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Cultura romana

Los romanos fueron profundos admiradores de las ciudades de Grecia y de Oriente. Así por ejemplo, de
estas últimas, introdujeron y luego adaptaron el arco, la bóveda y la cúpula. Esto dio a la arquitectura
romana la monumentalidad que la caracteriza. En los templos se copiaron algunos elementos griegos,
aunque el Panteón de Roma resultó ser una revolución artística, por ser de base circular y tener una
cúpula, en comparación con los templos griegos, que eran rectangulares.
Algunas obras arquitectónicas romanas destacadas fueron los arcos de triunfo, las columnas
conmemorativas y las basílicas.
En cuanto a las obras públicas, destacan la construcción de calzadas (carreteras rectas), puentes,
acueductos, los baños públicos y las termas.
En la escultura romana se distingue su inclinación por los retratos y el realismo. Así, son conocidos sus
bustos y sus estatuas ecuestres. Además, los romanos se destacaron por tallar bellos relieves históricos en
sus arcos de triunfo y columnas.
También se vio difundida la decoración de las casas y algunos edificios (como los baños), con bellos y
magníficos frescos y mosaicos. Las pinturas mejor conservadas son los murales de Pompeya, que
muestran los distintos estilos que se sucedieron desde el siglo II a. C. hasta la destrucción de la ciudad,
en el 79 d.C.
La religión
La religión originaria romana rendía culto a unos seres sobrenaturales (como Fauno y Flora). Cabe señalar
que la religión en Roma no tuvo la misma trascendencia que tuvo en otras civilizaciones, como con la
griega. Así, al entrar en contacto estos dos pueblos, los romanos asimilaron los dioses griegos.
El culto a estas divinidades solo prendió en los romanos a nivel superficial. Así, los dioses romanos más
importantes (con sus homólogos griegos) fueron: Júpiter (Zeus), Marte (Ares), Febo (Apolo), Neptuno
(Poseidón) y Baco (Dionisos). Las diosas fueron: Juno (Hera), Diana (Artemisa) y Minerva (Atenea). De
todos ellos sobresalían: Júpiter, Juno y Minerva, que formaban la “Tríada Capitolina” (por tener su templo
en el Capitolio).
Finalmente, en el Bajo Imperio, tras el reconocimiento de Teodosio del cristianismo, esta religión terminó
imponiéndose a las demás.
El derecho romano
La importancia de las leyes romanas está en que estas constituyen, en gran medida, el fundamento del de
la Iglesia católica y de la mayoría de los sistemas legales de naciones modernas.
El primer cuerpo de leyes fue el código llamado “Ley de las doce tablas” (451 a.C), redactado como
consecuencia de las presiones que ejercieron los plebeyos para lograr igualdad política. A este cuerpo legal
se le agregaron otras disposiciones provenientes del emperador, de los pretores y del Senado.

La educación
Para los romanos, la educación tenía como objetivo fundamental: inculcar el respeto por los valores
tradicionales, lo cual se lograba principalmente en el seno familiar.
Los hijos de padres adinerados, a la edad de seis años, seguían posteriormente su educación en escuelas.
Aquí, sus maestros impartían una enseñanza basada en el modelo griego, entregándoles nociones básicas
sobre lectura, escritura y matemáticas. Cuando cumplían 11 años, un grammaticus (profesor avanzado) les
enseñaba literatura y ciencias (matemáticas y astronomía). Al cumplir los 14 años, los jóvenes que
deseaban dedicarse a la política debían estudiar oratoria. Las niñas aprendían a desempeñar tareas
domésticas, mientras que los niños más pobres debían trabajar.
En los últimos años del imperio existieron en las principales ciudades (Roma, Atenas y Bizancio)
instituciones educacionales que eran verdaderas universidades. Sus profesores eran designados por el
Estado y estos, al igual que los alumnos, gozaban de exenciones fiscales.

Los baños públicos

Uno de los pasatiempos de los romanos (hombres y mujeres) de esta época era asistir a los baños. En ellos
existían varias piscinas con distintas temperaturas. La ciudad de Roma tuvo más de 800 baños públicos,
incluyendo 11 baños imperiales muy grandes.
¿Pulgar arriba o abajo?
Uno de los espectáculos preferidos por los romanos era la lucha de los gladiadores (por su espada o
gladius). En estas, los luchadores combatían a muerte y si uno resultaba herido, el público debía decidir si
vivía o moría, moviendo su pulgar hacia arriba o hacia abajo.

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