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Cerámica (procedente del griego antiguo κεραμική(keramiké), femenino

de κεραμικός (keramikós, ‘hecho de arcilla’), "cerámico",1 que designaba al barrio de los


alfareros de la antigua Atenas, al noroeste de la Acrópolis), es el arte de fabricar vasijas2 y
otros objetos de arcilla u otro material cerámico por acción del calor, es decir cocida a una
temperatura superior a los 400 o 500 grados.3 El resultado es una diversa variedad de
piezas u objetos de terracota —o alfarería «de basto»—, de lozay del conjunto
de porcelanas. Además de denominar la técnica y su actividad, también da nombre al
conjunto de objetos y producción.2
Su uso inicial fue la fabricación de recipientes empleados para contener alimentos o
bebidas. Más adelante se utilizó para modelar figurillas de posible carácter simbólico,
mágico, religioso o funerario. También se empleó como material de construcción en forma
de ladrillo, teja, baldosa o azulejo, conformando muros o revistiendo paramentos. La
técnica del vidriado aumentó su atractivo suntuario y su uso arquitectónico. A partir del
siglo XIX se aplicó a la industria como aislante eléctrico y térmico en hornos, en motores y
en blindajes. La moderna cerámica se aplica a las industrias de silicatos (grupo de
minerales de mayor abundancia, pues constituyen más del 95 % de la corteza terrestre) y
como complemento en tecnologías de construcción asociada al cemento. También es la
base de las técnicas de esmaltes sobre metal.4

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