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 ¿Qué actitudes y acciones necesitas
emprender para dejarte mover por Jesús y el
Espíritu Santo en tu tarea como facilitador?

3. Investiga
Lee los números 5-9 de la Catechesi tradendae
(Nota: la puedes comprar o bajar por internet).

Jesús
Relaciona lo que leíste con tu actividad como
facilitador. Escribe 5 ideas.

4. Recapitula
¿Cuál fue tu aprendizaje más importante del tema?
y
BIBLIOGRAFÍA
 Prado Flores, José H. formación de discípulos,
el Espíritu Santo,
nueva edición, publicaciones Kerygma, México
1992.
 A. SACCHI, Voz “Enseñanza” en P. ROSSANO y
Maestros de la
co., Nuevo diccionario de Teología bíblica, San
Pablo, Madrid 1990, pp. 506-512.
Formación
 Congregación para el clero, Directorio General
para la Catequesis, nn.137-138 (25.08.1997).

 Juan Pablo II, Catechesi tradendae, Exhortación

apostólica de sobre la catequesis de nuestro
tiempo, nn. 5-9, (16.10.1979).

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Introducción: un esfuerzo humilde, paciente, y perseverante para
conocer siempre mejor el misterio de Cristo y dar
En el Manual del Facilitador reflexionamos como testimonio de Él (CT 72).
formar al estilo de Jesús (cf. tema 1), vimos que Él es
nuestro Maestro, Modelo y Contenido. Sin Jesús, la ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE
formación es humana pero no cristiana.
1. Lectura activa
Los facilitadores hemos de ser conscientes de que
Jesús está al frente de la formación. Como Maestro, a) Realiza una lectura atenta de los contenidos,
él la conduce, nosotros somos instrumentos que nos incluidas las citas bíblicas que encuentres.
dejamos guiar por él. Como instrumentos,
b) Prepara un esquema en el que señales los
acompañamos a otros para que encuentren en
rasgos de Jesús y del Espíritu Santo como
Jesús su Camino, Verdad y Vida.
maestros.
Durante la formación básica también hemos
2. Reflexiona
reflexionado en el papel del Espíritu Santo en la
Iglesia, en cada bautizado y confirmado y por tanto Contesta por escrito las siguientes preguntas
también en la formación. Él es quien nos inspira para
hablar y profundizar en los contenidos, nos ha  ¿Tu actividad como facilitador deja su lugar a
regalado nuestros propios carismas, nos ayuda a Jesús y al Espíritu Santo como Maestros, en
descubrir los carismas y talentos en los otros… qué lo notas? Enuncia tres ejemplos

 ¿Descubres que hay ocasiones en que te

colocas en el lugar del Maestro verdadero,
en qué lo notas? Enuncia tres ejemplos.

 ¿Tus interlocutores, identifican quién es el

Maestro, en qué lo notas?

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que os he transmitido». ¡Qué contacto asiduo con la Intenciones:
Palabra de Dios transmitida por el Magisterio de la Iglesia,
qué familiaridad profunda con Cristo y con el Padre, qué  Profundizar en nuestra identidad de
espíritu de oración, qué despego de sí mismo ha de tener facilitadores que acompañan una formación
el [facilitador] para poder decir: «Mi doctrina no es mía»! que toma como punto de partida a Jesús, el
(CT 6). Maestro por excelencia.

Sobre el Espíritu Santo:  Reconocer que el Espíritu Santo nos unifica

con Jesús, nos comparte sus criterios, valores,
La transmisión del Evangelio por medio de la
sentimientos… que guían nuestra tarea como
Iglesia es, ante todo y siempre, obra del Espíritu Santo y
formadores.
tiene en la revelación el fundamento y la norma básica
(DGC 138).  Asumir que en el proceso de la formación
Jesús y el Espíritu Santo señalan e inspiran los
La [formación], que es crecimiento en la fe y
caminos.
maduración de la vida cristiana hacia la plenitud, es por
consiguiente una obra del Espíritu Santo, obra que sólo Él  Reconocer que la formación que
puede suscitar y alimentar en la Iglesia…
acompañamos no dará frutos si no
La Iglesia, cuando ejerce su misión catequética —como
permanecemos adheridos a Jesús y abiertos
también cada cristiano que la ejerce en la Iglesia y en
nombre de la Iglesia— debe ser muy consciente de que
al Espíritu Santo.
actúa como instrumento vivo y dócil del Espíritu Santo.
Contenido:
Invocar constantemente este Espíritu, estar en comunión
con Él, esforzarse en conocer sus auténticas inspiraciones 1. A la escuela de Jesús, nuestro Maestro
debe ser la actitud de la Iglesia docente y de todo 2. El Espíritu Santo como Maestro
[facilitador]. Además, es necesario que el deseo
3. Facilitadores a los pies de Jesús, único
profundo de comprender mejor la acción del Espíritu y de
Maestro, guiados por el Espíritu Santo
entregarse más a él... En efecto, la «renovación en el
Espíritu» será auténtica y tendrá una verdadera
fecundidad en la Iglesia, no tanto en la medida en que
suscite carismas extraordinarios, cuanto si conduce al
mayor número posible de fieles, en su vida cotidiana, a

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1. A la escuela de Jesús, nuestro Maestro
En tiempos de Jesús los maestros eran un grupo de
hombres conocidos como “Maestros de la Ley” o
Escribas. Jesús tuvo algunos enfrentamientos con
ellos (cf. Mt 23,13-33), aconseja no imitarlos:
En la cátedra de Moisés se han sentado los
maestros de la ley y los fariseos. Obedézcales y hagan lo
que les digan, pero no imiten su ejemplo, porque no
hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas e
insoportables, y las ponen sobre los hombros de la gente;
pero ellos no mueven ni un dedo para llevarlas... les gusta
el primer asiento en los banquetes y los puestos de honor
en las sinagogas, el ser saludados por la calle y que los
llamen los maestros (Mt 23, 2-3.6-7).
Uno de los pocos títulos que Jesús se atribuye a sí
mismo es el de Maestro ("Rabbí”) (cf. Jn 13,13). Pero
Jesús se distingue de los maestros de su tiempo por
características que lo hacen único.
En los evangelios encontramos cuarenta y ocho
veces el término maestro (didáscalos), quince
"Rabbí" y dos "Rabbuní". En todas estas ocasiones se
nos ofrecen distintos valores que delinean el perfil de
Jesús como Maestro.
Jesús se rodea de seguidores para enseñarles a vivir
de la misma manera que él lo hace.
Maestro, ¿dónde vives? El les respondió: Vengan y
lo verán (Jn 1,38-39).
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su vida entera fue una continua enseñanza… Jesucristo
es «el Maestro que revela a Dios a los hombres y al
hombre a sí mismo; el Maestro que salva, santifica y guía,
que está vivo, que habla, exige, que conmueve, que
endereza, juzga, perdona, camina diariamente con
nosotros en la historia; el Maestro que viene y que vendrá
en la gloria». En Jesucristo, Señor y Maestro, la Iglesia
encuentra la gracia transcendente, la inspiración
permanente, el modelo convincente para toda
comunicación de la fe (DGC 137).
En la [formación], el cristocentrismo significa también
que, a través de ella se transmite no la propia doctrina o
la de otro maestro, sino la enseñanza de Jesucristo, la
Verdad que Él comunica o, más exactamente, la Verdad
que Él es. Así pues hay que decir que en la [formación] lo
que se enseña es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de
Dios y todo lo demás en referencia a Él; el único que
enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida
en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo enseñe
por su boca. La constante preocupación de todo
[facilitador]… debe ser la de comunicar, a través de su
enseñanza y su comportamiento, la doctrina y la vida de
Jesús. No tratará de fijar en sí mismo, en sus opiniones y
actitudes personales, la atención y la adhesión de aquel
a quien [forma]; no tratará de inculcar sus opiniones y
opciones personales como si éstas expresaran la doctrina
y las lecciones de vida de Cristo. Todo [facilitador]
debería poder aplicarse a sí mismo la misteriosa frase de
Jesús: «Mi doctrina no es mía, sino del que me ha
enviado». Es lo que hace san Pablo al tratar una cuestión
de primordial importancia: «Yo he recibido del Señor lo
 
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 Nos hace vivir la filiación divina (cf. Gal 4,5-7),
punto esencial de todo discípulo de Jesús.
 Forma la comunidad cristiana,
transformándola en cuerpo de Cristo. Los
discípulos de Jesús, animados por el Espíritu
Santo, viven la unidad del Cuerpo de Cristo.
 Enseña las verdades que Jesucristo enseñó en
persona.
 Nos enseña a orar y a ser testigos de Cristo
(cf. Rom 8,26).
 Capacita a los discípulos para ser auténticos
testigos de Cristo:
Cuando venga el Consolador, el Espíritu de la
verdad que yo les enviaré y que procede del Padre, él
dará testimonio de mí (Jn 15,26).
3. Facilitadores a los pies de Jesús, único
Maestro, guiados por el Espíritu Santo
En la formación, Jesús y el Espíritu Santo son los
verdaderos Maestros, nosotros, los facilitadores
somos instrumentos. «Uno solo es su Maestro, Cristo» (cf.
Mt 23,10). A este respecto el Directorio General para
la Catequesis y la Exhortación Catechesi tradendae
(CT) nos ofrece las siguientes orientaciones:
Sobre Jesús Maestro:
Jesús cuidó atentamente la formación de los
discípulos que envió en misión. Se presentó a ellos como
el único Maestro y al mismo tiempo amigo paciente y fiel;
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Los judíos en aquel tiempo, seleccionaban al
maestro que les convenciera. Jesús elige
personalmente a cada uno de sus seguidores:
No me eligieron ustedes a mí; fui yo quien los elegí
a ustedes (Jn 15,16).
Jesús elige a sus discípulos entre personas adultas
con una vida hecha (cf. Mc 1,16-20; 2,13-14). Les
pide una separación radical de su vida anterior y
una adhesión total a él y a su mensaje (cf. Mc 8,34;
10,17-21). Los manda como representantes suyos a
predicar y a expulsar demonios (cf. Mt 9,35-10,25;
Mc 6,6-13; Lc 9,1-6).
El discipulado de los otros maestros era temporal.
Los discípulos de Jesús lo siguen por toda la vida y
no les está permitido volver atrás.
El que pone la mano en el arado y mira hacia
atrás, no es apto para el reino de Dios (Lc 9,62).
Los discípulos de los judíos estaban al servicio del
maestro de la misma forma que un esclavo servía a
su amo. Jesús, por su parte, no los llama siervos, sino
amigos.
En adelante, ya no los llamaré siervos, porque el
siervo no conoce lo que hace su señor. Desde ahora los
llamaré amigos, porque les he dado a conocer todo lo
que oí de mi Padre (Jn 15,15).
Los niños y las mujeres no eran considerados
candidatos para el discipulado. Jesús pide que los
 
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niños se acerquen a él, y las mujeres lo siguen para
aprender a vivir su vida (cf. Mc 10,14; Lc 10,39.42).
Los seguidores de un ilustre maestro, gozaban de
fama y autoridad ante el pueblo (cf. Hch 22,3). Con
Jesús no lograban privilegios, por el contrario, se
exponían a problemas, persecuciones y calumnias
(cf. Mt 5,11).
A menudo encontramos a Jesús dedicado a
enseñar en los lugares públicos: orillas del lago (cf.
Mc 4,1) en las sinagogas (cf. Mc 1,21; Jn 6,59) y en el
templo (Mc 11,17; Mt 21,2; Jn 7,14).
Sus enseñanzas tocan los problemas más
apremiantes de su tiempo: prácticas religiosas,
familia, preceptos morales, relaciones con el poder
político.
Su método pedagógico: las parábolas. Con ellas
abre a las mentes más sencillas los misterios del
Reino de Dios (cf. Mc 4,33-34).
Jesús como Maestro, hablaba con toda propiedad,
de tal forma que sus oyentes se maravillaban de su
doctrina, porque les enseñaba como quien tiene
autoridad, y no como los maestros de la ley (cf. Mc
1,22).
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2. El Espíritu Santo como Maestro
La presencia de Espíritu Santo, anunciado por los
profetas acompaña y cualifica el ministerio de
Jesús.
El discípulo de Jesús esta animado por el mismo
Espíritu que engendró a Jesús y lo ungió con el
poder, capacitándolo para realizar su ministerio. El
Espíritu, por ser la fuente de la vida, nos unifica en
Cristo Jesús, participándonos la misión del maestro.
Nos impulsa con la misma fuerza que a Jesús y nos
comparte sus mismos sentimientos, criterios, y
valores. Él es, precisamente, quien nos autoriza
como discípulos y nos trasforma a imagen y
semejanza de Jesús.
El Espíritu Santo da a conocer a Jesús en el corazón
del discípulo dándole testimonio de la verdad
completa (cf. Jn 16, 13), y le recuerda todas las
palabras del Maestro (cf. Jn 14, 25). Hace presente
a Cristo hoy en medio de nosotros y posibilita que las
palabras del Maestro no pierdan su eficacia ni su
poder, sino que por el contrario, alcancen su
plenitud.
El Espíritu Santo:
 Es el maestro interior del creyente, que lo guía
en su camino hacia el Padre (cf. Rom
8,9.14.16).