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Tesis Doctoral

Neotectónica del extremo


noroccidental del cinturón barreal-
Las Peñas, precordillera Sur

Terrizzano, Carla Marina


2010

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Terrizzano, Carla Marina. (2010). Neotectónica del extremo noroccidental del cinturón barreal-
Las Peñas, precordillera Sur. Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Universidad de Buenos
Aires.

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Terrizzano, Carla Marina. "Neotectónica del extremo noroccidental del cinturón barreal- Las
Peñas, precordillera Sur". Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Universidad de Buenos
Aires. 2010.

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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

Facultad de Ciencias Exactas y Naturales

Departamento de Ciencias Geológicas

NEOTECTÓNICA DEL EXTREMO NOROCCIDENTAL DEL


CINTURÓN BARREAL – LAS PEÑAS, PRECORDILLERA SUR

Tesis presentada para optar al título de Doctor de la Universidad de Buenos


Aires en el área Ciencias Geológicas

Carla Marina Terrizzano

Directores de tesis: Dr. José María Cortés


Dr. Augusto E. Rapalini

Consejero de estudios: Dr. José María Cortés

Buenos Aires, 2010


NEOTECTÓNICA DEL EXTREMO NOROCCIDENTAL DEL
CINTURÓN BARREAL – LAS PEÑAS, PRECORDILLERA SUR

En este trabajo se presenta un estudio neotectónico del extremo noroccidental del


cinturón Barreal – Las Peñas, Precordillera Sur, provincias de San Juan y Mendoza.
La estratigrafía está caracterizada por un sustrato paleozoico, sucesiones permo-
triásicas, cuerpos intrusivos neógenos y una cobertura sedimentaria cenozoica. Se ha
puesto especial énfasis en la estratigrafía cenozoica, especialmente cuaternaria,
habiéndose reconocido cuatro niveles de agradación que fueron asignados al
Pleistoceno medio-inferior, al Pleistoceno medio, al Pleistoceno superior y al Holoceno.
A partir del análisis estratigráfico, estructural y de la geomorfología tectónica del
área y sobre la base de tomografías eléctricas resistivas y datos de anisotropía de
susceptibilidad magnética (AMS), se ha caracterizado la deformación neógena y
cuaternaria de la región.
Las principales unidades morfotectónicas que integran el área de estudio
corresponden a los bloques Barreal y Ansilta. Entre ambos se extiende un amplio
sector pedemontano que integra parte de la depresión de Barreal - Uspallata. La
estructura neógena y cuaternaria del conjunto de esos bloques montañosos está
definida por corrimientos de vergencias opuestas, hacia el oeste en el bloque Barreal y
hacia el este en el bloque Ansilta.
Asimismo, se ha definido un cinturón de deformación cuaternario de ligazón débil
a lo largo del valle de Barreal - Uspallata, el cinturón Yalguaraz. El mismo, de dirección
NNO y carácter transpresivo sinestral, conecta mecánicamente el sector
precordillerano correspondiente al cinturón Barreal – Las Peñas con la región central
de la Precordillera Sur y la Cordillera Frontal. En tiempos cuaternarios, el cinturón
Yalguaraz muestra tres etapas de deformación.
El estilo tectónico es el producto de la interferencia de elementos estructurales en
distintas direcciones como consecuencia de la reactivación de estructuras previas, de
edad paleozoica y triásica, oblicuas y transversales al orógeno andino.

Palabras claves: neotectónica, deformación cuaternaria, geomorfología tectónica,


tomografía eléctrica resistiva, anisotropía de susceptibilidad magnética, Precordillera
Sur, San Juan y Mendoza
NEOTECTONICS OF THE NORTHWESTERN EDGE OF THE
BARREAL – LAS PEÑAS BELT, PRECORDILLERA SUR

This work presents a neotectonic study of the northwestern edge of the Barreal –
Las Peñas belt, Precordillera Sur, San Juan and Mendoza provinces. At the study
area, the stratigraphy is characterized by a Paleozoic basement, Permian-Triassic
sequences, Neogene intrusive bodies and a Cenozoic sedimentary cover. It was
placed a special emphasis on the Cenozoic stratigraphy, especially on the Quaternary
one. Four Quaternary aggradation levels were recognized. They were assigned to the
Middle to Lower Pleistocene, Middle Pleistocene, Late Pleistocene and Holocene.
The Neogene and the Quaternary deformation were characterized by means of
stratigraphical and structural analyses, studies of tectonic geomorphology and
geophysical methods, such as tomographies of electrical resistivity and anisotropy of
magnetic susceptibility (AMS).
The Barreal and the Ansilta blocks, and a wide piedmont area between them
(Barreal – Uspallata depression), represent the main morphotectonic units of the study
area. The Neogene and Quaternary structure of these blocks is defined by opposite-
vergence thrusts, to the west in the Barreal block and to the east in the Ansilta block.
Along the Barreal – Uspallata depression, a Quaternary soft-linked deformation
belt, the Yalguaraz belt, was defined. It corresponds to a NNW-trending sinistral
transpressive zone which links the Barreal – Las Peñas belt with the central region of
the Precordillera Sur and the Cordillera Frontal. During the Quaternary, this belt shows
three different deformation stages.
The tectonic style of the area is the consequence of the Andean reactivation and
interference of transverse and oblique older structures, Paleozoic and Triassic in age.

Keywords: neotectonics, Quaternary deformation, tectonic geomorphology,


tomography of electrical resistivity, anisotropy of magnetic susceptibility, Precordillera
Sur, San Juan and Mendoza
AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecer a la Universidad de Buenos Aires (UBA) y al Consejo Nacional de


Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) por hacer posible el desarrollo de este trabajo
de investigación. A la UBA por permitirme llevar a cabo mi trabajo y darme acceso a la
formación necesaria para que eso ocurra, siempre en el ámbito de una universidad pública y
gratuita. Al Conicet por permitirme ser parte de su programa de becas, sin la cual, es claro, no
habría podido dedicarme a esto.
Agradezco profundamente a mis directores de tesis, el Dr. José María Cortés y el Dr.
Augusto Rapalini, por guiarme, por procurar formarme todos estos años, por el estímulo y por
las tremendas ganas de aprender.
Quiero expresar también mi especial agradecimiento a Sabrina, por compartir conmigo
trabajo y amistad. Gracias por las ganas, por darme tantas manos y por hacer de la física y de
la geología, junto con Pepe, Augusto y conmigo, una conjunción más que interesante.
Tras la revisión de este trabajo por parte de los jurados, he recibido comentarios
interesantes y constructivos que no solo alimentaron esta versión final, sino que además me
hicieron ver y pensar cuestiones en que principio se me habían pasado inadvertidas. Les
agradezco realmente a Fernando Hongn, Víctor Ramos y Rubén Somoza el esfuerzo y las
correcciones a conciencia.
Los trabajos de campo hubiesen sido imposibles sin la ayuda incondicional de Mercedes
Pasini, Cecilia Spagnuolo, Ezequiel García Morabito, Patricio D´Odorico, Florencia Gargiulo,
Gisel Peri, Sabrina Fazzito, Claudio Simeone y los guardaparques del Parque Nacional El
Leoncito -Mariana, la Peti, Ceferino-. ¡Muchas gracias!
Gracias a mis compañeros de laboratorio, Mercedes Pasini, Marcela Yamín, Cecilia Prieto,
Analía Casa, Joaquín Rosello, con quienes intercambié ideas todo este tiempo y quienes
extendieron una mano siempre que la necesité.
Quiero agradecer también al Segemar por brindarme las imágenes satelitales,
especialmente a Graciela Marín y a Paul Tchilinguirian. Muchas gracias Horario Lipai, Carlos
Vásquez, Daniel Pérez, Guillermo Ré, Silvia Barredo, por estar siempre dispuestos a ayudar.
Gracias a mis amigos de la facu, Florci, Rodi, Marilin, Flor B., Ceci S., Gi, Sabri, Marian,
Lau, por tantos ratos lindos vividos, de esos que a uno lo ponen contento.
Gracias a Lunita, Solcito, Ceci Proietti, Chipi, Diegui, Juanchi, por hacer ameno y amable
este transitar, por los escenarios, tardes, noches compartidas.
Estos años compartí muchas charlas y andanzas con mi prima Marce. Estos años compartí
también muchas charlas y andanzas con mi prima Tipi. Gracias Marce y gracias Tipi, por las
charlas y por las andanzas.
Le quiero dar las gracias a mis papás y a mis hermanos, por ser y estar. Gracias papás por
tanta curiosidad, tanto estímulo y tanta generosidad.
Gracias Eze, gracias y de nada, por habernos encontrado.
ÍNDICE

CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN

1.1. Naturaleza y objetivos del trabajo………………………………….…………………...1


1.2. Ubicación de la zona de estudio y vías de acceso………………….……………...…5
1.3. Metodología de trabajo…………………………….……………………….…………….6
1.4. Investigaciones anteriores……………………………………….…………….….……..9
1.5. Marco geográfico…………………………………………………………………..….…11

CAPÍTULO 2. ESTRATIGRAFÍA

2.1. Introducción………………………………………………………………………...........15
2.2. Paleozoico inferior………………………………………….……………………….......17
2.2.1.Grupo Ciénaga del Medio………….…………………….…………………...17
2.3. Paleozoico superior…………………………………………………………………….21
Formación Yalguaraz………………………………………………………………..21
Formación Leoncito………………………………………………………………….21
Formación Ansilta…………………………………………………………………….22
2.4. Paleozoico superior – Mesozoico………………………………………………...……22
2.4.1. Grupo Choiyoi………….……………………………………………………...22
Formación Tambillos………………………………………………………..23
Formación Horcajo…………………………………………………………..23
Formación Maniera………………………………………………………….23
2.5. Mesozoico………………………………………………………….………..………...…24
2.5.1. Formación Corrales de Araya……………………………….……………....24
2.6. Oligoceno-Neógeno………………………………………………...…………………...24
2.6.1. Formación Cerro Redondo…………………………………...…..……….…24
2.6.2. Formación Lomas del Inca…………………………………...……..……….25
2.6.2.1. Antecedentes…….………………………………………………...25
2.6.2.2. Miembro inferior ………………………………………...…..……..26
2.6.2.3. Miembro medio …………….…………………………….………..27
2.6.2.4. Miembro superior ……..………………………………...…………29
2.6.2.5. Distribución, relaciones estratigráficas y litología….…………...30
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Índice

2.6.2.6. Ambiente de formación, edad y correlaciones……….…………31


2.7. Depósitos cuaternarios……………………………………………………………….…34
2.7.1. Antecedentes……………………..……………..……………………………34
2.7.2. Depósitos del primer nivel de agradación regional….…………………….35
2.7.2.1. Formación Cesco……….……………………………………...….36
2.7.3. Depósitos del segundo nivel de agradación regional………….………….37
2.7.4. Depósitos del tercer nivel de agradación regional………….……………..38
2.7.5. Formación Casleo….………………………………………………………....39
2.7.6. Depósitos coluviales…………………..…………...…………………………40
2.7.7. Depósitos eólicos……………..….………………..………………………….40
2.7.8. Depósitos del primer cuarto de agradación regional…………….………..41
2.8. Edades de los niveles de agradación regional………………………………...……..41

CAPÍTULO 3. TECTÓNICA

3.1. Introducción…………….………………………………………………...………………44
3.2. Síntesis de la tectónica pre-cenozoica………………………………………………..45
3.3. Síntesis de la tectónica tardío cenozoica regional (27°-33°S)…………………...…50
3.4. Marco geodinámico (27°-33°S)……………………………………………… ………...51
3.5. Tectónica cenozoica……………………………………………………………..……...53
3.5.1. Unidades morfotectónicas………………………………………………..…………53
3.5.1.1. La Precordillera Sur y el cinturón Barreal – Las Peñas……………..….53
3.5.1.2. Unidades morfotectónicas en la comarca investigada…….……....…...56
3.5.2. Estructura neógena…………………………………………………………….……58
3.5.2.1. Sector montañoso precordillerano…………………………………….….58
Bloque Barreal al norte del arroyo de las Cabeceras………..………….58
Extremo sur del bloque Barreal: las lomas del Inca……………………..59
Sector norte de las lomas del Inca………………..……….……...61
Sector sur de las lomas del Inca………………………..………...64
Bloque Ansilta……………………………..………………………….……...66
Subunidad morfotectónica oriental del bloque Ansilta………….66
Subunidad morfotectónica occidental del bloque Ansilta……….68
3.5.2.2. Depresión de Barreal – Uspallata…………………………………….…..71
Alto estructural cordón Cucaracha………...………………………………71
Alto estructural Yalguaraz…………………………..……………………...71
Alto estructural El Abra……………………..………………………………72
3.5.3. Estructura cuaternaria……..……………………………..………….……………...73
3.5.3.1. Sector montañoso precordillerano…………….….………………………73
Bloque Barreal………………………..…………………………..…….……73
Estructura del frente occidental……………………..………...…..73
Estructura del frente oriental…………………..….…………….....75
a) Falla ciénaga del medio………….....………………….75
b) Estructura en la pampa del Cesco…………..…….…..75
Bloque Ansilta………………………..…………………………..….……….77
Margen oriental: falla Sierra de Ansilta…………...………………77
Margen occidental: fallas Tres Quebradas, Lomas Bayas y
Naranjo………………………………………………………………………………………...78
3.5.3.2. Depresión de Barreal – Uspallata…………..……………..………..…….79
Anticlinal Lomas Bayas……………...……………………..……………….79
Anticlinal Pampa de los Burros………………………………….…………86
Alto Lomitas Negras…………..…………………...………………………..87
Altos de los Avestruces…………..…………………..………….………….91
Anticlinales de la pampa Yalguaraz………………………….……………94
Discusión sobre la génesis de los anticlinales de la pampa
Yalguaraz………………….……………………….…………………………97
Falla de Las Manieras………………………………...……..…….....…...100
3.5.4. Análisis cinemático…………..………………………………….………………….100
3.5.4.1. Introducción………………..……………………………………………....100
3.5.4.2. Análisis cinemático a partir de la geometría de asociaciones de
estructuras neógenas y cuaternarias……… ….....……………………………101
Cinturón Barreal – Las Peñas…………………..………………..……….101
Zona de cizalla Pampa de los Burros……………………..…….….……102
Zona de cizalla Los Avestruces………………………………...………...103
Pliegues de la pampa Yalguaraz………………………….....…..………104
Zona de cizalla Yalguaraz………………..…..….……………….....……104
3.5.4.3. Cinemática de estructura mayores a partir de indicadores cinemáticos
microtectónicos…….……………………..…………………………...…………....105
Metodología……………………………………………………..……….…105
Adquisición de los datos…………………………...……………….……..107
Resultados e interpretación cinemática de los datos
microtectónicos………………………………………..……………………109
Frente estructural occidental: lomas del Inca…………………..109
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Índice

Frente estructural oriental: sector serrano aledaño a la pampa


del Cesco…………….…………………………………..………..110
Sector occidental del cordón del Naranjo……………………....111
Discusión sobre los resultados obtenidos de datos microtectónicos…111
3.5.4.4. Discusión acerca de la cinemática de las zonas de cizalla…………..113

CAPÍTULO 4. GEOMORFOLOGÍA TECTÓNICA

4.1. Introducción……………………………………………………………………….……117
4.2. Geomorfología tectónica a largo plazo: frentes montañosos…………………..…119
4.2.1. Frente montañoso oriental……………………………………………………...…121
4.2.1.1. Variaciones en la topografía, litología y estructura……………………121
4.2.1.2. Geomorfología tectónica………………………………..………………..123
4.2.1.3. Segmentación……………………………………………………………..127
4.2.2. Caracterización y comparación de la actividad tectónica relativa de los distintos
frentes montañosos del área de estudio…………………………………………131
4.3. Geomorfología tectónica a mediano y corto plazo…………………………………134
4.3.1. Pliegues pedemontanos………………………………………………………..…134
4.3.2. Escarpas de origen tectónico……………………………………………………..141
4.3.2.1. Escarpas de falla pedemontanas………………………………..………144
4.3.2.2. Escarpas de línea de falla………………………………………….…….145
4.3.2.3. Escarpas de limbo de pliegue……………………………………………145
4.3.2.4. Escarpas rocosas…………………………………………………..……..146
4.3.3. Segmentación de abanicos aluviales…………………………………………….152
4.3.4. Evidencias del ajuste de los ríos y de las redes de drenaje a la
deformación………………………………………………………………………………….154
4.3.4.1. Ajuste de los ríos al basculamiento……………………………..………154
4.3.4.2. Alteración en el perfil longitudinal de los ríos………………………..…159
4.3.4.3. Variaciones en el patrón de los ríos………………………………….…165

CAPÍTULO 5. GEOFÍSICA

5.1. Introducción…………………………………………………….……………………….170
5.2. Tomografía Eléctrica Resistiva…………………………………………...…………..171
5.2.1. Marco teórico del método geoeléctrico…………………………………………..172
5.2.1.1. Diferencia de potencial y resistividad eléctrica…………..…………….172
5.2.1.2. Descripción del método…………………………………………………..174
5.2.1.3. Arreglos geométricos de electrodos……………………..……………..176
Arreglo dipolo-dipolo……………………………………………………....177
5.2.2. Levantamientos geoeléctricos en el campo…………………………………..…178
5.2.3. Procesamiento de los datos……………………………………………………….181
5.2.4. Estudios realizados en los altos de los Avestruces………………………….…183
5.2.4.1. Adquisición y procesamiento de los datos…………………………..…184
5.2.4.2. Resultados e interpretación……………………………………………...186
5.2.4.3. Conclusiones………………………………………….…………………...188
5.2.5. Estudios realizados en la falla Yalguaraz………………………………………..192
5.2.5.1. Adquisición y procesamiento de los datos………………………..……193
5.2.5.2. Resultados e interpretación……………………………………………...194
5.2.5.3. Discusión sobre la cronología de la deformación de la falla
Yalguaraz……………………………………………………………..........196
5.2.5.4. Conclusiones………………………………………………………….......196
5.2.6. Estudios realizados sobre una anomalía de incisión…………………………...197
5.2.6.1. Adquisición y procesamiento de los datos…………………………..…197
5.2.6.2. Resultados e interpretación……………………………….……………..198
5.2.6.3. Conclusiones………………………………………………………...…….199
5.2.7. Conclusiones del método geoeléctrico en los casos empleados………..……199
5.3. Anisotropía de susceptibilidad magnética (AMS)…………………………………..203
5.3.1. Introducción…………………………………………………………………..……..203
5.3.2. Marco teórico del método………………………………………………………….205
5.3.3. Fábrica magnética y deformación…………………………………………...……208
5.3.4. Trabajo de campo……………………………………………………………..…...209
5.3.5. Medición de la anisotropía de susceptibilidad magnética……………………...210
5.3.6. Procesamiento de los datos y representación gráfica………………………….209
5.3.7. Estudios realizados en la Formación Casleo………………………………..…..212
5.3.7.1. Resultados e interpretación ……………………………………………..213
5.3.8. Estudios realizados en la ciénaga de los Avestruces………………………..…215
5.3.8.1. Resultados e interpretación………………………………………..…….215
5.3.9. Estudios realizados en depósitos cuaternarios pertenecientes al primer nivel de
agradación regional (Formación Cesco)…………………………………………216
5.3.9.1. Resultados e interpretación…………………………………...…………216
5.3.10. Estudios realizados en un jaboncillo de falla: Resultados e interpretación...218
5.3.11. Conclusiones de los estudios de AMS………………………………..………..218
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Índice

CAPÍTULO 6. ANÁLISIS DE LA DEFORMACIÓN NEOTECTÓNICA

6.1. Introducción……………………………………………………………………..………224
6.2. Análisis del sector montañoso precordillerano……………………………………...224
6.2.1. Estructura neotectónica del bloque Barreal……………………………………..224
6.2.1.1. Porción central del bloque Barreal……………………………………...225
6.2.1.2. Porción sur del bloque Barreal………………………………………..…226
Segmento norte………………………………………………….…………226
Segmento sur………………………………………………………………228
6.2.1.3. Propagación hacia el sur de la estructuración del bloque Barreal…..228
6.2.2. Estructura neotectónica del bloque Ansilta………………………………..…….230
6.2.2.1. Análisis de la estructura del cordón de la Tres Quebradas…………..233
6.3. La zona de cizalla Pampa de los Burros…………………………………………….236
6.4. El cinturón de ligazón débil Yalguaraz……………………………………………….238
6.4.1. Subunidades internas del cinturón Yalguaraz…………………………….…….249
6.4.2. Características estructurales del cinturón Yalguaraz y controles
paleotectónicos……………………………………………………………………………...249
6.4.3. Influencia del cinturón Yalguaraz en la red de drenaje………………………...250
6.5. Modelo cinemático en 2D para el cinturón Yalguaraz y áreas adyacentes……...251
6.6. Cronología de la deformación del cinturón Yalguaraz y áreas adyacentes……..253

CAPÍTULO 7. CONCLUSIONES………………………………………………………….259

BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………..……………………265

APÉNDICE
Capítulo 3……………………………………………………………………...……………..283
Capítulo 4…………………………………………………………………………….………288
Capítulo 5…………………………………………………………………………………….291

LÁMINAS:
Lámina 1: Mapa Geológico del borde noroccidental de la Precordillera Sur (escala
1:87.000).
Lámina 2: Mapa Geológico de las lomas del Inca y del sector pedemontano adyacente
(escala 1:30.000).
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

1. INTRODUCCIÓN

1.1. Naturaleza y objetivos del trabajo

La zona de estudio se encuentra enmarcada dentro del segmento pampeano de


subducción subhorizontal (27°-33° LS), el cual pres enta, entre otras características,
una alta tasa de sismicidad. Una de las unidades morfotectónicas de primer orden
características de este segmento de los Andes es la Precordillera. Aquí, el estudio de
las estructuras neotectónicas, su identificación y análisis, tiene un interés concreto en
lo que hace a la evaluación del riesgo sísmico. Si bien, con las herramientas y
conocimientos actuales no se ha llegado aún a la posibilidad de predecir con exactitud
la ocurrencia de terremotos, sí pueden indicarse por medio de estudios de
neotectónica aquellas zonas potencialmente activas con el objetivo de tomar las
correspondientes medidas de prevención. Los estudios de neotectónica incluyen no
solo la identificación de fallas con evidencias de deformación cuaternaria o activa, sino
también el análisis acerca de su geometría, cinemática, distribución y, siempre que
sea posible, de la velocidad de deformación.
La Precordillera de San Juan y Mendoza es uno de los sectores con mayor
actividad sísmica del país (INPRES 1977), por lo que resulta de sumo interés la
caracterización de sus principales fallas con actividad tardío - cenozoica. Si bien se
cuenta con mapas de compilación de estructuras cuaternarias a gran escala (Bastías
et al. 1993, Cortés et al. 1999, Costa et al. 2000), se hace necesario caracterizar las
estructuras sismogénicas mayores y evaluar su contribución a dicho peligro geológico.
En particular, el sector sur de la Precordillera de San Juan y Mendoza posee
numerosos problemas estructurales aún sin resolver. Se observan aquí notables
diferencias respecto del sector precordillerano central y septentrional (Kozlowski et al.
1993). Si bien hacia el sector sur de la Precordillera se conservan las características
estratigráficas y estructurales de los sectores de la Precordillera dispuestos más al
norte, comienzan a cobrar importancia estructuras oblicuas de orientación NNO y NO,
producto tanto de la fase chánica como de la orogenia Sanrafaélica. Por su parte, la
historia geológica extensional permo triásica, en contraste con los sectores centro y
norte, tiene una gran importancia en este sector de la Precordillera, considerándose
que su estilo estructural puede caracterizarse en forma amplia como producto de la
inversión tectónica de estructuras previas, especialmente de la cuenca triásica Cuyana
(Legarreta et al. 1993, Cortés et al. 1997a).

1
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

Sobre la base de sus rasgos estratigráficos y morfotectónicos distintivos, Cortés et


al. (2005a) definieron para esta región la denominada “Precordillera Sur”, abarcando la
Precordillera Mendocina y parte de la Precordillera de San Juan (Figura 1.1a). En
contraposición con el sector más al norte, caracterizado por un estilo estructural de piel
fina que se manifiesta en cordones y cuencas intermontanas de hasta 150 km de largo
dispuestos en sentido meridiano, la Precordillera Sur está constituida por bloques
fallados de 20-30 km, cuya orientación varía entre NNO y NNE. Los mismos se
vinculan a fallas inversas asociadas a su vez a ramificaciones frontales de bajo ángulo
y a falla oblicuas NO y/o ONO con componentes de desplazamiento de rumbo (Cortés
et al. 2005a). Aquí, el estilo de la deformación pareciera estar dado por la interferencia
de la deformación andina con anisotropías mecánicas vinculadas a deformaciones
previas.
Dentro de la Precordillera Sur se han distinguido las regiones norte, centro y sur
(Cortés et al. 2005a). La región norte coincide con un cordón transpresivo cenozoico
de unos 120 km y orientación NNO denominado cinturón Barreal – Las Peñas, que a
su vez coincide con gran parte del límite septentrional de la cuenca triásica Cuyana. El
mismo está caracterizado por la presencia de bloques fallados con una extensión de
hasta 30 km y con orientaciones NNO a NNE. Los bloques se vinculan a fallas
inversas en general de alto ángulo asociadas a estructuras oblicuas NO y
transversales ONO con componentes de rumbo que controlan la terminación de los
frentes montañosos generando segmentación de los mismos (Cortés et al. 2005b,
Cortés et al. 1998a y b). El cinturón Barreal – Las Peñas fue interpretado por Cortés et
al. (2005b) como una faja neotectónica asociada a rasgos paleotectónicos triásicos,
que parecen favorecer la localización y reactivación cuaternaria de distintos elementos
estructurales.
La zona de estudio está localizada en el extremo noroccidental de la Precordillera
Sur, abarcando asimismo los límites noroccidentales de las regiones centro y norte de
la misma. Resulta de especial interés el estudio de esta zona ya que aquí la
deformación neotectónica no ha sido aún descripta y explicada sobre la base del
estudio de sus estructuras más importantes a escala local.
Si bien la estructura neotectónica al norte del arroyo de las Cabeceras (Bloque
Barreal) ha sido caracterizada por Yamín (2007), al sur del mismo son aislados los
trabajos relacionados a la geometría y cinemática de las fallas principales, no
habiéndose ponderado aún el peso de la inversión tectónica, ni el de la tectónica de
desplazamiento de rumbo en la deformación tardío - cenozoica de dicha región. Es
interesante, además, vincular las estructuras tardío cenozoicas de esta zona con
aquellas reconocidas en el bloque Barreal, así como también el estudio de las distintas

2
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

expresiones geomórficas de los frentes montañosos y de los distintos rasgos


neotectónicos en el sector pedemontano. Dichas expresiones geomórficas representan
por un lado, y por lo tanto permiten visualizar, las distintas etapas de desarrollo de un
frente montañoso en el tiempo. Por otro lado, dan idea de la distribución y del grado de
actividad tectónica, tanto en el sector montañoso como en el sector pedemontano.
Por otra parte, resulta de interés conocer como se produce la conexión tectónica
de la culminación noroccidental de cinturón Barreal – Las Peñas, región norte de la
Precordillera Sur, con la región central de esta misma unidad y la Cordillera Frontal.
El trabajo estuvo orientado principalmente a la identificación en la comarca de
evidencias de actividad neotectónica, en especial de actividad cuaternaria, así como la
evaluación de su geometría, cinemática y distribución en tiempo y espacio. Las
herramientas utilizadas para llevar a cabo el trabajo fueron tanto estructurales, como
geomorfológicas y geofísicas. En este último campo, se han utilizado los métodos de
tomografías eléctricas resistivas y de anisotropía de susceptibilidad magnética. Si bien
existen algunos antecedentes de la utilización de estos métodos en estudios
netoectónicos (Kissel et al. 1986, Sagnotti y Meloni 1993, Speranza et al. 1998, Parés
et al. 1999, Colella et al. 2004, Lee et al. 2009, entre otros) los mismos aún no se han
generalizado. En particular en nuestro país su utilización previa a estos estudios es
casi inexistente.

Los objetivos del presente trabajo son:

(1) Caracterizar estructural y geomorfológicamente la deformación tardío


cenozoica a reciente en la margen noroccidental de la Precordillera Sur.
Evaluar a partir de esta caracterización su geometría, su cinemática y
distribución.
(2) Sobre la base de modelos preexistentes que dan cuenta de la relación
entre la actividad tectónica y los agentes exógenos que modelan el paisaje
(geomorfología tectónica), estimar la actividad tectónica de los distintos frentes
montañosos de la zona de estudio.
(3) Hacer uso del método de tomografías eléctricas resistivas con el
objetivo de obtener información de las relaciones geométricas del sustrato y del
relleno cuaternario en subsuelo.
(4) Hacer uso del método de anisotropía de susceptibilidad magnética
(AMS) con el fin de evaluar el grado y la cinemática de la deformación

3
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

cuaternaria. De forma adicional, se planteó como objetivo no solo hacer uso de


la herramienta, sino también contribuir al desarrollo de la misma.
(5) Evaluar el rol de las anisotropías mecánicas preexistentes (paleozoicas
y triásicas) en la geometría y cinemática de la deformación cenozoica y su
posible vinculación con modelos de inversión, propagación e interferencia de
estructuras, en particular el rol de aquellas estructuras oblicuas al vector de
convergencia actual.
(6) Mediante la integración de los datos presentados en este trabajo, los
datos preexistentes y aquellos en desarrollo por el Laboratorio de
Neotectónica, contribuir al estudio del estilo estructural de la Precordillera Sur,
sus variaciones internas y su comparación con el sector precordillerano central
y septentrional.

Figura 1.1. La comarca estudiada. a) Ubicación de la misma (rectángulo rojo) dentro del
contexto cordillerano. La línea llena negra demarca los límites de la Precordillera Sur; las líneas
de puntos negras dividen las regiones norte (cinturón Barreal – Las Peñas), centro y sur dentro
de esta unidad morfotectónica. b) Unidades morfotectónicas de mayor y menor orden
presentes en la zona estudiada.

4
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

Este trabajo se desarrolló bajo el programa de becas doctorales otorgadas por el


Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con lugar de
trabajo en el Departamento de Ciencias Geológicas de la Facultad de Ciencias
Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Asimismo, las investigaciones
fueron financiadas por los proyectos de investigación PIP 5422, UBACYT X049, PIP
CONICET 112-20080-102295 bajo la dirección del Dr. José María Cortés y UBACyT
X183 bajo la dirección del Dr. Augusto Rapalini

1.2. Ubicación de la zona de estudio y vías de acceso

Los límites de la zona de estudio están dados por los paralelos de 31º 46`y 32º 20`
S y los meridianos de 69º 08`y 69º 40` O, abarcando parte del sector suroccidental de
la provincia de San Juan y noroccidental de la provincia de Mendoza. El sector se
corresponde con el ámbito precordillerano conformado por el cordón del Naranjo, la
sierra de Ansilta, el cordón de la Gloria –que en su conjunto conforman el bloque
Ansilta-, las Lomas del Inca y el alto El Abra y parte de la Cordillera Frontal
representada a estas latitudes por la Cordillera del Tigre y, al pie de la misma, por el
cordón Cucaracha. Asimismo, entre la Cordillera Frontal por el oeste y la Precordillera
por el este, la comarca incluye el valle de Barreal – Uspallata (Figura 1.1a).
El área de estudio así definida abarca unos 3400 km2. Sin embargo, el presente
trabajo pone énfasis en el estudio del sector precordillerano y su ámbito pedemontano
adyacente, la depresión de Barreal – Uspallata (Figura 1.1b). El sector estudiado
entonces, corresponde a los límites noroccidentales de las regiones norte y centro de
la Precordillera Sur (Figura 1.1a).
La localidad más importante de la región es Barreal (Figura 1.1a y 1.2),
perteneciente al departamento de Calingasta, ubicada 10 km al norte de la comarca de
estudio por la ruta 412. Barreal se encuentra a su vez a 179 km de la ciudad de San
Juan y 168 km de la ciudad de Mendoza.
Se accede a la zona de estudio a través de la ruta 149 desde Calingasta (provincia
de San Juan), localidad que se encuentra 44 km al norte de Barreal o por la ruta
provincial 39 y su continuación por la ruta 412, en total unos 100 km, desde Uspallata
(provincia de Mendoza).
El sector precordillerano sanjuanino de la comarca pertenece al Parque Nacional
el Leoncito, que funciona como tal desde 2002, con una superficie de 76.000
hectáreas. Por sus condiciones atmosféricas óptimas, funcionan en este Parque

5
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

Nacional dos complejos astronómicos: el Complejo Astronómico El Leoncito


(CASLEO) y el Observatorio Astronómico Dr. Carlos U. Cesco (Lámina 1). Las sedes
administrativas locales del Parque Nacional se encuentran en la localidad de Barreal y
en el sector serrano del bloque homónimo, unos 15 km al este del barreal de El
Leoncito, camino a los mencionados complejos astronómicos.

Figura 1.2. Vías de acceso a la comarca de estudio. En verde, el área abarcada por el
Parque Nacional El Leoncito. Tomado de APN (2009)

1.3. Metodología de trabajo

El estudio de la deformación neotectónica del margen noroccidental de la


Precordillera Sur se realizó por medio de un análisis integral aplicando diferentes
metodologías. Por ello, para el logro de los objetivos del trabajo de investigación
fueron utilizadas cuatro disciplinas complementarias entre sí: (1) Estratigrafía
cenozoica; (2) Geometría de las estructuras y cinemática de la deformación; (3)

6
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

Geomorfología tectónica a distintas escalas de tiempo y (4) Geofísica. Dentro de esta


última disciplina se han utilizado los métodos de tomografía eléctrica resistiva con el
objetivo de determinar la geometría y relaciones espaciales de las unidades
geológicas en el subsuelo y de anisotropía de susceptibilidad magnética como
herramienta complementaria al estudio estructural y cinemático.
En una primera etapa, se realizó una recopilación bibliográfica y cartográfica,
procediéndose al análisis de fotografías aéreas e imágenes satelitales, a partir de las
cuales se identificaron evidencias de deformación tardío cenozoica, se confeccionó un
mapa base y se seleccionaron determinados sitios de interés en los que se consideró
necesario realizar trabajos de campo.
A lo largo de los siete trabajos de campo llevados a cabo se procedió al
levantamiento de datos concernientes a la estratigrafía cenozoica, a la estructura, a la
geomorfología tectónica, así como a la realización de relevamientos geoeléctricos y
muestreo para estudios de magnetofábrica. Se detallan a continuación las principales
tareas realizadas a lo largo del desarrollo del trabajo de tesis:

(1) Estratigrafía cenozoica

Fotointerpretación y cartografía de las unidades cenozoicas aflorantes


en la zona de estudio y su correlación con aquellas estudiadas al norte de los
31°48´ S por Yamín (2007).

(2) Geometría de las estructuras y cinemática de la deformación

Reconocimiento por medio del análisis de fotos aéreas e imágenes


satelitales, con su correspondiente chequeo en campo, de estructuras con
evidencias de deformación neotectónica, cartografía de las mismas y
levantamiento de datos de rumbo e inclinación. Estos datos se utilizaron entre
otras cosas para la caracterización de pliegues, utilizando en estos casos el
software Stereonet (Allmendinger 2002).
Levantamiento de perfiles estructurales transversales a elementos de
interés.
Elaboración de un mapa estructural de la zona de tesis a escala
1:200.000.
Obtención de datos cinemáticos a partir de indicadores microtectónicos
(estrías), de rasgos estructurales y geomórficos y de la aplicación del método
de anisotropía de susceptibilidad magnética (AMS). Para el procesamiento de

7
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

los datos de microtectónica se aplicó la metodología de Marret y Allmendinger


(1990) y se utilizó el software FaultKinematics.

(3) Geomorfología tectónica

Análisis de fotos aéreas, que incluyó el mapeo detallado de la red de


drenaje asociada a frentes montañosos y la identificación de evidencias
geomorfológicas más o menos sutiles de deformación cuaternaria, tales como
escarpas, pliegues pedemontanos, abanicos segmentados y distintas
evidencias de ajustes de los ríos a la deformación tectónica (geomorfología
tectónica fluvial).
Levantamientos topográficos de detalle con GPS y altímetro de alta
resolución. Se levantaron perfiles topográficos a lo largo de cauces de arroyos
y de escarpas de falla pedemontanas. Asimismo se realizó un mapa
topográfico de detalle en los altos de Los Avestruces. Los datos fueron
procesados con el software Microsoft Excel (2002). Su representación gráfica
se realizó mediante este mismo programa o, en algunos casos, utilizando el
software Surfer 8.04 (2003).
Análisis de los frentes montañosos utilizando como herramientas el
mencionado mapeo de sus redes de drenaje así como imágenes satelitales y
modelos de elevación digital (DEM´s). Estos últimos fueron procesados
utilizando el software Global Mapper v9.02.

(4) Prospección geofísica

Levantamiento de seis (6) tomografías eléctricas resistivas


transversales a zonas de interés utilizando un resistivímetro SYSCAL R1 PLUS
(IRIS Instruments) perteneciente al Instituto de Geofísica Daniel Valencio de la
Universidad de Buenos Aires. El software utilizado para cargar los parámetros
de muestreo al resistivímetro fue el Electre II (Geotomo Software). Los datos
fueron luego procesados con el programa RES2DINV.exe del Software
Geotomo.
Muestreo de especímenes en sedimentos cuaternarios poco o no
consolidados para el análisis de su anisotropía de susceptibilidad magnética en
nueve (9) sitios de interés. El mismo fue realizado mediante tubos plásticos de
1x1 pulgada o con perforadora eléctrica portátil. La anisotropía de
susceptibilidad magnética fue medida con un susceptibilímetro AGICO (modelo

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

MFK1-A) perteneciente al Instituto de Geofísica Daniel Valencio. El


procesamiento de los datos, así como su representación gráfica se realizó
mediante el software Anisoft42.

(5) Elaboración de mapas geológicos

A partir de la compilación de mapas preexistentes sumado a la nueva


cartografía elaborada, se han confeccionado un mapa geológico regional a
escala 1:87.000 y tres mapas geológicos de mayor detalle de zonas en las que
esto se consideró conveniente. Éstas son: i) el sector conformado por las
Lomas del Inca, el anticlinal Pampa de Los Burros y las Lomitas Negras (escala
1:30.000); ii) el sector de los altos de Los Avestruces (escala 1:50.000) y iii) el
sector de la pampa Yalguaraz (escala 1:50.000). Para el mapa regional se ha
utilizado como base una imagen Landsat otorgada de forma gratuita por el
USGS (United States Geological Survey). Para los mapas de detalle se han
utilizado fotos aéreas, las cuales -con el objetivo de eliminar su deformación-
fueron ortorectificadas utilizando los programas de computadora Envi 3.6 y Er
Mapper 6.0.

Finalmente, a partir de los datos obtenidos se realizó el análisis y la interpretación


correspondientes.

1.4. Investigaciones anteriores

La zona de estudio forma parte de las hojas geológicas 22c “Ramblón” (Harrington
1971), 21c “San Juan” (Cuerda et. al. 1988), así como de la memoria de la hoja
Yalguaraz (Cortés et.al. 1997a).
Los distintos eventos de deformación acaecidos desde el punto de vista regional
fueron estudiados por numerosos autores, entre otros Du Toit (1927), Heim (1945)
Keidel (1949-56), Harrington (1971), Ramos y Ramos (1979), Ortiz y Zambrano (1981),
Baldis et al. (1982), Lencinas (1982), Furque y Cuerda (1984), Strelkov y Alvarez
(1984), Ramos et al. (1984, 1986), Ramos (1988), von Gosen 1995, Cortés et al.
(1997a y b).
En particular en la zona de estudio, la mayoría de los trabajos son de carácter
local y hacen referencia a la estratigrafía y estructura pre-cenozoica. Ejemplos de esto
son los trabajos de Zöllner (1950), Amos y Marchese (1965), Baldis (1964) y Scalabrini

9
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

Ortiz et al. (1969). El primero brinda observaciones tectónicas del sector


precordillerano correspondiente al bloque Barreal y las Lomas del Inca. Los últimos
estudian e interpretan la estratigrafía y la estructura paleozoica de la zona de la
ciénaga del Medio y al sur del arroyo de las Cabeceras.
Además, se han realizado varias tesis de licenciatura (Baldis 1963; Csaky 1963,
Scalabrini Ortiz 1963, Marchese 1964, Mirré 1965) y de doctorado (Baldis 1970,
Doliner 1965) en la zona aledaña al arroyo de las Cabeceras que estudian de igual
manera, en forma predominante, la estructura antigua de la región. Otras tesis de
licenciatura analizan dicha estructura en los sectores del cordón del Naranjo y la sierra
de Ansilta (Fernadez Garrasino 1964, Haupt 1964, Mon 1964, Duranti 1968).
La estructuración triásica en relación al desarrollo de la cuenca Cuyana fue
estudiada en distintos puntos de la Precodillera Sur por, Strelkov y Alvarez (1984),
Treo et al. (1985), Legarreta et al. (1993), Kozlowski et al. (1993), López Gamundí
(1994), Spalleti (1999, 2001), Giambiagi et al. (2008). Japas et al. (2008) y Cortés et al.
(2008a) postularon para tal evento una cuenca de rumbo NNO con una dirección de
extensión NNE y una componente de rumbo sinestral asociada.
La estructuración cenozoica y tardíocenozoica, fue estudiada por Bastías et al.
(1984), Ramos et al. (1997, 2002), Cortés et al. (1997a, 2005a y b), Cortés (1998). Un
importante aporte a la estratigrafía cenozoica fue realizado por Leveratto (1976), quien
dató un conjunto de cuerpos intrusivos que permiten asignarle una edad post 20 Ma a
la Formación Lomas del Inca.
Asimismo, el fuerte control de estructuras oblicuas pre-cenozoicas sobre la
geometría de la deformación tardíocenozoica fue señalado por von Gosen (1995),
Cortés et al. (1997a), Cortés (1998), Cortés et al. (2005a y b), Yamín (2007). Cortés et
al. (2005a) definieron y caracterizaron la Precordillera Sur como una unidad
morfotectónica de tercer orden. Cortés et al. (2005b) analizaron los patrones de
distribución de las estructuras cuaternarias entre los 31º 30´- 33º 30´ S, examinando
las relaciones entre estas estructuras y los rasgos paleotectónicos del sustrato pre-
Terciario. Estos autores concluyeron que las heterogeneidades previas,
correspondientes a segmentos de la cuenca triásica cuyana, parecen favorecer la
localización y reactivación cuaternaria de fallas así como la generación de fallas
cuaternarias.
Un recuento y descripción de los sistemas de fallas considerados activos más
importantes de la Precordillera de San Juan fue realizado por Bastías et al. (1984).
Asimismo, Yamín (2007), al norte del arroyo de las Cabeceras, en el bloque Barreal,
brindó resultados acerca de la geometría de las estructuras cuaternarias a lo largo del
frente montañoso, así como referencias acerca de la segmentación del mismo, de la

10
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

propagación de la deformación, de sucesivos eventos de actividad y de las relaciones


entre la actividad tectónica y los agentes exógenos. Además, estudios de la
deformación cuaternaria fueron realizados por Cortés y Cegarra (2004) en el anticlinal
Pampa de Los Burros, por Basile (2004) y Vallejo (2004) en las Lomas del Inca y por
Cortés y Costa (1993) en la pampa Yalguaraz.

1.5. Marco geográfico

La comarca estudiada presenta un valle central, la depresión de Barreal –


Uspallata, con regiones montañosas a los lados, la Cordillera Frontal al oeste y la
Precordillera al este. Estas regiones montañosas muestran diferencias en cuanto a su
topografía, alcanzando la Cordillera Frontal, aquí representada por la Cordillera del
Tigre, altitudes cercanas a los 5.600 m, mientras que las altitudes máximas en la
Precordillera, en el cordón del Tontal (inmediatamente al este de la zona de estudio)
son de 4.200 m. En este contexto, este trabajo de investigación puso énfasis en el
estudio del sector Precordillerano y de la depresión de Barreal – Uspallata.
Dentro del sector Precordillerano estudiado, las mayores alturas sobre el nivel del
mar se alcanzan en la sierra de Ansilta y el cordón del Naranjo (~ 3.700 m),
presentando el cordón de las Tres Quebradas y las Lomas del Inca menores alturas
relativas (entre 2.000 y 2.700 m; Figura 1.3). Los frentes montañosos en esta región
muestran una orientación preferencial NNO, aunque se observan en los mismos
inflexiones hacia las direcciones N-S, NO, NE y NNE.
En el sector de la depresión de Barreal – Uspallata, el río los Patos, perteneciente
a la cuenca del río San Juan y situado en el extremo noroccidental de la zona de
estudio es el cauce más importante de la región. En el sector precordillerano en
cambio, los arroyos son de carácter efímero con excepción del arroyo de las
Cabeceras, de carácter intermitente. En todo este sector, al igual que en las bajadas
pedemontanas, la dirección del drenaje varía entre E-O y ENE-OSO.
En la depresión de Barreal – Uspallata las menores altitudes se encuentran en el
valle del río los Patos (~1.700 m), en el barreal del Leoncito (~1.850 m) y en la ciénaga
Yalguaraz (~2.175 m). Este es un aspecto importante respecto de la hidrología de la
zona, ya que, salvo por el río los Patos, todo este sector no pertenece ni a la cuenca
del río San Juan ni a la cuenca del río Mendoza. Aquí el barreal del Leoncito y la
ciénaga Yalguaraz, así como algunos otros bajos locales como la ciénaga de los
Avestruces, funcionan como bajos endorreicos a los que converge el escurrimiento de
las bajadas del sector cordillerano y precordillerano a estas latitudes. A su vez, se

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

presenta una divisoria de aguas, a aproximadamente los 32º S (Figura 1.3), entre los
arroyos que escurren hacia el barreal del Leoncito y aquellos que desaguan en la
ciénaga Yalguaraz.

Figura 1.3. Modelo de elevación digital de la zona de estudio y adyacencias. Puede verse
la depresión de Barreal – Uspallata con las regiones montañosas al oeste y al este. Notar el
mayor relieve relativo de la Cordillera Frontal respecto del sector Precordillerano. Las flechas
indican las principales direcciones de drenaje. Las flechas blancas indican el drenaje hacia la
ciénaga Yalguaraz, las negras hacia el barreal del Leoncito (ambos bajos endorreicos) y las
rojas hacia el río los Patos, afluente del río San Juan.

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

El clima de la región es árido, con escasas precipitaciones y vientos secos. Las


temperaturas son extremas, alcanzándose temperaturas muy altas durante el día en
verano (40° C) y muy bajas en las noches de inviern o (-5° C). El clima varía asimismo
según la zona. En la región altoandina el clima es frío con nieves permanentes, en la
zona pedemontana, el clima es frío y seco, presentando igualmente gran amplitud
térmica. Las precipitaciones presentan un promedio anual de 200 mm.
La vegetación está representada en el sector pedemontano por arbustal de
retamo, dispuesto de forma muy poco densa, dado que fue intensamente cortado
durante décadas pasadas. Actualmente se lo emplea como leña pero en menor
escala, por lo que está en lenta recuperación. Otro tipo de especie xerófila presente es
la jarilla, arbusto resinoso de hojas perennes, duras y brillosas que se observa todo a
lo largo de la zona baja.
En el arroyo de las Cabeceras hay matorrales de pájaro bobo (arbusto erecto de la
familia del aliso de río) y cortaderas.
Por encima de los 3000 m de altura la vegetación está representada por
arbustales, ajenjo aromático y cactus.
La fauna en el sector de la depresión de Barreal – Uspallata está representada por
el tuco-tuco o tunduque, mamífero de hábitos subterráneos que cava galerías poco
profundas, y el conejito de los cercos o cuis chico, roedor que puede verse durante el
día.
En los faldeos rocosos habita el chinchillón (roedor), así como varias especies de
lagartijas. Pueden también avistarse aves rapaces como el águila mora, el aguilucho
común y el halcón peregrino.
Además, todos estos ambientes, en particular los sectores de mayor altura, son
habitados por pumas, guanacos y suris cordilleranos, conocidos localmente estos
últimos como “avestruz” o “churi”, ave emblemática del Parque Nacional El Leoncito.
Entre las aves habituales de la zona merecen destacarse el zorzal chiguanco, que se
avista cerca de los arroyos, la palomita cordillerana, que se congrega en grandes
bandadas durante el invierno y la bandurrita pico recto.
Los escasos ambientes acuáticos están representados por arroyos y sus
remansos, conocidos como vegas o ciénagas. Allí se pueden apreciar bandadas
pequeñas de la vistosa loica o pecho colorado (APN 2009).
Desde el punto de vista humano, el lugar tiene una gran importancia dado que es
una vía directa de conexión entre las cumbres de Precordillera y el valle de Calingasta
– Uspallata que conecta a su vez con la cordillera Frontal y Principal (Michieli 2007),
de manera que esta zona ha sido asiduamente utilizada como paso a Chile. Los
documentos históricos y arqueológicos muestran además, que en la zona del barreal

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 1

del Leoncito han vivido diversos pueblos originarios, como los Huarpes o los Incas
(Cortés et al. 2008b).

14
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

2. ESTRATIGRAFÍA

2.1. Introducción

La estratigrafía del sector noroccidental de la Precordillera Sur y estribaciones


orientales de la Cordillera Frontal a la latitud de la comarca abarcada por el estudio
(cordillera del Tigre y cordón Cucaracha) está caracterizada por un sustrato
paleozoico, por sucesiones volcánicas y continentales permo-triásicas y pequeños
cuerpos intrusivos neógenos y una extensa cobertura sedimentaria de edad
cenozoica.
El sustrato está constituido por sedimentitas marinas con un bajo grado de
metamorfismo, de edad paleozoica inferior y por depósitos de diamictitas y areniscas
acumulados en un ambiente de plataforma marina durante el Paleozoico superior.
Sobre este sustrato se disponen, en discordancia angular, sucesiones volcano-
sedimentarias y rocas intrusivas permo-triásicas y remanentes de sucesiones
continentales correspondientes al relleno de la cuenca de rift triásica, la cuenca
Cuyana.
Pequeños cuerpos volcánicos de edad oligocena superior – miocena inferior
intruyen las sucesiones de rocas anteriormente mencionadas y, sobre ellas, se
extiende, en relación de fuerte discordancia angular, la cobertura sedimentaria
cenozoica. Dicha cobertura está conformada por sedimentitas continentales neógenas
de proveniencia predominantemente cordillerana y por depósitos continentales
cuaternarios aluviales, fluviales, fluviolacustres, coluviales y eólicos, que son el relleno
de las zonas bajas de la región, provenientes tanto del sector cordillerano como del
sector precordillerano. Las secuencias aluviales cuaternarias corresponden a distintos
niveles de agradación y se preservan a diferentes alturas relativas, mediando entre
ellos períodos de erosión acompañada de profundización y aplanación lateral.
El sustrato paleozoico se expone en la Precordillera y al pie de la Cordillera
Frontal, en el cordón Cucaracha. Las sucesiones volcano-sedimentarias y volcánicas
permo-triásicas se preservan esencialmente en la unidad morfotectónica de la
Cordillera Frontal. Exposiciones de menor envergadura de estas sucesiones se
preservan en el alto El Abra y en el cordón de las Tres Quebradas, dentro del ámbito
precordillerano. Los afloramientos de las secuencias continentales triásicas son
escasos y se remiten al sector de la depresión de corrales de Araya, en la estribación
oriental de la comarca. Por su parte, los cuerpos subvolcánicos del Oligoceno superior

15
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

– Mioceno inferior se exponen únicamente en el alto estructural El Abra, en el sector


del cerro Redondo. La cobertura cenozoica se preserva con gran distribución areal.
Dentro de ella, las secuencias continentales neógenas se exponen casi
exclusivamente en el sector de las lomas del Inca, estribación austral del bloque
Barreal, aunque pequeños afloramientos de estos depósitos se presentan asimismo en
la pampa Yalguaraz. Los depósitos cuaternarios están ampliamente representados en
la comarca, preservándose en los principales valles fluviales del sector montañoso y
en el sector pedemontano proximal y distal de las cuencas intermontanas de la
comarca. Estas secuencias se presentan conformando distintas geoformas tales como
abanicos y bajadas aluviales, planicies aluviales, ciénagas y barreales.
Se presenta en este capítulo la descripción de las unidades litoestratigráficas
expuestas en la comarca. Dada la temática de la investigación, enfocada al estudio de
la deformación neotectónica, el análisis estratigráfico estuvo orientado al
reconocimiento y descripción de las secuencias cenozoicas, especialmente de los
distintos niveles de agradación cuaternarios, dentro del ámbito precordillerano y su
ámbito pedemontano adyacente.
La descripción de las unidades pre-cenozoicas se ha basado exclusivamente en la
compilación de antecedentes bibliográficos, a excepción de las secuencias del
Paleozoico inferior integradas en el Grupo Ciénaga del Medio, las que pudieron ser
observadas durante los sucesivos trabajos de campo.
Las distintas unidades estratigráficas que se describen han sido volcadas en un
mapa geológico regional (Lámina 1) y un mapa geológico de detalle de la zona de las
lomas del Inca y su sector pedemontano austral (Lámina 2). Las sucesiones
sedimentarias del Paleozoico inferior y superior, así como las unidades volcánicas
permo-triásicas, las unidades continentales triásicas y las neógenas, si bien han sido
indicadas, no han sido diferenciadas en el mapa regional. En el desarrollo de las
mismas en este capítulo, sin embargo, se ha incluido la descripción de las distintas
formaciones que las conforman. Asimismo, las subunidades que componen la
Formación Lomas del Inca, de edad neógena, y los depósitos cuaternarios, han sido
diferenciados en el mencionado mapa de detalle (Lámina 2).
Luego de la descripción de las distintas unidades litoestratigráficas, se presenta en
este capítulo un apartado en el que se asignan edades tentativas a los distintos niveles
de agradación cuaternarios reconocidos en la comarca por medio de su correlación
con aquellos estudiados por Yamín (2007) inmediatamente al norte de la misma.

16
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

2.2. Paleozoico Inferior

Las unidades del Paleozoico inferior que afloran en la comarca, pertenecen a


distintas unidades litoestratigráficas. Sin embargo, en el área en el que se realizaron
los estudios neotectónicos, -es decir, en el sector serrano precordillerano y su sector
pedemontano adyacente a lo largo del valle de Barreal – Uspallata- los afloramientos
de rocas de esta edad, pertenecen únicamente al Grupo Ciénaga del Medio.
En el cordón del Peñasco y en la sierra del Tontal, al sur de los 32º LS, se
exponen sucesiones sedimentarias del Paleozoico inferior reunidas en el Grupo
Villavicencio por Harrington (1971) y posteriormente asignadas a la Formación
Alojamiento (Harrington 1954, publicado en 1971; nom. subst. Cucchi 1972) y a la
Formación Peñasco (Cortés et al. 1997a) por Cortés et al. (1997a). Al norte de los 32º
LS las sucesiones expuestas en la sierra del Tontal fueron integradas en la Formación
Los Sombreros (Cuerda et al. 1983) y la Formación Portezuelo del Tontal (Cuerda et
al. 1985) por Cuerda et al. (1988). Las secuencias que afloran en el cordón
Alojamiento, por su parte, fueron integradas en el Grupo Garganta del León Cortés et
al. 1997a), -conformado por las formaciones Cortaderas (Harrington 1954, publicado
en 1971; nom. subst. Cucchi 1972) y Alojamiento- y en la Formación Peñasco, por
Cortés et al. (1997a).
En este apartado se describe únicamente el Grupo Ciénaga del Medio, dado que
es el que corresponde a las secuencias expuestas en el área de interés del presente
trabajo.

2.2.1. Grupo Ciénaga del Medio (Amos y Marchese 1965)

Keidel (1949-56) se refirió a estas rocas como “pizarras y grauvacas de


presumible edad devónica”. Zöllner (1950) las describió bajo la denominación de
“Pretilítico” por encontrarse debajo de depósitos que él interpretó de origen glaciar.
El Grupo Ciénaga del Medio fue definido por Amos y Marchese (1965) para
referirse a la secuencia de sedimentitas marinas que se encuentra subyaciendo
depósitos carboníferos en el borde occidental de la Precordillera. El área tipo de esta
unidad es la ciénaga del Medio, unos 20 km al sureste de la localidad de Barreal.
Amos y Marchese (1965) dividieron al Grupo Ciénaga del Medio en tres miembros
que denominaron, de base a techo, Areniscas amarillentas, Lutitas multicolores y
Areniscas grises y grauvacas. Posteriormente Padula et al. (1967) otorgaron a estos

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

miembros la jerarquía de formaciones y los homologaron a la Formación Hilario


(Mésigos 1953), a la Formación Lomitas Negras (Padula et al. 1967) y a la Formación
Tontal (Padula et al. 1967) respectivamente.
Cortés (1992) incluyó en el Grupo Ciénaga del Medio a lavas basandesíticas que
intruyen a la Formación Hilario y niveles inferiores de la Formación Lomitas Negras en
los cordones del Cerro Redondo y Sandalio y que describió bajo el nombre de
Formación Sandalio. Posteriormente, en las Hojas geológicas Yalguaraz y Uspallata,
Cortés et al. (1997a y b) redefinieron la Formación Sandalio incluyendo en ella
depósitos sedimentarios interestratificados con las lavas basandesíticas. En ese
trabajo separaron el Grupo Ciénaga del Medio, en las Formaciones Sandalio (inferior)
y Tontal (superior).
Los afloramientos del Grupo Ciénaga del Medio, se extienden en gran parte del
borde noroccidental de la Precordillera Sur. Las rocas de esa unidad conforman los
cordones del Naranjo y de la Gloria, la sierra de Ansilta y el bloque Barreal e integran
igualmente serranías y lomadas dispersas en el valle de Barreal – Uspallata. Hacia la
Cordillera Frontal afloran estas rocas en el cordón Cucaracha.
El espesor del Grupo Ciénaga del Medio fue estimado en 1500 metros (Cortés et
al. 1997a). La base de la unidad no se ha observado en la comarca. Por encima de la
misma se disponen, en relación de marcada discordancia angular, las rocas neógenas
de la Formación Lomas del Inca en la localidad homónima (Figura 2.1) y los depósitos
cuaternarios pertenecientes al primer nivel de agradación, al oeste de la pampa del
Cesco (Figura 2.2), en las Lomitas Negras y en los altos de los Avestruces.

Figura 2.1. Afloramientos de rocas paleozoicas (Grupo Ciénaga del Medio) parcialmente
cubiertas por las rocas neógenas de la Formación Lomas del Inca.

El Grupo Ciénaga del Medio (Figuras 2.2 y 2.3) está en su conjunto constituido por
lutitas, filitas, pizarras arcillosas y grauvacas parcialmente metamorfizadas. Las rocas
de la parte inferior de esta unidad (Formación Sandalio, Cortés 1992) son pizarras de

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

color gris plomo, gris verdoso o morado y areniscas de grano fino de color verde oliva,
intercaladas con coladas de lavas máficas almohadilladas de composición basáltica
(Cortés 1992, Cortés y Kay 1994).
El pasaje de la Formación Sandalio a la Formación Tontal suprayacente, es
gradual. Esta última unidad aflora extensamente en el sector oriental del cordón del
Cerro Redondo, así como sobre la margen occidental de la sierra de Ansilta y en el
cordón de las Tres Quebradas. La Formación Tontal está constituida por paquetes de
pizarra gris plomo con estratos delgados de arenisca fina y estratos más espesos de
arenisca gruesa de color verde oliva. Estas areniscas presentan con frecuencia
laminación de ondulita hacia el techo (Cortés et al. 1997a).
Cabe destacar que las lutitas multicolores, correspondientes a la Formación
Lomitas Negras (Padula et al. 1967) son especialmente distinguibles en el campo por
sus llamativos colores en tonos verdes y violáceos (Figura 2.2) y juegan, por su menor
competencia, un rol importante en la mecánica de la deformación.

Figura 2.2. Afloramientos de la Formación Lomitas Negras (Grupo Ciénaga del Medio,
Paleozoico inferior) cubiertos en discordancia angular por los depósitos cuaternarios de la
Formación Cesco. a) En una de las quebradas en las cercanías del cerro Leoncito; b) Entre la
pampa del Cesco y el cerro Leoncito.

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

Las sucesiones basales del Grupo Ciénaga del Medio representadas por la
Formación Sandalio corresponden a un ambiente de sedimentación marino profundo,
dominada por sedimentación hemipelágica. Por su parte, la presencia de estratos con
laminación de ondulita en las rocas de las secuencias superiores de esta unidad,
integrantes de la Formación Tontal, sugieren la acción de oleaje y por lo tanto una
sedimentación menos profunda, probablemente nerítica con influencia deltaica (Cortés
et al. 1997a). De esta manera, la sucesión del Grupo Ciénaga del Medio muestra una
progresiva somerización de la cuenca.

Figura 2.3. Vista, hacia el noreste, del cerro Leoncito, donde se aprecian las secuencias
del Paleozoico inferior correspondientes al Grupo Ciénaga del Medio.

Los fósiles encontrados en esta unidad son pocos y problemáticos. En la


Formación Tontal se hallaron restos de vermes de género Fraena sp. junto con restos
de Scolicodonthus y esporas (Marchese 1964). Además, restos de vegetales en dicha
unidad indican una edad post-ordovícica probablemente silúrico-devónica (Cortés
1992). En su localidad tipo los depósitos del Grupo Ciénaga del Medio apoyan sobre
estratos con fauna del Silúrico (Padula et al. 1967).
La Formación Lomitas Negras fue equiparada a la Formación Calingasta por
Harrington y Leanza (1957). La Formación Tontal fue por su parte equiparada por
Padula et al. (1967) a la Formación Punta Negra, aflorante en varios puntos de la
Precordillera. Los niveles de la Formación Tontal resultan también equivalentes a los
de la Formación El Planchón, considerada de edad devónica inferior a media por sus
relaciones estratigráficas y su contenido fosilífero (Cortés 1992).
Si bien la edad del Grupo Ciénaga del Medio sigue siendo aún imprecisa, distintos
autores la han asignado al intervalo Devónico inferior y medio (Baldis 1964, Marchese

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

1964, Amos y Marchese 1965, Padula et al. 1979) o al Silúrico-Devónico (Cortés 1992,
Cortés et al. 1997a).

2.3. Paleozoico Superior

Las secuencias del Paleozoico superior expuestas en la comarca corresponden,


de base a techo, a la Formación Yalguaraz (Amos y Rolleri 1965), a la Formación
Leoncito (Baldis 1963) y a la Formación Ansilta (Harrington 1954, publicado en 1971).
La Formación Yalguaraz fue definida por Amos y Rolleri (1965) para incluir los
depósitos marinos neopaleozoicos aflorantes en el flanco oriental de la cordillera del
Tigre, al norte y sur del arroyo homónimo. La unidad se encuentra apoyada en
discordancia angular sobre rocas del Paleozoico inferior (Grupo Ciénaga del Medio) y
dispuesta en igual relación, por debajo de las sucesiones permo-triásicas del Grupo
Choiyoi. Está conformada por diamictitas, areniscas de grano grueso y pelitas con
concreciones calcáreas asociadas a un ambiente litoral y de plataforma nerítica
esporádicamente englazada, siendo el espesor de la unidad de unos 550 metros
(Cortés et al., 1997a). La presencia de fósiles de fauna marina y de plantas permitió
otorgarle una edad Carbonífero superior (Taboada y Cisterna 1996).
Baldis (1963) definió la Formación Leoncito para denominar al conjunto de
sedimentitas psamíticas y psefíticas neopaleozoicas que afloran en las inmediaciones
de la estancia El Leoncito y a lo largo del arroyo de las Cabeceras, afloramientos que
fueron anteriormente descriptos por Keidel y Harrington (1938), Keidel (1949-56) y
Zöllner (1950). El área tipo de esta unidad se encuentra inmediatamente al este de la
Estancia El Leoncito. En la comarca los afloramientos de la Formación Leoncito se
sitúan sobre la margen sur del arroyo de las Cabeceras, al oeste de la pampa de la
Ciénaga del Medio, en el sector adyacente a las instalaciones del Complejo
Astronómico El Leoncito (Casleo). En este sector la Formación Leoncito apoya en
relación de discordancia angular sobre las rocas del Grupo Ciénaga del Medio (Amos
y Marchese 1965).
Constituyen la Formación Leoncito diamictitas con cadillitos y areniscas con
estructuras de oleaje. Las diamictitas son un reflejo del balsaje de material clástico
sobre una plataforma nerítica y las areniscas corresponden a depósitos de anteplaya y
plataforma (Cortés et al. 1997a).
Esta formación contiene fauna marina del Carbonífero superior bajo (Lech 1989).
Esta misma edad fue asignada por López Gamundí y Martínez (2003) sobre la base de
elementos paleoflorísticos.

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

Figura 2.4. Vista hacia el noroeste del sector austral del frente oriental de la sierra de Ansilta.
Sobre el frente se presentan rocas triásicas y terciarias. Por detrás rocas de la Formación
Ansilta de edad carbonífera.

La Formación Ansilta fue definida por Harrington (1954) para las sucesiones
neopaleozoicas que, en la comarca de estudio, se encuentran aflorando de forma
continua y extensa en toda la margen oriental del cordón del Naranjo, la sierra de
Ansilta y el cordón de la Gloria (Figura 2.4). En el cordón de la Gloria, Harrington
(1971) estimó para las mismas un espesor de 750 m. Cortés et al. (1997a) situaron el
estratotipo de esta unidad en el sector norte del área de estudio, en el arroyo de las
Cabeceras y calcularon un espesor de 380 m para la misma. En el sector comprendido
en la comarca de estudio la base de la Formación Ansilta no aflora y su techo está
dado por una superficie de erosión reciente.
La Formación Ansilta fue dividida por Cortés et al. (1997a) en dos miembros, un
miembro inferior conformado por areniscas y un miembro superior compuesto por
areniscas y pelitas. El primero fue interpretado por estos autores como asociado a un
ambiente litoral marino y el segundo a un ambiente de plataforma nerítica.
Amos (1981) consideró que las edades de esta formación están comprendidas
entre el Carbonífero superior bajo y el Pérmico inferior. Por su parte, Carrizo y Fasolo
(1999) y López Gamundí y Martínez (2003) infirieron para la unidad, sobre la base de
paleoflora, una edad carbonífera superior.

2.4. Paleozoico Superior - Mesozoico

2.4.1. Grupo Choiyoi (Groeber et al. 1952, publicado en 1953; nom. subst.
Stipanicic et al. 1968)

El nombre de Grupo Choiyoi fue acuñado por Stipanicic (1968) para denominar el
conjunto de rocas volcánicas de edad paleozoica superior – triásica de gran extensión
areal, denominadas previamente “Serie porfírica supratriásica” o “Choiyolitense” por
Groeber (1952), “Asociación volcánica meso y tardío varíscica” por Polanski (1958,

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

1964) o “Asociación volcánica varíscica” por Caminos (1965). En la región abarcada


por el estudio, el Grupo Choiyoi está representado por las Formaciones Tambillos
(Cortés 1985), Horcajo (Mirré 1966) y Maniera (Cortés et al. 1997a).
La Formación Tambillos fue definida por Cortés (1985) para referirse a la sucesión
volcano-sedimentaria que conforma la base del Grupo Choiyoi en la cordillera del
Tigre. En la comarca de estudio, los afloramientos de esta unidad son escasos. Los
mismos se encuentran específicamente en el sector sur del cordón de las Tres
Quebradas, sobre el límite suroriental del alto El Abra -al este de la falla Cerro
Redondo- y en la cordillera del Tigre, en la esquina suroccidental del área abarcada en
este trabajo (Lámina 1). La base de esta formación apoya sobre el Grupo Ciénaga del
Medio y sedimentitas marinas neopaleozoicas y en la cordillera del Tigre está cubierta
por otros términos del Grupo Choiyoi (Formación Horcajo). Según Cortés (1985) la
Formación Tambillos está constituida por ignimbritas riolíticas, tobas, brechas y tufitas
en la sección basal y rocas sedimentarias y piroclásticas en su sección superior, con
un espesor estimado en dos kilómetros.
Mirré (1966) otorgó el nombre de Formación Horcajo a la sucesión de rocas
volcánicas permo-triásicas del Grupo Choiyoi que se encuentra, dentro de la zona de
estudio, en el sector norte de la cordillera del Tigre. Aquí, la Formación Horcajo se
dispone en relación de discordancia angular por encima de la Formación Yalguaraz,
de Paleozoico superior. La secuencia volcánica incluye brechas volcánicas, tobas
vítreas líticas, vitrófiros riolíticos y tobas. Una descripción petrográfica de esta unidad
puede encontrarse en Coira (1965).
La Formación Maniera fue definida por Cortés et al. (1997a) para el conjunto de
diques riolitoides triásicos que intruyen las secuencias del Grupo Ciénaga del Medio
principalmente en las cuchillas del Tigre, en las Lomas de la Maniera y en el sector
oriental de la cordillera del Tigre. Esta formación está conformada por diques y filones
capa de rocas porfíricas cuyos análisis químicos permiten clasificarlas como dacitas y
riolitas de alta sílice (Cortes et al. 1997a).
Sobre la base de datos paleomagnéticos y de edades otorgadas a las rocas
infrayacentes, Rapalini (1989) les asignó edades pérmica temprana tardía y pérmica
tardía a las formaciones Tambillos y Horcajo respectivamente. La datación K-Ar de
una ignimbrita de la base de la Formación Horcajo dio una edad de 267 ± 5 Ma
(Pérmico medio, Linares y Gonzalez 1990). Por su parte, la datación K-Ar de un dique
de la Formación Maniera arrojó un valor de 241 ± 7 Ma (Triásico medio temprano)
como edad mínima para la misma (Cortés et al. 1997a).

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

2.5. Mesozoico

2.5.1. Formación Corrales de Araya (Cortés et al. 1997a)

Cortés et al. (1997a) definieron la Formación Corrales de Araya para referirse a las
rocas sedimentarias triásicas que afloran en el paraje homónimo, al este de la sierra
de Ansilta y del cordón de la Gloria. Según esos autores, la misma se apoya en
discordancia angular sobre rocas paleozoicas de la Formación Peñasco expuesta en
la sierra del Tontal y en los cordones del Peñasco y Alojamiento mientras que en los
corrales de Araya, su techo está definido por una discordancia de bajo ángulo que la
separa de las sucesiones suprayacentes neógenas de la Formación Puesto Las
Cuevas. La unidad, asignada al Triásico inferior, está conformada por tobas y tufitas
en su parte inferior y areniscas, conglomerados y areniscas tobáceas en su parte
superior, con un espesor de 500 metros. Las rocas inferiores corresponden a
depósitos de caída, mientras que las superiores corresponden a un ambiente fluvial
(Cortés et al. 1997). Una síntesis de la unidad puede encontrarse en Stipanicic (2002).

2.6. Oligoceno-Neógeno

Las unidades litoestratigráficas oligoceno-neógenas aflorantes en la región,


corresponden a las Formaciones Cerro Redondo (Cortés 1992), Lomas del Inca
(Baldis 1964) y Puesto Las Cuevas (Cortés et al. 1997a). La primera está integrada
por rocas subvolcánicas y las dos últimas por sucesiones piroclástico-sedimentarias.
En este apartado se describen la Formación Cerro Redondo y la Formación Lomas del
Inca, con especial énfasis en esta última, ya que resultan de particular importancia por
estar expuestas en el área en la que fueron realizados los estudios de neotectónica.
La Formación Puesto Las Cuevas, que aflora al este de la sierra de Ansilta y del
cordón de la Gloria, no será tratada en el presente trabajo.

2.6.1. Formación Cerro Redondo (Cortés 1992)

Cortés (1992) ha definido la Formación Cerro Redondo para agrupar una serie de
stocks, filones capa y diques, intruidos en las sedimentitas del Grupo Ciénaga del
Medio y aflorantes en el cordón del Cerro Redondo, donde se encuentra la localidad

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

tipo de la unidad. Allí, está compuesta por rocas porfíricas de composición andesítica
(Busteros 1989). En otros sectores de la Precordillera, como en el cerrito del Tigre o
en la zona de Cortaderas, está representada por rocas dacíticas (Figueredo 1997).
Cortés (1992) les asignó a estas rocas una edad oligocena superior – miocena inferior
sobre la base de dataciones radimétricas de rocas similares composicional y
estratigráficamente, las cuales presentan edades de 16 ± 0,3 Ma (Sillitoe 1977) y 19 ±
2 Ma y 24 ± 2 Ma (Massabie et al. 1976).

2.6.2. Formación Lomas del Inca (Baldis 1964)

2.6.2.1. Antecedentes

Las sedimentitas que constituyen esta formación fueron denominados por Zöllner
(1950) “rodados viejos” y “gravas fluviátiles de la Cordillera”. Este autor caracterizó a
los “rodados viejos” por su disposición “casi vertical” acompañando el hundimiento de
la Precordillera por debajo de los depósitos del valle de Calingasta. Por encima y en
discordancia angular describió un horizonte con bloques erráticos provenientes de
Cordillera Frontal que definió como depósitos morénicos lavados o productos de
outwash. Zöllner (1950) les asignó a estas secuencias un origen glacial y por lo tanto,
una edad cuaternaria. A las gravas fluviátiles las definió como postglaciales,
dispuestas por encima y en concordancia de las secuencias anteriores.
El término Formación Lomas del Inca fue propuesto por Baldis (1964) para el
conjunto de sedimentos provenientes de Cordillera Frontal cuya sección tipo se
encuentra en las lomas del Inca, al sur del arroyo de las Cabeceras (Láminas 1 y 2).
Baldis (1964) correlacionó tentativamente estas sedimentitas con la secuencia
correspondiente al nivel de bloques erráticos y a “gravas fluviátiles de la cordillera” y
les asignó un origen meramente fluvial. Este autor reconoció una sección inferior
(“parte inferior”) constituida por conglomerados y areniscas conglomerádicas rojizas
con clastos de rocas eruptivas “en un todo semejantes a las de la Cordillera del Tigre”
y uno superior “compuesto por una serie de areniscas pardo rojizas a anaranjadas”
que pasan hacia arriba a niveles limosos.
Yamín y Cortés (2004) mostraron que los conglomerados verdosos denominados
“rodados viejos” por Zöllner (1950) conforman la sección basal de una única sucesión
sedimentaria que continúa en forma gradual hacia arriba con las “gravas fluviátiles”,
por lo que desestimaron la discordancia angular interpretada por dicho autor entre
estas dos unidades y les asignaron a ambas un mismo grado de estructuración. Yamín

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

y Cortés (2004) incorporaron así a los “rodados viejos” como parte de la Formación
Lomas del Inca y correlacionaron asimismo la secuencia en la localidad tipo -las lomas
del Inca-, con depósitos de similares características dispuestos en el bloque Barreal, al
norte del arroyo de las Cabeceras.
Sobre la base de los cambios granulométricos reconocidos por Baldis (1964),
Vallejo (2004) y Basile (2004) propusieron para la Formación Lomas del Inca, dos
miembros, un miembro inferior netamente conglomerádico y un miembro superior de
granulometría más fina, básicamente arenoso. A su vez Basile (2004) reconoció en el
miembro superior dos secciones, una sección inferior compuesta principalmente por
material pelítico y areniscas finas a medias de color gris, rojizo y anaranjado de muy
pobre consolidación y una sección superior constituida por areniscas medias a
gruesas y bancos conglomerádicos, muy friables, de colores rojizos y grisáceos.
Integrando las observaciones realizadas en todo el bloque Barreal, Yamín (2007)
subdividió la Formación Lomas del Inca en tres miembros. El miembro inferior es
equivalente a los “rodados viejos” de Zöllner (1950) y los miembros medio y superior
son, respectivamente, equivalentes a las secciones inferior y superior de Baldis (1964),
descriptas posteriormente en detalle por Vallejo (2004) y Basile (2004). El miembro
inferior se distingue del miembro medio sobre la base de la proveniencia del material
clástico. Mientras que el miembro inferior está compuesto por clastos de rocas
paleozoicas, cuarzo de venas, sedimentitas triásicas de Precordillera y en menor
proporción volcanitas ácidas y granitos procedentes de la cordillera del Tigre y la
cordillera de Ansilta, el miembro medio está conformado por secuencias
conglomerádicas con un exclusivo aporte cordillerano (Yamín 2007). Para el miembro
superior Yamín (2007) reconoció, al igual que Basile (2004), la presencia de dos
secciones con granulometrías distintivas.
En este trabajo se utiliza para la formación Lomas del Inca la nomenclatura
estratigráfica propuesta por Yamín y Cortés (2004) y Yamín (2007).

2.6.2.2. Miembro Inferior

El miembro inferior de la Formación Lomas del Inca, está compuesto por


conglomerados e intercalaciones de areniscas y areniscas conglomerádicas, de color
gris verdoso (Yamín 2007) y es equivalente a los “rodados viejos” de Zöllner (1950). A
excepción de la sección basal -cuya proveniencia es de la Cordillera Frontal- los
clastos que conforman esta unidad son mayoritariamente fragmentos de rocas
paleozoicas y triásicas de la Precordillera. El tamaño promedio de los clastos es de

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

unos 6 cm y las paleocorrientes, obtenidas por Yamín (2007), indican una dirección
general NE-SO, con proveniencia de la Cordillera Frontal para la sección basal y de
proveniencia precordillerana para el resto del miembro. Fuera de la comarca, al sur de
la quebrada de Hilario, el miembro inferior alcanza los 76 m de espesor. El contacto
con el miembro medio es gradual, relación que se reconoce mejor al norte del arroyo
de las Cabeceras, a la altura del puesto Carrizal (Yamín 2007).

2.6.2.3. Miembro medio

El miembro medio de la Formación Lomas del Inca está compuesto por


conglomerados y areniscas conglomerádicas de color rojizo con intercalaciones de
areniscas tobáceas. Es equivalente a la “parte inferior” descripta por Baldis (1963,
1964) para esta formación. Los conglomerados, cuyo tamaño de clasto promedio es
de 3 cm, conforman bancos de unos 30 m de espesor y se intercalan con capas
arenosas gris amarillentas lentiformes. Los clastos, angulosos a subangulosos, son de
rocas porfíricas, plutónicas (granitos y granodioritas), brechas volcánicas y tobas muy
consolidadas provenientes de la cordillera de Ansilta y cordillera del Tigre (Basile
2004). Estudios sedimentológicos realizados al norte de la comarca, entre las
poblaciones de Sorocayense e Hilario, muestran que el 98% de los clastos de este
miembro tienen proveniencia cordillerana (Yamín 2007).
La estratificación en este miembro suele ser gruesa a muy gruesa, de forma tal
que en general resulta difícil dilucidar su estructura interna. La secuencia se
encuentra, además, bastante desagregada, formando a la vista suaves lomadas de
tinte grisáceo o rosado recubiertas de material suelto tamaño grava (Figura 2.5a). Solo
donde se encuentran las intercalaciones más finas es posible observar la estructura
interna de esta unidad (Figura 2.6).
Se presenta en este miembro un nivel con bloques de un tamaño mucho mayor al
promedio, superando en ocasiones los 3 m de diámetro, el mismo que llamó la
atención de Zöllner (1950; Figura 2.5b). Estos bloques aparecen en varias lomadas
siempre al mismo nivel topográfico. Vallejo (2004) los propone vinculados a un evento
catastrófico de origen fluvial, probablemente como únicos relictos de un banco
conglomerádico ya erosionado.

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

Figura 2.5. Miembro medio de la Formación Lomas del Inca. a) Vista del sector sur de las
lomas del Inca, que presenta un mayor relieve relativo (al sur de los 31° 50` LS, véase Capítulo
3). Nótese que la secuencia tiene una aspecto desagregado, formando suaves lomadas de
tinte grisáceo o rosado recubiertas de material suelto de tamaño grava; b) Sección intercalada
con grandes bloques, que superan a veces los 3 m de diámetro.

Figura 2.6. Vistas del miembro medio de la Formación Lomas del Inca. a) En el límite
septentrional del anticlinal Lomas Bayas; vista hacia el sur obtenida desde la quebrada
Principal (Lámina 2), b) Paisaje de mal país en el sector sur de las lomas del Inca (veáse
capítulo 3), c) Afloramientos en el anticlinal Lomas Bayas, d) Detalle de la figura b, donde se
aprecia el sinclinal oriental del sector sur de las lomas del Inca (véase Capítulo 3).

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

El contacto con el miembro superior es neto, y está dado por un pronunciado


cambio granulométrico. Allí terminan los bancos conglomerádicos y comienza una
secuencia más fina, compuesta por areniscas finas y pelitas. Sobre la base de un perfil
levantado en quebrada Ancha de las lomas del Inca, Vallejo (2004) estimó un espesor
de 80 m para este miembro. Yamín (2007), al norte del arroyo de las Cabeceras, midió
para el mismo un espesor máximo de 250 m.

2.6.2.4. Miembro superior

El miembro superior de la Formación Lomas del Inca corresponde a la “serie de


areniscas pardo rojizas a anaranjadas” mencionadas por Baldis (1963, 1964, Figura
2.7). Se reconocen en este miembro dos secciones. Una sección inferior más fina,
conformada por pelitas y areniscas finas a medias de color gris, rojo y naranja
alternadas con areniscas conglomerádicas (Figura 2.7a). En general las areniscas
tienen un grado pobre de consolidación, excepto cuando la matriz es tobácea y en
ocasiones se observa en ellas la presencia de estratificación entrecruzada. Las pelitas
predominan en la base y techo de esta sección inferior y se alternan con numerosas
láminas y lentes de yeso asociadas a grietas de desecación. En la base de esta
sección inferior se reconoce una sucesión compuesta por areniscas de coloraciones
fuertes, anaranjadas, amarillentas y rojizas. Esta sucesión se aprecia fácilmente en el
sector norte de las lomas del Inca (Figura 2.7b) y, por su coloración, sirve como
horizonte de correlación estratigráfica de fácil reconocimiento en el campo. En la zona
del anticlinal Lomas Bayas el espesor estimado para la sección inferior del miembro
superior de la Formación Lomas del Inca es de 45 m (Basile 2004, Vallejo 2004). En el
sector norte de las lomas del Inca el espesor estimado es similar, de unos 40 m
(Yamín 2007).
Hacia arriba se dispone una sección superior más gruesa, conformada por
areniscas medias a gruesas, areniscas tobáceas, tobas y conglomerados muy fiables
rojizos y grisáceos. La sección superior del miembro superior es en apariencia similar
al miembro medio (Basile 2004), aunque presenta mayor cantidad de bancos
psamíticos y pelíticos intercalados. En el anticlinal Lomas Bayas, los conglomerados
predominan hacia la base, alcanzando los 3 – 4 m de espesor, mientras que la
fracción psamítica es más abundante hacia el techo. Se reconoce la sección superior
en el campo por su alto grado de carcavamiento que genera un relieve con
importantes paredones verticales paralelos (Figura 2.7c). En el sector austral de las
lomas del Inca el espesor medido para esta sección es de unos 30 m (Basile 2004). En

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

el sector norte de las lomas del Inca, inmediatamente al sur del arroyo de las
Cabeceras, los espesores estimados mayores, del orden de los 170 m (Yamín 2007).

2.6.2.5. Distribución, relaciones estratigráficas y litología

En el sector noroccidental de la Precordillera Sur, la Formación Lomas del Inca


aflora principalmente en la localidad homónima, extendiéndose hacia el norte, fuera
del área de estudio, en el bloque Barreal (Yamín 2007) y hacia el sur en el anticlinal
Lomas Bayas. Además, se presentan pequeños afloramientos en el borde
suroccidental del cordón de las Tres Quebradas, asociados a la falla Tres Quebradas y
en los anticlinales de la pampa Yalguaraz. Desde el arroyo de las Cabeceras hacia el
sur, las rocas de esta formación se exponen de forma continua a lo largo de 10 km
siguiendo el frente de levantamiento de las lomas del Inca hasta perderse por debajo
de depósitos cuaternarios en el límite austral del anticlinal Lomas Bayas. Si bien hacia
el norte, fuera del área de trabajo, aflora el miembro inferior (Yamín 2007), son los
miembros medio y superior los que se exponen al sur del arroyo de las Cabeceras
(Lámina 2).
Los afloramientos de miembro medio presentan mayor desarrollo en la mitad sur
de las Lomas del Inca, mientras que el miembro superior aflora extensamente en la
mitad norte. En el anticlinal Lomas Bayas y asociados a los flancos del mismo, se
presentan tanto el miembro medio como el miembro superior, presentando aquí este
último una mayor extensión.
En la zona de la pampa Yalguaraz los afloramientos son pequeños, de hasta 1 km
de largo y discontinuos. Los mismos se encuentran en todos los casos asociados a los
flancos de los anticlinales de edad cuaternaria allí dispuestos (veánse Lámina 1 y
Figura 3.28: Mapa Geológico de la pampa Yalguaraz). Por último, un afloramiento de
unos 200 m se presenta en el borde occidental del cordón de las Tres Quebradas,
asociado a la falla Tres Quebradas. Dado lo reducido de estos afloramientos no fue
posible distinguir en ellos a qué miembro de la Formación Lomas del Inca pertenecen.
En las lomas del Inca, esta unidad se encuentra dispuesta en marcada
discordancia angular sobre las metamorfitas paleozoicas del Grupo Ciénaga del
Medio, siendo en general el miembro medio el que se encuentra en contacto con las
rocas más antiguas (Figura 2.1), ya que el miembro inferior presenta acuñamientos y
está ausente en la comarca. En el bloque Barreal, al norte del área estudiada, la
unidad se asienta en discordancia angular algo menor sobre sucesiones triásicas de la
cuenca Cuyana (Yamín 2007). Hacia el techo y en relación de suave discordancia

30
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

angular, se superpone la Formación Cesco, correspondiente a secuencias aluviales


pleistocenas del primer nivel de agradación de la comarca. En algunos casos es el
miembro superior de la Formación Lomas del Inca el que se encuentra en contacto
con los depósitos cuaternarios, en otros es directamente el miembro medio.
Comúnmente, a escala local, la relación es de pseudoconcordancia y por ello, la
discordancia se puede apreciar generalmente a una escala regional apreciando que
los depósitos cuaternarios más antiguos se apoyan sobre distintos términos de la
unidad.
En la pampa Yalguaraz, la base de los afloramientos de la Formación Lomas del
Inca no se aprecia. Sin embargo dicha unidad se encuentra en contacto de falla con
los depósitos cuaternarios del primer nivel de agradación (Formación Cesco). En esta
zona, se halla cubierta asimismo por la Formación Cesco.
En el borde occidental del cordón de las Tres Quebradas la Formación Lomas del
Inca se encuentra en contacto tanto por encima como por debajo de las secuencias
del Grupo Ciénaga del Medio (Paleozoico inferior). En el primer caso la relación es de
una fuerte discordancia angular, en el segundo caso la relación es de falla.
En síntesis, la unidad se relaciona mediando discordancias angulares, tanto con el
sustrato paleozoico como con sucesiones aluviales cuaternarias del primer nivel de
agradación.
La Formación Lomas del Inca está conformada por sedimentitas,
predominantemente conglomerados, areniscas conglomerádicas y areniscas
continentales, de origen fluvial. Excepto su sección basal, el miembro inferior -que no
aflora en el área de estudio - está conformado por sedimentitas provenientes de
Precordillera, indicando la presencia de un relieve positivo en el sector precordillerano,
al este, que ha sido fuente de estos sedimentos (Yamín 2007). Los miembros medio y
superior, en cambio, se caracterizan por tener una proveniencia claramente
cordillerana, denotando la presencia de la Cordillera Frontal como bloque positivo
respecto de la Precordillera en el momento de la sedimentación.

2.6.2.6. Ambiente de formación, edad y correlaciones

El ambiente de sedimentación de la Formación Lomas del Inca es fluvial con un


posible período lacustre. Tanto el miembro inferior como el medio están conformados
por depósitos gruesos, dominantemente conglomerádicos con intercalación de
areniscas y areniscas conglomerádicas. Los depósitos más gruesos muestran
imbricación de clastos y los más finos estructuras entrecruzadas, sugiriendo la

31
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

presencia de un flujo acuoso de relativa alta energía y en consecuencia un origen


fluvial. La sección inferior del miembro superior está conformada por depósitos que
denotan un ambiente de sedimentación de menor energía. Los mismos son
notablemente más finos y presentan láminas de yeso y grietas de desecación, por lo
que estas secuencias podrían estar representando sistemas lacustres sometidos por
etapas a exposición subaérea (Basile 2004, Vallejo 2004, Yamín 2007). Los depósitos
de la sección superior del miembro superior son nuevamente gruesos, básicamente
conglomerádicos. Estos podrían corresponder tanto a una reactivación del sistema
fluvial como a facies distales de abanicos aluviales (Yamín 2007).
Zöllner (1950) atribuyó al miembro inferior, denominado por él “rodados viejos” al
Plioceno superior – Pleistoceno inferior por su disposición subvertical que evidenciaba
una mayor estructuración y por lo tanto una mayor edad. A los miembros medio y
superior (“gravas fluviátiles”) les asignó una edad cuaternaria sobre la base de la
presencia, en ellos, de lo que interpretó como bloques erráticos de origen glacial.
Baldis (1963, 1964) reinterpretó el ambiente de formación de las “gravas fluviátiles”
como de origen fluvial y las asignó tentativamente al “Terciario superior-Pleistoceno”.
En la serranía de las Piedras Pintadas la sección basal de la Formación Lomas del
Inca cubre en discordancia unas andesitas hornblendíferas (Yamín y Cortés 2004,
Yamín 2007) que fueron datadas (K/Ar) en 20.1 ± 2.5 Ma por Leveratto (1976). Esto
permite asignarle a esta secuencia una edad menor a 20 Ma, probablemente miocena.
Tomando en cuenta su composición, la Formación Lomas del Inca puede
correlacionarse con el miembro superior de la Formación Chinches (Mirré 1966) cuya
localidad tipo se encuentra en el valle del río Los Patos, en la Cordillera Frontal,
próxima a la comarca de lomas del Inca. La sucesión que conforma este miembro está
compuesta en la cuenca de antepaís Manantiales principalmente por areniscas,
conglomerados, limolitas y arcilitas en una sucesión típicamente de ambiente fluvial y
bajada (Jordan et al. 1996) con niveles de cenizas volcánicas datados en 17,1 ± 1,9
Ma y 11,5 ± 1,4 Ma (Jordan y Damanti 1990). Está apoyada, además, sobre andesitas
del miembro medio de la Formación Chinches equivalentes, según Perez (1995), a la
Formación Doña Ana de 20 Ma.

32
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

33
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

2.7. Depósitos cuaternarios

2.7.1. Antecedentes

Pocos autores se encargaron del estudio en detalle de los afloramientos


cuaternarios en la comarca. Fueron descriptos a grandes rasgos en distintos trabajos
finales de licenciatura de la Universidad de Buenos Aires, realizados en la sierra de
Ansilta y en el cordón del Naranjo (Mon 1964, Baldis 1963, Fernandez Garrasino 1964,
Haupt 1964, Marchese 1964, Duranti 1968). En general las descripciones aluden a
depósitos conglomerádicos de naturaleza aluvial, con intercalaciones de lentes de
areniscas medianas a gruesas, con clastos angulosos y poco seleccionados. La gran
mayoría de estos autores, a excepción de Marchese (1964) observaron que la
proveniencia de los clastos es claramente precordillerana. Marchese (1964), por su
parte, propuso que los depósitos cuaternarios provienen tanto de la Cordillera Frontal
como de la Precordillera. Un rasgo importante reconocido por este autor, son los
distintos niveles de terraza cuaternarios ubicados en las márgenes del arroyo de las
Cabeceras “debido a los ascensos sufridos por esta área” (Marchese 1964).
Baldis (1963, 1964) describió al sur del arroyo de las Cabeceras sedimentos
aterrazados y recientes que provienen de los cordones serranos de la Precordillera. En
los sedimentos más antiguos reconoce dos niveles, uno de los cuales configura la
parte superior de algunas de las lomas del Inca y el segundo las lomadas
“comprendidas entre el valle de Barreal – Calingasta y las elevaciones cercanas al
cerro Leoncito” (¿Pampa del Cesco?).
Amos y Rolleri (1965) reconocieron en el valle de Calingasta-Uspallata la
presencia de depósitos conglomerádicos cuaternarios “relativamente viejos”. Estos
autores individualizaron en la zona de Barreal dos niveles de conos de deyección, uno
más antiguo con clastos predominantemente de la Cordillera Frontal y otro más joven
con elevada proporción de clastos provenientes de la Precordillera. Esto fue
interpretado por Amos y Rolleri (1965) y por Quartino et al. (1971), como producto de
las distintas alturas relativas de estas unidades morfotectónicas como áreas fuente de
sedimento.
Cortés y Cegarra (2004), con el fin de analizar el grado y la geometría de la
deformación neotectónica en el anticlinal Pampa de los Burros estudiaron la
estratigrafía cuaternaria local de dicha zona. Reconocieron un primer nivel de
agradación conservado como “una planicie en altura afectada por erosión fluvial”
inmediatamente al sur del arroyo de las Cabeceras y como remanente elevado en el

34
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

anticlinal Pampa de los Burros y lo asignaron al Pleistoceno. Estos autores


reconocieron asimismo un segundo y un tercer nivel de agradación correspondientes a
depósitos de abanicos aluviales más jóvenes desarrollados aguas abajo de las lomas
del Inca, del anticlinal Pampa de los Burros y de las lomitas Negras y por último,
depósitos de cursos fluviales actuales o recientes. Depósitos pertenecientes al “primer
nivel de agradación” del trabajo de Cortés y Cegarra (2004) fueron denominados
Formación Cesco por Yamín (2007).
Sobre la base de sus relaciones de corte y relleno, la continuidad lateral de los
depósitos y sus diferentes alturas topográficas, fueron reconocidos en este trabajo
cuatro niveles de agradación cuaternarios en los que las geoformas originales se
encuentran más o menos preservadas, además de depósitos coluviales, de barreal,
lacustres y eólicos de distinta generación, ubicados esencialmente en los sectores
pedemontanos de los bloques montañosos. La correlación y continuidad parcial de los
cuatro niveles de agradación con depósitos cuaternarios ubicados al norte de la
comarca que fueron estudiados por Yamín (2007) ha permitido asignarle edades
tentativas a los mismos.
Por su parte, los depósitos de los distintos niveles de agradación provenientes de
la Cordillera Frontal –con excepción de aquellos expuestos en los altos de los
Avestruces- y los depósitos ubicados en los valles intermontanos del sector
precordillerano, no fueron diferenciados en este trabajo. Se presentan los mismos en
el Mapa Geológico Regional (Lámina 1) como “sedimentos (del primer, segundo o
tercer nivel de agradación) indiferenciados”.

2.7.2. Depósitos del primer nivel de agradación regional

El primer nivel de agradación está ampliamente representado en el valle de


Barreal – Uspallata y en las pampas de los valles intermontanos del sector montañoso
precordillerano. Las exposiciones más extensas corresponden a depósitos aluviales
provenientes de la Cordillera Frontal (Lámina 1).
El primer nivel de agradación de la comarca consta de depósitos de bajadas y
abanicos aluviales constituidos por material psefítico poco o no consolidado. Sobre el
piedemonte occidental precordillerano, en el sector inmediatamente al sur del arroyo
de las Cabeceras, los depósitos del primer nivel de agradación fueron integrados en la
Formación Cesco por Yamín (2007). Por su parte, en la pampa Yalguaraz fueron
denominados Formación Lomas Bayas por Cortés y Costa (1993). En este trabajo el
conjunto de estos depósitos se aúna bajo la denominación de Formación Cesco, ya

35
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

que es en la comarca del Observatorio Cesco donde encuentran su mejor exposición y


extensión.

2.7.2.1. Formación Cesco (Yamín 2007)

La denominación de Formación Cesco fue introducida por Yamín (2007) para los
depósitos aluviales cuya localidad tipo se encuentra al pie del observatorio
astronómico Cesco (Lámina 1). La misma está ampliamente distribuida en el
piedemonte precordillerano (Lámina 2). Se dispone, al sur del arroyo de las Cabeceras
en las Lomas del Inca y en la pampa del Cesco, extendiéndose hasta el sector
aledaño al cerro Leoncito (Figura 2.2). Hacia el sur, persisten los afloramientos de
forma continua, hasta formar parte de los flancos oriental y occidental del anticlinal
Lomas Bayas y del anticlinal Pampa de los Burros. Hacia el este estas secuencias se
exponen en las lomitas Negras y hacia el sur afloran en la pampa Yalguaraz,
asociadas a los anticlinales localizados en este sector.
La Formación Cesco se dispone mayoritariamente en suave discordancia angular
sobre la Formación Lomas del Inca, en ocasiones sobre su miembro superior y en
ocasiones sobre su miembro medio, siendo su espesor medido en la quebrada Ancha
de 36 metros (Vallejo 2004). Está constituida por conglomerados y areniscas
conglomeradicas de colores castaños, amarillentos y rojos, cuya fracción clástica
constituida por rocas paleozoicas y andesitas que permiten inferir un área de aporte
precordillerano. Participan también clastos de volcanitas ácidas provenientes de la
destrucción de las sedimentitas neógenas infrayacentes.

Figura 2.8. Aspecto de la superficie tope de la Formación Cesco en su localidad tipo.

36
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

En el anticlinal Pampa de los Burros se reconocen para la Formación Cesco tres


secciones de conglomerados y areniscas conglomerádicas, separadas por
discordancias intraformacionales locales (Cortés y Cegarra 2004): una sección inferior
de color castaño rojizo, una intermedia castaño amarillenta y una superior castaño
grisácea. Las dos primeras secciones se reconocen también en el sector norte del
anticlinal Lomas Bayas (Basile 2004) y en las lomas del Inca (Vallejo 2004). Por su
parte, al oeste del cerro Leoncito se presentan dos secciones, una inferior psamítica
de color castaño y con estratificación paralela, de unos 3,5 metros de espesor y otra
superior psefítica con intercalación de bancos arenosos de color castaño oscuro a
verdoso, de unos 12,5 metros de espesor (Yamín 2007).
En su aspecto superficial, la fracción clástica de la Formación Cesco está
compuesta por clastos cuyo tamaño presenta dos modas, una correspondiente a
clastos mayores, de entre 20 y 50 cm de largo y otra de clastos más pequeños, de
entre 1 y 5 cm de largo, llegando en ocasiones a los 10 cm. Algunos de los clastos
presentan barniz del desierto. El enrojecimiento y el enterramiento son notorios en
aquellos clastos de mayores dimensiones, siendo irrelevantes en los fragmentos más
pequeños (Figura 2.8).
El ambiente sedimentario de la Formación Cesco corresponde a abanicos
aluviales. Sobre la base de la correlación de este nivel (Yamín 2007) con depósitos
que fueron datados por nucleidos cosmogénicos (10Be; Siame et al. 1997a y b; Siame
1998) ubicados al pie de la sierra del Tigre, unos 50 km al norte de la comarca, la edad
de la unidad se asigna al Pleistoceno medio temprano – Pleistoceno temprano.
Asimismo, este nivel sería equivalente a la Formación Pájaro Muerto (Cortés et al.
1997a y b) aflorante en la Precordillera occidental de Mendoza.

2.7.3. Depósitos del segundo nivel de agradación regional

El segundo nivel de agradación regional está conformado por un conjunto de


depósitos aluviales dispuestos extensamente en el valle de Barreal – Uspallata y en
los valles intermontanos de la Precordillera. Los mismos constituyen geoformas más o
menos degradadas, aunque la mayoría de las veces pueden reconocerse las
geoformas originales. Especialmente preservado se presenta el abanico aluvial de
gran tamaño constituido por secuencias de esta unidad en la desembocadura del
arroyo de las Cabeceras (Lámina 2).
Esta unidad está conformada por bancos de areniscas y areniscas
conglomerádicas poco o no consolidadas de pocos metros de espesor y colores

37
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

castaños verdosos, cuyos fragmentos subangulosos provienen del área


precordillerana (Basile 2004, Vallejo 2004).

Figura 2.9. Aspecto de la superficie tope del segundo nivel de agradación regional, en este
caso en el gran abanico aluvial asociado a la desembocadura del arroyo de las Cabeceras.

En la zona del anticlinal Pampa de los Burros, un corte natural de esta unidad
permitió ver que está constituida por clastos subangulosos cuyo tamaño de grano
muestra dos modas. Una primer moda conformada por clastos de entre 1 y 4 cm de
largo, alcanzando en algunos casos hasta 10 cm y una segunda moda representada
por clastos de entre 15 y 40 cm de largo. En su superficie, los clastos más pequeños
no presentan barniz del desierto mientras que los más grandes presentan un barniz
del desierto moderado. Los clastos más grandes, además, se encuentran fracturados y
muestran un importante grado de enterramiento (entre 3 y 15 cm, Figura 2.9).
El segundo nivel de agradación de la comarca corresponde al ambiente de bajada
o abanico aluvial de los bloques precordilleranos Barreal y Ansilta. El mismo se ubica
topográficamente hasta 30 metros por debajo de la Formación Cesco y a un nivel
pocos metros por encima de los depósitos del tercer nivel. En este trabajo, sobre la
base de la correlación de esta unidad con unidades estudiadas por Yamín (2007)
dispuestas inmediatamente al norte de la zona de estudio, se asigna esta unidad al
Pleistoceno Medio.

2.7.4. Depósitos del tercer nivel de agradación regional

El tercer nivel de agradación de la comarca se expone en el valle de Barreal –


Uspallata y en los valles intermontanos precordilleranos y está constituido por
depósitos aluviales y fluviales jóvenes producto de la erosión de los niveles de
agradación más antiguos.

38
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

En el piedemonte precordillerano, los depósitos aluviales están compuestos por


gravas y arenas poco o no consolidadas, producto del retrabajo de rocas paleozoicas
del cordón del Naranjo y de la sierra de Ansilta. Estos depósitos se encuentran
topográficamente poco por debajo del segundo nivel de agradación regional, por lo
que solo resultan fácilmente separables mediante el análisis de fotos aéreas.
Los depósitos de extensos abanicos aluviales en el sector pedemontano de las
lomas del Inca, por su parte, están conformados por gravas y arenas no consolidadas
con abundante arcilla y son el producto del retrabajo de las rocas miocenas de la
formación homónima.
Los depósitos de pequeños abanicos aluviales proximales a las lomas del Inca se
reconocen por su menor tamaño, la mayor pendiente de sus superficies y su
acumulación cercana al frente serrano. Están constituidos por gravas, arenas y limos
provenientes igualmente de las rocas miocenas de la Formación Lomas del Inca.
Sobre la base de la correlación con unidades estudiadas por Yamín (2007)
dispuestas inmediatamente al norte de la zona de estudio se asigna el tercer nivel de
agradación al Pleistoceno Superior.

2.7.5. Formación Casleo (Yamín 2007)

Esta formación fue definida por Yamín (2007) para denominar a los depósitos
fluviales y fluviolacustres que se encuentran en ambas márgenes del arroyo de las
Cabeceras, en el bloque Barreal. Depósitos de similares características se observaron
en distintas quebradas ubicadas en las lomas del Inca, continuación sur del bloque
Barreal (Láminas 1 y 2).
En la desembocadura del arroyo de las Cabeceras estos depósitos se encuentran
cortando y rellenando los depósitos aluviales del segundo nivel de agradación de la
comarca. A lo largo del arroyo de Las Cabeceras estos sedimentos se encuentran
sobre la Formación Lomas del Inca mientras que los afloramientos ubicados al sur,
apoyan sobre las rocas paleozoicas del Grupo Ciénaga del Medio. Se trata de
depósitos en su gran mayoría limosos o limo-arenosos, en ocasiones con clastos
diseminados tamaño grava (0,5 cm) e intercalaciones de lentes conglomerádicas.
A lo largo del arroyo de las Cabeceras y en quebradas de las Lomas del Inca esta
unidad presenta niveles finos laminados y con abundante material carbonoso. Estos
niveles fueron acumulados aguas arriba de la unión piedemonte – montaña en un
frente serrano que presenta evidencias de actividad cuaternaria (véanse Capítulos 3, 4

39
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

y 6), a partir de lo cual se interpreta para la Formación Casleo un ambiente de


sedimentación fluvio-lacustre vinculado a endicamiento dado por el levantamiento
tectónico del bloque Barreal a estas latitudes. En la desembocadura del arroyo de las
Cabeceras, en el piedemonte, los niveles de la Formación Casleo son más gruesos,
siendo abundantes las capas y lentes conglomerádicas. Aquí el ambiente de
acumulación es claramente fluvial, encajonado en un valle labrado en el extenso
abanico aluvial acumulado a la salida del arroyo de las Cabeceras. De esta manera,
las secuencias de esta formación responden, según su ubicación, a ambientes fluvio-
lacustres, como a lo largo arroyo de las Cabeceras o en quebradas ubicadas más al
sur en las Lomas del Inca, o fluviales, como en la desembocadura del arroyo de las
Cabeceras. La edad de la misma se asigna al Pleistoceno superior.

2.7.6. Depósitos coluviales

Tanto sobre el frente serrano como en las laderas más empinadas de las
quebradas de las lomas del Inca, se distribuyen depósitos coluviales por degradación
de serranías y lomadas integradas por depósitos neógenos y cuaternarios (Lámina 2).
En el frente serrano se preservan en las áreas interabanicos, presentando una
coloración blanquecina a grisácea, dado que aquí la fuente de sedimentos son las
rocas miocenas de la Formación Lomas del Inca. Sobre las lomadas en cambio, la
coloración de los depósitos suele ser verdosa ya que el sedimento proviene de los
depósitos cuaternarios. Los depósitos coluviales se disponen por encima y en
discordancia de las secuencias miocenas y de los depósitos cuaternarios
correspondientes a los distintos niveles de agradación.

2.7.7. Depósitos eólicos

Unos 4 km al sur del arroyo de las Cabeceras, en la zona pedemontana adyacente


al frente serrano de las lomas del Inca, se dispone una pequeña cubierta arenosa de
origen eólico. Se trata de montículos amorfos prácticamente sin cubierta vegetal que
son probablemente el producto de la erosión de las sedimentitas miocenas más
friables expuestas en las lomas del Inca, de las planicies aluviales cercanas y de los
sedimentos finos del barreal del Leoncito, ubicado unos 10 km al oeste.
La edad de los depósitos se interpreta holocena, estando el proceso de erosión
eólico activo hoy en día.

40
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

2.7.8. Depósitos del cuarto nivel de agradación regional

En toda el área de estudio se disponen múltiples canales recientes y activos,


labrados en las unidades que conforman los sectores montañosos y las lomadas y
abanicos aluviales del sector pedemontano. Estos arroyos transportan y depositan
material en tránsito tanto gravoso como limo-arenoso. Asimismo acumulan sedimentos
que forman pequeñas planicies fluviales. Estos depósitos fluvio-aluviales recientes y
actuales conforman el cuarto nivel de agradación, el más joven de la región.
Se incluyen además en este nivel los afloramientos de depósitos finos de barreal
asociados a bajos locales como el barreal del Leoncito y la ciénaga Yalguaraz, entre
otros. Los depósitos de barreal están conformados por material limo arcilloso hasta
arenoso fino asociado a la sedimentación distal en los bajos locales de los distintos
sistemas fluviales pedemontanos, tanto de la Precordillera como de la Cordillera
Frontal. La edad de esta unidad es holocena.

2.8. Edades de los niveles de agradación regional

Yamín (2007) determinó la existencia de cinco niveles de agradación cuaternarios


en su área de trabajo (Figura 2.10), la cual está situada inmediatamente al norte de la
región abarcada por el presente estudio. Con el fin de conocer el alcance regional de
esos niveles, dicha autora exploró la existencia de los mismos en áreas aledañas,
particularmente en aquellas restringidas al borde occidental de la Precordillera, en
condiciones climáticas y fisiográficas semejantes a las de la comarca de Barreal. Es
así que reconoció y correlacionó los niveles de agradación por ella reconocidos con
aquellos ubicados unos 50 km más al norte, en el piedemonte de la sierra del Tigre,
estos últimos datados por nucleidos cosmogénicos (10Be) por Siame et al. (1997a y b)
y por Siame (1998).
Un dato interesante aportado por Yamín (2007) es que la continuidad de diferentes
niveles de agradación en distintas unidades morfotectónicas, con áreas de aporte de
características geodinámicas distintas, induce a pensar que el clima juega un rol
importante en la generación los sucesivos depósitos cuaternarios y sus niveles
asociados. Es decir, que la persistencia regional del esquema de agradación en
distintas unidades morfotectónicas es consistente con un origen climático más que
tectónico para estos sucesivos eventos de agradación.

41
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

Figura 2.10. Correlación de los niveles de agradación situados en la pampa del Peñasco
estudiados por Yamín (2007) con los niveles ubicados en la comarca de estudio. a) Ubicación
de los sectores utilizados como referencia para la correlación; b) Mapa geológico de la pampa
del Peñasco (tomado de Yamín 2007); c) Mapa geológico de la pampa del Cesco y la pampa
de Los Burros (este trabajo).

Algunos de los niveles de agradación reconocidos por Yamín (2007) están


presentes también en la comarca de estudio. De esta manera, y con el objetivo de
asignar edades a los niveles de agradación reconocidos en este trabajo, los mismos
han sido correlacionados con los niveles de agradación estudiados por Yamín (2007).
Para ello, se han utilizando como referencia aquellos presentes en la pampa del
Peñasco (Figura 2.10a y b), ya que son estos los que Yamín (2007) utiliza en su
correlación con los niveles datados del piedemonte de la sierra del Tigre. Asimismo,
dentro de la comarca de estudio se tomó como referencia el sector conformado por la

42
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 2

pampa del Cesco y la pampa de Los Burros (Figura 2.10a y c), ya que se exponen
aquí todos los niveles de agradación reconocidos en el presente trabajo. La
correlación se realizó sobre la base de la continuidad lateral y de las alturas
topográficas del conjunto de niveles de agradación.
La Tabla 2.1 muestra los niveles de agradación reconocidos por Yamín (2007), las
edades por ella asignadas a los mismos -sobre la base de su correlación con los
depósitos del piedemonte de la sierra del Tigre- y la correspondiente correlación con
los niveles de agradación presentes en el área de trabajo.

Edades otorgadas por


Yamín (2007) a partir de la
Niveles de agradación Niveles de agradación
correlación con los
reconocidos en el trabajo identificados en este
depósitos datados por
de Yamín (2007) trabajo
Siame et al. (1997 a y b) y
Siame (1998)

4to. nivel de agradación


(Q4). Depósitos fluvio-
aluviales y de barreal
5to. nivel (Q5) Holoceno (actual)
recientes y actuales que
cortan y cubren el conjunto
de unidades más antiguas

42 ± 9 / 37 ± 8 ka a 3er. nivel de agradación


4to. nivel de agradación (Q4),
21 ± 4 ka (Q3), depósitos que cortan
depósitos fluviales, de relleno
y rellenan los niveles de
de canal
Pleistoceno superior agradación más antiguos

3er. nivel de agradación (Q3)


99 ± 21 ka
/ Formación Colón /
No se presenta
Sedimentos aluviales Agua
Pleistoceno superior
de los Molles

2do. nivel de agradación (Q2) 380 ± 78 ka / 350 ± 72 ka a 2do. nivel de agradación


/ Formación Un Salto / 280 ± 58 ka regional (Q2), remanentes
Sedimentos aluviales Pampa de abanicos aluviales en la
del Peñasco Pleistoceno medio bajada pedemontana

670 ± 140 ka / 580 ± 120 ka


1er. nivel de agradación (Q1)
1er. nivel de agradación
/ Formación Cesco /
Pleistoceno medio regional (Q1) / Formación
Sedimentos aluviales de
temprano – Pleistoceno Cesco
Proteros de los Puentes
temprano

Tabla 2.1. Correlación de los niveles de agradación presentes en la comarca de estudio


con aquellos dispuestos en la pampa del Peñasco. A estos últimos Yamín (2007) les otorgó
edades a partir de su correlación con niveles de agradación en el piedemonte de la sierra del
Tigre, datados por Siame et al. (1997a y b) y Siame (1998).

43
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

3. TECTÓNICA

3.1. Introducción

Este capítulo contiene la descripción y análisis de la deformación cenozoica del


extremo noroccidental de la Precordillera Sur. Al comienzo, se expone una síntesis de
la evolución tectónica pre-cenozoica de la región y de las principales líneas
estructurales resultantes que constituyen las anisotropías mecánicas del sustrato que,
en gran medida, controlan la geometría y cinemática de la deformación subsiguiente.
Se presenta además una síntesis de la tectónica tardío cenozoica regional y el marco
geodinámico.
La tectónica cenozoica se presenta en cuatro partes: (1) Unidades
morfotectónicas, (2) Estructura neógena, (3) Estructura cuaternaria y (4) Cinemática.
Con referencia a las unidades morfotectónicas, se describen brevemente tanto la
Precordillera Sur como las subunidades internas de la misma en las cuales se
encuentra la comarca bajo estudio; estas últimas son el cinturón Barreal-Las Peñas y
la región central de la Precordillera Sur. Asimismo se describen las unidades de menor
orden (menor dimensión) identificadas en la comarca, las cuales servirán
posteriormente de referencia para los estudios estructurales. Para la descripción de la
estructura cenozoica, tanto neógena como cuaternaria, se considera un sector
montañoso y el sector pedemontano perteneciente a la depresión de Barreal-
Uspallata. Los datos estructurales cartografiados se presentan en el mapa geológico
regional (Lámina 1) y en el mapa estructural más detallado (Figura 3.5). La bibliografía
principal utilizada para la confección de estos mapas se refiere a Baldis (1964), Amos
y Marchese (1965) y Amos y Rolleri (1965), Cortés y Costa (1993), Cortés et al.
(1997a), Cortés y Cegarra (2004), Basile (2004), Vallejo (2004), Cortés (1998) y Yamín
(2007).
En la última parte, se realiza un análisis cinemático de la deformación tardío-
cenozoica, tomando en cuenta la orientación geométrica en planta de las estructuras y
geoformas de origen tectónico mapeadas a escala regional, así como la información
proveniente de indicadores cinemáticos de mesoescala, en especial estrías, obtenidos
en algunas fallas de la comarca.

44
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

3.2. Síntesis de la tectónica pre-cenozoica

Se presentan aquí los períodos de deformación previos a la estructuración andina,


siendo el objetivo de este apartado caracterizar las direcciones de aquellos rasgos
preexistentes sobre los que tiene lugar actualmente la deformación cenozoica.
La historia tectónica pre-cenozoica de la región está representada por los ciclos
Famatiniano y Gondwánico. El primero culmina con los movimientos chánicos (Ramos
et al. 1984), deformación contraccional acaecida durante el Devónico medio a tardío
que ha sido interpretada como consecuencia de la colisión del terreno de Chilenia
contra el margen occidental del Gondwana (Ramos et al. 1984, 1986). En el ciclo
Gondwánico se reconocen dos etapas de deformación más importantes. Una
deformación contraccional y por desplazamiento de rumbo ocurrida durante el Pérmico
temprano, la fase Sanrafaélica (Ramos y Ramos 1979), interpretada como el producto
de un importante cambio en el régimen de subducción a lo largo del margen occidental
de Gondwana (Ramos et al. 1984, Ramos 1988). La siguiente etapa corresponde a
una prolongada y amplia deformación extensional permo-triásica, a la que se asocian
las emisiones volcánicas que dieron origen al Grupo Choiyoi y responsable de la
generación de la cuenca Cuyana.
La deformación asociada a los movimientos chánicos en la comarca de estudio y
áreas adyacentes fue estudiada por autores como Keidel (1939), De Romer (1964),
von Gosen (1995) y Cortés et al. (1997 a y b), entre otros. La misma está representada
por la discordancia angular que separa las secuencias pre-carboníferas de las capas
suprayacentes (De Romer 1964, Cortés et al. 1997 a y b). De Romer (1964), en el
área de “El Choique”, unos 15 km al ESE de Uspallata, reconoció en las metamorfitas
del Paleozoico inferior una fábrica de rumbo N15ºE y fuerte inclinación al este. Von
Gosen (1995) indicó que, al este de Uspallata, dicha deformación se manifiesta en dos
etapas. Una primera etapa se expresa por medio de pliegues con ejes de rumbo N-S a
NE con un transporte de masa hacia el oeste. La segunda etapa genera una fábrica de
rumbo NO con una inclinación general hacia el este.
Dentro de la comarca de estudio, las estructuras asociadas a este período de
deformación han sido estudiadas por Cortés et al. (1997a) en la zona de la sierra de
Ansilta y por Cortés et al. (1997a) y Cortés (1998) en el alto El Abra. En esta última
región, la deformación asociada a la fase Chánica en el sector del cerro Redondo está
caracterizada por un evento de plegamiento y fallamiento con vergencia occidental
(Cortés 1998) seguido por fallamiento con componentes de desplazamiento de rumbo
derecho para las fallas de orientación NE e izquierdo para las fallas de orientación NO.
Respecto de estas últimas, Cortés (1998) reconoció que fueron posteriormente

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

reactivadas, durante la orogenia Andina, en tiempos cenozoicos. En el área de


Cortaderas y de los Pozos, al este de la pampa Seca, Gerbi et al. (2002) describieron
para los movimientos chánicos una deformación dúctil que incluye pliegues a distinta
escala, zonas de cizalla y una marcada foliación de alto ángulo, cuya orientación varía
entre N-S, paralela a los ejes de los pliegues regionales, y NNE. En el área del cerro
Leoncito, por su parte, esta deformación se caracteriza por pliegues anticlinales y
sinclinales de orientación NNO a NNE (Baldis 1964, Amos y Marchese 1965, Amos y
Rolleri 1965).
Al este de Uspallata, sucediendo a los movimientos chánicos, von Gosen (1995)
reconoció un evento menor extensional ocurrido en el Carbonífero tardío – Pérmico
temprano, el cual generó las denominadas cuencas neopaleozoicas. Ramos et al.
(2002) interpretaron que estas cuencas se encuentran reactivando en parte zonas
controladas por discontinuidades corticales mayores, tales como suturas asociadas a
la colisión de los terrenos de Cuyania y Chilenia.
La fase Sanrafaélica, acaecida en el Pérmico temprano, ha sido ampliamente
documentada a lo largo de los Andes Centrales de Argentina. La misma ha sido
descripta en el bloque San Rafael (Azcuy y Caminos 1987, Cortés y Kleiman 1999,
Kleiman y Japas 2002, Japas y Kleiman 2004), en las Cordilleras Frontal y Principal
(Ramos 1988, Rapalini y Vilas 1991, Llambías et al. 1993) y en la Precordillera
(Furque y Cuerda 1984, Von Gosen 1995, Cortés y Kleiman 1999, Cortés et al. 1999).
La amplia distribución de este evento contraccional se explicaría como resultado de un
importante cambio en el régimen de subducción a lo largo del margen occidental de
Gondwana (Ramos et al. 1984, Ramos 1988). El producto de dicha compresión es la
deformación de las sedimentitas del Paleozoico superior y la discordancia entre estas
y las volcanitas permo-triásicas del Grupo Choiyoi suprayacentes. Cortés y Kleiman
(1999), sobre la base de observaciones realizadas en la Precordillera, reconocieron
que a los pliegues y corrimientos neopaleozoicos se sobreimpone una deformación
transcurrente y que el conjunto de dichas estructuras no afectó a las sucesiones del
Grupo Choiyoi suprayacentes. De esta manera, la fase Sanrafaélica es un período de
deformación con una etapa de máximo acortamiento que se continuaría luego como
deformación transcurrente. Asimismo, Rapalini y Vilas (1991) propusieron para este
período, inmediatamente al oeste de la región de trabajo, en la cordillera del Tigre,
rotaciones de bloques sobre ejes verticales de hasta 90° en sentido horario que
relacionaron a fallas transcurrentes de rumbo ONO.
En la comarca y al sureste de la misma las fase Sanrafaélica está caracterizada
por pliegues de gran escala (longitudes de onda métricas a kilométricas) con ejes N-S
a NNE y ambas vergencias, acompañados de fallas de desplazamiento de rumbo NO

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

(von Gosen 1995, Cortés et al. 1997a). Además, al este de Uspallata, von Gosen
(1995) reconoció fallas inversas con vergencia occidental que interpretó como
reactivaciones de las estructuras extensionales previas, vinculadas a las cuencas
neopaleozoicas. Dicho autor reconoció también, para este evento deformacional,
algunas pocas fallas casi verticales NNE con vergencia al este así como fallas con
componente de rumbo izquierda.
A la deformación contraccional de la fase Sanrafaélica le sucede, durante el
Pérmico –Triásico temprano, un período extensional responsable de la generación de
las secuencias del Grupo Choiyoi. Los afloramientos de este grupo se encuentran
ampliamente representados en el territorio argentino, tanto en la región comprendida
por el cinturón orogénico andino como en el antepaís (Llambías 1999). En el área de
Potrerillos-Uspallata, Giambiagi y Martínez (2008) reconocieron para esta deformación
fallas de orientación NO con movimientos normales sinestrales y de orientación ONO
con rechazos normales.
La cuenca Cuyana, que se ubica en las provincias de Mendoza y San Juan,
aproximadamente entre los 31º 15` y 36º S, fue relacionada a fracturamiento tensional
(Rolleri y Criado Roqué 1968), a transtensión (Mombrú et al. 1981, Strelkov y Alvarez
1984) y luego fue caracterizada como una cuenca de rift (Uliana et al. 1989, Ramos y
Kay 1991), conformada por un conjunto de depocentros con polaridades opuestas y
zonas transtensivas ubicadas en las zonas de transferencia entre los distintos
segmentos de la misma (Kokogian y Mancilla 1989, Ramos y Kay 1991, López
Gamundí 1994). A partir del análisis de líneas sísmicas, de facies sedimentarias y de
paleocorrientes, Legarreta et al. (1993) la describieron como un sistema de fallas
ligado con polaridades alternas. El rumbo de la cuenca Cuyana es NNO, con
estructuras extensionales que tienen un rumbo entre N-S a NO, aunque se reconocen
también algunas fallas normales que varían su rumbo entre N-S y NE (Strelkov y
Alvarez 1984). Los distintos depocentros corresponden a hemigrábenes. En este
sentido, al norte de la comarca de estudio, sobre el cierre septentrional de la cuenca
Cuyana (Strelkov y Alvarez 1984, Spalletti 2001) se presenta el hemigraben Rincón
Blanco, marcadamente asimétrico (López Gamundí 1994; Barredo y Ramos, 1997,
Spalletti 2001, Barredo 2004, Barredo 2005). Por su parte, al sur de la Precordillera
Sur, unos 80 km al sur de la comarca bajo estudio, se extiende el hemigraben
Tupungato – Cacheuta. En el sector adyacente a la comarca, Cortés et al. (1997b)
infirieron una estructura en hemigraben en la zona del cerro Los Colorados. Además,
Cortés et al. (2009) describieron el hemigraben Paramillos, la principal estructura
triásica de la cuenca Cuyana en la sierra de Uspallata, dentro de la región Central de
la Precordillera Sur. El borde occidental de esta estructura está conformado por fallas

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

de rumbo NNE y NNO y su estructura interna muestra fallas sintéticas que inclinan al
ENE y al ESE (Cortés et al. 2008). Aparte del hemigraben Paramillos, la estructura
extensional triásica de la región Central de la Precordillera Sur está caracterizada por
el hemigraben Las Peñas, al este del primero. Estas dos estructuras constituyen un
sistema de hemigrábenes sinténticos traslapantes y de polaridad opuesta (Cortés et al.
2009). En esta misma región, en la quebrada El Salto sobre el margen noroccidental
del cordón San Bartolo, Japas et al. (2008) reconocieron que las fallas normales
triásicas conforman juegos conjugados de rumbo NNO, ONO, N-S y NNE.
Con relación a la cinemática de la extensión triásica en la Precordillera Sur, Japas
et al. (2008) estudiaron la lámina de corrimiento del cerro Manantial (cordón de San
Bartolo), dado que allí los efectos de la inversión tectónica son menores. Dichos
autores han utilizado indicadores cinemáticos mesoscópicos, tales como grietas
escalonadas, cizallas de Riedel y fracturas sigmoideas, obteniendo una dirección de
extensión NNE durante la apertura de la cuenca cuyana. Cortés et al. (2008)
obtuvieron una dirección de extensión similar (acimut entre 30º y 70º) tomando en
cuenta el sitio de muestreo de Japas et al. (2008) y cuatro sitios más en el hemigraben
de Paramillos. De esta manera y dada la orientación NNO de la rama norte de la
cuenca Cuyana, esta dirección de extensión manifiesta una importante componente
sinestral durante la extensión (Japas et al. 2006, Japas et al. 2008, Cortés et al. 2008).
Giambiagi et al. (2008), por su parte, reconocieron una dirección de extensión NNE
para el Permo-Triásico (en aquellas estructuras sin-Choiyoi), mientras que para el
Triásico (estructuras post-Choiyoi) obtuvieron una dirección NE, indicando así una
rotación horaria en la dirección de extensión durante el Triásico temprano. Al norte de
la Precordillera Sur, para el hemigraben Rincón Blanco, Barredo (2004) consideró un
posible modelo asociado a extensión oblicua para explicar la segmentación de la falla
activa principal que controló dicho hemigraben, la cual presenta tramos limitados por
estructuras que corresponden a rampas que actúan como zonas de relevo.
El sector sur de la Precordillera coincide en parte con la rama norte de la cuenca
Cuyana, donde se observa un claro cambio del estilo estructural. En este sentido, von
Gosen (1995) reconoció al este de Uspallata que las fallas triásicas de dirección N-S
fueron reactivadas como fallas inversas durante el Neógeno y las fallas originalmente
ONO a NO se reactivaron con componentes de rumbo. Sugirió también que las fallas
N-S y las NO representan fallas normales sin-sedimentarias a lo largo de los límites de
los grábenes triásicos. Legarreta et al. (1993) propusieron un modelo de inversión en
tiempos cenozoicos de fallas lístricas de la cuenca cuyana. Un modelo evolutivo
cenozoico asociado a la inversión de las estructuras triásicas del hemigraben Rincón
Blanco fue presentado también por Barredo (2004). Por su parte, Cortés et al. (2009)

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

mostraron que la porción sur del borde occidental del hemigraben Paramillos se
extiende en coincidencia con una zona de cizalla frágil-dúctil de orientación NNO
originada durante la deformación Sanrafaélica. Estos autores determinaron que, en
este sector, fracturas originadas en el Pérmico – Triásico temprano fueron reactivadas
durante el desarrollo de la cuenca Cuyana y luego invertidas durante la contracción
cenozoica.
En el Mapa Estructural (Figura 3.5) se han cartografiado las principales estructuras
pre-cenozoicas de la comarca. En el mismo se puede observar que dichas estructuras
presentan direcciones que oscilan entre NNE y NO. Sobre la base de este mapa, se
ha estimado la frecuencia de las orientaciones de los elementos estructurales pre-
cenozoicos con el objetivo de generar una idea del patrón de fracturamiento
paleotectónico de la comarca (McElfresh et al. 2002). Se midieron 49 estructuras pre-
cenozoicas ponderando su longitud en toda la comarca estudiada. Los resultados
muestran dos conjuntos de estructuras con orientaciones preferenciales (Figura 3.1).
Un primer conjunto, de mayor importancia, en la dirección NNE (acimutes entre 5° y
15°). El segundo conjunto principal, aunque algo me nos marcado, se localiza en la
dirección NO a NNO (acimutes 325° a 355°).

Figura 3.1. Diagrama de frecuencia de orientaciones


de los elementos estructurales pre-cenozoicos de la
comarca estudiada (N=49). En todos los casos se
ponderó la longitud de los mismos.

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

3.3. Síntesis de tectónica tardío cenozoica regional (27°-33°S)

La deformación tectónica post permo – triásica en la zona de estudio está dada


por la orogenia Andina, evento de deformación compresivo acaecido en tiempos
cenozoicos y que continúa actualmente. Se da aquí una particular historia de
deformación vinculada a la horizontalización de la placa de Nazca subductada por
debajo de la placa Sudamericana (segmento pampeano de subducción subhorizontal
entre los 27º y los 33º S), donde durante los últimos 15 Ma se produjo el levantamiento
tanto de la Cordillera Frontal, de la Precordillera como de las Sierras Pampeanas.
La deformación en los momentos previos a la colisión de la dorsal de Juan
Fernández, y de la consecuente horizontalización de la placa de Nazca, se
concentraba a lo largo del eje de la cordillera y en el área interna de las actuales fajas
plegadas y corridas de La Ramada (Cristallini 1996) y del Aconcagua (Cegarra y
Ramos 1996), no habiendo avanzado aún la deformación hacia las el sector externo
del orógeno. Durante el estadio temprano de colisión el arco volcánico y el
magmatismo de retroarco migraron hacia el este. El frente orogénico por su parte,
muestra una migración desde la Cordillera Principal hasta la Cordillera Frontal,
ubicándose los depósitos sinorogénicos de esta etapa en la depresión de Calingasta –
Uspallata y en la actual cuenca de antepaís aledaña a la ciudad de Mendoza.
Para el Mioceno tardío es abandonada la actividad magmática en las cordilleras
Frontal y Principal, localizándose la misma en las Sierras Pampeanas y el frente de
corrimiento se sitúa en la depresión de Uspallata, siendo la cuenca de antepaís
canibalizada en su zona interna. Durante el Plioceno se alcanza un estadio maduro de
la zona de subducción horizontal. Entonces la actividad magmática se da solo en las
Sierras Pampeanas, con un último evento en la sierra del Morro a los 1,9 Ma (Ramos
et al. 2002).
El comienzo de la estructuración del sector occidental de la Precordillera fue
determinado a los 10 Ma (Beer y Jordan 1989) o, en sectores septentrionales de la
mismas, a los 16 Ma (Damanti et al. 1988, Beer et al. 1990), mostrando que la
deformación de esta unidad morfotectónica se habría dado de forma diacrónica,
haciéndose más joven la edad de levantamiento hacia el sur.
En particular, el valle de Calingasta – Uspallata (y su continuación al norte en el
valle de Iglesia) es una depresión intermontana de origen tectónico que separa las
provincias geológicas de Cordillera Frontal por el oeste de la Precordillera por el este,
límite que se encuentra controlado esencialmente por el contacto entre los terrenos de
Cuyania y Chilenia. Más al norte, el origen de dicha depresión fue interpretado por

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

autores como Beer et. al. (1990) y Allmendinger et al. (1990) como una cuenca
montada (piggy – back basin) asociada al levantamiento de la Precordillera. Por su
parte Rosello y López Gamundí (1993) determinaron a los 31º 30’ S, una configuración
de cuenca rampa en el flanco oeste de la Precordillera. Dicha configuración está
asociada a retrocorrimientos de vergencia occidental que levantan las secuencias
triásicas por encima de las secuencias neógenas del valle de Calingasta – Uspallata.
Los sedimentos neógenos sinorogénicos fueron estructurados como consecuencia del
avance de la deformación hacia el antepaís.

3.4. Marco Geodinámico (27°-33°S)

La zona de estudio está ubicada en los Andes Centrales (Gansser 1973), dentro
del segmento pampeano de subducción subhorizontal (27º-33º S), donde la placa de
Nazca se hunde con un ángulo de 5º por debajo de la placa Sudamericana.
Las unidades morfotectónicas de primer orden que se disponen en esta zona son,
de oeste a este, la Cordillera de la Costa, la Cordillera Principal, la Cordillera Frontal,
el valle de Iglesia-Uspallata, la Precordillera y las Sierras Pampeanas.
Los controles sobre el régimen tectónico regional estarían dados por la velocidad
de convergencia relativa, la edad de losa subducida y la dirección del vector de
convergencia. A una escala más pequeña, controlan dicha deformación, por ejemplo,
la geometría de la zona de Benioff, la subducción de dorsales asísmicas y la presencia
de heterogeneidades en el basamento.
Un evento significativo en la evolución geodinámica de la zona está dado por la
ruptura de la placa Farellones en las placas de Nazca y Cocos hace aproximadamente
25 Ma. La velocidad de convergencia relativa entre las placas Farellones (o Nazca
luego de la ruptura) y Sudamericana ha variado en el tiempo, observándose en
tiempos cenozoicos un importante incremento a partir de los 25 Ma, coincidiendo con
la mencionada reorganización de placas. Se da posteriormente una desaceleración en
coincidencia con el comienzo del levantamiento de la Cordillera Frontal en el Mioceno
tardío (fase Quechua), que se mantiene hasta nuestros días, coincidiendo con el
levantamiento de la Precordillera y de las Sierras Pampeanas (fase Diaguita; Ramos
1988).
Con respecto a la edad de la corteza oceánica de la placa de Nazca subducida, la
misma decrece hacia el sur, siendo eocena a los 22º S, miocena a los 38º S y
pleistocena a los 46º S.

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

El acortamiento calculado a los 32º S es de 150 km a partir de datos gravimétricos


y sísmica de refracción (Introcaso et al. 1992) y de 135 -155 km sobre la base de la
estructura superficial, donde menos de 30 km corresponden a la faja corrida y plegada
de La Ramada en Cordillera Principal (Cristallini 1996), unos 20 km a la Cordillera
Frontal (Ramos 1999), 85 km a la Precordillera (Ramos et al. 1997) y 10-20 km a las
Sierras Pampeanas (Ramos 1999). Los tiempos de deformación establecidos a esta
latitud permiten inferir que este acortamiento se ha producido en los últimos 20 Ma
(Ramos 1999), pudiéndose estimar así una velocidad de 6,75-7,75 mm/año. Por su
parte, velocidades de acortamiento obtenidas sobre la base de estudios geodésicos
(GPS) -que dan cuenta no solo del acortamiento permanente (o inelástico) sino
también del acortamiento no permanente (o elástico)-, indican entre las ciudades de
Santiago de Chile y San Juan una velocidad de acortamiento de 12 mm/año en la
dirección Ac. 78º y para la ciudad de San Juan respecto del cratón Sudamericano, una
velocidad de 7,3 mm/año en la dirección Ac. 83,3º (Kendrick et al. 1999), siendo el
vector de convergencia oblicuo al margen continental. Otros autores (Pilger 1984,
Pardo-Casas y Molnar 1987, DeMets et al. 1990, Jaillard 1993), calculan la dirección
del vector de convergencia actual entre la placa de Nazca y la placa Sudamericana en
Ac. 75º±5º y una velocidad de convergencia de 8,4 ± 2 mm/a relativamente constante
a lo largo de los Andes Centrales.
La actual geometría de la zona de Benioff se registra desde tiempos miocenos. El
cambio de inclinación de la misma sería consecuencia de la mayor flotabilidad de la
losa como producto de la subducción de la corteza joven de la dorsal de Juan
Fernández (Pilger 1984). Este evento se da de forma diacrónica, ocurriendo a los 18
Ma en el sector norte de la zona de subducción subhorizontal (27°) y los 11 Ma en su
sector sur (33°; Ramos et al. 2002). El segmento de subducción subhorizontal está
caracterizado por la migración de la deformación hacia sectores internos, generando
un antepaís fragmentado a unos 700 km de distancia de la trinchera. Se caracteriza
además por la ausencia de volcanismo actual, la presencia de las elevaciones más
altas de la cordillera de Andes debido al fuerte acoplamiento entre las placas de Nazca
y Sudamericana y por una intensa actividad sísmica de intraplaca (Isacks et al. 1982).

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

3.5. Tectónica cenozoica

3.5.1. Unidades morfotectónicas

3.5.1.1. La Precordillera Sur y el cinturón Barreal – Las Peñas

La variación del estilo de deformación que presenta la unidad morfotectónica de la


Precordillera ha permitido dividirla en la Precordillera occidental, central y oriental
(Ortiz y Zambrano 1981, Baldis 1970, Baldis et al. 1982, Ramos et al. 1986, von Gosen
1992). Sin embargo, el estilo estructural no varía únicamente en sentido meridiano,
sino también de norte a sur, donde las características morfotectónicas entre la
Precordillera a la latitud del río San Juan contrastan con aquellas de la porción austral.
Como provincia geológica, se ha considerado para la Precordillera una historia en
común. Sin embargo, si bien hacia su sector sur se conservan muchos de los rasgos
estratigráficos y estructurales del centro de la Precordillera (provincia de San Juan),
parte de la columna litoestratigráfica y de la evolución estructural, especialmente
mesozoica y cenozoica, es distinta. Entre las estructuras paleozoicas se destacan
fracturas de orientación NO y NNO, las cuales han sido descriptas como el producto
tanto de la fase Chánica como de la orogenia Sanrafaélica (von Gosen 1995, Cortés
1998, Cortés et al. 1997a y b, Cortés et al. 2005a, Giambiagi y Martínez 2008,
Giambiagi et al. 2008). Por su parte, la historia geológica extensional permo-triásica
tiene gran influencia en el sector sur de la Precordillera, en contraste con la
Precordillera de San Juan. Las volcanitas del Grupo Choiyoi afloran en las márgenes
del sector precordillerano austral (Sierras de Villavicencio y Mal País y Sierra de
Uspallata), así como en el valle de Calingasta – Uspallata. Ampliamente distribuidas se
encuentran también las secuencias clásticas de sinrift y de sag asociadas al relleno de
la cuenca Cuyana (Cortés et al. 2005a).
Por ello, en la Precordillera de San Juan la deformación contraccional tardío
cenozoica bajo un régimen de convergencia oblicua ha desarrollado una faja plegada y
corrida de piel fina que se expresa en superficie mediante cordones alargados
longitudinalmente de unos 100 a 150 km y de rumbo general N-S (Heim 1952, Baldis y
Chebli 1969, Ortiz y Zambrano 1981, Baldis et al. 1982) separados por depresiones
intermontanas de similar extensión (Figura 3.2). En el sector austral, en cambio, se
observan evidencias de la reactivación e inversión tectónica de las mencionadas
estructuras antiguas (Ramos y Kay 1991; Kozlowski et al. 1993, Legarreta et al. 1993,
von Gosen 1995, Cortés et al. 1997a y b, Cortes et al. 2005a). Distintos autores (Ortiz

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

y Zambrano 1981, Baldis et al. 1982, Baldis y Vaca 1986) diferenciaron este sector
denominándolo “Precordillera Mendocina”.

Figura 3.2. a) Ubicación de la Precordillera Sur (limitada por línea llena blanca) dentro del
contexto precordillerano y su división interna (regiones norte, central y sur, separadas por
líneas punteadas blancas). La línea gris muestra el límite de la cuenca Cuyana; b) Esquema
del cinturón Barreal – Las Peñas. Puede verse la disposición escalonada de los bloques que lo
conforman.

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Sobre la base de sus rasgos estratigráficos y morfotectónicos distintivos, Cortés et


al. (2005a) definieron para esta región la denominada “Precordillera Sur”, abarcando la
misma la “Precordillera Mendocina” y parte de la precordillera de San Juan. La
Precordillera Sur está caracterizada por bloques fallados de menor extensión (20-30
km), que varían su orientación entre NNO y NNE. Los mismos se vinculan a fallas
inversas asociadas a su vez a ramificaciones frontales de bajo ángulo y a falla oblicuas
NO y/o ONO con componentes de desplazamiento de rumbo. Aquí, el estilo de la
deformación pareciera estar dado por la interferencia de la deformación Andina con
anisotropías mecánicas previas vinculadas a los eventos de deformación paleozoicos y
a las estructuras de la cuenca Cuyana (Kozlowski et al. 1993, Cortés et al. 2005a).
La Precordillera Sur ha sido dividida por Cortés et al. (2005a) en una región sur,
una región central y una región norte (Figura 3.2a).
La región sur es un bloque montañoso formado por fallas inversas cenozoicas
imbricadas con vergencia oriental sobre el sector este y vergencia occidental en el
sector oeste. Se presentan además fallas oblicuas y transversales a través de las
cuales disminuye gradualmente la expresión topográfica de los cordones hacia el norte
(cordones de Farallones y Bonilla, sierra de Uspallata). Además, sobre la margen
occidental del bloque montañoso, la estructura cenozoica reactiva estructuras
sanrafaélicas oblicuas, de orientación NO y con vergencia al oeste.
La región central está dada por un sistema de bloques menores longitudinales (de
orientación N-S a NNE) que se asocian a fallas oblicuas y depresiones en altura. Estos
bloques están limitados por fallas inversas de alto ángulo y por corrimientos, tanto de
vergencia oriental como occidental y se encuentran segmentados por fallas oblicuas
de rumbo NO y NE.
La región norte de la Precordillera Sur es un cordón transpresivo cenozoico de
unos 120 km de largo denominado cinturón Barreal – Las Peñas (Cortés et al. 2005 a
y b). El mismo está caracterizado por la presencia de bloques fallados con una
extensión de hasta 30 km y con orientaciones NNO a NNE. Entre los bloques se
disponen parcialmente, depresiones tectónicas con igual orientación. Los bloques
están delimitados principalmente por fallas inversas longitudinales, asociadas a
estructuras oblicuas NO y transversales ONO. En particular, las fallas oblicuas y
transversales, muestran claras evidencias de componentes de desplazamiento de
rumbo. Dichas fallas controlan la terminación de los frentes montañosos y están
vinculadas a la segmentación de los mismos (Cortés 1994, 1998; Cortés et al. 2005 a
y b) Los bloques que componen el cinturón Barreal – Las Peñas son, de noroeste a
sureste, bloques Barreal, Ansilta, Peñasco, Santa Clara y Las Peñas (Figuras 3.2b y
3.3).

55
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.3. Cordones motañosos que conforman el cinturón Barreal – Las Peñas, cinturón
de deformación cenozoica que muestra componentes de cizalla sinestral. Este cinturón
representa el sector norte de la Precordillera Sur (Cortés et al. 2005a).

La comarca investigada está localizada en el extremo noroccidental de la


Precordillera Sur, abarcando parte del límite noroccidental del cinturón Barreal – Las
Peñas y un pequeño sector de la región central de la Precordillera Sur (Figura 3.2a).

3.5.1.2. Unidades morfotectónicas en la comarca investigada

La comarca de estudio comprende parte de tres unidades morfotectónicas


mayores: 1) la Cordillera Frontal al oeste, 2) el valle de Barreal – Uspallata en el sector
central, y 3) parte del sector montañoso de la Precordillera Sur al este (Figura 3.4).
La Cordillera Frontal está representada a estas latitudes por el sector nororiental
de la cordillera del Tigre, con altitudes de hasta 5000 m.
De la amplia y extensa depresión tectónica localizada entre la Cordillera Frontal y
la Precordillera, la comarca abarca el tramo norte del valle de Uspallata y el valle de
Barreal, entre los 31º 46`y 32º 20` S, que aquí se denomina depresión de Barreal -
Uspallata. Dentro del valle, se reconocen varios altos estructurales que exponen rocas
del basamento y la estructura cenozoica que los controla. Se destacan, por sus

56
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

dimensiones, el alto El Abra, en medio del valle de Uspallata y los altos Cucaracha y
Yalguaraz (Figura 3.4).

Figura 3.4. Unidades morfotectónicas presentes en la zona de estudio.

El sector montañoso precordillerano está conformado por cordones de orientación


NNO, de hasta 3700 m de altitud, acompañados por depresiones intermontanas con
igual dirección. En el sector montañoso se destacan dos unidades morfotectónicas

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

principales: el bloque Barreal y el bloque Ansilta. Asociado al sector montañoso se


presentan depresiones tectónicas intermontanas, que en superficie corresponden a las
pampas como las del Peñasco, de los Burros y Jarillal. El sector pedemontano
occidental de ambos bloques forma parte del margen de la depresión Barreal-
Uspallata. Allí se localizan numerosos altos estructurales menores, como por ejemplo
las Lomitas Negras y el los altos de los Avestruces, entre otros (Figura 3.4). Estas
unidades morfotectónicas de pequeña escala, han sido muy útiles en la reconstrucción
de la deformación tardío-cenozoica, ya que muestran numerosas evidencias,
principalmente geomórficas, de deformación cuaternaria.

3.5.2. Estructura neógena

3.5.2.1. Sector montañoso precordillerano

El extremo noroccidental del cinturón Barreal-Las Peñas abarcado por la


comarca de estudio (Figura 3.2a y Lámina 1), comprende dos bloques montañosos: el
bloque Barreal y el bloque Ansilta. El primero fue definido y estudiado recientemente
por Yamín (2007), al norte del arroyo de las Cabeceras. En este trabajo se ha
estudiado la porción sur del mismo, representada fisiográficamente por las lomas del
Inca. En el bloque Ansilta, sobre la base de la geometría de las estructuras y la
configuración morfotectónica, se han diferenciado dos unidades estructurales: una
corresponde al sector oriental (cordones del Naranjo y de la Gloria y sierra de Ansilta)
y otra al sector occidental (cordón de las Tres Quebradas).

Bloque Barreal al norte del arroyo de las Cabeceras

Al norte del arroyo de las Cabeceras, el bloque Barreal esta conformado en su


mayor parte por rocas paleozoicas y en menor medida por rocas triásicas y
cenozoicas. La estructura principal que controla su margen occidental es la falla
Barreal de orientación general NNO (Figura 3.5). La misma ha sido descripta como
una falla inversa, con vergencia al oeste (Yamín y Cortés 2004, Yamín 2007). La falla
se extiende a lo largo de 25 km, bordeando hacia el sur las Lomas del Inca.
El plano de la falla Barreal puede ser observado en la desembocadura del arroyo
de las Cabeceras, sobre su margen sur, donde se presenta como una falla inversa
sinestral con una inclinación de 40º - 50º al este (Yamín 2007), superponiendo rocas

58
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

paleozoicas del Grupo Ciénaga del Medio sobre rocas neógenas de la Formación
Lomas del Inca
El margen oriental del bloque Barreal, de orientación general NNO, está
controlado por un conjunto de fracturas longitudinales que integran, según Yamín
(2007), la falla Ciénaga del Medio, interpretada como una falla inversa con vergencia
oriental.
Hacia el norte, el bloque termina abruptamente en una fractura de orientación NO
(falla Hilario) con desplazamiento sinestral, pero parece continuarse hacia el noroeste
como un alto estructural en el subsuelo debajo de la cubierta aluvial cuaternaria del
valle de Calingasta donde está delimitado por escarpas pedemontanas cuaternarias
(Yamín 2007). En el interior del bloque, la estructura neógena está constituida según
esta autora, por un sistema de corrimientos y pliegues asociados de vergencia oriental
y orientación general NNO, en los cuales es común el diseño de “pliegues en caja”,
con doble charnela. Dichos pliegues se hunden progresivamente hacia el sur y en
superficie se exponen niveles estructurales más superficiales en esa dirección. La
expresión morfotectónica del bloque disminuye asimismo hacia el sur, prolongándose
principalmente en el frente occidental donde conforman las lomas del Inca, al sur del
arroyo Cabeceras. Debido a su hundimiento progresivo hacia el sur, el bloque es
cubierto en esa dirección por los depósitos aluviales provenientes del cordón del
Naranjo y de la sierra de Ansilta.

Extremo sur del bloque Barreal: las lomas del Inca

Las lomas del Inca son la expresión del bloque Barreal al sur del arroyo de las
Cabeceras. El límite occidental de esas lomadas está controlado igualmente por la
falla Barreal, que a estas latitudes está asociada a pliegues que en algunos casos se
ramifican hacia el sureste en el bloque del techo de la misma. Al sur del arroyo de las
Cabeceras, el frente cambia su orientación a una dirección general N-S, mostrando
varias inflexiones menores.
La estructura cenozoica de las lomadas no es uniforme, pudiéndose distinguir
sobre la base de la geometría de las estructuras y la configuración morfotectónica del
frente montañoso, un sector norte, entre el arroyo de las Cabeceras y los 31º 50´ S y
un sector sur, al sur de dicha latitud (Figura 3.6).

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Acá va figura 3.5.: Mapa estructural de la comarca

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Sector norte de las lomas del Inca

Inmediatamente al sur del arroyo de las cabeceras el frente serrano de las Lomas
del Inca posee una orientación NNO. La estructura del frente está conformada por una
ramificación (splay) de la falla Barreal, y un pliegue anticlinal en el bloque colgante de
esa falla. El plegamiento ha involucrado a las rocas paleozoicas del Grupo Ciénaga del
Medio, a las rocas neógenas de la Formación Lomas del Inca y a los depósitos del
primer nivel de agradación cuaternario de la región (Formación Cesco). Yamín (2007)
ha reconstruido la geometría de este anticlinal a partir de un corte estructural
transversal a dicha estructura, levantado 750 m al sur del arroyo de las Cabeceras.
Además de los datos de superficie, dichas reconstrucciones toman en cuenta
información del estilo estructural del frente, obtenida en perfiles sísmicos. Ese corte
(Figura 3.7) muestra un pliegue asimétrico de vergencia occidental, con una amplitud
de onda de unos 300 m. El flanco occidental, más abrupto, alcanza inclinaciones de
60° O mientras que el flanco oriental se muestra má s tendido, con inclinaciones de
hasta 15° E. En ese trabajo se interpretó que la su perficie de falla expuesta en la
margen sur del arroyo de las Cabeceras, corresponde a un splay que corta hacia
arriba la estructura del bloque del techo de un corrimiento ciego.

Figura 3.6. Subdivisión de las


lomas del Inca en un sector norte y
un sector sur según sus
características estructurales y la
configuración morfotectónica del
frente serrano.

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.7. Corte estructural transversal al frente serrano de las lomas del Inca localizado
750 m al sur del arroyo de las Cabeceras según Yamín 2007. Dicha autora ha interpretado a la
falla Barreal como un corrimiento ciego (blind thrust) que en el bloque del techo desarrolló una
ramificación, la cual corta la superficie del terreno en la desembocadura del mencionado
arroyo.

Aproximadamente 1,2 km al sur del arroyo de las Cabeceras y en coincidencia con


la presencia de una fractura ENE, el frente serrano de las lomas del Inca adopta una
orientación NNE, manteniendo esta dirección a lo largo de todo el sector norte de las
lomadas. Se ha levantado en esta zona un perfil estructural transversal al frente
serrano (corte A-A` en la Lámina 2). En este corte (Figura 3.8) se ha reconstruido un
pliegue anticlinal de vergencia occidental en el bloque del techo de la falla Barreal que
se ha denominado anticlinal Lomas del Inca. El mismo involucra en superficie rocas
del miembro superior de la Formación Lomas del Inca y, con un menor grado de
estructuración, los depósitos cuaternarios de la Formación Cesco. El corte A-A`
(Figura 3.8) muestra inclinaciones del orden de los 40º para el flanco frontal y de entre
30º y 10º para el flanco dorsal. Sobre la base de los datos estructurales del tramo
norte (Yamín 2007) y la geometría reconstruida, ésta última sería consistente con un

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

pliegue por propagación de falla asociado a un corrimiento ciego en profundidad, con


ramificaciones (splays) que cortan hacia arriba su limbo frontal.
Unos 4 km al sur del arroyo de las Cabeceras, el anticlinal es segmentado por un
una falla transversal de orientación general E-O que sobrepone las secuencias del
miembro medio sobre las del miembro superior de la Formación Lomas del Inca.

Figura 3.8. Corte estructural transversal levantado en las Lomas del Inca. Corte AA’ a 2,5
km al sur del arroyo de las Cabeceras; acimut 133º (véase la ubicación del mismo en la Lámina
2).

Sobre la base de lo expuesto, puede sintetizarse que el anticlinal Lomas del Inca
muestra variaciones geométricas que coinciden con lineamientos oblicuos y fallas
transversales al frente montañoso. Se observan inflexiones de la traza axial del pliegue
y ascensos locales a largo de fallas que exponen niveles algo más profundos de la

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

estructura plegada. Se destacan: un tramo norte de orientación NNO (Yamín 2007),


donde el pliegue es algo más apretado (ángulo interflanco ~105º) y donde se expone
el sustrato paleozoico; un tramo intermedio de orientación NNE donde se expone el
miembro superior de la sucesión plegada y donde el pliegue es más abierto (ángulo
interflanco ~110º-130º, Figura 3.8); y un tramo al sur de la mencionada falla
transversal, que preserva la orientación NNE, con mayor ascenso relativo, donde el
pliegue expone en su núcleo el miembro medio de la Formación Lomas del Inca. En
este último tramo se ha detectado una disminución progresiva de la inclinación de los
estratos miocenos (específicamente de la sección inferior del miembro superior de la
Formación Lomas del Inca) sobre el flanco dorsal del anticlinal. La inclinación varía
gradualmente desde 12º SE en las capas más antiguas hasta 3º SE en las capas más
jóvenes, geometría que podría interpretarse como estratos de crecimiento. Dicha
característica pondría en evidencia el desarrollo de este anticlinal de forma sincrónica
con la acumulación de esta sección de la sucesión miocena.
Hacia el este, las capas del primer nivel de agradación adquieren gradualmente
una actitud subhorizontal, pudiéndose inferir allí un pliegue sinclinal que limita por el
este al anticlinal Lomas del Inca. A su vez, la terminación austral de esta estructura
está controlada por la falla Lomas del Inca, oblicua al frente serrano (Lámina 2).

Sector sur de las lomas del Inca

El sector sur de las lomas del Inca constituye un bloque sobreelevado y a mayor
altitud, respecto del resto del frente serrano y áreas circundantes. Este bloque está
delimitado por la falla Barreal, al oeste y por estructuras oblicuas, al norte y al sur. La
fractura septentrional (falla Lomas del Inca), de rumbo NO (325º), separa el bloque del
sector norte de las lomas del Inca. El borde sur del bloque está definido por un
lineamiento de orientación NE (35º), definido por la quebrada Principal y la terminación
austral de los afloramientos de las sucesiones neógenas (Lámina 2). La estructura
interna de este bloque está conformada por tres pliegues. Un anticlinal oriental y un
sinclinal central con traza axial de orientación al NO (Figura 3.9) y un anticlinal
occidental con orientacón general al NNO. Los pliegues afectan a las sucesiones
neógenas y a los depósitos aluviales cuaternarios de la Formación Cesco. Formando
parte del núcleo del anticlinal oriental se exponen rocas paleozoicas del sustrato pre-
cenozoico.

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.9. Vista del anticlinal y del sinclinal oriental en el sector sur de las lomas del Inca.
Nótese las sucesiones miocenas (Formación Lomas del Inca, en colores rosados) y
cuaternarias (Formación Cesco, de color gris amarillento) involucradas en la deformación.

El anticlinal oriental tiene una longitud de onda de 2 km y es asimétrico, con


inclinaciones de hasta 44º en su flanco oeste y de hasta 10º en su flanco este,
denotando una vergencia occidental. En el sinclinal central, el ángulo interflanco
(~165º grados, Vallejo 2004) define un pliegue suave. El anticlinal occidental, por su
parte, posee una semilongitud de onda del orden del kilómetro. Este anticlinal continúa
hacia el sur, ingresando en el sector pedemontano con el nombre de anticlinal Lomas
Bayas (Cortés y Cegarra 2004; Figura 3.5 y Lámina 2), el cual se describe más
adelante.
Rasgos de estructuras cuaternarias y estudios de geomorfología tectónica
permiten inferir que el bloque sur constituye el sector tectónicamente más activo
dentro de las Lomas del Inca. Parte de estas evidencias se describen en el Capítulo 4.
Las diferencias de la geometría estructural cenozoica entre el sector norte y sur
son notorias (Lámina 2). Se destaca que en el sector norte, el pliegue (anticlinal Lomas
del Inca) es paralelo a la traza de la falla Barreal y se interpreta vinculado al desarrollo
de la misma, mientras que en el sector sur, los pliegues se disponen en forma oblicua
ramificándose hacia el este de la falla Barreal donde se relacionan con fallas oblicuas.

65
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Bloque Ansilta

El denominado bloque Ansilta, es una unidad morfotectónica que consiste en un


conjunto montañoso de cordones y serranías, limitado por fallas y flanqueado por
depresiones tectónicas, que integra el sector noroccidental del cinturón Barreal-Las
Peñas. El bloque (Figura 3.10) se extiende con un rumbo general NNO, a lo largo de
50 km entre los 31º 40` y los 32º 9` S.
La principal falla responsable del levantamiento de esta unidad morfotectónica es
la falla Sierra de Ansilta, que limita el bloque montañoso por el este. Dicha falla es
inversa e inclina 30° al oeste, sobreponiendo rocas paleozoicas a sucesiones triásicas
y neógenas (Cortés et al. 1997a). En su interior, presenta láminas de corrimiento pre-
cenozoicas en rocas del Paleozoico superior e inferior y se halla cortada por
numerosas fracturas cenozoicas oblicuas de orientación general NO, con
componentes de desplazamiento de rumbo sinestral. El bloque Ansilta posee una clara
asimetría transversal con una pendiente más abrupta en su margen serrano oriental.
Sobre la base de sus características geomorfológicas, se infiere en la falla Ansilta un
grado elevado de actividad tectónica cuaternaria (Capítulo 4). Por otra parte, el frente
serrano occidental del bloque Ansilta es irregular, con notorias entrantes y salientes.
Se distinguen a lo largo del mismo fallas neógenas con orientaciones NO, NNO y NE,
de corta extensión. Se ha interpretado que alguna de esas fallas corresponden a
retrocorrimientos distribuidos en forma discontinua en el borde serrano. Sobre la base
de sus características geomorfológicas se han identificado en este frente segmentos
con distinta actividad tectónica relativa (Capítulo 4).
En el bloque Ansilta se distinguieron dos subunidades morfotectónicas con
características geométricas y cinemáticas distintivas en su estructura. La subunidad
oriental corresponde al sector conformado por el cordón del Naranjo, la sierra de
Ansilta y el cordón de la Gloria, que conforma el cuerpo principal del bloque. La
subunidad occidental coincide con el cordón de las Tres Quebradas (Figura 3.10),
caracterizada por presentarse como una marcada saliente en el borde oeste de la
sierra de Ansilta.

Subunidad morfotectónica oriental del bloque Ansilta

La subunidad morfotectónica oriental constituye el cuerpo principal del bloque


Ansilta. El mismo posee un ancho de entre 4 y 12 km, excepto en su extremo
septentrional, donde se angosta considerablemente y no supera los 3 km de ancho. Su

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

altitud máxima es de 3700 m en la sierra de Ansilta, con altitudes menores (2900 m a


3100 m) en el mencionado sector norte.

Figura 3.10. Subunidades oriental y occidental dentro de la unidad morfotectónica del


bloque Ansilta (el límite está representado por la línea de puntos).

El límite oriental de esta subunidad morfoestructural está dado por la falla Sierra
de Ansilta. A lo largo de 50 km esta falla separa el bloque homónimo de la depresión
tectónica que más al este aloja las pampas de las Cabeceras, Jarillal y de los Corrales
de Araya. La geometría de la falla Sierra de Ansilta, observada en el sector sur, a la
latitud del cordón de la Gloria, indica una falla inversa con una inclinación al oeste
promedio de 30º (Cortés et al. 1997a). La misma levanta el sustrato neopaleozoico
sobre sucesiones triásicas y neógenas. Pequeñas ramificaciones “reunidas” (rejoining
splays, McClay 1992) en el sector sur frente a los corrales de Araya y más al norte,
ramificaciones divergentes (diverging splays) y aisladas (isolated splays) en pampa
Jarillal y pampa de las Cabeceras, respectivamente, dan cuenta del crecimiento y
migración de la estructura en el bloque yacente, en especial durante el Cuaternario. Al
oeste, la falla Cordón de la Gloria (Figura 3.5) completa el sistema de fallas imbricadas

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

que ascienden el margen oriental del bloque. Dicha falla, de rumbo general NNO, es
inversa y de unos 35 km de largo. Su inclinación es al oeste y levanta rocas del
Paleozoico inferior sobre sucesiones neopaleozoicas. Hacia el norte, cambia su
orientación al NO, penetrando y configurando parcialmente parte del borde SE del
bloque Barreal. La porción sur del bloque Ansilta, en el cordón de la Gloria, está
afectada por numerosas fallas secundarias de corta extensión, de orientación NE y
NO, con componentes de desplazamiento de rumbo. En ese sector, el bloque termina
en una falla transversal de orientación ENE. Hacia el norte, fuera de la comarca
investigada, el bloque se convierte en una angosta lámina de corrimiento que es
interrumpida por el frente estructural del cordón del Agua de Claudio (Yamín 2007).
El borde occidental del bloque Ansilta, se halla solo parcialmente delimitado por
fallas. En su mitad norte, el carácter rectilíneo de la unión piedemonte-montaña
permite inferir la existencia de una falla de orientación general N-S. En efecto, al este
de la pampa de Los Burros, el plano de falla corta la superficie pudiendo caracterizarse
como un retrocorrimiento de vergencia al oeste. Inmediatamente al norte y al sur del
cordón de las Tres Quebradas, en cambio, el frente occidental del bloque está
caracterizado por entrantes y salientes sin un control estructural longitudinal evidente.
Se destacan solamente pequeñas fallas oblicuas de orientación NO.
En resumen, la estructura neógena de la subunidad morfotectónica oriental está
dada por láminas de corrimiento de orientación NNO, de entre 20 y 50 km de largo,
que conforman un sistema imbricado con vergencia oriental que es el principal
responsable del ascenso y generación de esta subunidad morfoestructural.

Subunidad morfotectónica occidental del bloque Ansilta

Esta subunidad morfoestructural, formada por el cordón de las Tres Quebradas, se


presenta a modo de “apófisis” o pronunciada saliente en el borde occidental de la
sierra de Ansilta (Lámina 1, Figuras 3.10 y 3.11). La misma se caracteriza por una
estructura fallada, representada por un retrocorrimiento en su borde occidental y fallas
de vergencia este en su sector interno.
En el borde occidental de esta subunidad, la unión piedemonte-montaña es un
rasgo notablemente rectilíneo. Sobre esta base se interpretó para el mismo un control
estructural asociado a un retrocorrimiento que se denominó falla Tres Quebradas
(Figuras 3.5 y 3.11 y Lámina 2). Su traza muestra una orientación NNO a N-S y se
halla segmentada por numerosas fallas secundarias oblicuas de orientación NO.

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Hacia el sur, la subunidad morfotectónica occidental, termina en una falla de


orientación NO denominada falla Lomas Bayas (Cortés y Costa 1993).
La construcción del relieve de esta subunidad morfoestructural es consecuencia
del desarrollo de un conjunto de fallas localizadas en su sector interno. La expresión
morfotectónica de estas fallas es notoria y está dada por escarpas rocosas con ladera
al este, que varían su rumbo entre NNO, N-S y NNE. Estas fallas segmentan la unidad
en pequeños bloques longitudinales y desplazan una superficie de erosión labrada
sobre las rocas paleozoicas. En todos los bloques, la mencionada superficie de
erosión se encuentra basculada hacia el oeste y permite inferir el ascenso relativo del
bloque occidental de esas fallas. Una de estas fracturas, de escaso desarrollo, expone
su superficie al pie del cordón de las Tres Quebradas, donde rocas paleozoicas del
Grupo Ciénaga del Medio se montan mediante una falla de separación inversa y
vergencia oriental por encima de las rocas miocenas de la Formación Lomas del Inca
(Figura 3.12). Por ello, la geometría de las estructuras del sector interno del cordón de
las Tres Quebradas acompaña la vergencia general de la deformación del bloque
Ansilta. Datos cinemáticos obtenidos a partir de estrías en algunas de estas fallas
(Cortes 1997) indican desplazamientos oblicuos de carácter inverso – sinestral.

Figura 3.12. Falla inversa con vergencia oriental en el cordón de las Tres Quebradas. Este tipo
de fallas son las responsables de la generación del relieve de dicho cordón. Pz: rocas
paleozocias del Grupo Ciénaga del Medio; Tc: rocas miocenas de la Formación Lomas del
Inca.

Adicionalmente, el carácter inverso con vergencia oriental de las fallas del sector
interno del cordón de las Tres Quebradas es consistente con las estructuras ubicadas
en el sector pedemontano adyacente al mismo, cuya descripción se presenta más
adelante en este mismo capítulo.
La preservación de la superficie de erosión que afecta a las rocas paleozoicas y el
desarrollo de escarpas de falla rocosas poco degradadas son consistentes con una
menor edad de deformación del cordón de las Tres Quebradas respecto del sector
oriental del bloque Ansilta, lo cual es discutido con mayor detalle en el Capítulo 6.

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

3.5.2.2. Depresión de Barreal – Uspallata

En la comarca que abarca la presente investigación, la depresión de Barreal-


Uspallata muestra varios altos estructurales que exponen en superficie rocas del
sustrato pre-cenozoico. Son bloques de variadas dimensiones, controlados por
estructuras o reactivaciones neógenas de estructuras más antiguas, los cuales se
describen brevemente a continuación.

Alto estructural cordón Cucaracha

El cordón Cucaracha, es un conjunto de serranías y lomadas bajas, suaves y


erosionadas, constituidas íntegramente por rocas del Paleozoico inferior (Grupo
Ciénaga del Medio). Como unidad morfotectónica es en planta un bloque romboidal,
que está delimitado en su borde oriental por la falla cordón Cucaracha y se encuentra
a su vez interiormente segmentado en bloques menores por la reactivación de fallas
oblicuas de orientación NO. Algunas de estas fallas muestran desplazamientos
verticales y componentes de desplazamiento de rumbo sinestral.
La falla cordón Cucaracha tiene una orientación NNE y es inversa con vergencia
oriental (Cortés et al. 1997). El frente serrano controlado por esa falla presenta fuertes
entrantes y salientes y está afectado por un pedimento que lo separa de la traza de la
falla. Estos rasgos geomórficos indican escasa o nula actividad tectónica cuaternaria.
Sin embargo, hay evidencias de actividad cuaternaria relacionada a esa falla algo más
al norte, en la zona de los altos de los Avestruces.

Alto estructural Yalguaraz

El alto Yalguaraz es un bloque positivo ubicado al sureste del cordón Cucaracha y


adyacente al mismo. Este alto expone en superficie rocas del Paleozoico inferior y ha
ascendido como consecuencia de la actividad de la falla Yalguaraz que lo limita por el
SO. La expresión geomórfica de esta falla está dada por una escarpa rocosa de rumbo
NO y más de 30 m de alto con su ladera inclinando al SO, al pie de la cual se ubica la
ciénaga homónima. En el bloque nororiental elevado de la falla, se conserva con una
avanzada degradación, una superficie de erosión extensa elaborada en rocas
paleozoicas y parcialmente cubierta por sedimentos aluviales cuaternarios. La misma,
se encuentra levemente basculada al noreste.

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

La geometría de la falla Yalguaraz en el subsuelo ha permanecido incierta ya que


el plano de falla no aflora y los indicadores cinemáticos en fallas menores asociadas
no permiten dilucidar su geometría por no mostrar un patrón uniforme. Cortés y Costa
(1993) interpretaron que la falla Yalguaraz es normal, dado que fallas normales de
igual dirección se encuentran segmentando el cordón de la Escondida, en el extremo
norte de la cordillera del Tigre.
Con el objetivo de dilucidar su geometría se han levantado para este trabajo de
investigación dos tomografías eléctricas transversales a la falla Yalguaraz. Sobre la
base de los resultados obtenidos, se ha interpretado que se trata de una falla inversa
de muy alto ángulo con inclinación al noreste. Los resultados e interpretaciones de
dichas tomografías se muestran en el Capítulo 5.

Alto estructural El Abra

El alto estructural El Abra emerge en medio del valle de Uspallata como una de las
unidades morfotectónicas de mayor extensión areal de la depresión. Está conformado
por varios cordones y cuchillas de orientación NNE, que en conjunto conforman una
estructura positiva con un perfil N-S asimétrico, siendo el borde norte más abrupto. El
mismo está conformado casi íntegramente por rocas del Paleozoico inferior. Se
presentan también diques y rocas volcánicas ácidas pertenecientes al grupo Choiyoi, y
cuerpos intrusivos de rocas andesíticas miocenas.
La unidad morfoestructural alto El Abra es resultado de la deformación cenozoica,
que en gran medida ha reactivado allí antiguas estructuras oblicuas paleozoicas
(Cortés 1998). Numerosas fallas con dirección (NNE) y otras con rumbo NO cortan el
alto estructural El Abra y lo subdividen en bloques menores. Su borde occidental
presenta un claro control estructural y al norte de los 32º20’ muestra una muy baja
sinuosidad. Allí, la estructura principal responsable del levantamiento del alto es la falla
Las Manieras, que lo limita por el oeste. Es una falla inversa, con inclinación al este
(retrocorrimiento), la cual posee indicadores cinemáticos que le han permitido a Cortés
et al. (1997a) interpretar un buzamiento de 30° y una imp ortante componente de
desplazamiento de inclinación. Asociada a la falla Las Manieras se presenta la falla
Cuchillas del Tigre, antitética a la primera y de rumbo NNE. Estrías sobre esta última
indican según los mencionados autores una falla inversa de alto ángulo y componente
de rumbo dextral.

72
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Además, fallas de orientación NO presentan en forma notoria y persistente


componentes de desplazamiento de rumbo sinestral. Indicadores cinemáticos
obtenidos en el cordón del Cerro Redondo sobre fallas de esa dirección indican
también componentes de desplazamiento de inclinación (Cortés 1998). El diferente
rechazo de unidades litoestratigráficas de distinta edad, revelan que las mencionadas
fallas oblicuas fueron activas en tiempos paleozoicos y rejuvenecidas durante la
deformación neógena.

3.5.3. Estructura cuaternaria

3.5.3.1. Sector montañoso precordillerano

Bloque Barreal

Se describe aquí la estructura cuaternaria de la porción sur del bloque Barreal. En


este sector son numerosas las evidencias de deformación cuaternarias, las cuales
presentan rasgos singulares que están ausentes en el cuerpo principal del
mencionado bloque, más al norte. La descripción y análisis de los elementos
estructurales cuaternarios de la región septentrional del bloque fue realizada
recientemente por Yamín (2007).
En la porción sur del bloque, al sur del arroyo de las Cabeceras, se han
identificado rasgos de deformación cuaternaria en todo el frente occidental asociado a
la falla Barreal y en el margen oriental del mismo. En este último sector (Figura 3.5) se
observa: (a) la estructura resultante de la reactivación del borde oriental del bloque
Barreal (falla Ciénaga del Medio) y (b) estructuras resultantes de la propagación hacia
el norte de la falla Naranjo, que delimita el borde occidental del bloque Ansilta
(estructuras de la pampa del Cesco).

Estructura del frente occidental

Al sur del arroyo de las Cabeceras y sobre su borde occidental, la fisiografía del
bloque Barreal está representada por las lomas del Inca. A lo largo del sector norte de
estas lomadas definido anteriormente (Figura 3.6) se localiza el anticlinal Lomas del
Inca que expone, por tramos, rocas paleozoicas y miocenas, y afecta además a las

73
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

secuencias del primer nivel de agradación regional (Formación Cesco). Estas últimas
se disponen sobre las rocas miocenas (Formación Lomas del Inca) en relación de
suave discordancia angular (~7º) y muestran un grado de plegamiento relativamente
menor que las rocas infrayacentes. Hacia el este, la sucesión cuaternaria adquiere su
disposición primaria por medio de un suave sinclinal de orientación NNE.
En el sector sur de las Lomas del Inca (Figura 3.6) la Formación Cesco se
encuentra igualmente involucrada en la deformación. La falla Lomas del Inca flexiona
dichos depósitos que conforman un sinclinal, probablemente como consecuencia del
arrastre de los mismos. La Formación Cesco se muestra también afectada por el
anticlinal oriental y el sinclinal central anteriormente descriptos para la tectónica
neógena, mostrando la reactivación cuaternaria de los mismos. Además, otros
anticlinales de menor envergadura y orientación NNO se encuentran en este sector
sur, afectando de igual manera los depósitos cuaternarios más antiguos de la comarca
(Lámina 2).

Figura 3.13. a) Falla en el sector sur de las Lomas del Inca que corta los depósitos de los
pequeños abanicos aluviales proximales correspondientes al tercer nivel de agradación
regional. El recuadro en rojo indica el sector abarcado por la figura b; b) Detalle de pliegues
asociados a la falla.

Si bien las secuencias cuaternarias afectadas por la deformación en el sector sur


de las lomas del Inca corresponden prácticamente en su totalidad a la Formación
Cesco, un corte natural del terreno a la salida de la quebrada donde afloran los
depósitos fluviolacustres de la Formación Casleo (Lámina 2), permite observar una
falla que corta los depósitos de pequeños abanicos aluviales proximales,
correspondientes al tercer nivel de agradación regional (Figura 3.13). Esta falla, que
tiene un rumbo de 150º-155º e inclina al este con un ángulo de unos 30-35º (Basile
2004, Vallejo 2004), se interpreta como una ramificación (splay) de la falla inversa
principal (falla Barreal). Rasgos geomorfológicos permiten inferir que el sector sur es el

74
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

más activo dentro de las Lomas del Inca. Estos rasgos se desarrollan en el Capítulo 4.
(Geomorfología Tectónica) y se discuten en el Capítulo 6.
La falla Barreal desaparece a los 31º 53`40`` S (Lámina 2). Sin embargo, el
análisis de la geomorfología tectónica fluvial, presentado en el Capítulo 4, ha permitido
inferir una deformación muy sutil con rumbo N-S en los depósitos pedemontanos
inmediatamente al sur de la culminación de esta falla, mostrando la presencia y
actividad de la misma en el subsuelo de dicho sector.

Estructura del frente oriental

a) Falla ciénaga del medio

En su borde oriental, el bloque Barreal está delimitado por la falla Ciénaga del
Medio. Es una falla inversa, con vergencia al este, que ha generado varios splays
paralelos a la misma, bien desarrollados en la porción norte del bloque (Yamín 2007).
Los splays forman escarpas pedemontanas que afectan depósitos aluviales de la
pampa del Peñasco. Esta falla muestra una orientación general NNO a N-S con
numerosas inflexiones y curvaturas. Se reconocen asimismo fallas oblicuas con
actividad cuaternaria y desplazamiento lateral izquierdo. Se han observado también,
ramificaciones frontales aisladas (isolated splays) de rumbo N-S que cortan depósitos
cuaternarios en la pampa de la Ciénaga del Medio.

b) Estructura en la pampa del Cesco

El sector montañoso adyacente a la pampa del Cesco, en la zona del cerro El


Leoncito y al sur del arroyo de las Cabeceras, presenta evidencias de deformación
cuaternaria en su borde occidental (Figura 3.14). Allí, conforma un frente bajo y
discontinuo de orientación NNO, que asciende rocas paleozoicas mediante una zona
de falla y pliegues asociados. La actividad cuaternaria se manifiesta por la presencia
de depósitos del primer nivel de agradación cuaternario (Formación Cesco)
deformados. Dichos depósitos cubren el basamento paleozoico mediando entre ambos
una superficie de pedimentación que penetra en el sector serrano, configurando una
traza del frente de sierra irregular y con alta sinuosidad. Todas estas características

75
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

permiten inferir un prolongado estadio de estabilidad previo a su reactivación


cuaternaria.

Figura 3.14. Estructura cuaternaria del sector serrano aledaño a la pampa del Cesco.

Figura 3.15. Falla inversa que monta las rocas paleozoicas del Grupo Ciénaga del Medio
(Pz) sobre los depósitos cuaternarios de la Formación Cesco (Qt) en el frente serrano aledaño
a la pampa del Cesco. Su actitud aparente está dada por un acimut de 334º y una inclinación
de 40º ENE. El punto amarillo sobre la imagen de abajo a la izquierda marca el lugar exacto
donde fue tomada la foto (31º 50`26`` S / 69º 18`29,5`` O).

El rumbo general de los elementos estructurales que levantan el sustrato


paleozoico y los depósitos cuaternarios de la Formación Cesco es NNO, con una

76
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

vergencia hacia el OSO. En algunos casos las fallas son ciegas, manifestando su
actividad en superficie por medio de pliegues en los depósitos cuaternarios (Figuras
3.5 y 3.14). El plano de una de estas fallas pudo ser observado en un corte del terreno
en el extremo sur de este sector, donde se ha medido un acimut de 334° y una
inclinación de 40º al ENE (Figura 3.15). En el jaboncillo de esta falla se aplicó el
método de anisotropía de susceptibilidad magnética, cuyos resultados e interpretación
se muestran en el Capítulo 5.
Inmediatamente al sur del arroyo cabeceras, desplazamientos de los interfluvios
labrados en los depósitos aluviales de la Formación Cesco dan cuenta de una
componente de desplazamiento lateral izquierdo en la falla que los deforma (Figuras
3.5 y 3.14).
Dada la gran densidad de estructuras pre-cenozoicas en el sustrato de este sector
con direcciones semejantes a las de las estructuras cenozoicas es dable asociar las
características geométricas de la estructuración más joven a la parcial reactivación de
estructuras previas.

Bloque Ansilta

Se describen a continuación los márgenes oriental y occidental del bloque Ansilta,


que en ambos casos muestran evidencias de deformación cuaternaria.

Margen oriental: falla Sierra de Ansilta

La presencia de escarpas de falla labradas en sedimentos cuaternarios del primer


nivel de agradación, ubicadas en la continuación austral de la falla Sierra de Ansilta
(Figura 3.16), muestra la actividad cuaternaria de dicha estructura (Cortés et al.
1997a).
Además, la falla Sierra de Ansilta presenta ramificaciones que muestran el avance
de la deformación hacia el este en tiempos neógenos y cuaternarios. Un ejemplo es la
ramificación frontal extensa, que se observa en la pampa de las Cabeceras, la cual
levanta rocas paleozoicas sobre secuencias cuaternarias.
De la misma manera otros splays de tipo divergentes (diverging splays) cortan los
depósitos cuaternarios ubicados en el sector sur de la pampa Jarillal (falla Jarillal,
Bastías et al. 1984, Figura 3.5).

77
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.16. Vistas de la falla sierra de Ansilta en su expresión como escarpa de falla
pedemontana. a) Mapa de ubicación; b) Vista de frente de la escarpa pedemontana donde se
observan los depósitos del primer nivel de agradación elevados por la falla; se trata de una
escarpa residual en la cual la cara libre ha sido completamente erosionada. c) Vista dorsal de
los depósitos cuaternarios elevados en el piedemonte.

Margen occidental: fallas Tres Quebradas, Lomas Bayas y Naranjo

Las fallas Tres Quebradas, Lomas Bayas y Naranjo controlan parcialmente el


borde oeste del bloque Ansilta (Figura 3.5).
Las fallas Tres Quebradas y Lomas Bayas definen parte del límite occidental del
cordón de las Tres Quebradas. Un pliegue en los sedimentos cuaternarios ubicados en
la prolongación austral de la falla Tres Quebradas muestra la existencia de actividad
cuaternaria siguiendo el rumbo original de dicha falla (Figura 3.5).
La falla Naranjo, de rumbo general NNO, coincide con la traza rectilínea de la
unión piedemonte – montaña del frente occidental del cordón del Naranjo, al este de la
pampa de los Burros. Al pie de la misma se han observado sucesiones cuaternarias
del primer nivel de agradación formando un pliegue muy suave de orientación NNE,
evidenciado por un basculamiento de esos depósitos cuaternarios en contra de su
pendiente original. Aquí los planos de estratificación presentan una actitud promedio
Ac. 246º/16º SE (Figura 3.17). En estos depósitos se ha aplicado la técnica de
anisotropía de susceptibilidad magnética (AMS), cuyo análisis se encuentra

78
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

desarrollado en el Capítulo 5. Unos 200 m al oeste, la secuencia vuelve a disponerse


con su inclinación original. Por la posición proximal de este pliegue respecto de la falla
Naranjo, se interpreta el mismo como asociado a una ramificación frontal de dicha falla
en el subsuelo (Figura 3.5 y Lámina 2).

Figura 3.17. Depósito correspondiente al primer nivel de agradación regional basculado. La


inclinación de estas secuencias es originalmente hacia el oeste, sin embargo los planos de
estratificación de la misma muestran inclinaciones de 16º SE. En la foto de abajo se muestra un
detalle de la vista general y la escala del afloramiento.

Sobre la base del rasgo notablemente rectilíneo en la unión piedemonte - montaña


y de la presencia de depósitos cuaternarios deformados, se infieren reactivaciones de
dicha edad en la falla Naranjo.

3.5.3.2. Depresión de Barreal – Uspallata

Anticlinal Lomas Bayas

El anticlinal Lomas Bayas corresponde a un pliegue desarrollado en la pared


colgante de la falla inversa principal que levanta el alto estructural de las lomas del

79
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Inca (falla Barreal), en su terminación sur, ya en el sector pedemontano. Este anticlinal


se encuentra afectando las rocas neógenas de la Formación Lomas del Inca así como
también, de forma ostensible, a los depósitos cuaternarios de la Formación Cesco
(Figura 3.20). Dado que en esta estructura se observan con claridad las relaciones
entre las capas neógenas y cuaternarias y a fin de evaluar su diferente grado de
deformación, la vergencia de la estructura y sus cambios geométricos en sentido
longitudinal, se ha efectuado un levantamiento detallado de la misma.
El anticlinal Lomas Bayas presenta varios cambios de orientación de la traza
axial, en toda su extensión. Comienza en el norte (Figura 3.5) con una traza axial N-S,
paralela al frente de las lomas del Inca, más al sur tuerce al SE y finalmente retoma su
primitiva orientación general N-S, disminuyendo su amplitud y hundiéndose hasta
desaparecer cubierto por depósitos cuaternarios más jóvenes (Figura 3.18).
Para el análisis de la estructura se ha seleccionado, por su mejor exposición, el
tramo oblicuo (orientación NO) de la estructura. Debido a que la deformación no es
homogénea y la geometría presenta variaciones, se ha subdividido el pliegue en 5
dominios (Turner y Weiss 1963) con rasgos estructurales homogéneos (Figura 3.18).
En los dominios 3 y 4 ha sido posible apreciar la relación de suave discordancia
angular existente aquí entre las rocas neógenas de la Formación Lomas del Inca y los
depósitos aluviales cuaternarios suprayacentes. En estos casos los datos de actitud
tomados de las secuencias de distinta edad se han procesado y se presentan por
separado. La compilación de los datos obtenidos junto con la clasificación
correspondiente a cada dominio puede verse en Tabla 3.1.

Dominio 1. En este tramo, sobre la Formación Lomas del Inca, se observa un


pliegue asimétrico cuyo eje presenta una orientación NNO (Figura 3.19). La inclinación
del flanco ENE alcanza los 50º mientras que el flanco OSO inclina en promedio 17º,
evidenciando una clara vergencia hacia el NE en este sector del pliegue (Figura
3.20a). Los depósitos cuaternarios muestran una menor inclinación en el flanco
nororiental (de unos 35º, Basile 2004) y una inclinación similar en el flanco
sudoccidental.
Dominio 2. En este tramo, los datos fueron obtenidos únicamente de las rocas
neógenas. Se observa una mayor simetría, si bien se mantiene la vergencia al NE
(Figura 3.20b). El eje se orienta ahora al NO (Figura 3.19). La inclinación promedio del
flanco NE alcanza los 48º mientras que la del flanco SO llega a 41º (Figura 3.19.),
siendo el ángulo interlimbo algo menor que en el dominio 1 (Tabla 3.1). Respecto de
los depósitos plegados cuaternarios del dominio 2, no pudieron obtenerse datos

80
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

fehacientes en el campo. Se cuenta con un único dato de Basile (2004) para el limbo
SO (Tabla 3.1) cuya inclinación es idéntica a la de las rocas terciarias (41º SO).
Dominio 3. Los datos obtenidos en la Formación Lomas del Inca para este tramo
muestran que la asimetría aumenta respecto del dominio 2. Aquí el limbo NE presenta
una inclinación promedio de 62º, mientras que la inclinación promedio del flanco SO es
de 39º (Figura 3.19). El ángulo interlimbo sigue decreciendo respecto de los dominios
anteriores. El eje del pliegue tiene aquí un acimut 315º (NO).

Figura 3.18. Dominios estructurales definidos para el tramo oblicuo (NO) del anticlinal Lomas
Bayas.

En el dominio 3 (Figura 3. 20c y d) se han obtenido también datos en los depósitos


plegados cuaternarios. Estos presentan una menor inclinación que sus
correspondientes del neógeno. En el flanco NE los depósitos cuaternarios presentan
una inclinación promedio de 42º, mientras que en su flanco SO la inclinación es de 28º
(Figura 3.19), presentando un ángulo interflanco algo mayor (Tabla 3.1) que la
sucesión neógena que se encuentra por debajo.

81
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Dominio 4. En este tramo se ha determinado nuevamente un eje de dirección


NNO, siendo el pliegue prácticamente simétrico. Según los datos obtenidos en la
Formación Lomas del Inca, su flanco ENE tiene una inclinación promedio de 46º y el
flanco OSO de 43º (Figura 3.19). Los datos obtenidos de los sedimentos aluviales
cuaternarios por su parte también muestran un pliegue simétrico y con la inclinación
solo levemente menor que la Formación Lomas del Inca (41º el flanco ENE y 42º el
flanco OSO).
Dominio 5. Este tramo muestra un gran cambio respecto de los dominios
anteriores: mientras que en los dominios 1 a 4 la vergencia permanece hacia el este
(al ENE o al NE), en el dominio 5 la vergencia es hacia el ONO. Se trata de un pliegue
asimétrico donde el flanco ENE tiene una inclinación promedio de 29º y el flanco OSO
de 62º (Figuras 3.19). Si bien en un corte del terreno en el sector norte de este
dominio se observó la Formación Lomas del Inca involucrada en la deformación
(Figura 3.20e), los afloramientos de este tramo corresponden casi íntegramente a los
depósitos cuaternarios del primer nivel de agradación regional (Formación Cesco).
Con respecto al tramo anterior, se mantiene la dirección NNO del eje del pliegue.

Como síntesis puede decirse que el anticlinal Lomas Bayas es un pliegue anticlinal
abierto con un ángulo interflanco de entre 80º y 115º que disminuye progresivamente
hacia el sur. Su eje posee muy bajo buzamiento (puede considerarse horizontal según
la clasificación de Fleuty 1964), hundiéndose igualmente hacia el sur. Su asimetría
define una vergencia general al NE o ENE, salvo en su extremo austral (dominio 5)
donde la vergencia cambia hacia el OSO, lo cual puede interpretarse como efecto de
la acción de fallas transversales allí presentes. El rumbo del pliegue varía, mostrando
en su estribación septentrional una orientación NNO (dominio 1), luego una orientación
NO (dominios 2 y 3) y nuevamente una orientación NNO en su extremo austral
(dominios 4 y 5, Figura 3.18). Los depósitos cuaternarios del primer nivel de
agradación (Formación Cesco) afectados por el anticlinal Lomas Bayas tienen un
menor grado de deformación, mostrando un pliegue más abierto que las
correspondientes secuencias neógenas (Formación Lomas del Inca). Los datos
presentados hacen notoria la discordancia angular entre ambas unidades
litoestratigráficas, especialmente en los dominios 1 y 3.

82
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.19. Diagramas estereográficos (hemisferio inferior) de las actitudes de las rocas
terciarias y cuaternarias de los distintos dominios del anticlinal Lomas Bayas.

83
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.20. Vistas de algunos de los dominios del anticlinal Lomas Bayas. a) Dominio 1, vista
desde la quebrada Principal; b) Dominio 2; c) sector septentrional del dominio 3; d) Sector
austral del dominio 3; e) Sector septentrional del dominio 5.

84
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Eje
Actitud Actitud Asimetría
(ac/buz) Ángulo Semilong Clasificación
Dominio Formación (flanco N (flanco N /
– i pl. interflanco de onda del pliegue
E) O) vergencia
axial
158º/4º
Asimétrico,
F. Lomas 341º/50º 146º/17º SE – 113º / aprox. 2,5 Muy inclinado
29 43 vergencia
del Inca ENE OSO 73,5º abierto km horizontal
al NNE
1 OSO
Asimétrico,
NNE/35º 156º/18º aprox. 2,5
F. Cesco - 1 Sin dato Sin dato vergencia Sin dato
ENE ** OSO km
al NNE
325º/3º Levemente
F. Lomas 322º/48º 149º/41º NO – aprox. 2,5 asimétrico, Derecho
26 28 91º /abierto
del Inca NE SO 86,5º km vergencia horizontal
2
SO al NE
NO/41º aprox. 2,5
F. Cesco Sin dato - - Sin dato - Sin dato Sin dato
SO ** km
315º/6º Asimétrico,
F. Lomas 312º/62º 142º/39º 79º / aprox. Muy inclinado
35 30 NO – vergencia
del Inca NE SO abierto 2,25 km horizontal
78,5 SO al NE
3
310º/2º Asimétrico,
306º/42º 138º/28º 110º / aprox. Derecho
F. Cesco 18 12 NO – vergencia
NE SO abierto 2,25 km horizontal
83º SO al NE
159º/8º
F. Lomas 347º/46º 150º/43º SE – aprox. 2 Derecho
31 19 91º /abierto Simétrico
del Inca ENE OSO 88,5 km horizontal
OSO
4
157º/5º
343º/41º 152º/42º SE – 97º / aprox. 2 Derecho
F. Cesco 7 3 Simétrico
ENE OSO 89,5º abierto km horizontal
OSO
160º/3º
Asimétrico,
346º/29º 158º/62º SE – aprox. 2 Muy inclinado
5 F. Cesco 5 6 89º /abierto vergencia
ENE OSO 73,5º km horizontal
al WSW
ENE

Tabla 3.1. Caracterización del anticlinal Lomas Bayas según sus diferencias estructurales a lo
largo del rumbo. Sobre la base de un relevamiento detallado de sus cambios de actitud se ha
dividido al mismo en 5 dominios de comportamiento distintivo. La clasificación de los mismos se
realizó según Fleuty (1964). N: número de datos; ac/buz: acimut/buzamiento; i pl. axial:
inclinación del plano axial.

El anticlinal Lomas Bayas continúa hacia el sur, donde está representado por una
faja de lomadas, de unos 15-20 m de alto y de orientación NNE, desarrolladas en el
primer nivel de agradación regional (Cuaternario, Formación Cesco). Estas
elevaciones se presentan limitadas al oeste por escarpas de falla pedemontanas
(Figuras 3.18, 4.22e y Lámina 2). En la ladera oriental de las mismas se ha observado
la presencia de depósitos cuaternarios que buzan en contra de la pendiente regional,

85
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

con inclinaciones de hasta 18º al NE. En la ladera occidental por su parte se han
observado los mismos depósitos con inclinaciones de entre 11º y 20º al ONO. Estos
datos definen un pliegue con vergencia occidental siguiendo con lo observado en el
dominio 5, pero sufriendo un fuerte cambio en la orientación del eje.
Por último, una serie de pequeños anticlinales afectando los depósitos
cuaternarios de la Formación Cesco se disponen con una orientación N-S a NNO al
este del anticlinal Lomas Bayas, en ocasiones vinculados a escarpas de falla
pedemontanas. Un ejemplo se encuentra al este del dominio 1 del anticlinal Lomas
Bayas (Figura 3.5 y Lámina 2). Esta escarpa alcanza los 20 m de alto y tiene cara al
este, hecho que evidenciaría una vergencia oriental de la estructura, en concordancia
con lo observado en el dominio 1 del mencionado anticlinal.

Anticlinal Pampa de los Burros

La morfoestructura Anticlinal Pampa de los Burros es un pliegue cuaternario


extenso que conforma una elevación pedemontana longitudinal de 60 m de altura.
Está ubicada entre el anticlinal Lomas Bayas, al oeste, y el cordón del Naranjo al este,
en la bajada pedemontana de este último (Figura 3.5). Se trata de un anticlinal de
rumbo general N-S en su mayor parte formado por depósitos cuaternarios del primer
nivel de agradación (Formación Cesco, Figura 4.12), cuyo núcleo expone
ocasionalmente rocas paleozoicas. Su semilongitud de onda es de aproximadamente
1 km en los sectores sur y centro del mismo y disminuye a 500 m en el norte. El eje del
anticlinal es doblemente buzante y tiene un diseño algo sigmoideo. Las inclinaciones
en el flanco oeste son de entre 15º y 25º mientras que en el flanco este son de entre 8º
y 15º (Cortés y Cegarra 2004, Figura 4.12b).
La estructura interna del anticlinal muestra discordancias intraformacionales de
hasta 20º dentro del primer nivel de agradación de la comarca (Figura 4.12c). A su
vez, estas discordancias se presentan igualmente plegadas. Estos datos son una clara
evidencia de eventos de deformación sincrónicos con la acumulación de esos
sedimentos cuaternarios. Se observan también fallas inversas en ambos flancos del
anticlinal, con inclinación hacia el arco interno del mismo (Cortés y Cegarra 2004).
Asociadas al anticlinal Pampa de los Burros, sobre su flanco oriental, se presentan
escarpas de falla pedemontanas de entre 1 y 2 m de alto y con cara al este (en contra
de la pendiente regional) que afectan tanto al primer como al segundo nivel de
agradación (Figura 4.12 e y f). Estas escarpas se interpretan como fallas inversas
dada la presencia de corrimientos en el sector interno del pliegue.

86
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Las inclinaciones mencionadas de las capas que conforman los flancos del
anticlinal muestran un pliegue suavemente asimétrico, con una vergencia occidental.
Sin embargo, teniendo en cuenta que la inclinación original de las capas del primer
nivel de agradación es hacia el oeste y la presencia de escarpas de falla en su límite
oriental, no se descarta que se trate de un pliegue simétrico o con vergencia hacia el
este.
La actividad tectónica cuaternaria de esta unidad morfoestructural puede inferirse
no solo a partir de elementos estructurales sino también a partir de rasgos
geomórficos, generados por distintos ajustes del drenaje ante la deformación, cuestión
que es tratada en el Capítulo 4.

Alto Lomitas Negras

La unidad morfoestructural Lomitas Negras se dispone al este-sureste del


anticlinal Pampa de los Burros, en el piedemonte del cordón del Naranjo. Es un alto
estructural con una orientación general NNE, conformado por rocas paleozoicas
(Grupo Ciénaga del Medio y Formación Leoncito) cubiertas parcialmente por niveles
aluviales cuaternarios de distinta generación (Figura 3.21). Las rocas paleozoicas se
encuentran muy deformadas, cortadas por fallas de edad incierta con una orientación
general similar a la del alto estructural (NNE), aunque se observan también con
orientación NNO.
En las márgenes de esta unidad morfoestructural, los depósitos cuaternarios del
primer nivel de agradación aparecen deformados. En el flanco oriental del alto, la
deformación está evidenciada por escarpas de falla de dirección N-S a NNE con el
bloque bajo hacia el este. Las mismas presentan desniveles de entre 1 y 4 metros,
medidos a partir del levantamiento de perfiles topográficos transversales (Figura 4.20).
Sobre este flanco, las secuencias del primer nivel de agradación se observan, por
sectores, basculadas y flexionadas en contra de la pendiente original de acumulación
(Figura 3.22), con valores de (15º - 25º SE). Estos basculamientos han sido
corroborados gracias a cortes naturales del terreno en los que se aprecian los estratos
correspondientes a este nivel de agradación (Figura 3.23).
La deformación en el margen occidental del alto Lomitas Negras está indicada por
fallas, que se manifiestan en superficie mediante escarpas. El rumbo de las mismas es
NO a NNO y su labio hundido es el NE o ENE. El plano de una de estas fallas pudo se
observado en una de las quebradas que cortan este sector (coordenadas gps 31º 56`
25,4`` S y 69º 19`44,4`` O), en los depósitos del primer nivel de agradación. Se trata

87
Universidad de Buenos Aires, 2010

inclinación primaria esperada para depósitos aluviales no deformados.

Figura 3.21. Vista general de la margen occidental de las lomitas Negras. a) Vista del sector septentrional de las lomitas
Negras y de la región al norte de las mismas. Los depósitos del primer nivel de agradación (Q1, Formación Cesco)
dispuestos sobre las márgenes del alto estructural, así como al norte del mismo, muestran evidencias de deformación;
b) Vista del sector austral del alto Lomitas Negras. Pz: rocas paleozoicas.
Tesis doctoral, Capítulo 3

88
nivel aparecen con una inclinación de 25º al oeste (Figura 3.25), que es mayor a la
de una falla inversa con una inclinación de 30º al oeste asociada a un anticlinal en la
pared colgante (Figura 3.24). Asimismo, los depósitos más antiguos de este primer
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.22. Depósito del primer nivel de agradación regional (Q1) dispuesto sobre las
rocas paleozoicas (Pz) que conforman el flanco oriental de las Lomitas Negras. Los estratos
cuaternarios están flexionados e inclinan al este, en contra de la pendiente original de
acumulación.

Figura 3.23. Depósitos del primer nivel de agradación sobre el flanco oriental de las
Lomitas Negras. Nótese su disposición en contra de su pendiente esperada (hacia el oeste),
alcanzando inclinaciones de 15º-25º al sureste.

Figura 3.24. Falla inversa (30º de inclinación al oeste) sobre el flanco occidental de las
Lomitas Negras. Corta depósitos cuaternarios correspondientes al primer nivel de agradación.

89
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.25. Vista al suroeste de los depósitos del primer nivel de agradación sobre el
flanco occidental de las Lomitas Negras. Nótese su disposición con una inclinación mayor
(hasta 25º O) a la inclinación primaria esperada para depósitos aluviales no deformados.

La deformación del primer nivel de agradación cuaternario se extiende hacia norte


(Figura 3.21a) de las Lomitas Negras por medio de una falla NNE y labio hundido al
este, que levanta rocas paleozoicas y su cobertura cuaternaria (Lámina 2). Se
destaca, además, la presencia de pequeñas escarpas de falla pedemontanas de
rumbo NE y NO, también con el bloque hundido hacia el este, que cortan este mismo
nivel.
En las lomadas que siguen hacia el sur de esta unidad morfoestructural se
observa de igual modo el primer nivel de agradación deformado. Los depósitos
pleistocenos están suavemente plegados y en muchos casos asociados a pequeñas
escarpas de falla tanto a favor como en contra de la pendiente regional. Se
determinaron aquí tres ejes de levantamiento o dorsos, de rumbo general N-S con
inflexiones al NO y NNO. Las inflexiones coinciden espacialmente con estructuras
transversales de rumbo ONO que, además, generan cambios en el ancho de la zona
deformada sugiriendo componentes de movimiento vertical a lo largo de las mismas
(veánse Figura 3.5 y Lámina 2).

90
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Altos de los Avestruces

Se denomina unidad morfoestructural Altos de los Avestruces a un conjunto de


pequeños dorsos estructurales, de entre 1 km y 2,5 km de largo y orientación general
NNO ubicados en la unión de las bajadas de Precordillera y Cordillera Frontal, al
sureste del barreal del Leoncito. Estos dorsos se encuentran controlados en su borde
oriental por fallas que ascienden tanto al sustrato paleozoico como a depósitos
cuaternarios del primer nivel de agradación provenientes de la Cordillera Frontal, de la
Precordillera y del cordón Cucaracha (Figuras 3.5 y 3.26).
Dado que la expresión topográfica de estos dorsos no es muy marcada, se levantó
en el campo un mapa topográfico de detalle con el objetivo de su caracterización
morfológica. El levantamiento se realizó con gps y altímetro de precisión (± 0,5 m de
resolución vertical) y los datos han sido representados gráficamente utilizando el
programa Surfer 8. El mapa topográfico (Figura 3.27) permite observar la presencia de
dorsos o altos topográficos menores, con una disposición escalonada y con bordes
orientales abruptos que han sido interpretados como tectónicos.
De esta manera, sobre la base de los mapas geológico y topográfico (Lámina 1 y
Figura 3.27), los altos de los Avestruces fueron divididos en un alto Norte, un alto
Centro y una alto Sur. Los altos norte y centro están controlados en su límite oriental
por fallas interpretadas como inversas y representadas por escarpas de falla y de línea
de falla (Figura 3.26). En el caso del alto Centro la misma ingresa en su sector interno,
donde pierde expresión morfológica.
El levantamiento del alto Sur, así como la terminación de la unidad
morfoestructural están controlados por una falla inversa de rumbo NNE e inclinación al
oeste, que asciende el sustrato paleozoico y que se continúa hacia el suroeste en la
falla Cordón Cucaracha. Dicha falla se expresa como una definida escarpa de falla
rocosa (Figura 3.26). Al este-noreste de la estructura escarpas de falla pedemontanas
con dirección NNO y cara al este afectan depósitos cuaternarios más jóvenes
(correspondientes a los niveles de agradación 2° y 3°).
Cabe señalar, que los altos de Los Avestruces se componen de dorsos que
presentan una disposición escalonada izquierda, conformando en su conjunto una faja
de orientación NO de unos 7 km de largo.
Con el objetivo de conocer la geometría de subsuelo de las fracturas que controlan
los límites orientales de estos altos, así como la estructura de las rocas y sedimentos
asociados en sus márgenes, se han levantado tres tomografías eléctricas resistivas
transversales a la unidad, dos en el alto sur y una en el alto centro. Los resultados e
interpretaciones del mismo se encuentran en el Capítulo 5.

91
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.26. Mapa geológico de los Altos de Los Avestruces.

92
Carla M. Terrizzano, 2010
Tesis doctoral, Capítulo 3
Figura 3.27 a) Mapa topográfico levantado sobre los altos de Los Avestruces. Puede reconocerse en él la presencia de distintos
altos (que han sido denominados altos norte, centro y sur respectivamente) con una disposición escalonada izquierda y con un borde
93

oriental abrupto, que aquí se interpreta como estructural; b) mapa geológico volcado sobre el mapa topográfico.
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Anticlinales de la pampa Yalguaraz

Una agrupación de pliegues que se ubican en la pampa Yalguaraz, al pie del


cordón de la Tres Quebradas y de la sierra de Ansilta, conforman en su conjunto una
unidad morfoestructural distintiva en ese ámbito pedemontano. Este sector está
constituido básicamente por depósitos cuaternarios de distinta generación y
afloramientos aislados de sucesiones de la Formación Lomas del Inca. Estos últimos
se encuentran en todos los casos controlados por la estructura (Figura 3.28: Mapa
Geológico de la pampa Yalguaraz).
Los anticlinales de la pampa Yalguaraz afectan en superficie rocas neógenas de la
Formación Lomas del Inca y sedimentos del primer nivel de agradación de la comarca
provenientes de la Precordillera. En menor medida aparecen basculados depósitos del
segundo nivel de agradación.
Morfológicamente se trata de lomadas de entre 20 y 100 metros de altura que en
planta tienen un diseño elipsoidal. La orientación preferencial de sus ejes mayores es
NNE, aunque se observan también en dirección N-S y NO.
En corte transversal los anticlinales son asimétricos, mostrando pendientes más
tendidas hacia el oeste y más abruptas hacia el este. Cortes naturales que permitan
reconocer la inclinación de las capas se presentan solo ocasionalmente. Sin embargo,
en uno de los pliegues (Lámina 1) dichas inclinaciones han sido apreciadas. Aquí, las
las capas del primer nivel de agradación muestran inclinaciones de entre 5º y 15º O en
el flanco occidental, mientras que el flanco oriental muestran valores entre 25º y 30º E
(Cortés y Costa 1993), sugiriendo una vergencia oriental para dicha estructura.
En uno de estos pliegues, ubicado en el extremo noroccidental de la unidad
morfotectónica, Cortés y Costa (1993) reconocieron una superficie de erosión, que
corta los depósitos del primer nivel de agradación, acompañada de una pequeña
cubierta sedimentaria correspondiente al segundo nivel de agradación de la comarca.
Dicha superficie se halla levemente plegada, conformando un amplio anticlinal con
inclinaciones de 5º en el flanco occidental y de 8º en el flanco oriental, lo cual revela
sucesivos pulsos de plegamiento.
En ocasiones, los flancos frontales y dorsales de los pliegues están asociados a
escarpas de falla y de línea de falla pedemontanas. En la figura 3.29 se presentan los
cortes topográficos transversales levantados y la interpretación de la estructura de
subsuelo, sobre la base de datos estructurales, estratigráficos y geofísicos de lomadas
pedemotanas en áreas vecinas. Fallas ciegas asociadas a pliegues pedemontanos se
han podido reconocer al sur de las lomitas Negras (véase más adelante Figura 5.15 y
Capítulo 5). Además, una extendida superficie de erosión sobre el basamento

94
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

paleozoico se expone inmediatamente al sur de estos pliegues en el techo del alto


Yalguaraz (véase Capítulo 4).

Figura 3.28. Mapa Geológico de la pampa Yalguaraz

95
Universidad de Buenos Aires, 2010
Tesis doctoral, Capítulo 3
Figura 3.29. Cortes transversales interpretativos de algunos de los pliegues pedemontanos de la pampa Yalguaraz. El esquema de
colores utilizado coincide con aquel del Mapa Geológico de la pampa Yalguaraz (Figura 3.28). Estos cortes se reconstruyeron sobre la
base de la topografía, datos geomórficos de superficie, información estructural en cortes del terreno e información de subsuelo inferida de
cortes geoeléctricos de áreas vecinas. e: escarpa de falla.
96
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Una característica sobresaliente de los anticlinales de la pampa Yalguaraz, es el


diseño complejo que presentan en planta. Las trazas axiales muestran inflexiones y
bifurcaciones a modo de “brazos” (“pliegues múltiples”, Savage y Cooke 2004). Las
terminaciones o cambios de dirección en las trazas axiales, además, parecen coincidir
con la presencia de lineamientos oblicuos de orientación NO.
La génesis de estos pliegues anticlinales, que se discute a continuación, se
interpreta asociada a la presencia de fallas, en algunos casos ciegas, con
inclinaciones principalmente al OSO, así como también al O y al ONO. Estas elevan
tanto el sustrato pre-cuaternario como los niveles de agradación cuaternarios más
antiguos, principalmente el primer y en menor medida el segundo nivel.

Discusión sobre la génesis de los anticlinales de la pampa Yalguaraz

Para escarpas de falla asociadas a pliegues, los modelos teóricos predicen un


perfil cuasi elíptico (con forma de campana) a lo largo del rumbo (Cowie y Scholz
1992a en Davis et al. 2005), con un desplazamiento nulo en las terminaciones de las
fallas y máximo en la zona central de la fractura. Si bien no existe un consenso entre la
relación exacta entre el largo del elemento estructural (L) y el desplazamiento máximo
(d, representado por la altura máxima), se cumple que L es proporcional a d (a mayor
desplazamiento, mayor es la longitud del elemento estructural, Cowie y Scholz 1992b).
Sin embargo, se observa en la práctica que la interacción mecánica entre
estructuras aledañas modifica ostensiblemente este comportamiento, produciendo
variaciones importantes en la acumulación de desplazamiento a lo largo de segmentos
de fallas y modificando asimismo la forma ideal de campana de los pliegues asociados
a dichos segmentos. Además, modelos numéricos muestran que la interacción entre
fallas ciegas inversas no paralelas puede generar en superficie patrones de
plegamiento complejos con trazas axiales en distintas direcciones (Savage y Cooke
2004).
En este trabajo se interpreta que la característica de estos pliegues de presentar
un patrón complejo con “brazos” con distinta orientación es el producto de la
interacción, dado el crecimiento por propagación lateral, de distintos elementos
estructurales originalmente aislados. Cuando los elementos estructurales son
relativamente paralelos, la interacción directa (interferencia) no se da. Sin embargo

97
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

interactuarían mecánicamente mediante una ligazón débil (soft linkage) entre los
mismos, generándose así zonas de deformación menores entre ellos.
En la Figura 3.30 se presenta un esquema evolutivo interpretado de los pliegues
de la pampa Yalguaraz. En este modelo cada uno de los pliegues se genera a partir de
fallas ciegas como elementos aislados (T1, Figura 3.30). La dirección de cada uno de
ellos depende de la orientación de la falla que lo genera, no necesariamente
perpendicular al vector de acortamiento sino que responden a planos de debilidad
previos (paleozoicos o triásicos), en este caso con direcciones predominantemente
NNO y NNE. La propagación lateral de estas estructuras por acumulación de
desplazamiento (L proporcional a d) determina que las mismas comiencen a ligarse
incipientemente (T2, Figura 3.30). El crecimiento de los mismos sigue siendo sin
embargo por propagación lateral (en este punto se esperaría aún que los pliegues
presenten su característica forma cuasi elíptica). Algunas fallas alcanzan la superficie
expresándose como escarpas de falla pedemontanas.
Finalmente (T3, Figura 3.30), algunos pliegues se interfieren entre sí o se
conectan mecánicamente a través de la ligazón débil entre ellos, acomodándose la
deformación en estos casos tanto por la propagación lateral como por la interacción
mecánica de los mismos. La interacción por ligazón débil sucede por ejemplo cuando
las trazas de los pliegues son paralelas (no tienen la posibilidad de interferirse) pero se
solapan espacialmente. En la pampa Yalguaraz esto se manifiesta como zonas
levemente más elevadas respecto del nivel de base local, en las que llegan a aflorar
rocas más antiguas como consecuencia de su levantamiento, en este caso miocenas,
correspondientes a la Formación Lomas del Inca.
Otro aspecto a tener en cuenta, es la existencia en la pampa Yalguaraz de
elementos estructurales con distintas orientaciones. Este hecho puede explicarse
mediante inhomogeneidades en el sustrato que actúan como zonas de debilidad y por
lo tanto son susceptibles de reactivarse ante un esfuerzo dado. Como se discutirá más
adelante en el Capítulo 6, estas anisotropías mecánicas se pueden observar en el
sustrato rocoso aflorante inmediatamente al sur en el alto Yalguaraz (Lámina 1) y en el
cordón de las Tres Quebradas. Asimismo, se han reconocido foliaciones y estructuras
oblicuas paleozoicas, bien expuestas en el alto El Abra (Cortés 1998). Por ello, se
interpreta que tales estructuras previas han sido un factor de control efectivo en la
orientación y morfología de los pliegues anticlinales de la pampa Yalguaraz, así como
en su distribución, terminación y segmentación.

98
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.30. Esquema simplificado de la evolución de los pliegues de la pampa Yalguaraz


a medida que se acumula la deformación. T1: Los pliegues nacen como elementos
estructurales aislados asociados a la presencia en subsuelo de fallas ciegas. La dirección de
cada pliegue está controlada por la dirección de la falla que lo genera, no necesariamente
perpendicular al vector de acortamiento sino que responden a planos de debilidad previos
(básicamente paleozoicos con probables reactivaciones triásicas) con direcciones
predominantemente NNO y NNE. La acumulación de los distintos eventos de deformación
determina la propagación lateral y el crecimiento en altura de los pliegues, donde el
desplazamiento es máximo en el centro de la falla y nulo en sus extremos. T2: Dado el
crecimiento lateral, algunos pliegues comienzan a interactuar mecánicamente, generando una
ligazón incipiente entre ellos. T3: Algunos pliegues se interfieren, otros se ligan totalmente. La
deformación en estos casos es entonces acomodada tanto por propagación lateral como por la
interacción mecánica de los mismos.

99
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Este es un modelo local que implica la ligazón mecánica y la interferencia de


elementos estructurales, donde se generan estructuras mayores a partir de rasgos
originalmente aislados. A una escala regional se han observado interrelaciones
semejantes entre estructuras mayores, las cuales se desarrollan en el Capítulo 6.

Falla de Las Manieras

Además de su actividad durante el cenozoico, la falla Las Manieras muestra


evidencias geomórficas que sugieren actividad cuaternaria. La unión piedemonte –
montaña del frente montañoso asociado a esta falla tiene una sinuosidad muy baja. La
caracterización morfológica del mismo (Capítulo 4) ha permitido inferir una actividad
tectónica de Clase 1 (Tectónica Activa, Bull y McFadden 1977) o Clase 1-2 (Activada
máxima-rápida, Bull 1984) para el mismo.

3.5.4. Análisis cinemático

3.5.4.1. Introducción

El objetivo de este apartado es realizar el análisis cinemático de estructuras


neotectónicas. Los datos utilizados en el análisis provienen de dos fuentes distintas.
Por un lado, se han obtenido datos microtectónicos de campo, consistentes en
indicadores cinemáticos asociados a mesoestructuras neotectónicas, especialmente
fallas, en zonas de interés y de buena exposición de los elementos estructurales. Por
otro lado, se realizó el análisis cinemático a partir de la geometría en planta (2D) de
asociaciones de estructuras neógenas y cuaternarias. Algunas de estas estructuras
emergen y se exponen en superficie y otras se infieren por su expresión geomórfica.
El análisis y discusión de la cinemática de la deformación a escala de la comarca
de estudio, así como un modelo cinemático unificado para la región se presenta en el
Capítulo 6.

100
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

3.5.4.2. Análisis cinemático a partir de la geometría de asociaciones de


estructuras neógenas y cuaternarias

En toda la comarca y especialmente en el sector pedemontano al oeste del bloque


Ansilta, se presentan numerosas evidencias de deformación tardío-cenozoica,
representadas por lo común por fallas, pliegues, altos estructurales y rasgos
geomórficos tales como escarpas de falla y dorsos controlados tectónicamente. Se
reconocen asimismo interfluvios o arroyos desplazados y ríos desviados, entre otros,
que indican deformación cuaternaria. La geometría en planta de muchas de estas
estructuras constituye un importante indicador cinemático a escala regional. Asimismo,
la presencia de elementos guía tales como capas sedimentarias o diques volcánicos
desplazados por fallas, brindan igualmente información acerca de la cinemática de la
deformación. Tomando en cuenta dichos elementos estructurales y geomórficos, se
interpreta en este apartado la cinemática de rasgos de deformación tardío-cenozoicos
de la región.

Cinturón Barreal – Las Peñas

La subunidad morfotectónica que comprende el sector norte de la Precordillera


Sur, corresponde al cinturón Barreal – Las Peñas (Cortés et al. 2005a). Esta unidad,
de rumbo NO está constituida por bloques montañosos y valles intermontanos
aledaños que componen una faja de unos 120 km de largo y 20 km de ancho. Cada
uno de estos bloques, denominados hacia el sureste bloques Barreal, Ansilta,
Peñasco, Santa Clara y Las Peñas, esta limitado por fallas inversas de orientación
NNO a N-S y por fallas oblicuas y transversales que los segmentan y en las cuales
esos bloques comúnmente terminan (Figura 3.2b).
En contraposición con las láminas de corrimiento localizadas más al norte en el
centro de la Precordillera y dentro de la provincia de San Juan -que se disponen con
una orientación general N-S- los bloques montañosos y depresiones tectónicas del
cinturón Barreal – Las Peñas presentan una orientación general NNO y se disponen
en su conjunto con un arreglo en planta escalonado (en echelon).
Arreglos en echelon dentro de fajas de deformación son típicos de zonas de
cizalla. Al observarse esta disposición en planta, se infiere una componente de
desplazamiento de rumbo (Christie-Blick y Biddle 1985, Sylvester 1988, Woodcock y
Schubert 1994). En casos como estos, la geometría del escalonamiento de elementos

101
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

tales como corrimientos o pliegues, revela la dirección y sentido del movimiento


horizontal dentro de la zona de deformación. Así, escalonamientos izquierdos de esas
estructuras se asocian a componentes de desplazamiento de rumbo sinestrales y
escalonamientos derechos a componentes de desplazamiento de rumbo dextrales
(Sylvester 1988). La orientación interna de los elementos escalonados, la asociación
de fallas inversas y de desplazamiento de rumbo y, recientemente, datos cinemáticos
de fallas individuales han permitido interpretar al cinturón Barreal – Las Peñas como
un cinturón transpresivo sinestral (Cortés et al. 2005 a y b, Cortes et al. 2006, Cortés y
Pasini 2007, 2008). Dicha deformación se mantiene aún activa.

Zona de cizalla Pampa de los Burros

En el sector pedemontano occidental del bloque Ansilta, al sur de las lomas del
Inca, se presenta un conjunto de rasgos geomórficos producto de la actividad de
estructuras tardío-cenozoicas. Estas estructuras son el anticlinal Lomas Bayas, el
anticlinal Pampa de los Burros y el alto estructural Lomitas Negras.
El conjunto de estos rasgos conforma una faja de deformación de unos 15 km de
largo de orientación NO, que en planta presenta un diseño con escalonamiento
izquierdo (left-stepping), sugiriendo una componente de desplazamiento de rumbo
sinestral para esta faja de deformación (Sylvester 1988).
Asimismo, la traza axial del anticlinal Pampa de los Burros presenta un diseño
ligeramente sigmoideo, que permite interpretar una propagación de esta estructura
acompañada de rotación levógira (Cortés y Cegarra 2004).
El escalonamiento izquierdo que presentan en planta los rasgos mencionados, la
relación de bajo ángulo de algunos de sus pliegues (anticlinales Pampa de los Burros
y Lomas Bayas) con la zona de cizalla y las evidencias de acortamiento perpendicular
a esa zona, como surge de los indicadores cinemáticos (veáse más adelante en este
capítulo) permiten en su conjunto interpretar esta estructura como una faja de cizalla
transpresiva sinestral que se denomina zona de cizalla Pampa de los Burros (Figura
3.31, Terrizzano et al. 2009b). Esta zona de cizalla queda restringida así al sector
pedemontano. En el Capítulo 6 se discute la extensión de la misma.

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Zona de cizalla Los Avestruces

Al oeste y noroeste de la ciénaga de los Avestruces, se dispone un conjunto de


dorsos desarrollados en depósitos cuaternarios que conforman una faja de 7 km de
largo y rumbo NO. La presencia de rocas del sustrato paleozoico en el núcleo de esos
dorsos y su asociación a escarpas de falla y pliegues indica que se trata de altos
estructurales. Dichas estructuras constituyen una zona de deformación neotectónica,
integrada por los altos de los Avestruces norte, centro y sur. Estos altos estructurales
muestran en planta una distribución u ordenamiento escalonado izquierdo. Cada uno
de ellos, está controlado por fallas inversas con actividad cuaternaria en su límite
oriental. El alto Centro, además, se muestra desplazado a lo largo de una falla de
rumbo NE, con evidencias de una componente de desplazamiento de rumbo dextral a
lo largo de la misma (Figura 3.26).

Figura 3.31. Zonas de cizalla Pampa de Los Burros y Los Avestruces.

103
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

El conjunto de los altos de los Avestruces conforma una zona de cizalla cuya
orientación es perpendicular a la dirección de acortamiento obtenida en indicadores
cinemáticos de estructuras con orientación semejante (veáse más adelante).
Asimismo, el eje mayor de los altos estructurales posee una relación de bajo ángulo
con la zona de cizalla. Dichos elementos estructurales muestran, como se dijo, un
arreglo en echelon izquierdo. Toda esta información conduce a interpretar al conjunto
como una zona de cizalla transpresiva sinestral, de una escala menor, denominada en
este trabajo zona de cizalla Los Avestruces (Figura 3.31).

Pliegues de la pampa Yalguaraz

Los ejes de los pliegues cuaternarios ubicados en la Pampa Yalguaraz están


orientados al norte y nor-noreste, indicando localmente un acortamiento general en el
cuadrante este – oeste (Cortés y Costa, 1993). Estas orientaciones son subparalelas a
la falla que bordea por el este al cordón Cucaracha y a la falla que levanta el alto sur
de la zona de cizalla Los Avestruces.
La orientación de pliegues subparalelos es compatible en ese sector, según
Cortés y Costa (1993), tanto con un régimen de contracción por cizalla pura como con
una deformación por cizalla simple levógira a lo largo de fracturas oblicuas de
orientación NO. Se observa la presencia de lineamientos oblicuos de orientación ONO
a NO (Figura 3.28), en los cuales los mencionados pliegues muestran inflexiones
compatibles con desplazamientos sinestrales. Asimismo, la existencia de zonas de
cizalla de orientación NO en la comarca, es consistente con esta última interpretación.

Zona de cizalla Yalguaraz

Sobre la base de la interrupción y cambio de orientación de fallas y pliegues, y


dada la presencia de las numerosas fallas cenozoicas de orientación NO que
muestran componentes de desplazamiento de rumbo sinestral, Cortés
(1993,1994,1998) definió, para el sector norte del alto El Abra, la zona de cizalla
Yalguaraz, oblicua al orógeno andino (Figura 3.32). Dicha zona de cizalla, cuya
orientación es Ac. 320º-325º, interrumpe la continuidad hacia el norte de las lomas de
la Manieras, las cuchillas del Tigre y el cordón del cerro Redondo, integrantes del
mencionado alto.

104
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.32. Ubicación de la zona de cizalla Yalguaraz en el sector norte del alto
estructural El Abra (según Cortés 1998).

La totalidad de las fallas subparalelas que componen la zona de cizalla Yalguaraz


muestran componentes de desplazamiento de rumbo sinestral. Las fallas cortan rocas
de edad paleozoica inferior (Grupo Ciénaga del Medio) y afectan filones capa y diques
andesíticos de edad miocena inferior – oligocena superior (Formación Cerro
Redondo). El desplazamiento sinestral de ambas unidades litoestratigráficas sobre las
mismas fallas no es el mismo, evidenciando que se trata de una estructura por cizalla
simple paleozoica, reactivada en tiempos post-miocenos (Cortés 1998).

3.5.4.3. Cinemática de estructuras mayores a partir de indicadores


cinemáticos microtectónicos

Metodología

La metología utilizada en este trabajo para evaluar la cinemática de estructuras


mayores a partir de indicadores microtectónicos es la descripta por Marret y

105
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Allmendinger (1990). El mismo se basa en el análisis de direcciones y sentidos de


desplazamientos, generados bajo un mismo ambiente cinemático, sobre fallas
secundarias asociadas a una falla principal. Estas direcciones y sentidos se obtienen a
partir de la medición de superficies estriadas en el campo. Se necesita medir para
cada superficie o plano de falla secundario su rumbo e inclinación, la orientación de la
estría y –siempre que sea posible- el sentido de movimiento sobre dicho plano. El
método asume que cada falla menor representa una deformación incremental (Marret
y Allmendinger 1990), donde la dirección de desplazamiento está contenida en el
plano formado por los ejes cinemáticos XZ. Se asume además que todas las fallas
menores medidas corresponden al mismo evento y por lo tanto responden al mismo
elipsoide de deformación y que la cinemática no varía según la escala de las fallas
medidas. Además, para que el método sea exitoso no debe existir una reorientación
del vector desplazamiento y la toma de datos debe ser homogénea y por lo tanto
representativa de la población total de fallas menores.
Conociendo la orientación y el sentido del vector desplazamiento puede conocerse
la orientación del elipsoide de deformación, donde los ejes X y Z estarán a 45° del
plano de falla y contenidos en un plano perpendicular al mismo y junto con la dirección
de desplazamiento (estría, Figura 3.33). La dirección Y está contenida en el plano de
falla y es perpendicular a la dirección de movimiento. Por ello, si solo se conoce la
dirección de movimiento, pero no su sentido, puede determinarse el eje Y, mientras
que los ejes X y Z permanecen indiferenciados. A partir de este análisis se determinan
los ejes X y Z del elipsoide de deformación (de extensión y de acortamiento
respectivamente).
El análisis cinemático a partir de indicadores microtectónicos incluye la
representación gráfica de los ejes principales de acortamiento y de extensión
incremental para cada población de fallas. Gráficamente, se construyen los ejes de
acortamiento y extensión incluidos en el plano que contiene al vector desplazamiento
(plano de movimiento) y al vector normal al plano de falla y situados a 45° respecto de
dichos vectores. A su vez, los ejes de acortamiento y extensión bisectan los ángulos
entre el plano de falla y a su plano conjugado. Ambos planos separan los campos de
acortamiento y extensión. Estos diedros de acortamiento y extensión se representan
como una solución de mecanismo focal de sismos vinculados a fallas.

106
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.33. Esquema mostrando el método de análisis de direcciones y sentidos de


desplazamiento a lo largo de un plano de falla. Los ejes de acortamiento (z) y extensión (x)
están incluidos en el plano que contiene el vector dirección de movimiento y el vector normal al
plano de falla y situados a aproximadamente 45º de los mismos.

Un “sistema de fallas” (según Angelier 1994) es un conjunto de fallas que se


mueve bajo un mismo régimen tectónico. Se espera para un conjunto de fallas de
estas características que sus mecanismos sean consistentes entre sí. El mayor
problema que puede presentarse en este análisis se da cuando las fallas menores
medidas son de distinta edad, por lo que podrían no pertenecer al mismo ambiente
cinemático y por lo tanto no pertenecen al mismo “sistema de fallas”. En este caso,
ese conjunto de fallas conforman un “patrón de fallas” (Angelier 1994) y las estrías
medidas corresponden a varios eventos de deformación. El caso donde esta
posibilidad resulta más difícil de evaluar se da cuando las estrías son obtenidas de
rocas de basamento (Allmendinger 1984).

Adquisición de los datos

Se han identificado y medido estrías en 10 sitios de distintas localidades de la


comarca (veáse ubicación de las mismas en Figura 3.34): las observaciones se
realizaron en dos frentes estructurales, uno occidental, representado por el frente
serrano del bloque Barreal (sitios 2 y 3, Figura 3.35) y su continuación al sur en el
anticlinal Lomas Bayas (sitio 1) y otro oriental que comprende el frente serrano del
bloque Ansilta en su porción norte (sitio 10) y su continuación hacia el noroeste en el
frente serrano que margina por el este la pampa del Cesco (sitios 4 a 9).

107
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

El datum cinemático obtenido en cada falla mesoscópica identificada fue (a) la


actitud del plano de falla, (b) el ángulo entre la orientación del vector de movimiento
(estrías) y la línea de rumbo del plano de falla, medido sobre el mismo (rake, pitch ó
cabeceo) y (c) el sentido del movimiento. Para el procesamiento de los datos se utilizó
el programa FaultKin, versión 1.0 Beta (Allmendinger 2001). El detalle de los datos
adquiridos se encuentra en el apéndice correspondiente a este capítulo.
Los indicadores cinemáticos de los sitios 2 a 10 se han medido en rocas
paleozoicas, mientras que los del sitio 1 han sido muestreados en rocas miocenas
(Figura 3.35).

Figura 3.34. Ubicación de los 10 sitios de muestreo de indicadores cinemáticos


microtectónicos de estructuras neógenas y cuaternarias en los frentes estructurales occidental
y oriental.

Todas las rocas paleozoicas de las cuales se obtuvieron los datos han estado
sometidas a deformación tardío-cenozoica y en muchos casos cuaternaria. Esto está
avalado por la presencia de fallas y pliegues de estas edades vinculados a los sitios de
muestreo. Sobre esta base se asume que los indicadores medidos fueron originados

108
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

en movimientos tectónicos cenozoicos. Como pauta adicional, las estrías medidas


mostraban en todos los casos un alto grado de preservación.

Resultados e interpretación cinemática de los datos microtectónicos

Frente estructural occidental: lomas del Inca

En la zona de las lomas del Inca se han medido estrías en tres sitios (Figuras 3.35
y 3.36). Un primer sitio ubicado en la desembocadura del arroyo de las Cabeceras,
asociado a la actividad de un splay frontal de la falla Barreal (sitio 3), un segundo sitio
en el anticlinal oriental de las lomas del Inca (sitio 2) y por último, un tercer sitio
ubicado en los depósitos miocenos de la Formación Lomas del Inca que conforman el
anticlinal Lomas Bayas (sitio 1).

Figura 3.35. Diagramas cinemáticos obtenidos a partir del análisis de estrías en fallas
menores en las lomas del Inca (sitios 1 a 3), el frente serrano aledaño a la pampa del Cesco
(sitios 4 a 9) y el frente occidental del cordón del Naranjo (sitio 10). El color de los diagramas
cinemáticos muestra la unidad litológica de la que fueron obtenidos, donde el color verde indica
rocas paleozoicas del Grupo Ciénaga del Medio y el color amarillo rocas miocenas de la
Formación Lomas del Inca. FB: Falla Barreal, PC: Pampa del Cesco, LI: Lomas del Inca, LB:
anticlinal Lomas Bayas, CN: Cordón del Naranjo.

Se han obtenido datos en rocas paleozoicas aflorantes en la desembocadura del


arroyo de las Cabeceras, correspondientes al bloque del techo del splay de la falla
Barreal que emerge en dicho lugar (sitio 3). Allí se han medido fallas inversas con

109
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

inclinación al sureste. Su resolución como mecanismo focal muestra un plano de falla


inverso de actitud N30ºE/60ºSE (Figura 3.35), con una dirección de acortamiento SE-
NO, compatible con los datos de superficie de la falla. Este dato se asemeja al
obtenido por Yamín (2007) a partir del análisis de estrías en fallas menores para el
mismo elemento estructural: NNO/58ºE, de carácter inverso – sinestral, con dirección
de acortamiento N75ºO.
Hacia el sur en el frente montañoso, se han medido fallas formando parte del
núcleo del anticlinal oriental de las Lomas del Inca, de rumbo NO. Allí, se identificaron
fallas perpendiculares a la traza axial del pliegue, con orientación general NNE y NE,
que muestran un desplazamiento oblicuo con una componente normal y otra sinestral.
En el anticlinal Lomas Bayas (sitio 1) las estrías medidas están localizadas en
sucesiones de areniscas de la Formación Lomas del Inca, que forman parte del flanco
occidental del pliegue. Aquí se han medido fallas inversas conjugadas, de orientación
NO, aproximadamente paralelas a la dirección inferida para la zona de cizalla Pampa
de los Burros. La dirección de acortamiento, NE-SO, es compatible con la esperada
para la estructura anticlinal mayor, de edad tardío-cenozoica.

Frente estructural oriental: sector serrano aledaño a la pampa del Cesco

En la porción norte del frente estructural, adyacente por el este a la pampa del
Cesco (Figura 3.34), se obtuvieron datos en 6 sitios (Figuras 3.35 y 3.36). Cinco de
ellos (sitios 5 a 9) se encuentran en el entorno de la falla inversa de orientación
general NNO, que delimita el frente montañoso. En este frente, los datos cinemáticos
corresponden a fallas inversas que poseen un rumbo NO a NE y que inclinan casi en
su totalidad al NE, E y SE, en coincidencia con lo esperado para ese frente de
levantamiento. Estos datos resultan totalmente compatibles con la dirección de las
fallas y pliegues cuaternarios observados en dicha zona, cuyo análisis se ha mostrado
previamente en este capítulo. Además, las fallas mesoscópicas son consistentes con
la actitud de la falla observada en el campo que levanta el sustrato paleozoico sobre
los depósitos cuarternarios del primer nivel de agradación (334º/40º ENE, Figura 3.15).
La mayor parte de los sitios (5, 6, 7 y 8) muestran direcciones de acortamiento NE a
ENE. En ellos, las fallas son, como en el pliegue Lomas Bayas, paralelas a la dirección
de la zona de cizalla Pampa de los Burros.
Hacia el norte, luego de una curvatura, esta zona de falla se orienta con una
dirección general N-S. Allí, el sitio 4 muestra fallas mesoscópicas de orientación NNE

110
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

a NNO, cuyos indicadores cinemáticos definen un movimiento general inverso dextral,


con acortamiento NE-SO.

Sector occidental del cordón del Naranjo

Sobre el frente estructural, hacia el sur, se obtuvieron datos cinemáticos del frente
montañoso del cordón del Naranjo, contiguo a la falla principal. Los datos provienen de
un único sitio (sitio 10, Figuras 3.35 y 3.36). Allí se han medido principalmente fallas
oblicuas, de orientación ONO, que muestran una componente de desplazamiento de
rumbo sinestral predominante, con cierta componente de inclinación inversa. La
dirección de acortamiento presenta aquí una dirección ENE.

Discusión sobre los resultados obtenidos de los datos microtectónicos

El análisis de indicadores cinemáticos microtectónicos (estrías) realizado en dos


frentes estructurales de la región (Figura 3.34) indica desplazamientos inversos o
normales en general compatibles localmente con las estructuras a las que se
encuentran asociados. En todos los casos, los datos pudieron ser directamente
interpretados dentro del contexto de la deformación tardío cenozoica. Los mismos,
asimismo, brindan información complementaria al análisis realizado sobre la base de
la geometría de las asociaciones de estructuras.
Los datos cinemáticos aportados por las fallas inversas y de rumbo, medidos en
todos los sitios coinciden en definir ejes de acortamiento de orientación general NE a
ENE. En dos casos (sitios 3 y 9) dicha dirección es NO. Estas variaciones observadas
dentro del campo de deformación andino pueden ser resultado de cambios espaciales
del régimen cinemático (Siamme et al. 2006), de variaciones temporales (Cortés y
Pasini 2007, 2008) o de modificaciones locales del mismo (Gapais et al. 2000), dadas
por ejemplo por la reactivación de anisotropías mecánicas (Marret y Allmendinger
1990).
Las fallas mesoscópicas asociadas a la falla Barreal, confirman su carácter
inverso, en concordancia con los datos de campo observados en la falla principal. En
las numerosas estructuras de orientación NNO a NO observadas (Figura 3.36), tanto
en el frente estructural occidental (Sitio 1) como oriental (sitios 5, 6, 7, 8) se reconocen
fallas inversas con una dirección de acortamiento general NE a ENE. Estas estructuras
son responsables del levantamiento de parte del frente estructural oriental. Además,

111
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

Figura 3.36. Resultados obtenidos para los 10 sitios en los que se obtuvieron datos cinemáticos
microtectónicos en fallas menores. Para cada sitio, a la izquierda, representación
estereográfica de las fallas medidas con sus direcciones de movimiento. A la derecha,
distribución de los ejes cinemáticos representada como una solución de mecanismo focal de
sismos vinculados a fallas. En blanco se presentan los diedros de acortamiento y en negro los
diedros de extensión.

112
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

una consecuencia del registro de estas direcciones de acortamiento en estructuras


oblicuas, es que permite inferir una componente de acortamiento que actúa sobre la
zona de cizalla Pampa de los Burros y otras fajas de igual orientación de la comarca.
Dado que en las mencionadas zonas de cizalla se han determinado componentes de
desplazamiento de rumbo, esta componente contraccional le otorgaría un carácter
transpresivo a la deformación ocurrida sobre las mismas.
Estructuras oblicuas de orientación general NE, como las presentes en las Lomas
del Inca (Figura 3.35) parecen estar asociadas a deformación extensional tal como se
observa en las fallas que afectan el núcleo del anticlinal oriental, medidas en el sitio 2.
Por otra parte, se han hallado evidencias de deformación por desplazamiento de
rumbo en la comarca. A las ya estudiadas fallas oblicuas de orientación NO que
segmentan la porción norte del alto El Abra (Cortés 1998), se agregan los
desplazamientos de rumbo sinestrales observados en fallas de orientación ONO en el
frente estructural occidental del cordón del Naranjo (sitio 10). Estos datos
microtectónicos, junto con observaciones similares de estructuras que producen el
desplazamiento lateral izquierdo en los pliegues de la pampa Yalguaraz (Figura 3.28),
confirman la deformación por cizalla simple a lo largo de esas estructuras oblicuas.
Otra componente de desplazamiento de rumbo, esta vez dextral, se desprende de
los datos cinemáticos obtenidos en el sitio 4. Los mismos indican un acortamiento NE-
SO y un desplazamiento lateral derecho para planos de orientación general N-S, como
el que define el tramo norte de la estructura que allí delimita el frente montañoso.

3.5.4.4. Discusión acerca de la cinemática de las zonas de cizalla

A partir del análisis conjunto de datos cinemáticos obtenidos de la geometría de


asociaciones de elementos estructurales y de datos microtectónicos en fallas
mesoscópicas, se han interpretado en distintas fajas y zonas de cizalla tardío
cenozoicas de orientación general NO y NNO, una deformación transpresiva sinestral.
Su interpretación como fajas de cizalla sinestrales se ha basado en
escalonamiento izquierdo de su arreglo interno. Datos teóricos y experimentales
muestran que la disposición en echelon de elementos estructurales conformando una
zona alargada y estrecha se asocia a deformación por cizalla, que, al desplegarse en
planta, es en general indicativa de la presencia de una componente de desplazamiento
de rumbo (Christie-Blick y Biddle 1985, Sylvester 1988, Woodcock y Schubert 1994).

113
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

En este contexto, a partir de la geometría asimétrica del patrón de deformación (Fig.


3.37b) es posible deducir el sentido del desplazamiento de rumbo (Sylvester 1988).
Sin embargo, cabe destacar que el patrón de deformación en echelon en planta no
indica en forma unívoca la presencia de una zona con desplazamiento de rumbo.
Debe descartarse, por ejemplo, que dicho patrón sea el producto de reactivaciones de
heterogeneidades con una disposición en echelon heredada, sin necesidad de alguna
componente de rumbo más joven. En tal sentido, no han sido descriptas para el
sustrato de la zona de estudio estructuras escalonadas antiguas. Sí se han identificado
en la región por el contrario, conspicuas estructuras frágiles paleozoicas subparalelas,
de orientación NO y ONO, reactivadas durante el Cenozoico como fallas de
desplazamiento de rumbo sinestral (Cortés 1998).

Figura 3.37. a) Modelo de cizalla simple donde se muestran los distintos elementos
estructurales asociados al mismo. La doble línea indica la orientación de las fracturas de
tensión; la línea curva muestra la orientación de los ejes de los pliegues; R y R` indican las
cizallas de Riedel sintética y antitética respectivamente; P indica la ubicación de las fracturas
tipo P y PDZ es la zona de desplazamiento principal; b) Orientación de pliegues y fallas
inversas en un modelo de desplazamiento de rumbo izquierdo. Notar la disposición en echelon
izquierda de dichas estructuras; c) Vista de una zona de desplazamiento de rumbo derecha
transpresiva. Observar el ángulo < 45º que conforma el eje mayor de la elipse de deformación
respecto de los límites de la zona de cizalla. F: pliegues y foliación; RF: fallas inversas; NF:
fallas normales; T: fracturas de tensión; R y R`: cizallas de Riedel. Figuras a) y b) según
Silvester 1988; Figura c) según Woodcock y Schubert (1994).

Las fajas de cizalla han sido asimismo interpretadas como transpresivas. Esto
implica que sobre la componente de cizalla se encuentra sobreimpuesta una

114
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

componente de acortamiento horizontal (Sanderson y Manchini 1984) que es


compensada mediante apilamiento vertical (Woodcock y Schubert 1994; Figura 3.37c).
En zonas de cizalla simples (Woodcock y Schubert 1994), los ángulos de
acortamiento y extensión se disponen a 45° respecto de los límites de la zona de
desplazamiento principal (Figura 3.37a). Además, las fallas inversas y los pliegues se
encontrarán inicialmente perpendiculares a la dirección de acortamiento y por lo tanto
conformarán también un ángulo de 45° respecto de di cha zona. La deformación
progresiva dará paso a la rotación de los elementos estructurales dentro de la zona de
cizalla, tendiendo a disponer los mismos con ángulos menores a 45°. El progreso de la
deformación rotacional de los elementos estructurales hará que los mismos tiendan a
disponerse de forma paralela a los límites de la zona de cizalla.
En zonas transpresivas en cambio, la componente de acortamiento produce que el
eje mayor de la elipse de deformación horizontal se disponga con un ángulo menor (<
45°) que en una zona de cizalla simple (Woodcock y Schubert 1994). En estos casos,
las fallas inversas o los pliegues se generan de forma primaria, a ángulos < 45°
respecto de los límites de la zona de desplazamiento principal.
De esta manera, la deformación progresiva en zonas de cizalla simples puede
generar patrones similares a los de las zonas transpresivas, donde los elementos
estructurales se disponen con un arreglo escalonado y donde el eje mayor de la elipse
de deformación obtenida a partir de dichos elementos conforma un ángulo < 45º
respecto de la zona de desplazamiento principal.
Sin embargo, una característica importante de las zonas de cizalla transpresivas
es que en ellas tenderán a dominar los desplazamientos inversos por sobre los
desplazamientos normales (Woodcock y Schubert 1994). De esta manera, en
comparación con zonas de cizalla simples o zonas de cizalla transtensivas, las zonas
de cizalla transpresivas permiten el desarrollo de una mayor abundancia de
estructuras contraccionales, estando caracterizadas por una asociación de estructuras
donde dominan corrimientos y/o pliegues.
En las zonas de cizalla de la comarca, se observa un claro predominio de
estructuras contraccionales, representadas por pliegues y fallas inversas
mesoscópicas. El ángulo entre la zona de cizalla y las estructuras escalonadas es
siempre < 45º. En tal sentido, se descarta una génesis por deformación progresiva de
tales orientaciones ya que donde se ha constatado deformación progresiva, ésta no
tiene la magnitud necesaria para generar las rotaciones esperadas. En efecto, en la
zona de cizalla Pampa de los Burros, el anticlinal homónimo, muestra un suave diseño
sigmoidal en planta, atribuible a rotación levógira de esa estructura durante la
deformación, pero de una dimensión muy baja. De hecho, las terminaciones laterales

115
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 3

de la traza axial de dicho pliegue poseen un ángulo de inserción menor a 45º con la
zona de cizalla. Otra de las estructuras escalonadas de esa zona de cizalla que ha
sufrido deformación progresiva es el alto Lomitas Negras. En dicha estructura, con un
núcleo paleozoico de mayor altura, la deformación cuaternaria ha crecido lateralmente
hacia sus extremos norte y sur, sin mostrar rotaciones de importancia.
Otra fuente de datos se suma a los patrones geométricos para sustentar el
régimen transpresivo de las zonas de cizalla. Así, los indicadores cinemáticos
microtectónicos obtenidos en estructuras oblicuas que poseen la misma orientación
que las mencionadas zonas, dentro y fuera de las mismas, muestran direcciones de
acortamiento ENE a NE, que indican una componente contraccional perpendicular a
esos sistemas oblicuos. Por todo ello, estas distintas fuentes de evidencia convergen a
sustentar la interpretación del carácter transpresivo del régimen de deformación en
esas estructuras oblicuas.
Por último, cabe destacar la observación de que las zonas de cizalla observadas
en la comarca se han desarrollado a distintas escalas. En efecto, se ha determinado a
escala regional (decenas de kilómetros de largo) el cinturón Barreal – Las Peñas
(Cortés et al. 2005a), a escala intermedia (longitud de varios kilómetros) la zona
Pampa de los Burros (Terrizzano et al. 2009) y a escala más pequeña (centenares de
metros de largo) la zona de cizalla de los Avestruces (Terrizzano et al. 2009).

116
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

4. GEOMORFOLOGÍA TECTÓNICA

4.1. Introducción

La evolución de un paisaje en comarcas con deformación activa es el resultado de


la interacción entre procesos endógenos y exógenos, específicamente la competencia
entre los movimientos tectónicos verticales y horizontales de las rocas de la corteza
con los procesos de erosión y depositación. Los primeros tienden a generar relieve y
los últimos a suavizarlo.
La geomorfología tectónica estudia estas relaciones entre los procesos tectónicos
y exógenos, así como sus implicancias geodinámicas y geomórficas para un paisaje
determinado (Burbank y Anderson 2001). Es así como el estudio de las geoformas y
de los depósitos generados o modificados por los procesos tectónicos provee
información sobre el grado de actividad de los elementos estructurales asociados. En
este sentido las herramientas que pueden utilizarse son, por un lado, la observación y
análisis de geoformas individuales, tanto cualitativo como cuantitativo -mediante
distintos índices morfométricos- y, por otro, el estudio de asociaciones de geoformas
características, que permiten realizar una evaluación de la actividad tectónica de un
área determinada (Keller 1986).
El estudio de la tectónica tardío cenozoica por medio de la geomorfología
tectónica puede realizarse a distintas escalas, desde trabajos regionales hasta escalas
de detalle. Asimismo, el análisis puede comprender procesos con rangos temporales
de desarrollo de algunos miles hasta varios millones de años. Cada rango de edades
analizado es el reflejo del proceso dominante en la conformación del paisaje, ya sea el
exógeno o el endógeno, y del grado en que un determinado paisaje preserva el
registro de pequeños eventos.
Así, en el análisis debe tenerse en cuenta que cada geoforma requiere un tiempo
distinto de desarrollo. Un ejemplo se muestra en la figura 4.1., donde se muestra que
geoformas desarrolladas en períodos de tiempo a largo plazo, como los frentes
montañosos, brindan un registro menos detallado de la historia de levantamiento.
Contrariamente, geoformas tales como las escarpas de falla, vinculadas a períodos de
tiempo más cortos, otorgan una historia de levantamiento más detallada. De esta
manera, las técnicas de trabajo en geomorfología tectónica varían para cada escala
temporal.

117
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Figura 4.1: Historia hipotética de un levantamiento mostrada mediante el ploteo acumulado


de levantamiento tectónico en función del tiempo de registro. En este ejemplo se observa como
los frentes montañosos, desarrollados en períodos de tiempo más largos, muestran un registro
menos detallado de su historia de levantamiento, mientras que procesos tales como ascensos
vinculados a la generación de escarpas de falla o terremotos históricos,desarrollados en
períodos de tiempo más cortos, permiten acceder a una historia de levantamiento más
detallada (según Mayer 1986).

Tabla 4.1. Elementos geomórficos analizados en el presente trabajo.

Este trabajo encara el estudio de geoformas y asociaciones de geoformas


desarrolladas en dos escalas de tiempo distintas, por un lado a largo plazo (escala de
tiempo de algunos millones de años) y por otro a mediano y corto plazo (los últimos
800 ka). En la tabla 4.1 se muestran los elementos geomórficos distintivos de las

118
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

distintas escalas temporales analizadas. En el sector precordillerano de la comarca se


localizan algunos frentes montañosos desarrollados a largo plazo, los cuales han sido
agrupados en un frente occidental, representado por las lomas del Inca y un frente
oriental conformado por el frente del bloque Ansilta y su continuación en el bloque
Barreal. En el sector pedemontano, la mayor parte de los rasgos analizados
corresponden a una escala temporal de mediano plazo. Se ha detectado igualmente
pero en menor proporción procesos jóvenes activos. Dada su íntima relación espacial
y evolutiva, los procesos desarrollados en el piedemonte se han analizado en forma
conjunta.

4.2. Geomorfología tectónica a largo plazo: frentes montañosos

La geomorfología tectónica a largo plazo comprende los procesos ocurridos en


tiempos tardío-cenozoicos, durante el Pleistoceno temprano y el Plioceno tardío. Un
elemento geomórfico característico a esta escala de tiempo es el frente montañoso
controlado por falla (Tabla 4.1). El objetivo del análisis que se realiza en este apartado
es obtener información sobre el grado de actividad tectónica de los frentes
montañosos controlados por falla a partir de ciertas características diagnósticas de los
mismos y de sus sectores pedemontanos adyacentes. Las mismas se sintetizan en la
Tabla 4.2.
En un primer paso, desde un punto de vista cualitativo, el análisis de un
determinado frente montañoso se realiza utilizando herramientas tales como mapas
topográficos, geológicos y estructurales. En un segundo paso, se realiza un análisis
geomórfico tanto del frente serrano (cuencas de drenaje y sus respectivos dominios de
drenaje, inclinación de laderas, sinuosidad, etc.) como del sector pedemontano
(presencia de rasgos neotectónicos, presencia o ausencia de pedimentos, disposición
de los abanicos aluviales).
A partir de la integración de los resultados de estos dos pasos, se evalúa la
presencia de segmentos en el frente montañoso cuyo comportamiento sea
homogéneo (dominios morfotectónicos). Luego, sobre la base de los parámetros
cualitativos y, donde es posible, de la determinación de distintos índices
morfotectónicos (análisis cuantitativo), se evalúa finalmente el grado de actividad
tectónica relativa entre los distintos segmentos del frente serrano.
Por ser el frente más importante del área de estudio, en este apartado se presenta
primero un análisis cualitativo de detalle, desde el punto de vista de la geomorfología

119
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

tectónica, del frente montañoso denominado “oriental” correspondiente al borde


occidental del bloque Ansilta y su continuación al norte en el bloque Barreal. Por su
posición geográfica se denomina este último tramo como “frente serrano aledaño a la
pampa del Cesco”. Características tales como baja sinuosidad en sectores de este
frente así como tramos con evidencias de deformación cuaternaria con exposición
superficial de las estructuras, permiten inferir que el mismo se encuentra controlado
por falla, cuestión que se discute con mayor detalle en el Capítulo 6.
Se analizan luego a grandes rasgos los distintos frentes montañosos de la zona de
estudio con el fin de compararlos y caracterizarlos según su actividad tectónica
relativa. Para ello se los ha descripto cualitativamente teniendo en cuenta criterios
tales como los que se muestran en la tablas 4.2, 4.3 y 4.4, los cuales se utilizan como
elementos de comparación entre frentes con mayor y con menor actividad tectónica
siguiendo las propuestas de Bull y McFadden (1977, Tabla 4.4) y Bull (1984, Tabla
4.3).

Tabla 4.2: Características generales de los frentes montañosos según su grado de actividad
tectónica (según Silva et al. 2003).

120
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

4.2.1 Frente montañoso oriental

4.2.1.1. Variaciones en la topografía, litología y estructura

Sobre la base de sus contrastes topográficos (Figura 4.2) pueden reconocerse en


el frente montañoso oriental tres sectores diferentes, un primer sector que corresponde
al frente serrano al este de la pampa del Cesco (indicado con color naranja en la

Figura 4.2. Modelo de elevación digital sobre el que se muestran distintos sectores
reconocidos utilizando como criterio el contraste topográfico de los frentes montañosos: el
sector serrano al este de la pampa del Cesco (unión piedemonte montaña en naranja), el
sector conformado por los cordones del Naranjo y de la Gloria, parcialmente el cordón de las
Tres Quebradas y la sierra de Ansilta (unión piedemonte montaña en violeta) y un tercer sector
que conformado por parte del cordón de las Tres Quebradas (unión piedemonte montaña en
verde). El perfil A-A´ muestra el contraste topográfico entre los dos primeros (donde el punto
amarillo marca el quiebre de pendiente). La línea blanca indica la divisoria de aguas, que limita
el frente montañoso. FPC: Frente serrano aledaño a la pampa del Cesco; CN: Cordón del
Naranjo.

121
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Figura 4.2), un segundo sector conformado por los cordones del Naranjo y de la
Gloria, la sierra de Ansilta y de forma parcial, el cordón de las Tres Quebradas (de
color violeta en la Figura 4.2) y por un tercer sector que se corresponde con parte del
cordón de las Tres Quebradas (en color verde en la Figura 4.2).

Figura 4.3. Desde un punto de vista estructural se distinguen a lo largo frente montañoso
oriental siete tramos. El criterio de separación utilizado ha sido geométrico, es decir tomando
en cuenta los cambios en el rumbo e inflexiones de la estructura principal y un criterio
estructural en base a la presencia de estructuras que corten en forma oblicua o transversal al
frente. FN: falla Naranjo; FTQ: falla Tres Quebradas; FLB: falla Lomas Bayas. Las líneas grises
indican los límites entre tramos. La línea blanca indica la divisoria de aguas, que limita el frente
montañoso.

La región correspondiente al frente serrano al este de la pampa del Cesco apenas


supera los 2500 m de altitud y no presenta grandes cambios de relieve (Perfil A-A´ de

122
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

la Figura 4.2). El límite con el segundo sector mencionado se establece sobre la base
de un cambio abrupto en la topografía, mostrando este último frente, a la latitud del
cordón del Naranjo, altitudes de hasta 2750 m. La altitud de este último frente
permanece homogénea, alcanzando por sectores más al sur los 3000 m. En el frente
del cordón de las Tres Quebradas las altitudes varían entre 2400 y 2600 m. Sin
embargo se destaca aquí el tercer sector, de mayor expresión topográfica, que forma
un escalón de unos 150 m respecto de su sector adyacente.
La observación del mapa geológico del frente montañoso oriental (Lámina 1)
indica que no hay fuertes contrastes composicionales, estando conformado
exclusivamente por rocas paleozoicas, por lo que la influencia del factor litológico en el
modelado geomórfico del mismo se asume como homogénea.
Desde el punto de vista estructural, se observan fracturas oblicuas que coinciden
con cambios en el comportamiento estructural del mismo (Figura 4.3). Desde un punto
de vista geométrico, se observan inflexiones a lo largo del rumbo del frente montañoso
controlado por falla. De esta manera, el análisis estructural de este frente montañoso
permite distinguir siete tramos distintivos tomando como criterio las características
geométricas, es decir la presencia de inflexiones o cambios de dirección de la
estructura principal, y la presencia de estructuras que corten el frente montañoso de
forma oblicua o transversal (véanse Figuras 3.5 y 4.3).

4.2.1.2. Geomorfología tectónica

En frentes montañosos con una mayor actividad tectónica se espera, desde el


punto de vista geomórfico, características tales como una mayor pendiente de las
laderas, mayor incisión, menor sinuosidad y mayores alturas topográficas. La red de
drenaje del frente montañoso, por su parte, estará caracterizada por la presencia de
cuencas más pequeñas y más cortas, poco espaciadas, poco integradas, con una
mayor inclinación y con la divisoria de aguas más cercana a la unión piedemonte-
montaña. En el sector pedemontano se esperará la presencia de abanicos aluviales de
pequeñas dimensiones y en una posición proximal respecto del frente montañoso
(Tabla 4.2 y Figura 4.4), así como la presencia de rasgos neotectónicos tales como,
entre otros, escarpas de falla o pliegues pedemontanos.
El paso del tiempo sin o con una baja velocidad de deformación tectónica de por
medio dará origen a las características opuestas, tales como frentes degradados con
marcadas entrantes y salientes, de baja pendiente y bajo relieve topográfico. Las
cuencas se integrarán entre sí, generando cuencas extensas e irregulares, con la

123
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

divisoria de aguas más alejada de la unión piedemonte-montaña. El espaciamiento


entre ellas se acentuará al tiempo que sus pendientes resultarán más suaves. Los
abanicos aluviales esperados tendrán grandes dimensiones, habiendo migrado el
depocentro hacia zonas distales del frente montañoso. Además, para ambientes de
menor actividad o de inactividad se espera en el sector pedemontano rasgos como
abanicos atrincherados o pedimentos (Tabla 4.2, Figura 4.4).

Figura 4.4: Rasgos generales de frentes montañosos controlados por falla. a) Frente
asociado a una falla con una velocidad de ascenso rápida; b) Frente asociado a una falla con
una velocidad de ascenso lenta. Modificado de Burbank y Anderson (2001).

El análisis geomórfico del frente montañoso oriental incluye el mapeo detallado,


por medio de fotografías aéreas, de sus redes de drenaje. Sobre la base de este
mapeo, se han delimitado las distintas cuencas y sus divisorias de agua. En este mapa
se han incluido, además, la traza de las geoformas de abanicos aluviales del sector
pedemontano (Figura 4.5). De esta manera, el mapeo ha permitido visualizar la
variación en la distribución espacial de las formas y tamaños de las cuencas de
drenaje, sus patrones de drenaje, sus direcciones de escorrentía y el alejamiento, en
el caso de tratarse de cuencas mayores, o acercamiento, cuando las cuencas son más
pequeñas, de la divisoria de aguas respecto de la unión piedemonte montaña.

124
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

En la figura 4.5 se observa como estos elementos permiten individualizar en el


frente montañoso oriental cuatro grandes dominios de drenaje, es decir dominios
donde el comportamiento del drenaje es homogéneo, denominados de norte a sur 1, 2,
3 y 4.
En todos los casos el patrón de drenaje es dendrítico. Los dominios de drenaje 1 y
2 son los que muestran cuencas de mayores dimensiones, generalmente irregulares,
siendo las del dominio 1 de mayor tamaño que las del dominio 2. Los dominios 3 y 4
muestran cuencas más pequeñas, menos espaciadas y de forma irregular o alargada.
Cabe destacar que el sector sur del dominio 3 presenta cuencas con una orientación
oblicua respecto del resto. Estas cuencas tienen una orientación NNE mientras que el
resto se presenta ENE. Este cambio coincide y está asociado a un cambio en la
disposición del frente montañoso, que aquí se dispone con orientación NO.
La figura 4.6 muestra un mapa de pendientes (Slope Shader en el programa
Global Mapper) elaborado a partir de un modelo de elevación digital (DEM), donde los
colores dependen de la pendiente del terreno y no de la altura absoluta del mismo. Las
pendientes varían entre 0º (color blanco en la figura) y 50º (color negro en la figura).
Puede verse aquí que las menores pendientes dentro del ámbito del frente montañoso
se observan en el frente serrano de la pampa del Cesco, mientras que las mayores
pendientes se ubican en el cordón de las Tres Quebradas, allí donde el frente
montañoso tiene una orientación NNO y NO, e inmediatamente al norte de dicho
cordón (frente occidental de la sierra de Ansilta).
En el sector pedemontano, los abanicos aluviales son en general de grandes
dimensiones, con un eje mayor de entre 4 y 7 km de longitud. Solo al pie del frente del
cordón de las Tres Quebradas se presentan abanicos más pequeños, con un eje
mayor de entre 1 y 2,5 km y en posición proximal (Figura 4.5).
Por otra parte, al pie del frente serrano de la pampa del Cesco se presenta una
superficie pedimentada, la única que se observa asociada al frente montañoso en
análisis.
Por último, prácticamente todo a lo largo del sector pedemontano se observan
múltiples evidencias de deformación neotectónica (véase Figura 3.5). Las más
importantes están dadas por el anticlinal Pampa de los Burros, las escarpas de falla y
pliegues pedemontanos asociados a las Lomitas Negras y los anticlinales de la pampa
Yalguaraz. El único sector donde los rasgos asociados a deformación neotectónica no
son evidentes es al pie del frente montañoso occidental de la sierra de Ansilta y del
cordón de la Gloria, en el sector al sur del cordón de las Tres Quebradas (tramo 7 de
la Figura 4.3).

125
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Figura 4.6. Mapa de pendientes del frente montañoso oriental (bloque Ansilta y frente
serrano aledaño a la pampa del Cesco). Las zonas de color blanco corresponden a pendientes
horizontales (0º) y las de color negro a pendientes de 50º. Las pendientes intermedias están
representadas por matices entre blanco y negro. El mapa fue elaborado con el programa
Global Mapper, utilizando la opción “Slope Shader”. La línea blanca indica la divisoria de
aguas, que limita el frente montañoso.

4.2.1.3. Segmentación

Sobre la base de la combinación de los datos topográficos, litológicos,


estructurales y geomórficos anteriormente expuestos, se ha dividido al frente
montañoso oriental en seis dominios morfotectónicos, con comportamiento
homogéneo, cuyos límites y características distintivas se muestran en la Figura 4.7.
Estos dominios morfotectónicos permiten asimismo definir seis segmentos

127
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

sustentados en dichos datos geológicos y geomorfológicos, es decir segmentos


estáticos (McCalpin 1996).
Con el objetivo de determinar la actividad tectónica relativa entre los distintos
segmentos de este frente se ha caracterizado cada uno de ellos según los parámetros
propuestos por las clasificaciones de Bull y McFadden (1977, Tabla 4.4) y Bull (1984,
Tabla 4.3), siendo estos: la sinuosidad de los frentes, los perfiles transversales de los
ríos, el tamaño y el grado de integración de las cuencas de drenaje pertenecientes al
frente, el atrincheramiento y la ubicación de los abanicos aluviales y la presencia o
ausencia de superficies de pedimentación, muchos de los cuales ya han sido tenidos
en cuenta durante el análisis geomórfico de dicho frente (Tabla 4.2 y Figura 4.7). Se
eligió hacer uso de ambas clasificaciones dado que se consideró que cada una de
ellas presenta sus ventajas y sus desventajas. La clasificación de Bull y McFadden,
modificada por Silva et al. (2003), utiliza un mayor número de características en su
clasificación, aunque los grados que define (clases 1, 2 y 3) no permiten una
separación de mayor detalle. Además, utiliza dentro de la clasificación el término
“Tectónica activa”, perteneciendo a esta clase (según los rasgos utilizados por la
clasificación) frentes montañosos que si bien presentan una actividad rápida, no
necesariamente muestran reactivaciones que indiquen actividad reciente. Asimismo la
clasificación de Bull (1984) presenta una división en un mayor número de clases. Sin
embargo los rasgos que utiliza para la clasificación, si bien resultan útiles, no siempre
son suficientes y en ocasiones son ambiguos. En este trabajo se hizo uso de ambas
clasificaciones con el objetivo de complementar una con otra.
Además, con el fin de complementar la clasificación de Bull y McFadden (1977,
Tabla 4.4) se ha calculado en este trabajo el índice de Sinuosidad del Frente
Montañoso (Smf) para cada uno de los segmentos.
El índice de Sinuosidad del Frente Montañoso se define como:

Smf = Lmf/Ls (Ec. 4.1)

Donde Lmf es la longitud del frente montañoso medido siguiendo la unión


piedemonte montaña y Ls es la longitud del frente, medida línea recta, paralela al
mismo. Dado que la sinuosidad de los frentes está asociada al tiempo transcurrido
desde el cese de la actividad de la falla que genera el frente montañoso (Bull y
McFadden 1977 en Mayer 1986), los frentes montañosos menos activos serán más
sinuosos y por lo tanto tendrán un índice Smf mayor. Lo opuesto ocurrirá con los
frentes más activos y por lo tanto menos sinuosos.

128
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Los resultados obtenidos y su correspondiente clasificación se encuentran en la


Tabla 4.5. Los dominios o segmentos muestran el siguiente orden de actividad
tectónica relativa: Dominio 4 > Dominio 2 ≈ Dominio 6 > Dominio 1 ≈ Dominio 3 ≈
Dominio 5.

Rasgos típicos en el
Clase (de la actividad Rasgos típicos en el frente montañoso
piedemonte
tectónica relativa)
Clase 1 Abanicos aluviales no Perfil transversal de los
actividad máxima atrincherados valles en V o en U
Clase 2 Abanicos aluviales Perfil transversal de los
Baja sinuosidad
actividad rápida atrincherados valles en V
Clase 3 Abanicos aluviales Perfil transversal de los
actividad lenta atrincherados valles en U
Clase 4 Abanicos aluviales Frente montañoso con
actividad mínima atrincherados entrantes y salientes
Alta sinuosidad
Clase 5
Pedimento Pedimento
inactividad
Tabla 4.3: Clasificación de la actividad tectónica cuaternaria relativa de frentes montañosos
(Bull, 1984).

Elementos geomorfológicos y Clase de actividad tectónica del frente


morfométricos principales montañoso
1) Frentes montañosos lineales (Smf <1,5).
2) Perfil transversal de los valles en V, caracterizados
por incisión activa. (Vf <1)
3) Cuerpos de los abanicos aluviales en relación de
overlap y de onlap.
4) En el piedemonte, abanicos aluviales empinados y de
Clase 1:
relativo pequeño tamaño. Tectónica activa
5) Canales de abanico y de inter-abanico
desconectados del sistema fluvial axial.
6) Conservación de elementos indicadores tectónica
activa tales como dorsos de presión, ríos desviados, etc.

1) Frentes montañosos irregulares (Smf entre 1,8 y 2,3).


2) Perfil transversal de los valles en U caracterizado por
agradación del piso del valle.
3) Cuerpos de los abanicos aluviales en relación de
onlap. Atrincheramiento.
4) En el piedemonte, abanicos aluviales de pendiente
Clase 2:
moderado y relativamente extensos. Tectónica moderada
5) Canales de abanico desconectados del sistema
fluvial axial, pero canales inter-abanico totalmente
conectados, generando disección de los cuerpos de
abanicos.
6) Geoformas tectónicas degradadas o soterradas.

1) Frente montañoso con alta sinuosidad (Smf>2,8),


caracterizado por engolfamientos y la presencia de
¨montes isla¨ en el piedemonte
2) Piso de los valles anchos, caracterizado por un
sistema fluvial típico con aplanamiento lateral.
3) Cuerpos de abanicos aluviales disectados.
Clase 3:
4) Áreas de sedimentación extensas y muy disectadas. Inactivo
5) Canales de abanico y de inter-abanico
completamente conectados al sistema fluvial axial e
integrados en la red de drenaje regional.
6) Geoformas tectónicas con un alto grado de
degradación o soterramiento, mayormente aisladas.
Tabla 4.4: Principales características geomorfológicas y morfométricas de los frentes
montañosos según su clase de actividad tectónica siguiendo la clasificación de Bull y
McFadden 1977 (según de Silva et al. 2003).

129
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

4.2.2. Caracterización y comparación de la actividad tectónica relativa de


los distintos frentes montañosos del área de estudio

Se analizan y se comparan aquí distintos elementos de los principales frentes


montañosos presentes en la zona de estudio con el objetivo de asignarle a los mismos
una mayor o menor actividad tectónica relativa. Los frentes analizados son el frente
oriental del bloque Ansilta, el frente del cordón Cucaracha, el frente del cordón de las
Manieras y el frente de las lomas del Inca (Figura 4.8). De ellos, los tres primeros
están desarrollados en rocas paleozoicas y el último predominantemente en rocas
miocenas. Dado que el grado de actividad tectónica relativa debe ser asignada para
frentes de litología homogénea, se excluye al frente de las lomas del Inca de dicha
comparación.
Los elementos analizados son aquellos que utilizan las clasificaciones de Bull y
McFadden (1977, Tabla 4.4) y Bull (1984, Tabla 4.3), los mismos que han sido
utilizados en el apartado anterior.
Se ha calculado, además, para cada uno de los frentes el índice Sinuosidad del
Frente Montañoso (Smf) a modo de complemento de estas clasificaciones. Los
resultados se muestran en la Tabla 4.5 y los datos utilizados en la obtención del índice
Sinuosidad del Frente Montañoso de los distintos frentes se muestran en el apéndice
correspondiente a este capítulo. Los resultados sugieren el siguiente orden de
actividad tectónica relativa: frente del Cordón de las Manieras ≥ frente oriental del
bloque Ansilta > frente del Cordón Cucaracha.
Cabe aclarar que si bien no se ha realizado en este trabajo un análisis en detalle
del frente serrano de las lomas del Inca, el mismo muestra un segmento característico,
localizado entre los 31° 50´ S y el anticlinal Loma s Bayas (Sector Sur en la Figura 3.6),
el cual presenta numerosas evidencias de una mayor actividad tectónica. Algunas de
estas características han sido descriptas en el Capítulo 3 y otras se describen a lo
largo del presente capítulo. Estas son: presencia de fallas que afectan secuencias del
Pleistoceno superior, mayor expresión topográfica, presencia de valles colgados y
knickpoints, claras perturbaciones en los perfiles longitudinales de sus valles, abanicos
aluviales segmentados en el sector pedemontano. Una discusión sobre la
segmentación del frente de las Lomas del Inca se presenta en el Capítulo 6.

131
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Figura 4.8. Frentes montañosos a los que se caracterizó y comparó según su actividad
tectónica relativa. Se presentan aquí las trazas de las longitudes de los frentes montañosos
siguiendo la unión piedemonte montañan (Lmf; líneas llenas blancas). La caracterización y
comparación de estos frentes se presenta en la Tabla 4.5.

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

ACA VA TABLA 4.5

133
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

4.3. Geomorfología tectónica a mediano y corto plazo

Una escala de tiempo a mediano plazo, hace referencia en general al intervalo de


tiempo que se extiende más allá del límite Holoceno – Pleistoceno (10 ka) y,
habitualmente, hasta 400 ka (Burbank y Anderson 2001). En este trabajo, debido a la
edad asignada a los depósitos pedemontanos más antiguos deformados (primer nivel
de agradación de la comarca), se extiende este intervalo hasta aproximadamente el
límite Pleistoceno medio – Pleistoceno temprano (800 ka).
En teoría aquellos rasgos típicamente generados a una escala holocena, como los
asociados a la perturbación de sistemas fluviales, se separan de aquellos rasgos
vinculados a escalas de tiempo intermedias, como el reordenamiento de las redes
fluviales como respuesta al levantamiento o al basculamiento, la segmentación de
abanicos, la interacción de pliegues en crecimiento o escarpas de falla con sistemas
fluviales, etc. Esta separación, en el caso puntual de la zona de estudio, resulta difícil
de llevar a cabo, ya que se observa que rasgos típicamente holocenos se extienden en
la práctica dentro del Pleistoceno tardío y medio y que rasgos asociados en general a
escalas a mediano plazo, pueden aparecer en estados muy prístinos, pudiéndolos
interpretar como holocenos. Por ello, se ha decidido en este trabajo agrupar ambas
escalas de tiempo -a corto y a mediano plazo, entre < 10 Ka y hasta 800 Ka, en un
mismo análisis.
De esta manera, se presentan en este apartado los elementos geomórficos
observados en el área de estudio que son utilizados como evidencia de actividad
tectónica en la escala temporal de mediano y corto plazo. Los mismos abarcan desde
pliegues y escarpas de falla hasta modificaciones en los rasgos de los patrones
fluviales (Tabla 4.1).

4.3.1. Pliegues pedemontanos

En el sector pedemontano de la comarca se han identificado numerosos pliegues


que afectan sedimentos cuaternarios (Figura 4.9). Los mismos se concentran
principalmente al sur de las lomas del Inca y en la pampa Yalguaraz. En algunos
casos afloran sus núcleos conformados por sucesiones de rocas miocenas de la
Formación Lomas del Inca o por rocas paleozoicas del Grupo Ciénaga del Medio. Su
génesis está ligada a fallamiento, donde, en algunos casos, se han interpretado fallas
ciegas (Figura 4.10b). Cuando las fallas son emergentes, los pliegues se presentan

134
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

comúnmente acompañados de escarpas de falla (Figura 4.10a). Ejemplos de escarpas


de falla asociadas a pliegues se muestran a lo largo de las distintas figuras
presentadas en este capítulo.

Figura 4.9. Ubicación de los pliegues cuaternarios en la zona de estudio. Con azul se han
marcado sus ejes. Se nombran en la figura solo aquellos pliegues de mayor desarrollo, los
cuales están desarrollados en todos los casos en el primer nivel de agradación de la comarca.

135
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Los pliegues pedemontanos de mayor desarrollo alcanzan los 70 m de alto y se


encuentran deformando principalmente depósitos del primer nivel de agradación
regional de la comarca y en menor proporción del segundo nivel de agradación. El
plegamiento flexiona tanto las capas de estos depósitos como la superficie tope de
agradación de los mismos.
Ejemplos de estos son el anticlinal Lomas Bayas (Figura 4.11), el anticlinal Pampa
de los Burros (Figura 4.12), y el conjunto de anticlinales ubicados en la pampa
Yalguaraz (Figuras 4.13 y 3.28).

Figura 4.10. Modelo genérico de formación para los pliegues pedemontanos de la


comarca de estudio. a) Un caso donde la falla que genera el pliegue corta la superficie,
observándose en el terreno la escarpa de falla asociada b) Un caso donde la falla que
genera el pliegue es ciega.

El transporte de masa de estos pliegues se da en general hacia el este, con


excepción del cierre austral del anticlinal Lomas Bayas (Figura 4.11e) y probablemente
del anticlinal Pampa de los Burros, donde el mismo sería hacia el oeste (véase el
Capítulo 3).
Además de los pliegues, se ha observado en el campo la presencia de depósitos
cuaternarios flexionados y adosados a grandes afloramientos de rocas paleozoicas
emergiendo en el piedemonte. Este rasgo se observó en forma característica en las
Lomitas Negras y en el frente serrano aledaño a la pampa del Cesco afectando las
secuencias del primer nivel de agradación de la comarca (Figura 4.14 e y f).

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

4.3.2. Escarpas de origen tectónico

Otro elemento geomórfico vinculado a la deformación a mediano - corto plazo en


la comarca, está dado por la presencia de numerosas escarpas de origen tectónico.
El estudio de las escarpas de origen tectónico ha resultado de especial interés ya
que las mismas pueden brindar información acerca de la distribución espacial y
temporal de la actividad tectónica tardío cenozoica en una dada región.
En el sector pedemontano de la comarca se han determinado escarpas de origen
tectónico (Figura 4.15) entre las cuales se han distinguido escarpas de falla
pedemontanas, escarpas de pliegues y escarpas de falla rocosas. Se han identificado
asimismo, escarpas de falla pedemontanas cuyo bloque hundido ha sido retrabajado
por la acción fluvial, alterando su geoforma original y transformándolas en escarpas de
línea de falla.
Las escarpas de falla pueden ser simples, es decir, generadas por un único evento
de ruptura, o compuestas, cuando han sido generadas por más de un evento de
deformación (Stewart y Hancock 1990). Asimismo, en las escarpas de falla se
distinguen escarpas de falla pedemontanas, que afectan depósitos aluviales
cuaternarios generados en ese ámbito y escarpas rocosas, en las que la acumulación
de sucesivos eventos de ruptura conduce a la exposición del sustrato rocoso en el
bloque elevado de la escarpa.
Durante su degradación, las escarpas de falla simples desarrollan una secuencia
de geoformas características (Wallace 1977). En la figura 4.16a se observa una
secuencia típica de degradación de una escarpa de falla en ambiente árido y
semiárido, en la cual ésta va cambiando su perfil longitudinal, disminuyendo sus
ángulos de pendiente máximos, al tiempo que los procesos que controlan la escarpa
también varían, pasando de morfologías dominadas por falla, a morfologías
controladas por procesos de gravedad, por detritos y finalmente por lavado (Figura
4.16b). En la figura 4.17 se presenta un block diagrama de los elementos geomórficos
básicos que integran la escarpa en el estadío 2 de la figura 4.16a y b.
Cuando una escarpa de falla alcanza un estadio tal que los últimos remanentes de
la superficie tectónica original han sido totalmente removidos por modificación
geomórfica, es decir donde ya la cara libre ha sido totalmente erosionada y/o
sepultada, se la denomina “escarpa de falla residual” (Figura 4.16b, Stewart y Hancock
1990).

141
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Figura 4.15. Ubicación de las escarpas de origen tectónico observadas en el área de


trabajo. Se incluyen aquí tanto las escarpas de falla (pedemontanas y rocosas) como las
escarpas de línea de falla y de limbo de pliegue.

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Figura 4.16: Secuencia de degradación para una escarpa de falla simple. a) Modificaciones
en el perfil longitudinal (la línea punteada representa cada perfil en su estadio previo) y en los
controles geomórficos (tomado de Wallace 1977); b) La misma secuencia mostrando el pasaje
a una escarpa de falla residual al desaparecer la cara libre (tomado de Stewart y Hancock
1990, quienes lo modificaron de Wallace 1977)

La presencia de escarpas compuestas (Figura 4.18), por su parte, puede


manifestarse mediante cambios en la pendiente de la escarpa que la apartan del perfil
esperado para una escarpa simple o por alturas que exceden las alturas máximas
registradas para un evento simple.
Las escarpas de limbo de pliegue (Stewart y Hancock 1990) están indicadas por el
resalto generado por el limbo empinado de los pliegues producto de la rotación de la
superficie del terreno.
En la zona de estudio, la mayoría de las escarpas de falla se encuentran
afectando el primer nivel de agradación de la comarca, solo algunas aparecen
cortando el segundo y el tercer nivel. Ejemplos de estas últimas escarpas más jóvenes
se dan sobre el límite oriental del anticlinal Pampa de Los Burros y al oeste del
anticlinal Lomas Bayas (Figuras 4.12 y 4.19).
Siempre que fue posible, se han levantado a lo largo de estas escarpas, utilizando
gps y altímetro de precisión, perfiles topográficos transversales con el objetivo de
obtener datos de altura y de cambios de pendientes de las mismas (Figuras 4.19, 4.20
y 4.21).

143
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Figura 4.17. Elementos básicos que pueden presentarse en una escarpa de falla (tomado
de Wallace 1977). Las superficies originales (superior e inferior) son los segmentos del terreno
original que han sido separados uno del otro por fallamiento; la cresta y el pie representan,
respectivamente, los extremos superior e inferior de la escarpa de falla; la cara libre es el
remanente de la superficie expuesta originalmente por el fallamiento, siendo su inclinación
mayor a 45º; la ladera de detritos se origina a partir del material que cae por gravedad y
descansa con un ángulo de reposo entre 30º y 40º (a veces menor), pudiéndose presentar
pequeños abanicos aluviales en su parte superior; la ladera de lavado implica erosión y
depositación por procesos fluviales, variando su inclinación entre 5 y 10º.

4.3.2.1. Escarpas de falla pedemontanas

Las escarpas pedemontanas observadas presentan extensiones laterales


acotadas, extendiéndose a los sumo unos 800 metros, siendo sus longitudes medias
de entre 200 y 400 m. Sus alturas varían entre 1 m para aquellas más jóvenes como
las que cortan el segundo nivel de agradación (Figura 4.12) y 35 m (Figura 4.19, perfil
B), presentando más comúnmente alturas entre 3 m y 10 m. Las mismas se
encuentran muy degradadas y corresponden a escarpas residuales, ya que en ningún
caso se encuentra preservada la cara libre. Salvo algunas excepciones, sus caras
inclinan en contra de la pendiente regional (al este o al noreste, Figura 4.15).
En algunos casos, como en las lomas del Inca y en el sector austral de anticlinal
Lomas Bayas se ha podido inferir la presencia de escarpas compuestas, ya sea
porque la escarpa presenta una altura máxima mayor a la esperada para un único
evento (Perfiles A y B de la Figura 4.19a y Figura 4.19b), o porque su perfil topográfico

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

longitudinal presenta cambios abruptos en su pendiente, semejantes a lo observado


en el modelo de la Figura 4.18 y tal como se observa en el Perfil B de la Figura 4.19a.
En la figura 4.20 pueden observarse tres perfiles que fueron levantados sobre la
superficie correspondiente al primer nivel de agradación de la comarca, en el sector
correspondiente al flanco oriental de las Lomitas Negras. Este depósito se encuentra
afectado por algunas escarpas de falla dispuestas en contra de la pendiente regional,
que pueden apreciarse en dichos perfiles. Esta figura muestra asimismo sectores
donde la superficie de los depósitos cuaternarios del primer nivel de agradación se
encuentra a contrapendiente.
Un hecho interesante es que, en algunos casos, las escarpas pedemontanas pueden
expresarse como rasgos absolutamente sutiles. Este es el caso por ejemplo de una
escarpa ubicada al oeste del anticlinal Lomas Bayas. Allí, la deformación no se
manifiesta mediante un resalto topográfico apreciable a simple vista o en fotos aéreas,
sino por una zona con una mayor incisión fluvial. Este resalto, sin embargo, puede
apreciarse por medio de perfiles topográficos de mayor resolución, como los que se
muestran en la Figura 4.21.

4.3.2.2. Escarpas de línea de falla

Los ejemplos de escarpa de línea de falla en la región están dados por los bordes
estructurales de los altos Centro y Norte de los Avestruces (Figura 4.15). Si bien estos
bordes han sido interpretados como tectónicos y con actividad cuaternaria ya que se
muestran ascendiendo depósitos pleistocenos (veáse Capítulo 3), los mismos están
sometidos a una gran erosión por parte de arroyos que se recuestan sobre ellos.
Como resultado de la erosión fluvial, el resalto de las primitivas escarpas de falla
pedemontanas ha sido alterado por erosión y acumulación fluvial en el bloque hundido
de la escarpa. Por ello, se las considera en este trabajo “escarpas de línea de falla”.
Estas escarpas de línea de falla son resecuentes, ya que miran en la misma dirección
que las escarpas originales. Las mismas, de hasta 6 m de altura, se muestran en la
Figura 4.22c y d.

4.3.2.3. Escarpas de limbo de pliegue

Un ejemplo de escarpa de limbo de pliegue puede observarse asociado al


anticlinal Lomas Bayas. La misma se extiende aproximadamente 1 km, a lo largo del

145
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

limbo oriental del dominio 1 de dicho pliegue y alcanza unos 9 m de altura (Figura
4.22b).

Figura 4.18. Modificaciones en el perfil de una escarpa simple dado un nuevo evento de
deformación. Los perfiles A hasta E representan los mismos estadios que la figura 4.16,
(escarpa de falla simple); los perfiles E + A hasta E+ D muestran el caso de una escarpa de
falla compuesta. C: cresta de la escarpa original (escarpa simple); C`: cresta de la escarpa
compuesta. (Según Yeats 1997).

4.3.2.4. Escarpas rocosas

Se han identificado en el sector pedemontano de la región cuatro escarpas


rocosas (Figura 4.15). En todos los casos las escarpas exponen las secuencias del
Paleozoico inferior del Grupo Ciénaga del Medio.
Una primera escarpa se presenta al norte de las lomitas Negras (Figura 4.23b).
Esta escarpa rocosa presenta poco desarrollo, con solo 700 m de largo y unos 3 m de
alto. Su rumbo es N-S y su cara inclina al este.
Una segunda escarpa se ubica en la continuación austral del cordón de las Tres
Quebradas, al este de la pampa Yalguaraz. Se trata de una escarpa N-S a NNO
asociada a una falla que levanta hacia el este rocas del Paleozoico inferior (Grupo

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Ciénaga del Medio) sobre depósitos del primer nivel de agradación de la comarca.
Esta escarpa, que se extiende por 3 km, es apenas reconocible en el campo, ya que
no supera el metro de altura. (Figura 4.23a).
La tercera escarpa se asocia al borde estructural del alto Sur de los Avestruces. El
mismo está representado por una escarpa rocosa de dirección NNE y cara al este.
Esta escarpa tiene 1,5 km de largo y alcanza una altura de 7 m, por lo que es un rasgo
fácilmente apreciable en el campo (Figura 4.23c).
Finalmente, la escarpa rocosa más extensa y desarrollada delimita el borde norte
de la ciénaga de Yalguaraz y corresponde a la falla Yalguaraz. Esta escarpa presenta
un notable desarrollo, alcanzando los 100 m de alto y casi 7 km de largo (Figura
4.23d). Su dirección es NO y su cara mira al suroeste.

Escarpa de falla pedemontana


que corta el segundo o el tercer
nivel de agradación de la comarca

Figura 4.19. a) Perfiles topográficos de escarpas de falla pedemontanas En todos los


casos la escala vertical ha sido exagerada con el fin de resaltar los cambios de pendiente. En
ninguno de estos ejemplos se preserva la cara libre. En el perfil A la escarpa se encuentra
controlada por detritos-lavado; en B los cambios abruptos de pendiente evidencian más de un
desplazamiento a lo largo de esta falla (escarpa compuesta); las inclinaciones obtenidas en la
escarpa del perfil C muestran un control dominante por lavado; b) Ubicación de los perfiles
topográficos de a). Se muestra además la escarpa ubicada al oeste del anticlinal Lomas Bayas,
en la que se han levantado los perfiles de la Figura 4.21.

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4.3.3. Segmentación de abanicos aluviales

Según el grado de actividad tectónica del frente montañoso al que están


relacionados, los abanicos aluviales pueden presentar distintos tamaños y localización
(Figura 4.24). El perfil longitudinal típico de un abanico aluvial es suavemente cóncavo
hacia arriba, aunque el mismo puede sufrir modificaciones si se generan cambios y
migraciones en la localización del depocentro de acumulación.
En un frente montañoso en el cual disminuye el grado de actividad tectónica, los
abanicos aluviales tenderán a atrincherarse, migrando la depositación de los
sedimentos a zonas más distales respecto de dicho frente (Figura 4.24b).
En un frente montañoso que se vuelve tectónicamente más activo, en cambio, la
depositación de los sedimentos aluviales tenderá a migrar hacia el mismo, donde
poseen una mayor pendiente (Figura 4.24a).
Así, el perfil longitudinal de un abanico aluvial puede mostrar cambios en su
pendiente, presentándose segmentado. En los frentes con menor actividad tectónica
los segmentos más jóvenes se encontrarán más alejados y en los de mayor actividad
los segmentos más jóvenes estarán más cercanos al frente (Figura 4.24).

Figura 4.24: Segmentación de abanicos aluviales. a) el caso de un frente montañoso con


mayor actividad, la depositación migra hacia zonas proximales al mismo; b) el caso de un
frente montañoso con escasa actividad o inactivo, la acumulación de los sedimentos de los
abanicos aluviales migra hacia zonas distales como resultado del atrincheramiento de los
abanicos. (Según Bull 1977).

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Figura 4.25. A la izquierda, vista de los abanicos segmentados al pie del frente serrano del
sector sur de las lomas del Inca. La línea de color amarillo claro indica la traza del perfil
topográfico mostrado en la Figura 4.26, donde los puntos amarillos marcan los quiebres de
pendiente. La línea punteada lila marca la unión piedemonte – frente serrano. A la derecha,
vista de las superficies de acumulación de los abanicos aluviales en posición proximal (arriba) y
distal (abajo) respecto del frente serrano. Nótese el aspecto más juvenil (menor grado de barniz
del desierto y enterramiento de los clastos) de la superficie correspondiente a los abanicos
proximales.

Figura 4.26. Perfil a lo largo de los abanicos segmentados al pie de las lomas del Inca, el
círculo amarillo ubicado más al oeste marca la inflexión de la pendiente tal como se aprecia en
las fotos aéreas, en las imágenes satelitales y en modelo de elevación digital (DEM). El círculo
ubicado más al este corresponde al contacto entre los depósitos cuaternarios y los neógenos
de la Formación Lomas del Inca (estos últimos ya en el frente montañoso). La inclinación del
segmento más distal es de 0,5° y la del segmento má s proximal es de 3°. Igual escala vertical
que horizontal.

Para asignar una edad relativa a los distintos segmentos se utilizan elementos
tales como el grado de desarrollo de suelos -en el caso de estar presentes-, el grado
de meteorización de los clastos y de disección de las superficies aluviales, así como el
grado de desarrollo de barniz del desierto (Bull 1964, 1977).
En la comarca se presentan abanicos segmentados en el sector sur de las lomas
del Inca (Figuras 3.6, 4.25 y 4.26). Los mismos están constituidos por los depósitos del
tercer nivel de agradación de la comarca.

153
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Los abanicos más cercanos al frente montañoso son de pequeñas dimensiones.


Su superficie de agradación prácticamente no presenta barniz del desierto y posee
clastos mayores con escaso enterramiento (Figura 4.25). Los abanicos más distales,
en cambio, son de mayor tamaño y muestran un mayor desarrollo de barniz del
desierto y un mayor enterramiento de los bloques conservados en superficie (Figura
4.25). Estas características permiten inferir que los abanicos más pequeños y
proximales son más jóvenes en coincidencia con el modelo de la figura 4.24a. Los
mismos están asociados a un frente montañoso con distintas evidencias de
deformación cuaternaria y en especial a un segmento del mismo donde esas
evidencias se han concentrado. Se interpreta por ello que la segmentación de los
abanicos está asociada al levantamiento del frente de las lomas del Inca a esta latitud
y es una prueba de la mayor actividad tectónica del segmento montañoso al cual están
asociados.

4.3.4. Evidencias del ajuste de los ríos y de las redes de drenaje a la


deformación

Los ríos o las redes de drenaje son sensibles a los cambios de pendiente
generados por la deformación tectónica. Su ajuste a estos cambios se manifiesta en
superficie mediante rasgos que dependerán de la competencia entre la velocidad de
deformación y la capacidad de erosión o del ajuste de los ríos a las nuevas
condiciones (Burbank y Anderson 2001). Se presentan a continuación las evidencias
de estos procesos observadas en la región de estudio, que van desde rasgos mayores
desarrollados a escalas de tiempo más largas (mediano plazo) a rasgos más tenues
producto de deformaciones a corto plazo (holocenas). Como se dijo, estos rasgos son
respuesta de la red fluvial a cambios en la morfología del terreno por levantamiento
tectónico. Estas evidencias corresponden a cuencas asimétricas como producto de
basculamientos, zonas de agradación anómala, así como a cambios en los perfiles
longitudinales y en los patrones en planta de los ríos o arroyos.

4.3.4.1. Ajuste de los ríos al basculamiento

El estudio del drenaje permite determinar la presencia de basculamientos en


regiones con suave relieve donde esas deformaciones tectónicas no son un rasgo

154
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

fácilmente detectable. Los efectos del basculamiento sobre una cuenca de drenaje
dependen de la orientación de los cursos respecto del eje de basculamiento y de su
capacidad de ajuste a las perturbaciones de pendiente generadas por la deformación.
Los cursos de los ríos que corren a favor de la superficie basculada mostrarán
mayores pendientes y tenderán a un mayor desarrollo, mientras que lo opuesto
sucederá con aquellos ríos que corren en contra de la dirección de basculamiento.
Asimismo, si los ríos sometidos a basculamiento se encuentran atrincherados de tal
forma que no pueden desviarse para formar nuevos cursos, preservarán su orientación
original y por ello existirá una incongruencia entre su orientación y la inclinación de la
superficie basculada (Burbank y Anderson 2001).

Figura 4.27. Cuencas de drenaje sometidas a basculamiento. a) Block diagrama


mostrando el desarrollo de cuencas asimétricas dada una determinada dirección de
basculamiento. Nótese que las áreas hacia la derecha del río principal (mirando aguas abajo)
presentan un grado de desarrollo mayor que las áreas hacia la izquierda del mismo. Esto se da
por un mayor desarrollo de los tributarios dispuestos a favor de la pendiente, migrando
consecuentemente la divisoria de aguas y ampliando la cuenca (Hare y Gardner 1985); b)
Grado de asimetría según la orientación del eje de basculamiento respecto del eje de la cuenca
de drenaje. La asimetría es máxima cuando ambos ejes son paralelos (A), nula cuando son
perpendiculares (B) e intermedia para posiciones oblicuas.

Debido al mayor desarrollo adquirido por los cursos dispuestos a favor de la


pendiente, las cuencas de drenaje se tornarán asimétricas allí donde el eje de
basculamiento es paralelo u oblicuo al eje de la cuenca (Figura 4.27). Allí, a mayor
basculamiento, mayor será la asimetría. Si el eje de basculamiento es perpendicular al
eje de la cuenca de drenaje, éste no se verá expresado como asimetría en la cuenca
de drenaje (Figura 4.27b).

155
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Para cuantificar el grado de asimetría de una cuenca y, por lo tanto el grado de


basculamiento, pueden utilizarse índices morfométricos como el Factor de Asimetría
(AF; Hare y Gardner 1985).
El Factor de asimetría se define como:

AF= 100* (Ar/At) (Ec.4.2)

Donde Ar es el área de la cuenca a la derecha del río principal (mirando aguas


abajo) y At es el área total de la cuenca de drenaje. Para una red de drenaje simétrica
AF deberá ser igual a 50. Valores mayores o menores que 50 sugieren basculamiento.
Tradicionalmente se calcula Ar y At por medio de grillas con una escala determinada,
siguiendo el método que se muestra en el apéndice de este capítulo.
Sin embargo, en la práctica, este índice puede calcularse utilizando imágenes
satelitales o fotos aéreas georeferenciadas y programas para el procesado de
sistemas de información geográfica (GIS).
En la comarca se han inferido basculamientos sobre la base de la configuración de
la red de drenaje. Se han identificado en la porción sur del bloque Barreal y al sur de
las lomas del Inca, evidencias de cursos atrincherados que no han logrado ajustarse a
la nueva superficie basculada y cuencas asimétricas.
La figura 4.28 muestra la bajada aluvial correspondiente a la pampa del Cesco.
Aquí se expone la Formación Cesco, que corresponde a los depósitos del primer nivel
de agradación de la comarca. Sobre el borde suroriental de la pampa, se preservan de
forma relíctica depósitos de la unidad profundamente excavados (unos 15 m) por los
arroyos que salen del sector serrano. Hacia el oeste, los mencionados depósitos se
encuentran más erosionados, observándose dos generaciones de ríos con distinta
orientación. Se observa por un lado, una generación de ríos atrincherados, cercanos al
frente que cortan dicho depósito a un mayor nivel topográfico, con una orientación
ENE (Figura 4.28). Por otro lado, se observa una generación de ríos más jóvenes, que
se distribuyen y cortan la Formación Cesco a lo largo de la pampa con una dirección
de escurrimiento NE-SO (Figura 4.28b).
La dirección de la generación de ríos más antiguos (ENE) se encuentra en
desacuerdo con la pendiente local actual de la planicie, mostrada por la generación de
ríos más jóvenes de dirección NE. Hacia el sur, toda la bajada pedemontana del
bloque Ansilta muestra ríos consecuentes de dirección ENE y E-O. Por todo ello, la
orientación anómala NE-SO de los cauces más jóvenes en la pampa del Cesco y su
diferente orientación con la generación más antigua es consistente con un
basculamiento ocurrido entre ambas generaciones de los mismos, ya que cada una

156
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

responde a pendientes distintas. El pasaje de una red de drenaje ENE a otra NE


marcaría una basculamiento a lo largo de un eje oeste-suroeste, que podría asociarse
al levantamiento en tiempos cuaternarios de la porción sur del bloque Barreal en el
sector del arroyo Cabeceras.

Figura 4.28 Ejemplo de basculamiento con ríos atrincherados que no logran ajustarse a la
pendiente de la nueva superficie. a) vista aérea de la bajada de la pampa del Cesco donde con
línea punteada roja se delimitan los depósitos cuaternarios cuyos ríos se encuentran
atrincherados mostrando una dirección ENE, en desacuerdo con la pendiente actual de la
bajada; b) red de drenaje de la bajada de la pampa del Cesco. En rojo los ríos atrincherados
pertenecientes a la generación más antigua delimitada en a, en celeste la generación de ríos
más joven con dirección NE ajustados a la nueva pendiente.

Unos 4 km al sur de la pampa del Cesco, a la altura de las lomas del Inca y del
anticlinal Lomas Bayas, se reconocen 4 cuencas adyacentes entre sí y con distinto
grado de asimetría, denominadas cuencas 1, 2, 3 y 4 (Figura 4.29). Se ha calculado
para cada una de ellas el Factor de Asimetría (AF) con el método convencional (véase
apéndice correspondiente a este capítulo) y utilizando el software MapInfo. Los
resultados se exponen en la Tabla 4.6.

157
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Calculado utilizando el Calculado utilizando el método tradicional de


software MapInfo grillas.
Ar At Ar (número de At (número de
2 2 AF AF
(km ) (km ) intersecciones) intersecciones)
Cuenca 1 0,589 2,584 22,8 1 10 10
Cuenca 2 1,102 1,579 69,79 5 8 62,5
Cuenca 3 2,108 4,432 47,56 7 16 43,75
Cuenca 4 2,666 3,685 72,35 11 15 73,33
Tabla 4.6: Factores de asimetría para algunas cuencas de las lomas del Inca y del
anticlinal Lomas Bayas.

158
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Los resultados muestran, de sur a norte, un pasaje desde una fuerte asimetría que
implica una basculamiento desde el sur (cuenca 1) hacia una fuerte asimetría que
implica una basculamiento desde el norte (cuenca 4), pasando por una zona
transicional donde la asimetría es muy baja (cuenca 3).
La asimetría de la cuenca 1 se interpreta como reflejo del levantamiento de los
anticlinales Pampa de los Burros y Lomas Bayas (Figura 4.29) y, en menor medida,
de la zona comprendida entre ellos. La asimetría de la cuenca 4, por su parte,
reflejaría el levantamiento del frente serrano de las lomas del Inca a aproximadamente
los 31º 51`S, sector donde el frente presenta su mayor expresión topográfica (Figura
4.29). El levantamiento de estas estructuras no llegaría a afectar a la cuenca 3, cuya
asimetría es muy baja y donde por lo tanto no habría un basculamiento importante.
La cuenca 2, por otro lado, muestra una fuerte asimetría que implica un
basculamiento desde el norte y a su vez su área derecha está atravesada por una
escarpa de falla, cuyo resalto topográfico es de unos 12 m, a la cual se le asocian una
nueva red de drenaje en su labio levantado y ríos desviados (Figura 4.29). De esta
manera, la asimetría de esta cuenca estaría dada a basculamiento y, de forma
asociada, a rasgos internos de la misma.

4.3.4.2. Alteración en el perfil longitudinal de los ríos

Un río que drena en una región estable y que por lo tanto no es sometido a
perturbaciones tectónicas, presenta típicamente un perfil de equilibrio cóncavo y sin
cambios abruptos en su pendiente. El perfil longitudinal de un río que atraviesa
elementos estructurales con actividad neotectónica, en cambio, dependerá de la
competencia entre la velocidad de deformación de los elementos estructurales y la
velocidad de erosión del río. Así, ríos en los que la velocidad de levantamiento es
mayor que su capacidad de incisión, registrarán la deformación en sus perfiles
longitudinales. Perturbaciones en el perfil de equilibrio, tales como lechos convexos,
inclinaciones anómalas y/o resaltos en su perfil, que no pueden explicarse por un
contraste litológico, dentro de regiones con actividad neotectónica pueden ser
interpretadas como respuesta de los ríos a deformación tectónica joven.
Esto se manifiesta marcadamente en las lomas del Inca, donde se han levantado
10 perfiles longitudinales de fondo de valle y en el anticlinal Pampa de los Burros,
donde se ha levantado un perfil. Los mismos, cuya ubicación se muestra en la Figura
4.30, se han levantado utilizando GPS y un altímetro de alta resolución (error de ± 0,5
m).

159
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Figura 4.30. Ubicación de los perfiles longitudinales de fondo de valle levantados en las
lomas del Inca, junto con aquellos mostrados en la Figura 4.21 y rasgos estructurales más
importantes como referencia.

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

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Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Los resultados obtenidos han sido volcados en las Figuras 4.21 (perfiles B y D),
4.31 y 4.32. En estas últimas dos figuras se han marcado, como referencia, las líneas
que unen el primer punto de cada perfil con el último. Nótese que en un río cuyo perfil
es de equilibrio, esta línea debería permanecer a lo largo del trayecto por encima del
lecho del río (Figura 4.33).

Figura 4.33. En gris, el perfil de equilibrio promedio de un río. En línea negra punteada,
ejemplos de tramos en los que se podría llegar a levantar el perfil (dada la imposibilidad real
que existe generalmente de recorrer un mismo río en su totalidad). Nótese que en todos los
casos la línea que une el punto más alto con el más bajo de cada sector se mantiene por
encima del perfil de equilibrio promedio.

En los perfiles obtenidos puede verse como, según la competencia entre la


velocidad de levantamiento y la velocidad de erosión, los lechos de los ríos
manifiestan o no la existencia de actividad neotectónica.
En la Figura 4.31, los perfiles 1 y 2 no muestran marcadas perturbaciones en su
topografía o perfil de equilibrio. Estos perfiles fueron levantados en el sector norte de
las lomas del Inca (Figura 3.6), caracterizado por un menor relieve topográfico. Como
se discute más adelante, en el Capítulo 6, este sector, si bien muestra evidencias de
deformación cuaternaria, presenta características asociadas a una menor actividad del
frente serrano.
Los perfiles 3, 4, 5 y 6, por su parte, fueron levantados en el sector sur de las
lomas del Inca (Figura 3.6), caracterizado por presentar un mayor relieve topográfico.
Aquí, a excepción del perfil 3 -que muestra una importante incisión- los perfiles 4, 5 y 6
muestran claras evidencias de tramos convexos en su topografía, convexidad que
además tiene su correlato, con los elementos estructurales reconocidos en superficie
(Figuras 4.30, 4.31 y 4.32).
En particular el perfil 4 ha sido levantado sobre un valle colgado (Figuras 4.31 y
4.34). Este perfil muestra la presencia de un resalto (knickpoint) producto de la erosión

163
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

retrocedente del arroyo en su ajuste al levantamiento. El mismo pudo ser reconocido


durante el levantamiento de dicho perfil en el campo (Figura 4.34b).
Como ya se ha dicho y al igual que para el sector norte, se discute más adelante,
en el Capítulo 6, la asociación de estos elementos en conjunto con otras
características estructurales, que permiten inferir una mayor velocidad de
levantamiento para este tramo del frente montañoso de las lomas del Inca.

Figura 4.34. a) Vista del valle colgado sobre el que se levantó el perfil 4 de la Figura 4.31
(véase ubicación del mismo en la Figura 4.30); b) Vista del resalto (knickpoint) presente en
dicho perfil. El alcance del mismo está marcado por las personas en la foto, abajo y arriba del
resalto respectivamente.

Los arroyos donde se levantaron los perfiles longitudinales 7 y 8 cortan el anticlinal


Lomas Bayas (Figura 4.30), y en el caso del perfil 7, otras estructuras menores. Se
aprecia en ellos zonas marcadamente convexas (Figura 4.32), las cuales,
nuevamente, pueden asociarse de forma clara a elementos estructurales reconocidos
en superficie. Igual respuesta se observa en el perfil longitudinal correspondiente al
anticlinal Pampa de los Burros (perfil 9, Figuras 4.30 y 4.32).
Los arroyos correspondientes a los perfiles B y D (Figura 4.21) cortan una zona de
deformación muy tenue sobre los depósitos del tercer nivel de la comarca ubicada al

164
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

oeste del anticlinal Lomas Bayas, perceptible débilmente en fotos aéreas sobre la base
de la mayor incisión que muestran estos arroyos y prácticamente imperceptible en el
campo. Sin embargo tanto el perfil B como el D presentan una expresión longitudinal
sin duda convexa, manifestando una vez más la respuesta de los arroyos a las
deformaciones tectónicas recientes. Acompañando los perfiles B y D a lo largo de los
arroyos, fueron levantados los perfiles A y C (Figura 4.21) a lo largo de la superficie de
los depósitos cuaternarios correspondientes a dicho arroyo. Estos perfiles muestran
que estos depósitos se encuentran abovedados, como fue ya destacado en el
apartado “Escarpas de falla pedemontanas”, asentando y complementando lo
observado en los perfiles B y D.
Se observa de esta manera, que los perfiles longitudinales de fondo de valle son
una herramienta sensible para identificar perturbaciones tectónicas, poniéndolas en
evidencia incluso allí donde la expresión topográfica en superficie de la estructura es
muy suave.

4.3.4.3. Variaciones en el patrón de los ríos

Otra respuesta geomórfica de los ríos ante las perturbaciones tectónicas está
dada por variaciones locales en su patrón tales como agradación o incisión anómala
producto de los cambios en la pendiente, ríos desviados o anomalías de sinuosidad.
Esta respuesta suele ser rápida, a corto plazo.
Un aspecto a destacar es que los patrones en planta de los ríos pueden dar idea
de la distribución de la deformación debido a la alta sensibilidad de los mismos a los
cambios de gradiente impuestos por la tectónica. Es preciso tener en cuenta que los
ríos responden, en realidad, a una variedad de controles tales como descarga de agua
y sedimento, rugosidad, tamaño del sedimento, etc. por lo que los cambios en planta
de los mismos no deberían ser atribuidos directamente a causas tectónicas. Sin
embargo, dentro de un mismo sector, donde dichas variables se mantienen constantes
y en asociación con otros rasgos neotectónicos, estas anomalías se asocian
comúnmente a cambios en la pendiente generados por deformación joven o activa.
En el área de estudio se reconocen múltiples variaciones locales en el patrón de
los ríos atribuibles a deformaciones neotectónicas. Las mismas fueron indicadas en la
figura 4.35 y se detallan en el presente apartado.

165
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Figura 4.35. Localización de las distintas respuestas geomórficas presentes en la zona de


estudio asociadas a variaciones en el patrón de los ríos.

Cuando, asociado a la deformación, se da una disminución de la pendiente del


terreno, puede generarse agradación por parte de los arroyos que originalmente
surcaban el terreno. Este proceso no se observa de forma extendida en región de
estudio, aunque se presenta específicamente un ejemplo producto del levantamiento
del anticlinal Pampa de Los Burros, en el limbo oriental del mismo (Figura 4.36).

166
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Figura 4.36. Ejemplo de agradación como consecuencia de la disminución de la pendiente por


levantamiento tectónico en el anticlinal Pampa de los Burros. a) Vista aérea del anticlinal, el
recuadro marca parte del anticlinal y la zona sujeta a agradación al este del mismo; b)
Esquema en perfil del recuadro en a) (tomado de Burbank y Anderson 2001).

Por su parte, las anomalías de incisión son el producto de una mayor erosión de
los causes en busca de un nuevo perfil de equilibrio ante el levantamiento local del
terreno. De esta manera, pueden pensarse como la expresión de la actividad de
estructuras en subsuelo que abovedan levemente la superficie. Esta correlación entre
anomalías de incisión y abovedamientos del terreno fue confirmada en el sector
comprendido al oeste del anticlinal Lomas Bayas donde el levantamiento de perfiles
topográficos tanto en las superficies de los depósitos de agradación cuaternarios como
en los arroyos anómalamente incididos, ha permitido apreciar superficies convexas
(Figura 4.21).

167
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

168
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 4

Si bien individualmente un arroyo anómalamente incidido puede alcanzar varios


metros de desnivel respecto de la superficie del terreno (Figura 4.21b), las anomalías
de incisión se muestran como rasgos más o menos sutiles, solo a veces perceptibles
en el campo, en ocasiones perceptibles solo con luz del sol a bajo ángulo (al
amanecer o al atardecer), pero básicamente identificables mediante el análisis de fotos
aéreas. En la figura 4.37 se muestran ejemplos de algunos conjuntos de anomalías de
incisión presentes en el área de estudio.
Ante la presencia de nuevos obstáculos generados por la deformación
neotectónica, muchos ríos presentes en la región de estudio han sido desviados de su
curso original. Asimismo, ríos anormalmente sinuosos se presentan también como
respuesta al levantamiento del terreno, un ejemplo claro se da en el anticlinal Pampa
de los Burros. La génesis y algunos ejemplos de ríos desviados y de anomalías de
sinuosidad se encuentran ilustrados en la figura 4.38.

Figura 4.38. Ejemplos de ríos desviados ante la presencia de una escarpa de falla en las
Lomas del Inca (cuadrado verde) con su respectivo diagrama y ejemplos de anomalías de
sinuosidad en el anticlinal Pampa de los Burros (círculo naranja) con su respectivo diagrama
(modificado de Burbank y Anderson 2001). Las cruces violetas marcan las áreas de anomalías
de incisión mostradas en la figura 4.21c.

169
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

5. GEOFÍSICA

5.1. Introducción

Hasta aquí, el estudio de la deformación neotectónica y de la geometría y la


cinemática de las estructuras involucradas (Capítulos 3, Análisis Estructural y 4,
Geomorfología Tectónica), se realizó sobre la base de la identificación de evidencias
superficiales. Sin embargo, la determinación de la geometría y cinemática de los
elementos estructurales no siempre es posible únicamente a partir de los rasgos en
superficie. En ocasiones el grado de preservación o la expresión topográfica de estos
rasgos asociados a deformación cuaternaria resulta lo suficientemente bajo como para
limitar la información susceptible de ser obtenida a partir de los mismos. Con el
objetivo de afrontar estas problemáticas se han utilizado, durante el desarrollo del
trabajo de tesis, dos técnicas geofísicas: tomografía de resistividad eléctrica (ERT) y
anisotropía de susceptibilidad magnética (AMS). Las tareas llevadas a cabo en la
aplicación de estos métodos han sido realizadas en colaboración entre el Laboratorio
de Neotectónica (LaNeo) y el Instituto de Geofísica Daniel Valencio (Ingeodav) del
Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad de Buenos Aires.
El método resistivo se utiliza para conocer los contrastes de resistividad del
subsuelo a partir de la inyección de una corriente dada en el terreno, la medición de
diferencias de potencial generado en el mismo, la obtención de resistividades
aparentes y la generación de modelos de distribución de resistividades en el subsuelo
a partir de los datos obtenidos. El objetivo general de las tomografías eléctricas
resistivas 2D es obtener un perfil de las variaciones laterales y verticales de la
resistividad, desde la superficie y hasta una determinada profundidad. En este trabajo
el método resistivo ha sido utilizado con el fin de conocer la disposición de rocas y
sedimentos en subsuelo, a partir de sus contrastes de resistividad, y dilucidar así la
geometría de las estructuras neotectónicas en lugares clave donde a partir de los
datos de superficie este rasgo no fue discernible. En este sentido, las fallas con
reactivaciones neotectónicas suelen estar asociadas a brechas poco cementadas y
con una mayor concentración de fluidos, lo que trae aparejado una disminución local
de la resistividad, de manera que son dables de ser detectadas por este método.
La anisotropía de susceptibilidad magnética se utiliza para conocer la petrofábrica
de una determinada roca o sedimento y posee un amplio rango de aplicaciones como
por ejemplo el estudio de procesos intrusivos, la determinación de direcciones de
paleocorrientes o de proveniencia de flujos piroclásticos, entre otras. Sin embargo, son

170
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

pocos los estudios de AMS referidos al análisis de la magnetofábrica de sedimentos


recientes sometidos a deformación neotectónica (Lowrie y Hirt 1985, Kissel et al. 1986,
Mattei et al. 1997, Sagnotti et al. 1998, Parés et al. 1999, Parés y van der Pluijm 2002,
Borradaile y Jackson 2004, Cifelli et al. 2005). Se presenta aquí una parte de un
proyecto mayor del estudio de esta propiedad que se está realizando en conjunto por
el LaNeo y el Ingeodav y que constituye el primer estudio de esta índole realizado en
la Argentina. El objetivo es, por un lado, conocer la elipse de deformación de estos
sedimentos a partir de su magnetofábrica, y por otro lado contribuir al desarrollo de
esta metodología aplicada al estudio de la deformación cuaternaria.

5.2. Tomografía Eléctrica Resistiva

Con el objetivo de obtener información sobre la geometría de la estructura del


subsuelo, se ha utilizado el método geoeléctrico en lugares específicos con
deformación tardío cenozoica y cuaternaria y donde se presentaron las siguientes
problemáticas:

1) la geometría del elemento estructural con actividad tardío cenozoica o


cuaternaria era imposible de conocer a partir de únicamente los datos de superficie.

2) las evidencias de deformación en superficie eran muy sutiles, resultando de


interés evaluar dicha deformación a partir de rasgos en el subsuelo.

En la región de estudio se realizaron seis tomografías geoeléctricas, tres en la


zona de los altos de los Avestruces, dos transversales a la falla Yalguaraz y una por
encima de una de las anomalías de incisión observadas en el sector pedemontano del
cordón de las Tres Quebradas. La elección de los lugares de muestreo geoeléctrico
estuvo guiada por la distinción de lugares con las problemáticas descriptas, que
además fuesen lo suficientemente accesibles como para poder ser alcanzados con el
equipo de prospección geoeléctrica.

171
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

5.2.1. Marco teórico del método geoeléctrico

5.2.1.1. Diferencia de potencial y resistividad eléctrica

La diferencia de potencial entre dos puntos puede determinarse a partir del campo
eléctrico existente, donde:
Ub - Ua
∆V = (Ec. 5.1)
q0
y


a
Ub - Ua = -q0 b Ed (Ec. 5.2)

por lo que

b
∆V = - a Ed (Ec. 5.3)

Siendo ∆V la diferencia de potencial entre los puntos a y b, qo la carga de una


determinada partícula de prueba, U la energía potencial eléctrica, E el campo eléctrico
por unidad de carga (F/qo) y d el desplazamiento infinitesimal. A partir de la ecuación
5.3 puede determinarse la diferencia de potencial entre dos puntos de una región
donde el campo eléctrico sea uniforme. De esta manera, en un campo uniforme, la
diferencia de potencial varía linealmente con la distancia y decrece en la dirección del
campo.
Si se aplica una diferencia de potencial entre los extremos de un conductor, se
producirá una corriente eléctrica a través del mismo. La diferencia de potencial
necesaria para producir una determinada corriente depende de la resistencia eléctrica
(R) del conductor, que se define como:

∆V
R= (Ec. 5.4)
I

donde I es la corriente eléctrica. La unidad en el Sistema Internacional (SI) de


resistencia eléctrica es el Ohm ( ), donde 1 = 1 V/A. Notar que a mayor resistencia,
mayor es la diferencia de potencial necesario para generar una determinada corriente:
la resistencia puede pensarse como la oposición que ejerce un determinado material a
que una corriente fluya a través de él.

172
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Además, la resistencia depende de la geometría y la composición del material


conductor, siendo:

R = ρ (Ec. 5.5)
s

Donde ρ es la resistividad eléctrica, factor de proporcionalidad que representa la


dependencia de la resistencia con el tipo de material, l es la longitud del conductor y s
es su sección. Notar que la resistencia de un conductor es directamente proporcional a
su resistividad y su longitud e inversamente proporcional a su sección.
A partir de la Ec. 5.5 puede despejarse ρ (la resistividad), cuya unidad SI es el
Ohm por metro ( .m):

Rs
ρ= (Ec. 5.6)

Para un conductor de longitud l=1 y radio r, a partir de las Ec. 5.4 y 5.5:


∆V = (Ec. 5.8)
2πr

La resistividad es un parámetro especialmente importante en el presente apartado,


dado que son los valores de resistiviad del subsuelo los que se utilizan en la
construcción de las tomografías geoeléctricas. Los valores de resistividad presentan
un amplio rango de variación según el material y factores tales como la temperatura,
humedad y presión. Asimismo, la conductividad se define como la inversa de la
resistividad (1/ ρ).
En el caso de rocas y sedimentos, sus valores de resistividad no dependen solo
de los minerales que los constituyen, sino también de su saturación en agua, su
salinidad, la distribución de sus poros y la profundidad (que a su vez determinará la
presión y la temperatura). En la figura 5.1 se presentan valores estipulados para
distintos tipos de roca (Loke 1996-2002), donde se observa el amplio espectro de
valores de resistividad que las mismas pueden presentar. En este sentido, la presencia
de fracturas o de zonas brechadas asociadas a fracturamiento en las rocas aumenta la

173
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

porosidad y la permeabilidad de las mismas incrementando así mismo el contenido en


fluidos y en consecuencia disminuyendo la resistividad.

Figura 5.1. Rango de resistividades para algunas rocas y sedimentos y para el agua (Tomado
de Loke 1996-2002). Puede observarse el amplio rango de resistividades que presentan la
mayoría de estos materiales.

5.2.1.2. Descripción del método

Para medir la resistividad del subsuelo el método utilizado consiste en inyectar una
corriente I entre un par de electrodos AB (electrodos o dipolo de corriente) y medir la
diferencia de potencial generada entre otro par de electrodos (MN, electrodos o dipolo
de potencial, Figura 5.2), con cuyos datos pueden calcularse las resistividades del
medio.
Dado que la distancia entre los electrodos de corriente es finita, los potenciales
generados por los mismos se verán afectados entre sí. En un punto M de la superficie
(Figura 5.2) el potencial (VAM) debido al electrodo de corriente A será

Iρ 1
VAM = (Ec. 5.9)
2π AM

174
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

de la misma manera, aunque con signo contrario se obtiene el potencial (VMB) en


el punto M debido al electrodo de corriente B

Iρ 1
VMB = (Ec. 5.10)
2π MB

De manera que

Iρ 1 1
VAM + VMB = ( - ) (Ec. 5.11)
2π AM MB

Si se introduce un segundo electrodo de potencial y dados dos electrodos de


corriente en superficie, para un medio homogéneo con una dada resistividad ρ, la
diferencia de potencial medida (Ec. 5.4 y 5.5) será

Iρ 1 1 1 1
∆V = 蔕 - - + 蔔 (Ec. 5.12)
2π AM AN BM BN

Donde AM, AN, BM y BN son las distancias entre electrodos (Figura 5.2). A partir
de la Ec. 5.12 puede despejarse la resistividad, que resulta

∆V
ρ= g (Ec. 5.13)
I

donde
-
1

1 1 1 1
g =蔕
2π - - - 蔔 (Ec. 5.14)
AM AN BM BN

y se denomina factor geométrico. El mismo es función de la disposición de los


electrodos en el tendido geoeléctrico.

175
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Figura 5.2. Dispositivo para la medición de la resistividad del subsuelo en un medio


homogéneo. En líneas punteadas y llenas se observan las superficies equipotenciales y de
corriente respectivamente.

En el caso de un medio no homogéneo, se obtendrá a partir de la Ec. 5.13 la


resistividad aparente (ρa), dependiente esta del factor geométrico (g) y de las distintas
resistividades de los materiales presentes en el subsuelo.
La medición de la resistividad eléctrica consiste en trasladar estos cuatro
electrodos en una dirección dada, donde el orden y las distancias con las que esto se
realiza dependen de la distancia entre electrodos y del arreglo geométrico del tendido
utilizado durante el proceso de inyección y medición. Estos parámetros determinarán
por otra parte cual es la región del subsuelo que contribuye en mayor medida a la
medición realizada desde superficie, así como la capacidad de penetración y la mayor
o menor resolución vertical u horizontal de cada arreglo.

5.2.1.3. Arreglos geométricos de electrodos

En una tomografía de resistividad eléctrica, el arreglo utilizado dependerá de la


profundidad de penetración que se quiera alcanzar, de la resolución vertical y
horizontal deseada, de las características de los elementos geológicos a estudiar y de
las limitaciones del equipamiento. A cada arreglo le corresponde un determinado factor
geométrico (g), de manera que, a partir de la Ec. 5.13, si conocemos g, la corriente
eléctrica (I) inyectada y la diferencia de potencial (∆V) medido, puede obtenerse la
resistividad aparente (ρa).
Para perfiles con igual número de electrodos, la resolución del método disminuye
logarítmicamente con la profundidad (Dahlin y Loke 1998). Entre los distintos arreglos
además, varía la sensitividad lateral y vertical, expresando la sensitividad como el

176
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

grado de modificación del potencial medido ante un cambio en la resistividad de una


determinada sección del subsuelo. De esta manera, arreglos como el Wenner resultan
relativamente más sensibles, y por lo tanto resuelven mejor, variaciones de la
resistividad en la vertical y son menos sensibles para variaciones en la horizontal.
Contrariamente el arreglo dipolo-dipolo es muy sensible a las variaciones horizontales
y poco sensible a las variaciones verticales de resistividad. Otros arreglos, como el
Wenner-Schlumberger resulta sensible, según la distancia entre sus electrodos, tanto
a cambios horizontales como verticales de la resistividad. El desarrollo matemático
que explica las variaciones de sensitividades tanto en 1-D como en 2-D puede
encontrarse en Loke (1996-2002).
En este trabajo se utilizó en todos los casos el tendido dipolo-dipolo, dada su alta
sensibilidad para cambios de resistividad en la horizontal, considerando que el objetivo
principal fue obtener imágenes eléctricas de fallas en el subsuelo, las que suelen ser
subverticales o de alto ángulo.

Arreglo dipolo-dipolo

En el arreglo dipolo-dipolo los electrodos se disponen en un orden ABMN, donde


la distancia a entre los electrodos de corriente (AB) es la misma que entre los
electrodos de potencial (MN). La distancia entre los pares de electrodos es (n+1)a
(Figura 5.3). En este caso el factor geométrico se expresa por

g = -πn (n +1)(n + 2) a (Ec. 5.15)

La ventaja de este método es que los dipolos (de corriente y de potencial) pueden
disponerse lo suficientemente separados como para que el acople electromagnético
entre ellos sea bajo. Sin embargo, dado que el factor geométrico (g) del tendido dipolo-
dipolo (Ec. 5.15) crece junto con n, puede verse a partir de esta ecuación y de las
ecuaciones 5.12 y 5.13 que para mayores valores de n, la diferencia de potencial
decrece aproximadamente como n3, pudiendo ser muy débil en el caso de valores de n
muy grandes (Fazzito 2006). Esta problemática se resuelve en la práctica aumentando
la distancia a entre los electrodos AB y MN respectivamente. Disminuye así de forma
relativa el valor de n.

177
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Figura 5.3. Arreglo dipolo-dipolo. A y B representan los electrodos de corrientes y MN los de


potencial.

5.2.2. Levantamientos geoeléctricos en el campo

Los levantamientos para obtener las tomografías eléctricas resistivas consistieron


en primer término en la elección del arreglo geométrico adecuado a las necesidades
de la investigación, que en el caso de este trabajo, como se ha mencionado, fue
siempre el arreglo Dipolo – Dipolo. Dentro de la rutina de trabajo se decidió además el
largo del perfil a realizar, el n (que define el nivel de profundidad alcanzado), la
separación entre electrodos, el tiempo de inyección de corriente y de medición de
potencial, el máximo desvío standard permitido y máximo y mínimo número de
mediciones independientes (stacking) por cada punto de medición.
Los parámetros geométricos elegidos surgieron del compromiso entre la
profundidad máxima deseada, la calidad de los datos (resolución y nivel de ruido) y
duración del sondeo. Los mismos fueron programados en la memoria del resistivímetro
previo al trabajo de campo mediante el software Electre II (Geotomo Software).
El trabajo de campo, como para cualquier relevamiento de esta índole, consistió
en la disposición de electrodos en el terreno a una distancia fija (en el caso de este
trabajo, 10 m) y a lo largo de una línea recta, siguiendo la dirección elegida para el
perfil. Los electrodos utilizados son de acero austenítico 306 (normas IRAM), de unos
44 cm de largo y 2,3 cm la diámetro (Figura 5.4b). Junto a ellos se extendieron cables
que se utilizan para comunicar, por medio de conectores (Figura 5.4 a y b), cada uno
de los electrodos al resistivímetro (Figura 5.4c), encargado de enviar una corriente
continua durante el intervalo de tiempo dispuesto y medir las diferencias de potencial.

178
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Figura 5.4. Levantamiento de una tomografía eléctrica resistiva en el campo. a) Vista parcial de
un tendido; b) Cable conductor, electrodo y el conector que los comunica; c) Resistivímetro
Syscal R1 Plus, en cuya parte posterior se conectan los cables conductores, que emiten y
reciben las señales eléctricas. La corriente eléctrica inyectada es provista por una batería de 12
V (batería de auto). El carrete se utiliza para enrollar y trasladar los cables.

El resistivímetro utilizado en este trabajo es un modelo SYSCAL R1 PLUS (IRIS


Instruments), perteneciente al Instituto de Geofísica Daniel Valencio de la UBA. Es un
resistivímetro automático que puede trabajar con un máximo de 48 electrodos y cuyo
método para medir la resistividad de subsuelo se basa en los siguientes principios:

1) Se envía una corriente (I) al subsuelo a través de dos electrodos


(electrodos de corriente, A y B en la Figura 5.2) conectados a la parte
transmisora del resistivímetro.
2) La corriente crea una distribución equipotencial, pudiéndose medir una
diferencia de potencial (∆V) entre otros dos electrodos (electrodos de potencial,
M y N) conectados a la parte receptora del aparato.
3) Se define una resistividad aparente a partir de la ecuación 5.13

Para cada medición son cuatro los electrodos que se utilizan, dos electrodos de
corriente y dos electrodos de potencial, que conforman un cuadripolo. A través de las

179
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

sucesivas mediciones los pares de electrodos de corriente y de potencial utilizados


van moviéndose lateralmente. Así por ejemplo, en un tendido dipolo-dipolo de 48
electrodos, la primer medición utilizará como par de electrodos de corriente a los
electrodos 1 y 2 y como par de electrodos de potencial a los electrodos 3 y 4 de la
serie de 48. Para la segunda medición se mantendrá el par de electrodos 1 y 2 como
electrodos de corriente pero esta vez los electrodos de potencial serán el par 4-5,
continuando así a través de sucesivas mediciones hasta completar todos los pares de
electrodos según la profundidad a alcanzar (Figura 5.5a). Finalizada esta sucesión, la
medición utilizará un nuevo par de electrodos de corriente, esta vez el par 2-3 (Figura
5.5b), y los electrodos de potencial irán variando nuevamente (comenzando por el 4-
5). La serie continúa hasta haber medido todos los pares de electrodos de corriente
con los distintos pares de electrodos de potencial. Esto hace que varíe el n de la Ec.
5.15 y que se vayan barriendo lateralmente y en profundidad distintos puntos en
subsuelo a los que se les asigna una resistividad aparente (Figura 5.5).

Figura 5.5. Esquema de medición para el arreglo dipolo – dipolo. a) El par de


electrodos de corriente es fijo mientras los pares de electrodos de potencial varían para
cada toma de datos en el sentido mostrado por la flecha del dibujo, variando así el n y
alcanzando mayores profundidades (puntos en negro). En gris se presentan los puntos
en profundidad alcanzados al trasladar los electrodos de corriente (figura b); b) El
traslado de los electrodos de corriente permite barrer lateralmente el terreno.

En los casos donde se estimó necesario un perfil de resistividad más largo que el
obtenido a partir de los 48 electrodos (470 m) que permite el equipo, se realizó el

180
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

proceso de roll along, que consiste en trasladar, luego de las mediciones normales, los
electrodos 1 a 24 hacia las posiciones 49 a 72, realizando nuevas mediciones para
estos electrodos y acoplando los resultados a los anteriormente obtenidos (Figura 5.6).
Este procedimiento puede llevarse a cabo cuantas veces sea necesario hasta alcanzar
el largo del perfil requerido.
Para cada tomografía eléctrica resistiva se levantó en el campo su
correspondiente perfil topográfico, con el objetivo de ingresar estos datos durante el
modelado de las secciones de resistividad.
Finalmente, los datos obtenidos se transfirieron del resistivímetro a una
computadora para ser procesados e interpretados.

Figura 5.6. Proceso de roll along: la primer posición (posición 1) del resistivímetro (señalado
como EB: estación base) permite la adquisición de los datos correspondientes a la secuencia 1.
Los electrodos 1 a 24 se trasladan entonces a la posición de los electrodos 49 a 72, con una
nueva posición del resistivímetro (posición 2) que permite la adquisición de los datos
correspondientes a la secuencia 2, incrementando la obtención de resistividades del subsuelo
en la horizontal. Tomado del manual del software Electre II V05.06.00 (2000)

5.2.3. Procesamiento de los datos

En primera instancia, los valores medidos en el campo son representados


mediante una pseudosección (véase Apéndice), que es un diagrama de contornos en
el cual se asignan valores de resistividad aparente a puntos predefinidos cuya
ubicación depende del arreglo y de los parámetros geométricos utilizados (Telford et
al. 1990) y que se construye automáticamente por medio de programas de
computadora, en el caso de este trabajo el Prosys (Geotomo Software).
El procesamiento consiste en realizar la inversión de los datos con el objetivo de
generar un modelo de resistividades reales consistente con los datos de resistividad

181
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

aparente medidos (pseudosección). Este modelo se realiza, según el caso, a través


del método de elementos finitos o de diferencias finitas (Fazzito 2006), asignando
valores de resistividad real a celdas de tamaño previamente establecido (problema
inverso). A partir del modelo de resistividades reales que resultan de la inversión se
calculan resistividades aparentes (problema directo) que se contrastan con las
resistividades aparentes medidas. Este procedimiento se repite, modificando el modelo
de inversión, hasta lograr un ajuste cuyo error entre las resistividades aparentes
calculadas y las medidas sea considerado aceptable o se haya producido
convergencia en el modelado (mínima diferencia para las condiciones del modelado
definidas).
En este trabajo, el problema de encontrar un modelo inverso 2D de distribución de
resistividad fue resuelto numéricamente mediante un modelo de celdas rectangulares
utilizando el programa RES2DINV.exe del Software Geotomo (Lines y Treitel 1984;
Loke 2001; Loke 1996-2002). Durante la rutina de inversión los parámetros
(resistividades reales) del modelo inicial fueron modificados, en pos de reducir la
discrepancia entre las resistividades aparentes calculadas a partir del modelo y las
medidas, mediante la resolución de la ecuación de cuadrados mínimos.
Se han aplicado tanto modelados suaves como robustos. En el modelado suave
(smoothness-constrained method, deGroot-Hedlin y Constable 1990), además de
intentar reducir las discrepancias entre los valores de resistividad calculada y medida,
el método de inversión busca reducir otros parámetros, tales como el vector de
perturbación y la aspereza (el cuadrado de los cambios espaciales de los valores de
resistividad), con el fin de estabilizar el modelo. Es decir, para mantener la estabilidad
del método de inversión, se minimizan los cambios en los valores de los parámetros
del modelo (resistividades reales) entre las distintas iteraciones, lo cual se logra por
medio del suavizado de la formulación de cuadrados mínimos (Loke 1996-2002, Lines
y Treitel 1984). El modelado suave suele ser efectivo si los cambios de resistividad en
subsuelo se producen de forma gradual. En otros casos, donde el subsuelo se
compone de sectores con límites definidos y que internamente son homogéneos,
resulta conveniente realizar un modelado robusto (Loke 1999-2001).
De esta manera, la discrepancia entre los valores de resistividad aparente medida
y los inferidos a partir del modelo se expresan como una raíz cuadrática media (RMS).
La topografía se incorpora al modelo por medio de la distorsión de la malla que
conforman las celdas, donde cada nodo ubicado a lo largo de una misma columna se
corre en idéntica cantidad de acuerdo a la elevación de la superficie (Uniformly
distorted grid).

182
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Se obtiene finalmente la tomografía eléctrica resistiva representada mediante un


diagrama de contornos de la distribución de resistividades reales modeladas.

5.2.4. Estudios realizados en los altos de los Avestruces

En el sector pedemontano de la Precordillera se disponen una serie de altos


estructurales de entre 1 y 2,5 km de largo y orientación NNO a NNE denominados en
este trabajo Altos de los Avestruces. Los límites orientales de los mismos se
interpretan controlados por fallas que ascienden el sustrato paleozoico y niveles del
primer nivel de agradación (Figuras 3.5 y 5.7), lo que indica que se trata de fallas de
origen neotectónico. Estos altos, que fueron divididos en un alto Norte, un alto Centro
y un alto Sur, conforman en su conjunto una faja de unos 7 km de largo de orientación
NO, interpretada como una zona de cizalla transpresiva sinestral (veáse Capítulo 3).
Dentro de la Precordillera Sur, este mismo patrón estructural se repite a diferentes
escalas, conformando fajas de cizalla transpresivas sinestrales de distinto orden y
manifestando el carácter fractal de estas estructuras geológicas (Cinturón Barreal –
Las Peñas (Cortés et al. 2005b); Faja Pampa de los Burros (Terrizzano et al. 2009b)).
La geometría de las fallas que controlan estas fajas de cizalla, así como su vinculación
con estructuras previas son rasgos no siempre distinguibles a partir de datos de
superficie. Por esa razón, resultó de interés un estudio de subsuelo a partir de
tomografías eléctricas resistivas en la faja de cizalla de los Avestruces, dada su
accesibilidad y su escala, ideal para este tipo de prospección.
Se realizaron tres tomografías eléctricas resistivas (AV1, AV2 y AV3, Figura 5.7)
transversales a los Altos de los Avestruces centro (AV1) y Sur (AV2 y AV3) con los
objetivos de i) obtener información del subsuelo sobre la geometría de las fallas con el
fin de dilucidar su carácter normal o inverso, ii) asociar estas fallas al contexto
estructural regional, tanto cenozoico como más antiguo. Dado que la comarca de
estudio coincide espacialmente con la cuenca extensional Cuyana (de edad triásica),
se podría esperar la presencia de fallas originalmente normales invertidas durante la
orogenia andina y iii) obtener información de los sedimentos de la ciénaga de los
Avestruces y del sustrato por debajo con el objetivo de evaluar la extensión de la
deformación tectónica en esta zona.

183
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Figura 5.7. a) Ubicación de las tomografías eléctricas resistivas levantadas en los Altos de Los
Avestruces (AV1, AV2 y AV3) y localización parcial de la tomografía levantada sobre una
anomalía de incisión (TQ). El recuadro punteado marca la ubicación de la figura 5.7b; b)
Ubicación de la tomografía eléctrica resistiva levantada sobre una anomalía de incisión (TQ).

5.2.4.1. Adquisición y procesamiento de los datos

El perfil AV1 cruza en su sector occidental depósitos Pleistocenos provenientes de


Cordillera Frontal (Q1) que han sido conservados sobre el alto Centro, una escarpa de
falla NNO con cara al este, un pequeño afloramiento paleozoico (Gr. Ciénaga del
Medio) que limita el alto Centro por el este y finalmente depósitos cuaternarios
recientes y correspondientes a la bajada de Precordillera (Q2-Q3; Figuras 5.7 y 5.8a).
Los perfiles AV2 y AV3 cortan los depósitos paleozoicos del alto Sur, el límite oriental
del mismo dado por una escarpa de falla rocosa de rumbo NNE e ingresan en los
depósitos cuaternarios de la ciénaga de Los Avestruces.
El perfil AV1 fue realizado con 48 electrodos con un espaciamiento de 10 m (470
m en total), los parámetros geométricos fueron predefinidos como n = 1-6 para d = 10
m (con n un número entero) y n = 3-12 para d = 20 m, obteniendo como resultado 545
cuadripolos. El tiempo de inyección fue de 1 s y el máximo desvío standard permitido
fue del 5%. Para cada punto se realizaron un mínimo de 2 y un máximo de 6 lecturas
independientes (stacking). El máximo voltaje de lectura predefinido fue de 300 mV.

184
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Figura 5.8. Vistas de los sectores en los que se realizaron tomografías eléctricas resistivas y
del levantamiento de las mismas. a) En primer plano, la ciénaga de Los Avestruces, donde se
observa además el cable conductor, por detrás los afloramientos paleozoicos correspondientes
al alto Sur de Los Avestruces; b) Vista de la escarpa rocosa asociada a la falla Yalguaraz; c)
Vista del tendido geoeléctrico desde el alto elevado de la falla Yalguaraz; c) Vista del tendido
geoeléctrico sobre la ciénaga Yalguaraz (bloque hundido de la falla homónima); e) Vista del
cable conductor sobre una anomalía de incisión en el piedemonte del cordón de las Tres
Quebradas; f) A la izquierda, vista en el campo del piedemonte del cordón de las Tres
Quebradas con la anomalía de incisión (señalada con una flecha) sobre la cual se realizó una
tomografía eléctrica resistiva y al fondo, el cordón de las Tres Quebradas. A la derecha, vista
aérea de dicha anomalía.

En el caso del perfil AV2 se ha utilizado la técnica de roll along, extendiendo la


tomografía a 72 electrodos con una separación de 10 m (710 m de cobertura
horizontal). Los parámetros geométricos seleccionados fueron n = 1-6 (siendo n un
número entero) para d = 10 m, n = 3, 7/2, 4, 9/2, 5, 11/2, 6 para d = 20 m y n = 4, 13/3,
14/3, 5, 16/3, 17/3, 6 para d = 30 m, dando una secuencia de medición de 1036
cuadripolos. El tiempo de inyección fue de 1 s, el máximo desvío standard permitido
fue del 3%, con un “stacking” mínimo de 2 y máximo de 6. La potencia usada fue
ajustada de modo que el máximo voltaje medido fue igualmente de 300 mV.
Los parámetros geométricos utilizados para AV3 fueron los mismos que para AV2,
pero con una longitud de tendido de 470 m, dando un total de 689 mediciones.

185
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

El modelo de inversión fue obtenido numéricamente en la forma de modelo de


celda rectangular simple mediante el uso del programa RES2DINV del Software
Geotomo (Lines y Treitel 1984; Loke 2001; Loke 1996-2002) y el problema directo
(cálculo de la resistividad aparente a partir del modelo de resistividad real), fue
resuelto utilizando del método de elementos finitos. En estos tres casos se utilizó una
estimación suave en la generación del modelo de mejor ajuste y se incorporó la
topografía en los mismos.
Para el perfil AV1 el modelo final presenta 432 celdas de igual ancho distribuidas
en 12 capas, siendo 60 m la profundidad máxima del modelo. La resistividad en este
modelo alcanza un RMS de 8,9 % en 5 iteraciones. El modelo seleccionado
correspondiente al perfil AV2 tiene 489 celdas de igual ancho en 8 capas, siendo el
RMS de 7,9 % en 5 iteraciones y la profundidad máxima alcanzada por el modelo de
50 m. El modelo seleccionado para el perfil AV3, por su parte, tiene 298 celdas de
igual ancho en 8 capas y con un RMS de 10,4 % en 5 iteraciones. La profundidad
máxima de este modelo es de 50 m.

5.2.4.2. Resultados e interpretación

Considerando la distribución de resistividades de los modelos seleccionados para


AV1, AV2 y AV3, las resistividades típicas tabuladas para rocas y aluvio (Figura 5.1,
Loke 1996-2002) y la vinculación de los datos de superficie con las resistividades
obtenidas, se construyó una sección geológica interpretada para cada uno de los
perfiles.
El modelo de inversión del perfil AV1 (Figura 5.9) es consistente con la presencia
en el campo de depósitos aluviales cuaternarios (ρ < 325 .m), tanto en el sector
oriental (d > 330 m) como occidental (d < 280 m). A partir de la distribución de
resistividades puede verse que las capas de los sedimentos cuaternarios dispuestas
hacia el este parecen inclinar en dicha dirección, y las capas dispuestas al oeste
muestran una inclinación hacia el poniente, en ambos casos en contra de su pendiente
regional original y sugiriendo el basculamiento del relleno cuaternario.
Afectando los depósitos cuaternarios occidentales (Q1), a unos 220 m de distancia
sobre el perfil, se dispone un pequeña escarpa de falla pedemontana (< 1 m) con cara
al este y cuyo bloque elevado es el occidental. En coincidencia con esta escarpa, el
modelo de inversión muestra la presencia de una marcada discontinuidad en la
resistividad del subsuelo, discontinuidad que es interpretada como una falla de alto
ángulo con inclinación al oeste. Por otra parte, los valores de resistividad de los

186
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

afloramientos paleozoicos que se encuentran en superficie (280 < d < 330 m),
permiten extrapolar este tipo de rocas a las zonas de alta resistividad en subsuelo (ρ >
900 .m). De esta manera, el contraste de resistividades a lo largo de la falla muestra
un rechazo de 25 m de carácter normal en las rocas paleozoicas. Se observa entonces
que por debajo de la escarpa de falla pedemontana observada en superficie, cuyo
bloque occidental es el elevado, se dispone una falla con rechazo normal e inclinación
al oeste, donde el bloque occidental es el hundido. Una posible reconciliación para
estos datos contrapuestos está dada por la presencia de una falla que habría
funcionado como normal en tiempos posteriores al Paleozoico y previos a la orogenia
Andina, probablemente durante la extensión triásica (asociada a la cuenca Cuyana) y
que fue luego reactivada de forma inversa durante el presente régimen contraccional.
Esta situación es esperable, dado el patrón de deformación que caracteriza la comarca
de trabajo, controlado por la reactivación de estructuras previas, tanto del Paleozoico
tardío como triásicas (Cortés 1998).
Por último, el modelo de inversión del perfil AV1 permite visualizar la ausencia de
una falla que limite por el este, a la altura de dicho perfil, al alto Centro de Los
Avestruces.
A lo largo del perfil AV2 (Figura 5.10) se observan dos zonas de resistividad
contrastantes, dispuestas al oeste (0 < d < 250 m) y al este respectivamente (250 < d
< 710 m).
La primer zona, dispuesta al oeste, muestra valores mayores de resistividad (100
.m < ρ < 1850 .m) y se corresponde en superficie con los afloramientos paleozoicos
del alto Sur de Los Avestruces. La misma está limitada al este por una marcada
discontinuidad en la resistividad que coincide en superficie con una escarpa de falla
rocosa, de unos 4,5 m de alto y cara al este, asociada a la falla que levanta el alto Sur
por el este. De esta manera, esta discontinuidad es interpretada como una falla
inversa con inclinación al oeste.
La zona oriental presenta en rasgos generales una menor resistividad (ρ < 100
.m) y coincide en superficie con los depósitos de la ciénaga de Los Avestruces, así
como con depósitos fluviales recientes y pequeños afloramientos paleozoicos. La
presencia de afloramientos paleozoicos en superficie (d = 320 m), de hecho, es
consistente con los altos resistivos que se observan en el modelo inverso, inmersos
entre los depósitos de baja resistividad de la ciénaga de Los Avestruces. Estos altos
resistivos se extrapolan de esta manera como rocas paleozoicas dispuestas en
subsuelo, estando los mismos a su vez limitados al este por una clara discontinuidad
dada por una zona de menor resistividad (d ≈ 390 m). Dicha discontinuidad es

187
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

interpretada en este trabajo como una falla inversa ciega que afecta el basamento de
la ciénaga de los Avestruces.
Finalmente, se disponen en el sector oriental de baja resistividad, capas que
aparentemente inclinan hacia el este, en contra de su pendiente original, sugiriendo de
forma preliminar el basculamiento de los depósitos de ciénaga como producto de la
actividad neotectónica.
El modelo de inversión obtenido para AV3 concuerda con el obtenido para AV2
(Figura 5.11). Se observa aquí también una zona occidental de alta resistividad (ρ >
100 .m, 0 < d < 230 m), coincidente en superficie con los afloramientos paleozoicos
del alto Sur, y una zona oriental de baja resistividad (0< ρ < 200 .m, 230 m < d < 470
m), coincidente en superficie con los depósitos de la ciénaga de Los Avestruces. El
límite del sector occidental está dado por un marcado contraste de resistividad. Al igual
que en el perfil AV2, esta discontinuidad se correlaciona en superficie con la escarpa
de falla rocosa que limita por el este al alto estructural sur y por lo tanto se interpreta el
contraste de resistividades como una falla inversa con inclinación al oeste, la misma
que fue interpretada en AV2.
El sector oriental (230 m < d < 470 m) muestra un nivel somero con bajas
resistividades (0 < ρ < 50 .m), consistente con los depósitos finos de la ciénaga de
Los Avestruces. Asimismo, la presencia de zonas de alta resistividad por debajo de los
depósitos de ciénaga (230 m < d < 470 m; 100 .m < ρ < 250 .m), limitadas por el
este por zonas de baja resistividad, se interpreta en este trabajo como la presencia del
sustrato paleozoico afectado por fracturas con inclinación al oeste (Figura 5.11).

5.2.4.3. Conclusiones

Si bien a partir de estudios de superficie, se obtuvieron datos geomorfológicos en


cuanto a la presencia de deformación cuaternaria en la zona de los altos de Los
Avestruces, la geometría inversa de las fallas que controlan su levantamiento en su
límite oriental solo pudo ser dilucidada a partir de los estudios geoeléctricos que aquí
se presentan. Asimismo, a partir de los modelos de inversión pudo observarse la
presencia en el alto Centro de una antigua falla directa (probablemente triásica)
reactivada de forma inversa en tiempos tardío-cenozoicos. Esto está de acuerdo con
las características estructurales de esta región, dadas por la reactivación y/o inversión
tectónica cenozoica de estructuras previas, particularmente aquellas extensionales
asociadas al desarrollo de la cuenca Cuyana.

188
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

189
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

190
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

191
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

5.2.5. Estudios realizados en la falla Yalguaraz

La falla Yalguaraz tiene una orientación N30ºO y limita por el suroeste al alto
Yalguaraz, conformado por rocas del Paleozoico inferior (Grupo Ciénaga del Medio) y
por depósitos cuaternarios correspondientes a la Formación Cesco. Su expresión
geomórfica está dada por una escarpa de falla rocosa de más de 30 m de alto con
cara al SO, al pie de la cual se disponen los depósitos finos de la ciénaga Yalguaraz
(Figura 5.8 b, c y d). Las rocas paleozoicas dispuestas en el bloque elevado parecen
estar arrasadas por una superficie de erosión que inclina levemente hacia el noreste.
Su orientación NO, no esperada para fallas andinas neoformadas, despierta
sospechas en cuanto a la edad de la fractura. En este sentido, dada su orientación y el
contexto geológico, sería dable esperar para la misma edades devónicas (asociadas a
la fase Chánica) o triásicas (asociadas a la apertura de la Cuenca Cuyana). En este
último caso se esperaría además un rechazo normal para dicha falla.

Figura 5.12. a) Mapa de ubicación; b) Ubicación de las tomografías eléctricas resistivas


transversales a la falla Yalguaraz.

Si bien Cortés y Costa (1993) interpretaron de forma preliminar la falla Yalguaraz


como normal, el problema de discernir su geometría, y por lo tanto su carácter normal
o inverso, no ha sido hasta el momento resuelto. Los indicadores cinemáticos medidos
en este alto no presentan un patrón uniforme, imposibilitando así dilucidar la
cinemática a través de los mismos. Es así que se decidió realizar dos tomografías
eléctricas resistivas transversales a dicha falla, Yal 1 y Yal 2, abarcando en las
mismas, parte del alto estructural Yalguaraz y parte de la ciénaga homónima (Figura

192
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

5.12). Los objetivos específicos de estos perfiles fueron i) dilucidar la geometría de la


falla Yalguaraz en pos de asociarla a la reactivación de estructuras previas triásicas en
el caso de rechazos normales; ii) conocer la disposición del sustrato por debajo de la
ciénaga Yalguaraz y iii) estimar la disposición de las capas asociadas al relleno de la
misma.

5.2.5.1. Adquisición y procesamiento de los datos

Los perfiles Yal1 y Yal2 son transversales a la falla Yalguaraz. Los mismos
comienzan sobre el bloque elevado de dicha falla extendiéndose predominantemente
sobre rocas paleozoicas (Grupo Ciénaga del Medio) y sedimentos coluviales, aunque
los primeros 40 m del perfil Yal 2 corresponden en superficie a los depósitos aluviales
cuaternarios del primer nivel de agradación regional (Formación Cesco). Ambos
perfiles atraviesan la escarpa de falla rocosa e ingresan luego en el bloque hundido de
la falla, pasando por sedimentos coluviales y aluviales y finalmente por los depósitos
finos de la ciénaga Yalguaraz.
El perfil Yal1 fue realizado con 48 electrodos con un espaciamiento de 10 m (470
m en total), los parámetros geométricos fueron predefinidos como n = 1-6 para d = 10
m (con n un número entero), n = 3, 7/2, 4; 9/2, 5, 11/2, 6 para d = 20 m y n = 4, 13/3,
14/3, 5, 16/3, 17/3, 6, 19/3, 20/3, 7 para d = 30 obteniendo 755 cuadripolos. El tiempo
de inyección fue de 1 s y el máximo desvío standard permitido fue del 3%. Para cada
punto se realizaron un mínimo de 2 y un máximo de 4 lecturas independientes
(stacking). El potencial de inyección fue predefinido como el necesario para alcanzar
voltajes ≤ 300 mV.
En el caso del perfil Yal 2 se ha utilizado la técnica de roll along, extendiendo la
tomografía a 72 electrodos con una separación de 10 m (710 m de cobertura
horizontal). Los parámetros geométricos seleccionados fueron n = 1-6 (siendo n un
número entero) para d = 10 m, n = 3, 7/2, 4; 9/2, 5, 11/2, 6 para d = 20 m y n = 4, 13/3,
14/3, 5, 16/3, 17/3, 6, 19/3, 20/3, 7 para d = 30, dando una secuencia de medición de
1320 cuadripolos. El tiempo de inyección fue de 1 s, el máximo desvío standard
permitido fue del 3%, con un “stack” mínimo de 2 y máximo de 4. El máximo voltaje
medido fue mantenido igualmente ≤ 300 mV.
Como en el caso de las tomografías levantadas en los Altos de Los Avestruces, el
modelo de inversión fue obtenido numéricamente en la forma de modelo de celda
rectangular simple mediante el uso del programa RES2DINV del Software Geotomo
(Lines y Treitel 1984; Loke 2001; Loke 1996-2002) y el problema directo (cálculo de la

193
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

resistividad aparente a partir del modelo de resistividad real), fue resuelto utilizando del
método de elementos finitos. En estos casos se utilizó una estimación robusta en la
generación del modelo de mejor ajuste y se incorporó la topografía en los mismos.
Para el perfil Yal 1 el modelo final presenta 264 celdas de igual ancho distribuidas
en 7 capas, siendo 60 m la profundidad máxima del modelo. Este modelo presenta un
RMS de 13,1 % en 8 iteraciones. El modelo seleccionado correspondiente al perfil Yal
2 tiene 547 celdas de igual ancho en 9 capas, siendo el RMS de 11,8 % en 6
iteraciones y la profundidad máxima alcanzada de 60 m.

5.2.5.2. Resultados e interpretación

En las figuras 5.13 y 5.14 se muestran los diagramas de contorno con la


distribución de resistividades para los modelos seleccionados para Yal 1 y Yal 2.
Sobre la base de las resistividades típicas tabuladas para rocas y aluvio (Loke 1996-
2002) y los datos de campo, se construyeron secciones geológicas interpretadas para
cada uno de estos perfiles.
El modelo elegido para la tomografía Yal 1 (Figura 5.13) muestra un sector
nororiental con altas resistividades (200 - 1000 .m), que coincide en superficie con
los afloramientos paleozoicos del bloque elevado de la falla. Hacia el suroeste (180 < d
< 360 m), la zona de alta resistividad se dispone en el subsuelo, a partir de los 10 m
de profundidad. La misma es interpretada como la continuación del sustrato
paleozoico en subsuelo. Por encima de esta zona de alta resistividad y a partir de los
360 m, la tomografía presenta resistividades menores a los 200 .m, distribución que
es consistente con la presencia de los depósitos cuaternarios reconocidos en el campo
dispuestos por encima del sustrato paleozoico.
El tope de la zona de alta resistividad atribuida a rocas paleozoicas en subsuelo se
presenta un suave hundimiento hacia el suroeste. Esto se interpreta como la presencia
en subsuelo de la superficie de erosión que caracteriza el tope del Paleozoico en
superficie.
Además, esta zona de alta resistividad presenta abruptas discontinuidades de baja
resistividad con inclinaciones al este (d ≈ 220 m, d ≈ 300 m y d ≈ 370m). Estas
discontinuidades se interpretan como fracturas en el basamento, mostrando en uno de
los casos (d ≈ 300 m) un pequeño rechazo de carácter inverso.
De esta manera, si bien se infiere a partir del modelo de resistividades la
presencia de fallas en el basamento, no se observa de forma directa ninguna
estructura coincidiendo espacialmente con el pie de la escarpa de falla rocosa de la

194
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

falla Yalguaraz (d = 180 m). Sin embargo, la presencia del mencionado rechazo en la
superficie de erosión sobre las rocas paleozoicas y de los estudios estructurales y
geomorfológicos mostrados en los capítulos 3 y 4, es claro que el borde SO del alto
Yalguaraz es un borde tectónico.
La interpretación más factible es que la falla que controla este borde sea la
primera situada al oeste de la escarpa (d ≈ 220 m), lo cual implica: i) que la geometría
de la misma es inversa y ii) un retroceso local de la escarpa de unos 50 m. La falta de
rechazo observado en la distribución de resistividades se daría como consecuencia del
proceso de erosión retrocedente, responsable de borrar dicho rasgo.
El modelo elegido para Yal 2 (Figura 5.14) muestra una distribución de
resistividades similar y del todo compatible con la observada para Yal 1. Se observa
también una zona nororiental de alta resistividad (> 200 .m) que coincide en
superficie con rocas paleozoicas. La pequeña zona de baja resistividad que se
presenta en superficie y durante los primeros 40 m del modelo corresponde en el
terreno a los depósitos cuaternarios del primer nivel de agradación.
Hacia el sector suroccidental el modelo de restividades muestra primero (220 < d <
470) una zona de alta resistividad en profundidad (10 - 25 m) asociada a una zona de
baja resistividad que se dispone por encima (< 200 .m). El resto del modelo (d >
480m) se caracteriza por presentar resistividades muy bajas (< 100 .m). Todo este
sector suroccidental corresponde en superficie a depósitos aluviales y coluviales
provenientes de la escarpa de falla rocosa (220 < d < 320) y a los depósitos finos de la
ciénaga Yalguaraz. La zona de alta resistividad ubicada en profundidad se interpreta
nuevamente como representación del sustrato paleozoico y la misma, al igual que en
el perfil Yal 1, presenta discontinuidades con inclinación al noreste que son
interpretadas como fracturas. De la misma manera que en Yal 1, además, estas
discontinuidades no coinciden con el pie de la escarpa, lo cual evidencia otra vez que
la falla que controla este alto topográfico es la que se encuentra inmediatamente al
este, implicando en este caso unos 70 m de retroceso de la escarpa y corroborando el
carácter inverso de la falla.
Por último, las bajas resistividades que se presentan por debajo de los depósitos
de la ciénaga Yalguaraz (d > 480m) estarían indicando la presencia de agua. En este
sentido, esta ciénaga pareciera ser un importante acuífero, lo cual resulta lógico si se
tiene en cuenta que es en ella donde desaguan numerosos ríos tanto de la
Precordillera como de la Cordillera Frontal.

195
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

5.2.5.3. Discusión sobre la cronología de la deformación de la falla


Yalguaraz

El alto Yalguaraz ha sido tratado hasta aquí (véase Capítulo 3) como un rasgo
netamente neógeno. Sin embargo, por un lado, la sinuosidad de la escarpa de falla
que lo controla es baja (Smf = 1,2), lo cual en el campo de la geomorfología se asocia
a una importante actividad tectónica. Por otro lado, sobre la base del análisis de fotos
aéreas, la superficie del depósito del primer nivel de agradación cuaternario que se
encuentra tapizando las rocas paleozoicas en el bloque elevado parece estar
inclinando hacia el noreste siguiendo la inclinación de la superficie de erosión que
afecta al paleozoico y en contra de la pendiente aluvial original, que es hacia el SO.
Este es un rasgo que si bien fue interpretado de fotos aéreas, no pudo ser constatado
dado que la estratificación de los depósitos cuaternarios de esta zona no es visible en
el campo.
La inclinación al NE de los depósitos del primer nivel de agradación implicaría su
basculamiento como consecuencia de la reactivación de la falla Yalguaraz luego de la
depositación del mismo, al cual en el Capítulo 2 se le han asignado edades de 670 ±
140 ka / 580 ± 120 ka (Pleistoceno medio temprano – Pleistoceno temprano).
En clima árido, la cantidad de tiempo necesaria para la generación de un frente
montañoso (en el caso de este trabajo, una escarpa de falla rocosa) con pequeñas
entrantes y salientes y superficies de pedimentación asociadas al retroceso del mismo
después del cese del levantamiento activo, está estimada en aproximadamente 500 ka
(Bull 1984), dato que está de acuerdo con la edad del posible depósito cuaternario
deformado.
Se plantea entonces la posibilidad de reactivaciones cuaternarias de la falla
Yalguaraz que afectarían el primer nivel de agradación regional de la comarca.

5.2.5.4. Conclusiones

La distribución de resistividades obtenida para las tomografías eléctricas resistivas


Yal 1 y Yal 2 permiten inferir:

1) La falla Yalguaraz es una falla inversa de alto ángulo con inclinación al noreste.
2) La escarpa de falla rocosa asociada a la falla Yalguaraz presenta un retroceso
(asociado a procesos de erosión retrocedente) de unos 50-70 m.

196
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

3) La presencia del basamento paleozoico en el labio bajo de la falla, cuyo tope


(interpretado como la superficie de erosión que se observa en el campo y en fotos
aéreas), hunde suavemente hacia el suroeste.
4) La presencia de otras fracturas y fallas inversas en el mencionado basamento,
con inclinación al noreste, al igual que la falla Yalguaraz.
5) Los depósitos coluviales y aluviales provenientes de la escarpa de falla rocosa,
así como los depósitos de la ciénaga Yalguaraz no muestran indicios de haber sido
afectados por la deformación.
6) La presencia de un acuífero por debajo de los depósitos finos de la ciénaga
Yalguaraz.
7) Si se toman las observaciones realizadas a partir del análisis de fotografías
aéreas como válidas, el primer nivel de agradación regional estaría afectado por la
falla y por lo tanto esta presentaría reactivaciones posteriores al Pleistoceno medio.

5.2.6. Estudios realizados sobre una anomalía de incisión

La respuesta de los ríos ante las perturbaciones tectónicas está dada, entre otros
elementos, por variaciones locales en sus patrones de drenaje. Así se reconoce por
ejemplo, la presencia de áreas de incisión anómala labradas en sedimentos
cuaternarios producto de pequeños cambios de pendiente asociados a la deformación
neotectónica en los sectores pedemontanos.
Este tipo de elementos han sido ampliamente reconocidos en la comarca de
trabajo (véase Capítulo 4 y la figura 4.35), interpretándolos como evidencias de
deformación incipiente que en su conjunto dan idea de la distribución de la misma.
Se muestra en este apartado el estudio de una tomografía eléctrica resistiva
realizada sobre una de las anomalías de incisión localizada en el piedemonte del
cordón de las Tres Quebradas (Figura 4.37 y Figura 5.8 e y f). El objetivo de este
estudio fue conocer la relación entre esta anomalía de incisión en superficie con el
sustrato dispuesto en subsuelo.

5.2.6.1. Adquisición y procesamiento de los datos

El perfil TQ (Figura 5.7b) corta depósitos precordilleranos del segundo y del tercer
nivel de agradación (Q2-3) y, preservados sobre la anomalía de incisión, depósitos de
primer nivel de agradación (Q1, Formación Cesco). El mismo fue realizado con 72

197
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

electrodos con una separación de 10 m utilizando la técnica de roll along (710 m de


cobertura horizontal). Los parámetros geométricos seleccionados fueron n = 1-6
(siendo n un número entero) para d = 10 m, n = 3, 7/2, 4; 9/2, 5, 11/2, 6 para d = 20 m
y n = 4, 13/3, 14/3, 5, 16/3, 17/3, 6, 19/3, 20/3, 7 para d = 30, dando una secuencia de
medición de 1320 cuadripolos. El tiempo de inyección fue de 1 s, el máximo desvío
standard permitido fue del 3%, con un mínimo de 2 y máximo de 4 mediciones por
punto. La potencia fue gobernada por el resistivímetro a fin de no superar una lectura
de voltaje de 300 mV.
El modelo de inversión fue obtenido numéricamente en la forma de modelo de
celda rectangular simple por medio del programa RES2DINV del Software Geotomo
(Lines y Treitel 1984; Loke 2001; Loke 1996-2002) y el problema directo fue resuelto
utilizando el método de elementos finitos. Para la generación del modelo de mejor
ajuste, se utilizó una estimación robusta y se incorporó la topografía al mismo.
El modelo final del perfil TQ presenta 439 celdas de igual ancho distribuidas en 7
capas, siendo 50 m la profundidad máxima alcanzada. El RMS del modelo es del 12%
en 5 iteraciones.

5.2.6.2. Resultados e interpretación

En la figura 5.15 se muestra el modelo elegido para el perfil TQ y un corte


geológico con la interpretación del mismo.
El modelo muestra una zona de alta resistividad (> 300 .m) que se extiende a lo
largo de todo el perfil a una profundidad de entre 10 y 20 m. Esta zona hunde
asimismo de forma suave hacia el oeste y presenta marcadas discontinuidades
verticales o con inclinación al oeste. Cerca de la superficie, por encima de la zona
recién mencionada, se presenta un sector con menores resistividades (< 300 .m) que
coincide en superficie con los depósitos aluviales del primer, segundo y tercer nivel de
agradación regional.
Tomando en cuenta los valores de resistividad obtenidos en el resto de los perfiles
para las rocas paleozoicas y dado que las mismas son ubicuas en el área, se
interpreta la zona de alta resistividad como basamento paleozoico. El tope de la zona
de alta resistividad se interpreta como la superficie de erosión reconocida en otros
lugares de la región de estudio sobre dicho basamento. Las discontinuidades por su
parte se interpretan como fracturas o fallas, según el caso (Figura 5.15). La zona de la
anomalía de incisión coincide en subsuelo con: i) un leve levantamiento del tope del
basamento, generando una mayor cercanía de éste respecto de la superficie; ii) la

198
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

presencia de una discontinuidad con inclinación al oeste. De esta manera, la anomalía


de incisión, sutil elemento geomórfico, está representada en subsuelo por un sutil alto
de basamento. El mismo es consecuencia probablemente del movimiento a través de
la mencionada discontinuidad, que se interpreta aquí como una falla inversa ciega con
vergencia oriental.

5.2.6.3. Conclusiones

La anomalía de incisión reconocida en el terreno tiene su correlato en subsuelo


con un alto de basamento asociado a fallamiento ciego con vergencia oriental. De esta
manera se corrobora el origen de estos elementos geomórficos en relación a
pequeñas perturbaciones tectónicas en subsuelo. Asimismo, el modelo elegido para
TQ permite inferir la presencia de otras fracturas en el basamento, por debajo de los
depósitos aluviales cuaternarios.

5.2.7. Conclusiones del método geoeléctrico en los casos empleados

El método de tomografía eléctrica resistiva resultó ser exitoso en el estudio de la


deformación neógena y cuaternaria. En todos los casos los modelos obtenidos
presentaron una clara correlación con la información geológica de superficie, lo cual
permitió interpretar la disposición de rocas, sedimentos y fracturas y fallas en subsuelo
a partir de la distribución de resistividades. De la misma manera, la resolución del
método permitió inferir la inclinación y el carácter normal o inverso de dichas fallas. En
el caso de los altos de los Avestruces el método mostró la presencia de una falla
originalmente normal (probablemente asociada a las estructuras triásicas de la cuenca
Cuyana) invertida de forma inversa durante la orogenia andina, afectando asimismo
secuencias cuaternarias. Pudieron reconocerse además depósitos cuaternarios
basculados en contra de su pendiente original. Se caracterizó la falla Yalguaraz como
una falla inversa de alto ángulo buzante al NE y que presenta un importante retroceso
del frente de escarpa por erosión. Finalmente se pudo correlacionar la presencia en
superficie de rasgos geomórficos muy sutiles con pequeños levantamientos en el
subsuelo.

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

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Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

202
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

5.3. Anisotropía de susceptibilidad magnética (AMS)

5.3.1. Introducción

La anisotropía de susceptibilidad magnética (AMS, veáse Tarling y Hrouda 1993;


Martín-Hernández et al. 2004) se utiliza para conocer la petrofábrica de una
determinada roca y posee un amplio rango de aplicaciones como por ejemplo el
estudio de los procesos ígneos, la determinación de direcciones de paleocorrientes,
paleovientos o de proveniencia de flujos piroclásticos e investigaciones en
paleotectónica, entre otras.
Sin embargo, son pocos los estudios de AMS referidos al análisis de la
magnetofábrica de sedimentos recientes sometidos a deformación neotectónica.
Respecto de esta aplicación, existe cierta evidencia observacional (Kissel et al. 1986,
Sagnotti y Meloni 1993, Speranza et al. 1998) de que en sedimentos poco o no
consolidados sometidos a procesos de deformación tectónica se produce una
paulatina reorientación de las fábricas magnéticas originando nuevas fábricas que se
apartan gradualmente de las originales, netamente sedimentarias, hasta alcanzar
patrones característicos de materiales geológicos deformados. Esto aparentemente
ocurriría incluso en sedimentos con escasa o aún nula evidencia macroscópica de
deformación interna (Kissel et al. 1986). Por su parte, las nuevas fábricas magnéticas
guardan consistencia con las direcciones de acortamiento y de extensión (direcciones
cinemáticas) a nivel local o regional. Los efectos de deformaciones incipientes así
como de sucesivos grados de deformación sobre el elipsoide de anisotropía de
susceptibilidad magnética en este tipo de litología fueron estudiados, entre otros, por
Lowrie y Hirt (1985), Mattei et al. (1997), Sagnotti et al. (1998), Parés et al. (1999),
Parés y van der Pluijm (2002), Borradaile y Jackson (2004), Cifelli et al. (2005).
En este apartado se muestran los resultados obtenidos de los sitios muestreados
en la comarca de estudio como parte de un estudio mayor, el primer estudio de esta
índole realizado en la Argentina, llevado a cabo en colaboración entre el Laboratorio
de Neotectónica y el Instituto de Geofísica Daniel Valencio de la Universidad de
Buenos Aires. El fin de este análisis no sólo fue el de conocer la magnetofábrica de
estos sedimentos, sino también el de contribuir al desarrollo de la metodología
aplicada al estudio de la deformación cuaternaria.

203
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Figura 5.16. Ubicación de los sitios muestreados para estudios de anisotropía de


susceptibilidad magnética.

Los objetivos generales de este estudio fueron:

(1) Avanzar en el desarrollo de este método geofísico a fin de estimar su


efectividad, evaluando los efectos de deformaciones incipientes y de sucesivos
grados de deformación sobre el elipsoide de AMS.

(2) Obtener nueva información acerca de la cinemática asociada a la


deformación neotectónica en la comarca de estudio.

(3) Reconocer la presencia de deformación cuaternaria a reciente sobre la


base de fábricas magnéticas en aquellos sedimentos donde la misma no se
expresa macroscópicamente.

Se muestrearon para este trabajo nueve (9) sitios en sedimentos clásticos poco o
no consolidados (Figura 5.16). Tres en los depósitos de la Formación Casleo del
Pleistoceno superior (CA1, CA2 y CA3) en las inmediaciones de la falla Barreal
(véanse Figura 3.5 y Lámina 1); tres en los depósitos correspondientes al relleno de la
ciénaga de los Avestruces (AV1, AV2 y AV3), pertenecientes al cuarto nivel de

204
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

agradación de la comarca (Holoceno); dos en los depósitos aluviales pedemontantos


correspondientes al primer nivel de agradación (Q11 y Q12; Pleistoceno medio –
Pleistoceno inferior ) y un último sitio en un jaboncillo de una falla cuaternaria (JF;
Figura 3.15) en el frente serrano al este de la Pampa del Cesco. Los sedimentos
muestreados presentan diversas granulometrías, desde limos hasta arenas gruesas y
una impronta variable de deformación producto de la actividad tectónica cuaternaria.

5.3.2. Marco teórico del método

Para materiales diamagnéticos y -en campos bajos (1 mT)-, para materiales para-
y ferromagnéticos, la relación entre magnetización inducida (J) y el campo externo
aplicado (H) es lineal, siendo

J=kH (Ec. 5.16)

donde k es la susceptibilidad magnética del material.


La k es una de las propiedades físicas de los materiales naturales con un mayor
rango de variación (Telford et al. 1992), de modo que distintos minerales pueden
presentar valores de k que difiera en varios órdenes de magnitud. Así, la
susceptibilidad magnética de una roca dependerá del tipo de minerales que la
conforman y de su concentración. Para susceptibilidades de roca mayores a 5.10-3 SI
se estima que la fracción que controla dicho parámetro es ferromagnética (Tarling y
Hrouda 1993). En cambio, para valores menores a 5.10-4 SI se estima que es la
fracción paramagnética la que controla la susceptibilidad. Para valores intermedios,
ambas fracciones, tanto la ferromagnética como la paramagnética estarán
contribuyendo significativamente a la susceptibilidad de la roca y por lo tanto a su
anisotropía (Tarling y Hrouda 1993).
Por otra parte, para sustancias isótropas, k no varía con la dirección de aplicación
del campo H. En sustancias anisótropas, en cambio, k dependerá de la dirección en la
que se aplique el campo, pudiendo representarse la relación entre Ji y H y las
variaciones de k mediante un tensor de segundo grado donde

J1=k11H1+k12H2+k13H3
J2=k21H1+k22H2+k23H3 (Ec. 5.17)
J3=k31H1+k32H2+k33H3

205
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

siendo 1, 2 y 3 un dado sistema de coordenadas cartesianas y kij los coeficientes


de susceptibilidad magnética, con kij=kji. De todos los posibles sistemas de
coordenadas, existe aquel para el cual los términos no-diagonales del tensor se anulan
entre sí, resultando

J1=k11H1
J2=k22H2 (Ec. 5.18)
J3= k33H3

Donde k11, k22 y k33 son los eigenvalores del tensor denominados susceptibilidades
principales, que en general se indican como Kmáx, Kint y Kmín o K1, K2 y K3 con K1 ≥ K2 ≥
K3.
De esta manera, la anisotropía de susceptibilidad magnética (AMS) de una roca
depende de i) la susceptibilidad magnética, concentración y anisotropía de los granos
individuales que la constituyen y ii) el arreglo espacial de los mismos. Si los granos
que conforman la roca, aunque individualmente presenten una alta AMS, están
distribuidos de forma aleatoria, la anisotropía de la roca será baja o nula (Lanza y
Meloni 2006). En el caso en que los granos estén orientados según una dirección
preferencial, la roca poseerá una AMS significativa.
La representación gráfica del tensor de anisotropía de susceptibilidad magnética
es un elipsoide cuyos ejes principales coinciden con las direcciones de kmáx, kint y kmín,
siendo la longitud de los mismos proporcional a sus eigenvalores (Figura 5.17). Es así
que la anisotropía es representada visualmente mediante la forma del elipsoide, y
puede a su vez ser cuantificada a partir de los siguientes parámetros:

K1 K1 K2
P= (Ec. 5.19); L = (Ec. 5.20); F = (Ec. 5.21)
K3 K2 K3

PJ=exp√{2[(η1 - η)2+( η 2 - η)2+( η 3 - η)2]} (Ec. 5.22) con η i = lnki y η = (η 1 + η 2 + η 3) / 3

T = 2 ln(K2/K3) / ln (K1/K3) -1 = (lnF - lnL) / (lnF + lnL) (Ec. 5.23)

siendo P el grado de anisotropía (Nagata 1961) y PJ el grado de anisotropía


corregido (Jelinek 1981), cuya ventaja es que utiliza para su cálculo los tres valores de
susceptibilidades principales. L es la lineación magnética (Balsley y Buddington 1960)
y F es la foliación magnética (Stacey et al. 1960), prevaleciendo L en elipsoides
prolados (K1 > K2 ≈ K3; Ec. 5.20; Figura 5.18b) y F en elipsoides oblados (K3 <K2 ≈ K1;

206
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Ec. 5.21, Figura 5.18a). Los términos lineación y foliación se utilizan además con un
significado geométrico, donde la lineación se refiere a la dirección de K1 y la foliación
al plano definido por las direcciones K1 y K2 (y por lo tanto, perpendicular a K3; Figura
518 a y b).

Figura 5.17. Representación gráfica del tensor de anisotropía de susceptibilidad magnética,


dada por un elipsoide cuyos ejes principales coinciden con las direcciones de kmáx, kint y kmín en
un sistema de coordenadas x,y,z. Según Tarling y Hrouda (1993).

Figura 5.18. Proyección estereográfica de igual área de distintos elipsoides de susceptibilidad


magnética. a) Elipsoide oblado (K3 <K2 ≈ K1) mostrando una marcada foliación (plano
conformado por K1 y K2) perpendicular al eje K3, que muestra un importante agrupamiento en la
vertical: aquí la fábrica es planar y típicamente sedimentaria; b) Elipsoide prolado (K1 > K2 ≈
K3), asociado a una marcada lineación magnética dada por el agrupamiento de los ejes K1; c)
Elipsoide triaxial, marcada agrupación de todos los ejes (K1, K2 y K3), desarrollando tanto
foliación como lineación magnética. Cuadrados: representan las direcciones de K1, triángulos:
representan las direcciones de K2 y círculos: representan las direcciones de K3. Modificado de
Lanza y Meloni (2006).

Por su parte, T es el parámetro de forma (Jelinek 1981) que toma valores entre -1
y 1, donde los valores entre -1 ≤ T < 0 corresponden a elipsoides prolados y de entre

207
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

0 < T ≤ 1 corresponden a elipsoides oblados. En la figura 5.19 se muestra la relación


entre los parámetros L, F y T.

Figura 5.19. Relación entre el parámetro de


forma T, la foliación (F) y la lineación (L). Las
flechas indican la dirección hacia grados de
anisotropía (P) mayores. Según Lanza y Meloni
(2006).

5.3.3. Fábrica magnética y deformación

Las direcciones principales de susceptibilidad están controladas por el


alineamiento de los granos y son muy sensibles a cambios en las direcciones de los
mismos, de manera que una mínima respuesta del ordenamiento de los granos a los
esfuerzos tectónicos es suficiente como para cambiar la forma del elipsoide de
susceptibilidad.
En el caso de sedimentos poco o no consolidados que no estén deformados se
espera una típica magnetofábrica sedimentaria, generada a partir de la disposición
aleatoria de los minerales sobre el plano de estratificación produciendo un elipsoide de
AMS oblado (K3 < K2 ≈ K1; fábrica foliada; Figuras 5.18a y 5.20a), con el eje de mínima
susceptibilidad (K3) perpendicular al plano de estratificación (en ausencia de
imbricación significativa) y los ejes K2 y K1 de similares dimensiones, describiendo una
orla sin dirección preferencial y contenidos en el plano de estratificación (fábrica
magnética Tipo 1). En sedimentos algo deformados comienza a observarse la
aparición y un sucesivo incremento de una magnetofábrica tectónica, con la presencia
de una lineación magnética dada por la concentración de los ejes K1 en el tensor de
AMS, tendiendo a coincidir K2 con la dirección de máxima deformación compresiva
regional o local, manteniéndose aún K3 perpendicular al plano de estratificación y el K1
indicando la dirección de extensión (fábrica magnética Tipo 2; Figura 5.20b). Un

208
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

incremento de la deformación produce un elipsoide prolado (K1 > K2 ≈ K3; Figuras


5.18b y 5.20c), perdiéndose de esta manera la definición precisa de las direcciones K2
y K3, que se distribuyen sobre una orla perpendicular a K1, el cual permanece paralelo
a la dirección de máxima extensión (fábrica magnética Tipo 3). Si el grado de
deformación es aún mayor, se verifica teóricamente el pasaje a una fábrica triaxial
donde K3 se alinea con la dirección del máximo acortamiento (fábrica magnética Tipo
4; Figura 5.20 d).
Las fábricas antes descriptas responden a la rotación de los granos ante la
presencia de esfuerzos compresivos externos. De esta manera, la adquisición de la
anisotropía de susceptibilidad magnética en sedimentos cuaternarios deformados,
resulta una potencial herramienta para el estudio de la cinemática de dicha
deformación.

Figura 5.20.Proyecciones de igual área donde se muestra la posición de los ejes principales de
susceptibilidad magnética en distintos estadios de deformación progresiva en rocas
sedimentarias (con la dirección de compresión paralela al plano de estratificación). a) Fábrica
sedimentaria; b) contribución por tectónica a la fábrica sedimentaria (el eje K3 permanece aún
en la vertical, se genera una lineación magnética por el agrupamiento del eje K1); c) Fábrica
deformacional donde K3 coincide con la dirección de máximo acortamiento; d) Fabrica
deformacional donde los ejes de máxima, intermedia y mínima susceptibilidad coinciden con
los ejes de deformación. Cuadrados: K1; Triángulos: K2; Círculos: K3. En gris se marcan las
proyecciones de las foliaciones generadas en el elipsoide de AMS ante los distintos estadios de
deformación. Según Lanza y Meloni (2006).

5.3.4. Trabajo de campo

El muestreo en el campo de sedimentos cuaternarios poco o no consolidados


consistió en la recolección de especímenes orientados, tarea que se realizó mediante
tubos plásticos de 1x1 pulgada (Figura 5.21a) o, en los casos en que la litología así lo

209
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

requirió, con perforadora eléctrica portátil (sitio CA1; Figura 5.21b). La elección de los
sitios dependió tanto del interés geológico específico como de la presencia de
litologías adecuadas para el muestreo.

Figura 5.21. Adquisición de especímenes orientados en el campo para el estudio de AMS a) Se


utilizaron en general tubos plásticos de 1x1 pulgada; b) en algunos casos la litología requirió el
uso de una perforadora eléctrica portátil.

5.3.5. Medición de la anisotropía de susceptibilidad magnética

La anisotropía de susceptibilidad magnética fue medida en gabinete con un


susceptibilímetro AGICO (modelo MFK1-A) perteneciente al Instituto de Geofísica
Daniel Valencio (Figura 5.22), que utiliza un protocolo de 15 mediciones (Jelinek 1976)
y asigna por convención a cada especímen el sistema de coordenadas de la Figura
5.23, donde el plano conformado por la direcciones X1,X2 es el que se orienta durante
el muestreo en el campo. El campo magnético aplicado fue en todos los casos de 200
A/m.

210
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Figura 5.22. Equipo para la medición del la susceptibilidad magnética. Susceptibilímetro AGICO
(modelo MFK1-A) y computadora portátil.

Figura 5.23. Coordenadas asignadas por convención a cada uno de los


especímenes. Tomado de Tauxe (2005).

5.3.6. Procesamiento de los datos y representación gráfica

El análisis estadístico fue realizado de forma automática mediante el software


Anisoft42 (Chadima y Jelinek, 2008) que calcula los términos del tensor medio Kij
como las medias de los correspondientes N términos Kij de los tensores individuales
normalizados

Σ(k ij )
K ij = (Ec. 5.24)
N

El programa devuelve de esta manera el tensor medio obtenido a partir de los


distintos especímenes de un determinado sitio, así como parámetros estadísticos tales
como P, Pj, L, F y T. La dispersión de las direcciones principales medias obtenidas se
expresa por medio de semiejes mayor y menor de elipses de confianza. Dicho tensor
se representa gráficamente por medio de proyecciones estereográficas de igual área
utilizando como símbolos: cuadrados para el K1, triángulos para el K2 y círculos para el
K3.

211
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

5.3.7. Estudios realizados en la Formación Casleo

La formación Casleo (Yamín 2007) está constituida por depósitos cuaternarios


(Pleistoceno superior) fluviales y fluviolacustres, que, en ambas márgenes del arroyo
de las Cabeceras en el bloque Barreal, se disponen sobre la Formación Lomas del
Inca (Miocena) o sobre el segundo nivel de agradación regional cuaternario.

Figura 5.24. a) Mapa geológico del bloque Barreal y el sector pedemontano adyacente a la
altura del arroyo de las Cabeceras. Se indica la Formación Casleo, en cuyos depósitos se
tomaron muestras para la medición de la AMS. El rectángulo en línea punteada indica el área
abarcada en la figura b; b) Ubicación de los sitios CA1, CA2 y CA3.

Se trata de depósitos en su gran mayoría limosos o limo-arenosos con clastos


diseminados tamaño grava (0,5 cm) e intercalaciones de lentes conglomerádicas que
responden, según su ubicación a ambientes fluviolacustres (a lo largo del arroyo de las
Cabeceras) o fluviales (desembocadura del arroyo de las Cabeceras). Este hecho se
asocia a la posición de estos sedimentos respecto de la falla Barreal, que levanta de
forma inversa el bloque montañoso hacia el oeste. Los depósitos más finos
(fluviolacustres) se encuentran en el interior del bloque, y su génesis se interpreta
como producto del endicamiento del arroyo de las Cabeceras contra el bloque
levantado de la falla Barreal tras la reactivación de la misma. Los depósitos fluviales

212
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

por su parte, se encuentran en las inmediaciones de la falla Barreal, cortando y


rellenando los depósitos aluviales del segundo nivel de agradación regional (gran
abanico aluvial en la desembocadura del arroyo de Las Cabeceras).
El plano de la falla Barreal puede ser observado en la desembocadura del arroyo
de las Cabeceras, donde presenta una inclinación de unos 40º - 50º al este,
superponiendo rocas del Paleozoico inferior (Grupo Ciénaga del Medio) sobre rocas
miocenas (Formación Lomas del Inca).
A partir del estudio de estrías en fallas menores asociadas, Yamín (2007) obtuvo
un rumbo NNO para la falla Barreal con una inclinación de 58º al este, con
componentes de inclinación inversas y de desplazamiento de rumbo sinestral. La
dirección de acortamiento obtenida mediante el análisis cinemático a partir de estrías
por Yamín (2007) es N75ºO, dirección que es consistente con aquella obtenida para la
falla Barreal, sobre la base de estrías, en el presente trabajo (N60ºO, Capítulo 3).
A la latitud del arroyo de Las Cabeceras, la falla Barreal muestra además actividad
cuaternaria, evidenciada por la flexión de las capas de la Formación Cesco (depósitos
del primer nivel de agradación), sobre el bloque levantado con inclinaciones de 12° al
este en contra de la pendiente de la planicie aluvial original (Yamín 2007).
Si bien los depósitos de la Formación Casleo no muestran evidencias
macroscópicas de deformación, se realizó en ella un estudio de anisotropía de
susceptibilidad magnética, dado el contexto neotectónico, con los objetivos de evaluar
mediante la fábrica mágnetica: i) la posible deformación de los mismos, ii) la
sensibilidad del método para registrar deformación que in situ resulta indistinguible.
Se muestrearon tres sitios, CA1, CA2 y CA3, cuya ubicación se muestra en las
Figuras 5.16 y 5.24. El sitio CA1 se encuentra a la altura de la falla Barreal, el sitio
CA2 se encuentra en el labio bajo de dicha falla aunque a pocos metros (unos 20 m)
de la misma. El sitio CA3 por su parte fue muestreado en los depósitos finos del
interior del bloque, sobre el labio elevado de la falla. Estratigráficamente CA1 se
encuentra unos 15 m por encima de CA2 y CA3 unos 70 m por encima de CA2. Si bien
los tres sitios son limo arenosos, CA2 presenta una litología algo más gruesa,
representada por una fracción gravosa diseminada. Por su parte, el sitio CA3 muestra
una granulometría más fina, predominando en él la fracción limosa.

5.3.7.1. Resultados e interpretación

Los tres sitios, más allá de su ubicación respecto de la falla Barreal, muestran
resultados similares (Tabla 5.1; Figura 5.26). Las susceptibilidades magnéticas de

213
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

estos sedimentos son del orden de 1*10-3 SI, valor que manifestaría una contribución
tanto de minerales ferromagnéticos como paramagnéticos a la susceptibilidad y a su
anisotropía (Tarling y Hrouda 1993). Por su parte, el grado de anisotropía corregido
(Pj) máximo está comprendido entre 2,5 y 6,5%, con un promedio por sitio entre 2,1 y
3,9%.
Para los tres sitios se obtuvieron elipsoides oblados, con el eje de mínima
susceptibilidad magnética (K3) en posición vertical. En el caso de los sitios CA1 y CA3,
se observa un agrupamiento de los ejes K1, (fábrica magnética Tipo 2) generando una
lineación en la dirección NNO a NO, alejándose así de la típica fábrica sedimentaria y
sugiriendo una posible contribución tectónica en la misma (Figura 5.26). El sitio CA2
presenta una dispersión mayor de los ejes K1 y K2, aunque las direcciones medias de
estos ejes son consistentes con los otros dos sitios. La mayor dispersión podría
explicarse por la granulometría de este sitio, más gruesa que la de los sitios CA1 y
CA3.
Si bien K1 podría estar representando una dirección de paleocorrientes, esta
interpretación es considerada poco probable pues: i) su dirección no corresponde a
ninguna de las direcciones fluviales posibles para la Formación Casleo y ii) los tres
sitios muestran una alta consistencia entre sí. Distintos estudios (Hamilton y Rees
1970, Hailwood y Sayre 1979, Kissel et al. 1997) muestran que cuando las lineaciones
están controladas por paleocorrientes, el K1 presenta comúnmente un alto rango de
direcciones, tanto si el muestreo se realiza lateralmente en una misma capa o a lo
largo de una secuencia estratigráfica (Cifelli et al. 2004). En este caso, en cambio, se
observa una lineación magnética invariable tanto espacial como temporalmente.
En casos como este puede asumirse que la dirección K1 es perpendicular a la
dirección de acortamiento local o regional, coincidiendo esta última con K2 y
encontrándose en este caso entre los acimutes de 52º y 66º. Esta dirección es
consistente con las direcciones de acortamiento actuales obtenidas en los Andes
Centrales a partir de mecanismos focales de sismos y de medidas de GPS geodésico
(Kendrick et al. 1999), asociadas a su vez a la dirección del vector de convergencia
cuaternario y actual de la placa de Nazca por debajo de la placa Sudamericana (Ac.
75º±5º). Se interpreta entonces, que la magnetofábrica de los sitios medidos en la
Formación Casleo presenta cierta contribución tectónica, dada por un acortamiento
cuya dirección coincide a grandes rasgos con el vector de convergencia actual, lo cual
resulta coherente teniendo en cuenta el contexto geodinámico, la edad de los
sedimentos (Pleistoceno Superior) y la presencia de actividad neotectónica en la
región.

214
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

La dirección de acortamiento obtenida a partir del estudio de fábrica magnética,


sin embargo, no coincide con la dirección N75ºO (Yamín 2007) o N60ºO (este trabajo)
estimada sobre la base de indicadores cinemáticos (estrías) asociados a la falla
Barreal. Esta situación podría explicarse mediante un reordenamiento cinemático en
este sector, tal como lo sugieren Cortés y Pasini (2008) para el Pleistoceno inferior a
medio en la sierra de Uspallata de la Precordillera Sur. Este hecho implicaría que los
datos cinemáticos obtenidos a partir del análisis de estrías por Yamín (2007)
correspoden a movimientos de la falla Barreal, que aunque post- Miocenos, serían
anteriores al Pleistoceno inferior a medio.

5.3.8. Estudios realizados en la ciénaga de los Avestruces

Como complemento de los estudios geomorfológicos y de geoeléctrica se


muestrearon, para su estudio de anisotropía de susceptibilidad magnética, tres sitios
en los depósitos finos de la ciénaga de Los Avestruces, los cuales corresponden al
cuarto nivel de agradación regional (Holoceno). Ninguno de los sitios presentó en el
campo evidencias macroscópicas de deformación. Estratigráficamente, AV1 y AV3 se
encuentran aproximadamente en el mismo nivel cercano a la base del depósito,
mientras que AV2 se encuentra unos 3 m por encima de los anteriores. Su ubicación
puede verse en la Figura 5.16.

5.3.8.1. Resultados e interpretación

Las elipses de anisotropía de susceptibilidad magnética obtenidas de los


depósitos de la ciénaga de Los Avestruces son en todos los casos obladas, con los
ejes K3 dispuestos en la vertical (Figura 5.27).
Las susceptibilidades magnéticas medias de estos sedimentos son del orden de
1,5-2*10-3 SI (Tabla 5.1), lo que nuevamente evidenciaría la contribución tanto de una
fracción de minerales ferromagnéticos, así como de una fracción de minerales
paramagnéticos (Tarling y Hrouda 1993). Si bien k es del mismo orden que en el caso
de la Formación Casleo, merece mencionarse el grado de anisotropía
significativamente menor de estas muestras, estando los máximos valores
comprendidos entre el 1,5 y el 3,7%, con un promedio por sitio de entre 0,8 y 2,5%.
Al igual que en la Formación Casleo se observa para los depósitos de la ciénaga
de Los Avestruces una cierta lineación magnética, aunque menos marcada en los

215
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

sitios AV2 y AV3, dada por el agrupamiento de los ejes K1 (fábrica magnética Tipo 2).
Sin embargo la falta de consistencia entre las direcciones medias obtenidas para los
K1 de cada sitio y el muy bajo grado de anisotropía sugiere que de existir, la impronta
tectónica es despreciable. Se estima que las lineaciones observadas en la fábrica
magnética reflejarían direcciones de paleocorrientes y no la contribución de esfuerzos
tectónicos.

5.3.9. Estudios realizados en depósitos cuaternarios pertenecientes al


primer nivel de agradación regional (Formación Cesco).

Se muestreó el primer nivel de agradación regional (Formación Cesco; Pleistoceno


medio - Pleistoceno temprano) en dos sitios (Figura 5.16) donde la deformación
cuaternaria se manifiesta en el campo a partir del basculamiento de estos depósitos.
Si bien la granulometría de los mismos es conglomerádica, se han muestreado bancos
de granulometría más fina, correspondiente a arenas con algunas gravas diseminadas.
En el caso de Q11 el depósito muestreado se observó inclinando unos 16º al SE,
en contra de la pendiente aluvial regional (Figura 3.17). El mismo forma parte del limbo
oriental de un suave pliegue de orientación NNE asociado a una ramificación de la
falla Naranjo en el frente occidental del cordón del Naranjo, que en esas latitudes se
presenta muy rectilíneo connotando una actividad tectónica relativamente mayor
(véanse Capítulos 3 y 4 y Figura 5.25 a y b).
El sitio Q12 corresponde al flanco occidental de un pequeño pliegue
correspondiente al conjunto de pliegues cuaternarios que se disponen en la pampa
Yalguaraz (perfil A-A´ en la figuras 3.28 y 3.29). Aquí, las capas fueron rotadas hasta
alcanzar inclinaciones de entre 5º y 10º al oeste, mayores a las esperadas en
depósitos aluviales (Figura 5.25 c y d).

5.3.9.1. Resultados e interpretación

Las susceptibilidades magnéticas medias de estos sedimentos son del orden de


1,5-2*10-3 SI (Tabla 5.1), es decir, similares a las anteriores, pudiendo nuevamente
estimar contribuciones a la misma por parte tanto de minerales ferromagnéticos como
paramagnéticos (Tarling y Hrouda 1993).

216
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Para ambos sitios, cuyos resultados se muestran corregidos por estructura (la
paleohorizontal corresponde al ecuador de la red), se obtuvo una fábrica oblada,
aunque con características diferentes (Tabla 5.1). En el caso de Q12 el eje K3 se
dispone cercano a la vertical y se observa una lineación subhorizontal probremente
definida en la dirección NNO (fábrica magnética Tipo 2, Figura 5.28), pudiéndose
interpretar un acortamiento en la dirección OSO, coincidiendo con la dirección del
vector de convergencia actual, al igual que se observó en la Formación Casleo. La alta
dispersión que muestra este sitio podría explicarse como consecuencia de la
granulometría gruesa de los sedimentos de los que fue obtenido.

Figura 5.25. Sitios de muestreo Q11 y Q12 en el primer nivel de agradación cuaternario de la
comarca a) Ubicación de Q11 en relación a la falla Naranjo (punto cardinal norte hacia arriba)
b) Vista del depósito del primer nivel de agradación muestreado, c) Ubicación del sitio de
muestreo Q12 asociado a uno de los pliegues de la pampa Yalguaraz (punto cardinal norte
hacia arriba), d) Corte esquemático de dicho pliegue (Según Cortés y Costa 1993).

El sitio Q11, por su parte, parece mostrar un estadio de deformación mayor, donde
la fábrica sedimentaria original ha sido obliterada por una fábrica tectónica. Aquí, la
fábrica magnética parecería acercarse a una fábrica de Tipo 4, donde el eje K3 se
orienta paralelo a la dirección de máxima deformación compresiva (Figura 5.28). Se
observa que de hecho, la dirección del eje K3, coincide con la dirección de
acortamiento regional, mientras que el K1 presenta una dirección NNO con un ángulo
bajo de inclinación.

217
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

5.3.10. Estudios realizados en un jaboncillo de falla: Resultados e


interpretación

Se obtuvieron muestras de un jaboncillo asociado a la falla que levanta las rocas


paleozoicas del Grupo Ciénaga de Medio sobre los depósitos cuaternarios de la
Formación Cesco, en el frente serrano aledaño a la pampa homónima (Figuras 3.15 y
5.16). El plano de falla fue medido en el campo, obteniéndose una actitud de 334º/40º
NE.
El estudio de anisotropía de susceptibilidad magnética muestra un elipsoide triaxial
(Figura 5.28). Aquí, las susceptibilidades magnéticas son muy bajas, del orden de
4*10-5 SI (Tabla 5.1), siendo minerales paramagnéticos los que estarían controlando
dicha susceptibilidad (Tarling y Hrouda 1993).
La fábrica obtenida puede considerarse netamente tectónica, donde K3 es
perpendicular al plano de falla y K1 y K2 están incluidos en el mismo. K1 indicaría la
dirección de estiramiento mineral y por lo tanto coincide probablemente con la
dirección del movimiento sobre dicho plano, que es de ángulo moderado hacia el SE.
Si se calcula, a partir de los datos de AMS, la actitud del plano de falla tomando el
valor medio de K3 (231º/46º) como su polo, se obtiene para el mismo un rumbo e
inclinación de 321º/44º, valor muy similar al medido en el campo. Este hecho deja
entrever la eficiencia del método en el registro de deformaciones tectónicas plasmadas
en las fábricas magnéticas.

5.3.11. Conclusiones de los estudios de AMS

A partir de los estudios de anisotropía de susceptibilidad magnética realizados en


la comarca de estudio y en conjunto con aquellos resultados obtenidos del estudio
mayor realizado por el Laboratorio de Neotectónica y el Instituto de Geofísica Daniel
Valencio (Fazzito et al. 2009, Terrizzano et al. 2009), pudo comprobarse como este
método resulta en principio una herramienta útil y eficiente en el estudio del grado y la
cinemática de la deformación en sedimentos poco o no consolidados cuaternarios.
A excepción de los sitios obtenidos en la ciénaga de los Avestruces, en el resto de
los casos se obtuvieron resultados positivos, donde el diverso grado de deformación
tectónica en los depósitos estudiados se correlaciona con los parámetros direccionales
observados en el elipsoide de AMS, dando noción además, de los elipsoides de

218
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

deformación de los mismos. Asimismo, la dirección de acortamiento interpretada es


consistente con la debida al régimen compresional andino actual.
Uno de los hallazgos más significativos del estudio es el hecho de haber
reconocido, utilizando esta metodología, una criptofábrica tectónica en sedimentos que
no presentan in situ evidencias macroscópicas de deformación. Esto mostraría que la
AMS es una herramienta sensible incluso en estadios de deformación muy incipientes,
permitiendo dilucidar así la presencia de zonas sometidas a deformación neotectónica
que no podrían ser reconocidas por otros métodos. Se observa en principio, además,
una mayor dispersión de los datos para aquellas granulometrías más gruesas, dadas
por arenas o arenas gravosas.
Para el caso del jaboncillo (sitio JF), el plano de falla calculado a partir del
elipsoide de AMS coincide con aquel medido en el campo, denotando así la eficiencia
del método y su posible utilidad en la estimación de la cinemática de fallas cuyos
planos no puedan ser medidos o calculados por otros medios.

219
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

ACÁ VA LA TABLA 5.1

220
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Figura 5.26. Anisotropía de susceptibilidad magnética en la Formación Casleo. A la


izquierda, proyecciones estereográficas de igual área, a la derecha gráficos del grado
de anisotropía (P) vs la susceptibilidad magnética media (Km) y de la Lineación
magnética (L) vs la Foliación magnética (F) (gráfico tipo Flinn).

221
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Figura 5.27. Representación gráfica de los resultados obtenidos respecto de la


anisotropía de susceptibilidad magnética en los depósitos de la ciénaga de Los
Avestruces. A la izquierda, proyecciones estereográficas de igual área, a la derecha
gráficos del grado de anisotropía (P) vs la susceptibilidad magnética media (Km) y de la
Lineación magnética (L) vs la Foliación magnética (F) (gráfico tipo Flinn).

222
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 5

Figura 5.28. Anisotropía de susceptibilidad magnética en depósitos del primer nivel de


agradación regional (sitios Q11 y Q12) y en un jaboncillo de falla (sitio JF): los sitios Q11 y Q12
se presentan corregidos por estructura, siendo las mismas: 66°/16° para el sitio Q11; 180°/5°
para el sitio Q12. A la izquierda, proyecciones estereográficas de igual área, a la derecha
gráficos del grado de anisotropía (P) vs la susceptibilidad magnética media (Km) y de la
Lineación magnética (L) vs la Foliación magnética (F) (gráfico tipo Flinn).

223
Sitio CA1 CA2 CA3 AV1 AV2 AV3 Q11 Q12 JF
limo
arenoso con arcilla
limo limo Arena Arena
Litología arenoso
gravas
arenoso
limo limo limo
gravosa gravosa
(jaboncillo
disemi- de falla)
nadas
N 9 20 14 18 20 19 5 15 11
Susceptibilidad media Km -3 -3 -4 -3 -3 -3 -3 -3 -5
1.64*10 1,07*10 9,32*10 1,53*10 2,02*10 1,49*10 1,5*10 2,18*10 4,2*10
(SI)
Susceptibilidad K1 1,015 1,007 1,009 1,010 1,003 1,003 1,005 1,002 1,007
normalizada de K2 1,007 1,005 1,003 1,004 1,002 1,002 1,001 1,001 1,000
los ejes ppales. K3 0,978 0,988 0,988 0,986 0,995 0,995 0,994 0,998 0,993
Direcciones de K1 142,1/8,0 155,9/4,3 145,5/5,6 80,3/2,3 62,6/6,3 338,6/10,0 357,9/36,2 164,1/4,9 100,7/32,0
los ejes ppales.
(Declinación / K2 51,7/2,6 65,2/9,7 55,2/3,7 170,5/2,6 152,9/2,6 68,8/1,1 132,8/43,9 72,4/18,8 352,3/26,8
Inclinación) K3 304,1/81,5 269,6/79,4 292,1/83,3 308,8/86,5 265,0/83,2 165,2/79,9 248,6/24,3 268,0/70,5 230,9/45,9
Angulos de los K1 22,6/11,3 53,8/10,8 17,0/7,3 19,5/4,6 36,9/8,6 45,9/16,5 15,1/10,6 52,2/23,6 26/16,0
semiejes mayor
y menor de la K2 22,6/13,4 53,8/13,9 17,1/9,5 19,5/7,9 37,1/10,6 46,0/14,3 28,9/14,9 54,2/27,7 31,3/23,8
elipse de
confianza K3 13,7/81,5 15,1/9,8 9,8/7,4 7,9/4,6 12,2/8,7 17,5/13,2 30,1/1,7 36,3/23,1 31,0/14,2
P 1,037 1,019 1,021 1,024 1,009 1,008 1,01 1,004 1,014
Pj 1,039 1,021 1,022 1,025 1,010 1,008 0,011 1,004 1,014
L 1,008 1,001 1,006 1,005 1,001 1,001 1,003 1,001 1,008
Parámetros
F 1,029 1,017 1,015 1,019 1,007 1,006 1,007 1,003 1,007
estadísticos
T 0,590 0,849 0,396 0,565 0,684 0,622 0,335 0,607 -0,083
Forma ( 1)
oblado oblado oblado oblado oblado oblado oblado oblado triaxial *
elipsoide
Corrección por estructura - - - - - - 66º/16º 180º/5º -
Tabla 5.1. Resultados obtenidos para el estudio de anisotropía de susceptibilidad magnética para los distintos sitios muestreados. N: número de
2 2 2
especimenes por sitio; Km = (K1+K2+K3)/3 (susceptibilidad media); P = K1/K3 (grado de anisotropía); PJ = exp√{2[(η1 - η) +( η 2 - η) +( η 3 - η) ]}
(grado de anisotropía corregido, Jelinek 1981); L = K1/K2 (lineación magnética); F = K2/K3 (foliación magnética); T= (lnF - lnL) / (lnF + lnL)
1
(Parámetro de forma, Jelinek 1981). (* ) Si bien matemáticamente la forma del elipsoide es prolada, en este trabajo se lo ha considerado un
elipsoide triaxial dado su valor de T muy cercano a cero.
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

6. ANÁLISIS DE LA DEFORMACIÓN NEOTECTÓNICA

6.1. Introducción

Este capítulo toma e integra los datos e interpretaciones volcados en los capítulos
anteriores con el objetivo de desarrollar y discutir algunas ideas y preguntas que han
motivado este trabajo, así como otras que han ido surgiendo a lo largo del desarrollo
del mismo. Se busca de esta manera generar resultados a partir de los elementos de
prueba disponibles, tanto previos como adquiridos durante el proceso de investigación.
Se analiza la deformación tardío cenozoica de los bloques Barreal y Ansilta, los
cuales representan el extremo noroccidental del cinturón Barreal-Las Peñas en la
Precordillera Sur. Resulta de especial interés examinar en esas unidades
morfotectónicas, sus divisiones internas, las variaciones en su estilo estructural, la
presencia de distintos segmentos con diferentes grados de actividad tectónica y sus
interconexiones estructurales. Resulta interesante asimismo discutir las relaciones
geométricas y cinemáticas de estos bloques con las estructuras desarrolladas en el
piedemonte, en particular con estructuras oblicuas como la zona de cizalla Pampa de
los Burros.
Se integran asimismo datos geomórficos, estructurales y geofísicos a fin de
reconstruir estructuras regionales en la deformación pedemontana. Se presenta
finalmente en este capítulo un modelo cinemático en 2D para la región y la evolución
cronológica de la deformación tardío cenozoica de la comarca.

6.2. Análisis del sector montañoso precordillerano

6.2.1. Estructura neotectónica del bloque Barreal

La estructura de la unidad morfotectónica Bloque Barreal fue estudiada al norte del


arroyo de las Cabeceras por Yamín (2007), mientras que al sur de dicho arroyo, donde
el bloque está representado fisiográficamente por las lomas del Inca, se estudia en el
presente trabajo.
El bloque Barreal se extiende a lo largo de 48 km, al este del río Los Patos y del
valle de Barreal, desde la sierra de Hilario en el norte, hasta las lomas del Inca, en el
sur. El mismo puede ser dividido por sus características estructurales en una porción
septentrional -al norte de la falla Hilario, fuera del área de estudio-, en una porción

224
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

central, entre la falla Hilario y el arroyo de las Cabeceras y en una porción austral, al
sur de dicho arroyo (Figura 6.1). Sobre la base de la existencia de escarpas
pedemontanas que lo delimitan, Yamín (2007) ha interpretado que esta unidad
prosigue hacia el norte en el subsuelo del valle. Hacia el sur del arroyo de las
Cabeceras, donde conforma las lomas del Inca, pierde altura y comienza a angostarse
gradualmente. Aún más al sur, ya no se manifiesta como un bloque y la deformación
prosigue solo como elementos estructurales individuales (por ejemplo, el anticlinal
Lomas Bayas) desarrollados en el piedemonte.
Si se consideran las porciones central y sur del bloque Barreal, graficadas en la
Figura 6.1 (al sur de los 31° 40’ S), se observan c ambios en la orientación del frente
montañoso occidental. Al norte del arroyo de las Cabeceras el frente montañoso sigue
una dirección general NNO, mientras que a la latitud de dicho arroyo posee una
orientación general N-S, con varias curvaturas. La mencionada inflexión en la
orientación del frente coincide con un lineamiento estructural transversal, a lo largo del
arroyo de las Cabeceras (Figura 6.1), y distintos cambios en las estructuras y
configuración morfotectónica del bloque.

6.2.1.1. Porción central del bloque Barreal

Al norte del arroyo de las Cabeceras, Yamín (2007) interpretó que la estructura
principal que controla el levantamiento neógeno del bloque Barreal es la falla
homónima, que corresponde a un retrocorrimiento con vergencia occidental (Figura
6.1). La misma muestra una traza única y continua de rumbo general NNO. Asimismo,
la falla Ciénaga del Medio, antitética a la falla Barreal y localizada sobre el borde
oriental del bloque contribuye también al ascenso tectónico del mismo. Esta última
falla se presenta asociada a ramificaciones y segmentada por fallas oblicuas con
desplazamiento de rumbo. Por otra parte, estudios realizados por Yamín y Cortés
(2004) sobre la deformación neógena en el interior del bloque Barreal muestran un
sistema imbricado de fallas inversas con inclinación al este, acompañadas
comúnmente por una cobertura triásico-cenozoica plegada. Estos elementos permiten
interpretar que el transporte de masa cenozoico general del bloque Barreal al norte del
arroyo de las Cabeceras es hacia al oeste. Por su parte, evidencias de deformación
cuaternaria, en forma de escarpas de falla, están presentes en ambos márgenes del
bloque en su porción central.

225
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

6.2.1.2. Porción sur del bloque Barreal

Al sur del arroyo de las Cabeceras, el bloque Barreal disminuye su ancho y su


relieve absoluto y queda definido por dos fajas serranas bajas. La más extensa
corresponde a su margen occidental, a lo largo de la falla Barreal, donde conforma las
lomas del Inca. En su margen oriental, otras elevaciones montañosas de menor
extensión están controladas por fallas longitudinales que parecen continuarse hacia el
sur-sureste en el bloque Ansilta (Figura 6.1). Entre ambas fajas serranas, se extiende
una zona deprimida que corresponde a la pampa del Cesco, la cual conforma una
planicie de depósitos aluviales cuaternarios, ascendida, incorporada al bloque y
rotada, la cual se hunde progresivamente hacia el sur.
El frente montañoso occidental de esta porción sur del bloque Barreal, presenta
diferencias topográficas, geomórficas y estructurales que permiten definir dos
segmentos estáticos (McCalpin 1996) claramente diferenciados y con evidencias de
distinto grado de actividad tectónica. Ellos son, un segmento norte, entre el arroyo de
las Cabeceras y los 31°50´S y un segmento sur, entr e los 31°50´ S y el límite norte del
anticlinal Lomas Bayas (31°52´50´´S).

Segmento norte

Los segmentos al sur del arroyo de las Cabeceras están igualmente controlados
por la falla Barreal (Figura 6.1). En el segmento comprendido entre el arroyo de las
Cabeceras y los 31°50´S dicha falla presenta un rum bo NNE con inclinación al SE y un
relativo menor rechazo manifestado por un menor relieve topográfico. El perfil
transversal a la estructura levantado en este segmento (Figura 3.8) muestra que la
misma está caracterizada por un suave anticlinal (pliegue Lomas del Inca) con traza
axial paralela a la falla y vergencia al oeste, que afecta en superficie a las rocas
miocenas de la Formación Lomas del Inca y a las sucesiones cuaternarias del primer
nivel de agradación de la comarca (Formación Cesco). Al este, sobre el limbo dorsal
de dicho pliegue el basculamiento ha llevado a un reacomodamiento de la red de
drenaje, donde los cursos labrados en los depósitos miocenos y cuaternarios poseen
una dirección NE, distinta a la original dirección de escurrimiento E-O (Figura 4.28).

226
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Figura 6.1. Porciones con características estructurales distintivas de los bloques Ansilta y
Barreal y segmentos reconocidos en la porción sur de este último. Se presenta además la faja
de cizalla Pampa de los Burros como terminación austral del bloque Barreal.

227
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Segmento sur

Si bien regionalmente la altitud del bloque Barreal disminuye hacia el sur, el


segmento del frente serrano comprendido entre los 31°50´S y el límite norte del
anticlinal Lomas Bayas se caracteriza por presentar un mayor relieve relativo y una
mayor altitud que el segmento dispuesto inmediatamente al norte. En efecto, el frente
serrano del segmento sur forma parte de un pequeño bloque montañoso controlado
por fallas y diferencialmente ascendido respecto del sector aledaño. Además de la falla
Barreal, que delimita el frente, este bloque menor está demarcado en su sector oriental
por fracturas oblicuas de rumbo NO y NE (Figuras 3.5 y 6.1 y Lámina 2).
El ascenso neotectónico diferencial de este bloque del segmento sur, queda
evidenciado por numerosos rasgos estructurales y geomórficos singulares que en su
conjunto permiten inferir una mayor actividad tectónica cuaternaria. En el piedemonte
adyacente, una ramificación frontal de la falla Barreal corta los niveles
correspondientes al tercer nivel de agradación de la comarca evidenciando su
actividad pleistocena superior (Figura 3.13). Entre sus características geomorfológicas
distintivas, se destaca la presencia de valles colgados en sus desembocaduras al
piedemonte por efecto de la actividad cuaternaria reciente de la falla Barreal en este
segmento (Figura 4.34). Aguas arriba, el perfil longitudinal de esos valles se aparta del
perfil cóncavo esperado y muestra claras convexidades y resaltos (knickpoints)
asociados (Figuras 4.31 y 4.32). Asimismo, en coincidencia con el segmento sur, se
han identificado en el sector pedemontano abanicos aluviales segmentados que
indican una actividad tectónica creciente del bloque (Figuras 4.25 y 4.26). El ascenso
tectónico del bloque ha generado asimismo asimetría en cuencas de drenaje situadas
al sureste (cuenca 4 en la Figura 4.29). El conjunto de estas características
estructurales y geomorfológicas indica una mayor actividad tectónica cuaternaria en el
segmento sur de la porción austral del bloque Barreal.

6.2.1.3. Propagación hacia el sur de la estructuración del bloque Barreal

En su estudio de la estructura cenozoica del bloque Barreal al norte del arroyo de


las Cabeceras, Yamín (2007) reconoció en superficie una zonación de la estructura
cenozoica en sentido longitudinal. En la porción central del bloque Barreal observó una
concentración de fallas inversas que desplazan bloques del basamento paleozoico,
mientras que hacia los extremos norte y sur del mismo, la deformación se manifiesta
mayormente como pliegues de la cobertura triásico-cenozoica. De forma

228
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

complementaria, observó una notable y progresiva disminución de la altura del bloque


tanto hacia el norte como hacia el sur.
Dicha autora realizó asimismo el estudio morfotectónico del frente montañoso
occidental de la porción central bloque Barreal, donde identificó tres segmentos
estáticos, de los cuales el segmento central muestra un mayor grado de actividad
tectónica. Con relación a la tectónica cuaternaria, describió evidencias de esa
actividad en todos los bordes del bloque. Es interesante destacar que, según esta
autora, el extremo norte del bloque parece continuarse en el subsuelo del valle de
Barreal, donde está representado en superficie por escarpas de falla pedemontanas.
Dicha autora interpretó que al norte del arroyo de las Cabeceras, el bloque expone un
nivel estructural algo más profundo en su parte central y un pasaje a un nivel más
superficial hacia el norte y hacia el sur. A partir de este conjunto de datos infirió una
propagación de la estructura cenozoica desde el centro hacia sus extremos norte y
sur.
El modelo de crecimiento longitudinal del bloque Barreal propuesto por Yamín, se
verifica y complementa con las observaciones realizadas en esa unidad morfotectónica
al sur del arroyo de las Cabeceras, en las lomas del Inca.
Por un lado, se ha comprobado el incremento de evidencias de deformación
cuaternaria en la porción sur del bloque. A diferencia de su porción central, donde los
depósitos cuaternarios del primer nivel de agradación han sido erosionados debido al
ascenso del sector montañoso, en la porción sur se preservan esos depósitos
incorporados al bloque ascendido mostrando una estructura basculada con un suave
hundimiento hacia el sector pedemontano en el sur, donde son cubiertos por depósitos
más jóvenes. Además, todas las estructuras desarrolladas en la porción sur del bloque
muestran evidencias de reactivación cuaternaria. Por otro lado, la traza de la falla
Barreal puede seguirse todo a lo largo de las lomas del Inca, y aún más hacia el sur,
por aproximadamente 1,5 km. Como evidencia de su propagación en dicha dirección,
esta falla afecta depósitos cada vez más jóvenes y que presentan una menor
deformación. En efecto, hacia el sur la falla se pierde por debajo de depósitos
cuaternarios correspondientes al tercer nivel de agradación en los que se han
reconocido leves perturbaciones tectónicas señaladas por la presencia de arroyos con
incisión anómala (Capítulo 4) y perfiles longitudinales de arroyos con fondos convexos
(Figura 4.21). Por ello, si bien la traza de la falla Barreal pierde expresión, la sutil
deformación de los depósitos cuaternarios más jóvenes es compatible con una
propagación al sur de la misma. Como se discutirá más adelante, la deformación
neotectónica que se propagó hacia el sur en el bloque Barreal, continuó fuera del

229
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

mismo en el piedemonte, generando estructuras cuaternarias escalonadas que


integran la zona de cizalla Pampa de los Burros.

6.2.2. Estructura neotectónica del bloque Ansilta

El ascenso tectónico del bloque Ansilta está controlado principalmente por la falla
Ansilta, sobre su frente estructural oriental. Dicha falla es un corrimiento provergente
con una inclinación de 30° O (Cortés et al. 1997a), que genera un frente montañoso
continuo y de baja sinuosidad (Smf=1,1). De esa falla se desprenden numerosas
ramificaciones (splays) que emergen parcialmente en el piedemonte de la pampa
Jarillal. En el sector interno del bloque se presentan otras fallas paralelas a la falla
Ansilta, que contribuyen igualmente a su ascenso, entre las que se destaca la falla
Cordón de la Gloria, con una vergencia también oriental. Asimismo, fallas
provergentes, aunque de menor extensión, son las responsables del relieve del cordón
de las Tres Quebradas (Figura 6.1).
Dada su vinculación con las estructuras estudiadas en el piedemonte de la
depresión de Barreal-Uspallata, se analiza aquí la configuración y los controles
estructurales del borde occidental del bloque Ansilta. En la figura 6.2 se aprecia que al
norte de la pampa de los Burros (31° 51´ S aproxima damente) dicho borde está
controlado por un retrocorrimiento de edad neógena (Barredo 2004, Yamín 2007), con
evidencia de reactivaciones cuaternarias en su sector septentrional (Yamín 2007). Se
trata de un retrocorrimiento continuo, que genera un frente montañoso de baja
sinuosidad. Los retrocorrimientos son comunes en el borde occidental de los bloques
montañosos y han sido reconocidos por numerosos autores sobre el límite oeste de la
Precordillera occidental (Baldis y Chebli, 1969, von Gosen 1992).
En contraposición, la unión piedemonte – montaña del frente montañoso al sur de
la pampa de los Burros es notoriamente irregular, alejándose del modelo típico de un
retrocorrimiento único y continuo. Como se ha mostrado en los Capítulos 3 y 4, este
frente muestra numerosos segmentos con distinta configuración morfotectónica,
sinuosidad y rasgos estructurales asociados, así como una marcada saliente que
corresponde al cordón de las Tres Quebradas. Tomando en cuenta esos datos, el
frente occidental del bloque Ansilta al sur de los 31° 51´S presenta tres tramos, a) un
tramo al norte del cordón de las Tres Quebradas, b) un tramo central que se
corresponde con dicho cordón y c) un último tramo al sur del mismo (Figura 6.2).
El tramo al norte del cordón de las Tres Quebradas, de orientación NNO es en
gran parte rectilíneo y se asocia a numerosas evidencias de deformación cuaternaria.

230
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Estas evidencias parecen continuarse asimismo al noroeste, en el frente aledaño a la


pampa del Cesco (Figura 3.14), dentro del bloque Barreal. Se observa entonces que
los bloques Barreal y Ansilta, además de una conexión física, representada por las
elevaciones que se encuentran al sur de la pampa de la ciénaga del Medio (Figura
6.2), presentan igualmente una interconexión mecánica durante la deformación
cuaternaria. Esta ligazón física y estructural tiene una orientación general NO-SE.
El tramo central, por su parte, coincide con la marcada saliente en la unión
piedemonte – montaña y a su vez con la presencia del cordón de las Tres Quebradas
(Figura 6.2). Los bordes norte y sur de la saliente son muy irregulares y sin un control
directo por fallas, ya que los mismos son consecuencia del levantamiento del cordón
mediante fallas inversas internas de orientación NNO a NNE. Por su parte el límite
occidental del cordón de las Tres Quebradas es un rasgo rectilíneo de orientación
NNO, donde el análisis de la geomorfología tectónica ha mostrado que es el segmento
de mayor actividad tectónica al sur de los 31° 51´ S. El mismo está vinculado a la
presencia de un retrocorrimiento (falla Tres Quebradas), de la misma manera que ha
sido interpretado anteriormente por Cortés y Costa (1993). Si bien no se han
reconocido evidencias de reactivaciones cuaternarias para este retrocorrimiento, sus
rasgos morfotectónicos asociados han permitido considerarlo un rasgo con actividad
neotectónica.
En el tramo al sur de la saliente, de rumbo NNO, los rasgos de geomorfología
tectónica indican una menor actividad tectónica de los elementos estructurales
asociados al mismo.
El conjunto de los datos hasta aquí analizados permite concluir que si bien el
bloque Ansilta muestra un frente estructural oriental único y continuo, el borde
occidental es complejo y muestra de norte a sur tramos con distinta estructura, control
tectónico y asociaciones de geoformas.
El extremo norte de la subunidad oriental del bloque Ansilta es una delgada lámina
de corrimiento que emerge entre la pampa de las Cabeceras, al este y la pampa del
Peñasco al oeste (Figura 6.1). Se halla claramente controlado en sus flancos por
corrimientos, que muestran evidencias de actividad cuaternaria. Su altura es la menor
de todo el bloque. Se infiere para este sector una relación entre velocidad de ascenso
tectónico y velocidad de incisión baja, ya que los arroyos provenientes del cordón del
Tontal, que se encuentra al este, atraviesan en forma antecedente esta lámina de
corrimiento, acumulando los abanicos aluviales al oeste, en la pampa del Peñasco.

231
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Figura 6.2. La subunidad oriental puede dividirse para su análisis en una porción norte y una
porción sur (al sur de los 31° 51´ S). Esta última a su vez se ha dividido en tres tramos, cuyos
límites se han indicado con círculos blancos: un tramo norte, al norte del cordón de las Tres
Quebradas; un tramo central que coincide con este cordón y un tramo sur, al sur del mismo.
Esta división se encuentra en relación con el estudio de geomorfología tectónica presentado en
el capítulo 4 y con la mencionada llamativa saliente en la unión piedemonte montaña que
corresponde al cordón de las Tres Quebradas. En línea negra se indica la unión piedemonte –
montaña.

232
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Hacia el sur de la falla oblicua que se encuentra al este de la ciénaga del Medio
(Figura 6.1) prosigue el cuerpo principal y de mayor altura de la subunidad oriental del
bloque Ansilta, y al oeste de la misma, el bloque del cordón de las Tres Quebradas
(subunidad occidental), que da origen a la notoria saliente en el frente occidental de
dicho bloque.
La subunidad morfotectónica oriental, posee continuidad y se muestra como parte
de una única unidad mayor controlada por la falla Sierra de Ansilta. Se adelgaza y
pierde altura hacia el norte y hacia el sur, mostrando un sector central más elevado,
siendo similar a muchos de los bloques y láminas de corrimiento que caracterizan la
Precordillera. Dada la configuración anómala que introduce la saliente del cordón de
las Tres Quebradas, se analiza a continuación su posible origen y vinculación
estructural con el resto del bloque Ansilta.

6.2.2.1. Análisis de la estructura cordón de las Tres Quebradas

Las subunidades oriental y occidental del bloque Ansilta muestran una vergencia
hacia el este. El cordón de las Tres Quebradas (subunidad occidental) está
caracterizado por una serie de fallas inversas de rumbo NO, NNO y NNE provergentes
(vergencia oriental; Figura 6.3), que son responsables de la mayor parte de su
ascenso tectónico. Estas fallas basculan una superficie de erosión regional allí
conservada y labrada sobre las rocas paleozoicas. Si bien está degradada, es posible
reconstruir la inclinación al oeste y suroeste de la superficie de erosión rotada por cada
una de las fallas. Asimismo, el cordón de la Tres Quebradas presenta un relativo
menor relieve que el sector montañoso aledaño.
Por otra parte, dentro de este cordón, fallas inversas provergentes ubicadas más
al oeste se observan cortando a aquellas ubicadas más al este, mostrando un
crecimiento del cordón hacia occidente (Figura 6.3). Esta dirección de crecimiento está
también evidenciada por el grado de basculamiento de la superficie de erosión, que es
similar en cada uno de los bloques internos fallados. En una cronología de
deformación hacia el este, en cambio, cada nueva falla bascularía la superficie de
erosión ubicada en el labio levantado, rotando nuevamente la superficie de erosión ya
basculada por fallas anteriores. El conjunto de estas relaciones y evidencias sugiere
un crecimiento hacia el oeste de la estructura y una menor edad y ascenso del bloque
del Cordón de las Tres Quebradas respecto a la subunidad oriental.

233
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Figura 6.3. Modelo de elevación digital sobre el que se volcaron las principales estructuras del
subunidad morfotectónica occidental del bloque Ansilta (cordón de las Tres Quebradas) y la
falla Ansilta, límite este de la subunidad oriental y principal responsable del levantamiento
neógeno del mismo. En la subunidad occidental puede verse que la estructura interna está
caracterizada por una serie de fallas inversas con vergencia al este. Se observa además como
la falla 3 es cortada por la falla 2 y esta a su vez es cortada por la falla 4, evidenciando que la
falla ubicada más al oeste (falla 4) es la más joven. La línea de puntos marca el límite entre
ambas subunidades. Las flechas indican la presencia de una superficie de erosión labrada
sobre las rocas paleozoicas que fue afectada por las fallas.

El hecho de que la subunidad occidental sea más joven que la oriental y que el
desarrollo de la estructura se dé hacia el oeste, implica que el transporte de masa
durante la construcción del cordón de las Tres Quebradas se produce desde el sector
pedemontano (más bajo), hacia el sector montañoso (más elevado). Así, el
crecimiento observado de las estructuras provergentes va en contra del camino
esperado en el desarrollo de las estructuras, consistente en que el trasporte de masa
se de desde las zonas más elevadas hacia los sectores aledaños con menor
topografía. En este sentido, sobre la base de conceptos de mecánica de rocas, datos
empíricos, modelos análogos y líneas sísmicas, Rosello (2008) destacó que en
regiones donde ya existe relieve, la topografía condicionará mecánicamente la
vergencia de las sucesivas estructuras. Según esto, en sectores donde existe un

234
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

mayor relieve y volumen rocoso, las estructuras que tienen mayores probabilidades de
desarrollo son aquellas que tienden a transportar la masa rocosa hacia sectores de
menor relieve topográfico, equilibrando de esta manera la energía potencial
acumulada en los sectores elevados.
Una posible explicación para la evolución de la deformación cenozoica del cordón
de las Tres Quebradas mecánicamente incompatible con estos principios, podría ser la
presencia de un sustrato anisótropo, donde el movimiento se vea favorecido por
planos de debilidad previos. En la región de estudio, evidencias de anisotropías
mecánicas previas en el sustrato que controlan la deformación cenozoica han sido
observadas en los altos de los Avestruces y en el alto El Abra. En el primer caso, una
tomografía eléctrica resistiva transversal al alto Norte de los Avestruces (perfil AV1
presentado en el Capítulo 5) ha permitido inferir la presencia de una falla con
inclinación al oeste que habría funcionado como una falla normal durante la extensión
precenozoica y que habría sido reactivada de forma inversa durante la orogenia
Andina. En el caso del alto El Abra, se presentan evidencias de reactivaciones
cenozoicas de estructuras previas en las estribaciones septentrionales del cordón del
Cerro Redondo. Aquí, estructuras oblicuas paleozoicas muestran reactivaciones más
jóvenes y cortan filones capa y diques andesíticos de edad oligocena superior -
miocena inferior (Cortés 1998). Además, el control por parte de estructuras
preexistentes, tanto paleozoicas como triásicas, sobre la deformación cenozoica ha
sido postulada por autores como Kozlowski et al. (1993), von Gosen (1995) y Cortés et
al. (1997a, 2005 a y b, 2009), en distintos puntos y a lo largo de las regiones Central y
Norte de la Precordillera Sur. Por ello, se interpreta que el movimiento aparentemente
incompatible de las fallas inversas con vergencia oriental observadas en el cordón de
las Tres Quebradas, acrecionando láminas de corrimiento desde el piedemonte a la
montaña, puede explicarse por el control de anisotropías mecánicas previas en el
basamento deformado.
El carácter local de las estructuras que dan origen al bloque del Cordón de las
Tres Quebradas, y sus diferencias morfotectónicas y cronológicas, sugieren
igualmente una mecánica no conectada al desarrollo normal de la subunidad oriental
del bloque Ansilta. En el siguiente apartado se discute su vinculación con otras
estructuras neotectónicas de la comarca.

235
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

6.3. La zona de cizalla Pampa de los Burros

Como se ha discutido en el apartado 6.2.1. (Estructura neotectónica del bloque


Barreal) la propagación tardío cenozoica del bloque Barreal hacia el norte, fuera de la
comarca de estudio, se observa también hacia el sur donde está representada por las
lomas del Inca. Si bien allí culmina como unidad morfotectónica, la deformación
cuaternaria continuó propagándose hacia el sur en el sector pedemontano. Allí, un
conjunto de rasgos esencialmente cuaternarios representados por los anticlinales
Lomas Bayas y Pampa de los Burros y el alto Lomitas Negras, integran una faja de
cizalla cuaternaria transpresiva sinestral, denominada en este trabajo faja de cizalla
Pampa de los Burros, de orientación noroeste (Figura 3.31). En ese sector
pedemontano, la deformación cuaternaria muestra un claro cambio de la geometría y
la cinemática de la deformación.
Lo anteriormente expuesto evidencia que la terminación sur del bloque Barreal
está controlada por la faja de cizalla Pampa de los Burros, oblicua al orógeno y que
introduce una componente de rumbo sinestral en la deformación. En el cinturón
Barreal – Las Peñas, cuyo límite noroccidental es parte de la comarca, estructuras
oblicuas NO heredadas de la cuenca Cuyana controlan igualmente la terminación y la
segmentación de los frentes montañosos (Cortés et al. 2005a). Por su parte, la
interferencia entre la zona de cizalla Pampa de los Burros y el bloque Barreal permite
explicar el ascenso diferencial observado en el segmento sur de la porción austral de
este último, -el cual queda “atrapado” en la zona de cizalla- y las diferencias en la
geometría de sus estructuras respecto del resto del bloque.
La zona de cizalla Pampa de los Burros, se prolonga por el sector
pedemontano hacia el sureste, donde se cruza con el bloque Ansilta. Llamativamente,
esas estructuras se interfieren en el cordón de las Tres Quebradas, rasgo
morfotectónico anómalo dentro del bloque Ansilta.
Al analizar la estructura interna del cordón de las Tres Quebradas, se ve que la
misma se dispone en planta igualmente con un diseño escalonado izquierdo respecto
de los elementos estructurales que componen la faja Pampa de los Burros. Estas
características permiten vincular e incorporar, por su geometría, cinemática y
localización espacial, el cordón de las Tres Quebradas a la zona de cizalla Pampa de
los Burros (Figura 6.4). Su pertenencia a la mencionada zona de cizalla explica la
presencia y ubicación de este sector montañoso anómalo dentro del contexto del
bloque Ansilta.

236
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Figura 6.4. Dada su disposición escalonada respecto del resto de los elementos estructurales
que conforman la faja de cizalla Pampa de los Burros, podría adicionarse el cordón de las Tres
Quebradas a la misma, explicando su presencia y ubicación. Asimismo, la interferencia con el
segmento sur del bloque Barreal permite explicar los ascensos cuaternarios diferenciales en
esa porción del bloque. LB: anticlinal Lomas Bayas; PB: anticlinal Pampa de los Burros; LN:
Lomitas Negras; TQ: cordón de las Tres Quebradas.

237
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Al igual que la zona oblicua representada por el cordón del Naranjo y el sector
serrano aledaño a la pampa del Cesco (Figura 6.1) conecta estructuralmente, más al
norte, los bloques Ansilta y Barreal, la zona de cizalla Pampa de los Burros establece
una conexión similar más al sur. Por ello, las estructuras oblicuas al orógeno, además
de segmentar e interrumpir las unidades morfotectónicas longitudinales, canalizan la
deformación permitiendo la interconexión lateral entre las mismas. De esta manera, las
estructuras oblicuas, que representan heterogeneidades paleotectónicas, interfieren
con la deformación y crecimiento de las unidades morfotectónicas cenozoicas,
generando las mencionadas ligazones laterales.

6.4. El cinturón de ligazón débil Yalguaraz

En el sector noroccidental de la Precordillera Sur se ha reconocido un sector


montañoso precordillerano representado por las unidades morfoestructurales del
bloque Barreal y el bloque Ansilta y un sector pedemontano adyacente
correspondiente a la depresión de Barreal – Uspallata (véanse Figura 3.4 y Capítulo
3).
En el sector pedemontano se presentan altos estructurales mayores, como el
cordón Cucaracha, los altos Yalguaraz y El Abra. Otros elementos estructurales
cuaternarios importantes del sector pedemontano están dados por los anticlinales
Lomas Bayas y Pampa de los Burros, el conjunto de anticlinales de la pampa
Yalguaraz, el alto Lomitas Negras y los altos de los Avestruces (Figura 6.5). Estas
estructuras generan marcadas modificaciones en el relieve de las planicies aluviales,
conformando altos topográficos de origen tectónico. Por ello, se los denomina en este
trabajo Altos Topográficos controlados tectónicamente (AT; Figuras 6.5 y 6.6b).
Los Altos Topográficos controlados tectónicamente están asociados
principalmente a fallas ciegas o emergentes, pliegues, y/o corrimientos imbricados. Su
estructura ha podido determinarse a partir del análisis de fotos aéreas e imágenes
satelitales, del trabajo de campo y, en el caso de los altos de los Avestruces, con el
complemento de tres tomografías eléctricas resistivas transversales a los mismos
(véase el Capítulo 5) que han permitido interpretar el basculamiento de los niveles
cuaternarios.
Los sedimentos que conforman los Altos Topográficos controlados tectónicamente
provienen exclusivamente de la Precordillera, salvo en el caso de los altos de los
Avestruces, los cuales preservan ascendidos niveles pleistocenos provenientes de la
Cordillera Frontal (Figura 3.26).

238
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Los Altos Topográficos controlados tectónicamente presentan dimensiones de


entre 4 y 9 km de largo y hasta 3 km de ancho. Los límites de los mismos son
definidos, variando sus formas en planta desde lineales, trapezoidales a irregulares.
Se observa que el origen de sus formas diferentes está asociado a las estructuras que
los generan. Así, las formas lineales se vinculan a estructuras simples, ya sea fallas o
pliegues. Las formas trapezoidales por su parte se asocian a pliegues con gran
longitud de onda y fallas asociadas, mientras que las formas irregulares son el
producto de la asociación de estructuras con diversas direcciones (Figura 6.6b).

Figura 6.5. Vistas de los Altos Topográficos controlados tectónicamente. a) Figura de


ubicación; b) Anticlinal mayor de los pliegues de la pampa Yalguaraz; c) Lomitas Negras; d)
Anticlinal Lomas Bayas; e) Flanco oriental del anticlinal Pampa de los Burros.

239
Universidad de Buenos Aires, 2010
Tesis doctoral, Capítulo 6
240

Figura 6.6. a) Distribución de fallas neotectónicas y evidencias de deformación cuaternaria en el sector pedemontano; b) Distribución
de los Altos Topográficos controlados tectónicamente.
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

El alto grado de preservación de los Altos Topográficos controlados


tectónicamente indica una tasa de ascenso tectónico cuaternario y de generación de
relieve topográfico, localmente mayor a la tasa de sedimentación y de erosión. Si bien
en planta estos altos se presentan aislados, resulta de interés saber si presentan algún
tipo de interconexión mecánica entre sí y cuál es el significado tectónico regional de
los mismos dentro del contexto del borde noroccidental de la Precordillera Sur.
Un sistema de fallas ligado se define como una red de fallas más o menos
contemporáneas que son conectadas a una escala mayor que la de los segmentos de
falla individuales que la componen (Walsh y Watterson 1991, Davidson 1994). De esta
manera, un sistema de fallas ligado se genera como consecuencia del crecimiento y
conexión de segmentos de falla individuales a medida que se incrementa el
desplazamiento total (Davidson 1994). En la naturaleza, los sistemas ligados ocurren
dentro de un amplísimo rango de escalas, desde escalas de sistemas cristalinos hasta
escalas regionales o continentales. La ligazón dura o completa se da cuando la
conexión entre fallas es directa, es decir que se interceptan entre sí, lo cual no ocurre
cuando la ligazón es débil o incompleta. En este último caso, las fallas son conectadas
a través de zonas de deformación dúctil (Walsh y Watterson 1991). En un sistema
ligado, cada elemento no se comporta de forma aislada, sino que se encuentra
conectado al resto de lo elementos constituyendo una entidad de deformación, es
decir que el sistema combinado exhibe una coherencia geométrica y cinemática con
patrones de desplazamiento regulares y sistemáticos (Walsh y Watterson 1991, Figura
6.7).

Figura 6.7. Diagramas conceptuales que ilustran ejemplos de ligazón débil y dura. a) Zonas de
deformación dúctil (puentes de falla) que ligan mecánicamente fallas sin una interacción directa
entre sí (ligazón débil o incompleta); b) Ligazón dura o completa entre fallas a partir de
ramificaciones de las mismas. Tomado de Ramsay y Hubert (1987); c) Deformación dúctil en la
zona de ligazón débil entre fallas normales en un modelo de fallas en dominó. Tomado de
Walsh y Watterson (1991).

241
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Hay casos, como se ha observado en la comarca de estudio, en los que las fallas
neotectónicas o activas no cortan la superficie, ya sea porque no han acumulado
suficiente rechazo o porque el material poco cohesivo en el que crecen inhibe la
propagación de las mismas (Marone y Scholz 1988). Por ello, la mayoría de los
sistemas ligados comienzan inicialmente como ciegos, manifestándose en superficie
tras una suficiente acumulación de la deformación (Stewart y Hancock 1991). En
sistemas de fallas contraccionales, los corrimientos pueden ligarse a partir de suaves
bifurcaciones o a partir de fallas que funcionan como fallas de transferencia o como
rampas oblicuas o laterales, pudiendo estar su origen dado por heterogeneidades en
el basamento.
El reconocimiento de un sistema ligado tiene importantes implicancias respecto del
tamaño de las fallas o de zonas de deformación a considerar. Así, un sistema ligado
puede influir notablemente sobre los patrones de deformación, erosión y
sedimentación.
Si bien no se puede descartar la ocurrencia de una ligazón dura dada en
profundidad entre los distintos Altos Topográficos controlados tectónicamente, la
misma no se aprecia sobre la base de los rasgos superficiales. Por ello, con el fin de
investigar si existe entre ellos alguna interconexión mecánica débil, se realizó un
examen exhaustivo del drenaje en las planicies aluviales utilizando técnicas referidas a
la geomorfología tectónica fluvial.
Como se ha visto en el Capítulo 4, el estudio de la Geomorfología tectónica fluvial
es una herramienta útil a la hora de reconocer zonas con deformación incipiente,
particularmente en regiones de poco relieve (Howard 1967) como las planicies
aluviales, donde la deformación tectónica contraccional de los sedimentos cuaternarios
se manifiesta como perturbaciones sutiles de las geoformas fluviales. Tales rasgos en
la comarca de estudio están representados por ríos desviados (Figura 4.38), cuencas
asimétricas (Figura 4.29), variaciones en densidad de drenaje, presencia de marismas
o rellenos aluviales anómalos, anomalías de sinuosidad y anomalías de incisión de
cursos (Figuras 4.36, 4.37, 4.38). Para estas últimas, su vinculación con pequeños
levantamientos tectónicos pudo ser observada a partir de datos de subsuelo obtenidos
mediante la tomografía eléctrica resistiva TQ, levantada en un perfil sobre una
anomalía de incisión en el piedemonte del cordón de las Tres Quebradas (Figura
5.15).
Por otra parte, el conjunto de estas perturbaciones de las geoformas fluviales cae
dentro de la categoría de “anomalías de drenaje” (Figuras 6.8 y 6.9) en el sentido de
DeBlieux (1949) y Howard (1967): En una red de drenaje que está de acuerdo

242
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

regionalmente con la estructura y/o topografía, el patrón de drenaje esperado es


considerado como la norma y las desviaciones locales del mismo son anomalías.
Las anomalías de drenaje dan idea de la distribución de la deformación tectónica
incipiente en el área de estudio (Figura 6.8a) y, además, la presencia de anomalías de
drenaje en cauces vecinos permite delinear áreas o zonas de comportamiento
anómalo (Howard 1967). Así, la asociación de estos rasgos geomórficos en la
comarca de estudio ha permitido delinear Áreas de Anomalías de Drenaje controladas
tectónicamente (AAD, Figura 6.8b). En algunos casos estas áreas están constituidas
únicamente por la asociación de anomalías de incisión, por lo que han sido
denominadas Áreas de anomalías de incisión. En otros casos se componen de un
conjunto de distintas anomalías de drenaje y han sido llamadas Áreas de anomalías
compuestas (Figura 6.8b).
Las dimensiones de las Áreas de Anomalías de Drenaje controladas
tectónicamente son variables. Algunas de ellas presentan dimensiones más pequeñas,
de hasta 1,5 km, aunque la mayoría son mayores, alcanzando los 8 km de largo y 5
km de ancho. Los límites de estas áreas son comúnmente difusos o poco definidos, y
en planta pueden tener diseños tanto lineales, como trapezoidales o irregulares
(Figura 6.8b). Su bajo poder de preservación evidencia que estos rasgos están
localizados en zonas de deformación débil, donde la tasa de ascenso o basculamiento
tectónico y construcción de relieve es similar o levemente superior a la tasa de
sedimentación y erosión.
El análisis de la distribución de los Altos Topográficos controlados tectónicamente
y de las Áreas de Anomalías de Drenaje controladas tectónicamente ha permitido
visualizar una clara relación espacial entre ellos, donde las Áreas de Anomalías de
Drenaje se disponen entre los Altos Topográficos o adyacentes a los mismos (Figura
6.10). Dado que las Áreas de Anomalías de Drenaje son la expresión superficial de la
una deformación suave o débil, ya sean basculamientos, flexiones, o pequeños
ascensos verticales y dado que se encuentran asociados espacialmente a los Altos
Topográficos, se interpreta que las Áreas de Anomalías de Drenaje representan:

1) Zonas de propagación o migración lateral de los elementos estructurales


ciegos asociados a los Altos Topográficos, en aquellos casos donde las Áreas
de Anomalías de Drenaje se disponen adyacentes a los mismos (Figura 6.10).
2) Zonas de ligazón débil que interconectan Altos Topográficos, en aquellos
casos donde las Áreas de Anomalías de Drenaje se sitúan entre ellos (Figura
6.10).

243
Universidad de Buenos Aires, 2010
Tesis doctoral, Capítulo 6
244

Figura 6.8. a) Distribución de las anomalías de drenaje reconocidas en la comarca. b) Distribución de las áreas de
anomalías de drenaje controladas tectónicamente
Carla M. Terrizzano, 2010
Tesis doctoral, Capítulo 6
245

Figura 6.9. Ejemplos de anomalías de drenaje en el sentido de DeBlieux (1949) y Howard (1967) en la comarca de estudio. A la izquierda se
muestra la figura de ubicación. a) Anomalía e incisión en el sector pedemontano del cordón de las Tres Quebradas, vista en el campo y vista
aérea; b) Anomalía de incisión ubicada entre los altos de los Avestruces y las Lomitas Negras, vista en el campo y vista aérea; c) Ejemplos de
anomalías de drenaje sobre una foto aérea del sector sur de las lomas del Inca, el anticlinal Lomas Bayas y el anticlinal Pampa de los Burros.
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Es así que, si bien los Altos Topográficos se presentan como rasgos


aparentemente aislados, la distribución espacial de estos y de las Áreas de Anomalías
de Drenaje permite interpretar una suave deformación tectónica entre los mismos.
Por otra parte, el conjunto de Áreas de Anomalías de Drenaje y Altos Topográficos
permite visualizar la presencia de una faja más amplia, de unos 45 km de largo y 10
km de ancho localizada a lo largo de la depresión de Barreal – Uspallata, entre el
sector montañoso Precordillerano y el cordón Cucaracha (Figura 6.11). La misma se
caracteriza por su deformación neotectónica y especialmente cuaternaria representada
por elementos estructurales emergentes y ciegos que levantan, basculan y/o flexionan
las secuencias terciarias y cuaternarias ubicadas en la comarca de estudio. Los
elementos estructurales con actividad cuaternaria generan en superficie rasgos
mayores como los Altos Topográficos y rasgos muy sutiles como las Áreas de
Anomalías de Drenaje, que manifiestan la ligazón débil y la propagación o migración
de los rasgos cuaternarios mayores. Estas características permiten definirla como una
faja de deformación por ligazón débil localizada a lo largo de la depresión de Barreal –
Uspallata (Figura 6.11).
Cortés (1993, 1994, 1998) definió la zona de cizalla Yalguaraz, de dirección NO,
sobre la base de la interrupción y cambio de orientación de fallas y pliegues, y de la
presencia de fallas cenozoicas de orientación NO con componentes de
desplazamiento de rumbo sinestral limitando por el norte el sector del alto El Abra
(Figura 3.5). Más tarde, sobre la base de los estudios realizados por Cortés y Cegarra
(2004) en el anticlinal Pampa de los Burros y su asociación a la serie de altos
escalonados anticlinal Lomas Bayas y Lomitas Negras, Cortés y Terrizzano (2007) han
denominado zona de cizalla Yalguaraz a la faja de deformación cuaternaria
transpresiva sinestral conformada por este conjunto de altos ubicados al sur del bloque
Barreal. Dado que a partir de los datos y las interpretaciones expuestas se ha podido
dilucidar la presencia de una faja de ligazón débil más amplia a lo largo de la
depresión Barreal – Uspallata, abarcando la misma las zonas de cizalla definidas por
Cortés (1993,1994, 1998) y por Cortés y Terrizzano (2007), se amplia en este trabajo
la zona de cizalla Yalguaraz a toda esta faja de ligazón débil, redimensionándola y
redefiniéndola como cinturón Yalguaraz. El cinturón Yalguaraz conecta el extremo
noroccidental del cinturón Barreal – Las Peñas con el sector central de la Precordillera
Sur y con los bloques neógenos del cordón Cucaracha, al pie de la Cordillera Frontal.
La presencia de fallas con desplazamiento de rumbo izquierdo de edad cenozoica
(post-miocena) a lo largo de las Lomas de la Maniera, las cuchillas del Tigre y el
cordón del Cerro Redondo, -sector norte del alto El Abra- sugiere la conexión del
cinturón Yalguaraz con este alto estructural.

246
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Figura 6.10. Las Áreas de Anomalías de Drenaje controladas tectónicamente representan


zonas de propagación o migración lateral de elementos estructurales ciegos asociados a
los Altos Topográficos o zonas de ligazón débil entre ellos.

247
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Figura 6.11. El análisis espacial entre Altos Topográficos y Áreas de Anomalías de Drenaje
permite inferir la presencia de una faja de deformación débil de unos 45 km de largo y 10 km de
ancho localizada a lo largo de un sector de la depresión de Barreal – Uspallata, entre el sector
montañoso Precordillerano y el cordón Cucaracha (líneas punteadas negras). Esta faja ha sido
denominada cinturón Yalguaraz.

248
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

6.4.1. Subunidades internas del cinturón Yalguaraz

Sobre la base de la distribución espacial de los Altos Topográficos y las Áreas de


anomalías de drenaje, pueden reconocerse dentro del cinturón Yalguaraz dos sectores
internos o subunidades, denominados subunidad norte y subunidad sur (Figura 6.12).
La subunidad norte se extiende desde la pampa del Cesco, pasando por la faja de
cizalla Pampa de los Burros y hasta los altos de los Avestruces. La deformación en
este sector conecta las unidades morfotectónicas del bloque Barreal con el cordón
Cucaracha, al pie de la Cordillera Frontal. Por su parte la subunidad sur se extiende
desde el bloque Ansilta hasta el alto El Abra, e incluye los anticlinales de la pampa
Yalguaraz y el alto Yalguaraz. Esta subunidad conecta las regiones norte (cinturón
Barreal – Las Peñas) y centro de la Precordillera Sur.

6.4.2. Características estructurales del cinturón Yalguaraz y controles


paleotectónicos

La estructura de las principales unidades morfotectónicas de la comarca muestra


un sector occidental con vergencia al oeste, representado por el bloque Barreal y el
alto El Abra y un sector oriental con vergencia al este, representado por el bloque
Ansilta. Entre ambos frentes se extiende la región deprimida en la que se estructuró el
cinturón Yalguaraz.
Por su parte, los distintos elementos estructurales cuaternarios del cinturón
Yalguaraz muestran una vergencia dominante hacia el este. Esto se aprecia en los
pliegues de la pampa Yalguaraz, el anticlinal Lomas Bayas y en numerosas fallas
representadas en superficie como escarpas como las que se presentan en las lomas
del Inca, las lomitas Negras y en los altos de los Avestruces.
Como ha sido mencionado en este capítulo, el crecimiento longitudinal hacia el sur
de la estructuración cuaternaria del bloque Barreal pasa a formar una zona oblicua
transpresiva. Allí, las estructuras longitudinales se incorporan a una zona de cizalla
con componentes de desplazamiento de rumbo, la faja Pampa de los Burros. Tales
interferencias son compatibles con la reactivación de anisotropías mecánicas previas
en el substrato pre-cenozoico. En tal sentido, distintos antecedentes ya discutidos
revelan la existencia de tales paleoestructuras en la Precordillera Sur. Además,
interferencias de estructuras longitudinales y oblicuas de menor magnitud se aprecian
en otros sectores del cinturón. Por ejemplo, la traza axial del anticlinal Lomas Bayas es

249
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

NNO en su sector septentrional y tuerce más al sur hacia las direcciones NO y N-S, los
altos de los Avestruces norte y centro presentan una dirección general NNO, mientras
que el alto sur sigue un rumbo NNE. Esto mismo se observa a una escala mayor para
los frentes montañosos occidentales de los bloques Barreal y Ansilta. Si bien los
mismos presentan rumbos generales NNO, sufren internamente inflexiones hacia las
direcciones NO, N-S y NNE.
De esta manera, puede interpretarse que el estilo tectónico de los elementos
estructurales que constituyen el cinturón de ligazón débil Yalguaraz es el producto de
la interferencia de estructuras desarrolladas en distintas direcciones como
consecuencia de la reactivación de estructuras previas, oblicuas y transversales, de
edad paleozoica y triásica.

6.4.3. Influencia del cinturón Yalguaraz en la red de drenaje

La región en la que se sitúa la comarca corresponde a una cuenca endorreica,


donde los arroyos provenientes del sector cordillerano y precordillerano desaguan en
bajos locales. En este sentido, la construcción del relieve dentro del cinturón
Yalguaraz, cumple un importante rol como perturbador del drenaje, ya que la ubicación
espacial de varios de los bajos locales muestra un control estructural. El ejemplo más
importante es la ciénaga Yalguaraz, cuya génesis y ubicación está asociada al alto
Yalguaraz, ascendido por la falla homónima. El mismo funciona como un obstáculo
para el drenaje, promoviendo la depositación del material transportado por los cursos y
dando lugar a dicha ciénaga. Esto mismo sucede en los casos de la ciénaga de los
Avestruces y del barreal de la pampa Seca (Lámina 1), donde los arroyos que corren
por la bajada precordillerana se encuentran con el alto Sur de los Avestruces y con el
alto El Abra respectivamente. Del mismo modo, la génesis de un pequeño barreal
ubicado en la pampa Yalguaraz fue motivada por la presencia de los anticlinales aquí
dispuestos que perturban el drenaje. Se observa de esta manera como el cinturón de
deformación por ligazón débil Yalguaraz influye en los patrones de deformación y
consecuentemente modifica los patrones de erosión y depositación.

250
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

6.5. Modelo cinemático en 2D para el cinturón Yalguaraz y


áreas adyacentes

En la comarca de estudio se han obtenido datos cinemáticos a partir de


indicadores microtectónicos en fallas menores, la orientación geométrica en planta de
estructuras y geoformas tectónicas (Capítulo 3) y datos de anisotropía de
susceptibilidad magnética obtenidos en sedimentos cuaternarios poco a no
consolidados (Capítulo 5).
El análisis de indicadores cinemáticos microtectónicos ha mostrado
mayoritariamente desplazamientos asociados a direcciones de acortamiento de
orientación general NE a ENE, compatible con el vector de convergencia actual (Ac.
75º±5º).
Por su parte, sobre la base del análisis cinemático a partir del patrón de
estructuras y geoformas se ha indicado la presencia de fajas de deformación a distinta
escala, compatibles con un acortamiento general E-O a ENE. Regionalmente se
reconoce el cinturón Barreal – Las Peñas, de unos 120 km de largo, (Cortés et al.
2005a). Las fajas de deformación mencionadas están conformadas por rasgos
tectónicos compresivos cuaternarios que presentan en planta diseños con
escalonamientos o en echelon izquierdos. Como se ha discutido en el Capítulo 3,
dichos elementos se orientan con un eje de estiramiento (eje X, Figura 6.13) que
conforma un ángulo menor a 45° respecto de la zona de desplazamiento principal
(ZDP). Esta asociación de elementos contraccionales y de desplazamiento de rumbo
define el carácter transpresivo sinestral de las mencionadas fajas de deformación
cuaternaria de orientación noroeste (Figura 6.12). En ese sentido, las fajas de cizalla a
menor escala son consistentes con el contexto regional tardío – cenozoico dentro del
cinturón Barreal – Las Peñas y resultan de particular importancia para la interpretación
de la cinemática de la deformación del cinturón Yalguaraz.
Asimismo, una dirección de acortamiento en el cuadrante NE-SO ha sido obtenida
a partir del análisis de anisotropía de susceptibilidad magnética sobre sedimentos
poco a no consolidados de la formación Casleo (sitios CA1, CA2 y CA3, Pleistoceno
superior) y del primer nivel de agradación de la comarca (sitios Q11 y Q12,
Pleistoceno medio a inferior) y sobre un jaboncillo de una falla cuaternaria (sitio JF).
Se observa entonces una consistencia en términos generales de los resultados
cinemáticos obtenidos a partir de las diferentes herramientas utilizadas.

251
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Figura 6.12. Zonas de deformación con evidencias de componentes sinestrales en distintos


sectores del cinturón Yalguaraz.

252
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Figura 6.13. Modelo cinemático propuesto para el cinturón Yalguaraz y áreas adyacentes,
que se observa a distintas escalas dentro del mismo y fuera igualmente propuesto para todo el
sector norte de la Precordillera Sur (Cinturón Barreal-Las Peñas, Cortés et al. 2005a). ZDP:
Zona de desplazamiento principal, R: Cizalla de Riedel, FI: Falla inversa, P: Pliegue, FDR: Falla
de desplazamiento de rumbo.

Al mismo tiempo, el análisis desde la geomorfología tectónica fluvial mostró que


los elementos estructurales en el sector pedemontano, entre ellos las zonas de cizalla,
muestran una ligazón mecánica entre sí. Por ello, se extiende la cinemática de las
fajas de deformación a todo el sector pedemontano del extremo noroccidental de la
Precordillera Sur, que conforma el cinturón Yalguaraz.

6.6. Cronología de la deformación del cinturón Yalguaraz y


áreas adyacentes

Las secuencias de antepaís en la zona de estudio están representadas por la


Formación Lomas del Inca. Las mismas se disponen por encima de rocas andesíticas
que afloran en la localidad de Barreal datadas por Leveratto (1976) en 20,1 ± 2,5 Ma,
otorgándole a la Formación Lomas del Inca una edad post 20 Ma (Yamín y Cortés
2004, Yamín 2007).
Asimismo, rocas intrusivas incluidas en la Formación Cerro Redondo (Cortés et al.
1997a) de edad oligocena superior – miocena inferior aflorantes en el sector norte del
alto El Abra están deformadas por fallas con desplazamiento de rumbo, reactivadas
durante el Cenozoico (Cortés 1998).

253
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Con estas edades puede inferirse como primera aproximación una edad de
estructuración post miocena inferior para el sector occidental de la Precordillera a la
latitud aproximada de la comarca de estudio.
Además, debido a que los sedimentos que componen la Formación Lomas del
Inca provienen de dos áreas de aporte características, dadas por la Cordillera Frontal y
la Precordillera, la composición de sus distintos miembros otorga información sobre los
inicios y las etapas del levantamiento de este sector precordillerano. En este sentido,
el miembro inferior, con la excepción de su sección basal, presenta un aporte neto
desde el sector precordillerano (Yamín 2007). Esto indica la presencia de un relieve
positivo fuente de tales sedimentos en el sector precordillerano al este, ascendido con
posterioridad a los 20 Ma. Los sedimentos que componen los miembros medio y
superior de la Formación Lomas del Inca provienen de la Cordillera Frontal,
evidenciando que la misma funcionaba como un rasgo positivo para el momento de la
acumulación de estos depósitos
Por otra parte, la Formación Lomas del Inca puede correlacionarse con el miembro
superior de la Formación Chinches (Mirré 1966) que forma parte de la cuenca de
antepaís Manantiales en Cordillera Frontal. Este miembro presenta niveles de cenizas
volcánicas datados en 17,1 ± 1,9 Ma y 11,5 ± 1,4 Ma (Jordan y Damanti 1990) y está
apoyada sobre andesitas del miembro medio de la formación Chinches equivalentes a
la formación Doña Ana de 20 Ma (Perez 1995). Por su parte, las edades de
levantamiento estimadas para el sector Precordillerano son de 8 Ma a la altura del río
San Juan (Vergés et al. 2001) y menor a 5 Ma para los 33° S (Ramos et al. 2002).
Estas estimaciones junto con la edad tope de 11,5 Ma para el miembro superior de la
Formación Chinches –la cual estaría indicando la edad del levantamiento final de la
Cordillera Frontal a estas latitudes- permitiría acotar la edad del comienzo de la
estructuración del sector occidental de la Precordillera entre los 11,5 y los 5 Ma, es
decir al Mioceno superior.
Los movimientos néogenos en la comarca han conducido al levantamiento de los
principales bloques montañosos de la región, (bloques Ansilta y Barreal, cordón
Cucaracha y altos Yalguaraz y El Abra), así como a la generación de las depresiones
intermontanas adyacentes (depresiones Pampa de los Burros, Pampa del Peñasco y
Pampa Jarillal).
Asimismo, la deformación cuaternaria está evidenciada por la presencia de
depósitos de esta edad correspondientes a distintos niveles de agradación fallados,
plegados, flexionados o basculados en algunos casos de una forma muy sutil solo
evidenciada por la presencia de anomalías de incisión.

254
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Las mayores evidencias de deformación cuaternarias están concentradas en los


depósitos del primer nivel de agradación. Dicha deformación es evidente en
numerosos sectores de la región de estudio, tanto en el sector montañoso
precordillerano como en el sector pedemontano correspondiente a la depresión de
Barreal – Uspallata.
Yamín (2007) ha denominado “deformación Q1” (DQ1) a la deformación de los
depósitos del primer nivel de agradación, ocurrida de forma previa a la acumulación de
los depósitos del segundo nivel de agradación. Debido a que los depósitos del primer y
segundo nivel de agradación de la comarca de estudio son correlacionables con el
primer y segundo nivel de agradación del área estudiada por Yamín (2007), se
mantiene en este trabajo la nomenclatura establecida por dicha autora. Por ello, se
denomina en este trabajo DQ1 a la deformación que afecta al primer pero no al
segundo nivel de agradación.
En las lomas del Inca, la deformación de los depósitos del primer nivel de
agradación regional está representada por pliegues desarrollados por la actividad de la
falla Barreal y por el ascenso e incorporación de dichos depósitos al bloque Barreal.
Como consecuencia del levantamiento del bloque, depósitos de este nivel se hallan
rotados en la pampa del Cesco. Otros pliegues oblicuos y longitudinales menores
asociados, así como la presencia de cuencas asimétricas labradas sobre este nivel de
agradación, evidencian también esta deformación.
Las evidencias de deformación del primer nivel de agradación en el frente serrano
correspondiente al sector del bloque Barreal aledaño a la pampa del Cesco están
dadas por escarpas de falla y pliegues desarrollados en dicho nivel. Esta deformación
se extiende hacia el sur, hacia el borde occidental del cordón del Naranjo, donde la
unión piedemonte – montaña se presenta notablemente rectilínea y se observan
depósitos del primer nivel de agradación de la comarca basculados en contra de su
pendiente original. Además, un pliegue afectando dicho nivel de agradación se
observó en el límite oeste del cordón de las Tres Quebradas, asociado a la
propagación de la falla homónima.
En el sector pedemontano se dispone un conjunto de anticlinales y escarpas de
falla asociadas en el primer nivel de agradación. Algunos de los pliegues son de
mayores dimensiones, como los anticlinales Lomas Bayas y Pampa de los Burros.
Otros anticlinales presentan un relativo menor tamaño. Por ejemplo, aquellos
anticlinales dispuestos en la pampa Yalguaraz o al sur de las lomitas Negras. En este
último sector, se han reconocido además escarpas de falla y depósitos cuaternarios
inclinando a contrapendiente o con una inclinación mayor a la esperada para capas
sedimentarias de depósitos aluviales.

255
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

En los altos de los Avestruces secuencias del primer nivel de agradación se


preservan ascendidas como consecuencia de la actividad cuaternaria de las fallas que
los limitan por el este, fallamiento que pudo ser constatado a partir de tomografías
eléctricas resistivas (Figura 5.9, 5.10 y 5.11) que han permitido caracterizarlo como de
carácter inverso.
Sobre la base de la correlación de los niveles cuaternarios de la comarca con
aquellos estudiados por Yamín (2007) inmediatamente al norte, se le han asignado
edades a los mismos (Tabla 2.1). En este sentido, la deformación del primer nivel de
agradación, previa a la acumulación de los depósitos del segundo nivel de agradación,
se habría dado entre los 580 ± 120 ka y los 380 ± 78 ka. Sin embargo, la presencia de
estratos de crecimiento en el primer nivel de agradación presentes en el anticlinal
Pampa de los Burros (Figura 4.12b y c) permite inferir movimientos de ascenso
sincrónicos con la acumulación del primer nivel de agradación, pudiendo extender la
edad de la deformación cuaternaria hacia atrás en el tiempo, con un tope en la edad
máxima de este nivel (670 ± 140 ka).
En menor medida, se han reconocido evidencias de deformación del segundo y
del tercer nivel de agradación regional. Se atribuye a una segunda etapa de
deformación cuaternaria, deformación Q2 (DQ2), los movimientos que afectan al
segundo nivel de agradación pero no al tercero. Asimismo, los movimientos ocurridos
con posterioridad a la acumulación del tercer nivel de agradación, correspondientes a
una tercera etapa de deformación, se han denominado deformación Q3 (DQ3).
Evidencias directas que indican la deformación Q2 están dadas por escarpas de
falla sobre la margen oriental del anticlinal Pampa de los Burros (Figura 4.12e y f) y
por secuencias del segundo nivel de agradación de la comarca asociadas a los
anticlinales de la pampa Yalguaraz flexionadas. La deformación Q3 está indicada por
la presencia de anomalías de incisión como las observadas al sur del anticlinal Lomas
Bayas y en la propagación austral de la falla Barreal (Figuras 4.37b y c y 6.15b). La
anomalía de incisión que se encuentra entre los altos de los Avestruces y el límite sur
de las Lomitas Negras podría corresponder tanto a la deformación Q2 como Q3.
Además, el tercer nivel de agradación es cortado en un sector del frente de las lomas
del Inca por una ramificación frontal de la falla Barreal (Figura 3.13) en su segmento
austral (segmento 3º en la Figura 6.8), donde el análisis estructural y geomorfológico
ha mostrado la mayor actividad neotectónica de las lomas del Inca. Por otra parte, la
tomografía eléctrica resistiva AV1 (Figura 5.9) ha permitido inferir la presencia de
depósitos correspondientes al segundo y tercer nivel de agradación regional
dispuestos en contra de su pendiente original.

256
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Sobre la base de las edades atribuidas a los distintos depósitos cuaternarios, la


edad de la deformación del segundo nivel de agradación, con anterioridad a la
depositación del tercer nivel (DQ2), estaría comprendida entre los 280 ± 58 ka y los 42
± 9 ka. Por su parte, la deformación Q3, acaecida luego de la acumulación del tercer
nivel de agradación, es posterior a los 21 ± 4 ka. Finalmente, no se han observado
evidencias de deformación en los depósitos asociados a los sistemas fluvio-aluviales
actuales, si bien el registro instrumental indica la presencia de eventos sísmicos en la
región.
De esta manera, se han reconocido múltiples evidencias de deformación
cuaternaria en el cinturón Yalguaráz y áreas adyacentes, que han permitido diferenciar
tres etapas de deformación distintivas para este período: una deformación Q1, una
deformación Q2 y una deformación Q3, con una mayor actividad durante la
deformación Q1, cuyo período está comprendido entre los 670 ± 140 ka y los 380 ± 78
ka (Pleistoceno medio a tardío). Estas etapas de deformación, así como evidencias de
sismos actuales dadas por el registro instrumental permiten inferir que la actividad del
cinturón Yalguaraz se ha extendido durante el cuaternario y continúa hasta el
presente. En la Tabla 6.1 se muestra una síntesis de la evolución tardío cenozoica del
cinturón Yalguaraz y áreas adyacentes.

257
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Capítulo 6

Tabla 6.1. Evolución tardío cenozoica del cinturón Yalguaraz y áreas adyacentes.

258
Carla M. Terrizzano, 2010. Tesis doctoral, Capítulo 7

7. CONCLUSIONES

La estratigrafía del extremo noroccidental del cinturón Barreal-Las Peñas, en la


región norte de la Precordillera Sur, está caracterizada por un sustrato paleozoico,
sucesiones volcánicas y continentales permo-triásicas, pequeños cuerpos intrusivos
neógenos y una cobertura sedimentaria de edad cenozoica representada por las
sedimentitas miocenas de la Formación Lomas del Inca y depósitos de edad
cuaternaria. Las unidades cuaternarias corresponden a los depósitos de 4 niveles de
agradación aluviales y fluviales, a la Formación Casleo, constituida por sucesiones de
ambientes fluviales y fluviolacustres y a depósitos coluviales y eólicos.
Sobre la base de la correlación y/o continuidad de los niveles de agradación de la
comarca con aquellos reconocidos por Yamín (2007) en la pampa del Peñasco, unos
10 km al norte del arroyo de las Cabeceras, los cuatro niveles de agradación
mencionados pueden asignarse de forma tentativa al Pleistoceno medio-inferior (670 ±
140 ka / 580 ± 120 ka), al Pleistoceno medio (380 ± 78 ka / 350 ± 72 ka a 280 ± 58 ka
/ 180 ± 38 ka), al Pleistoceno superior (42 ± 9 / 37 ± 8 ka a 21 ± 4 ka) y al Holoceno
respectivamente.

Las principales unidades morfotectónicas que integran el margen noroccidental del


cinturón Barreal-Las Peñas, corresponden a los bloques Barreal y Ansilta. La
estructura neógena del conjunto de esos bloques montañosos está definida por un
corrimiento de vergencia oriental, en el este (falla Sierra de Ansilta) y un
retrocorrimiento de vergencia occidental, en el oeste (falla Barreal). Evidencias de
deformación cuaternaria se presentan como reactivaciones y ramificaciones en los
bordes de esos bloques y como rasgos muy bien preservados en el sector
pedemontano.

La porción sur del bloque Barreal está representada por dos fajas de serranías
longitudinales dispuestas al este y al oeste de la pampa del Cesco; en este último caso
conforman las lomas del Inca. En ambas fajas serranas se reconocen evidencias de
deformación cuaternaria. De igual manera, la pampa del Cesco conforma una planicie
de depósitos aluviales cuaternarios, ascendida, rotada e incorporada al bloque.
En las lomas del Inca la estructura neotectónica está controlada por la falla
Barreal. Allí pueden distinguirse un sector norte y un sector sur de características

259
Universidad de Buenos Aires, 2010. Tesis doctoral, Capítulo 7

estructurales distintivas. El sector norte muestra una estructura simple, dada por el
pliegue Lomas del Inca de orientación NNE. El sector sur corresponde a un bloque
ascendido por la falla Barreal al oeste y por fracturas oblicuas al este. Estos sectores
delimitan en el frente serrano dos segmentos contiguos, definidos a partir de criterios
geométricos, estructurales y geomorfológicos (segmentos estáticos). De ellos, el
segmento sur muestra evidencias de una mayor actividad tectónica relativa. Estas
evidencias están dadas por una mayor altitud relativa del frente serrano en este
segmento, la presencia de una ramificación de la falla Barreal que corta los depósitos
del tercer nivel de agradación (Pleistoceno superior), abanicos segmentados en el
sector pedemontano, valles colgados, perfiles de los valles convexos y cuencas
asimétricas asociadas al levantamiento del mismo.
Asimismo, el progresivo hundimiento de la estructura del bloque Barreal hacia el
sur y el incremento de evidencias de actividad cuaternaria en dicha dirección,
afectando depósitos cada vez más jóvenes, muestra que el crecimiento de esa unidad
morfotectónica se ha propagado en dirección sur, verificando el modelo de crecimiento
longitudinal de dicho bloque propuesto por Yamín (2007) a partir de estudios al norte
del arroyo de las Cabeceras. El bloque Barreal, hacia el sur, desaparece como tal,
ingresando la deformación en el sector pedemontano, donde conforma una faja de
deformación cuaternaria de orientación NO que afecta depósitos cuaternarios del
primer, segundo y tercer nivel de agradación.

La unidad morfotectónica bloque Ansilta está controlada al este por la falla Sierra
de Ansilta, de traza continua y de vergencia oriental. Por el oeste el borde estructural
se aleja del modelo típico de un retrocorrimiento único y continuo y está constituido por
las fallas Naranjo, Tres Quebradas y Lomas Bayas. En el bloque Ansilta se han
diferenciado dos subunidades morfoestructurales.
La subunidad oriental, conformada por los cordones de la Gloria y del Naranjo y la
sierra de Ansilta constituye el cuerpo principal del bloque Ansilta. Su estructura está
definida por un sistema imbricado de fallas inversas de vergencia oriental.
La subunidad occidental está integrada por el cordón de las Tres Quebradas y se
presenta como una marcada saliente en el borde oeste del bloque Ansilta. Su
estructura está caracterizada por fallas inversas de vergencia oriental, imbricadas,
delimitadas al oeste por un retrocorrimiento. Se ha determinado que las fallas
provergentes de esta unidad se desarrollaron desde el sector pedemontano hacia el
sector montañoso. Este crecimiento de las estructuras en contra del camino esperado,
donde el trasporte de masa se da desde las zonas menos elevadas hacia los sectores
aledaños con mayor altitud, puede explicarse por la presencia de un sustrato

260
Carla M. Terrizzano, 2010. Tesis doctoral, Capítulo 7

anisótropo, donde el movimiento se vio favorecido por planos de debilidad previos. El


carácter local de las estructuras que dan origen al bloque del Cordón de las Tres
Quebradas, y sus diferencias morfotectónicas y cronológicas, sugieren una mecánica
no conectada al desarrollo normal de la subunidad oriental.

El frente montañoso occidental del bloque Ansilta y su continuación hacia el


noroeste en el frente aledaño a la pampa del Cesco presenta seis segmentos estáticos
con distinta actividad tectónica relativa, donde el segmento correspondiente al frente
de la subunidad occidental (cordón de las Tres Quebradas), es el de mayor actividad
tectónica relativa.

En el sector pedemontano se presentan unidades morfotectónicas de menor


dimensión que los grandes bloques antes citados. Ellas son, los altos Yalguaraz y El
Abra y otros elementos estructurales cuaternarios como los anticlinales Lomas Bayas
y Pampa de los Burros, el conjunto de anticlinales de la pampa Yalguaraz, el alto
Lomitas Negras y los altos de los Avestruces. Estos elementos estructurales
cuaternarios generan marcadas modificaciones en el relieve de las planicies aluviales
y han sido denominados Altos Topográficos controlados tectónicamente
Así, el sector pedemontano muestra claras evidencias geomórficas de deformación
a mediano y corto plazo (< 800 ka). Entre ellas, numerosos pliegues pedemontanos y
escarpas de falla, además de abanicos segmentados y, en el campo de la
geomorfología tectónica fluvial, distintas evidencias del ajuste de los ríos y de las
redes de drenaje a la deformación. Entre estas últimas se presentan en la pampa del
Cesco redes de drenaje con una nueva dirección de escurrimiento (NE) como
respuesta al basculamiento tectónico de este sector y cuencas asimétricas al sureste
de las lomas del Inca. En distintos sectores del piedemonte se observan variaciones
del patrón de los ríos, tales como incrementos en su sinuosidad o en la incisión, ríos
desviados o zonas de agradación anómala. Este conjunto de elementos cae dentro de
la categoría de “anomalías de drenaje” y sus asociaciones conforman Áreas de
Anomalías de Drenaje controladas tectónicamente. Las mismas representan sectores
deformados del piedemonte en los que la relación entre velocidades tectónicas y
procesos exógenos es baja.

Tomografías eléctricas resistivas han resultado efectivas como herramienta para el


estudio de la deformación neotectónica en áreas de interés dentro del sector
pedemontano. En los altos de los Avestruces han mostrado la geometría inversa de
las fallas que controlan su levantamiento en su límite oriental así como la presencia en

261
Universidad de Buenos Aires, 2010. Tesis doctoral, Capítulo 7

el alto Centro de una antigua falla directa (probablemente triásica) reactivada de forma
inversa en tiempos tardío-cenozoicos. Se observaron además depósitos cuaternarios
basculados en contra de su pendiente original. De esta manera, estas tomografías
contribuyeron al estudio de las fajas de cizalla a distinta escala presentes en la
comarca. Por su parte, las tomografías eléctricas resistivas transversales al alto
Yalguaraz muestran que el levantamiento del mismo está controlado por una falla (falla
Yalguaraz) inversa, de alto ángulo. Muestra además un retroceso del frente estructural
de unos 50-70 m. Finalmente, la tomografía levantada sobre una anomalía de incisión
en la bajada pedemontana del cordón de las Tres Quebradas permitió correlacionar
estos rasgos con suaves perturbaciones tectónicas en el subsuelo.

Como conclusión específica de la aplicación del método de anisotropía de


susceptibilidad magnética, se destaca que el mismo ha demostrado resultar en
principio una herramienta útil y eficiente en el estudio del grado y la cinemática de la
deformación en sedimentos poco o no consolidados cuaternarios. Entre los resultados
más significativos del estudio está el haber reconocido por este medio una
criptofábrica tectónica en sedimentos que no presentan in situ evidencias
macroscópicas de deformación. Así, la AMS muestra ser una herramienta sensible
incluso en estadios de deformación muy incipientes, permitiendo dilucidar así la
presencia de zonas sometidas a deformación neotectónica que no podrían ser
reconocidas por otros métodos. Como conclusión complementaría, se observa una
mayor dispersión en aquellos datos obtenidos en granulometrías más gruesas, dadas
por arenas o arenas gravosas.

Los datos cinemáticos en referencia a la deformación tardío cenozoica obtenidos


tanto en el sector pedemontano como en frentes montañosos del sector
precordillerano a partir de indicadores microtectónicos en fallas menores, de la
orientación geométrica en planta de estructuras y de datos de anisotropía de
susceptibilidad magnética, son consistentes con direcciones de acortamiento de
orientación general NE a ENE.
El análisis cinemático a partir la geometría en planta de elementos estructurales
señala la presencia de zonas de cizalla transpresivas sinestrales de orientación NO a
distinta escala dentro del sector pedemontano y en consonancia con la cinemática del
cinturón mayor Barreal – Las Peñas. Entre ellas, se destaca la faja de cizalla Pampa
de los Burros, oblicua al orógeno, que representa la propagación tardío cenozoica del
bloque Barreal hacia el sur. Dicha faja introduce una componente de rumbo sinestral
en la deformación.

262
Carla M. Terrizzano, 2010. Tesis doctoral, Capítulo 7

La faja de cizalla Pampa de los Burros está integrada por un conjunto de


estructuras con evidencias de actividad cuaternaria representadas por los anticlinales
Lomas Bayas y Pampa de los Burros, el alto Lomitas Negras y, en el sector
montañoso, las fallas del cordón de las Tres Quebradas. Esta zona de cizalla explica
la presencia, ubicación y estructura de la subunidad occidental del bloque Ansilta. Por
otra parte, la interferencia entre la zona de cizalla Pampa de los Burros y el bloque
Barreal permite explicar el ascenso diferencial y las estructuras del segmento sur de
las lomas del Inca. De esta manera, estructuras oblicuas como la faja de cizalla
Pampa de los Burros establecen una conexión estructural entre los Bloques Barreal y
Ansilta.
El análisis cinemático a partir de indicadores microtectónicos en fallas oblicuas
orientadas en el cuadrante noroeste muestran desplazamientos de rumbo y
contraccionales compatibles con el carácter transpresivo interpretado a partir de la
geometría de las estructuras en planta.

Los Altos Topográficos controlados tectónicamente no son rasgos aislados desde


el punto de vista estructural. En este sentido, el estudio detallado de áreas con
anomalías de drenaje ha resultado una herramienta útil para la determinación de áreas
con deformación incipiente. La asociación espacial de Altos Topográficos controlados
tectónicamente con Áreas de Anomalías de Drenaje controladas tectónicamente
muestra que estas últimas representan zonas de propagación o migración lateral de
estructuras y zonas de ligazón débil entre los altos estructurales.
Además, el análisis espacial de Áreas de Anomalías de Drenaje y Altos
Topográficos ha permitido identificar la presencia de una estructura regional mayor en
una etapa incipiente de desarrollo, dada por una amplia faja de deformación
neotectónica con ligazón débil, de unos 45 km de largo y 10 km de ancho, localizada a
lo largo de la depresión de Barreal – Uspallata, denominada cinturón Yalguaraz.
Se aprecia en el cinturón Yalguaraz la interferencia entre estructuras longitudinales
y oblicuas, donde en estas últimas la deformación se resuelve mediante zonas de
cizalla transpresivas con desplazamiento de rumbo izquierdo. Tales interferencias son
compatibles con la reactivación de anisotropías mecánicas previas en el substrato pre-
cenozoico. En este sentido, se ha verificado el control por parte de heterogeneidades
previas sobre la deformación cenozoica en el alto El Abra y en los altos de los
Avestruces y en otros sectores del cinturón, como en el anticlinal Lomas Bayas.
De esta manera, puede interpretarse que el estilo tectónico de los elementos
estructurales que constituyen el cinturón de ligazón débil Yalguaraz es el producto de
la interferencia de estructuras desarrolladas en distintas direcciones como

263
Universidad de Buenos Aires, 2010. Tesis doctoral, Capítulo 7

consecuencia de la reactivación de estructuras previas, oblicuas y transversales, de


edad paleozoica y triásica.
Por otra parte, dado que el análisis desde la geomorfología tectónica fluvial mostró
que los elementos estructurales en el sector pedemontano, entre ellos las zonas de
cizalla, muestran una ligazón mecánica entre sí, se extiende la cinemática de las fajas
de deformación a todo el sector pedemontano del extremo noroccidental de la
Precordillera Sur, que conforma el cinturón Yalguaraz.
El cinturón Yalguaraz, conecta mecánicamente mediante una ligazón débil el
extremo noroccidental del cinturón Barreal – Las Peñas con bloques tectónicos
menores (cordón Cucaracha) al pie de la Cordillera Frontal y con la región central de la
Precordillera Sur (alto El Abra). Dicha interconexión tardío-cenozoica y principalmente
cuaternaria, de carácter transpresivo sinestral, incrementa el relieve relativo del sector
pedemontano y afecta la red de drenaje en él desarrollada.

Luego de la estructuración neógena de los principales bloques montañosos de la


región, y de la conformación de las depresiones intermontanas se sucedieron en la
comarca tres etapas de deformación, denominadas derformación Q1 (entre los 670 ±
140 ka y los 380 ± 78 ka), deformación Q2 (entre los 280 ± 58 ka y los 42 ± 9 ka) y
deformación Q3 (posterior a los 21 ± 4 ka). La mencionada deformación cuaternaria,
reactiva y propaga fallas que limitan bloques y genera un relieve tectónico incipiente
en el piedemonte, el cual expone los patrones de ligazón y crecimiento orogénico en el
margen noroccidental de la Precordillera Sur.

264
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282
APÉNDICE CAPÍTULO 3

Se presentan a continuación los datos de indicadores microtectónicos, en este caso


estrías, medidos en el campo. Los mismos fueron procesadas con el programa
FaultKin, versión 1.0 Beta (Allmendinger 2001). En dicho programa se ingresan la
actitud del plano de falla que contiene la estría, el ángulo de la estría respecto del
rumbo del plano de falla medido sobre el mismo (rake) y el sentido de desplazamiento
en aquellos casos donde haya sido posible su observación.
El Programa devuelve así mismo una tabla con los siguientes datos: Sentido de
desplazamiento y actitud de la falla, actitud de la estría, actitud del eje T y actitud del
eje P. En todos los casos se utiliza como convención la regla de la mano derecha. A
continuación se presentan los datos devueltos por el programa FaultKin (Allmendinger
2001) para cada uno de los sitios de muestreo de la zona de estudio (Figura Ap.3.1),
donde TR: movimiento inverso derecho; TL: movimiento inverso izquierdo; NR:
movimiento normal derecho; NL: movimiento normal izquierdo.

283
Eje T Eje P
Sentido de Rumbo plano Inclinación del Acimut Buzamiento Eje T Eje P
Litología buzamiento buzamiento
desplazamiento falla (°) plano de falla (°) estría (°) estría (°) Acimut (°) Acimut (°)
(°) (°)
Lomas del Inca
Sitio 1 31º 53`51,9`` S / 69º 22` 4,2`` O
F. Lomas del Inca TR 320 53 29 51 277 77 41 7
F. Lomas del Inca TR 131 59 194 56 76 72 210 13
F. Lomas del Inca TR 119 78 169 74 42 56 201 32
F. Lomas del Inca TL 132 86 278 83 36 49 227 41
F. Lomas del Inca TR 130 70 198 69 52 64 214 25
F. Lomas del Inca TR 137 82 186 79 55 53 221 36
F. Lomas del Inca TR 122 65 174 60 63 65 199 18
F. Lomas del Inca TR 310 68 29 68 227 67 37 23
F. Lomas del Inca TR 134 75 193 73 56 59 217 30
F. Lomas del Inca TR 135 70 177 61 75 60 209 22
F. Lomas del Inca TR 135 66 190 61 73 65 213 19

Sitio 2 31º 51`9,6`` S / 69º 22`21,2`` O


Gr. Ciénaga del Medio NL 211 46 249 32 93 7 195 60
Gr. Ciénaga del Medio NL 208 45 245 31 89 8 192 60
Gr. Ciénaga del Medio NL 204 42 250 33 89 8 198 66
Gr. Ciénaga del Medio NL 247 38 262 12 110 24 226 45
Gr. Ciénaga del Medio NL 239 43 264 21 111 15 220 51
Gr. Ciénaga del Medio NL 218 77 236 54 282 24 163 47
Gr. Ciénaga del Medio NL 190 77 213 59 258 27 132 50

Sitio 3 31° 47´ 57,1´´ S / 69 22 24,1 O


Gr. Ciénaga del Medio NL 46 44 135 44 315 1 109 89
Gr. Ciénaga del Medio NL 24 52 106 52 110 7 320 82
Gr. Ciénaga del Medio NL 39 43 118 42 303 3 58 84
Gr. Ciénaga del Medio NR 46 43 139 43 318 2 174 88

284
Gr. Ciénaga del Medio NL 16 55 99 55 103 10 302 79
Gr. Ciénaga del Medio NR 34 71 133 71 126 26 299 64
Gr. Ciénaga del Medio NL 19 68 88 67 103 23 303 66
Gr. Ciénaga del Medio NR 29 75 134 74 122 30 293 60
Gr. Ciénaga del Medio NR 10 70 125 68 107 24 265 64
Gr. Ciénaga del Medio NL 42 63 119 62 128 18 326 72
Gr. Ciénaga del Medio NL 38 59 101 56 117 13 343 72
Gr. Ciénaga del Medio NL 34 75 105 74 120 30 311 60

Sector serrano adyacente a la pampa del Cesco


Sitio 4 31° 48´ 29,4´´ S / 69 19 39,2 W
Gr. Ciénaga del Medio TR 27 65 35 17 348 30 255 5
Gr. Ciénaga del Medio TR 17 79 21 21 332 23 65 7
Gr. Ciénaga del Medio TR 336 11 347 2 336 46 177 42
Gr. Ciénaga del Medio TR 345 88 345 3 300 4 30 1
Gr. Ciénaga del Medio TR 325 90 325 9 280 6 10 6
Gr. Ciénaga del Medio TR 358 24 358 0 336 40 200 40
Gr. Ciénaga del Medio TR 336 45 354 17 312 45 204 17
Gr. Ciénaga del Medio NR 343 85 162 12 117 5 208 12
Gr. Ciénaga del Medio TR 9 75 11 6 326 15 234 6
Gr. Ciénaga del Medio TR 11 78 12 5 327 12 236 5
Gr. Ciénaga del Medio TR 17 76 19 9 334 16 243 3
Gr. Ciénaga del Medio TL 270 54 51 41 120 62 25 3
Gr. Ciénaga del Medio TR 290 10 335 7 327 52 161 38

285
Sitio 5 31° 48´ 13,3´´ S / 69 19 18,9 W
Gr. Ciénaga del Medio TR 354 72 54 69 280 62 76 26
Gr. Ciénaga del Medio TR 338 59 56 58 266 75 63 14
Gr. Ciénaga del Medio TR 345 32 46 29 14 70 237 15
Gr. Ciénaga del Medio TR 8 32 89 32 75 76 272 13

Sitio 6 31° 48´ 29,9´´ S / 69 19 19,6 W


Gr. Ciénaga del Medio TR 326 70 44 70 243 65 53 25
Gr. Ciénaga del Medio TR 324 66 35 65 249 68 48 21
Gr. Ciénaga del Medio TR 326 66 23 62 262 66 45 20
Gr. Ciénaga del Medio TR 305 52 4 48 273 73 21 5
Gr. Ciénaga del Medio TR 304 58 7 55 252 72 23 12
Gr. Ciénaga del Medio TR 312 56 356 46 277 65 21 7
Gr. Ciénaga del Medio TR 290 65 346 61 228 66 8 19
Gr. Ciénaga del Medio TL 125 54 275 34 334 54 65 1
Gr. Ciénaga del Medio TL 148 61 304 37 5 50 269 5
Gr. Ciénaga del Medio TR 343 42 68 42 31 86 250 3

Sitio 7 31° 49´ 3,4´´ S / 69 19 11,8 W


Gr. Ciénaga del Medio TR 29 31 112 31 102 76 295 14
Gr. Ciénaga del Medio TR 45 40 96 33 46 68 293 9
Gr. Ciénaga del Medio TR 23 34 108 34 98 79 290 11
Gr. Ciénaga del Medio TL 16 27 117 27 128 71 293 18
Gr. Ciénaga del Medio TR 316 34 25 32 353 74 213 12
Gr. Ciénaga del Medio TR 338 44 62 44 353 87 245 1
Gr. Ciénaga del Medio TR 335 30 63 30 60 75 244 15
Gr. Ciénaga del Medio TR 329 30 56 30 52 75 237 15
Gr. Ciénaga del Medio TR 346 26 48 23 27 66 237 21
Gr. Ciénaga del Medio TR 9 25 76 23 59 67 263 21
Gr. Ciénaga del Medio TR 300 22 26 22 23 67 207 23
Gr. Ciénaga del Medio TR 334 35 57 35 41 79 240 10

286
Sitio 8 31º 49`43,1`` S / 69º 18`53,1`` O
Gr. Ciénaga del Medio TR 334 39 31 34 342 71 225 9
Gr. Ciénaga del Medio TR 319 36 37 35 10 79 222 10
Gr. Ciénaga del Medio TR 322 40 17 35 325 71 212 8
Gr. Ciénaga del Medio TR 322 43 38 42 334 83 225 3
Gr. Ciénaga del Medio NR 75 18 212 12 21 32 228 55
Gr. Ciénaga del Medio NR 78 14 221 9 31 35 234 53
Gr. Ciénaga del Medio TR 8 10 39 5 30 49 227 39

Sitio 9 31º 50`23,8`` S / 69º 18`22,0`` O


Gr. Ciénaga del Medio TR 64 39 97 24 54 57 300 15
Gr. Ciénaga del Medio TL 200 50 295 50 86 84 292 5
Gr. Ciénaga del Medio TR 69 37 89 14 53 48 295 23
Gr. Ciénaga del Medio TR 53 34 93 23 56 60 292 18
Gr. Ciénaga del Medio TR 85 46 105 20 61 47 315 14
Gr. Ciénaga del Medio TR 69 38 95 19 56 52 299 19
Gr. Ciénaga del Medio TR 39 46 79 33 23 62 282 6
Gr. Ciénaga del Medio TR 74 46 101 25 53 52 308 11

Cordón del Naranjo


Sitio 10 31º 52`19`` S / 69º 17`24`` O
Gr. Ciénaga del Medio TL 278 75 93 19 141 24 50 3
Gr. Ciénaga del Medio TR 236 63 241 9 197 26 101 12
Gr. Ciénaga del Medio TL 288 66 98 21 147 33 239 2
Gr. Ciénaga del Medio NL 294 63 297 6 158 14 254 23
Gr. Ciénaga del Medio TL 284 89 104 24 152 17 56 16
Gr. Ciénaga del Medio TL 272 68 87 11 133 24 226 7

287
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Apéndice Capítulo 4

APÉNDICE CAPÍTULO 4

Frentes montañosos

Frente montañoso Lmf 1 Ls 1 Lmf 2 Ls 2 Smf 1 Smf 2 Smf


(km) (km) (km) (km) prome
dio
Frente Dominio 7,5 5,74 11,02 6,71 1,31 1,64 1,48
conformado morfotectónico
por los 1
frentes Dominio 13,11 11,32 21,26 10,71 1,16 1,98 1,57
montañosos morfotectónico
occidentales 2
del cordón Dominio 8,71 5,04 8,66 4,11 1,73 2,11 1,92
del Naranjo morfotectónico
y de la 3
Gloria, la Dominio 13,03 11,52 17,29 11,43 1,13 1,51 1,32
sierra de morfotectónico
Ansilta y el 4
sector Dominio 10,77 5,8 15,25 7,22 1,86 2,11 1,99
adyacente a morfotectónico
la pampa 5
del Cesco Dominio 15,51 14,11 18,3 10,05 1,1 1,82 1,46
morfotectónico
6
Lomas del Inca 9,96 8,78 8,72 7,54 1,13 1,16 1,15
Oriental del cordón del 42,97 39,7 27,93 24,68 1,08 1,13 1,11
Naranjo y de la Gloria, la
sierra de Ansilta
Cordón Cucaracha 18,62 10,9 33,79 11,2 1,71 3,02 2,37
Cordón de las Manieras 12,32 11,92 7,61 7,26 1,03 1,05 1,04

Tabla Ap.4.1: Datos de sinuosidad para distintos frentes montañosos obtenidos utilizando
modelos de elevación digital (DEM) y el programa Global Mapper. Lmf 1 y Ls 1 fueron
obtenidos a partir de DEM`s brindados por la Shuttle Radar Topography Mission (SRTM) de 90
m de resolución. Lmf 2 y Ls 2 fueron obtenidos a partir de DEM`s de Aster de 30 m de
resolución brindados por el Servicio geológico minero argentino (Segemar). En negrita los
datos utilizados en este trabajo: se tomaron en cuenta los datos del DEM de mayor resolución,
salvo en los casos donde este no cubría el área a medir en su totalidad. Aquí se tomó el dato
promedio. Lmf: longitud del frente montañoso medido siguiendo la unión piedemonte montaña;
Ls: longitud del frente medida en línea recta; Smf = Lmf/Ls

288
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Apéndice Capítulo 4

Asimetría de cuencas e índices morfométricos

Los índices morfométricos son técnicas para medir cuantitativamente geoformas y


perturbaciones en las geoformas. Aquí se presentan uno de los índices morfométricos
para medir el grado de asimetría de una cuenca de drenaje: el Factor de Asimetría
(AF; Hare y Gardner, 1985)

El Factor de asimetría se define como:

AF= 100* (Ar/At) (Ap.4.1)

Donde Ar es el área de la cuenca a la derecha (mirando aguas abajo) del río principal y
At es el área total de la cuenca de drenaje. Para una red de drenaje que fue formada y
continúa funcionando en una zona estable, AF deberá ser igual a 50. El Factor de
Asimetría en una cuenca es sensible al basculamiento perpendicular al canal principal.
Valores mayores o menores que 50 sugieren basculamiento.
Una aclaración importante es que, como la mayoría de los índices morfométricos, el
Factor de Asimetría funciona mejor cuando cada cuenca de drenaje está desarrollada
sobre un único tipo de roca. El método asume, además, que no existe ningún control
litológico (tal como capas sedimentarias inclinadas) ni climático como causantes de la
asimetría.

Ejemplo de cómo calcular el factor AF para una cuenca de drenaje:

El primer paso es subdividir la cuenca de drenaje en dos partes para poder conocer
Ar/At. En una cuenca con un solo río principal (río troncal), el mismo será la línea que
separe cada una de las partes. En una cuenca o porción de una cuenca con dos
canales similares puede usarse como línea divisoria la traza del dorso que separa a
ambos canales.
El siguiente paso consiste en medir Ar y At. En este ejemplo se hará utilizando
una grilla donde las aristas de cada cuadradito representan en este caso 0,1 km. Si se
cuentan el número de intersecciones (entre los cuadraditos de la grilla) para un área
determinada (Ar ó At) y se multiplica por 0,01 km2 (ya que (0,1 km)2 = 0,01 km2) puede
estimarse el tamaño de esa área en km2 (Figura Ap.4.1).
Luego, habiendo estimado Ar y At, puede aplicarse la ecuación (Ap.4.1). Para
este caso AF=34,5, lo cual indica que la cuenca de drenaje es significativamente
asimétrica.

289
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Apéndice Capítulo 4

Nótese por otra parte que en realidad no hace falta conocer la escala de la grilla que
estamos utilizando ya que:

Ar = número de intersecciones del área a la derecha del cauce principal * área


correpondiente a cada cuadradito de la grilla.
At = número de intersecciones del área total de la cuenca * área correpondiente a
cada cuadradito de la grilla.

Por lo que el cociente Ar / At puede simplificarse a:

Ar / At = número de intersecciones del área a la derecha del cauce principal / número


de intersecciones del área total de la cuenca

De esta manera, si se utiliza este método, es la relación entre las intersecciones lo que
importa, más que la escala de la grilla utilizada.

Figura Ap.4.1: Ejemplo de cómo calcular el Factor de Asimetría (AF) para una determinada
cuenca de drenaje. Notar que el área de la derecha (Ar) incluye 10 intersecciones (entonces
2 2
Ar=0,10km ) mientras que el área total (At) incluye 29 intersecciones (por lo que At=0,29km ).
De esta manera AF=34,5 (veáse explicación en el texto).

290
Carla M. Terrizzano, 2010 Tesis doctoral, Apéndice capítulo 5

APÉNDICE CAPÍTULO 5

Se presentan a continuación las pseudoresistividades medidas, las calculadas y


los modelos de resistividad generados, sin topografía, para cada una de las
tomografías eléctricas resistivas levantadas en el presente trabajo.

Figura Ap.5.1. Para cada tomografía eléctrica, de arriba hacia abajo: Pseudoresistividad
medida, Pseudoresistividad calculada, modelo de resistividades (sin topografía). a) Tomografía
eléctrica resistiva AV1, b) Tomografía eléctrica resistiva AV2, c) Tomografía eléctrica resistiva
AV3.

291
Universidad de Buenos Aires, 2010 Tesis doctoral, Apéndice capítulo 5

Figura Ap.5.2. Para cada tomografía eléctrica, de arriba hacia abajo: Pseudoresistividad
medida, Pseudoresistividad calculada, modelo de resistividades (sin topografía). a) Tomografía
eléctrica resistiva Yal1, b) Tomografía eléctrica resistiva Yal2, c) Tomografía eléctrica resistiva
TQ.

292
Para la consulta de láminas por favor comuníquese con la Biblioteca
Digital de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales -
Universidad de Buenos Aires (http://digital.bl.fcen.uba.ar)
email: digital@bl.fcen.uba.ar

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