundidad en un sentido superior y se ha 900
ción de sus enemigos y dominadores más que
vuelto malvada —¡y éstas son, en efecto, las con una radical transvaloración24 de los valo-
dos formas básicas de la superioridad poseída res propios de éstos, es decir, por un acto de
hasta ahora por el hombre sobre los demás la más espiritual venganza. Esto es lo único
animales! que resultaba adecuado precisamente a un
905
pueblo sacerdotal, al pueblo de la más refre-
860
7 nada ansia de venganza sacerdotal. Han sido
los judíos los que, con una consecuencia lógica
—Ya se habrá adivinado que la manera aterradora, se han atrevido a invertir la iden-
sacerdotal de valorar puede desviarse muy tificación aristocrática de los valores (bueno =
fácilmente de la caballeresco—aristocrática y 910
noble = poderoso = bello = feliz = amado de
llegar luego a convertirse en su antítesis; en Dios) y han mantenido con los dientes del
865
especial impulsa a ello toda ocasión en que la odio más abismal (el odio de la impotencia)
casta de los sacerdotes y la casta de los gue- esa inversión, a saber, «¡los miserables son los
rreros se enfrentan a causa de los celos y no buenos; los pobres, los impotentes, los bajos
quieren llegar a un acuerdo sobre el precio a 915
son los únicos buenos; los que sufren, los in-
pagar. Los juicios de valor caballeresco- digentes, los enfermos, los deformes son
870
aristocráticos tienen como presupuesto una también los únicos piadosos, los únicos bendi-
constitución física poderosa, una salud flore- tos de Dios, únicamente para ellos existe
ciente, rica, incluso desbordante, junto con lo bienaventuranza, —en cambio vosotros, vos-
que condiciona el mantenimiento de la mis- 920
otros los nobles y violentos, vosotros sois, por
ma, es decir, la guerra, las aventuras, la caza, toda la eternidad, los malvados, los crueles,
875
la danza, las peleas y, en general, todo lo que los lascivos, los in saciables, los ateos, y voso-
la actividad fuerte, libre, regocijada lleva con- tros seréis también eternamente los
sigo. La manera noble-sacerdotal de valorar desventurados, los malditos y condenados!...»
tiene —lo hemos visto— otros presupuestos: 925
Se sabe quién ha recogido la herencia de esa
¡las cosas les van muy mal cuando aparece la transvaloración judía... A propósito de la ini-
880
guerra! Los sacerdotes son, como es sabido, ciativa monstruosa y desmesuradamente
los enemigos más malvados —¿por qué? Por- funesta asumida por los judíos con esta decla-
que son los más impotentes. A causa de esa ración de guerra, la más radical de todas,
impotencia el odio crece en ellos hasta con- 930
recuerdo la frase que escribí en otra ocasión
vertirse en algo monstruoso y siniestro, en lo (Más allá del bien y del mal, pág. 118)25 —a
885
más espiritual y más venenoso. Los máximos saber, que con los judíos comienza en la mo-
odiadores de la historia universal, también ral la rebelión de los esclavos esa rebelión que
los odiadores más ricos de espíritu, han sido tiene tras sí una historia bimilenaria y que
siempre sacerdotes —comparado con el espí- 935
hoy nosotros hemos perdido de vista tan sólo
ritu de la venganza sacerdotal, apenas cuenta
890
ningún otro espíritu. La historia humana se-
ría una cosa demasiado estúpida sin el 24 Transvaloración = Umwertung. Esta traducción literal del
espíritu que los impotentes han introducido famoso término nietzscheano parece, aunque nueva, más
adecuada que las hasta ahora usuales en España, que eran
en ella: —tomemos en seguida el máximo un tanto chillonas: «inversión de los valores», «subversión de
los valores», «derrumbamiento de los valores», las cuales su-
ejemplo. Nada de lo que en la tierra se ha gieren algo así como «anarquía». Nada más lejos de
895
hecho contra «los nobles», «los violentos», «los Nietzsche. Se trata de «cambiar» y «sustituir» unos valores
por otros, a saber, los inventados por los resentidos por los
señores», «los poderosos», merece ser mencio- dimanantes del superhombre.
25 Véase Más allá del bien y del mal, edición citada, p. 125.
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 13 de 25

porque —ha resultado vencedora... culadora, el hecho de que Israel mismo tuvie-
se que negar y que clavar en la cruz ante el
8 mundo entero, como si se tratase de su ene-
migo mortal, al auténtico instrumento de su
—¿Pero no lo comprendéis? ¿No tenéis 985
venganza, a fin de que «el mundo entero», es
ojos para ver algo que ha necesitado dos mi- decir, todos los adversarios de Israel, pudie-
940
lenios para alcanzar la victoria?... No hay en ran morder sin recelos precisamente de ese
esto nada extraño: todas las cosas largas son cebo? ¿Y por otro lado, se podría imaginar en
difíciles de ver, difíciles de abarcar con la mi- absoluto, con todo el refinamiento del espíri-
rada. Pero esto es lo acontecido: del troncó de 990
tu, un cebo más peligroso? ¿Algo que iguale
aquel árbol de la venganza y del odio, del odio en fuerza atractiva, embriagadora, aturdido-
945
judío —el odio más profundo y sublime, esto ra, corruptora, a aquel símbolo de la «santa
es, el odio creador de ideales, modificador de cruz», a aquella horrorosa paradoja de un
valores, que no ha tenido igual en la tierra—, «Dios en la cruz», a aquel misterio de una in-
brotó algo igualmente incomparable, un amor 995
imaginable, última, extrema crueldad y auto-
nuevo, la más profunda y sublime de todas las crucifixión de Dios para salvación del hom-
950
especies de amor: —¿y de qué otro tronco bre?... Cuando menos, es cierto que sub hoc
habría podido brotar?... Mas ¡no se piense que signo [bajo este signo) Israel ha venido triun-
brotó acaso como la auténtica negación de fando una y otra vez, con su venganza y su
aquella sed de venganza, como la antítesis del 1000
transvaloración de todos los valores, sobre to-
odio judío! ¡No, lo contrario es la verdad! Ese dos los demás ideales, sobre todos los ideales
955
amor nació de aquel odio como su corona, co- más nobles.— —
mo la corona triunfante, dilatada con
amplitud siempre mayor en la más pura lu-
9
minosidad y plenitud solar; y en el reino de la
luz y de la altura ese amor perseguía las me- —«Mas ¡cómo sigue usted hablando toda-
960
tas de aquel odio, perseguía la victoria, el 1005
vía de ideales más nobles! Atengámonos a los
botín, la seducción, con el mismo afán, por así hechos: el pueblo —o «los esclavos», o «la ple-
decirlo, con que las raíces de aquel odio se be», o «el rebaño», o como usted quiera
hundían con mayor radicalidad y avidez en llamarlo— ha vencido, y si esto ha ocurrido
todo lo que poseía profundidad y era malvado. por medio de los judíos, ¡bien!, entonces jamás
965
Ese Jesús de Nazaret, evangelio viviente del 1010
pueblo alguno tuvo misión más grande en la
amor, ese «redentor» que trae la bienaventu- historia universal. «Los señores» están liqui-
ranza y la victoria a los pobres, a los dados; la moral del hombre vulgar ha
enfermos, a los pecadores —¿no era él preci- vencido. Se puede considerar esta victoria a
samente la seducción en su forma más la vez como un envenenamiento de la sangre
970
inquietante e irresistible, la seducción y el 1015
(ella ha mezclado las razas entre sí) —no lo
desvío precisamente hacia aquellos valores niego; pero, indudablemente, esa intoxicación
judíos y hacia aquellas innovaciones judías ha logrado éxito. La «redención» del género
del Ideal? ¿No ha alcanzado Israel, justamen- humano (a saber, respecto de «los señores») se
te por el rodeo de ese «redentor», de ese encuentra en óptima vía; todo se judaiza, o se
975
aparente antagonista y liquidador de Israel, 1020
cristianiza, o se aplebeya a ojos vistas ( ¡qué
la última meta de su sublime ansia de ven- importan las palabras! ). La marcha de ese
ganza? ¿No forma parte de la oculta magia envenenamiento a través del cuerpo entero de
negra de una política verdaderamente grande la humanidad parece in contenible, su tempo
de la venganza, de una venganza de amplias [ritmo] y su paso pueden ser incluso, a partir
980
miras, subterránea, de avance lento, precal- 1025
de ahora, cada vez más lentos, más delicados,
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 14 de 25

más inaudibles, más cautos —en efecto, hay contrario ocurre en la manera noble de va-
tiempo... ¿Le corresponde todavía hoy a la lorar: ésta actúa y brota espontáneamente,
Iglesia, en este aspecto, una tarea necesaria, busca su opuesto tan sólo para decirse sí a sí
posee todavía en absoluto un derecho a exis- misma con mayor agradecimiento, con mayor
1030
tir? ¿O se podría prescindir de ella? Quaeritur 1075
júbilo, —su concepto negativo, lo «bajo», «vul-
[se pregunta]. ¿Parece que la Iglesia refrena y gar», «malo», es tan sólo un pálido contraste,
modera aquella marcha, en lugar de acelera- nacido más tarde, de su concepto básico po-
ría? Ahora bien, justamente eso podría ser su sitivo, totalmente impregnado de vida y de
utilidad... Es seguro que la Iglesia se ha con- pasión, el concepto «¡nosotros los nobles, no-
1035
vertido poco a poco en algo grosero y rústico, 1080
sotros los buenos, nosotros los bellos, nosotros
que repugna a una inteligencia delicada, a un los felices!». Cuando la manera noble de valo-
gusto propiamente moderno. ¿No debería, al rar se equivoca y peca contra la realidad, esto
menos, refinarse un poco? ... Hoy, más que se- ocurre con relación a la esfera que no le es su-
ducir, aleja. ¿Quién de nosotros sería ficientemente conocida, más aún, a cuyo real
1040
librepensador si no existiera la Iglesia? La 1085
conocimiento se opone con aspereza: no com-
Iglesia es la que nos repugna, no su veneno... prende a veces la esfera despreciada por ella,
Prescindiendo de la Iglesia, también nosotros la esfera del hombre vulgar del pueblo bajo;
amamos el veneno...» —Tal es el epilogo de por otro lado, téngase en cuenta que, en todo
un «librepensador» a mi discurso, de un ani- caso, el afecto del desprecio, del mirar de
1045
mal respetable, como lo ha demostrado de 1090
arriba abajo, del mirar con superioridad, aun
sobra, y, además, de un demócrata; hasta presuponiendo que falsee la imagen de lo des-
aquí me había escuchado, y no soportó el oír- preciado, no llegará ni de lejos a la
me callar. Pues. en este punto yo tengo falsificación con que el odio reprimido, la ven-
mucho que callar.— ganza del impotente atentarán contra su
1095
adversario —in effigie [en efigie], natural-
1050
10. mente—. De hecho en el desprecio se mezclan
demasiada negligencia, demasiada ligereza,
La rebelión de los esclavos en la moral demasiado apartamiento de la vista y dema-
comienza cuando el resentimiento mismo se siada impaciencia, e incluso demasiado júbilo
vuelve creador y engendra valores: el resen- 1100
en sí mismo, como para estar en condiciones
timiento de aquellos seres a quienes les está de transformar su objeto en una auténtica ca-
1055
vedada la auténtica reacción, la reacción de ricatura y en un espantajo. No se pasen por
la acción, y que se desquitan únicamente con alto las nuances [matices] casi benévolas que,
una venganza imaginaria. Mientras que toda por ejemplo, la aristocracia griega pone en to-
moral noble nace de un triunfante sí dicho a 1105
das las palabras con que diferencia de sí al
sí mismo, la moral de los escla vos dice no, ya pueblo bajo; obsérvese cómo constantemente
1060
de antemano, a un «fuera», a un «otro», a un se mezcla en ellas, azucarándolas, una espe-
«no-yo»; y ese no es lo que constituye su acción cie de lástima, de consideración, de
creadora. Esta inversión de la mirada que es- indulgencia, hasta el punto de que casi todas
tablece valores —este necesario dirigirse 1110
las palabras que convienen al hombre vulgar
hacia fuera en lugar de volverse hacia sí— han terminado por quedar como expresiones
1065
forma parte precisamente del resentimiento: para significar «infeliz», «digno de lástima»
para surgir, la moral de los esclavos necesita (véase deilóç [miedoso], deílaioç [cobarde],
siempre primero de un mundo opuesto y ex- ponhróç [vil], mocϑhróç [mísero], las dos úl-
terno, necesita, hablando fisiológicamente, de 1115
timas caracterizan propiamente al hombre
estímulos exteriores para poder en absoluto vulgar como esclavo del trabajo y animal de
1070
actuar, —su acción es, de raíz, reacción. Lo carga) —y cómo, por otro lado, «malo», «infe-
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 15 de 25

liz», no dejaron jamás de sonar al oído griego 1165


más importante condición de existencia,
con un tono único, con un timbre en el que mientras que, entre hombres nobles, la inteli-
1120
prepondera «infeliz»: y esto como herencia de gencia fácilmente tiene un delicado dejo de
la antigua manera de valorar más noble, aris- lujo y refinamiento: —en éstos precisamente
tocrática, la cual no reniega de sí misma ni no es la inteligencia ni mucho menos tan
siquiera en el desprecio (—a los filólogos re- 1170
esencial como lo son la perfecta seguridad
cordémosles en qué sentido se usan oïzuróç funcional de los instintos inconscientes regu-
1125
[miserable], a8nolboç [desgraciado], tlh’mon ladores o incluso una cierta falta de
[resignado], duçtucein [fracasar, tener mala inteligencia, así por ejemplo el valeroso lan-
suerte], xumforá [desdicha]). Los «bien naci- zarse a ciegas, bien sea al peligro, bien sea al
dos» se sentían a sí mismos cabalmente como 1175
enemigo, o aquella entusiasta subitaneidad
los «felices»; ellos no tenían que construir su en la cólera, el amor, el respeto, el agradeci-
1130
felicidad artificialmente y, a veces, persuadir- miento y la venganza, en la cual se han
se de ella, mentírsela, mediante una mirada reconocido en todos los tiempos las almas no-
dirigida a sus enemigos (como suelen hacer bles. El mismo resentimiento del hombre
todos los hombres del resentimiento); y asi- 1180
noble, cuando en él aparece, se consuma y
mismo, por ser hombres íntegros, repletos de agota, en efecto, en una reacción inmediata y,
1135
fuerza y, en consecuencia, necesariamente ac- por ello, no envenena: por otro lado, ni si-
tivos, no sabían separar la actividad de la quiera aparece en innumerables casos en los
felicidad, —en ellos aquélla formaba parte, que resulta inevitable su aparición en todos
por necesidad, de ésta (de aquí procede el 1185
los débiles e impotentes. No poder tomar mu-
eu3práttein [obrar bien, ser feliz]) —todo esto cho tiempo en serio los propios contratiempos,
1140
muy en contraposición con la felicidad al nivel las propias fechorías —tal es el signo propio
de los impotentes, de los oprimidos, de los de naturalezas fuertes y plenas, en las cuales
llagados por sentimientos venenosos y hosti- hay una sobreabundancia de fuerza plástica,
les, en los cuales la felicidad aparece 1190
remodeladora, regeneradora, fuerza que tam-
esencialmente como narcosis, aturdimiento, bién hace olvidar (un buen ejemplo de esto en
1145
quietud, paz, «sábado», distensión del ánimo el mundo moderno es Mirabeau, que no tenía
y relajamiento de los miembros, esto es, dicho memoria para los insultos ni para las villaní-
en una palabra, como algo pasivo. Mientras as que se cometían con él, y que no podía
que el hombre noble vive con confianza y 1195
perdonar por la única razón de que —
franqueza frente a sí mismo ( gennaioç, olvidaba). Un hombre así se sa cude de un solo
1150
«aristócrata de nacimiento», subraya la nuan- golpe muchos gusanos que en otros, en cam-
ce [matiz] «franco» y también sin duda bio, anidan subterráneamente; sólo aquí es
«ingenuo»), el hombre del resentimiento no es también posible otra cosa, suponiendo que
ni franco, ni ingenuo, ni honesto y derecho 1200
ella sea en absoluto posible en la tierra —el
consigo mismo. Su alma mira de reojo; su es- auténtico «amor a sus enemigos». ¡ Cuánto
1155
píritu ama los escondrijos, los caminos respeto por sus enemigos tiene un hombre
tortuosos y las puertas falsas, todo lo encu- noble! —y ese respeto es ya un puente hacia
bierto le atrae como su mundo, su seguridad, el amor... ¡El hombre noble reclama para sí su
su alivio; entiende de callar, de no olvidar, de 1205
enemigo como una distinción suya, no sopor-
aguardar, de empequeñecerse y humillarse ta, en efecto, ningún otro enemigo que aquel
1160
transitoriamente. Una raza de tales hombres en el que no hay nada que despreciar y sí mu-
del resentimiento acabará necesariamente chísimo que honrar! En cambio, ima-
por ser más inteligente que cualquier raza ginémonos «el enemigo» tal como lo concibe el
noble, venerará también la inteligencia en 1210
hombre del resentimiento —y justo en ello re-
una medida del todo distinta: a saber, como la side su acción, su creación: ha concebido el
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 16 de 25

«enemigo malvado», «el malvado», y ello como de rapiña dejados sueltos. Allí disfrutan la li-
concepto básico, a partir del cual se imagina bertad de toda constricción social, en la selva
también, como imagen posterior y como antí- se desquitan de la tensión ocasionada por una
1215
tesis, un «bueno» — ¡él mismo! … 1260
prolongada reclusión y encierro en la paz de
la comunidad, allí retornan a la inocencia
11 propia de la conciencia de los animales rapa-
ces, cual monstruos que retozan, los cuales
¡Justo, pues, lo contrario de lo que ocurre dejan acaso tras sí una serie abominable de
en el noble, quien concibe el concepto funda- 1265
asesinatos, incendios, violaciones y torturas
mental «bueno» de un modo previo y con igual petulancia y con igual tranquilidad
1220
espontáneo, es decir, lo concibe a base de sí de espíritu que si lo único hecho por ellos fue-
mismo, y sólo a partir de él se forma una idea ra una travesura estudiantil, convencidos de
de «malo»! Este «malo» (schlecht) de origen que de nuevo tendrán los poetas, por mucho
noble, y aquel «malvado» (böse), salido de la 1270
tiempo, algo que cantar y que ensalzar. Re-
cuba cervecera del odio insaciado —el prime- sulta imposible no reconocer, a la base de
1225
ro, una creación posterior, algo marginal, un todas estas razas nobles, el animal de rapiña,
color complementario, el segundo, en cambio, la magnífica bestia rubia, que vagabundea
el original, el comienzo, la auténtica acción en codiciosa de botín y de victoria; de cuando en
la concepción de una moral de esclavos—, 1275
cuando esa base oculta necesita desahogarse,
¡cuán diferentes son estas dos palabras, «ma- el animal tiene que salir de nuevo fuera, tiene
1230
lo» (schlecht) y «malvado» (böse), que que retornar a la selva: —las aristocracias
aparentemente se contraponen a un mismo romana, árabe, germánica, japonesa, los
concepto «bueno» (gut)! Mas no se trata del héroes homéricos, los vikingos escandinavos
mismo concepto «bueno»: pregúntese, antes 1280
—todos ellos coinciden en tal imperiosa nece-
bien, quién es propiamente «malvado» en el sidad. Son las razas nobles las que han
1235
sentido de la moral del resentimiento. Con- dejado tras sí el concepto «bárbaro» por todos
testado con todo rigor: precisamente el los lugares por donde han pasado; incluso en
«bueno» de la otra moral, precisamente el no- su cultura más excelsa se revelan una cons-
ble, el poderoso, el dominador, sólo que 1285
ciencia de ello y hasta un orgullo (por
cambiado de color, interpretado y visto del ejemplo, cuando Perices dice a sus atenienses,
1240
revés por el ojo venenoso del resentimiento. en aquella famosa oración fúnebre, «hemos
Hay aquí una cosa que nosotros no queremos forzado a todas las tierras y a todos los mares
negar en modo alguno: quien a aquellos «bue- a ser accesibles a nuestra audacia, dejando en
nos» los ha conocido tan sólo como enemigos, 1290
todas partes monumentos imperecederos en
no ha conocido tampoco más que enemigos bien y en mal»)26. Esta «audacia» de las razas
1245
malvados, y aquellos mismos hombres que nobles, que se manifiesta de manera loca, ab-
eran mantenidos tan rigurosamente a raya surda, repentina, este elemento imprevisible
por la costumbre, el respeto, los usos, el agra- e incluso inverosímil de sus empresas —
decimiento y todavía más por la recíproca 1295
Pericles destaca con elogio la ραϑυµια [des-
vigilancia, por la emulación inter pares [entre preocupación]27 de los atenienses—, su
1250
iguales], aquellos mismos hombres que, por indiferencia y su desprecio de la seguridad,
otro lado, en su comportamiento recíproco del cuerpo, de la vida, del bienestar, su horri-
mostraban tanta inventiva en punto a aten- ble jovialidad y el profundo placer que sienten
ciones, dominio de sí, delicadeza, fidelidad,
orgullo y amistad, —no son hacia fuera, es
1255
decir, allí donde comienza lo extranjero, la
26 Véase Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso, II,
tierra extraña, mucho mejores que anímales 41.
27 Ibídem, II, 39
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 17 de 25

1300
en destruir, en todas las voluptuosidades del timiento, con cuyo auxilio se acabó por humi-
triunfo y de la crueldad —todo esto se concen- llar y dominar a las razas nobles, así como
tró, para quienes lo padecían, en la imagen 1345
todos sus ideales, han sido los auténticos ins-
del «bárbaro», del «enemigo malvado», por trumentos de la cultura; con ello, de todos
ejemplo el «godo», el «vándalo». La profunda, modos, no estaría dicho aún que los deposita-
1305
glacial desconfianza que el alemán continúa rios de esos instintos representen también
inspirando también ahora tan pronto como ellos mismos a la vez la cultura. Lo contrario
llega al poder —representa aún un rebrote de 1350
sería, antes bien, no sólo verosímil —¡no!,
aquel terror inextinguible con que durante ¡hoy es evidente! Esos depositarios de los ins-
siglos contempló Europa el furor de la rubia tintos opresores y ansiosos de desquite, los
1310
bestia germánica (aunque entre los antiguos descendientes de toda esclavitud europea y no
germanos y nosotros los alemanes apenas europea, y en especial de toda población pre-
subsista ya afinidad conceptual alguna y me- 1355
aria —¡representan el retroceso de la
nos aún un parentesco de sangre). En otro si- humanidad! ¡Esos «instrumentos de la cultu-
tio 28 he hecho notar la perplejidad ra» son una vergüenza del hombre y
1315
experimentada por Hesiodo cuando meditaba representan más bien una sospecha, un con-
sobre el decurso de las épocas culturales e in- traargumento contra la «cultura» en cuanto
tentaba expresarlas mediante el oro, la plata 1360
tal! Se puede tener todo derecho a no librarse
y el bronce: a la contradicción que le ofrecía el del temor a la bestia rubia que habita en el
mundo de Homero, un mundo tan magnífico, fondo de todas las razas nobles y a mantener-
1320
pero, a la vez, tan horrible y tan brutal, no se en guardia: mas ¿quién no preferiría cien
supo escapar más que dividiendo una única veces sentir temor, si a la vez le es permitido
época en dos y colocándolas una a continua- 1365
admirar, a no sentir temor, pero con ello no
ción de la otra —primero, la época de los poder sustraerse ya a la nauseabunda visión
héroes y semidioses de Troya y de Tebas, tal de los malogrados, empequeñecidos, marchi-
1325
como aquel mundo había subsistido en la tos, envenenados? ¿Y no es ésta nuestra
memoria de las estirpes nobles, que en ella fatalidad? ¿Qué es lo que hoy produce nuestra
tenían sus propios antecesores; y luego, la 1370
aversión contra «el hombre»? —pues nosotros
edad de bronce, tal como aquel mismo mundo sufrimos por el hombre, no hay duda. —No es
aparecía a los descendientes de los sojuzga- el temor; sino, más bien, el que ya nada ten-
1330
dos, expolia dos, maltratados, deportados, gamos que temer en el hombre; el que el
vendidos: como una edad de bronce, según gusano «hombre» ocupe el primer plano y pu-
hemos dicho, dura, fría, cruel, carente de sen- 1375
lule en él; el que el «hombre manso», el
timientos y de conciencia, una edad que todo incurablemente mediocre y desagradable
lo tritura y lo salpica de sangre. Suponiendo haya aprendido a sentirse a sí mismo como la
1335
que fuera verdadero algo que en todo caso meta y la cumbre, como el sentido de la histo-
ahora se cree ser «verdad», es decir, que el ria, como «hombre superior»; —más aún, el
sentido de toda cultura consistiese ca- 1380
que tenga cierto derecho a sentirse así, en la
balmente en sacar del animal rapaz medida en que se siente distanciado de la
«hombre», mediante la crianza, un animal muchedumbre de los mal constituidos, en-
1340
manso y civilizado, un animal doméstico, fermizos, cansados, agotados, a que hoy
habría que considerar sin ninguna duda que comienza Europa a apestar, y, por tanto, co-
todos aquellos instintos de reacción y resen- 1385
mo algo al menos rela tivamente bien
constituido, como algo al menos todavía capaz
de vivir, como algo que al menos dice sí a la
28Véase Aurora, aforismo 189 («De la gran politica»). Nietzs-
vida...
che se refiere a Hesiodo, Los trabajos y los días, versos 143-
173.
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 18 de 25

12 la esperanza en él, más aún, la voluntad de


él. Actualmente la visión del hombre cansa —
1390
—En este punto no me es ya posible re-
¿qué es hoy el nihilismo si no es eso?... Esta-
primir un sollozo y una última esperanza.
mos cansados de el hombre...
¿Qué es esto que, precisamente a mí, me re-
sulta del todo insoportable? ¿Esto de lo que 1440
13
sólo yo no puedo librarme, y que me ahoga y
1395
me consume? ¡Aire viciado! ¡Aire viciado! El —Mas volvamos atrás: el problema del
hecho de que algo mal constituido se allega a otro origen de lo «bueno», el problema de lo
mí; ¡el verme obligado a oler las entrañas de bueno tal como se lo ha imaginado el hombre
un alma mal constituida! ... ¿Qué es, por otra del resentimiento exige llegar a su final. —El
parte, lo que en materia de miseria, de priva- 1445
que los corderos guarden rencor a las grandes
1400
ciones, de mal clima, de enfermedades, de aves rapaces es algo que no puede extrañar:
fatigas y de soledad no soportamos? En el sólo que no hay en esto motivo alguno para
fondo nos sobreponemos a todo lo demás, tomarle a mal a aquéllas el que arrebaten
puesto que hemos nacido para una existencia corderitos. Y cuando los corderitos dicen entre
subterránea y combativa; una y otra vez sa- 1450
sí «estas aves de rapiña son malvadas; y
1405
limos a la luz, una y otra vez experimentamos quien es lo menos posible un ave de rapiña,
la hora áurea del triunfo, —y en ese momento sino más bien su antítesis, un corderito, —¿no
aparecemos tal como nacimos, inquebranta- debería ser bueno?», nada hay que objetar a
bles, tensos, dispuestos a conquistar algo este modo de establecer un ideal, excepto que
nuevo, algo más difícil, algo más lejano toda- 1455
las aves rapaces mirarán hacia abajo con un
1410
vía, como un arco a quien las privaciones lo poco de sorna y tal vez se dirán: «Nosotras no
único que hacen es ponerlo más tirante. — estamos enfadadas en absoluto con esos bue-
Pero de vez en cuando —y suponiendo que nos corderos, incluso los amamos: no hay
existan protectoras celestiales, situadas más nada más sabroso que un tierno cordero.» —
allá del bien y del mal— ¡concededme una 1460
Exigir de la fortaleza que no sea un querer-
1415
mirada, otorgadme que pueda echar una úni- dominar, un querer-sojuzgar, un querer-
ca mirada tan sólo a algo perfecto, a algo enseñorearse, una sed de enemigos y de resis-
totalmente logrado, feliz, poderoso, victorioso, tencias y de triunfos, es tan absurdo como
en lo que todavía haya algo que temer! ¡Una exigir de la debilidad que se exteriorice como
mirada a un hombre que justifique a el hom- 1465
fortaleza. Un quantum de fuerza es justo un
1420
bre, una mirada a un caso afortunado que tal quantum de pulsión, de voluntad, de acti-
complemente y redima al hombre, por razón vidad —más aún, no es nada más que ese
del cual me sea lícito conservar la fe en el mismo pulsionar, ese mismo querer, ese mis-
hombre!... Pues así están las cosas: el empe- mo actuar, y, si puede parecer otra cosa, ello
queñecimiento y la nivelación del hombre 1470
se debe tan sólo a la seducción del lenguaje (y
1425
europeo encierran nuestro máximo peligro, ya de los errores radicales de la razón petri-
que esa visión cansa... Hoy no vemos nada ficados en el lenguaje), el cual entiende y
que aspire a ser más grande, barruntamos malentiende que todo hacer está condicionado
que descendemos cada vez más abajo, más por un agente, por un «sujeto». Es decir, del
abajo, hacia algo más débil, más manso, más 1475
mismo modo que el pueblo separa el rayo de
1430
prudente, más plácido, más mediocre, más su resplandor y concibe al segundo como un
indiferente, más chino, más cristiano —el hacer, como la acción de un sujeto que se lla-
hombre, no hay duda, se vuelve cada vez «me- ma rayo, así la moral del pueblo separa
jor»... Justo en esto reside la fatalidad de también la fortaleza de las exteriorizaciones
Europa —al perder el miedo al hombre hemos 1480
de la misma, como si detrás del fuerte hubie-
1435
perdido también el amor a él, el respeto a él,
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 19 de 25

ra un sustrato indiferente, que fuera dueño seída incluso por los insectos (los cuales,
de exteriorizar y, también, de no exteriorizar cuando el peligro es grande, se fingen muer-
fortaleza. Pero tal sustrato no existe; no hay 1530
tos para no hacer nada «de más»), se ha
ningún «ser» detrás del hacer, del actuar, del vestido, gracias a ese arte de falsificación y a
1485
devenir; «el agente» ha sido ficticiamente esa automendacidad propias de la impoten-
añadido al hacer, el hacer es todo. En el fondo cia, con el esplendor de la virtud
el pueblo duplica el hacer; cuando piensa que renunciadora, callada, expectante, como si la
el rayo lanza un resplandor, esto equivale a 1535
debilidad misma del débil —es decir, su esen-
un hacer-hacer: el mismo acontecimiento lo cia, su obrar, su entera, única, inevitable, in-
1490
pone primero como causa y luego, una vez deleble realidad— fuese un logro voluntario,
más, como efecto de aquélla. Los investigado- algo querido, elegido, una acción, un mérito.
res de la naturaleza no lo hacen mejor cuando Por un instinto de autoconservación, de auto-
dicen «la fuerza mueve, la fuerza causa» y co- 1540
afirmación, en el que toda mentira suele
sas parecidas, —nuestra ciencia entera, a santificarse, esa especie de hombre necesita
1495
pesar de toda su frialdad, de su desapasio- creer en el «sujeto» indiferente, libre para ele-
namiento, se encuentra sometida aún a la gir. El sujeto (o, hablando de un modo más
seducción del lenguaje y no se ha desprendido popular, el alma) ha sido hasta ahora en la
de los hijos falsos que se le han infiltrado, de 1545
tierra el mejor dogma, tal vez porque a toda
los «sujetos» (el átomo, por ejemplo, es uno de la ingente muchedumbre de los mortales, a
1500
esos hijos falsos, y lo mismo ocurre con la los débiles y oprimidos de toda índole, les
kantiana «cosa en sí»): nada tiene de extraño permitía aquel sublime autoengaño de inter-
el que las reprimidas y ocultamente encen- pretar la debilidad misma como libertad,
didas pasiones de la venganza y del odio 1550
interpretar su ser-así-y-así como mérito.
aprovechen en favor suyo esa creencia e in-
1505
cluso, en el fondo, ninguna otra sostengan con 14
mayor fervor que la de que el fuerte es libre de
—¿Quiere alguien mirar un poco hacia
ser débil, y el ave de rapiña, libre de ser cor-
abajo, al misterio de cómo se fabrican ideales
dero: —eon ello conquistan, en efecto, para sí
en la tierra? ¿Quién tiene valor para ello?...
el derecho de imputar al ave de rapiña ser
1555
¡Bien! He aquí la mirada abierta a ese oscuro
1510
ave de rapiña... Cuando los oprimidos, los pi-
taller. Espere usted un momento, señor In-
soteados, los violentados se dicen, movidos
discreción y Temeridad: su ojo tiene que
por la vengativa astucia propia de la impo-
habituarse antes a esa falsa luz cambiante...
tencia: «¡Seamos distintos de los malvados, es
¡Así! ¡Basta! ¡Hable usted ahora! ¿Qué ocurre
decir, seamos buenos! Y bueno es todo el que
1560
allá abajo? Diga usted lo que ve, hombre de la
1515
no violenta, el que no ofende a nadie, el que
más peligrosa curiosidad —ahora soy yo el
no ataca, el que no salda cuentas, el que re-
que escucha.—
mite la venganza a Dios, el cual se mantiene
en lo oculto igual que nosotros, y evita todo lo —«No veo nada, pero oigo tanto mejor. Es
malvado, y exige poco de la vida, lo mismo un chismorreo y un cuchicheo cauto, pérfido,
1520
que nosotros los pacientes, los humildes, los 1565
quedo, procedente de todas las esquinas y
justos» —esto, escuchado con frialdad y sin rincones. Me parece que esa gente miente;
ninguna prevención, no significa en realidad una dulzona suavidad se pega a cada sonido.
más que lo siguiente: «Nosotros los débiles La debilidad debe ser mentirosamente trans-
somos desde luego débiles; conviene que no formada en mérito, no hay duda —es como
1525
hagamos nada para lo cual no somos bastante 1570
usted lo decía.»—
fuertes» —pero esta amarga realidad de los
hechos, esta inteligencia de ínfimo rango, po- — ¡Siga!
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 20 de 25

—.... y la impotencia, que no toma desqui- ¡basta!, ¡basta! Ya no lo soporto más. ¡Aire vi-
te, en 'bondad'; la temerosa bajeza, en ciado! ¡Aire viciado! Ese taller donde se
'humildad'; la sumisión a quienes se odia, en fabrican ideales —me parece que apesta a
1575
'obediencia' (a saber, obediencia a alguien de mentiras.»
quien dicen que ordena esa sumisión, —Dios
1615
— ¡No! ¡Un momento todavía! Aún no nos
le llaman). Lo inofensivo del débil, la cobardía
ha dicho usted nada de la obra maestra de
misma, de la que tiene mucha, su estar-
esos nigromantes que con todo lo negro saben
aguardando-a-la-puerta, su inevitable tener-
construir blancura, leche e inocencia: —¿no
1580
que-aguardar, recibe aquí un buen nombre, el
ha observado usted cuál es su perfección su-
de 'paciencia', y se llama también la virtud; el
1620
ma en el refinamiento, su audacísima,
no-poder-vengarse se llama no-querer-
finísima, ingeniosísima, mendacísima estra-
vengarse, y tal vez incluso perdón ('pues ellos
tagema de artista? ¡Atienda! Esos animales
no saben lo que hacen29 —¡únicamente noso-
de sótano, llenos de venganza y de odio —
1585
tros sabemos lo que ellos hacen!'). También
¿qué hacen precisamente con la venganza y
habla esa gente del 'amor a los propios ene-
migos' 30 —y entre tanto suda.»
1625
con el odio? ¿Ha oído usted alguna vez esas
palabras? Si sólo se fiase usted de lo que ellos
— ¡Siga! dicen, ¿barruntaría que se encuentra en me-
dio de hombres del resentimiento?...
—«Son miserables, no hay duda, todos
1590
esos chismorreadores y falsos monederos de —«Comprendo, vuelvo a abrir los oídos
las esquinas, aunque están acurrucados ca- 1630
(¡ay!, ¡ay!, ¡ay!, y cierro la nariz). Sólo ahora
lentándose unos junto a otros —pero me dicen oigo lo que ya antes decían con tanta frecuen-
que su miseria es una elección y una distin- cia: 'nosotros los buenos —nosotros somos los
ción de Dios, que a los perros que más se justos' —a lo que ellos piden no lo llaman
1595
quiere se los azota; que quizás esa miseria desquite, sino 'el triunfo de la justicia'; a lo
sea también una preparación, una prueba, 1635
que ellos odian no es a su enemigo, ¡no!, ellos
una ejercitación, y acaso algo más —algo que odian la 'injusticia', el 'ateísmo'; lo que ellos
alguna vez encontrará su compensación, y se- creen y esperan no es la esperanza de la ven-
rá pagado con enormes intereses en oro, ¡no!, ganza, la embriaguez de la dulce venganza
1600
en felicidad. A eso lo llaman 'la bienaventu- (—'más dulce que la miel', la llamaba ya
ranza'.» 1640
Homero)32, sino la victoria de Dios, del Dios
justo sobre los ateos; lo que a ellos les queda
—¡Siga!
para amar en la tierra no son sus hermanos
—«Ahora me dan a entender que ellos no en el odio, sino sus 'hermanos en el amor' 33,
sólo son mejores que los poderosos, que los como ellos dicen, todos los buenos y justos de
1645
la tierra.»
1605
señores de la tierra, cuyos esputos ellos tie-
nen que lamer (no por temor, ¡de ninguna —¿Y cómo llaman a aquello que les sirve
manera por temor!, sino porque Dios manda de consuelo contra todos los sufrimientos de
honrar toda autoridad)31, —que ellos no sólo la vida —su fantasmagoría de la anticipada
son mejores, sino que también 'les va mejor', bienaventuranza futura?
1610
o, en todo caso, alguna vez les irá mejor. Pero
1650
—«¿Cómo? ¿Oigo bien? A eso lo llaman 'el
juicio final', la llegada de su reino, el de ellos,
29 Véase Evangelio de Lucas, 23, 24; palabras de Jesús en la
cruz.
30 Véase Evangelio de Mateo, 5, 44; Sermón de la Montaña.
31 Véase Epístola a los romanos, 13, 1: «Sométanse todos a 32 Véase Ilíada, XVIII, 109; palabras de Aquiles en su diálo-
las autoridades que gobiernen. Pues no hay autoridades sino go con Tetis.
por Dios, y las que hay están puestas por Dios. » 33 Véase Epístola primera a los tesalonicenses, 3, 12.
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 21 de 25

del 'reino de Dios' —pero entre tanto viven 'en más de Aquino. «Beati in regno coelesti», dice
la fe', 'en el amor', 'en la esperanza'»34. 1685
con la mansedumbre de un cordero, «videbunt
poenas damnatorum, ut beatitudo illis magis
— ¡Basta! ¡Basta! complaceat» [Los bienaventurados verán en el
reino celestial las penas de los condenados,
1655
15 para que su bienaventuranza les satisfaga
¿En la fe en qué? ¿En el amor a qué? ¿En
1690
más] 36. ¿O se quiere escuchar esto mismo en
un tono más fuerte, de la boca, por ejemplo,
la esperanza de qué? —Esos débiles —alguna
de un triunfante padre de la Iglesia, el cual
vez, en efecto, quieren ser también ellos los
desaconsejaba a sus cristianos las crueles vo-
fuertes, no hay duda, alguna vez debe llegar
luptuosidades de los espectáculos públicos —
1660
también su reino —nada menos que «el reino
1695
por qué, en realidad? «La fe nos ofrece, en
de Dios» lo llaman entre ellos, como hemos
efecto, muchas más cosas —dice, de spectac, c.
dicho: ¡son, desde luego, tan humildes en to-
29 ss.—, algo mucho más fuerte; gracias a la
do! Para presenciar esto se necesita vivir
redención disponemos, en efecto, de alegrías
largo tiempo, más allá de la muerte, —en
completamente distintas; en lugar de los atle-
1665
efecto, la vida eterna se necesita para poder
1700
tas nosotros tenemos nuestros mártires; y si
resarcirse también eternamente, en el «reino
queremos sangre, bien, tenemos la sangre de
de Dios», de aquella vida terrena «en la fe, en
Cristo... Mas ¡qué cosas nos esperan el día de
el amor, en la esperanza». ¿Resacirse de qué?
su vuelta, de su triunfo! » —y ahora continúa
¿Resacirse con qué?... A mí me parece que
así este visionario exta siado: «At enim super-
1670
Dante cometió un grosero error al poner, con
1705
sunt alia spectacula, ille ultimus et perpetuus
horrorosa ingenuidad, sobre la puerta de su
judicii dies, ille nationibus insperatus, ille de-
infierno la inscripción «también a mí me creó
risus, cum tanta saeculi vetustas et tot ejus
el amor eterno»35: —sobre la puerta del paraí-
nativitates uno igne ilaunentur. Quae tunc
so cristiano y de su «bienaventuranza eterna»
spectaculi latitudo! Quid admirer! Quid
1675
podría estar en todo caso, con mejor derecho,
1710
rideam! Ubi gaudeam! Ubi exultem, spectans
la inscripción «también a mí me creó el odio
tot et tantos reges, qui in coelum recepti nun-
eterno»—, ¡presuponiendo que a una verdad le
tia bantur, cum ipso Jove et ipsis suis testibus
sea lícito estar colocada sobre la puerta que
in imis tenebris congemescentes! ítem prae-
lleva a una mentira! Pues ¿qué es la biena-
sides (los gobernadores de las provincias)
1680
venturanza de aquel paraíso?... Quizá ya
1715
persecutores dominici nominis saevioribus
nosotros mismos lo adivinaríamos; pero es
quam ipsi flammis saevierunt insultantibus
mejor que nos lo atestigüe expresamente una
contra Christianos liquescentes! Quos
autoridad muy relevante en estas cosas, To-
praeterea sapientes illos philosophos coram
discipulis suis una conflagrantibus erubes-
34Véase Epístola primera a los tesalonicenses, 1, 3.
35 Véase Dante, Divina Comedia, Infierno III, 5-6. La cita de
1720
centes, quibus nihil ad deum pertinere
Nietzsche no es exactamente literal, como puede verse. Se suadebant, quibus animas aut nullas aut non
trata de aquellos famosísimos versos:
Per me si va ne la cittá dolente,
per me si va ne l'eterno dolore,
per me si va tra la perduta gente.
Giustizia mosse il mio alto fattore; 36 Este texto increíble se encuentra, en sus palabras claves,
fecemi la divina potestate, en la Suma Teológica, suplemento, cuestión 94, articulo 1.
la somma sapienza e'l primo amore. Dice así: «Et ideo, ut beatitudo sanctorum eis magis compla-
ceat, et de ea uberiores gratias Dei agant, datur eis ut
[Por mí se va a la ciudad doliente, poenam impiorum perfecte intueantur» (por tanto, para que
por mí se va al dolor eterno, la bienaventuranza de los santos les satisfaga más, y por
por mí se va entre la gente perdida. ella den gracias más rendidas a Dios, se les concede que
La Justicia movió a mi supremo Autor. vean perfectamente la pena de los impíos). El mismo texto se
Me hicieron la divina potestad [el Padre], encuentra también, como es obvio, en el Comentario al libro
la suma sabiduría [el Hijo] y el amor IV de las Sentencias, distinción L, cuestión II, artículo IV,
[primero [el Espíritu Santo].] cuestiúncula III, solución I.
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 22 de 25

in pristina corpora redituras affirmabant! mo tantos y tan grandes reyes, de quienes se


Etiam poetas non ad Rhadamanti nec ad Mi- decía que habían sido recibidos en el cielo,
nois, sed ad inopinati Christi tribunal 1770
gimen en profundas tinieblas junto con el
1725
palpitantes! Tunc magis tragoedi audiendi, mismo Júpiter y con sus mismos testigos!
magis scilicet vocales (cuanto mejor sea la ¡Viendo también cómo los presidentes perse-
voz, peor gritarán) in sua propria calamitate; guidores del nombre del Señor se derriten en
tunc histriones cognoscendi, solutiores multo llamas más crueles que aquellas con que ellos
per ignem, tunc spectandus auriga in flam- 1775
mismos se ensañaron contra los cristianos!
1730
mea rota totus rubens, tunc xystici con- ¡Viendo además cómo aquellos sabios filósofos
templandi non in gymnaslis, sed in igne se llenan de rubor ante sus discípulos, que
jaculati, nisi quod ne tunc quidem illos velim con ellos se queman, a los cuales convencían
vivos, ut qui malim ad eos potius conspectum de que nada pertenece a Dios, a los cuales
insatiabilem conferre, qui in dominum de- 1780
aseguraban que las almas o no existen o no
1735
saevierunt. 'Hic este ille, dicam, fabri aut volverán a sus cuerpos primitivos! ¡Y viendo
quaestuariae filius (como lo muestra todo lo asimismo cómo los poetas tiemblan, no ante
que sigue, y en especial también esta desig- el tribunal de Radamanto ni de Minos, sino
nación, conocida por el Talmud, de la madre ante el de Cristo, a quien no esperaban! En-
de Jesús, a partir de aquí Tertuliano habla a 1785
tonces oiré más a los actores de tragedias, es
1740
los judíos), sabbati destructor, Samarites et decir, serán más elocuentes hablando de su
daemonium habens. Hic est, quem a Juda re- propia desgracia; entonces conoceré a los his-
demistis, hic est ille arundine et colaphis triones, mucho más ágiles a causa del fuego;
diverberatus, sputamentis dedecoratus, felle entonces veré al auriga, totalmente rojo en el
et aceto potatus. Hic est, quem clam discentes 1790
carro de fuego; entonces contemplaré a los
1745
subripuerunt, ut resurrexisse dicatur vel hor- atletas, lanzando la jabalina no en los gimna-
tulanus detraxit, ne lactucae suae frequentia sios, sino en el fuego, a no ser que entonces no
commeantium laederentur. 'Ut talia spectes, quisiera que estuviesen vivos y prefiriese di-
ut talibus exultes, quis tibi praetor aut consul rigir una mirada insaciable a aquellos que se
aut quaestor aut sacerdos de sua liberalitate 1795
ensañaron con el Señor. «Este es, diré, el hijo
1750
praestabit? Et tamen haec jam habemos quo- del carpintero o de la prostituta, el destructor
dammodo per fidem spiritu imaginante del sábado, el samaritano y endemoniado. Es-
repraesentata. Ceterum quaíia illa sunt, quae te es aquel a quien comprasteis a Judas, este
nec oculus vidit nec auris audivit nec in cor es aquel que fue golpeado con la caña y con
hominis ascenderunt? (1 Cor. 2, 9) Credo circo 1800
bofetadas, humillado con salivazos, a quien
1755
et utraque cavea (primera y cuarta fila, o, se- disteis a beber hiel y vinagre. Este es aquel a
gún otros, escena cómica y trágica) et omni quien sus discípulos robaron a escondidas,
stadio gratiora» *. para que se dijese que había resucitado, o a
quien el dueño del huerto retiró de allí, para
1805
que la gran afluencia de quienes iban y vení-
* [Pero quedan todavía otros espectáculos, an no estropease sus lechugas.» La visión de
tales espectáculos, la posibilidad de alegrarte
1760
aquel último y perpetuo día del juicio, día no
de tales cosas, ¿qué pretor, o cónsul, o cues-
esperado por las naciones, día del cual se mo-
tor, o sacerdote, podrá ofrecértela, aun con
fan, cuando esta tan grande decriptud del
1810
toda su generosidad? Y, sin embargo, en cier-
mando y tantas generaciones del mismo ar-
to modo tenemos ya estas cosas por la fe,
dan en un fuego común. ¡Qué espectáculo tan
representadas en el espíritu que las imagina.
1765
grandioso entonces! ¡De cuántas cosas me
Por lo demás, ¿cuáles son aquellas cosas que
asombraré! ¡De cuántas cosas me reiré! ¡Allí
ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni entraron en co-
gozaré! ¡Allí me regocijaré, contemplando có-
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 23 de 25

1815
razón de hombre? (1 Cor. 2, 9). Creo que son 1850
medida en que hay derecho a vincular la sal-
más agradables que el circo, y el doble teatro, vación y el futuro del género humano al
y todos los estadios.] dominio incondicional de los valores aris-
tocráticos, de los valores romanos. ¿Qué es lo
—Per fidem: así está escrito. que los judíos sentían, en cambio, contra Ro-
1855
ma? Se lo adivina por mil indicios; pero basta
16. con traer una vez más a la memoria el Apoca-
1820
Concluyamos. Los dos valores contrapues- lipsis de Juan, la más salvaje de todas las
invectivas escritas que la venganza tiene so-
tos «bueno y malo», «bueno y malvado», han
bre su conciencia. (Por otro lado, no se
sostenido en la tierra una lucha terrible, que
1860
infravalore la profunda consecuencia lógica
ha durado milenios; y aunque es muy cierto
del instinto cristiano al escribir cabalmente
que el segundo valor hace mucho tiempo que
sobre este libro del odio el nombre del discí-
1825
ha prevalecido, no faltan, sin embargo, tam-
pulo del amor, del mismo a quien atribuyó
poco ahora lugares en los que se continúa
aquel Evangelio enamorado y entusiasta—:
librando esa lucha, no decidida aún. Incluso
1865
aquí se esconde un poco de verdad, por muy
podría decirse que entre tanto la lucha ha si-
grande que haya sido también la falsificación
do llevada cada vez más hacia arriba y que,
literaria precisa para lograr esa finalidad.)
1830
precisamente por ello, se ha vuelto cada vez
Los romanos eran, en efecto, los fuertes y los
más profunda, cada vez más espiritual: de
nobles; en tal grado lo eran que hasta ahora
modo que hoy quizá no exista indicio más de-
1870
no ha habido en la tierra hombres más fuer-
cisivo de la «naturaleza superior», de una
tes ni más nobles, y ni siquiera se los ha
naturaleza más espiritual, que estar escindi-
soñado nunca; toda reliquia de ellos, toda ins-
1835
do en aquel sentido y que ser realmente
cripción suya produce éxtasis, presuponiendo
todavía un lugar de batalla de aquellas antí-
que se adivine qué es lo que allí escribe. Los
tesis. El símbolo de esa lucha, escrito en
1875
judíos eran, en cambio, el pueblo sacerdotal
caracteres que han permanecido hasta ahora
del resentimiento par excellence, en el que
legibles a lo largo de la historia entera de la
habitaba una genialidad popular-moral sin
1840
humanidad, dice «Roma contra Judea, Judea
igual: basta comparar los pueblos de cuali-
contra Roma»: —hasta ahora no ha habido
dades análogas, por ejemplo, los chinos o los
acontecimiento más grande que esta lucha,
1880
alemanes, con los judíos, para comprender
que este planteamiento del problema, que esta
qué es de primer rango y qué es de quinto.
contradicción de enemigos mortales. Roma
¿Quién de ellos ha vencido entre tanto, Roma
1845
veía en el judío algo así como la antinaturale-
o Judea? No hay, desde luego, la más mínima
za misma, como su monstrum [monstruo]
duda: considérese ante quién se inclinan hoy
antipódico, si cabe la expresión; en Roma se
1885
los hombres, en la misma Roma, como ante la
consideraba al judío «convicto de odio contra
síntesis de todos los valores supremos, —y no
todo el género humano»37: con razón, en la
sólo en Roma, sino casi en media tierra, en
todos los lugares en que el hombre se ha vuel-
37 Nietzscbe cita a Tácito, Anales, XV, 44. «Igitur primum to manso o quiere volverse manso, —ante tres
correpti qui fatebantur, deinde indicio eorum multitudo in-
gens haud proinde in crimine inoendil quam odio humano
1890
judíos, como es sabido, y una judía (ante Je-
generis conuicti sunt. [Se comenzó por apresar a los que con- sús de Nazaret, el pescador Pedro, el tejedor
fesaban su fe; después, sobre sus revelaciones, una multitud
de otros, que fueron convencidos menos del crimen de incen- de alfombras Pablo, y la madre del mencio-
dio que de odio contra el género humano]. En realidad este
capitulo 44 se refiere a las ceremonias expiatorias que se
nado Jesús, de nombre María). Esto es muy
hicieron tras el incendio de Roma, bajo Nerón, y a la acusa- digno de atención: Roma ha sucumbido, sin
ción hecha contra los cristianos [no contra los judíos ex-
clusivamente] de haber sido ellos los causantes del incendio.
1895
ninguna duda. De todos modos, hubo en el
Ahora bien, para un romano de entonces no había distinción Renacimiento una espléndida e inquietante
entre judío y cristiano.
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 24 de 25

resurrección del ideal clásico, de la manera 1940


17
noble de valorar todas las cosas: Roma misma
—¿Con esto ha acabado ya todo? ¿Quedó
se movió, como un muerto aparente que abre
así relegada ad acta [a los archivos] para
1900
los ojos, bajo la presión de la nueva Roma, la
siempre aquella antítesis de ideales, la más
Roma judaizada, construida sobre ella, la
grande de todas? ¿O sólo fue aplazada, apla-
cual ofrecía el aspecto de una sinagoga ecu- 1945
zada por largo tiempo?... ¿No deberá haber
ménica y se llamaba «Iglesia»; pero en
alguna vez una reanimación del antiguo in-
seguida volvió a triunfar Judea, gracias a
cendio, mucho más terrible todavía,
1905
aquel movimiento radicalmente plebeyo
preparada durante más largo tiempo? Más
(alemán e inglés) de resentimiento al que se
aún: ¿no habría que desear precisamente esto
da el nombre de Reforma protestante, aña- 1950
con todas las fuerzas?, ¿e incluso quererlo?, ¿e
diendo lo que de él tenía que seguirse, el
incluso favorecerlo?... Quien en este punto
restablecimiento de la Iglesia, —el restable-
comienza, lo mismo que mis lectores, a medi-
1910
cimiento también de la vieja quietud
tar, a continuar pensando, es difícil que
sepulcral de la Roma clásica38. En un sentido
llegue pronto al final, —ésta es para mi razón
más decisivo incluso y más profundo que en 1955
suficiente para que yo mismo llegue a él, su-
la Reforma protestante, Judea volvió a vencer
poniendo que haya quedado bastante claro
otra vez sobre el ideal clásico con la Re-
hace tiempo lo que yo quiero, lo que yo quiero
1915
volución francesa: la ultima nobleza política
precisamente con aquella peligrosa consigna
que había en Europa, la de los siglos XVII y
que he colocado al frente de mi último libro:
XVIII franceses, sucumbió bajo los instintos 1960
Más allá del bien y del mal... Esto no signifi-
populares del resentimiento, —¡jamás se es-
ca, cuando menos, «Más allá de lo bueno y lo
cuchó en la tierra un jubilo más grande, un
malo».— —
1920
entusiasmo más clamoroso! Es cierto que en
medio de todo ello ocurrió lo más tremendo, lo
más inesperado: el ideal antiguo mismo apa- Nota. Aprovecho la ocasión que me pro-
reció en carne y hueso, y con un esplendor porciona este tratado para expresar pública y
inaudito, ante los ojos y la conciencia de la 1965
formalmente un deseo que hasta ahora he
1925
humanidad, —¡y una vez más, frente a la vie- manifestado tan sólo en conversaciones oca-
ja y mendaz consigna del resentimiento que sionales con personas doctas; a saber, que
habla del primado de los más, frente a la vo- alguna Facultad de Filosofía se haga benemé-
luntad de descenso, de rebajamiento, de rita del fomento de los estudios de historia de
nivelación, de hundimiento y crepúsculo del 1970
la moral convocando una serie de premios
1930
hombre, resonó más fuerte, más simple, más académicos: —tal vez este libro sirva para dar
penetrante que nunca la terrible y fascinante un fuerte impulso precisamente en esa direc-
anti-consigna del primado de los menos! Co- ción. En previsión de una posibilidad de esa
mo una última indicación del otro camino especie, se propone la cuestión siguiente: ella
apareció Napoleón, el hombre más singular y 1975
merece la atención de los filólogos e his-
1935
más tardíamente nacido que haya existido toriadores tanto como la de los auténticos
nunca, y en él, encarnado en él, el problema doctos en filosofía por oficio.
del ideal noble en sí —reflexiónese bien en
qué problema es éste: Napoleón, esa síntesis
de inhumanidad y superhombre…39.
guada en muchos pasajes de sus obras. Así, por ejemplo, en
Más allá del bien y del mal, edición citada, p. 129, dice que
«la historia de la influencia de Napoleón es casi la historia
38 Véase también lo que Nietzsche dice en Ecce Homo, edición de la felicidad superior alcanzada por todo este siglo [XIX]
citada, pp. 117-118. en sus hombres y en sus instantes más valiosos». Véase
39 La admiración de Nietzsche por Napoleón se halla atesti- asimismo Ecce Homo, edición citada, pp. 43 y 118.
Nietzsche.— Genealogía de la moral. Prólogo y Tratado 1º Página 25 de 25

«¿Qué indicaciones nos proporciona la ó aquella tabla de bienes, esta o aquella «mo-
ciencia del lenguaje, y en especial la investi- ral»? debe ser planteada desde las más
1980
gación etimológica, sobre la historia evolutiva diferentes perspectivas; especialmente la pre-
de los conceptos morales?» gunta «¿valioso para qué?» nunca podrá ser
2005
analizada con suficiente finura. Algo, por
—Por otro lado, también resulta necesa- ejemplo, que tuviese evidentemente valor en
rio, desde luego, ganar el interés de los lo que respecta a la máxima capacidad posi-
fisiólogos y médicos para estos problemas ble de duración de una raza (o al aumento de
1985
(acerca del valor de las apreciaciones valora- sus fuerzas de adaptación a un determinado
tivas habidas hasta ahora): aquí se les puede
2010
clima, o a la conservación del mayor número),
dejar a los filósofos de oficio el representar, no tendría en absoluto el mismo valor si se
también en este caso singular, el papel de tratase, por ejemplo, de formar un tipo más
abogados y mediadores, una vez que hayan fuerte. El bien de los más y el bien de los me-
1990
logrado que la relación originariamente tan nos son puntos de vista contrapuestos del
áspera, tan desconfiada, entre filosofía, fisio-
2015
valor; considerar ya en sí que el primero tiene
logía y medicina se transforme en el más un valor más elevado es algo que nosotros
amistoso y fecundo de los intercambios. De vamos a dejar a la ingenuidad de los biólogos
hecho todas las tablas de bienes, todos los «tú ingleses... Todas las ciencias tienen que pre-
1995
debes» conocidos por la historia o por la in- parar ahora el terreno para la tarea futura
vestigación etnológica necesitan, sobre todo,
2020
del filósofo: entendida esa tarea en el sentido
la iluminación y la interpretación fisiológica, de que el filósofo tiene que solucionar el pro-
antes, en todo caso, que la psicológica; todos blema del valor, tiene que determinar la
esperan igualmente una crítica por parte de jerarquía de los valores.—
2000
la ciencia médica. La cuestión: ¿qué vale esta

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