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https://leyendadeterror.com/leyenda-del-vestido-de-novia/
Las historias que existen en todo el mundo son muy variadas, por supuesto las más populares son
la de terror, esas que provocan una sensación estremecedora que a muchos nos encanta, aunque a
veces nos llenemos de pavor. Los protagonistas de estos relatos son desde personas comunes y
corrientes, entes sobrenaturales, criaturas demoniacas, hasta el demonio mismo y por supuesto,
existen aquellas en las cuales todo se centra en un objeto, una cosa inanimada que se vuelve el
centro de los sucesos, y es el tema que se tratará hoy en la leyenda del vestido de novia.
Esta leyenda proviene de Sevilla, España, y habla sobre un vestido que se exhibía en un escaparate
del casco antiguo de esta ciudad. La prenda era tan extraordinaria que hombres, mujeres y niños se
detenían a verlo, e incluso había quienes se acercaban solo con la intensión de mirarlo. Así era la
vida para los curiosos, mientras para las dependientas del lugar esto representaba un verdadero
martirio, pues cada mañana, tomaban aquel ropaje, envolviéndolo cuidadosamente en su funda,
para después llevarlo a la parte alta de la tienda donde se encontraba el almacén. Pero el vestido
volvía a aparecer en el escaparate.
Las trabajadoras vivían con pesadez total, incluso algo de miedo, pues asumían que un hecho tal
solo podría ser obra del mismísimo demonio, hacían todo lo que estaba a su alcance para evitarlo,
cada noche guardaban el vestido bajo llave, y rogaban a Dios para que este permaneciera ahí, sin
embargo, a la mañana siguiente lo encontraban nuevamente puesto en el maniquí.
Al ver que las jóvenes trabajadoras se fundían del miedo, el dueño de la tienda quiso darles
tranquilidad comprometiendo a quedarse ahí todas las noches hasta poder descubrir quien era el
responsable de ponerle el vestido al maniquí una y otra vez. Y cumplió con su promesa esa misma
noche. Ordenó que se pusiera un vestido distinto en el exhibidor e hizo guardia en la tienda. Iba a
echar un ojo de cuando en cuando y se alegraba al saber que todo seguía igual. Al llegar las chicas a
la mañana siguiente, de inmediato fueron a pedir detalles sobre los sucesos. El hombre estaba
orgulloso porque el vestido no se había movido del almacén, sin embargo, su sorpresa fue
mayúscula cuando sus empleadas le informaron que el maniquí llevaba puesto el traje maldito.
Sin salir aun del asombro, el propietario del lugar juraba que no hubo algo extraño durante la noche,
que él se había asegurado en más de una ocasión que el vestido estaba bajo llave y el maniquí tenía
otro puesto. Lleno de desesperación y no sabiendo como enfrentar el hecho, quiso destruir el
vestido, pero después de tomar las tijeras, una fuerte voz venida de su interior le obligó a detenerse,
y en lugar de destruirlo quiso averiguar porque la persona que ya había pagado por el no apareció
para llevárselo.
Lograron así dar con la madre de la novia, quien les informó que la joven había muerto en un
accidente automovilístico un día antes de la boda, y entonces para el propietario del local no hubo
más explicación que lo sobrenatural, pues aun desde el mas allá la joven reclamaba lo que era suyo,
así que envío el traje a su familia junto con un ramo de rosas blancas para que el espíritu de la
muchacha pudiese encontrar la paz y lucir su vestido donde quiera que se encontrase.