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RETOS PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN LA SOCIEDAD DEL

CONOCIMIENTO.

Carlos Gallegos Elías (UNAM/FCPYS)

Eduardo Rafael Sánchez Jara (UNAM/FCPYS)

Para explicar los elementos de nuestro enunciado conviene


proponer un punto de partida, donde lo esencial es el hecho de que la
sociedad del conocimiento conforma un fenómeno nuevo de contornos
inciertos donde no aparecen en forma nítida los elementos que la
explican, ni quiénes son los sujetos sociales que la definen, que no
tiene un corpus teórico y carece por lo tanto de categorías de análisis
o conceptos validados por la comunidad académica. Estamos frente a
un proceso muy complejo con muchas preguntas y muchas respuestas
posibles.

Ocurre en un momento de transición en que pasamos de unas


economías basadas en el desarrollo industrial a otras, donde el
mecanismo de acumulación está centrado en la producción y en el
aprovechamiento del conocimiento como una mercancía altamente
redituable, tanto que hoy el volumen del valor de intercambio de las
transacciones, ventas y compras de conocimiento científico y
tecnológico es más alto que el volumen y el valor total de las
transacciones financieras. De acuerdo con la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), más del 50% del
Producto Interno Bruto (PIB) en los países más desarrollados se debe
al valor del conocimiento y en esos países, la fuerza de trabajo mejor
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educada, mejor capacitada y con mayor capacidad de aprender es la
que se mantienen en la cúspide del mercado laboral y está en los
decíles más altos de ingreso.

En las economías más desarrolladas el sector más dinámico es


el que se dedica a la creación de nuevo conocimiento, porque permite
a su vez crear nuevas tecnologías, nuevos procesos productivos,
nuevos productos, lo que a su vez genera los mayores volúmenes de
valor agregado y este proceso es lo que les da el carácter de sociedad
del conocimiento.

Esta sociedad del conocimiento tiene una serie de


características que nos permiten identificarla:

a) El contexto en que se desarrolla es el de la globalización y


flexibilización productiva.
b) El conocimiento se torna en un factor estratégico que suplanta al
capital en la generación y distribución de riqueza, y en la
conformación del nuevo orden económico en el que destacarán
aquellos países que aprovechen el conocimiento.
c) Ocurre un desarrollo vertiginoso de la informática, lo cual permite
que los conocimientos se amplíen y se generen nuevos modos de
producción basados en el valor agregado que generan los saberes.
d) El desarrollo de la tecnología marca ritmos, contenidos, procesos
cognitivos y formas de transmisión de los conocimientos.
e) El conocimiento se hace interdisciplinario lo que suscita una
perspectiva de la complejidad.

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f) Se redimensiona la institucionalidad educativa en sus diversos
ámbitos1.
Es un proceso donde la producción, la transmisión y el uso del
conocimiento son la fuente y la fuerza que genera y define la
productividad económica, genera el desarrollo económico y define el
ritmo de expansión. No es casual que los sectores más dinámicos de
la economía se apoyen en el aprovechamiento intensivo del
conocimiento. Empresas que hacen investigación en robótica
telemática, biotecnología y genómica; son las de más rápido
desarrollo, cuyas mayores ventajas competitivas radican precisamente
en la producción de conocimiento nuevo y en su capacidad de
convertir esto en valor agregado
Así el conocimiento adquiere un valor económico y su lugar no
solo es el que corresponde a una herramienta para la producción
científica o el desarrollo tecnológico, sino que ese proceso es el eje
fundamental sobre el cual corren la modernización y el cambio.
Circunstancia que se convierte en una exigencia y un reto para las
instituciones de educación superior e investigación científica, que
deben buscar nuevas formas de articulación de las instituciones
educativas con el ámbito productivo y al interior de sí mismas.
Hasta hace muy poco, la escolarización definía en una medida
importante el modo y el nivel de inserción en la vida laboral, era una
cierta garantía de inclusión y ascenso social. Hoy, para mantenerse en
el mismo espacio laboral es cada vez más importante la necesidad de
1
García Villaseñor Guillermo, La pertinencia de las políticas de educación superior en la sociedad del
conocimiento, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Xochimilco, División de Ciencias
Sociales y Humanidades, Departamento de Sociología, México DF, p 3.

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mantenerse al día en los avances del conocimiento y desarrollos
tecnológicos porque la movilidad es mucho más intensa, mucho
menos vertical y se produce en un sentido horizontal.
El mercado de trabajo obliga a una enorme flexibilización
productiva y genera nuevas demandas, requiere nuevos perfiles de
profesionales y nuevas formas de desempeño que exigen
calificaciones muy altas para su desempeño, donde las formas nuevas
de organización del trabajo como el outsourcing. Forma a la cual
recurren todas las grandes empresas y ha dejado atrás la mera
escolarización como un elemento de calificación para el desempeño
laboral, substituida por un desempeño en donde el trabajador está
obligado a una recalificación de sus conocimientos, sus habilidades y
destrezas, de manera que si en la educación superior, adquirió la
capacidad de aprender a aprender, lo cual define su inclusión o su
exclusión del mercado de trabajo.
Un reordenamiento económico, cuyo mejor ejemplo es el
outsourcing y el trabajo wired o virtual, que imponen nuevos modos de
aprender, de producir, de trabajar y de competir donde la formación
permanente es el eje del dinamismo productivo y es la única
posibilidad real de conservar un espacio laboral.
El conocimiento y la información se han convertido en el motor
del desarrollo económico y tanto su generación como su posesión
constituyen la esencia de la nueva dominación.
Todo esto ha marcado un ritmo de cambios en las viejas formas
de organización de la producción, porque ya no se realiza en una
sede, sino que se produce ahí donde es más barato, en las fábricas

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de los países que garantizan los mejores rendimientos porque se
pagan salarios de miseria.
Y por otro lado el trabajador puede hacer su trabajo sin
necesidad de acudir a un lugar de trabajo, porque hoy disponemos de
una gama de recursos virtuales que permiten cumplir con sus tareas.
Todo lo cual ha trastocado en una buena medida las relaciones
laborales y las ha vuelto inciertas e inestables, porque en la práctica
desaparecen los puestos de trabajo y como todo proceso en
movimiento no sabemos con certeza qué pueda ocupar su lugar.
La empresa transnacional opera prácticamente sin regulaciones
y la desconcentración de su actividad productiva genera cambios muy
profundos en el orden político y social porque ningún Estado tiene ya
la capacidad de controlar la actividad de las transnacionales.
La recomposición a escala mundial de la producción económica
ha llevado a un proceso en el que las entidades políticas
supranacionales, se han convertido en instituciones que limitan la
capacidad soberana del antiguo estado nación.
Estos nuevos organismos internacionales que han acotado a los
viejos estados, también han acotado y redefinido la función de la
universidad, porque ahora estos factores de dinamismo y cambio en la
escena internacional no solo se imponen sobre los gobiernos sino
también sobre la educación superior, porque su autonomía al igual que
la autonomía de los estados, es cada vez más vulnerada por esos
procesos.
Hasta hace muy poco, la autonomía era el factor más dinámico
de la capacidad de cambio de la universidad. Hoy por el contrario esa

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fuente de dinamismo difícilmente conserva su papel histórico porque
las transformaciones que ocurren fuera de la universidad imponen un
sentido distinto a las funciones de la educación superior.
Ciertamente la producción y la reproducción del conocimiento no
pueden responder solamente a la demanda del mercado y a la lógica
de la acumulación. La construcción del conocimiento tiene su propia
lógica, pero ésta debe considerar que las necesidades del aparato
productivo que definen en una buena medida las prioridades en la
asignación de recursos no pueden ser ignoradas, porque la
investigación científica depende del acceso al financiamiento público o
privado.
Las economías de los países están forzadas a competir en los
mercados internacionales donde la oferta de creatividad,
competitividad y desarrollo tecnológico constituye la herramienta
esencial para avanzar, circunstancia que obliga a una mayor
vinculación entre el sector productivo y las universidades
particularmente, en su función de producir conocimiento y la de formar
profesionales.
Si bien la presión es mucho más alta en el campo de las ciencias
exactas y de las ingenierías, que en el de las ciencias sociales o en las
humanidades, lo cierto es que hay una enorme tensión que nos afecta
a todos entre la necesidad de formar para la producción del
conocimiento o de limitarse al uso del conocimiento disponible.
A lo largo del desarrollo científico tal como lo conocimos, el
proceso fue marcado por la existencia de disciplinas relativamente
aisladas donde, eran las comunidades académicas quienes

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determinaban los problemas científicos relevantes, quienes aceptaban
y definían lo que era conocimiento válido y quienes aceptaban y
definían las metodologías y técnicas de investigación, donde el ritmo
de trabajo y necesidad de resultados eran definidos por las propias
comunidades académicas al interior de las instituciones. El
conocimiento que la universidad producía podía ser relevante para la
economía o la sociedad o no, porque en ese modelo eran las
comunidades académicas las que valoraban los resultados.
Ese modelo disciplinar de producción del conocimiento hasta hoy
prevaleciente empieza a ser incapaz de responder a las nuevas
exigencias, en buena medida porque los nuevos objetos ya no caben
en las disciplinas como hasta hoy las conocemos y son objetos que
para ser explicados requieren ser entendidos como campos de
confluencia susceptibles de múltiples explicaciones. Un objeto como la
educación superior o los modos de intervención pedagógica, puede y
debe ser entendido desde la antropología, psicología, sociología,
pedagogía, economía, historia, etc.
La innovación tecnológica también impone cambios en los
procesos de enseñanza aprendizaje, porque obliga a una actualización
permanente. La obsolescencia es tan rápida que la principal exigencia
para la universidad ya no es únicamente formar en el saber científico
acumulado sino formar para que el alumno aprenda a aprender, donde
ya no solo es saber, es entender un estar en el mundo.
Responder al porqué, ya no solo es comprender lo que se sabe,
ahora se trata de saber para qué el conocimiento.

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Se trata de conocer, comprender y aplicar los cambios en curso,
de conocer y comprender la lógica del funcionamiento del mundo de la
producción y aplicar los instrumentos que día a día son incorporados
por la constante innovación tecnológica. Ahora la producción y
reproducción del conocimiento ya no es sólo un proceso científico,
también es un hecho económico, porque esa producción y
reproducción es la herramienta que da valor agregado y competitividad
a las economías.
Este tipo de conocimiento es “un conocimiento contextual en la
medida en que el principio organizador de su producción es la
aplicación que se le puede dar. Como esa aplicación ocurre
extramuros, la iniciativa de la formulación de los problemas que se
pretende resolver y la determinación de los criterios de relevancia de
éstos son resultado de un acuerdo de investigadores y usuarios”2.
Cabe preguntarnos a dónde nos lleva la búsqueda de ese
predominio en el uso del conocimiento y por lo tanto a la capacidad de
marcar el rumbo a las economías que se rezagan. La racionalidad
política radica en que esa dominación económica es también una
forma de dominación simbólica que impone un valor al conocimiento
que va más allá de la ciencia. Un nuevo ordenamiento político y social
que exige preguntarse acerca del desempeño de la universidad -en
nuestro caso la universidad pública por que es en ella donde se
produce conocimiento-, preguntarse acerca de la pertinencia social y
política de lo que se espera de ella dado su papel central en la
generación y transmisión de conocimiento.
2
Sousa Santos, Boaventura de, La universidad en el siglo XXI, Para una reforma democrática y
emancipadora de la universidad, UNAM. . México, 2005. p.45
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Nuevas exigencias aparecen porque : “a) la importancia
creciente de la innovación y el conocimiento en las economías hace de
la educación no sólo una inversión con alta tasa de retorno, sino un
campo que decide sobre el destino futuro de personas y sociedades
enteras; b) la educación aparece como el principal campo de
reducción de desigualdades a futuro y como la vía privilegiada para
superar la reproducción de la pobreza; c) en un momento histórico en
el que tradiciones e ideologías se debilitan y la identidad se convierte
en un nuevo campo de lucha y de conquista, la educación constituye
la base desde la cual repensar críticamente la realidad, idear nuevos
proyectos colectivos.”3
Así la universidad se ve forzada a construir un nuevo modelo
donde el vínculo entre escuela e industria es cada vez más importante
por que la universidad deba también responder a las necesidades del
desarrollo de la ciencia y la tecnología y a la presión social que se
deriva del valor mercantil del conocimiento que se produce.
Hoy como nunca antes el para qué del conocimiento ha
conducido a un recomposición de las formas institucionales de la vida
académica universitaria, que ha obligado a una rearticulación de las
políticas para la educación superior y ha producido una fractura en la
vieja identidad de la autonomía. Donde todavía no acertamos a
encontrar el camino de una nueva forma de institucionalidad y
tampoco sirven ya las viejas formas. Estamos en un momento de
recomposición y redefinición interna para responder a esas nuevas
necesidades de articulación económica y dominación simbólica que se
3
Hopenhayn Martín, Ottone Ernesto, El gran eslabón, educación y desarrollo en el umbral del siglo XXI,
FCE, 2001, pág, 37
9
derivan de la sociedad del conocimiento y de la globalización que ha
resultado de ésta.
El conjunto de la vida económica, política y social de cualquier
país esta inevitablemente ligado a este fenómeno, que permea todos
los ámbitos de la cultura y la educación y que condiciona -incluso sin
plena conciencia de ello- todas nuestras conductas Debemos ser y
estar cocientes de esta nueva realidad histórica porque evidentemente
no es una coyuntura sino una situación que pretende ser permanente4.
Vivimos el inicio de una verdadera revolución tecnológica cuya
característica central: el hecho de que el conocimiento, su producción,
su transmisión y sus efectos constituyen la principal fuente de valor
agregado para la economía, lo convierte en el elemento central de la
planeación y la evaluación en la educación, en cualquiera de sus
niveles.
Este es el eje articulador de todos los procesos de planeación y
evaluación institucional, es la referencia obligada del rendimiento
académico y el rendimiento escolar, porque la tarea central de la
educación: producir y transmitir conocimiento está definido por el alto
valor de uso del conocimiento, por su carácter de principal agregado
para la acumulación del capital, acumulación naturalmente privada. Un
bien público privatizado para sus usos políticos y económicos, por las
naciones que buscan marcar el ritmo de la dirección cultural de la
sociedad, que se impone a través de la definición de paradigmas y de
objetivos, propuestos como condición para el acceso al mercado

4
Zemelman, Hugo, Integración y tendencias de cambio en América Latina. Formación de sujetos y
Perspectivas de futuro, en Puiggros Adriana y Gómez Marcela, Alternativas Pedagógicas. Sujetos y
prospectiva de la educación latinoamericana. Miño y Dávila editores, Argentina, 1994. p. 45.
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mundial y a los recursos financieros, cuya mejor expresión son las
acciones de los grandes organismos financieros supranacionales.
Formas nuevas de dominación a escala planetaria donde los
gobiernos de los países centrales conservan el control del
conocimiento y del flujo del conocimiento, donde las grandes
empresas transnacionales, tienen en curso proyectos para la
apropiación de todos los recursos de la tierra, de todos los bienes y
servicios y por ello establecen prioridades y definen funciones y
objetivos para el desarrollo de la investigación científica y la
educación.
Definición que es la expresión descarnada del ejercicio de una
dominación simbólica, donde se asignan funciones y objetivos a las
naciones dominadas, a través de acuerdos internacionales y de
exigencias para otorgar recursos para la educación, la ciencia y la
cultura. En sentido lato y también de manera expresa y abierta las
instituciones internacionales actúan como verdaderos agentes
operativos de esos paradigmas y de esos intereses en juego en el
creciente proceso de privatización de todos los bienes -especialmente
los recursos naturales como la biodiversidad y el agua- y servicios.

Dominación simbólica que es posible porque en realidad el


nuestro no es un estado nacional, sino un estado gerente, donde las
grandes empresas ejercen el poder político y toman las decisiones
fundamentales a través del gobierno y en nombre del Estado.

Es un gobierno vicario que obra por delegación de esos poderes,


dice que los regula -y a lo mejor algunos funcionarios creen hasta en

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su propia retórica-, pero lo que en realidad ocurre es que el gobierno
es regulado y controlado por esos intereses empresariales,
circunstancia cuya mejor muestra es que los mayores recursos y sus
mayores esfuerzos se dedican a la seguridad publica, mientras deja
de atender los problemas realmente prioritarios: generar las
condiciones para producir riqueza y empleo, para enfrentar las
profundas desigualdades sociales; prioridades como crear las
condiciones para que la democracia deje de ser un mero asunto
electoral y de oportunidades de negocio para los partidos y los medios;
prioridades como buscar construir una sociedad más democrática e
igualitaria. Objetivos que de lograrse seguramente incidirían en
solucionar los gravísimos problemas de seguridad pública que en
buena medida se explican por las enormes desigualdades sociales y la
falta de oportunidades para la gran mayoría de la población.

Por eso tenemos un modelo de educación superior colonial


donde prevalece un enfoque de aprendizaje acumulativo que privilegia
la formación instrumental y evita e impide el razonamiento crítico. No
es casual que no tengamos una política industrial ni una política de
desarrollo de la investigación científica, porque esa visión colonial
prevaleciente da por sentado que producir conocimiento de frontera es
muy costoso y que es más barato comprarlo en los países centrales.

Por eso nuestro sistema privilegia la memorización y la


acumulación, aprendizaje rutinario donde se aprenden ciertas pautas,
ciertas conductas, ciertos manuales o programas preestablecidos y

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con eso basta para desempeñarse con eficiencia en los niveles bajos y
medios de la oferta laboral.

La escuela no enseña a reflexionar sobre nuestra realidad y


nuestro entorno, ni a entender y cuestionar nuestras condiciones
económicas, políticas, sociales y culturales. No enseña a aprender, ni
a aprender a aprender. Lo que en realidad es transferir conocimientos,
no contribuye a generar un pensamiento crítico independiente. No
estimula conductas sociales constructivas y participativas porque el
objetivo que subyace es evitar una comprensión global de las
circunstancias sociales.

Esto es lo que evalúan las políticas nacionales al ocuparse de la


calidad de la educación. La evaluación nunca es neutra: la rendición
de cuentas, la acreditación, la certificación, son parámetros con una
racionalidad básica: medir, comparar, jerarquizar y como resultado
incluir o excluir. A partir de juicios de valor estandarizados donde las
mediciones de calidad, eficacia, eficiencia y rendimiento explican la
descalificación de: instituciones, programas, escuelas o profesores.

Raquel Glazman5, en un trabajo excelente sobre este tema


caracteriza muy bien los efectos de este proceso de planeación y
evaluación:

Algunas características que hoy se destacan en el sector


educativo son:

5
Glazman, Raquel, Orientaciones pedagógicas y sociopolíticas de la educación, en Glazman, Raquel Coord.,
Las caras de la evaluación educativa, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, Dirección General de Asuntos
del Personal Académico, México,2005.pág .20
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a) Reducción de la soberanía educativa de los estados.

b) Restricción del poder del estado centralizador

c) Aumento del poder de organismos multilaterales en el diseño de


políticas educativas

d) Debilitamiento de las culturas nacionales

e) Promoción de una formación pragmática en términos de


capacidades e impulsos a ciertas profesiones, y el desaliento de
las humanidades y las ciencias sociales.

f) Ingreso de las telecomunicaciones y la informática al sistema


educativo, con la participación de la empresa en decisiones
educativas significativas.

g) Aumento de las pruebas de confiabilidad y de la apreciación


evaluativa a las instancias de educación.

h) Tendencia al productivismo e impulso a las ideas de que la


educación y la labor académica se miden por productos
concretos, tangibles y demostrables.

i) Debilitamiento del cuerpo docente y la fuerza de sus


organizaciones

j) Deterioro de las condiciones laborales de los académicos.


Esto implica una demanda e productividad de docentes e investigadores, y producción de materiales
específicos mediante actividades altamente valoradas desde ópticas particulares, como pueden ser los escritos
publicados en medios de alto nivel o la organización y asistencia a coloquios internacionales.
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Así que el gran reto, para todos nosotros es ir al fondo del
problema: cambiar los paradigmas educativos que sustentan la
planeación en todos los niveles y la evaluación, cambiar los modelo
hoy prevaleciente de gestión productivista, de desempeño
individualista, de valoración de contenidos, aprendizajes y proceso
curriculares, para homologar y comparar resultados, cuya función es
incluir o excluir de acuerdo a la pertinencia vinculada a los valores
dominantes.

Debemos construir otras políticas para la educación superior, un


paradigma distinto que deje atrás una percepción colonizada, y que
sea capaz de reconocer nuestras realidades y diferencias económicas,
políticas, sociales, capaz de identificar las disparidades y necesidades
regionales y que parta de la evidencia de que América Latina somos
una nación multicultural.

Cambiar una educación en los términos en los que se da hoy,


por una en la que se valore la capacidad de construir conocimiento y la
capacidad para aprender y desde luego habilidades y destrezas para
responder a las necesidades del aparato productivo.

Otra vía es posible si asumimos que este proceso que hoy


vivimos en nuestros países no es un orden natural, ni el único camino
posible, la sociedad del conocimiento es solo una nueva configuración
de las relaciones de poder y de apropiación privada de los recursos
que en el campo de la educación generan enormes tensiones, esto
coexiste con la propias necesidades del conocimiento, cuya lógica es
distinta y no puede ser privatizada.
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El reto es entender las nuevas claves en las cuales las
instituciones de educación superior han de desarrollarse, primero para
adaptarse a esta tendencia pero no como mero receptor sino como
una institución que se crea capaz de asumirse como sujeto y
establezca los referentes necesarios para trazar caminos alternos a
los establecidos por las formas de dominación.

Tenemos que pensar en un paradigma distinto que deje atrás


esa visión colonializada, donde los organismos internacionales nos
imponen: qué, cómo y para qué debemos aprender, por otra visión que
reconozca nuestras necesidades, nuestras diferencias y nuestro
carácter multicultural. Otra vía es posible si en lugar de centrarnos en
las necesidades del mercado; nos centramos en generar la posibilidad
de producir conocimiento y por supuesto habilidades y destrezas para
la vida y también para el mercado.

Otra vía es posible porque este proceso sólo es la rearticulación


contemporánea de viejas formas de dominación. Tenemos que pensar
entre todos cómo planear una escuela distinta, cómo desaprender lo
aprendido, cómo enseñar a aprender, cómo construir un pensamiento
crítico capaz de cimentar esa nueva escuela y la nueva cultura de la
evaluación que necesitamos.

La forma de reflexionar la sociedad de conocimiento desde la


epistemología critica nos ofrece mayores posibilidades de
entendimiento para situar las dimensiones de un proceso que ocurre y
que en lugar de considerarlo como natural, lo situemos como una
expresión de las formas de articulación política donde las formas de
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dominación se manifiestan como la búsqueda de nuevas formas de
hegemonía.

Ésta última consideración es de vital importancia porque si es


una conformación política puede ser contrarrestada mediante la
construcción una contra-hegemonía, tarea que los científicos sociales
debemos asumir.

Otra vía es posible si estamos atentos a las nuevas


configuraciones del poder que ya están aquí, ahora mismo, en
América Latina, y que son un ejemplo de por dónde podemos caminar.

Esta es la tarea mayúscula que tenemos por delante.

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