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Amor dormido

Dormías, los brazos me tendiste y por sorpresa


rodeaste mi insomnio. ¿Apartabas así
la noche desvelada, bajo la luna presa?
tu soñar me envolvía, soñado me sentí.

El mar es un olvido
El mar es un olvido,
una canción, un labio;
el mar es un amante,
fiel respuesta al deseo.

Es como un ruiseñor,
y sus aguas son plumas,
impulsos que levantan
a las frías estrellas.

Sus caricias son sueños,


entreabren la muerte,
son lunas accesibles,
son la vida más alta.

Sobre espaldas oscuras


las olas van gozando.

Hacia el final
Llegamos al final,
A la etapa final de una existencia.

¿Habrá un fin a mi amor, a mis afectos?


Sólo concluirán
Bajo el tajante golpe decisivo.

¿Habrá un fin al saber?


Nunca, nunca. Se está siempre al principio
De una curiosidad inextinguible
Frente a infinita vida.

¿Habrá un fin a la obra?


Por supuesto.
Y si aspira a unidad,
Por la propia exigencia del conjunto.
¿Destino?
No, mejor: la vocación
Más íntima.

Tú, tú, tú, mi incesante


¡Tú, tú, tú, mi incesante
primavera profunda
mi río de verdor
agudo y aventura!

¡Tú, ventana a lo diáfano:


desenlace de aurora,
modelación del día:
mediodía en su rosa,

tranquilidad de lumbre:
siesta del horizonte,
lumbres en lucha y coro:
poniente contra noche,

constelación del campo,


fabulosa, precisa,
trémula hermosamente,
universal y mía!

¡Tú más aún: tú como


tú, sin palabras toda
singular, desnudez
única, tú, sola!

Y los ojos prometen


Y los ojos prometen
mientras la boca aguarda.
Favorables, sonríen.
¡Cómo íntima, callada!

Henos aquí. Tan próximos.


¡Qué oscura es nuestra voz!
La carne expresa más.
Somos nuestra expresión.
De una vez paraíso,
con mi ansiedad completo.
La piel reveladora
se tiende al embeleso.

¡Todo en un sólo ardor


se iguala! Simultáneos
apremios me conducen
por círculos de rapto.

Pero más, más ternura


trae la caricia. Lentas,
las manos se demoran,
vuelven, también contemplan.

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