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PRIMER EJERCICIO

GRUPO A) LEGISLACIÓN
GRUPO A.1 – DERECHO CONSTITUCIONAL Y ADMINISTRATIVO

TEMA 7: Políticas de igualdad, violencia de género y atención a personas


discapacitadas y/o dependientes. Normativa vigente.

1- INTRODUCCIÓN

2- POLÍTICAS DE IGUALDAD DE GÉNERO

2.1. Evolución
2.2. Normativa vigente
2.3. Planes para la Igualdad de Oportunidades

3- POLÍTICAS CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

3.1. Evolución
3.2. Normativa vigente
3.3. II Estrategia Nacional para la Erradicación de la Violencia
contra la Mujer (2017-2020)

4- POLÍTICAS DE ATENCIÓN A PERSONAS DISCAPACITADAS

5- POLÍTICAS DE ATENCIÓN A PERSONAS DEPENDIENTES

BIBLIOGRAFÍA

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1. Introducción

La palabra igualdad proviene del latín aequalitas, formada por el término


aequus, que significa igual, llano, equilibrado. Hoy podemos definirlo por la
“conformidad de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad”, según la
Real Academia Española, que añade, como significado de igualdad ante la ley, el
“principio que reconoce a todos los ciudadanos capacidad para los mismos
derechos”.

La igualdad social es estudiada por diversas disciplinas, como la Filosofía, la


Sociología, la Antropología y la Política, que analizan la plasmación del concepto de
igualdad entre los miembros de una sociedad. De una forma genérica se entiende que
la igualdad social es un concepto relacionado con la justicia social. La Declaración
Universal de los Derechos Humanos afirma que “todos los seres humanos nacen
libres e iguales en dignidad y derechos”.

Por su parte, la Constitución Española, en su artículo 1.1, coloca a la igualdad


como un valor preeminente en el ordenamiento jurídico español, para luego
complementarlo con la fórmula del artículo 14, en el que se establece que “Los
españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por
razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquiera otra condición o
circunstancia personal o social”.

Este artículo 14 constituye la regla general de la igualdad jurídica o igualdad de


los españoles ante la ley, que constituye, por imperativo constitucional, un derecho
fundamental de la persona a no sufrir discriminación jurídica alguna, esto es, a no ser
tratada jurídicamente de manera diferente a quienes se encuentran en su misma
situación, sin que exista una justificación objetiva y razonable de esa desigualdad de
trato (Sentencia 8/1986, de 21 de enero, del Tribunal Constitucional).

Sin embargo, el concepto de igualdad como valor superior de nuestro


ordenamiento jurídico no se traduce exclusivamente en la mencionada igualdad
formal, que, en principio, parece implicar únicamente un deber de abstención en la
generación de diferenciaciones arbitrarias, sino asimismo en una igualdad de índole
sustancial recogida en el artículo 9.2 de la Constitución, que obliga a los poderes
públicos a promover las condiciones para que la igualdad de los individuos y de los
grupos sea real y efectiva.

El Tribunal Constitucional ha venido sosteniendo que el tratamiento diverso de


situaciones distintas puede incluso venir exigido, en un Estado social y democrático de
Derecho, para dar efectividad a los valores que la Constitución consagra con el carácter
de superiores dentro del ordenamiento, como son la justicia y la igualdad, a cuyo
efecto atribuye además a los podres públicos que promuevan las condiciones que para
la igualdad sea efectiva.

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2. Políticas de igualdad de género

2.1. Evolución

2.1.1. La igualdad en el ámbito internacional

Durante décadas se usó el término “sexo” para referirse a las diferencias


existentes entre hombres y mujeres. Es a finales de los años 60, cuando se comienza a
utilizar la palabra “género” diferenciándose de “sexo” en que, no sólo aludía a
diferencias biológicas entre hombre y mujer, sino que, en un sentido más amplio,
abarcaría también las características culturales y la idiosincrasia propia de cada grupo
social. Pero no debe asimilarse género con mujer. Las relaciones de género se
construyen entre hombres y mujeres y afectan a toda la sociedad. La perspectiva de
género es una opción y un compromiso por el cambio de un sistema de
denominación y de discriminación, que afecta a hombres y mujeres y les limita en
sus posibilidades de desarrollo humano.

Tanto la Comunidad Internacional como los propios Estados se plantean la


necesidad de adecuar la normativa vigente a la evolución de la sociedad en este
ámbito de igualdad y no discriminación. En el marco de la Organización de Naciones
Unidas (ONU), ese fomento de la igualdad se produce fundamentalmente mediante la
aprobación de diferentes Pactos de derechos, destacando la Convención para la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer del año 1979.

En un ámbito más específico, como la Organización Internacional del Trabajo


(OIT), define en su Convenio nº 111 la discriminación como cualquier distinción,
exclusión o preferencia basada en motivos de raza, sexo, religión, opinión política,
ascendencia nacional u origen social que tenga por efecto anular o alterar la igualdad
de oportunidades o de trato en el empleo y la ocupación. La discriminación puede
entonces ser directa e indirecta: la discriminación directa existe cuando el trato
desigual emana directamente de las leyes, normas o prácticas y la indirecta se refiere a
situaciones y prácticas que parecen neutrales, pero que de hecho conducen a la
marginación que sufren las personas discriminadas.

En cuanto a las Conferencias de la ONU, se puede decir que la más importante


ha sido la última de las celebradas hasta el momento, la 4ª Conferencia Mundial de las
Naciones Unidas sobre la Mujer, que tuvo lugar en Pekín en 1995, ya que en la misma
se acuñó la expresión “feminismo de Estado” y los Gobiernos se comprometieron a
avanzar en términos de igualdad real y a hacerlo mediante la aplicación de la
perspectiva de género a todas sus políticas, normas, programas y planes. Esta
aplicación se ha plasmado en el término mainstreaming, el cual ha sido traducido en
España como transversalidad.

La transversalidad se ha definido como el ejercicio de integración de la


perspectiva de género en todas las legislaciones y políticas para, antes de adoptar las

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respectivas normas y decisiones, analizar las repercusiones de las mismas en la
condición jurídica y social de la mujer. Con ello, y a partir de 1995, la acción pública no
se centra exclusivamente sobre la concreta situación de la mujer, sino que asume el
compromiso de revisar el contenido de todas las políticas, sea cual fuere el
instrumento utilizado, y de toda la organización de los poderes públicos.

Desde entonces, cada cinco años se celebran evaluaciones de las áreas


principales identificadas en la Convención, siendo la última, Beijing+20. En ésta, se
aprobó una declaración política, en la que los ministros y representantes de los
Gobiernos acogieron con satisfacción los progresos realizados, expresaron su
preocupación por el hecho de que los progresos habían sido lentos y desiguales, y de
que, 20 años después de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, ningún país
había logrado plenamente la igualdad y el empoderamiento de las mujeres y las niñas,
y muchas de ellas seguían sufriendo formas múltiples e interrelacionadas de
discriminación, vulnerabilidad y marginación en todo su ciclo de vida. Se
comprometieron a adoptar nuevas medidas concretas para asegurar la aplicación
plena y efectiva y se comprometieron a seguir apoyando a los agentes de la sociedad
civil. También se comprometieron a esforzarse por lograr la plena consecución de la
igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer para 2030.

2.1.2. La igualdad en la Unión Europea (UE)

Pasando al ámbito de la Unión Europea, la igualdad entre hombres y mujeres


forma parte de su política social. Aunque las Comunidades Europeas nacieron en los
años 50 del pasado siglo, sobre la base de unos objetivos económicos, hoy son
numerosas las normas que regulan el principio de igualdad de trato y prohíben la
discriminación por razón de sexo.

El Tratado constitutivo de la Comunidad Económica Europea de 1957


únicamente contenía una referencia al principio de igualdad en su artículo 119, al
indicar que cada Estado debe garantizar “la igualdad de retribución entre los
trabajadores masculinos y femeninos por un mismo trabajo”. Esta circunstancia
condicionó las primeras políticas a favor de la igualdad, especialmente en los años 70 y
80.

Si embargo, el cambio más profundo se produjo con el Tratado de Amsterdam


de 1997 que, junto a los principios económicos, colocó en el derecho originario los
principios sociales de la ya Unión Europea, entre ellos, “la igualdad de trato entre el
hombre y la mujer”. Desde entonces, y apoyado por la nueva idea de la
transversalidad, se desarrolló un Derecho derivado con numerosas Directivas que
hacen referencia a la igualdad de hombres y mujeres en materias como el acceso al
empleo, retribución salarial, seguridad social, mejora de la seguridad y salud en el
trabajo de las embarazadas, etc.

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En el año 2000 se produjo un significativo avance en este terreno de la
igualdad, mediante la proclamación de la Carta de los Derechos Fundamentales de la
UE, que dedica todo un título a la igualdad.

En la actualidad, los artículos 2 y 3 del Tratado de la Unión Europea establecen


que la Unión se fundamenta, entre otros valores, en los de respeto a la dignidad, la
igualdad y los derechos humanos, y que estos valores son comunes a los Estados
miembros en una sociedad caracterizada por la igualdad entre mujeres y hombres, y
que asimismo la Unión combatirá la exclusión social y la discriminación y fomentará la
justicia y la protección sociales y la igualdad entre mujeres y hombres. Por su parte,
establece en su artículo 8, que “en todas sus acciones, la Unión se fijará el objetivo de
eliminar las desigualdades entre el hombre y la mujer y promover su igualdad”, y en su
artículo 10 que “en la definición y ejecución de sus políticas, la Unión tratará de luchar
contra toda discriminación por razón de sexo”.

La Estrategia Europea para la igualdad entre mujeres y hombres (2010-2015)


fue el marco para la coordinación de las iniciativas en todos los ámbitos de actuación
de la UE, con la identificación de cinco áreas prioritarias: igual dependencia
económica; salario igual a trabajo igual y trabajo de igual valor; igualdad en la toma de
decisiones; dignidad, integridad y fin de la violencia sexista; e igualdad en la acción
exterior.

El Compromiso Estratégico para la igualdad entre mujeres y hombres 2016-


2019 es un marco de referencia para redoblar los esfuerzos a todos los niveles, tanto
europeo como nacional, regional y local y que corrobora el Pacto Europeo para la
igualdad de género 2011-2020. Las acciones seguirán centrándose en las cinco áreas
prioritarias identificadas en la Estrategia de 2010: aumento de la participación de la
mujer en el mercado laboral y promoción de la igual independencia económica de
mujeres y hombres; reducir las disparidades entre sexos existentes en las
retribuciones, los ingresos y las pensiones, para así combatir la pobreza entre las
mujeres; promover la igualdad entre mujeres y hombres en la toma de decisiones;
combatir la violencia sexista y proteger y apoyar a las víctimas; promover la igualdad
entre mujeres y hombres y los derechos de las mujeres en todo el mundo.

2.1.3. La igualdad en España.

Centrándonos ya en nuestro país y pese al principio teórico de equiparación de


derechos entre ambos sexos, la realidad social y económica no refleja aún dicha
igualdad. Sigue habiendo desigualdades en empleo, diferencia salarial, conciliación de
la vida familiar y laboral y violencia de género. Nuestro ordenamiento jurídico recoge
en diversos artículos de la Constitución, el principio de igualdad:

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- La igualdad formal en el artículo 14 cuando dice que los españoles son
iguales ante la ley sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón
de sexo, entre otras.

- La igualdad material en el artículo 9.2 que impone a los poderes públicos la


obligación de promover las condiciones para que la libertad e igualdad del
individuo y los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los
obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de
todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.

- En el artículo 32 se establece que el hombre y la mujer tienen derecho a


contraer matrimonio con plena igualdad jurídica.

- Por último, la Constitución prohíbe en el artículo 35.1 la discriminación por


razón de sexo en el ámbito del empleo.

Partiendo por tanto de nuestra Constitución, que establece las directrices


generales en cuanto a la igualdad de sexos, y de la normativa comunitaria en la
materia, vamos a hacer una enumeración de los pasos que se han dado en nuestra
legislación sobre este tema de la igualdad. A nivel estatal, el actual Instituto de la
Mujer y para la Igualdad de Oportunidades (IMIO) es un organismo autónomo
adscrito al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, que tiene como
funciones, promover y fomentar la igualdad de ambos sexos, facilitando las
condiciones para la participación efectiva de las mujeres en la vida política, cultural,
económica y social, así como impulsar políticas activas para el empleo y el autoempleo
de las mujeres, y fomentar y desarrollar la aplicación transversal del principio de
igualdad de trato y no discriminación.

Para evitar duplicidades de organismos administrativos, la Ley 15/2014, de 16


de septiembre, acordó la integración de las competencias de la Dirección General para
la Igualdad de Oportunidades dentro de los cometidos y estructura del Instituto de la
Mujer (creado por la Ley 16/1983, de 24 de octubre). El IMIO surge de la unión de
ambos, dentro de los objetivos de racionalización de la Administración.

En el año 2000 se creó el Observatorio de la Igualdad de Oportunidades entre


Mujeres y Hombres, que es un órgano gestionado por el IMIO y tiene por objeto la
construcción de un sistema de información con capacidad para conocer la situación de
las mujeres, respecto a la de los hombres, y el efecto de las políticas institucionales
puestas en marcha, para promover la participación de las mujeres, en todos los
ámbitos, en un plano de igualdad.

En cuanto a la legislación, se han ido dando pasos destacando los siguientes:


• Por la Ley 3/1989 se establecieron medidas para favorecer la igualdad
de trato de la mujer en el trabajo y se amplió a 16 semanas el permiso
por maternidad.

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• La Ley 39/1999 para promover la conciliación de la vida familiar y
laboral y la igualdad de oportunidades y de trato, estableció la
ampliación de los supuestos de reducción de jornada o excedencia por
cuidado de familiares.
• Posteriormente la Ley 30/2003, de 13 de octubre, sobre Medidas para
incorporar la valoración del impacto de género en las disposiciones
normativas que elabora el Gobierno, establece la emisión, con carácter
preceptivo, de un informe de impacto por razón de género para todos
los anteproyectos de ley y reglamentos que pretendan aprobarse, lo
que modifica los arts. 22 y 24 de la Ley 50/1997 del Gobierno.

Un hito importante se produce por Acuerdo del Consejo de Ministros de 4 de


marzo de 2005, por el que se adoptan medidas para favorecer la igualdad entre
hombres y mujeres, que se traduce en la adopción de una serie de medidas y
principios, proyectados a distintas políticas, para avanzar en las diferente líneas de
actuación que contribuyan a que disminuya la desigualdad en todos los ámbitos de la
vida cotidiana. Así, se introducen medidas, entre otras, en políticas de empleo, de
empresas, de investigación, de solidaridad, deporte, etc.

En cuanto al ámbito concreto de la Función Pública, el desarrollo sobre la


igualdad y los principios de mérito y capacidad en el acceso a la función pública,
supuso un paso necesario para superar la situación de desigualdad jurídica entre
ambos sexos que existía anteriormente. Así, la Ley 30/1984 de Reforma de la Función
Pública, junto a la Ley de Conciliación de la vida familiar y laboral han contribuido
positivamente al desarrollo en nuestra Administración, del principio de igualdad de
género. Posteriormente, la Ley 7/2007, de 12 de abril, por la que se aprueba el
Estatuto Básico del Empleado Público, introduce mejoras en este campo, destacando
el artículo 14 sobre derechos individuales, el 20 de evaluación de desempeño, el 53 de
principios éticos, el 61 sobre procesos selectivos, y el 95 sobre faltas disciplinarias.

Un paso importante ocurre en la reunión del Consejo de Ministros de 7 de


marzo de 2005, en la que se aprobó un Acuerdo por el que se adoptaron un conjunto
importante de medidas para avanzar en las distintas líneas de actuación que
contribuyeran día a día a que disminuyera la desigualdad en todos los ámbitos de la
vida cotidiana. Estos Acuerdos dieron lugar a distintas Órdenes Ministeriales en las que
se adoptaron medidas para favorecer la igualdad entre mujeres y hombres, la
incorporación de las mujeres a las Fuerzas Armadas y se aprobó el Plan para la
igualdad de género en la Administración General del Estado.

2.2. Normativa vigente

La evolución y desarrollo de las políticas de igualdad, tuvo su culminación en la


Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y
hombres, que constituyó un instrumento jurídico necesario para combatir las

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situaciones de discriminación, en particular indirecta, que aún subsistían a pesar de los
avances acaecidos en esta materia. Se pretendía conseguir la igualdad real de trato y
oportunidades entre mujeres y hombres y por ello, la Ley obligaba por igual a todas las
personas físicas y jurídicas que se encontraran o actuaran en territorio español, con
independencia de su nacionalidad, domicilio o residencia.

Esta norma dio una dimensión transversal al principio de igualdad para


proyectar su influencia sobre todos los ámbitos de la vida, y a estos efectos, estableció
principios de actuación de los Poderes Públicos.

La Ley se estructura en un título preliminar y 8 Títulos referidos a distintos


ámbitos en que debe operar el derecho a la igualdad y tutela del mismo, que son los
siguientes:

Título I: El principio de igualdad y la tutela contra la discriminación

El principio de igualdad de trato entre mujeres y hombres se define como la


ausencia de toda discriminación, directa o indirecta, por razón de sexo,
constituyéndose en un principio informador del ordenamiento jurídico.

Se considera discriminación directa por razón de sexo la situación en que se


encuentra una persona que sea, haya sido o pudiera ser tratada en atención a su sexo,
de manera menos favorable que otra en situación comparable, y en particular, todo
trato desfavorable a las mujeres relacionado con el embarazo o la maternidad. Se
considera discriminación indirecta por razón de sexo la situación en que una
disposición, criterio o práctica aparentemente neutros pone a personas de un sexo en
desventaja particular con respecto a personas del otro.

Se da igualmente definición del acoso sexual como cualquier comportamiento


verbal o físico, de naturaleza sexual, que tenga el propósito o produzca el efecto de
atentar contra la dignidad de una persona, en particular cuando se crea un entorno
intimidatorio, degradante u ofensivo. Por su parte, constituye acoso por razón de
sexo, cualquier comportamiento realizado en función del sexo de una persona, con el
propósito o el efecto de atentar contra su dignidad y de crear un entorno
intimidatorio, degradante u ofensivo.

Título II: Políticas públicas para la igualdad

Se establece que la actuación de los Poderes Públicos debe estar comprometida


por el principio de igualdad y la perspectiva de género. Para ello es necesaria la
colaboración y cooperación entre las distintas Administraciones Públicas.

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Se debe fomentar la participación equilibrada de mujeres y hombres en las
candidaturas electorales y en la toma de decisiones. También en los nombramientos y
designaciones de los cargos de responsabilidad que correspondan.

Se establecen disposiciones concretas para que las autoridades públicas


integren el principio de igualdad en todos los campos de actuación: educación, política
de salud, deportes, desarrollo rural, etc.

Título III: Igualdad y medios de comunicación

Los medios de comunicación social, y especialmente los de titularidad pública,


velarán por la transmisión de una imagen igualitaria, plural y no estereotipada de
mujeres y hombres en la sociedad y promoverán el conocimiento y difusión del
principio de igualdad. Se considerará ilícita la publicidad cuando comporte una
conducta discriminatoria de acuerdo con esta Ley.

Título IV: El derecho al trabajo en igualdad de oportunidades

Se determina como uno de los objetivos prioritarios en las políticas de


empleo, el de aumentar la participación de las mujeres en el mercado de trabajo y
avanzar en la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Así, se establece que
mediante la negociación colectiva se podrán establecer medidas de acción positiva
para la aplicación efectiva del principio de igualdad de trato y no discriminación.

Se reconoce a los trabajadores los derechos de conciliación de la vida personal,


familiar y laboral, de forma que se fomente la asunción equilibrada de las
responsabilidades familiares, evitando toda discriminación basada en su ejercicio.

Para que las empresas llevan a cabo todas estas meddias, se crean los planes
de igualdad, que son un conjunto ordenado de medidas, adoptadas después de
realizar un diagnóstico de situación de la empresa. Se exigirán para las empresas de
más de 250 trabajadores, siendo en los demás casos potestativo.

Serán nulas las órdenes de discriminar y las decisiones del empresario que
supongan un trato desfavorable de los trabajadores como reacción ante una
reclamación efectuada en la empresa, o ante una acción administrativa o judicial
destinada a exigir el cumplimiento del principio de igualdad de trato y no
discriminación.

Título V: El principio de igualdad en el empleo público

En este Título se enumeran una serie de criterios que han de observar las
AA.PP. en su actuación, como son: remover los obstáculos para ofrecer condiciones de

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igualdad efectiva en el acceso al empleo público y en el desarrollo de la carrera
profesional; facilitar la conciliación de la vida personal, familiar y laboral; fomentar la
formación en igualdad; establecer medidas efectivas de protección frente al acoso
sexual y al acoso por razón de sexo; establecer medidas efectivas para eliminar
cualquier discriminación retributiva.

Se tendrá en cuenta en la configuración de los órganos de selección y


valoración la presencia equilibrada de mujeres y hombres, que supone que las
personas de cada sexo no superen el 60% ni sean menos del 40%.

El respeto al principio de igualdad se impone también para las Fuerzas Armadas


y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

Título VI: Igualdad de trato en el acceso a bienes y servicios y su suministro.

Este Título impone el deber a las personas físicas o jurídicas, dentro del sector
público o privado, que suministren bienes o servicios, al cumplimiento del principio de
igualdad de trato, evitando discriminaciones por razón de sexo. Se prohíbe
expresamente al contratante que pueda indagar sobre la situación de embarazo de
una mujer demandante de los bienes o servicios, salvo por razones de protección de su
salud.

En la celebración de contratos de seguros o servicios financieros afines, se


prohíbe considerar el sexo como factor de cálculo que genere diferencias en las primas
y prestaciones de las personas aseguradas. Su incumplimiento otorgará al contratante
perjudicado el derecho a reclamar la asimilación de sus primas y prestaciones a las del
sexo más beneficiado, manteniéndose en los restantes extremos la validez y eficacia
del contrato.

Título VII: La igualdad en la responsabilidad social de las empresas

Se determina que las empresas podrán asumir la realización voluntaria de


acciones de responsabilidad social, para promover condiciones de igualdad entre las
mujeres y los hombres en el seno de la empresa. Esto se podrá concertar con la
representación de los trabajadores, las organizaciones de consumidores y usuarios, las
asociaciones destinadas a la promoción de la igualdad y los organismos de igualdad. Se
aplicará la normativa laboral.

Título VIII: Disposiciones organizativas

Se crea la Comisión Interministerial de Igualdad entre mujeres y hombres,


como órgano colegiado responsable de la coordinación de las políticas y medidas
adoptadas por los departamentos ministeriales para garantizar este derecho a la
igualdad. Se dispone que en todos los Ministerios se encomiende a uno de sus órganos
directivos el desarrollo de las funciones relacionadas con el principio de igualdad.

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Asimismo se crea el Consejo de Participación de la Mujer, como órgano
colegiado de consulta y asesoramiento con el fin esencial de servir de cauce para la
participación de las mujeres en la consecución efectiva de este principio.

Disposiciones finales

Destaca el establecimiento de un régimen de excedencias, reducciones de


jornada, permisos y otros beneficios a fin de proteger la maternidad y facilitar la
conciliación. Así, deteniéndonos en las novedades más significativas que se introducen
en la legislación para los empleados públicos están:

- En maternidad, en los supuestos de recién nacidos prematuros u


hospitalizados a continuación del parto, se amplía el tiempo de ausencia del
trabajo a un máximo de 2 horas. También se reconoce la posibilidad de
disfrutar de un permiso de hasta 2 meses, con percibo de las retribuciones
básicas, para los supuestos de adopción internacional que requiera el
desplazamiento previo de los progenitores al país de origen de la persona
adoptada.

- Se podrá conceder licencia por riesgo durante el embarazo o durante la


lactancia natural.

- Se amplía el permiso de paternidad, por nacimiento, adopción o


acogimiento a cuatro semanas desde el 1 de enero de 2017 (antes eran 15
días) y es independiente del disfrute compartido del permiso por
maternidad.

- Se establecen reducciones de la jornada laboral para el cuidado directo de


hijos y familiares enfermos.

- Durante los 2 primeros meses de la excedencia por violencia de género, la


funcionaria tendrá derecho a percibir las retribuciones íntegras, y en su
caso, las prestaciones familiares por hijo a cargo.

- Cuando el período de vacaciones coincida con un permiso por embarazo,


parto, lactancia natural o maternidad, la empleada tendrá derecho a
disfrutar de las vacaciones en fecha distinta, aunque haya terminado el año
natural al que corresponden.

2.3. Planes para la Igualdad de Oportunidades

Desde que se creó el Instituto de la Mujer, se fueron elaborando diversos


Planes para la igualdad de oportunidades de las mujeres, desde 1988 hasta 2006. Con

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la promulgación de la Ley de Igualdad, se establece un mandato al Estado en su art. 17
para: “aprobar periódicamente un Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades que
incluirá medidas para alcanzar el objetivo de igualdad entre mujeres y hombres y
eliminar la discriminación por razón de sexo”.

Hasta la fecha se han aprobado seis Planes, el último de ellos para el trienio
2014-2016, por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad con el objetivo
de impulsar la igualdad efectiva de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres.
Incluye un análisis cuantitativo de la igualdad y desigualdad en España, realiza un
balance del plan anterior, define una serie de actuaciones y fija los objetivos a
alcanzar.

Por su parte, el Plan Estratégico 2017-2020, que contiene medidas específicas


para lograr que haya más mujeres trabajando y en puestos de responsabilidad,
mejorar las posibilidades de compatibilización entre la vida familiar y personal y la
reducción de diferencias salariales.

3. Violencia de género

3.1. Evolución

Se trata de una de las consecuencias de la desigualdad y la discriminación, y se


debe a las relaciones de poder que algunos hombres creen tener sobre las mujeres. Es
la violencia que se ejerce sobre ellas por parte de quienes sean o hayan sido sus
cónyuges, o estén ligados por relaciones similares de afectividad.

Nuestra Constitución incorpora en el artículo 15, el derecho de todos a la vida y


a la integridad física y moral, sin que en ningún caso puedan ser sometidos a torturas
ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Además, el artículo 9.2, vincula a los
poderes públicos para que adopten medidas de acción positiva para hacer reales y
efectivos dichos derechos.

En la realidad española las agresiones sobre las mujeres tienen una especial
incidencia, existiendo hoy una mayor conciencia sobre el tema que en épocas
anteriores, gracias, en buena medida, al esfuerzo realizado por las organizaciones de
mujeres en su lucha contra todas las formas de violencia de género. Así, en nuestro
país, la lucha contra este tipo de violencia se ha desarrollado a través de diversas
normas de rango legal:

- Ley 35/1995, de Ayuda a víctimas de delitos violentos y contra la libertad


sexual.

- Ley 27/2003, de 31 de julio, reguladora de la Orden de Protección de las


víctimas de la violencia doméstica.

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- Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de medidas de protección
integral contra la violencia de género.

También las Comunidades Autónomas han aprobado leyes dentro de su


ámbito competencial.

Como consecuencia de la Ley Orgánica 1/2004, se creó el Registro central para


la protección de las víctimas de la violencia doméstica, hoy integrado en el Sistema de
registros administrativos de apoyo a la Administración de Justicia (Real Decreto
95/2009). Asimismo, para agilizar la resolución judicial de estos casos se creó la figura
del Fiscal contra la Violencia de la Mujer, y en las fiscalías territoriales, una sección con
el mismo nombre que interviene en los procedimientos que conozcan los juzgados que
se crearon para este fin.

En 2005 se creó la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, hoy


adscrita al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad a través de la Secretaría
de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, y con el objetivo de formular las políticas
públicas en relación con la violencia de género que desarrolle el Gobierno y que
comprende todas aquellas actuaciones que hagan efectiva la garantía de los derechos
de las mujeres víctimas de esta violencia.

3.2. La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral


contra la Violencia de Género.

Esta Ley abarca tanto los aspectos preventivos, educativos, sociales,


asistenciales y de atención posterior a las víctimas, como la normativa civil que incide
en el ámbito familiar o de convivencia, donde principalmente se producen las
agresiones, así como el principio de subsidiariedad en las AA.PP. Igualmente se aborda
con decisión la respuesta punitiva que deben recibir todas las manifestaciones de
violencia que esta Ley regula.

Las situaciones de violencia sobre la mujer afectan también a los menores que
se encuentran dentro de su entorno familiar, víctimas directas o indirectas de esta
violencia. La Ley contempla también su protección, no sólo para la tutela de sus
derechos, sino para garantizar de forma efectiva las medidas de protección adoptadas
respecto de la mujer.

La Ley se estructura en un título preliminar y cinco títulos.

En el Título preliminar se recogen su objeto y principios rectores.

En el Título I “Medidas de sensibilización, prevención y detección”, se


determinan estas medidas en diferentes ámbitos, destacando el educativo, el sanitario
y la publicidad.

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En el Título II “Derechos de las mujeres víctimas de violencia de género”, se
garantiza el derecho de acceso a la información y a la asistencia social integrada, a
través de atención permanente y urgente. Con el fin de coadyuvar a la puesta en
marcha de estos servicios, se dota un Fondo al que pueden acceder las CC.AA. Se
reconoce la asistencia jurídica gratuita, se establecen medidas de protección en el
ámbito social, especialmente la posibilidad de movilidad geográfica, y se garantizan
ayudas sociales en casos de falta de recursos económicos.

En el Título III “Tutela Institucional” se procede a la creación de dos órganos


administrativos: la Delegación Especial del Gobierno contra la Violencia sobre la Mujer,
analizada anteriormente, y el Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer, que
sirve como centro de análisis de la situación y evolución de la violencia sobre la mujer,
con funciones de asesoramiento y colaboración con la Delegación Especial.

En el Título IV “Tutela Penal”, la Ley introduce normas de naturaleza penal,


mediante las que se pretende incluir, dentro de los tipos agravados de lesiones, uno
específico que incremente la sanción penal cuando la lesión se produzca contra quien
sea o haya sido la esposa del autor, o mujer que esté o haya estado ligada a él por una
relación de afectividad, aún sin convivencia. También se castigarán como delito las
coacciones leves y las amenazas leves de cualquier clase cometidas contra estas
mujeres.

En el Título V “Tutela Judicial”, se garantiza un tratamiento adecuado y eficaz


de la situación jurídica, familiar y social de las víctimas de violencia de género en las
relaciones intrafamiliares. Conforme a la tradición jurídica española, se ha optado por
una fórmula de especialización dentro del orden penal, de los Jueces de Instrucción,
creando los Juzgados de Violencia sobre la Mujer. Se han regulado expresamente las
medidas de protección que podrá adoptar el Juez de Violencia, y cuya duración podrá
ser hasta que finalice el proceso o incluso durante la ejecución de la sentencia.

Desde entonces se han producido ciertas modificaciones legislativas de


importancia. Así, se modificó el Código Penal para mejorar la definición de las penas
de pérdida de patria potestad; la Ley de Derechos y Libertades de los Extranjeros, para
facilitar la obtención del permiso de residencia a mujeres extranjeras víctimas de
violencia de género; y la Ley de Tasas en el ámbito de la Administración de Justicia
para reconocer a las víctimas el beneficio de la asistencia jurídica gratuita.

3.3. II Estrategia Nacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer (2017-


2020)

Se trata de un instrumento vertebrador de la actuación de los poderes públicos


para luchar contra esta lacra social, dentro de un plan estable y duradero, y mediante
la puesta en marcha, de forma coordinada, de medios materiales y humanos para la
consecución del fin propuesto, que no es otro que la eliminación de la violencia que
sufren las mujeres.

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Contempla mejoras en la protección de las mujeres, como una simplificación de
los procesos de denuncia y una mejora en el sistema de brazaletes. Además se ha de
intensificar la formación de los profesionales sanitarios, de los profesionales del
sistema judicial y las fuerzas de seguridad.

Por primera vez incluye un Plan de Prevención y Sensibilización para reforzar la


vigilancia en los entornos digitales, como las redes sociales. Se hace especial hincapié
en la población más joven al haberse detectado esquemas de comportamiento
machista entre ellos.

Además, se ha propuesto conseguir una mejora de las pensiones o ayudas que


perciben los hijos de víctimas de violencia machista, y que sea con efecto retroactivo
para que la perciban todos los menores afectados por esta lacra y no sólo los
contabilizados desde 2013, primer año en el que se fueron reconocidos como víctimas.

En esa mejora incluye solucionar el problema de las pensiones de orfandad de


los hijos de mujeres víctimas de violencia de género que no habían cotizado o no
habían cotizado lo suficiente.

4. Políticas de atención a personas discapacitadas

Los cambios sociales producidos en España y en Europa en las últimas décadas


han provocado una serie de avances políticos, económicos y sociales importantes, pero
también un cambio de conciencia de la ciudadanía. Una de las principales vertientes de
dicho cambio se produce en el terreno de la discapacidad. Así, se ha pasado de un
enfoque basado en la protección y rehabilitación a otro más activo y global, que
incluya también la promoción de la capacitación para que el individuo pueda controlar
su propia vida. En relación a las políticas que se han venido practicando en Europa en
relación con la atención a la discapacidad, existen cuatro pilares fundamentales, como
son la legislación antidiscriminatoria, el trato preferente, las medidas
compensatorias y la integración de las personas en la vida normal.

Partiendo de nuestra Constitución, el artículo 49, ubicado en el Capítulo III del


Título I, que contiene los principios rectores de la política social y económica, conmina
a los poderes públicos a la realización de “una política de previsión, tratamiento,
rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los que
prestarán la atención especializada que requieran y los ampararán especialmente para
el disfrute de los derechos que este Título otorga a todos los ciudadanos”.

Los derechos y libertades enumerados en la Carta Magna constituyen, por


tanto, uno de los ejes esenciales en la actuación sobre la discapacidad. Los poderes
públicos deben asegurar que las personas con discapacidad puedan disfrutar del
conjunto de todos los derechos humanos: civiles, sociales, económicos y culturales. En

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realidad, las personas con discapacidad constituyen un sector de población
heterogéneo, teniendo en común que, en mayor o menor medida, precisan de
garantías suplementarias para vivir con plenitud de derechos o para participar en
igualdad de condiciones que el resto de ciudadanos en la vida económica, social y
cultural del país.

Se trata de diseñar y poner en marcha estrategias de intervención que operen


simultáneamente sobre las condiciones personales y sobre las condiciones
ambientales. En esta perspectiva se mueven dos estrategias de intervención que
convergen progresivamente: la de la lucha contra la discriminación y la de la
accesibilidad universal. En definitiva, no discriminación, acción positiva y accesibilidad
universal constituyen la trama sobre la que se conducen un conjunto de disposiciones
que pretenden garantizar y reconocer el derecho de las personas con discapacidad a la
igualdad de oportunidades en todos los ámbitos de la vida política, económica, cultural
y social.

En relación con la normativa en vigor, merece ser destacada, en primer lugar, la


Ley 26/2011, de 1 de agosto, de adaptación normativa a la Convención Internacional
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. La Convención fue aprobada el
13 de diciembre de 2006 por la Asamblea General de las Naciones Unidas para recoger
los derechos de las personas con discapacidad, así como las obligaciones de los Estados
Partes de promover, proteger y asegurar tales derechos. Esta ley cumple el mandato
de la Convención de adoptar las medidas pertinentes para asegurar el pleno ejercicio
de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas con
discapacidad.

Por Real Decreto Legislativo 1/2013, de 29 de noviembre, se aprueba el Texto


Refundido de la Ley General de derechos de las personas con discapacidad y de su
inclusión social. La norma consta de un título preliminar y otros tres títulos:

• El Título Preliminar contiene el objeto, las definiciones, los principios


inspiradores, y el ámbito de aplicación. El principio básico en el ejercicio
de los derechos de los discapacitados es el de su libertad en la toma de
decisiones. Se garantiza el derecho a la igualdad de oportunidades y de
trato.

• El Título Primero se refiere a sus derechos y obligaciones. El derecho


básico es el de igualdad, y se establecen otros en los ámbitos social,
económico, de salud, de atención integral, educación, vida
independiente, trabajo, protección social, y participación en los asuntos
públicos. En otro orden de cosas, se establecen una serie de
obligaciones de los poderes públicos.

• El Título Segundo define el principio de igualdad de oportunidades y no


discriminación, estableciéndose garantías y adoptando una serie de

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medidas de fomento y otras de defensa ante vulneraciones. Crea el
Observatorio Estatal de la Discapacidad que se configura como
instrumento de promoción y orientación de las políticas públicas de
conformidad con la Convención Internacional sobre los derechos de las
personas con discapacidad.

• El Título Tercero recoge el régimen sancionador en la materia. Se trata


de un régimen común, con indicación de las infracciones y sus
correspondientes sanciones. También en este Título se indican una serie
de normas específicas que debe aplicar la Administración General del
Estado.

5. Políticas de atención a personas dependientes

La atención a las personas en situación de dependencia y la promoción de su


autonomía personal constituye uno de los principales retos de la política social de los
países desarrollados. El desafío no es otro que atender las necesidades de aquellas
personas que, por encontrarse en situación de especial vulnerabilidad, requieren
apoyos para desarrollar las actividades esenciales de la vida diaria, alcanzar una mayor
autonomía personal y poder ejercer plenamente sus derechos de autonomía.

El reconocimiento de los derechos de las personas en situación de dependencia


ha sido puesto de relieve por numerosos documentos y decisiones de organizaciones
internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, el Consejo de Europa y la
Unión Europea. Ésta, en 2002, bajo presidencia española, dictaminó tres criterios que
debían regir las políticas de dependencia de los Estados miembros: universalidad, alta
calidad y sostenibilidad en el tiempo de los sistemas que se implanten.

Los cambios demográficos y sociales acaecidos en España en las últimas


décadas están produciendo un incremento progresivo de la población en situación de
dependencia. Por una parte, es necesario considerar el importante crecimiento de la
población de más de 65 años, a lo que debe añadirse el fenómeno demográfico
denominado “envejecimiento del envejecimiento”, es decir, el aumento del colectivo
de población con edad superior a 80 años. Por otra parte, debe aludirse a la
dependencia por razones de enfermedad y otras causas de discapacidad o limitación,
que se ha incrementado en los últimos años.

La atención a este colectivo de población se convierte, pues, en un reto


ineludible para los poderes públicos. No hay que olvidar que, hasta ahora, han sido las
familias, y en especial las mujeres, las que tradicionalmente han asumido el cuidado de
las personas dependientes, constituyendo lo que ha dado en llamarse el “apoyo
informal”. Los cambios en el modelo de familia y la incorporación progresiva de la
mujer al mercado de trabajo introducen nuevos factores en esta situación que han
hecho imprescindible una revisión del sistema tradicional de atención para asegurar

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una adecuada capacidad de prestación de cuidados a aquellas personas que los
necesitan.

La Constitución, en sus artículos 49 y 50, se refiere, en relación con personas


discapacitadas y mayores, a un sistema de servicios sociales promovido por los
poderes públicos. Fruto de ello se promulgó la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de
promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de
dependencia, que configura por primera vez en nuestro país el Sistema de Autonomía
y Atención a la Dependencia (SAAD), como cuarto pilar del Estado de Bienestar (tras
salud, educación y pensiones).
El Sistema tiene por finalidad principal la garantía de las condiciones básicas y
la previsión de los niveles de protección a que se refiere la Ley. A tal efecto, sirve de
cauce para la colaboración y participación de las Administraciones Públicas y para
optimizar los recursos públicos y privados disponibles. De este modo, configura un
derecho subjetivo que se fundamenta en los principios de universalidad, equidad y
accesibilidad, desarrollando un modelo de atención integral al ciudadano, al que se
reconoce como beneficiario su participación en el Sistema y que administrativamente
se organiza en tres niveles.
La Ley establece un nivel mínimo de protección, definido y garantizado
financieramente por la Administración General del Estado. Asimismo, como un
segundo nivel de protección, la Ley contempla un régimen de cooperación y
financiación entre la Administración General del Estado y las Comunidades
Autónomas mediante convenios para el desarrollo y aplicación de las demás
prestaciones y servicios que se contemplan en la Ley. Finalmente, las Comunidades
Autónomas podrán desarrollar, si así lo estiman oportuno, un tercer nivel adicional
de protección a los ciudadanos.
Como puede apreciarse, la naturaleza del objeto de la norma requiere un
compromiso y una actuación conjunta de todos los poderes e instituciones públicas,
por lo que la coordinación con las Comunidades Autónomas es un elemento
fundamental. Para ello, se establecen una serie de mecanismos de cooperación entre
la Administración General del Estado y las Comunidades Autónomas, entre los que
destaca la creación del Consejo Territorial del Sistema para la Autonomía y Atención a
la Dependencia. En su seno deben acordarse, entre otras, la intensidad de los servicios
del catálogo, las condiciones y cuantía de las prestaciones económicas, los criterios de
participación de los beneficiarios en el coste de los servicios y el baremo para el
reconocimiento de la situación de dependencia. Se trata, en conclusión, de
desarrollar, a partir del marco competencial, un modelo innovador, integrado, basado
en la cooperación interadministrativa y en el respeto a las competencias.
El advenimiento de la crisis económica y financiera ha ralentizado, en gran
medida, el desarrollo de la norma. Así, los problemas de financiación de los actores
públicos que deben aplicar la ley, derivados de la crisis y las políticas de austeridad, ha
hecho imposible el cumplimiento del calendario previsto. A nivel estatal, esto se ha
traducido en una serie de cambios legislativos con el retraso del derecho de acceso a la

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prestación al momento de la resolución, que será de seis meses tras la solicitud y
retrasos del calendario de aplicación de la ley, así como modificaciones en relación a la
aportación de datos y documentos, la cartera de servicios, las prestaciones
económicas, el régimen de incompatibilidades, los baremos, la financiación.

Para terminar, y una de las últimas novedades a nivel autonómico, en Castilla y León, la
Orden de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de 11 de enero de
2018, compendia todas las modificaciones normativas que Castilla y León ha
incorporado al sistema en los últimos años para mejorar las prestaciones de las
personas en situación de dependencia. Una de las principales novedades es la
reducción progresiva del plazo para que las personas puedan acceder a las
prestaciones de dependencia, que la normativa estatal establece en seis meses, con
carácter general, desde la presentación de la solicitud, y que a partir de ahora, en esta
Comunidad se irá reduciendo un mes por año, hasta llegar a los tres meses en 2020. La
financiación de esta medida se realiza con cargo al nivel adicional de protección de la
Comunidad Autónoma. Paralelamente a esta reducción en el plazo de efectividad, la
Orden recoge el establecimiento de plazos máximos para la emisión de los informes
técnicos que se precisan para la resolución del procedimiento. Castilla y León es la
única Comunidad que ha adoptado una medida de estas características, ya que
prácticamente la lista de espera es inexistente.

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BIBLIOGRAFÍA

Para ampliar la materia se recomiendan los siguientes manuales:

- GUIA DE SENSIBILIZACIÓN Y FORMACION EN IGUALDAD DE


OPORTUNIDADES ENTRE HOMBRES Y MUJERES. Autor: Fundación Mujeres.

- LA SITUACION ACTUAL DE LA EDUCACION PARA LA IGUALDAD EN ESPAÑA.


Autor: Red2 Red Consultores.

- VIOLENCIA DOMESTICA, SU IMPACTO EN LA SALUD FISICA Y MENTAL DE LAS


MUJERES. Autoras: Patricia Villavicencio y Julia Sebastián.

- LA CONSTRUCCION DE LA IGUALDAD Y LA PREVENCION DE LA VIOLENCIA


CONTRA LAS MUJERES DESDE LA EDUCACION SECUNDARIA. Autoras: María
José Díez Aguado y Rosario Martínez Arias.

- LAS VIOLENCIAS CCOTIDIANAS CUANDO LAS VICTIMAS SON LAS MUJERES.


Autores: Esperanza Martín Serrano y Manuel Martín Serrano.

- ORIENTACIONES PARA NEGOCIAR MEDIDAS Y PLANES DE IGUALDAD DE


OPORTUNIDADES EN LAS EMPRESAS ENTRE MUJERES Y HOMBRES. Autor:
Fundación Mujeres.

- LA IGUALDAD EFECTIVA ENTRE MUJERES Y HOMBRES. Autor: José Rafael


Rojas Juárez. Seguridad y Ciudadanía, revista del Ministerio del Interior.

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