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Reafirma lo que se viene señalando -sobre la inexistencia del derecho a la propia
muerte o disponibilidad libre de la vida- la circunstancia que ninguna legislación autoriza la
libre disposición de la vida, ni siquiera en países como Holanda, Bélgica, Luxemburgo o
Estados Unidos en los estados de Oregón, Montana y Washington que han reconocido el
derecho a la eutanasia, o bien, el suicidio asistido en Suiza, pero en supuestos precisos y
delimitados; o el homicidio piadoso en Uruguay, con ciertos requisitos. Otros países como
España, Italia, Alemania, Bolivia, Colombia, El Salvador, Paraguay y Perú castigan la
eutanasia como homicidio atenuado (Código Penal Español, art. 143 N° 4: “El que causare
o cooperare activamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro, por la petición
expresa, seria e inequívoca de este, en el caso de que la víctima sufriera una enfermedad
grave que conducirá necesariamente a la muerte, o que produjera graves padecimientos
permanentes y difíciles de soportar, será castigado con la pena inferior en uno o dos
grados…”; “Código Penal Italiano, art. 579: “Quien causa la muerte de un hombre con su
consentimiento…”; Código Penal Alemán, párrafo 216: “Si alguien ha sido determinado
por el pedido expreso y serio de la víctima, se impondrá prisión no inferior a 3 años”;
Código Penal de Bolivia, art. 25; Código Penal de Colombia, art. 326; Código Penal de El
Salvador, art. 130; Código Penal de Paraguay, art. 106; y Código Penal de Perú, art. 212”).
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CAPÍTULO SEGUNDO
UBICACIÓN Y CLASIFICACIÓN DE LOS DELITOS CONTRA LA VIDA
Los delitos contra la vida que atentan contra el individuo (o la criatura) en sus
condiciones físicas o en su “existencia biológica” (“atributos vitales”) se encuentran
contemplados especialmente en el Título VIII y VII del Libro II del Código Penal, bajo
los epígrafes “Crímenes y simples delitos contra las personas” y “Crímenes y simples
delitos contra el orden de la familia, contra la moralidad pública y contra la
integridad sexual”, respectivamente. Su ubicación responde a razones sistemáticas, por
cuanto la Comisión Redactora en este punto siguió al Código Belga.
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CAPÍTULO TERCERO
HOMICIDIO SIMPLE
1) Concepto.
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Cuando se mate por medio de una acción el sujeto activo puede ser cualquier
persona con capacidad de imputabilidad, o sea, mayor de 14 años de edad, con
independencia a su raza, edad, sexo, estirpe o condición, con las siguientes prevenciones:
3.a) El sujeto activo debe ser una persona distinta del sujeto pasivo, puesto que la propia
muerte, queda excluida del tipo del homicidio (suicidio).
3.b) No debe tener la calidad descrita en los arts. 390 y 394, que configuran los delitos de
parricidio, femicidio e infanticidio, respectivamente.
Si, lo es por medio de una omisión, el sujeto activo deberá encontrarse en posición
de garante respecto de la víctima; o bien, ostentar un especial deber (o responsabilidad)
de cuidado respecto del ofendido.
En tanto, el sujeto pasivo corresponde a otro ser humano con vida independiente,
debiendo precisarse:
Dicho de otra forma, existe desde que la criatura hubiere nacido viva, un
momento siquiera, donde hubiere respirado y tenido circulación sanguínea propia, siendo
irrelevante que esté cortado o no el cordón umbilical que lo une a la placenta, que no forma
parte del cuerpo de la madre, ya que ésta se expulsa naturalmente, o “que en el caso de
parto por cesárea la expulsión se produzca por extracción del vientre materno”.
Sin perjuicio de todo lo expuesto con anterioridad, cabe resaltar la doctrina fijada
por la Corte Suprema que –apartándose de la interpretación dada del concepto de persona-
dio por configurada una omisión culpable y negligente de parte de los acusados (sujetos
activos) en contra de la vida de la criatura que estaba por nacer (el sujeto pasivo),
agregando que dicha omisión como tal queda comprendida entre las figuras protegidas por
el art. 491 del Código Penal, en relación con el art. 490 del mismo cuerpo legal
(Considerando 22°). En efecto, “las figuras de ilícitos que conforman el hecho principal en
los cuasidelitos contra las personas, están constituidas por el homicidio y las lesiones, y
también por el aborto. En el homicidio el sujeto pasivo es otro como lo manifiesta el
artículo 391 del Código Penal, adquiriendo relevancia trascendental el sentido y alcance de
la expresión en el ámbito penal. En una definición civilista otro es un sujeto distinto, un
hombre vivo diferente del autor, que ha adquirido la calidad de persona desde el momento
de su separación completa de la madre y sobrevive un momento siquiera a esa separación,
como lo dispone el artículo 74 del Código Civil. En cambio, en el ámbito penal el concepto,
la idea de quien es otro, ha ido adquiriendo una visión más acorde con la realidad y
circunstancias del tipo penal de que se trata, así en los cuasidelitos y en los de negligencia
médica que nos preocupa, es también otro el producto de la concepción, sin lugar a
dudas y discusión, a lo menos, en la etapa de nacimiento que se inicia con las primeras
contracciones que sufre y experimenta la parturienta, de manera que si durante ese
proceso biológico, cuya vida ha sido auscultada, fallece antes de su extracción del
vientre materno, sea por operación o procedimiento médico o naturalmente, se habrá
originado responsabilidad penal, si quienes debieron controlar, dirigir y realizar las
actuaciones médicas y obstétricas necesarias para el parto sin consecuencias, incurrieron en
negligencia médica como la comprobada en autos. La calidad de persona entonces, del
otro a que se refiere el Código Penal, no puede apreciarse con el rigor y criterios civilistas
del entramado del Código Civil, así el Derecho Penal, en la salvaguardia de la vida humana,
debe ir varios pasos más adelante para su debida protección por su condición de prevención
y prohibición, y si ocurre su quebrantamiento, debe propender a la inexistencia de la
impunidad” (Considerando 10°).
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3.d)Hasta cuándo existe el sujeto pasivo?
Existe hasta que muera, o sea, hasta la cesación de forma total e irreversible de
las funciones respiratorias y circulatorias, salvo el caso de la declaración de muerte
para los efectos de trasplante de órganos. Para esos fines, la muerte –como veremos a
continuación- se concibe como la abolición total e irreversible de todas las funciones
encefálicas.
De otra parte, como los diversos órganos del cuerpo en el proceso de muerte no se
deterioran coetáneamente, y ante la necesidad de aprovechar esas partes del cuerpo para
salvar otras vidas, cuya sobrevida depende de su transporte, nace con motivo de la ley N°
19.451, sobre Trasplante y Donación de Órganos, publicada en el Diario Oficial el 10 de
abril de 1996, el concepto de muerte cerebral, aplicable sólo a los casos en que se ha
autorizado a practicar un trasplante de órganos. Este criterio tiene como fundamento
que la corteza del cerebro no puede subsistir sin oxígeno más allá de unos minutos
(entre 3 y 6), y muertas las células cerebrales la función del cerebro cesa
irreversiblemente.
En efecto, el art. 11 de la ley 19.451 indica que para los fines de dicha ley la muerte
se acreditará mediante certificación unánime e inequívoca, otorgada por un equipo de
médicos, cuando se hubiere comprobado la abolición total e irreversible de todas las
funciones encefálicas, lo que se justificará con la certeza diagnóstica de la causa del mal,
según parámetros clínicos corroborados por las pruebas o exámenes calificados.
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4) Faz objetiva del tipo.
Consiste en quitarle la vida a otro ser humano “vivo” (distinto del sujeto
activo),de forma que los golpes asestados a un cadáver, “creyéndolo vivo no constituyen
homicidio”. Se trata, en consecuencia, de un delito instantáneo de resultado o material, y
no formal o de simple actividad, por lo que admite castigo en grado perfecto e imperfecto
(tentado o frustrado).
Además, como antes dijéramos, puede cometerse por acción u omisión, teniendo en
consideración el verbo rector que la ley exige para este crimen, y los medios utilizados
pueden ser de cualquier clase, o sea, de “medios abiertos” o “con forma libre”.
De otra parte, no existe duda en la doctrina que el homicidio puede cometerse por
omisión, sea por omisión impropia (comisión por omisión) o mediante la falta de
omisión de socorro del art. 494 N° 14 del Código Penal. Esto puede fundamentarse en:
1) El art. 492, sobre los delitos culposos contra las personas, que señala “Las penas
del artículo 490 se impondrán también, respectivamente, al que, con infracción de los
reglamentos y por mera imprudencia o negligencia ejecutare un hecho o incurriere en una
omisión que, a mediar malicia, constituiría un crimen o simple delito contra las personas”;
2) La referencia a los delitos contra las personas que efectúa el art. 492 se relaciona
con el Título VIII del Libro II que sanciona dicha clase de ilícitos; y 3) Ese título no
describe ningún tipo omisivo, de forma que implícitamente se está reconociendo que las
situaciones señaladas en el Título VIII del Libro II pueden realizarse de forma
comisiva.
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El homicidio por omisión impropia (comisión por omisión) exige como requisitos
los siguientes:
Sobre la causalidad en la omisión, las preguntas en estos casos deben referirse a los
resultados esperados del actuar que no se realiza y por lo mismo se tratará siempre de una
mera causalidad potencial o hipotética, a la que necesariamente han de agregarse los filtros
de la imputación objetiva. Así, cabe preguntarse ¿puede la acción omitida ser añadida
mentalmente sin que desaparezca el resultado? Si la acción no puede ser añadida en la
mente sin que exista una alta probabilidad, que linda con la certeza de que tal resultado no
se habría producido quiere decir que la causalidad hipotética debe afirmarse. Una vez
afirmada la causalidad, con arreglo a los criterios de la equivalencia de las condiciones
procede todavía reducir la imputación objetiva del resultado, esto es si la producción del
resultado aparecía, de acuerdo a la experiencia como previsible conforme al riesgo no
evitado cuando se debía por el autor y su no evitación era o no jurídicamente reprobable;
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5)Resultado.
6.a) Si la actuación del acusado produjo un riesgo en el bien jurídico vida, produciéndose
como resultado la muerte;
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Por todo lo expuesto, y en consecuencia, el que simplemente (y con dolo de
lesionar) empuja o golpea levemente a un tercero, quien cae al suelo producto de su estado
de embriaguez y muere días después por el TEC que le causó la caída, no comete
homicidio, sino tan solo un delito de lesiones, por cuanto si bien la conducta del autor no
estaba permitida, el riesgo que ella creó (de lesiones) no se materializó en el resultado, sino
que lo hizo otro completamente extraordinario. Dicho resultado, por su propio carácter
extraordinario e imprevisible, y por lo tanto fuera del control del autor (quien, por lo mismo
no puede quererlo ni evitarlo), no le es imputable objetivamente. Lo mismo ha de decirse
en la hipótesis del imputado que lesiona levemente al sujeto pasivo, luego de lo cual es
trasladado al hospital que se incendia, falleciendo aquél por esta última circunstancia.
6.d)Homicidio concausal.
Es aquel en que el agente, con intención de matar, ejecuta un hecho que por sí
solo es insuficiente para producir la muerte, la que sobreviene por la concurrencia de
condiciones o circunstancias preexistentes, concomitantes o supervinientes, ajenas a la
voluntad del hechor (v.gr. el agresor hiere con un cuchillo a la víctima que sufre de
hemofilia, hecho que desconoce, con el fin de matarla, pero sólo logra herirla
superficialmente, sin embargo, fallece, por su afección, por anemia aguda). Tiene los
siguientes requisitos:
6.d.1)El hechor debe actuar con voluntad de matar, intención que marca la diferencia con
el homicidio preterintencional.
6.d.2) El deceso “debe provenir por la acción combinada de los medios empleados por
el ofensor y de determinadas concausas”, que son “completamente ajenas a la
voluntad del agente”. La concausa puede definirse como “la condición preexistente,
concurrente o sobreviniente que, sin pertenecer a la acción, coadyuva en la
producción del resultado”.
6.d.3)Las concausas deben ser desconocidas por el delincuente, pues si tuvo conocimiento
de aquéllas, debe ser castigado por homicidio simple; además, deben ser independientes
del hecho ilícito, toda vez que si son una simple consecuencia de él, el delito cometido es
un homicidio común.
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Por no existir una relación de causa con el resultado muerte que sobreviene por la
concausa, debe castigarse al sujeto activo por homicidio frustrado.
Cuando el victimario ataca con la intención de matar al sujeto pasivo y éste resulta
con lesiones graves-gravísimas, corresponderá castigarlo por el delito consumado de
lesiones graves-gravísimas del art. 397 Nº 1, y no por el delito de homicidio frustrado,
por cuanto el que atenta derechamente contra la vida de otro, tiene conocimiento que está
en la posibilidad cierta de causar una lesión grave-gravísima, cubriendo dicho efecto el
dolo, a lo que se suma, que si se le sancionara por este último delito, la pena sería más
benévola, lo que resulta del todo inaceptable.
El tipo se satisface con dolo directo o eventual, según se actúe con la clara
intención o deseo de provocar la muerte del sujeto pasivo, o se prevea ese resultado como
una posibilidad, frente a lo cual, se acepte y actúe igualmente, respectivamente. En
consecuencia, si “el hechor no se representó siquiera la posibilidad de la muerte, o si confió
en poder evitarla, no hay dolo de homicidio”.
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Se han considerado como indicios reveladores del ánimo de matar, a vía
ilustrativa, la clase, tipo o “características” del arma empleada, la dirección dada a los
golpes y su número, la ubicación de la herida, “personalidad del agresor y agredido”,
distancia entre ofensor y ofendido al momento del disparo, importancia o relevancia desde
el punto de vista vital de las lesiones, relaciones existentes entre imputado y víctima (v. gr.
parientes, amigos, vecinos, desconocidos, enemigos o existencia de amenazas previas), la
forma en que se desarrolló el hecho delictual, las “manifestaciones de los intervinientes
durante la contienda y del autor tras la perpetración del hecho criminal y la conducta
posterior del autor”.
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8.a)El ofensor actúe con dolo de lesionar, elemento que lo diferencia con el homicidio
concausal en que el sujeto activo persigue darle muerte a la víctima, lo que en definitiva
acontece por la combinación entre la acción desplegada por aquél y una concausa
desconocida.
Para apreciar la intención de lesionar del imputado deberá estarse a los medios
utilizados y forma empleada al atacar o herir (v. gr. clase de arma, ubicación de la
herida, profundidad si fuera corto punzante o dirección de los golpes o número).
8.b)Requiere que el sujeto activo no sólo no hubiere buscado la muerte del ofendido,
sino que no la haya previsto. Es decir, actúa dolosamente respecto de las lesiones y
culposamente en relación al homicidio, siendo indiferente el medio empleado por el
agente. En suma, en el plano subjetivo requiere como requisito en primer término “una
acción dolosa dirigida a lesionar corporalmente a la víctima, en segundo lugar, la
ausencia de dolo de matar, no únicamente el directo, sino también dolo eventual, es
decir, no sólo que no haya querido el agente provocar la muerte, sino tampoco que,
habiéndose representado ese resultado como un evento probable, lo haya ratificado, haya
asentido o aceptado su concurrencia”.
8.d) Relación de causalidad entre la acción del victimario y la muerte del ofendido. De
otra forma, “el resultado más grave ha de producirse en una relación causal típicamente
relevante y adecuada a la clase de acción desplegada por el agente; debe existir entre la
conducta dolosa y el evento antijurídico sobrevenido, no abarcado por el dolo del agente,
una conexión relevante, en el preciso sentido del tipo penal”.
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9) Homicidio y error en la persona y en el golpe (aberratio ictus)
Previamente debe decirse que los delitos culposos son atípicos conforme los arts. 4
y 10 N° 13, salvo que la ley expresamente los sancione. La ley penal castiga la muerte de
otro con culpa en los arts. 490 (imprudencia temeraria), 491 (negligencia culpable) y 492
(infracción de los reglamentos y mera imprudencia o negligencia). Luego, sólo “puede
concebirse ejecutado culposamente el homicidio en el cual no concurren las
circunstancias propias del homicidio calificado ni del parricidio (femicidio) ni del
infanticidio, esto es, desde el punto de vista típico, solamente puede existir el cuasidelito
de homicidio simple”. En efecto, el homicidio calificado, parricidio, femicidio o
infanticidio, como en su momento revisaremos, sólo pueden cometerse con dolo directo o
eventual, según corresponda.
10.a) Una acción del sujeto activo encaminada a realizar una actividad cualquiera,
usualmente lícita o no constitutiva de delito. O sea, no dirigida a matar a otra
persona(“no dolosa”).
10.b) La acción debe efectuarse sin el cuidado debido o esperado, según las
circunstancias.
10.c) La acción lícita o atípica debe provocar como resultado la muerte de otra persona,
con las siguientes prevenciones:
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10.c.1) El riesgo implícito en la acción imprudente debe realizarse en el resultado, de forma
que éste se produzca como consecuencia directa de ese riesgo y no por causas ajenas a la
acción peligrosa misma (v. gr. cuando el herido fallece a consecuencia de otro accidente al
ser transportado al hospital o por imprudencia de otro tercero).
10.c.2) El resultado debe producirse dentro del ámbito de protección de la norma, es decir,
dentro del ámbito que regula la norma infringida por la acción (v. gr. no puede conectarse
causalmente la muerte de la madre del peatón que se ocasiona al conocer la noticia del
atropello del hijo).
10.c.3) Los casos en los que el resultado lesivo se produce porque la propia víctima se pone
en peligro al verse constreñida a ello para evitar un delito grave deben imputarse a quien
injustamente creó esa situación, salvo que la reacción de la víctima sea absolutamente
desproporcionada o innecesaria.
10.d) Debe existir “una relación de causalidad entre aquella acción inicial y ese
resultado, valorada conforme a los términos de la imputación objetiva”, de modo que
el resultado no será imputable a título de imprudencia si no se demuestra que con su acción
incrementó sensiblemente el riesgo de producción del accidente.
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11) Penalidad.
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CAPÍTULO CUARTO
LEY 20.584 Y EUTANASIA
1) La eutanasia puede definirse como “el acto de apresurar el proceso de la muerte del
que padece una enfermedad incurable, mediante la aplicación o la omisión de un
tratamiento médico, con el propósito de ahorrar una muerte dolorosa al paciente que
reclama una muerte digna y sin sufrimientos”.
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Para finalizar, ha de decirse que en una acción de protección la Corte Suprema
resolvió: “En los enfermos terminales o sin posibilidades médicas de recuperación, la
decisión de los médicos tratantes y del Hospital en el sentido de limitar los cuidados sólo a
terapias de apoyo para evitar una prolongación de la agonía del paciente, y para impedir el
sufrimiento innecesario de éste, no constituyen actos arbitrarios o ilegales en la medida
en que se haya realizado todo lo necesario para salvar al paciente, ya que este es el deber de
los centros hospitalarios”;
2.b) La eutanasia activa puede ser directa e indirecta, admitiendo los siguientes
comentarios:
2.b.1) La eutanasia activa directa entendida como aquellas acciones que persiguen
producir la muerte del paciente moribundo o gravemente enfermo constituyen en
nuestra legislación un delito de homicidio, “sin ninguna otra matización”, no existiendo en
Chile una regulación especial acerca del homicidio piadoso o “suicidio ejecutivo”. Esta
conducta ilícita además se encuentra prohibida por la ley 20.584 toda vez que acelera
artificialmente la muerte. Acelera artificialmente la muerte, conforme la historia de tal ley,
la suspensión o la omisión deliberada de las actuaciones razonables, necesarias u
ordinarias (v. gr. alimentación o hidratación). O sea, las medidas de soporte ordinario
concebidas como “cuidados de carácter imprescindible” no pueden suspenderse por el
médico ya que son riesgos no permitidos por la ley. En otras palabras, “dejar de
proporcionar alimentación o hidratación no queda, en caso alguno, comprendido como
parte de los comportamientos de riesgo que esta ley permite, por lo que el médico que
omite estos cuidados básicos tendría responsabilidad penal a título de homicidio: el
resultado será atribuible a esa conducta y no, como en las hipótesis de la eutanasia pasiva, a
la enfermedad o mal que aqueja al paciente, pues el enfermo comatoso está vivo y podría
seguir estándolo por mucho tiempo, al suspender la alimentación muere por inanición, no
por su enfermedad. Lo mismo puede decirse respecto de la suspensión de las medidas
básicas de soporte vital de cualquier paciente que no pueda –temporal o permanentemente-
realizarlas por sí mismo”.
2.b.2) La eutanasia activa indirecta que se encamina a “mitigar los sufrimientos del
sujeto pasivo, sea por medio de la administración de medicamentos o la aplicación de
otras técnicas, pero que provoca la muerte del paciente como consecuencia secundaria
o accesoria, resultado que en todo caso es conocido como posible” no resulta
constitutiva de homicidio, al igual que la eutanasia pasiva, “porque se trata de un riesgo
permitido” que en todo caso se encontraría justificado conforme al art. 10 N° 10. Lo
anterior siempre y cuando se actúe con la voluntad expresa o presunta del enfermo y la
intención principal perseguida por el facultativo (o el pariente) sea aliviar el dolor, esto es,
con dolo eventual en el sentido “que el acortamiento de la vida sea posible pero no seguro
a consecuencia de la acción paliativa”. De esta forma, “quien suministra drogas u otro
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medicamento cualquiera que permita disminuir los inaguantables dolores de que padece un
enfermo terminal, aún cuando ello con probabilidad o certeza pueda abreviar su vida, está
actuando de acuerdo a la lex artis dentro de los marcos éticos fijados para su profesión”. En
efecto, la ley 20.584 permite rechazar los tratamientos vinculados con la atención de salud
o que tengan como efecto prolongar artificialmente la vida, excluyendo únicamente los
supuestos que el rechazo implique como objetivo la aceleración artificial del proceso de
muerte (art. 16 inc. 1°). Como quedan fuera de esa prohibición los tratamientos que
tengan otro objetivo, aun cuando aceleren el proceso de muerte como un efecto
secundario, no pueden considerarse un riesgo prohibido. En esa línea la lex artis señala,
de acuerdo al art. 23 inc. 2° del Código de Ética del Colegio Médico de Chile, que el
médico procurará aliviar el sufrimiento del paciente, aunque con ello haya riesgo de
abreviar la vida. También, puede agregarse que esta clase de eutanasia ha sido aceptada
por laIglesia Católica en la Encíclica “Evangelium Vitae” de Juan Pablo II (1995) que
condena la eutanasia directa, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de
una persona humana, distinguiéndola conceptualmente del suministro de medicamentos
tendientes a disminuir el sufrimiento aun cuando ellos puedan indirectamente provocar o
acelerar la muerte, lo cual guarda sintonía con la declaración de la Asociación Médica
Mundial, “Resolución sobre Eutanasia”, tomada en Washington en el año 2001, que
condena el acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente y no cuando el propósito
manifiesto del médico tratante sea disminuir sus dolores. Finalmente, el Tribunal Supremo
Federal Alemán en sentencia de 1996 (BGHSt 42, 301) sostuvo “una medicación destinada
a aliviar el dolor expedida por un facultativo en correspondencia con la voluntad declarada
o presunta del paciente, no resulta inadmisible en un moribundo aunque de modo
inintencionado aquélla suponga como consecuencia inevitable la conformidad con la
aceleración del proceso mortal”. En el mismo orden, “se expresan los “principios” del
Consejo General de Colegios Médicos (de Alemania): “En los moribundos la atenuación
del sufrimiento puede situarse en un primer plano, de modo que puede ser aceptado un
posible aunque inevitable acortamiento de la vida”.
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CAPÍTULO QUINTO
DERECHO A LA VIDA Y TRANSFUSIONES DE SANGRE
1) SCS 8/10/2002, Rol 3.716-2002: “En el caso que se conoce se puede constatar que se
produce una colisión de derechos y de deberes entre el derecho a la vida y el derecho a la
libertad religiosa y, por otro lado, la colisión de deberes del médico que se traduce en el
deber de respetar la voluntad de su paciente y el deber de velar y resguardar la vida y salud
de éste, que lo obliga a hacer todo aquello que esté a su alcance para salvarle la vida por
estar a su cuidado. Que, en este orden de cosas y si bien puede señalarse que no existe
ordenamiento jurídico que otorgue una protección de un derecho de manera absoluta,
puesto que siempre pueden existir derechos que entran en tensión o contradicción y
considerando el fundamento indicado en el motivo anterior, estos sentenciadores entienden
que el derecho a la vida debe primar o prevalecer sobre el derecho a la libertad religiosa,
considerando que el derecho a la vida constituye un derecho natural y fundamental que el
hombre posee en cuanto individuo y persona y por ello debe ser protegido y salvaguardado
con preeminencia de cualquier otro”.
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aunque sea de índole religiosa que ponga en riesgo innecesariamente la vida del enfermo”
(Considerando 7°).
3) SCA de Coihaique 12/9/2002, Rol 39-2002, dando lugar a una acción cautelar de
protección, ordenó sin perjuicio de la dignidad y libertad religiosa del paciente, qué debe
efectuársele la hemotransfusión solamente en caso de existir un riesgo vital para su vida.
5) SCA de Copiapó 9/8/2008, Rol 230-2008, en relación a los derechos del nasciturus,
falló al dar lugar al recurso de protección, que la práctica de convicciones religiosas no
autorizan para poner en riesgo la vida del que está por nacer, de modo que corresponde
transfundir a la madre en la medida que sea imprescindible para asegurar la vida o salud
física de su hijo que está por nacer, si no hubiere otro tratamiento alternativo.
6) SCA de San Miguel 19/4/2008, Rol 104-2008, analizando el conflicto entre la libertad
de conciencia y el derecho a la vida, declaró: “Se autoriza a los médicos de ese servicio de
salud para adoptar todos los procedimientos médicos necesarios para la preservación de su
vida y pronta recuperación, incluyendo las intervenciones quirúrgicas que fueren
menesteres al efecto” (Considerando 14°).
Distinto a los fallos anteriores, laSCA de Valdivia 14/5/2009, Rol 103-2009 FAM,
revocando una sentencia del tribunal de familia de Valdivia, que ordenaba como medida de
protección practicar a un menor el tratamiento que la ciencia médica aconseje para
salvaguardar su vida, resolvió respetar la decisión del menor y sus padres, de negar a que el
primero reciba una terapia desproporcionada o con pocas garantías de efectividad (40% de
posibilidades de sobrevida), teniendo en cuenta que el derecho a la vida supone “el derecho
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a que no se nos prive de nuestra continuidad biológica, pero además, implica el derecho a
decidir los parámetros con los cuales viviremos nuestra experiencia física y espiritual”.
Consideró además que con antelación el menor ya había sido sometido a una experiencia
dolorosa y traumática al aplicársele un tratamiento que le provocó graves desajustes físicos
y psíquicos, y que fracasó, al recidivar la enfermedad, al haber desarrollado un tumor o
cáncer testicular.
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CAPÍTULO SEXTO
DERECHO A LA VIDA Y HUELGA DE HAMBRE
2)SCS 1/10/2010, Rol 7.074-2010: “El actuar de los recurridos (en huelga de hambre) no
sólo pone en peligro su integridad física –derecho a la vida que garantiza el artículo 19 N° 1
de la Constitución Política de la República y que constituye el más esencial de los atributos
de la naturaleza humana-, sino que además impide a Gendarmería de Chile cumplir
efectivamente con los cometidos que le han sido fijados por su ley orgánica, lo que otorga a
dicha conducta caracteres de arbitrariedad que hacen necesario adoptar las medidas que esta
vía cautelar autoriza a fin de restablecer el imperio del derecho”.
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personas que están privadas de libertad en los recintos que administra, cuidado que conlleva
preocupación por las vidas y la integridad física de aquéllas.
6) SCA de Valdivia 14/5/2009, Rol 103-2009 FAM: reconoce en su motivación que los
tribunales han ordenado la alimentación forzada de huelguistas de hambre atendido el
especial deber de cuidado del Estado respecto de la salud y vida de las personas privadas de
libertad por condenas judiciales.
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CAPÍTULO SÉPTIMO
HOMICIDIO CALIFICADO
1) Concepto.
2) Antecedente.
Este crimen tiene como antecedente el art. 406 del Código Penal Español, pero se
diferencia con este último en la denominación. En efecto, aquél lo llama “asesinato”
mientras que el art. 391 no realiza ninguna referencia, sino que se limita a describir las
circunstancias que lo constituyen. Actualmente, el art. 139 del Código Penal Español
(1995) sólo considera como circunstancias calificantes la alevosía, cometerlo por precio,
recompensa o promesa y con ensañamiento, aumentando deliberada e inhumanamente el
dolor del ofendido. La premeditación fue suprimida por su generalizada concurrencia en los
delitos dolosos, lo que la hacía de difícil apreciación en la práctica y el veneno por
estimarse que se encuentra cubierto por la alevosía.
5.a)Alevosía (Primera).
A traición o sobre seguro son expresiones que tienen un distinto alcance y que se
satisfacen alternativamente, teniendo en consideración que se encuentran unidas por la
conjunción “o”.
Resulta relevante dejar constancia que esta calificante en cualquiera de sus variantes
debe ser buscada de propósito (“intencionada”) por el sujeto activo o aprovechada por
el mismo, para la obtención de aquellas condiciones favorables (o especiales) para
cometer el delito (elemento subjetivo o ánimo alevoso), puesto que si las circunstancias
fácticas que la configuran le han sido indiferentes, deberá descartarse su concurrencia. Así,
“aunque objetivamente puede afirmarse la indefensión de un menor de edad, un ciego, un
enfermo impedido de valerse por sí mismo, etc; la apreciación de un homicidio calificado
dependerá no de ese hecho, sino de que el autor haya buscado, valido o aprovechado esa
situación de indefensión para cometer el delito, esperando atacar al momento de
encontrarse solo con la víctima indefensa, alejando a quienes podrían socorrerla; o bien, la
haya creado por sí mismo, mediante asechanzas, emboscadas y otras forma equivalentes”.
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motivado por el ánimo de lucro. A este último, se le denomina “sicario”,“asesino a
sueldo” o “mercenario”.
Esta calificante del premio o promesa remuneratoria tiene por fundamento “el
llamado móvil reprochable o despreciable. La motivación del sujeto es únicamente obtener
una ventaja pecuniaria, lo que los romanos llamaban el crimen del sicario”.
En cuanto a su alcance:
5.b.1) Opera respecto del mandante y mandatario, porque el autor instigador está
induciendo al sicario a cometer un homicidio calificado y no un homicidio simple, siendo
ambos autores, conforme al art. 15 N° 3, ya que actúan con un dolo común y previo
concierto. Además, resulta posible agregar como argumento que se trata de un delito de
participación necesaria, que supone un tercero que paga un premio u oferta la entrega de
un beneficio de contenido patrimonial al sicario, para que este último materialmente dé
muerte a la víctima. Por lo demás, no existe razón histórica ni del propio tenor del art. 391
N° 1 que justifique una interpretación contraria, realizando mandante y mandatario el
mismo tipo de injusto.
5.b.3) No importa desde el punto de vista jurídico penal que el pago no se hubiere realizado
en el momento mismo en que se contrató al mercenario para dar muerte a la víctima, lo que
interesa es que exista antes de la realización del delito “un pacto expreso o tácito”,
“escrito o verbal” y preciso entre instigador e instigado, y que este último cometa el
crimen motivado en el pago que recibió o que luego recibirá, aunque aquello después no
acontezca, con independencia a la causa. En consecuencia, el incumplimiento es
irrelevante, pues el móvil se remite al instante de la ejecución.
5.b.4)El pago que se efectuare a posteriori, una vez perpetrado el homicidio, por un tercero
al sujeto activo en reconocimiento o recompensa del hecho no convierte el delito en
homicidio calificado. Por consiguiente, “el mandato sin precio dado o prometido,
aunque el ejecutor tenga la esperanza de ser recompensado, queda en el ámbito del
homicidio simple”.
5.c.1)El veneno puede introducirse de cualquier forma al cuerpo del ofendido. Por
ejemplo, “a través de la respiración, de la piel, inyectándolo, por vía oral, anal” o “vaginal,
o por medio de unción, inhalación, ingestión” o por ósmosis.
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5.c.2)Se acepta como veneno la utilización de sustancias químicas, o que actúen mecánica
o físicamente en el cuerpo humano (v.gr. vidrio molido).
5.c.3) Tiene un efecto destructivo en el organismo, ocasionando la muerte del ofendido.
5.c.5)Esta calificante se diferencia a la agravante del art. 12 Nº 3 en que esta última exige,
además del uso del veneno, que se causen grandes estragos o se dañe a otras personas
(“medio catastrófico”), mientras que la primera “no requiere tal resultado catastrófico”.
5.c.6)El uso del veneno, en general, puede ser un medio insidioso, o sea, alevoso, del
imputado, pero no siempre, como cuando la víctima bajo fuerza física o intimidación es
obligada a tomar cualquier clase de veneno, conociendo aquélla su naturaleza letal.
Además, el homicidio mediante veneno puede ser también premeditado siempre y cuando
cumpla con los requisitos de esta última calificante.
5.d)Ensañamiento (Cuarta).
Esta calificante se diferencia a la agravante genérica del art. 12 Nº 4, por cuanto esta
última exige “aumentar deliberadamente el mal del delito causando otros males
innecesarios para su ejecución”, y la primera “aumentar el dolor de la víctima al darle
muerte”(o quitarle la vida). Así, la agravante del art. precitado presupone la ejecución de
otros males que -en general- no necesariamente se vinculan con intensificar el sufrimiento
de la víctima al morir. En suma, la calificante requiere causar dolor físico o psíquico en la
víctima en la ejecución del delito, de modo que quedan excluidos otro tipo de males, como
causar deshonra.
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Para aceptar la concurrencia de esta modalidad ejecutiva de comisión se requiere -
por una parte- que el hechor aumente deliberadamente el dolor del sujeto pasivo; es decir,
aumente intencionalmente (o con dolo directo) el sufrimiento propio del morir de la
víctima y natural a la modalidad usada por el agente, que objetivamente deber ser
inhumano, es decir, que importe maldad, perversidad, crueldad, insensibilidad o deleite
con el sufrimiento del ofendido. Y, por la otra, subjetivamente haber sido perseguido
por el sujeto activo, de modo tal, de provocar un sufrimiento innecesario
(extraordinario o extremo) al ofendido. Por todo lo expuesto “si el hechor confiaba en no
estar aumentando inhumanamente el dolor a la víctima, cualquiera que sea la razón (cree
equivocadamente que no le está causando dolores, cree que esos dolores son indispensables
para sus propósitos homicidas, etc), o bien sólo contó con ello (esto es, se representó el
aumento de dolor, pero de todos modos actuó aun contando con que se produjera), no podrá
hacérsele responsable de homicidio calificado por ensañamiento”.
Por aplicación del principio non bis in idem, plasmado en el art. 63, no es posible
que el mismo hecho pueda servir como fundamento para la calificación del homicidio
39
y a la vez ser tomado en cuenta como agravante genérica del art. 12, debiendo
preferirse la primera, por cuanto el mayor disvalor absorverá al de la segunda. O sea, el
principio antes citado impide considerar como circunstancias agravantes genéricas las
que el legislador ha expresado al describir y penar un delito.
9)Penalidad.
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CAPÍTULO OCTAVO
PARRICIDIO
1)Concepto.
Comete este antiguo crimen previsto en el art. 390 inc. 1° “el que conociendo las
relaciones que los ligan, mate a su padre, madre o hijo, o cualquier otro de sus
ascendientes o descendientes o a quien es o ha sido su cónyuge o conviviente”.
2) Naturaleza.
Cabe hacer presente que este ilícito se ha suprimido de los Códigos modernos por su
difícil justificación más allá del reproche moral por el atentado contra la propia sangre o los
lazos de confianza mutua derivados del matrimonio o de la convivencia (v. gr. alemán,
austriaco, holandés y español). La legislación de otros países como Argentina, Colombia
Italia, Francia y Portugal consideran la relación parental o conyugal como una circunstancia
agravante especial. No es regulada la muerte de un pariente en la ley penal en Inglaterra,
Dinamarca, Finlandia y Grecia.
Se ha dicho sobre su fundamento que se reprime con una pena más gravosa que el
homicidio puesto que viola un vínculo moral inherente a la naturaleza humana.
41
4)Sujetos del delito.
Dentro de los descendientes cabe excluir a los hijos y descendientes cuya muerte se
cause dentro de las 48 horas siguientes al parto, que por aplicación del principio de
especialidad, debe castigarse por infanticidio.
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El tipo impone la existencia válida de un “contrato solemne de matrimonio” al
momento de la muerte de uno de los contratantes, o bien, que hubiere existido con
antelación a la acción u omisión matadora (v. gr. nulidad, divorcio o muerte presunta), no
teniendo en el primer caso ninguna relevancia que los cónyuges se encuentren separados de
hecho. De otra parte, sobre si el matrimonio celebrado existiendo uno anterior no disuelto,
puede originar el vínculo exigido por el parricidio, la respuesta ha de ser negativa, pues “el
matrimonio delito no puede constituir ni originar el valor jurídico amparado por el tipo
penal del artículo 390 del C.P., ya que dicha norma castiga la agresión de un matrimonio
lícito no antijurídico, esto es, la unión monogámica reconocida en nuestro orden jurídico,
no el ataque a un vínculo poseedor de un motivo de nulidad objetivamente verificable”.
Empero, igualmente podrá castigarse por parricidio si es posible comprobar que la víctima
es o ha sido conviviente del imputado.
4.b.2) Que la unión suponga la vida en común de dos personas, o sea, una comunidad de
vida, o “el vivir juntos” con cierta estabilidad y proyección en el tiempo
(permanencia), con la consciencia, propósito o deseo de compartir la vida en común.
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4.b.3) Que la relación se manifieste externamente para terceros, es decir, sea notoria y
“pública”, lo que “se opone a las relaciones furtivas” y accidentales.
4.b.4) Que la vida en común o “comunidad de vida” sea asimilable a una familia de
carácter matrimonial. En consecuencia, se trata de una relación afectiva “de carácter
singular” y con “algún contenido sexual libremente consentida”, de modo que deben
excluirse las uniones personales de carácter exclusivamente económico o patrimonial, o
basadas en el consumo de drogas.
Y, sobre la muerte misma, admite dolo directo o eventual, toda vez que este delito
presenta las mismas modalidades que el homicidio simple, más el plus del conocimiento
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real de la relación que lo une con el ofendido, siempre que la duda o eventualidad no incida
en el nexo con el sujeto pasivo, descartando la culpa que no acepta el conocimiento real de
la relación que une al imputado con la víctima. En suma, “restringir el parricidio a los
supuestos de dolo directo no es un imperativo legal, en el sentido literal de la norma que lo
impone y tampoco resulta de una interpretación histórica, sistemática ni teleológica”. Esta
postura, que admite el dolo eventual sobre la muerte del sujeto pasivo en el parricidio
ha sido reconocida por nuestros tribunales superiores, pudiendo citar a vía ejemplar los
siguientes fallos:
6.a) Castigado en primera instancia por lesiones graves seguidas de muerte y fallo
confirmado en segunda instancia, la Corte Suprema descarta un homicidio
preterintencional, considerando que “la madre legítima de la víctima (una menor de sólo un
año y seis meses de edad), con el propósito de dañarla la golpeó y causó heridas con su
propia dentadura durante un ataque prolongado de siete días a lo menos, causando a la
criatura sufrimientos que en definitiva le produjeron la muerte, unido a su personalidad de
gran frialdad afectiva, llevan a concluir que no se trata de una caso de lesiones seguidas de
un homicidio culposo, sino simplemente de un parricidio”.
6.b) La voluntad homicida se satisface con la mera aceptación de la muerte que la acción
del sujeto activo traerá como consecuencia aun como simple posibilidad, no obstante que lo
pretendido no sea este logro o no se desee él mismo, pues lo perseguido por el agente puede
ser un evento totalmente diverso. Así, quien dispara reiteradamente un arma de fuego
calibre 9 mm, a la cabeza, tronco y extremidades actúa, a lo menos, con dolo eventual, por
cuanto es absolutamente previsible que aquellos ataques le podrán provocar la muerte, lo
que el encausado debió representarse como posible, porque ese resultado como se dijo, es
previsible, de modo que si no cejó en su afán de castigo es porque aceptó la producción de
ese resultado muerte.
En consecuencia, si el agente deseando dar muerte a su hijo José mata por error a
otro hijo (distinto) debe sancionársele como parricida, lo que no acontecerá si queriendo
matar a su hijo mata por error a otra persona extraña a su familia, o bien, en el evento que
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con la intención de matar a un amigo (extraño) mata a su hijo por error, en que deberá
castigársele (en ambas hipótesis) por homicidio simple o calificado, según proceda, ya que
como puede advertirse en los dos últimos ejemplos no pueden considerarse las
circunstancias no conocidas por el imputado que agravarían su responsabilidad.
10) Penalidad.
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CAPÍTULO NOVENO
FEMICIDIO
1) Concepto.
Lo perpetra conforme al art. 390 inc. 2 “el que conociendo las relaciones que los
ligan, mate a quien es o ha sido la cónyuge o conviviente de su autor”.
2) Origen.
Este crimen nace, con el nombre de femicidio, con motivo de la ley N° 20.480
(18/10/2010), que modifica el art. 390, incorporando esta figura en nuestro ordenamiento
jurídico.
El término “femicide” fue utilizado por primera vez por Diana Russel, al
testimoniar ante el Tribunal Internacional sobre Crímenes contra las Mujeres, en Bruselas
en 1976. Luego, la antropóloga mexicana Marcela Lagarde y de los Ríos tradujo dicha
expresión inglesa a la lengua española, a través de la locución “feminicidio”, que significa
el conjunto de violaciones a los derechos humanos de las mujeres que contienen los
crímenes y desapariciones de aquéllas, para diferenciarlo de la expresión “femicidio” que
en castellano corresponde al homicidio de mujeres.
Puede definirse como “la forma más extrema de violencia basada en el género,
entendida ésta como la violencia de hombres contra mujeres como forma de poder,
dominación o control. En esta categoría se incluyen los asesinatos de mujeres ocurridos en
espacios privados y públicos”. También, como “la muerte de una mujer en un contexto de
género, por su pertenencia al género femenino”.
5) Conducta típica, faz subjetiva del tipo, comunicabilidad del título y penalidad.
Igual que el parricidio, con la adecuación antes mencionada sobre el sujeto activo y
pasivo, restando por realizar tan solo como comentario que el legislador al señalar que la
faz objetiva del tipo se satisface en la medida que la víctima sea o hubiere sido cónyuge o
conviviente de sexo femenino del sujeto activo, es posible concluir que no se ha impuesto
ningún requisito temporal (o límite de tiempo) en el caso que aquélla haya dejado de
ser cónyuge o conviviente del imputado, lo que resultará indiferente, al menos para la
configuración de este crimen.
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CAPÍTULO DÉCIMO
INFANTICIDIO
1)Concepto.
3)Naturaleza jurídica.
Este ilícito fue incorporado por primera vez en el Código de Justiniano y sancionado
con severidad por la imposibilidad de defensa que tiene el sujeto pasivo, lo que con el
transcurso del tiempo se fue atenuando, puesto que el autor obraría para ocultar el deshonor
que afectaría a la madre como resultado de una relación sexual clandestina (BECCARIA y
BENTHAM).
Tiene por antecedente el art. 336 del Código Penal Español de 1850 que castigaba a
la madre y a los abuelos maternos que para ocultar su deshonra maten al hijo que no
hubiere cumplido los tres días.
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La Comisión Redactora, empero, amplió la referencia a los sujetos activos de este
crimen, al padre y a cualquier ascendiente del recién nacido, sea del padre o de la madre,
por cuanto “a todos ellos alcanzan las consideraciones que hacen al infanticidio un delito
especial”. Asimismo, eliminó toda mención a la honra como móvil de comisión con el fin
de situar en un plano objetivo al tipo. Finalmente, disminuyó el término de comisión de 3
días a las 48 horas del parto, “influenciada por los comentarios de Francisco Pacheco en el
sentido que si bien la acción podía explicarse cuando se realizaba de manera inmediata al
nacimiento, su ejecución con posterioridad no lo era”.
El sujeto activo es calificado, puesto que sólo pueden serlo los ascendientes
(consanguíneos) de la víctima, que incluye al padre, a la madre y a los restantes, sin
distinguir su carácter legítimo o ilegítimo (actualmente, matrimonial o no matrimonial). A
su turno, el sujeto pasivo, corresponde a un descendiente recién nacido (“dado a luz”)
que no tenga más de 48 horas de vida (autonomía de vida); es decir, dentro de las 48
horas después del parto.
Finalmente, la expresión parto debe entenderse como sinónimo de nacimiento,
por cuanto –como antes se ha dicho- para la madre es parto y para el hijo nacimiento,
siendo ambas expresiones referidas a un mismo hecho.
Al igual que el parricidio, puede cometerse por acción o por omisión, ya que no se
divisa fundamento en contrario. Los medios utilizados pueden ser de cualquier naturaleza,
remitiéndonos a lo revisado en el homicidio simple (v. gr. materiales, inmateriales o
morales).
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No se discute si este delito puede cometerse por omisión como en el parricidio,
puesto que los autores que defienden la tesis contraria en este último delito, indican que no
se vulnera el principio non bis in idem, ya que el parentesco sería una circunstancia que
favorecería al imputado, siendo el infanticidio una figura privilegiada respecto al parricidio,
y por ende, de aplicación preferente.
El agente debe realizar la acción homicida dentro de las 48 horas del parto,
siendo irrelevante para su castigo que la muerte sobrevenga con posterioridad.
Requiere como resultado, por su carácter material, de la muerte del recién nacido,
instante en el cual se encuentra perfecto o consumado, de otra forma, se encontrará tentado
o frustrado.
9)Relación de causalidad.
Para finalizar, debe desecharse el infanticidio culposo por resultar incompatible con
el conocimiento que une al imputado con el ofendido y el deseo de darle muerte, o aceptar
ese resultado como posible.
13) Penalidad.
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CAPÍTULO DÉCIMO PRIMERO
VIOLACIÓN AGRAVADA
1) Concepto.
Este crimen conforme al art. 372 bis lo perpetra “el que, con ocasión del acceso
carnal, por vía vaginal, anal o bucal, comete además homicidio en la persona de la
víctima”.
El sujeto activo debe ser una persona de sexo masculino, ya que es el único que
físicamente puede acceder carnalmente por el canal anal, bucal o vaginal a un hombre o una
mujer, según sea el caso, mientras que el sujeto pasivo es genérico.
5) Oportunidad de la consumación.
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Se considera perfecto, cuando acontezca la muerte del ofendido en el mismo
contexto espacio temporal de su violación (“mismo contexto de hecho”);es decir,
“dentro del contexto fáctico de su ejecución”.
Dicho de otra forma, el tipo demanda que la efectiva comisión de la violación y del
homicidio de la víctima ocurra en el contexto de una misma ocasión. Por eso, “nada
autoriza para exigir simultaneidad en la ejecución de ambos delitos”.
6) Circunstancias.
El agresor debe actuar con dolo directo o eventual respecto de ambos delitos, salvo
el caso de la violación propia en que medie aprovechamiento de la privación de sentido de
la víctima o de su incapacidad para oponerse, o de su enajenación o trastorno mental, en
que se exige dolo directo, atendido a que requiere de un abuso del delincuente del estado
en que aquélla se encuentra.
8) Iter criminis.
Este ilícito teniendo en cuenta la vinculación que debe existir entre violación y
homicidio solamente puede concebirse al cometerse ambos, es decir, al consumarse la
violación y el homicidio de la víctima; además, por así disponerlo expresamente el
legislador al utilizar el verbo “cometer” en conjunto con el vocablo “además”, que supone
la completa ejecución de ambos crímenes. En conclusión ambos delitos deben reunir
“todas sus exigencias típicas”.
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9) Autoría y participación criminal.
El autor material de la violación, como antes hemos dicho, debe ser un varón que
es el único que puede acceder carnalmente a la víctima, mientras que el homicidio
puede perpetrarlo el mismo, en el contexto del atentado sexual, o bien, un tercero, sea
hombre o mujer, que participe en la ejecución del primer ilícito de forma inmediata y
directa, debiendo sí, en este último caso existir dolo común entre los delincuentes para
que les sea imputable objetiva y subjetivamente el resultado muerte del ofendido.
10) Penalidad.
Al condenado a una pena temporal por violación agravada de una persona menor
de catorce años se le podrá conceder el beneficio de la libertad condicional cuando
hubiere cumplido los dos tercios de la pena. En el caso que la pena sea perpetua (simple),
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deberá cumplir para esos fines veinte años de encierro efectivo; en tanto, si fuere perpetua
calificada, cuarenta años de privación efectiva de libertad (art. 3º inc. 1º, 2º y 3º del
Decreto Ley Nº 321).
1) Concepto.
Se perpetra de acuerdo al art. 433 N° 1 cuando, “con motivo u ocasión del robo, se
cometa además homicidio”.
De otra forma, puede definirse como “la apropiación de una especie mueble
ajena, sin la voluntad de su dueño, matando a un hombre, para facilitar la ejecución
de la sustracción, para consumarla o para lograr la impunidad del delito”.
O sea, se trata de un delito complejo por cuanto supone “dos o más conductas que,
independientemente consideradas, de todos modos son constitutivas de delito y cuya
importancia dogmática consiste en resaltar la necesidad de que en tales casos se den todos
los supuestos típicos que la ley demanda por separado”.
La violencia o intimidación en las personas puede tener lugar antes del robo para
facilitar su ejecución, en el acto de perpetrarlo o después de cometido para favorecer
su impunidad.
Por su carácter complejo ambos hechos punibles deben estar conectados entre sí,
esto es, desenvolverse dentro de un mismo contexto situacional, constituyendo una
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unidad de acción, siendo la violencia o la intimidación un medio anterior, coetáneo o
posterior al apoderamiento del objeto ajeno, que es el fin perseguido por el agente.
No obstante, debe decirse que la apropiación ocupa un lugar preponderante respecto
de la muerte en la estructura del tipo robo con homicidio, lo cual se corrobora con la
ubicación de este crimen dentro de los delitos contra el patrimonio (propiedad), como por la
propia redacción del art. 433, que establece una relación de subordinación de la acción
homicida al acto de apoderamiento de una cosa ajena.
Exige que el imputado se apropie de una cosa corporal mueble con ánimo de
lucro y sin la voluntad de su titular, con violencia o intimidación.
El tenor y la ubicación sistemática del art. 433 dejan en claro que el hecho punible
debe calificarse como robo con violencia o intimidación, descartando cualquier otra clase
de robo o hurto.
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7) Concepto de la voz “homicidio”.
Requiere en el robo dolo directo y los elementos subjetivos del injusto de ánimo
de lucro y de apropiación, mientras que en el homicidio dolo directo y eventual.
Debe dejarse claro, siguiendo a RODRÍGUEZ y OLIVER, que el dolo del robo y
homicidio no necesariamente deben existir desde que principia la actuación del sujeto
activo, ya que teniendo en cuenta que el núcleo de este crimen descansa en el robo, lo único
que cabe exigirse al inicio, es el ánimo de apoderamiento. La intención de matar, en
cambio, puede surgir con posterioridad, lo que se comprueba con el empleo de la expresión
“con ocasión” que alude a la muerte que se ejecuta durante la sustracción que en principio
no fue prevista ni deseada. Luego, la voluntad de apropiación que se origina a continuación
de la muerte del ofendido debe calificarse como homicidio y hurto, descartándose el robo
con homicidio.
Finalmente, debe excluirse la culpa, por resultar incompatible con la naturaleza del
la acto prohibido. Además, “los tipos culposos previstos en los artículos 490 y siguientes
del Código Penal, sólo se refieren a delitos contra las personas y el robo con homicidio,
como ya se explicó, es una figura perteneciente al ámbito de (los) delitos contra la
propiedad”.
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9) Iter criminis.
Este crimen puede cometerse por uno o más sujetos activos, por no existir
restricciones en el tipo en contrario. Empero, deben efectuarse las siguientes precisiones:
10.b) Si hubiere coautores requiere al menos que todos ellos hayan obrado con dolo
eventual respecto al homicidio. En caso contrario, responderán sólo por robo simple.
10.c) El tipo no exige que la víctima del homicidio y del robo sea la misma persona, por
no existir mandato expreso en el art. 433 N° 1 del Código de Castigo que así lo confirme.
Esta postura se corrobora en el hecho de que otros delitos, que también exigen ciertos
resultados conexos, sí restrinjan a la propia víctima la posibilidad de ser afectada por
aquellas consecuencias, por ejemplo la violación con homicidio (art. 372 bis).
11) Penalidad.
Para el evento que se cometan varios homicidios, el primero colmará el tipo y los
restantes deberán castigarse de forma independiente en concurso real con aquél, de
acuerdo al art. 74, puesto que de otra forma se estaría beneficiando al imputado y no se
cautelaría el ataque múltiple a los bienes jurídicos personalísimos que resultan vulnerados.
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CAPÍTULO DÉCIMO TERCERO
AUXILIO AL SUICIDIO
1) Concepto.
El art. 393 castiga como delito de peligro concreto contra la vida “al que con
conocimiento de causa prestare auxilio a otro para que se suicide, si se efectúa la
muerte”.
3) Origen.
Se funda en el art. 335 del Código Penal Español de 1850 que sancionaba al que
prestare auxilio para que otro se suicidare, hasta el punto de ejecutar el mismo la muerte. La
Comisión Redactora agregó “el que con conocimiento de causa” para determinar
concretamente la acción que se penaliza.
Actualmente, el art. 143 N° 2 del Código Penal Español (1995) castiga con una pena
de prisión de 2 a 5 años al que cooperare con actos necesarios al suicidio de una persona.
4) Naturaleza.
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El suicidio en nuestro ordenamiento jurídico entendido como “la muerte querida
de una persona imputable” es atípico, por los siguientes argumentos:
4.a) No existe norma en la ley penal que castigue expresamente la muerte del suicida;
4.b) No resulta captado por el art. 391 N° 2, ya que el homicidio exige que se de muerte a
otro, no de uno mismo;
4.d) La pena con que se amenaza el suicida, resulta inefectiva e inútil, ya que cualquier
castigo sería inferior al deseo del suicida, esto es, la muerte. Empero, el cooperador es
castigado toda vez que atenta contra la vida ajena y resulta posible aplicarle una pena,
por cuanto no muere al realizar el acto prohibido, lo que constituye una excepción al
principio de accesoriedad puesto que “si la propia muerte llevada a cabo por uno mismo es
impune, en coherencia con dicho principio también habrían de serlo los actos llevados a
cabo por terceros que contribuyen a dicha muerte”.
Finalmente, sobre el sujeto pasivo, ha de decirse que debe tratarse de una persona
con capacidad de imputabilidad. Es decir, “que tenga los requisitos generales necesarios
para darse cuenta de la naturaleza y consecuencias del acto que va a realizar”. Auxiliar a
suicidarse a un enajenado mental, o a un niño de pocos años, o a quien padece de error
esencial, es homicidio y no auxilio al suicidio”.
6.a) Omisión de socorro del art. 494 Nº 14que acontece cuando el sujeto que se intenta
matar se encuentra en despoblado y su deceso que puede evitarse por un tercero, sin
detrimento propio para este último, no se impide, falleciendo el suicida; y
6.b)Homicidio por omisión, cuando el garante no evita el suicidio, por ejemplo de su hijo.
Aquí, la no evitación debe considerarse en el hecho concreto como equivalente a la
realización activa de la muerte del suicida, es decir, como un homicidio por omisión. Ello
es así, ya que sobre el garante “pesaba la obligación de velar por la existencia de esa
persona, frente a los peligros de cualquier clase que pudiera sufrir en el ámbito de su
posición, aun los provenientes de la propia víctima”.
8) Relación de causalidad.
11) Penalidad.
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CAPÍTULO DÉCIMO CUARTO
HOMICIDIO EN RIÑA
1) Concepto.
El art. 392,que tiene por antecedente el Código Penal Español de 1848, dispone en
su inc. 1°: “Cometiéndose un homicidio en riña o pelea y no constando el autor, pero sí
los que causaron lesiones graves, se impondrá a todos éstos la pena de presidio menor
en su grado máximo”.Luego, el inc. 2° del mismo precepto agrega “Si no constare
tampoco quienes causaron lesiones graves al ofendido, se impondrá a todos los que
hubieren ejercido violencia en su persona la de presidio menor en su grado medio”.
Se cautela la vida humana independiente, que con motivo del acaecimiento de una
riña o pelea, situación de por sí peligrosa, resulta muerta sin que sea posible identificar a
sus autores.
3) Fundamento.
4) Naturaleza.
La riña o pelea puede definirse como “un enfrentamiento tumultario entre tres o
más personas que se atacan recíprocamente, donde, por tanto, reina la confusión y no
resulta posible determinar con exactitud quién y qué clase de golpes da o recibe”.
Del concepto proporcionado de riña surgen como elementos que la integran los
siguientes:
En consecuencia, no puede haber riña entre dos personas, puesto que en esa
hipótesis puede determinarse por simple descarte el autor de las lesiones sufridas por el
ofendido. Tampoco “parece haber riña necesariamente si se trata de un enfrentamiento
entre dos bandos, aunque estén compuestos por varios intervinientes cada uno, ya que en la
mayor parte de estas situaciones no existirá confusión: el concierto entre los miembros de
un bando parece justificar de por sí la aplicación del principio de imputación recíproca en
cuanto a los golpes que se propinan a los miembros del bando opuesto”.
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6.a.2)La concurrencia de confusión o tumulto (“situación tumultuosa”) resulta esencial.
En consecuencia, debe existir un acometimiento desordenado entre atacantes y
agredidos, vinculado tanto a la imposibilidad de determinar la participación exacta de cada
uno de los involucrados como al riesgo que una riña de tal clase importa.
6.a.4)Aptitud causal para producir el peligro concreto contra la vida o salud individual en
el sentido que exista una efectiva conmoción al bien jurídico cautelado por el legislador.
La conducta típica exige la existencia de una riña o pelea con los siguientes
requisitos:
6.b.1) Que se cometa el homicidio de una persona, sin que se sepa quién fue el autor del
crimen en los términos del art. 15 CP, lo que en definitiva constituye un presupuesto de
orden procesal.
6.b.2)Que el homicidio se haya producido en una riña o pelea, de forma que si un tercero
que no interviene en la riña dispara contra quienes se acometen recíprocamente, aunque no
conste la identidad del autor de la muerte del sujeto pasivo, debe descartarse esta figura por
cuanto no fue el peligro de la riña el que se realizó en el resultado. Lo mismo si fallece un
tercero que no participó en la riña.
6.b.3) Que esté acreditado quién causó en esa ocasión lesiones graves a la víctima, con la
prevención que deben corresponder a las lesiones simplemente graves del art. 397 N° 2,
puesto que si fueren graves gravísimas correspondería su castigo por el delito del art. 397
N° 1, por aplicación del principio de subsidiariedad. Con esta interpretación, puede citarse
la SCS 19/3/2007, dictada en causa Rol 4.746-2005 que resolvió: “Si se conociera el autor
de las lesiones gravísimas causadas en riña y produciéndose como efecto causal el deceso,
prevalece la sanción del artículo 397 N° 1 sobre la del 392 inciso 1°, ambos del Código
Penal, evitando la contradicción que sucedería si la producción de la muerte determina una
disminución del castigo contemplado, al ser mayor la sanción establecida en la primera
disposición citada”.
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6.c)Figura del art. 392 inc. 2º.
La acción prohibida tiene los mismos elementos que la figura antes estudiada, con
la diferencia que en este caso se encuentra acreditado solamente quién causó lesiones
menos graves o leves a la víctima.
El tipo exige dolo directo en cuanto al deseo de participar en una riña o pelea
(intención de reñir) y dolo directo o eventual respecto a las lesiones inferidas a la víctima,
o violencia, en su caso, lo que excluye -sin lugar a dudas- la comisión culposa de este
ilícito.
9) Iter criminis.
10) Participación.
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11) Penalidad.
11.a) Para el evento que conste quienes causaron lesiones graves al occiso, se impondrá a
todos éstos la pena de presidio menor en su grado máximo.
11.b) Si no constare lo anterior, se impondrá a todos los que hubieren ejercido violencia en
su persona la privativa de libertad de presidio menor en su grado medio.
Si las lesiones graves producidas en riña son graves gravísimas del art. 397 N° 1,
por aplicación del principio de subsidiariedad, como ya se ha dicho con antelación, deben
castigarse por tal ilícito por sobre el homicidio en riña del art. 392.
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CAPÍTULO DÉCIMO QUINTO
SECUESTRO CON HOMICIDIO
1) Concepto.
El art. 141 castiga como secuestro con homicidio “al que sin derecho encerrare o
detuviere a otro privándole de su libertad, y que con motivo u ocasión de aquello,
cometiere además homicidio en la persona de la víctima”.
3.a) Si el funcionario público actúa fuera del ejercicio de sus funciones (v. gr. como
particular) comete delito de secuestro.
En tanto, el sujeto pasivo puede ser cualquier hombre o mujer mayor de 18 años. Si
es menor de esa edad se configura el delito de sustracción de menores (art. 142).
Consiste en encerrar o detener a una persona mayor de 18 años de edad, sea por
acción u omisión, sin su voluntad y de forma ilegítima, dándole muerte en el contexto
de su privación de libertad.
4.b) La detención es un concepto más amplio que el encierro, comprendiendo “todas las
formas de privación de libertad de movimiento que no consistan en encerrar”.
También, se ha concebido como “la aprehensión de una persona, acompañada de la
privación de su libertad” (“de movimiento”). Igualmente, como “obligar a una persona
a estar en un lugar contra su voluntad, privándosela, así, de su libertad ambulatoria,
siendo indiferente el medio empleado para ello”. Asimismo, como una acción retentiva
que priva a la persona de su capacidad de movimiento sin necesidad de recluirla en un
lugar cerrado. Otros, más sencillamente, aluden a una prohibición de movilización, sin
que constituya encierro. En suma, existe una aprehensión, con privación de la libertad
ambulatoria que no consiste en encierro.
4.e) La faz objetiva impone que debe secuestrarse “contra la voluntad” del sujeto pasivo,
esto es, sin su consentimiento, pues en caso contrario resulta atípico su encierro o
detención. Para esos fines, la víctima ha de tener “la capacidad (“perfectamente eficaz”)
para determinarse con libertad, es decir, con posibilidades de formar y expresar su
voluntad”. En otras palabras, el secuestrado debe tener “la conciencia que se encuentra
privado de su facultad de autodeterminarse” y de desplazarse libremente.
4.f) Requiere que el sujeto activo actúe “sin derecho”, lo que constituye un elemento
normativo del tipo. Este elemento supone una actuación ilegítima (“ilícita”),es decir, no
autorizada por la ley(ordenamiento jurídico) o cuando el agente se ha excedido en el
ejercicio de un derecho.
4.h) Acera del significado de la frase “con motivo u ocasión del secuestro cometiere
además homicidio” resulta posible indicar que sólo es posible que con ocasión de un
secuestro se cometa además un homicidio, puesto que no puede perpetrarse un
homicidio con motivo de un secuestro; en efecto, no puede matarse para con posterioridad
secuestrar. O sea, no puede privarse a un muerto de su libertad de desplazamiento, ya que
no existe vulneración al bien jurídico protegido, por lo que en tal caso sólo cabe castigar
por homicidio.
4.i) La persona que ha de ser muerta en el contexto del secuestro debe ser el propio
encerrado o detenido, y no un tercero distinto, ya que en cuyo caso se estará ante un
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concurso real entre secuestro y homicidio simple o calificado, pero no ante la figura
agravada en estudio.
5.c) Si con motivo u ocasión de este delito, se cometiere además violación, violación
sodomítica o alguna de las lesiones del art. 395, 396 y 397 Nº 1 en la persona de la
víctima, se sancionará con presidio mayor en su grado máximo a presidio perpetuo
calificado.
De esta forma, el imputado debe actuar u omitir actuar, con la voluntad de privar la
libertad ambulatoria a un tercero y luego darle muerte, con la conciencia de la ilicitud de su
acción u omisión, o representándose lo anterior, actuando u omitiendo dejar sin efecto el
encierro o detención y consecuencial muerte de la víctima, aceptando las consecuencias.
En el evento que el homicidio sea culposo se estará en presencia de la figura del art.
141 inc. 4°, que agrava la responsabilidad penal del sujeto activo cuando se produzca un
grave daño en la persona o interés del secuestrado.
8) Naturaleza jurídica.
El secuestro es un ilícito de lesión, por cuanto exige “la privación de libertad para
que se consume el delito” y permanente ya que se prolonga mientras subsista o se
mantenga el encierro o detención del ofendido. En otras palabras, el momento consumativo
de la privación de libertad perdura en el tiempo, subsistiendo la conducta “y sólo puede
tenerse por finalizado una vez que el secuestrado ha recuperado su libertad ambulatoria o se
ha acreditado formalmente su deceso”. Que sea un delito permanente tiene relevancia
jurídico penal para efectos del cómputo de la prescripción de la acción penal y para la
detención en situación de flagrancia (art. 95 CP y arts. 129 y 130 CPP).
10)Iter criminis.
Este crimen teniendo en consideración el nexo que necesariamente debe existir entre
el secuestro y homicidio del sujeto pasivo solamente puede concebirse al cometerse ambos
delitos, es decir, al consumarse el secuestro y el homicidio de la víctima. Asimismo, por
así disponerlo expresamente el legislador al utilizar el verbo “cometer” en conjunto con el
vocablo “además”, que supone la completa ejecución de ambos ilícitos. En suma,
secuestro y homicidio deben reunir para su castigo a título del art. 141 inc. 5° “todas sus
exigencias típicas”.
11) Concursos.
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En ciertas ocasiones, para la perpetración de otros delitos resulta necesario el
encierro o detención de la víctima, como la violación, abuso sexual o robo con violencia o
intimidación. En estos casos, cuando el período de privación o restricción de libertad no
exceda o supere el estrictamente necesario para la comisión del delito perseguido por
el imputado, la figura del secuestro simple queda desplazado por consunción en esos otros
hechos de mayor gravedad. O sea, corresponde solamente castigar por violación, abuso
sexual o robo con violencia o intimidación, según proceda.
12) Secuestro político (art. 5 letra b) y c) del Decreto 890, de 1975, que fija el texto
actualizado y refundido de la Ley Nº 12.927, sobre Seguridad del Estado).
Como delito contra la Seguridad Interior del Estado, en el art. 5 letra b) se castiga a
los que -en tiempos de paz- con el propósito del alterar el orden constitucional o la
seguridad pública o de imponer exigencias o arrancar decisiones a la autoridad privaren de
libertad a una persona, con una pena de presidio mayor en su grado medio. Si el secuestro
durare más de 5 días, o se exigiere rescate o se condicionare la libertad en cualquier forma,
la pena será de presidio mayor en su grado máximo. Si el delito se realizare en razón del
cargo que una persona desempeñe, haya desempeñado o esté llamada a desempeñar, o si la
víctima fuere el cónyuge, ascendiente, descendiente o colateral hasta el segundo grado de
consanguinidad de ésta, la pena será de presidio mayor en su grado máximo. Finalmente, el
que con motivo u ocasión del secuestro cometiere además homicidio, violación o alguna
de las lesiones comprendidas en los arts. 395, 396 y 397 Nº 1, en la persona del ofendido,
será castigado con presidio mayor en su grado máximo a presidio perpetuo calificado. O
sea, con la misma sanción del art. 141 inc. 5°.
Finalmente, conforme al art. 5 letra c) en caso de guerra externa, las penas del art. 5
letra b) serán aumentadas en un grado. Si fuera la de presidio perpetuo, se aplicará esta
precisamente.
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CAPÍTULO DÉCIMO SEXTO
ABORTO
1) Ubicación y origen
La Comisión Redactora siguió en este punto al Código Penal Belga, que vincula al
aborto como ilícito contra la família y las buenas costumbres (Sesión 66).
Aquello, para nada puede ser compartido, por cuanto lo cautelado por este delito
como bien jurídico es la vida dependiente o “en gestación” y no la familia, y no se divisa
aspecto alguno que lo vincule con la moral sexual colectiva.
2) Concepto.
Con este concepto “se salva gran parte de los problemas que preocupan a la doctrina
jurídica, tales como: que se produzca la muerte en el vientre materno o fuera de él o si ha
habido o no expulsión de la criatura. Cualquiera que sea el método empleado y cualquiera
que sea el resultado de la maniobra criminal, hay aborto si se produce la muerte de la
criatura en formación”.
2.a) Interrupción del embarazo, hecho con el propósito de evitar el nacimiento de la criatura
o impedir el curso progresivo del estado de gravidez.
2.b) Interrupción del embarazo con muerte del feto o fruto de la concepción.
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2.c) Destrucción o aniquilamiento del fruto de la concepción.
2.d) La muerte del feto voluntariamente ocasionada bien en el seno de la embarazada, bien
provocando su expulsión prematuramente en condiciones de no viabilidad extrauterina.
2.e) Destrucción del producto de la concepción dentro del claustro materno o por su
expulsión prematura provocada.
2.f) Expulsión prematura del fruto de la concepción, en términos que impidan la viabilidad
del feto y/o la destrucción del feto en el seno de la madre.
2.g) Toda interrupción de la gestación que produce la muerte del embrión o feto.
Lo cautelado es la vida humana dependiente, “en formación”, “del que está por
nacer”, incipiente, en gestación o “prenatal” (“la vida del feto”).
1) Que sea necesario para evitar un grave peligro para la vida o salud física o psíquica de la
embarazada y así conste en un dictamen emitido con anterioridad a la intervención por un
médico de la especialidad correspondiente, distinto de aquel por quien o bajo cuya
dirección se practique el aborto. En caso de urgencia por riesgo vital para el gestante podrá
prescindirse del dictamen y del consentimiento expreso (indicación terapéutica);2) Que el
embarazo sea consecuencia de un delito de violación del artículo 429, siempre que el aborto
se practique dentro de las 12 primeras semanas de gestación y que el mencionado hecho
hubiere sido denunciado (indicación ética); y 3) Que se presuma que el feto habrá de nacer
con graves taras físicas o psíquicas, siempre que el aborto se practique dentro de las 22
primeras semanas de gestación y que el dictamen, expresado con anterioridad a la práctica
del aborto, sea emitido por dos especialistas de centro sanitario, público o privado,
acreditado al efecto, y distintos de aquel por quien o bajo cuya dirección se practique el
aborto (indicación eugenésica o “embriopática”).
5)Clasificación.
En el aborto violento, causado por terceros extraños, corresponde analizar los tipos
del art. 342 Nº 1 y 343.
6.1.a.4)Relación de causalidad.
Su comisión sólo es posible con dolo directo, ya que el legislador exige que sea
causado “maliciosamente”, expresión que empleó la Comisión Redactora reemplazando la
que usaba la disposición el Código Español de 1848, que le sirvió de modelo: de propósito,
descartando el dolo eventual y la culpa.
En consecuencia, para “aplicar el tipo del artículo 342 se requiere una actuación
dolosa, esto es, realizada con conocimiento del estado de gravidez de la embarazada y del
poder abortivo del medio empleado y, además, que el sujeto hubiere actuado con la
finalidad precisa de matar al feto”.
6.1.a.6)Concurrencia de lesiones.
El tipo, en el caso de violencia física, sólo cubre las lesiones que se ocasionen a la
madre que sean inherentes a la comisión del aborto, puesto que los excesos dolosos
deben castigarse en concurso ideal en los términos del art. 75.
6.1.a.7) Penalidad.
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Esta figura tiene un carácter excepcional ya que el aborto culposo es atípico al no
comprenderlo el art. 490, que se refiere exclusivamente a los delitos contra las personas y
el feto no es persona.
6.1.b.5)Concurrencia de lesiones.
6.1.b.6) Penalidad.
6.2)Aborto no violento.
En esta clase de aborto, corresponde analizar los tipos del art. 342 Nº 2 y 3.
La conducta debe encaminarse a poner término a la vida del que está por nacer,
sin la aquiescencia de la mujer, y sin utilizar medios violentos(v. gr. medios químicos).
Debe descartarse como medio ejecutivo la intimidación puesto que se encuentra cubierto en
el tipo de aborto antes revisado (art. 342 N° 1).
Igual al ya analizado.
En efecto, como ya se ha dicho, para “aplicar el tipo del artículo 342 se requiere una
actuación dolosa, esto es, realizada con conocimiento del estado de gravidez de la
embarazada y del poder abortivo del medio empleado y, además, que el sujeto hubiere
actuado con la finalidad precisa de matar al feto”.
6.2.a.5) Penalidad.
Puede existir violencia o no, contra la madre, puesto que se actúa con su
consentimiento, lo que impide que la figura se desplace al art. 342 N° 1, si hubiere mediado
coacción física.
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6.2.b.3)Objeto material y resultado.
Admite sólo dolo directo, al indicarse que la actuación del sujeto activo deber ser
maliciosa, descartándose su punición a título de dolo eventual o culpa.
Por ello, para “aplicar el tipo del artículo 342 se requiere una actuación dolosa, esto
es, realizada con conocimiento del estado de gravidez de la embarazada y del poder
abortivo del medio empleado y, además, que el sujeto hubiere actuado con la finalidad
precisa de matar al feto”.
6.2.b.5) Penalidad.
7)Aborto causado por la propia mujer (auto aborto) o con su consentimiento (art.
344).
Lo comete “la mujer que causare su aborto o consintiere que otra persona se lo
ocasione. Si lo hiciera para ocultar su deshonra, la pena se rebajará en un grado”.
El fundamento por el cual la pena de la mujer es más gravosa que la del tercero que
ocasiona el aborto con el consentimiento de aquélla descansa en que “la mujer tiene una
posición de garante respecto de la criatura que lleva en su vientre”, por lo tanto el
juicio de reproche es mayor.
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una mujer con capacidad para manifestarlo y conociendo el acto de que se trata. En el
evento contrario, la conducta resta impune para ella.
Igual al ya comentado.
En cualquiera hipótesis, la mujer debe actuar con dolo directo, puesto que en ambas
modalidades ejecutivas, con conocimiento, voluntaria y deliberadamente, decide
interrumpir su embarazo, sola o con la asistencia de un tercero. En consecuencia, debe
descartarse el dolo eventual y la culpa.
7.f) Penalidad.
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No tiene relevancia, por no existir referencia del legislador que lo exprese directa o
indirectamente, que la mujer hubiere o no tenido con antelación hijos, o sea soltera, casada,
viuda o “prostituta”.
Se castiga con las penas del art. 342 aumentadas en un grado “al facultativo que,
abusando de su oficio, causare un aborto o cooperare en él”.
El sujeto activo ha de ser un facultativo, o sea, toda persona que tiene un título
universitario (“sanitario”) relacionado con el arte de curar o sanar enfermedades del
cuerpo humano, como el médico, odontólogo (dentista), médico veterinario, kinesiólogo,
enfermera universitaria, matrona, dietista, etc. Esta “forma de interpretarla palabra
facultativo encuentra respaldo en la historia del precepto, pues si bien el Código Penal
Español de 1848 –que sirvió de modelo al nacional- también la empleaba, en el Código de
ese país de 1822 enumeraba a los diversos profesionales de la salud de la época; al
relacionar la norma del Código de 1848 con otras disposiciones, se colegía que no había
variado el criterio del legislador de 1822, sino que lo había mantenido en cuanto a referirse
con la expresión facultativo a los diversos profesionales que practican el arte de sanar”. A
su turno, el sujeto pasivo es el feto.
Para finalizar, “la vinculación de esta agravación a la calidad del facultativo y a sus
deberes profesionales hace que, por tratarse de una cuestión de pura culpabilidad, no se
comunique a los partícipes no facultativos (desde luego, no se aplica a la mujer que
consiente en el aborto –partícipe necesario-, pero tampoco a terceros, como sería el que
contrata al médico para la intervención, actuando como inductor)”. O sea, es una calidad
incomunicable a otros eventuales partícipes del delito que no detenten tal calidad.
El ya estudiado.
Admite sólo dolo directo, teniendo en cuenta que la conducta desplegada por el
sujeto activo supone un aprovechamiento, descartando el dolo eventual y la culpa.
Finalmente, el reenvío que el art. 345 hace a las penas del art. 342 sirve como otro
“argumento sistemático para afirmar que también aquí la conducta debe ser realizada con
dolo directo”.
9)Aborto terapéutico.
9.a) Concepto.
Tales casos pueden darse, de acuerdo a la declaración del Consejo de Ética del
Consejo General del Colegio Médico de Chile (2003), cuando se está en presencia de un
embarazo ectópico, en infección ovular con sepsis grave, en ciertos tumores de origen
molar susceptibles de malignización y severas anomalías cromosómicas embrionarias, y en
casos de eclampsia y alteraciones autoinmunes que no responden al tratamiento médico.
9.d.1) Para LABATUT el aborto médico o terapéutico que efectúa un facultativo en uso de
su oficio, para salvar la vida de la madre o evitarle un daño grave en su salud, constituye un
caso de estado de necesidad. Con la misma postura, más recientemente, HERMOSILLA
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indica que “el médico que realiza una acción destinada a proteger la salud y la vida de la
madre, que implica la muerte del feto, no realiza una acción matadora propia del tipo del
aborto, sino que una acción sanadora conforme a la Lex Artis, adecuada a derecho y
amparada en el artículo 10 N° 7 del Código Penal (estado de necesidad)”.
9.d.2) Cuando se trata de una actividad médica realizada con fines terapéuticos y conforme
a la lex artis, en que la muerte del feto sobreviene de un modo indirecto, OSSANDÓN
señala que debe entenderse que lo excluido es la imputación objetiva del
comportamiento, pues es una conducta socialmente adecuada o parte del riesgo permitido
inherente a dicha actividad médica, no siendo comprendida por el tipo penal. En otras
palabras, se admite como actividad terapéutica permitida “por resultar objetivamente
atípica como parte del riesgo permitido”, por cuanto se efectúa con una finalidad
curativa, aunque la muerte del feto sea previsible o incluso segura, excluyendo únicamente
la conducta encaminada directamente a ese objetivo, lo que guarda armonía con el art. 9 del
Código de Ética del Colegio Médico de Chile que indica: “El médico no podrá realizar
acciones cuyo objetivo directo sea poner fin a la vida de un paciente bajo consideración
alguna”. Si quedare alguna duda, resulta aplicable la eximente amplia del estado de
necesidad del art. 10 N° 11 CP, con carácter exculpatorio, al médico que practica el
aborto por graves razones terapéuticas, teniendo en cuenta además que dicha eximente
aparece redactada en términos objetivos, sin considerar el efecto psicológico particular que
la situación de necesidad genera al autor del hecho. Esta última postura, también es
compartida por COUSO, quien sosteniendo por una parte que dicha clase de aborto se
encuentra justificado por la causal del art. 10 N° 10, agrega –por la otra- que además está
amparado por la nueva eximente del estado necesidad del art. 10 N° 11CP incorporada
por ley 20.480 (18/10/2010). Igual que OSSANDÓN, en cuanto al argumento principal,
VAN WEEZEL comenta “el médico que cumple su deber profesional haciendo lo que el
estado de la ciencia médica le indica hacer para intentar salvar ambas vidas, crea para la
criatura (y su madre) un riesgo que está permitido por el ordenamiento jurídico. Se trata
de una conducta socialmente adecuada, y por lo tanto ya desde un comienzo no
comprendida en el tipo penal”.
9.d.4) Finalmente, BALMACEDA invoca como solución la aplicación del principio del
doble efecto, señalando que el ejercicio legítimo de un derecho u oficio es una regla que
carece de un sentido justificante por sí mismo, ya que ni en la legislación ni tampoco en la
lex artis se encuentra una norma que autorice el aborto terapéutico. Conforme a este
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principio, que se entiende como la ejecución de una acción que produce un efecto bueno y
otro malo, deberá exigirse para postular su licitud que la consecuencia perniciosa no sea
querida ni como medio ni como finalidad, y la concurrencia de un motivo de peso que se
pueda mirar como proporcional para soportar el efecto pernicioso que se seguirá de la
acción del doble efecto. O sea, exige como condiciones las siguientes:
9.d.4.a) Que el efecto malo no sea intentado, es decir, que no sea buscado ni como fin ni
como medio; y
9.d.4.b) Que exista una razón proporcional grave para realizar el acto y aceptar, permitir o
tolerar el efecto malo.
10)Iter criminis.
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CAPÍTULO DÉCIMO SÉPTIMO
DELITOS RELACIONADOS A LA MANIPULACIÓN GENÉTICA
Los ilícitos que a continuación se revisarán tienen como parámetro común que
protegen en su base como bien jurídico la dignidad humana, que encuentra su
reconocimiento en el art. 1° CPR.
El sujeto activo es genérico y el pasivo corresponde al ser humano que pretende ser
clonado u objeto de una práctica eugenésica.
Se trata de un delito formal que admite sanción sólo en grado tentado y consumado.
No resulta posible su castigo en grado frustrado ya que no se divisa un resultado posterior a
la realización del acto prohibido.
1.e) Penalidad.
El sujeto activo es común mientras que el pasivo corresponde al ser humano titular
de la secuencia de ADN cuya reserva resulta vulnerada.
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El art. 12 dispone “La información genética de un ser humano será reservada. Lo
anterior es sin perjuicio de las facultades de los tribunales de justicia, en los casos y en la
forma establecidos en la ley. Asimismo, para los efectos de esta ley, resultan plenamente
aplicables las disposiciones sobre secreto profesional”.
Exige, conforme la acción prohibida, dolo directo del sujeto activo, excluyéndose
el dolo eventual y la culpa.
2.e) Penalidad.
Se castiga con las mismas penas establecidas en el art. 247 para la violación de
secretos, es decir, con reclusión menor en su grado mínimo a medio y multa de 6 a 10
UTM.
3) Delito de falsificación del acta en que conste el consentimiento de una persona para
que se investigue su identidad genética y el uso malicioso de la misma (art. 19 ley
20.120).
Castiga al que falsificare el acta a que se refiere el inc.3° del art. 11 de la ley
20.120 como al que maliciosamente usare, con cualquier fin, un acta falsa.
El sujeto activo es genérico y el pasivo el ser humano titular del acta que da cuenta
de la autorización para investigar su identidad genética.
Al igual que los ilícitos anteriores es un delito formal, no exigiendo ninguna clase
de resultado para su reproche penal.
3.e) Penalidad.
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4.a) Sujetos del delito.
Basta con realizar el acto que prohíbe la ley para entender por satisfecho el tipo, de
modo que tiene una naturaleza formal, por lo que sólo cabe su castigo en grado consumado
y tentado.
4.e) Penalidad.
Se sanciona con la suspensión por tres años del ejercicio profesional. En caso de
reincidencia procederá la prohibición absoluta de ejercicio profesional en el territorio
nacional.
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