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DEBERES DE ESTADO 1. Llamada universal a la santidad: san-


tificarse en el propio estado
1. Llamada universal a la santidad: santifi-
Laicos y Jerarquía constituyen la Igle-
carse en el propio estado. 2. Santificarse en
sia viandante, y cada fiel –hijo de Dios en
el seno de la familia, en la profesión, en la
vida cívica.
cuanto bautizado– tiene las gracias nece-
sarias –“gracia de estado”– para cumplir
La expresión “deberes de estado” es su propia misión y los deberes específicos
clásica en la ética deontológica y en la que conlleva. A la distinción entre clero y
teología moral para indicar los deberes u laicado se añade el estado religioso, que
obligaciones que corresponden al sujeto es un camino de santificación; santifica-
en coherencia con su estado civil (solte- ción que implica, en uno u otro grado, una
ro, casado, viudo), su posición social, su separación de las condiciones del vivir
ordinario en la sociedad, prefigurando así
profesión, etc. Del campo de la ética y la
la vida bienaventurada propia de la esca-
deontología el concepto pasó a la teolo-
tología. Esta tripartición de las vocaciones
gía espiritual, aunque situado en un con-
eclesiales contribuye a hacer eficaz la acti-
texto antropológico más amplio, porque la
vidad salvífica de la Iglesia, dirigida a hom-
espiritualidad no sólo trasciende el deber bres y mujeres del mundo entero.
considerando al sujeto en un contexto de
Todos los cristianos estamos llama-
crecimiento interior, como ya acontece en
dos a ser perfectos, como nuestro Padre
la moral de virtudes, sino que orienta la
que está en los cielos (cfr. Mt 5, 48): “Nos
vida hacia Dios, que nos ha manifestado
ha llamado [el Señor] –afirmaba san Jo-
su amor en Cristo, y en consecuencia la
semaría dirigiéndose a los fieles del Opus
concibe como respuesta al amor divino.
Dei– para que recordemos a todos que,
No obstante, la noción de “deberes de en cualquier estado y condición, en medio
estado” tiene un lugar también en la vida de los afanes nobles de la tierra, pueden
espiritual, porque el amor, trascendiendo el ser santos” (Carta 24-III-1930, n. 19: IJC,
deber, lo presupone y lo asume en su diná- p. 68). El laico, para santificarse, no ne-
mica. Así aparece en la enseñanza de san cesita apartarse del mundo u ordenarse
Josemaría, cuyo mensaje impulsa concre- sacerdote, sino que, permaneciendo en el
tamente a santificarse en la vida ordinaria, mundo, puede y debe vivir todas las vir-
con todo lo que esa vida comporta, tam- tudes a las que el hombre está llamado, y
bién los deberes y obligaciones. con la ayuda de la gracia, alcanzar la san-

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tidad y contribuir desde dentro a la santifi- los estados, todas las profesiones, todas
cación del mundo. las tareas honestas” (CONV, 26). A quien le
Cuando san Josemaría comenzó, a acusaba de querer fundar un nuevo “esta-
partir del 2 de octubre de 1928, a vivir y a do” en la Iglesia, le respondía: “quería que
difundir esta doctrina, lo hacía a contraco- las gentes se santificaran como fieles cris-
rriente: “choca nuestro modo de proceder: tianos, cada uno en su estado, cumpliendo
yo lo veo. No lo entienden. Preguntan que los deberes propios del que tenían, en el
cómo, en medio del mundo, en todas las ejercicio de su trabajo profesional y en el
encrucijadas de la vida, vais a buscar la lugar que ocupasen en el mundo” (Carta
santidad. Piensan que la santidad se bus- 29-XII-1947/14-II-1966, n. 7: IJC, p. 64).
ca sólo en la quietud del monasterio, en el Todo bautizado está llamado a la ple-
silencio del rincón de una iglesia, en el re- nitud de vida cristiana, a la perfección, a
cogimiento del convento, en la soledad del la santidad –son términos equivalentes–
claustro” (Carta 29-XII-1947/14-II-1966, n. y cada uno según la vocación que haya
106: IJC, p. 256, nt. 68). Por eso, “algunos recibido y la misión que de esa vocación
decían que yo estaba loco y que era un he- deriva. Por eso, cualquier bautizado tien-
reje, y tantas cosas más” (IJC, p. 66). de a la misma perfección santificando los
La realidad es que a partir del siglo IV deberes específicos de su estado y de sus
–y ya desde antes– estaba muy difundida circunstancias: célibe, casado, padre, hijo,
la mentalidad que vinculaba la posibilidad viudo, trabajador, presbítero, religioso, ciu-
de alcanzar la perfección cristiana a la vida dadano, enfermo. A modo de corolario de
en un determinado estado, la condición lo anterior, san Josemaría escribía: “Por
monástica o religiosa, denominada por exigencia de su común vocación cristiana,
eso “estado de perfección”. No faltaron como algo que exige el único bautismo
excepciones, algunas muy netas como san que han recibido, el sacerdote y el seglar
Juan Crisóstomo cuando escribe: “sería un deben aspirar, por igual, a la santidad, que
error monstruoso creer que el monje debe es una participación en la vida divina (cfr.
tener una vida más perfecta mientras que San Cirilo de Jerusalén, Catecheses, 21,
los demás deben desinteresarse de esta 2). Esa santidad, a la que son llamados,
preocupación (…). Laicos y monjes deben no es mayor en el sacerdote que en el se-
alcanzar una perfección idéntica” (Contra glar: porque el laico no es un cristiano de
los perseguidores de los que inducen a segunda categoría” (Carta 2-II-1945, n. 8:
otros a abrazar la vida monástica, III, 14,
AGP, serie A.3, 92-3-2).
PG 47, 372 C). Pero no pasaba de ser una
excepción. Santo Tomás de Aquino, que Laico, clérigo o religioso, cada uno
no dudaba en reconocer que “no hay in- deberá asumir los deberes de su propio
conveniente en que algunos sean perfec- estado para hacerse santo. De hecho, “la
tos sin estar en estado de perfección y en mejor manera de participar en la vida de
que otros que están en estado de perfec- la Iglesia, la más importante y la que, en
ción no sean perfectos” (S.Th., II-II, q. 184, todo caso, ha de estar presupuesta en to-
a. 4, r.), seguía anclado –como esa misma das las demás, es la de ser íntegramente
frase manifiesta– en el concepto de estado cristianos en el lugar donde están en la
de perfección. Y así continuó sucediendo vida, donde les ha llevado su vocación hu-
en la literatura teológico-canónica poste- mana” (CONV, 112). No se trata, pues, de
rior. San Josemaría, sin embargo, procla- buscar un “estado de perfección”, sino la
ma con fuerza “que la santidad no es cosa perfección en el propio estado, que incluye
para privilegiados, sino que pueden ser di- el cumplimiento de los deberes correspon-
vinos todos los caminos de la tierra, todos dientes: por amor a Dios y al prójimo.

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2. Santificarse en el seno de la familia, plir todos los deberes y responsabilidades


en la profesión, en la vida cívica que la profesión comporta. San Josemaría
El mensaje de san Josemaría recuerda lo explica con nitidez, y de muchas mane-
a todos los cristianos –y especialmente a ras. “Para santificar la profesión, hace falta
los cristianos que viven en medio del mun- ante todo trabajar bien, con seriedad hu-
do, que son el objeto ordinario de su pre- mana y sobrenatural”, se lee en una de las
dicación– que para ser fieles a Cristo de- homilías del fundador del Opus Dei.
berán asumir seriamente los compromisos
b) Deberes en la vida familiar
que implica su propio estado. Quizá cabe
sintetizar esos compromisos acudiendo a Junto al trabajo, la familia ocupa un lu-
una conocida frase: “in necessariis unitas; gar central en la predicación de san Jose-
in dubiis libertas, in omnibus charitas”. Co- maría, pues “la vida familiar, las relaciones
rresponde a todos los fieles cristianos, en conyugales, el cuidado y la educación de
cuanto bautizados, obrar siempre con ca- los hijos, el esfuerzo por sacar económica-
ridad (in omnibus), de la que depende toda mente adelante a la familia y por asegurarla
santificación personal. Corresponde a la y mejorarla, el trato con las otras personas
Jerarquía recordar y proporcionar a los fie- que constituyen la comunidad social, todo
les todo cuanto sea necesario (in necessa- eso son situaciones humanas y corrientes
riis) para la salvación, en materia de fe, de que los esposos cristianos deben sobrena-
moral y de sacramentos, el ministerio de turalizar” (ECP, 23). “Los esposos cristia-
nos han de ser conscientes de que están
la Eucaristía y de la Palabra, de modo que
llamados a santificarse santificando, de
todos estén unidos a Dios en la Iglesia de
que están llamados a ser apóstoles, y de
Cristo (unitas). A todos les corresponde la
que su primer apostolado está en el hogar.
decisión responsable (libertas) para hacer
Deben comprender la obra sobrenatural
el bien y ejercitar los deberes y derechos
que implica la fundación de una familia, la
inherentes al propio estado, actuando con
educación de los hijos, la irradiación cris-
personal determinación en el ámbito de lo
tiana en la sociedad” (CONV, 91). “El amor,
opinable (in dubiis), que se manifiesta en
que conduce al matrimonio y a la familia,
especial en el campo de las realidades
puede ser también un camino divino, voca-
terrenas.
cional, maravilloso, cauce para una com-
No es éste el lugar para analizar los pleta dedicación a nuestro Dios”. Y añade:
deberes (y los derechos, pues deberes y “Realizad las cosas con perfección (…),
derechos son dos caras de la misma mo- poned amor en las pequeñas actividades
neda) de los diversos estados, tema por de la jornada, descubrid –insisto– ese algo
lo demás inabarcable dada la gran varie- divino que en los detalles se encierra: toda
dad de posibles situaciones. Hagamos, no esta doctrina encuentra especial lugar en
obstante, una referencia a algunos, aun- el espacio vital, en el que se encuadra el
que sea de forma más breve. amor humano” (CONV, 121).

a) Deberes en la vida profesional c) Deberes en la actividad social y política


El trabajo, la ocupación profesional La actividad social y política implica
llena la mayor parte de las horas de la jor- derechos y deberes que competen a todo
nada de hombres y de mujeres, de modo ciudadano. A este respecto san Josemaría
que esa tarea deberá ser el eje de su san- destaca, de una parte, la responsabilidad
tificación, algo que san Josemaría resumía que a toda persona incumbe en relación
diciendo: “santificar el trabajo, santificarse con la sociedad a la que sirve y, por tan-
en el trabajo y santificar a los demás con el to, el espíritu de servicio: la “capacidad
trabajo”. Lo que, obviamente, implica cum- que podríamos llamar técnica, ese saber

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DEFECTOS

realizar el propio oficio, ha de estar infor- y social con la conciencia de la limitación


mado por (…) el espíritu de servicio, el de las propias opiniones, respetando, por
deseo de trabajar para contribuir al bien consiguiente, las opiniones de los demás
de los demás hombres” (ECP, 51). Y, de y amando el legítimo pluralismo. Quien no
otra, la conciencia de la libertad en todo sepa vivir así, no ha llegado al fondo del
lo opinable: “Evitad ese abuso que pare- mensaje cristiano” (Josemaría Escrivá de
ce exasperado en nuestros tiempos –está Balaguer, “Las riquezas de la fe”, 2-XI-
patente y se sigue manifestando de hecho 1969, ABC, Madrid).
en naciones de todo el mundo– que revela
el deseo, contrario a la lícita independen- Voces relacionadas: Apostolado; Familia, Santi-
cia de los hombres, que trata de obligar a ficación de la; Mentalidad laical; Responsabili-
todos a formar un solo grupo en lo que es dad; Trabajo, Santificación del.
opinable, a crear como dogmas doctrina-
les temporales” (Carta 9-I-1932: AGP, serie
Bibliografía: AIG, pp. 97-123; Aa.Vv., Laicità.
A.3, 91-3-2). De ahí que san Josemaría re-
La ricerca dell’universale nelle differenze (a cura
valorizara lo que llamaba mentalidad laical, di Pierpaolo Donati), Bologna, Il Mulino, 2008;
que lleva a asumir la personal responsabi- José Luis Illanes, La santificación del trabajo. El
lidad de las acciones, a respetar a quien trabajo en la historia de la espiritualidad, Madrid,
propone en materias opinables soluciones Palabra, 2001 rev. y act.; Id., Existencia cristia-
diversas a las que uno sostiene y, por tan- na y mundo. Jalones para una reflexión teoló-
to, no sólo tolerar sino amar el pluralismo gica sobre el Opus Dei, Pamplona, EUNSA,
(cfr. CONV, 117). 2003; Antonio Peinador, “Deberes de estado”,
en GER, VII, pp. 290-292; Álvaro del Portillo,
En estas materias la Jerarquía de la
Una vida para Dios. Reflexiones en torno a la
Iglesia tiene el deber de mostrar las ver-
figura de Monseñor Josemaría Escrivá de Bala-
dades y principios que derivan del Evan- guer. Discursos, Homilías y otros escritos, Ma-
gelio, de la ley natural y de los derechos drid, Rialp, 1997, pp. 69-87; Martin Rhonheimer,
universales del hombre, que deben por La transformación del mundo. La actualidad del
tanto orientar la actuación del cristiano y, Opus Dei, Madrid, Rialp, 2006; Gustave Thils,
en términos más amplios, de todo hombre Santidad cristiana, Salamanca, Ediciones Sí-
de buena voluntad. Pero las soluciones gueme, 1965, p. 34.
concretas y técnicas a esos problemas
Giorgio FARO
corresponden a los ciudadanos; hablan-
do teológicamente, a los laicos, que tie-
nen por misión propia “buscar el reino de
Dios tratando y ordenando, según Dios, los DEFECTOS
asuntos temporales” (LG, 31). Sería, por
tanto, clericalismo pretender por parte de 1. Defectos y lucha ascética. 2. La caridad
los sacerdotes imponer al laico, en nombre y los defectos del prójimo.
de la fe, criterios personales. Y, en cambio,
sería laicismo tratar de implantar una radi- En su sentido más amplio, la palabra
cal separación entre fe y vida, cuando en “defecto” indica la imperfección física o
realidad la fe da luces sobre el sentido de moral de una cosa o de un sujeto, o –lo
la vida humana y ayuda a enfocar las cues- que es equivalente– la carencia, por esa
tiones temporales, siempre respetando a cosa o sujeto, de una cualidad debida. En
la vez el margen de “opinabilidad” y, en la literatura teológica espiritual se suele
ocasiones de incertidumbre, que implican distinguir entre defecto y pecado. Por pe-
el acontecer histórico y la vida social. Por cado se entiende la infracción voluntaria
eso, “un cristiano ha de hacer compatible de la ley o voluntad divina, sea en materia
la pasión humana por el progreso cívico grave (pecado mortal), sea en materia leve

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