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Curso: Psicoanálisis
2.1.- El Inconciente
2.1.1.- Justificación del Concepto de lo Inconciente, Cómo se Revela y Cómo
Conocerlo
2.1.2.- La Multivocidad de lo Inconciente Y el Punto de Vista Tópico
2.1.3.- Sentimientos Inconcientes
2.1.4.- Tópica Y Dinámica de la Represión
2.1.5.- Las Propiedades Particulares del Sistema Icc
2.1.6.- La Comunicación Entre Sistemas
2.2.- El Preconciente
2.2.1.- Plano Descriptivo
2.2.2.- Plano Tópico
2.2.3.- Comercio Sistema Consciente-Preconsciente
2.3.- El Conciente
3.2.- El Super Yo
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3.3.- El Ello
3.3.1.- Ello e Inconciente
3.3.2.- El Aparato Psíquico Y Las Pulsiones Con el Ello
3.3.3.- Las Dos Clases de Pulsiones de Vida Y de Muerte
IV.- Conclusiones
Anexo
Bibliografía
CAPITULO I
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Este principio, indica que el organismo intenta sostener lo mas bajo posible y en
estado de equilibrio las excitaciones en el interior del aparato. Cuando se
produce un aumento en ese quantum excitatorio, intentará recuperar el estado
anterior apelando a la descarga. Dijimos líneas atrás que el aparato psíquico
surge como efecto de retención energética. Impresiona esto como opuesto a la
evacuación de energía relacionada con el principio de constancia. Lo que
sucede es, que a medida que el aparato evoluciona y se complejiza,
necesariamente el nivel de quantum energético aumentará como producto de
esa misma complejización.
Si bien en su origen, el organismo ante el aumento de excitación intenta un
drenaje del total de la cantidad, (un símil del arco reflejo); a medida que se
desarrolla, va logrando establecer investiduras, es decir, representaciones
solidarias de energía psíquica; y en este momento, ya nos encontramos ante un
aparato psíquico cuyo modo de tramitación de las excitaciones concluye en la
identidad de percepción. Pero para que esto sea posible, se ha instalado una
diferenciación respecto del primer modo de descarga; en el cual, podemos
inferir la actuación del principio de Nirvana, aliado de la pulsión de muerte, que
intenta un drenaje total de la cantidad reduciendo al cero inicial la magnitud de
la excitación.
Encontramos entonces una primera diferenciación entre el yo real inicial y este
segundo momento de inauguración del aparato con tramitación de las
excitaciones, vía principio del placer, logrando la descarga en la alucinación
perceptual, tarea llevada a cabo por el yo placer purificado. En este modo de
operar, el principio de constancia expresa una homeostasis pero en un nivel
energético mayor y por lo tanto, se opone ya a la reducción absoluta de tensión
dentro del aparato psíquico.
En la carta 52 de 1896, Freud expone su teoría de retranscripción del material
mnémico. En las fronteras de una fase el material es sobreinvestido de modo tal
que la fase posterior que se inicia supone un modo de operar superior al
producido por el estrato anterior. De este modo las ligaduras van adquiriendo
mayor estabilidad, lo cual indica mayor contención de energía ligada a
representación con menor grado de movilidad. Las inscripciones que operan
por simultaneidad serán sobreocupadas por un nuevo modo de procesar que se
inicia en la fase oral secundaria: la analogía, y éste a su vez será sobreinvestido
por la lógica causal animista. Todos ellos procesamientos que rigen en el
sistema Inconciente. En el avance progrediente con cada fase que se inicia, el
yo logra apoderarse de las investiduras de la fase anterior para utilizarlas en un
nuevo modo de tramitar que resulta mas eficaz que el anterior. Las ligaduras
presentes en la fase oral 1, que constituyen el engrama alucinatorio, no
discriminan al yo del objeto, sino más bien acogen en el yo lo placentero para
atribuir al objeto todo aquello que le provoque displacer. En el avance hacia la
constitución y estabilización del Preconciente o Yo Real Definitivo, la analogía
permite una primera diferenciación del objeto como otro, pero este objeto es
sostén del yo. La lógica causal animista introduce un nuevo refinamiento en el
tipo de retranscripción. Esta investidura que se constituye a partir de la caída
universal del pene se muestra más estable que la anterior en la medida que
introduce, tanto en el objeto como en el yo, una nueva diferencia, ahora
acotada a los genitales: falo-castración antecesora directa de los conceptos
masculino-femenino del Preconciente o Yo de Realidad Definitivo que ha
logrado máxima estabilización de investiduras ligadas y sustitución del principio
del placer por el principio de realidad. (2)
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CAPITULO II
2.1.- EL INCONSCIENTE:
2.1.1- “JUSTIFICACIÓN DEL CONCEPTO DE LO INCONCIENTE, COMO SE
REVELA Y COMO CONOCERLO:
Freud decía, el supuesto de lo inconciente es necesario y legítimo,
poseemos pruebas de su existencia. a) Es necesario: Los datos de la
conciencia son lagunosos; en sanos y enfermos aparecen actos anímicos
que presuponen actos no concientes, no sólo se muestran en actos fallidos,
sueños y síntomas: sino también ocurrencias y actos de pensamiento de
trámite desconocido, entonces es una presunción insostenible que todo lo
anímico es conciente. b) Es legítimo: No nos apartamos de nuestro modo de
pensar correcto. Vuelta a la persona propia del razonamiento per analogiam.
Aquellos actos que noto en mí y no puedo insertar en mi concatenación
anímica, deben juzgarse como si pertenecieran a otra persona que posee
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convicción de ésta división y ordenamiento (8). Por otro lado, los procesos
psíquicos inconcientes no tienen que ver con el estudio de la anatomía: no es
cuestión de fisiología ni de localizaciones cerebrales, sino que es otro campo
epistemológico que se abre a partir de la investigación freudiana (9). El
inconciente, es uno de los tres sistemas en que se divide el aparato psíquico y
para comprender su interrelación es importante conocer el término "fijación", es
un concepto que se encuentra en el origen de la represión y designa el modo
de inscripción de contenidos representativos tales como imagos, fantasías,
experiencias, que persisten en el Icc de modo inalterado y al cual permanece
ligada la pulsión (10). Esta inscripción de los representantes al moverse de una
instancia a otro no se da como una nueva trascripción sino que una
representación puede estar a la vez en dos sistemas psíquicos divorciados, Icc
y Cc, esto se observa en la clínica, un paciente no levanta su represión con el
solo hecho de hacerle conciente sus contenidos inconcientes, sino que la
comunicación hecha por el terapeuta de su contenido reprimido, hace que
tenga la representación, bajo una doble forma en lugares diferentes de su
aparato psíquico; en el cc estaría el recuerdo auditivo de la representación
dicha por el terapeuta y en el inc el recuerdo de lo vivido, al realizar esta
conexión con la huella mnémica se vence la resistencia(11). De ésta manera,
aquello que era una laguna mnémica tiene ahora un contenido y una referencia
a la interpretación: la diferencia entre lo oído y la vivencia interna; la primera
reacción es el rechazo de lo que se manifiesta en la interpretación, porque no
se reconoce como propio. Sólo sabremos que hemos acertado con la
interpretación cuando produce seguidamente más material asociativo, aun que
ese material asociativo no coincida necesariamente con el asentimiento
conciente del sujeto. (12) Aquí es necesario tener presente el factor cuantitativo,
es decir, la pulsión
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sustituto de la represión en un nivel más alto. En el icc sólo hay contenidos más
o menos investidos. La libido es la presencia efectiva, como tal, del deseo, que
aparece en el proceso primario y al cual rige.
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2.2.1.- PLANO DESCRIPTIVO: Es una instancia cuyos contenidos son: por una parte,
elementos procedentes del inconsciente, representaciones latentes
pensamientos sentimientos, fantasías y vivencias que progresan hacia la
conciencia, mediante un esfuerzo de atención y por otra parte, impresiones
almacenadas procedentes del exterior. Por lo tanto, aunque sus contenidos no
se encuentran en el campo de la conciencia, pueden estarlo en cualquier
momento; es decir, son accesibles a la conciencia, sin que para ser parte de
ella tengan que superar una censura represiva, sino más bien una censura de
tipo selectiva, ya que no caben todos los contenidos del exterior en nuestra
memoria. Esto significa que cualquier información que llegue a nuestro sistema
perceptivo, aunque luego sea reprimido, dejará de estar en el campo de la
conciencia para pasar al preconciente, al mismo tiempo que contenidos del
preconciente pueden pasar al consciente sin ningún esfuerzo, desde este plano
serían inconscientes. Cuando decimos por ejemplo: “Lo tengo en la punta de la
lengua”, casi siempre estamos haciendo referencia sin saberlos, a algo que está
representado en nuestro preconsciente.
2.2.2.- PLANO TÓPICO: Es el sistema situado entre el inconsciente y el consciente,
separándole de aquél, la censura o la barrera de la represión. Freud, al explicar
los procesos de sistema precc manifiesta que existe una inhibición de la
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Temporalidad.
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1) LA PARTE PRECONCIENTE,
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Freud, nos recuerda que en “Más allá del principio del placer” situó el
sistema preconciente en la superficie del aparato psíquico, en la
frontera entre las percepciones externas e internas, y que a partir de
lo que también estudió con anterioridad en “Lo inconsciente” (19)
podemos concluir que es su enlace con las representaciones verbales
correspondientes, lo que convierte a algo en preconsciente, que ni la
conciencia abandona su lugar ni lo Inc se eleva hasta lo Cc, sino que
son las cargas de las huellas mnémicas (de las percepciones verbales
-sobre todo de la palabra oída- y, secundariamente, de las
percepciones visuales), las que se extienden al elemento del sistema
P-Cc (y en la alucinación, por ejemplo, pasan por completo a él). Así,
la relación de la percepción exterior con el yo es evidente, pero no la
de las percepciones internas, entre las que hay que incluir las de la
serie placer-displacer y las sensaciones de dolor.
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reprimido, para mostrar que el yo, es una parte del Ello modificada por
la influencia del mundo exterior, que rige habitualmente el acceso a la
motilidad "como el jinete que refrena la fuerza de su cabalgadura,
aunque a veces se vea obligado a dejarse conducir a donde su
cabalgadura quiera".
Pero añade que en la génesis del yo, actúa otro factor además del
sistema P: el propio cuerpo, y sobre todo su superficie, de donde parten
tanto percepciones externas como internas; y concluye, en una célebre
nota de 1927: “El yo se deriva en último término de las sensaciones
corporales, principalmente de aquellas producidas en la superficie del
cuerpo, por lo que puede considerarse al yo como una proyección
mental de dicha superficie y que por lo demás, como ya lo hemos visto,
corresponde a la superficie del aparato mental.”
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que puede sustraerse por medio de una acción muscular. Por ejemplo al
estimularle la planta del pie puede retirarla o encoger la pierna). La
satisfacción pulsional aún cuando provenga del objeto es experimentada
como autoproducida.
2.- YO DE PLACER PURIFICADO: El yo incorpora como propio todo lo que
le da placer y expulsa lo que le produce displacer. El objeto es
depositario de lo displacentero y se constituye en lo odiado.
3.- YO DE REALIDAD DEFINITIVO: El yo es capaz de discriminar el mundo
interno del externo, se instaura el principio de realidad. Sus funciones
principales son: percepción, memoria, pensamiento, dominio motor,
represión, resistencia y el examen de la realidad.
3.2.- EL SUPER YO
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ya que para la mujer tener un hijo es como si tuviera pene, el hijo va a ser
el falo de la madre y la va a completar.
La envidia del pene, es entonces, es estructurante y fundamento de la
sexualidad femenina.
Y con respecto al complejo de Edipo en el varón, este declina a raíz del
complejo de castración, contrariamente a lo que sucede en la mujer. Lo
importante del concepto de la castración, es que hay que tomarla como
una fantasía que actúa como inhibidora del deseo hacia la madre. Lo que
se teme es a la desvalorización, ya que aparece el pene como un órgano
valorado. Esto es lo importante. El varón va a abandonar al objeto sexual
(la madre) porque se encuentra con un conflicto, ese deseo hacia la
madre está prohibido por parte del padre, y el conflicto en que se
encuentra es entre seguir deseando a la madre pero perder el pene
(complejo de castración) ya que el padre interviene como elemento
castrador, o bien por optar por renunciar al objeto de deseo para salvar su
pene, es decir, su narcisismo. El niño, opta por salvar su pene.
Algo que es importante aclarar es que en la niña es perfectamente
entendible, porque elige al padre como objeto sexual, justamente por
poseer aquello que ella no tiene y también por una identificación con la
madre, desde la cultura. Al sentirse mujer, elige al padre como objeto
sexual.
Pero en el niño, no hay un cambio de objeto, de entrada tiene una relación
con el objeto edípico, la madre. Aunque también puede elegir al padre
como objeto sexual y sin embargo caer en la angustia de castración. Al
identificarse con la madre, estaría castrado y tiene miedo a estar
identificado por una figura sin pene. Si se elige a la madre es por
identificación con el padre, y esta surge porque lo identifican desde la
cultura. Para elegir a la madre como objeto sexual él tiene primero que
identificarse con la persona que desea a la madre, que es el padre.
Entonces, la identidad psicológica también se concreta a la salida del
Edipo por las identificaciones, fundamentalmente con el progenitor del
mismo sexo. Si un hombre desea a una mujer está dado por la identidad
sexual que se obtiene en el desarrollo, fundamentalmente a través de las
primitivas identificaciones a nivel del complejo de Edipo.
Llegamos a la conclusión de que esta estructura, el complejo de Edipo, va
a posibilitar, por medio de las identificaciones (que es donde culmina el
complejo) un posicionamiento masculino o femenino.
Y retomando a la estructuración del aparato psíquico, la instancia que se
construye debido al complejo de Edipo, es el Superyó. La renuncia al
objeto de deseo por parte del varón, determina la constitución de esta
instancia. La madre y el padre pasan a introyectarse en el aparato
psíquico y constituir una instancia psíquica donde se interiorizan las
prohibiciones externas, se conservan las normas parentales de
prohibición. El superyó será el representante de las normas dominantes
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3.3.- EL ELLO
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Es en 1923 cuando Freud, trabaja su segunda teoría del aparato psíquico, propone en
El yo y el ello el pronombre demostrativo (impersonal). Es, que toma de G. Groddeck,
la idea que éste defiende, es que estamos habitados por fuerzas desconocidas e
indominables a las que llama Es, Freud en la trigésima primera de las Nuevas
conferencias de introducción al psicoanálisis (1932), se apropia del término pues le
parece el más adecuado para expresar el carácter radicalmente distinto, extraño e
impersonal de “la parte oscura, caótico, contradictorio inaccesible de nuestra
personalidad y ante los cuales el sujeto puede sentir horror, fascinación o ambas cosas
a un tiempo”.
3.3.1.- ELLO E INCONCIENTE. En su primera teoría del aparato psíquico, Freud
proponía para el inconciente, fronteras que la segunda teoría del aparato
psíquico lo lleva a reconsiderar. Las características atribuidas al inconciente en
la primera teoría, son retomadas globalmente por Freud para calificar al ello.
Pero, se corrobora que el inconciente ya no es considerado un sistema, sino
que se da como una propiedad del ello: «Lo inconciente es la única cualidad
dominante en el interior del ello», escribe Freud en Esquema del psicoanálisis
(1938). Esta cualidad, en esta segunda teoría, es también una propiedad de
una parte del yo y una parte del superyó. Así, el ello no es el todo de lo
inconciente, pero tiene la propiedad de ser totalmente inconciente, como el yo y
el superyó no son totalmente, sino en su mayor parte, inconcientes. Es decir, el
YO tiene partes inconscientes, preconscientes y conscientes; y el SUPERYO
parte preconscientes e inconscientes, el ELLO es lo totalmente inconsciente y
podemos ver al ello en acción cada vez que una persona hace algo impulsivo,
por ejemplo, una persona tirando una piedra por la ventana golpeando a alguien
o perpetrando una violación, esta denominada por el ello. Pero, aunque
inconcientes como el ello, el yo y el superyó, dice Freud en sus Nuevas
conferencias, que no tienen «las mismas características primitivas e
irracionales». Lo que proviene de la represión, lo reprimido, que en su primera
teoría Freud asimila al inconciente, aunque se confunda con el ello, es sólo una
parte del ello. Porque el ello, también representa el lugar donde las exigencias
de orden somático, encuentran un primer modo de expresión psíquica todavía
impersonal de lo instintivo, y está presente al nacer, de la misma manera que
las tendencias hereditarias, las determinaciones constitucionales, y el pasado
orgánico y filogenético, lo que lleva a Freud, a hablar de un «ello hereditario».
Es decir sus contenidos inconcientes son de diferentes orígenes. Por una parte,
se trata de tendencias hereditarias, de determinaciones innatas, arcaicos de
origen onto y filogenético de exigencias somáticas, y, por otra parte, de
adquisiciones, es decir, de auquello que proviene de la represión. Esta
expresión retorna en parte lo que Freud entendía en la primera teoría por
«núcleo del inconciente», donde alojaba todos los contenidos no adquiridos,
filogenéticos. Para Freud es el núcleo de nuestro ser, para J. Lacan, es el lugar
de ser.
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guiado a estos fines por sus necesidades (hambre, sed, evitación del dolor y
sexo).
Una parte (muy importante, por cierto) del cuerpo, lo constituye el sistema
nervioso, del que una de sus características más prevalentes, es la sensibilidad
que posee ante las necesidades corporales. En el nacimiento, este sistema es
poco más o menos como el de cualquier animal, una “cosa”, o más bien, el Ello.
El sistema nervioso como Ello, traduce las necesidades del cuerpo a fuerzas
motivacionales llamadas pulsiones (en alemán “Triebe”). Freud también los
llamó deseos. Esta traslación de necesidad a deseo, es lo que se ha dado a
conocer como proceso primario (desplazamiento, condensación y
simbolismo).
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y no hay noción de lo que está bien o lo que está mal. Freud basado en la
“teoría” de la Evolución o Evolucionismo de Charles Darwin (1859). Creía que
en el Ello, no podía existir una valoración moral, porque se trataba de la parte
“animal” (mono) del hombre. Es una "maquina de crear impulsos para su ego”.
Aquí se encuentran todos los datos almacenados desde que hemos nacido, y
hasta incluso algunos recuerdos del vientre de la madre, y del momento del
parto, momento bastante determinante en el desarrollo posterior del niño o
futuro adulto. En esta división de la mente al no haber noción del bien y el mal,
no se encuentran conflictos, se rige por el principio de No-Contradicción lo único
que hay aquí son impulsos y gran cantidad de información. Aquí es donde se
comienzan a formar nuestros pensamientos, que son en su momento inicial tan
solo impulsos a satisfacer una necesidad, del organismo.
Menos mal que existe una pequeña porción de la mente a la que nos referimos
antes, el consciente, que está agarrado a la realidad a través de los sentidos.
Alrededor de esta consciencia, algo de lo que era “cosa” se va convirtiendo en
Yo en el primer año de vida del niño. El Yo se apoya en la realidad a través de
su consciencia, buscando objetos para satisfacer los deseos que el Ello ha
creado para representar las necesidades orgánicas. Esta actividad de
búsqueda de soluciones es llamada proceso secundario.
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Además, con el ello, Freud reconoce toda una dimensión de lo pulsional que su
teorización del inconciente en la primera teoría había dejado en la sombra. La
admisión de un conjunto de consideraciones clínicas, el choque incesante
contra oscuros obstáculos que hacen fracasar el trabajo de la cura, obligan a
Freud a lo que se presenta como una necesidad especulativa, y lo llevan
especialmente a retomar la teoría del aparato psíquico y a refundir la teoría de
las pulsiones. Con el ello, Freud delimita y reconoce, en el psiquismo, un papel
hasta entonces descuidado: el de las pulsiones de destrucción y de muerte. En
el ello, que él a menudo representa con su fondo abierto sobre lo orgánico,
reinan salvajemente, oscuramente, sostiene, estas pulsiones que se enfrentan
con las pulsiones de vida. Caos, marmita hirviente llena de excitaciones: estas
son las comparaciones, las imágenes que acuden a Freud para intentar
expresar ese ello habitado por potencias ciegas, indominables, y que
representa «la arena» donde se traban en lucha las pulsiones. Es por lo tanto,
una referencia determinante e inevitable a lo pulsional y, más allá, a lo biológico,
lo que Freud formula con el término ello. ¿No llega por otra parte a afirmar, en el
Esquema del psicoanálisis, que la energía, la potencia del ello traducen en el
psiquismo «el verdadero fin de la vida orgánica»?
Empieza este capítulo declarando que con la división del ser anímico en el yo,
el Ello y el superyó, se propone sostener y continuar la teoría de las pulsiones
que inició en “Más allá del principio del placer”. Consideró que todo el
comportamiento humano estaba motivado por las pulsiones, las cuales no son
más que las representaciones neurológicas de las necesidades físicas. Al
principio se refirió a ellas, como pulsiones de vida, lo denominó Eros (nombre
del dios griego del amor que integra las pulsiones sexuales, las sublimadas y
las de conservación. Estas pulsiones perpetúan: (a) la vida del sujeto,
motivándole a buscar comida y agua y (b) la vida de la especie, motivándole a
buscar sexo. La energía motivacional de estas pulsiones de vida, el “oomph”
que impulsa nuestro psiquismo, les llamó libido, a partir del latín significante de
“yo deseo”.) La experiencia clínica de Freud, le llevó a considerar el sexo como
una necesidad mucho más importante que otras, en la dinámica de la psiquis.
Somos, después de todo, criaturas sociales y el sexo es la mayor de las
necesidades sociales. Pero, aunque debemos recordar que cuando Freud
hablaba de sexo, hablaba de mucho más que solo el coito, la libido se ha
considerado como la pulsión sexual.
Más tarde en su vida, Freud empezó a creer que las pulsiones de vida no
explicaban toda la historia. La libido es una cosa viviente; el principio de placer
nos mantiene en constante movimiento. Y la finalidad de todo este movimiento
es lograr la quietud, estar satisfecho, estar en paz, no tener más necesidades.
Se podría decir que la meta de la vida, bajo este supuesto, es la muerte. Freud
empezó a considerar que “debajo” o “a un lado” de las pulsiones de vida había
una pulsión de muerte (que tiene en el sadismo su representante). Empezó a
defender la idea de que cada persona tiene una necesidad inconsciente de
morir, al thanatos o instinto de muerte le hace responsable de la agresividad y
la destrucción. Parece una idea extraña en principio, y desde luego fue
rechazada por muchos de sus estudiantes, pero tiene cierta base en la
experiencia: la vida puede ser un proceso bastante doloroso y agotador. Para la
gran mayoría de las personas existe más dolor que placer, algo, por cierto, que
nos cuesta trabajo admitir. La muerte promete la liberación del conflicto.
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était du ça doit advenir du moi [allí donde estaba algo del ello debe advenir algo
del yo». Lacan sostiene que se trata ahí no del «moi», «constituido en su núcleo
por una serie de identificaciones alienantes», sino del «je», del «Sujeto
verdadero del inconciente», que debe emerger a la luz ,en ese lugar de ser que
es ello.
CAPITULO IV
CONCLUSIONES
Con esta monografía hemos tratado de responder a estas dos peguntas ¿Cómo se
constituye y cuál es la "materia prima" fundante del aparato psíquico?, ¿cómo llega a
conseguir estatuto psíquico aquello que en su origen es pura necesidad somática?
Freud nos responde con la formulación de dos teorías sobre la constitución del aparato
psíquico: Una primera teoría nos habla de la pulsión en la constitución del
aparato psíquico y la segunda teoría nos habla como se estructura el aparato psíquico.
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2da Teoría: Freud decía que actuaban tres sistemas distintos en sus dos hipótesis
tópicas: en la primera hipótesis tópica dividió el Aparato Psíquico en tres estratos o
niveles Inconsciente, Preconsciente, Consciente. Ante la insuficiencia de la primera
tópica es necesario formar una segunda tópica del aparato psíquico, complementaria
de la primera, también aquí, dividió el Aparato Psíquico en tres instancias o
dimensiones psíquicas: Yo; Ello; Superyó. El tema fue denominado "la estructuración
del aparato psíquico". Estos "Sistemas" o instancias modulan y controlan los recorridos
de dicha energía, poseen una función, una energía y un modo de operar propio.
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Segunda tópica:
El ello y el inconciente están en una relación muy estrecha y tienen lazos casi
exclusivos el uno con el otro. Sus propiedades son similares y conocen los mismos
procesos. El Ello es la más antigua de estas “instancias psíquicas” y, esta constituido
por la totalidad de los impulsos instintivos innatos, agresivos y sexuales y por los
deseos reprimidos. Pero así también es el reducto que aporta la energía mental a los
individuos. Gran parte del ello esta formado por elementos arcaicos, es decir, todo lo
heredado, lo que ha traído el hombre genéticamente desde su nacimiento. Todos los
sectores del ello son inconcientes. Con el ello, Freud reconoce toda una dimensión de
lo pulsional en el psiquismo, que su teorización del inconciente en la primera teoría
había dejado en la sombra. Todo el comportamiento humano estaba motivado por
estas pulsiones que están en la base. La Pulsión es un proceso dinámico consistente
en un “impulso” que hace tender al organismo hacia un fin. Los elementos de la Pulsión
son: Fuente, Impulso, Objeto, Fin. La fuente sería donde se origina, el Impulso sería la
fuerza que lleva a un individuo a la descarga, el Objeto sería variable de un individuo a
otro, es decir, según el Pasado Histórico de cada uno y, el Fin sería suprimir el estado
de tensión.
Más tarde se introdujo otro dualismo pulsional: las Pulsiones de Vida frente a las
Pulsiones de Muerte que funcionarían siempre en forma conjunta aunque mezcladas
en grado variable las Pulsiones de Vida perpetúan: (a) la vida del sujeto, motivándole a
buscar comida y agua y (b) la vida de la especie, motivándole a buscar sexo. La
energía motivacional de estas pulsiones de vida, que impulsa nuestro psiquismo, les
llamó libido. mientras que las Pulsiones de Muerte tienen por finalidad la
autodisolución, la autodestrucción y el retorno a lo inorgánico.
La estructura del sujeto, conformada por deseos, anhelos de lo imposible de realizar,
determina la constante insatisfacción. Los deseos mismos son un obstáculo para la
adaptación. Aunque no siempre satisfacemos los instintos directamente. El Ello se rige
únicamente por el principio del placer, solo busca satisfacción inmediata al margen de
cualquier consideración como la supervivencia, la defensa de los peligros, los
principios morales o la convivencia social. No se ve afectado por él tiempo ni
perturbado por las contradicciones; ignora los juicios de valor, el bien y el mal y la
moral. El ello como reservorio de las representaciones de las pulsiones, el yo que
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depende del ello, del superyó y de la realidad, representa el polo defensivo, instancia
que pone en marcha mecanismos defensivos para que no afloren los impulsos del ello,
por ejemplo el impulso prohibido. Esta sería la parte icc del Yo. Y el superyó que como
bien fue establecido, es la conciencia moral, la autoobservación, es lo que selecciona
lo permitido y lo prohibido. Freud lo define como una instancia "paradojal.
Yo: se identifica con el consciente. Se gobierna por el principio de realidad. El Yo actúa
como mediador entre la persona y la realidad externa, entre el Ello y el mundo exterior,
entre el Ello y el Superyo, una posición entre los instintos primarios y las exigencias del
mundo exterior. Percibe las necesidades de la propia persona, tanto físicas como
fisiológicas, y las cualidades y actitudes del ambiente. Valora e integra estas
percepciones de manera que busca que las exigencias internas se pueden ajustar a los
requerimientos externos. Tal como señalan Laplanche y Pontalis en su "Diccionario de
Psicoanálisis", el Yo "se encuentra en una relación de dependencia, tanto respecto a las
reinvindicaciones del Ello como a los imperativos del Súper-Yo y a las exigencias de la
realidad". Si bien es una instancia que se exhibe como mediadora y como
representante de los intereses de la totalidad de la persona, Freud puntualiza que la
autonomía del Yo es ficticia.
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ANEXOS
Dibujo realizado por Freud para tratar de representar gráficamente las relaciones
entre los sistemas de su primera tópica y las instancias de la segunda que en
esta obra desarrolla.
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Retomemos los "Estudios sobre histeria" situándonos en el caso Katharina.
Observamos los siguientes elementos: ataque de angustia caracterizado por
pesadez en los párpados, dolor de cabeza -la cabeza martilla y martilla- sensación
de presión en el pecho y dificultad para respirar. A ello se agrega la impresión de
ser atacada en cualquier momento por la espalda y la alucinación visual de cierto
rostro siniestro que le provoca miedo y que Katharina significa como el rostro de un
hombre.
Una característica importante: no sabe de dónde le viene ni en qué circunstancia se
originó este malestar que la acompaña. Guiada por las preguntas de su interlocutor,
relata la siguiente escena: asomada a la ventana ve a su tío que yace sobre
Francisca. A continuación relata dos vivencias anteriores en las cuales ella ha sido
protagonista: el despertarse a mitad de la noche y sentir el cuerpo del tío junto a
ella, y cómo tuvo que defenderse otra vez de él en una posada cuando estaba
totalmente bebido. Por otro lado, a Freud, le llamaba la atención la particular
relación entre este hombre y Francisca. Relata entonces varias escenas que
indican un claro tono sexual entre ambos. Luego de la escena de la ventana,
Katharina se descompuso, vomitó y permaneció en cama con vómitos durante tres
días.
¿Qué es lo que Katharina expulsa y desaprueba con asco? No tan sólo la escena
descubierta entre Francisca y su tío que señala un vínculo sexual sino lo que se
anuda a ella, es decir, los dos recuerdos en que el tío intentó acercársele con las
mismas intenciones. Frente a la escena de coito comienza a esbozarse una
reflexión que es coartada y expulsada: "En ese lugar podría estar yo", "Lo que sentí
aquella noche fue su pene erecto sobre mi cuerpo". La excitación sexual es
expulsada y en su lugar, figurando el rechazo, aparece el vómito y el asco.
La alucinación visual responde al acecho del tío, y el temor a ser sorprendida por la
espalda, repiten aquellas escenas que no lograron ser tramitadas bajo otra
modalidad. La represión secundaria produce un quite de investidura preconciente,
evita de este modo la formación de un juicio que debería haberse constituido y al
que el yo le niega la posibilidad de existencia: "En ese lugar podría haber estado
yo. Lo que hace ahora con Francisca podría haberlo hecho conmigo y
probablemente aquellas escenas significaban lo que ahora veo". Comprendemos
entonces de qué modo, en este caso, el aparato psíquico funciona. Aquello que
Katharina ha visto por la ventana, se entrama con lo primariamente reprimido y por
lo tanto, sufre el mismo destino. El mecanismo de la represión es el que se pone en
marcha a partir de considerar inaceptable para el yo ciertas representaciones de
meta sexual directa. Vía retorno de lo reprimido se producen transacciones entre
deseo y defensa dando lugar a los síntomas que la aquejan. La alucinación
responde a aquella primera forma de tramitación que consiguió el aparato psíquico
para lograr descender los niveles excitatorios que resultaron perturbadores. Ahora
retorna esta modalidad donde confluyen deseo y defensa una vez que ha operado
el mecanismo de la represión y el deseo inconciente logra eludirla con apelación al
retorno de lo reprimido. Condensación y desplazamiento, leyes que rigen en el
sistema inconciente son las responsables de la emergencia del contenido en un
modo imposible de ser comprendido. La defensa también aporta material
ofreciendo una idea que como contrainvestidura intenta detener el avance del
deseo inconciente. El principio de Constancia acompaña la complejización en el
aparato psíquico de modo tal que opera intentando mantener constante el nivel
energético, que por los nuevos modos de tramitación, resultan estables con niveles
mayores de retención energética que es ligada a representación.
(3)
«Dejaremos por completo de lado el hecho de que el aparato psíquico, del que aquí
se trata, nos es también conocido como preparado anatómico, y evitaremos
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Curso: Psicoanálisis
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"Si comunicamos a un paciente una representación que él reprimió en su tiempo y
que hemos logrado colegir, ello, al principio en nada modifica su estado psíquico.
Sobre todo, no cancela la represión ni, como quizá podría esperarse, hace que sus
consecuencias cedan por el hecho de que la representación antes inconciente
ahora devenga conciente. Al contrario, primero no se conseguirá más que una
nueva "desautorización" de la representación reprimida. Pero de hecho el paciente
tiene ahora la misma representación bajo una doble forma en lugares diferentes de
su aparato anímico; primero, posee el recuerdo conciente de la huella auditiva de la
representación que le hemos comunicado, y en segundo término, como con certeza
sabemos, lleva en su interior (y en la forma que antes tuvo) el recuerdo inconciente
de lo vivenciado. En realidad, la cancelación de la represión no sobreviene hasta
que la representación conciente, tras vencer las resistencias, entra en conexión con
la huella mnémica inconciente. Sólo cuando esta última es hecha conciente se
consigue el éxito. Por tanto, para una consideración superficial parecería
comprobado que representaciones concientes e inconcientes son transcripciones
diversas, y separadas en sentido tópico, de un mismo contenido. Pero la más
somera reflexión muestra que la identidad entre la comunicación y el recuerdo
reprimido del paciente no es sino aparente. El tener oído y el tener vivenciado son,
por su naturaleza psicológica, dos cosas por entero diversas, por más que posean
idéntico contenido."
(12)
"Por consiguiente, en un comienzo no estamos en condiciones de distinguir entre las
dos posibilidades. Tal vez más adelante acertemos con factores que puedan
inclinar la balanza en favor de una de ellas. Quizá nos aguarde el descubrimiento
de que nuestro planteo era insuficiente y la diferencia entre la representación
inconciente y la conciente ha de determinarse de un modo radicalmente diverso."
(13)
Una aproximación al tema del amor y el odio se puede seguir en el primero de los
trabajos de la serie Pulsiones y destinos de pulsión (Volumen XIV). ).
Dijimos que había representaciones concientes e inconcientes; ¿existen también
mociones pulsionales, sentimientos, sensaciones inconcientes, o esta vez es
disparatado formar esos compuestos? Opino, en verdad, que la oposición entre
conciente e inconciente carece de toda pertinencia respecto de la pulsión. Una
pulsión nunca puede pasar a ser objeto de la conciencia; sólo puede serIo la
representación que es su representante. Ahora bien, tampoco en el interior de lo
inconciente puede estar representada si no es por la representación. Si la pulsión
no se adhiriera a una representación ni saliera a la luz como un estado afectivo,
nada podríamos saber de ella. Entonces, cada vez que pese a eso hablamos de
una moción pulsional inconciente o de una moción pulsional reprimida, no es sino
por un inofensivo descuido de la expresión. No podemos aludir sino a una moción
pulsional cuya agencia representante-representación es inconciente, pues otra
cosa no entra en cuenta."
(14)
"Creeríamos que la respuesta a la pregunta por las sensaciones, los sentimientos,
los afectos inconcientes se resolvería con igual facilidad. Es que el hecho de que
un sentimiento sea sentido y, por lo tanto, que la conciencia tenga noticia de él, es
inherente a su esencia. La posibilidad de una condición inconciente faltaría
entonces por entero a sentimientos, sensaciones, afectos. Pero en la práctica
psicoanalítica estamos habituados a hablar de amor, odio, furia, etc., inconcientes,
y aun hallamos inevitable la extraña combinación «conciencia inconciente de
culpa» o una paradójica «angustia inconciente». ¿Tiene este uso lingüístico mayor
significado aquí que en el caso de la «pulsión inconciente»?"
(15)
"En realidad, las cosas se presentan en este caso dispuestas de otra manera. Ante
todo puede ocurrir que una moción de afecto o de sentimiento sea percibida, pero
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(21)
Freud, S.: “El yo y el Ello”, pág. 2707. Ed. Biblioteca Nueva. Tercera edición.
Madrid, 1973.
(22)
Ídem, ver pág. 2708. dibujo en anexos
(23)
Véase Freud, S.: “Psicología de las masas y análisis del yo”, págs. 2600 a 2603. Ed.
Biblioteca Nueva. Tercera edición. Madrid, 1973.
(24)
Véase Freud, S.: “El humor”, pág. 2999. Ed. Biblioteca Nueva. Tercera edición.
Madrid, 1973.
(25)
Véase Freud, S.: “Duelo y melancolía”, págs. 2098 a 2100. Ed. Biblioteca Nueva.
Tercera edición. Madrid, 1973.
(26)
Freud, S.: “El yo y el Ello”, pág. 2711. Ed. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Madrid,
1973.
(27)
Véase Berenguer, E.: “Identidad, identificación y lazo social. La perspectiva de
Freud”, págs. 43 y 44. Documento interno de la Universidad de León.
(28)
Ídem, pág. 2722.
(29)
Ídem, pág. 2723.
(30)
Véase Lacan, J.: “Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en
criminología”, págs. 122 a 129. En “Escritos 1”. Ed. Siglo XXI. Madrid, 1984.
(31)
Freud, S.: “El yo y el Ello”, pág. 2725. Ed. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Madrid,
1973.
(32)
Ídem, pág. 2726.
(33)
Ídem, pág. 2727.
(34)
“Sin las consideraciones desarrolladas en ‘Más allá del principio del placer’ y el
descubrimiento de los elementos sádicos del Eros, nos sería difícil mantener
nuestra concepción dualista fundamental. Pero se nos impone la impresión de que
las pulsiones de muerte son mudas y que todo el fragor de la vida parte
principalmente del Eros.”
(35
Freud, S.: “El yo y el Ello”, pág. 2721. Ed. Biblioteca Nueva. Tercera edición. Madrid,
1973.
Bibliografía:
1.- FREUD, SIGMUND, Estudios sobre la histeria (Breuer y Freud) 1893. En O.C.
Vol.2, E. Amorrortu , Bs. As. 1976.
2.- FREUD SIGMUND, Proyecto de Psicología, 1895. En O. C. Vol. 1, E. Amorrortu,
Bs. As. 1976.
3.- FREUD, SIGMUND, Fragmento de la correspondencia con Fliess Manuscrito E.
¿Cómo se genera la angustia? (Sin fecha. ¿Junio de 1984?) Carta 52 (6 de
diciembre de 1896).
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