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Mod2 01 LC Las Ocho Edades Del Hombre PDF
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El primer logro social del niño es permitir que su madre se aleje de su lado,
porque ella se ha convertido en un certeza interior y en algo exterior
previsible. Dice Wolman: <<El camino que lleva de la infancia a la edad
adulta es el progreso de la confianza en los otros a la confianza en sí
mismo>>.
Un hecho muy importante que ocurre en esta etapa -alrededor del año y
medio-, es que el niño aprende a decir <<No>>. La consecuencia de este
gesto es que lo enfrenta a otras voluntades y a la autoridad. La mamá dice
<<ven>> y el niño dice <<No>>; <<dale un beso a tu abuelita>> y el niño dice
<<No>>; <<dale uno nada más>> y el niño vuelve a decir <<No>>. Henry
Wallon, un connotado psicólogo francés decía que la respuesta que obtenga
el <<No>> del niño, -entre el año y medio y los tres años- por parte de sus
padres, conformará el núcleo de sus actitudes futuras hacia la autoridad.
De acuerdo a esta idea, el <<No>> del niño puede tener tres consecuencias
distintas, a saber:
Lo interesante de todo esto, dice Henry Wallon, es que cuando nuestros hijos
enfrenten a otras figuras de autoridad, v. gr. maestros de escuela, otros
adultos, patrones o jefes, etc., responderán de acuerdo a su experiencia
previa. A saber:
En esta fase el padre del mismo sexo desempeña un papel muy importante
como factor fundamental de identificación, en función del cual el niño habrá
de definirse a sí mismo. Es también durante esta fase cuando el interés por
las diferencias sexuales despierta inquietudes y curiosidad.
Nuestros hijos no quieren ser más que los demás niños, pero tampoco
quieren ser menos. Todo el <<chiste>> está en que sean buenos para algo y
que lo sepan. Cuando no han desarrollado ninguna habilidad, las
comparaciones los pondrán en desventaja y experimentarán sentimientos de
inferioridad. Para ser bueno para algo, es necesario que los padres ayuden
al niño a descubrir sus aptitudes y luego le brinden la oportunidad de
realizar las actividades que habrán de perfeccionarlas, por supuesto,
dejando al niño elegir; pero una vez tomada la decisión de desarrollar
alguna habilidad especial los padres deben apoyar al niño para que asista
a los entrenamientos, ensayos, clases especiales, etc., que habrán de
conducirlo a la maestría.
Son esta fase y la primera las que mayor interés despertaron en Erikson,
quien señalo explícitamente que son las dos fases fundamentales del
desarrollo. Este interés es explicable. Al nacer el bebé se enfrenta al mundo:
<<Después de una vida de regularidad rítmica, calor y protección en el
útero, el infante experimenta la realidad de la vida en sus primeros
contactos con el mundo exterior>>. De la calidad de esta primera experiencia
dependerá que el niño tenga una visión optimista del mundo. Así, vemos
fácilmente la importancia estratégica de esta fase compartida por la fase
que ahora nos ocupa, pues ahora, como cuando era un recién nacido, el
individuo se enfrenta a un mundo nuevo.
Añado una nota dirigida a los maestros: el que los hombres sean capaces de
amar, respetar y trabajar, es decir, que logren desarrollar una identidad
positiva, debe ser la meta de la educación, dicha meta no debe ser
sacrificada en aras de la instrucción o de cualquier otro propósito, es muy
importante, por supuesto, que los niños aprendan a leer y escribir o que
aprendan matemáticas, pero es mucho más importante que aprendan, a
través del amor a amarse y a través del respeto a respetarse.
Recobrar los momentos sublimes en los que logramos ser comprendidos sin
palabras sólo será posible gracias a la profunda comunicación que logra la
intimidad. Los enamorados caminan juntos, se tocan, se miran y por un
instante son capaces de mantener relaciones personales genuinas en el
amor o en la amistad. Nuestros hijos sucumbirán ante el irresistible anhelo
de la vida y los padres debemos aceptarlo, aceptar sus noviazgos y confiar
en ellos. Abrir la puerta de nuestra casa a los amigos de nuestros hijos,
conocerlos bien y brindarles nuestros afecto y nuestra confianza será la
mejor garantía de respeto.1
Sólo el adulto que ha generado bienestar, no sólo para los suyos sino para
su comunidad o para la humanidad entera, será capaz de madurar el fruto
de las siete estaciones anteriores y podrá decir como Bertrand Rusell:
<<Hallé mi vida digna de ser vivida>>. Es decir, podrá alcanzar un sentido
de integridad. Quien no lo consiga al término de su vida se hundirá en la
desesperación pues tendrá <<la sensación de haber perdido el tiempo>>
cuando la vida llega a su fin. La desconfianza aisla, el aislamiento estanca,
al final temeremos a la muerte. El adulto enfrenta sus propias tareas de
desarrollo y debe cumplirlas para convertirse en instrumento eficaz de
desarrollo del niño. Comenta Erikson, destacando la relación entre
integridad adulta y la confianza infantil: <<Los niños sanos no temerán a la
vida si sus mayores tienen la integridad necesaria para no temer a la
muerte>>.
Bibliografía
Gadea, de Nicolás, Luis. Escuela para Padres y Maestros.
Primera Edición. ISBN: 968-499-917-8
México.