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Primera escena:
Pirámide
Bandera
Árbol gigante
Catedral
Quienes lo conocieron afirman que Alberto Devoto era un hombre amable, cariñoso con los
niños y comprensivo con quienes se acercaban a él para confiarle alguna falta. No carecía de
mañas: se paseaba por la ciudad pisando siempre el cordón de la vereda, llevaba sus bolsillos
colmados de caramelos para los gurises; a veces ostentaba su solida formación teológica ante
sus cuestionadores. Entre los empobrecidos era uno más, un igual. Es decir, no era uno de
esos hipócritas que hablan de la pobreza como detrás de un vidrio…
En este cortometraje hablamos con algunas de las personas que lo trataron, que lo
conocieron, que caminaron junto a él. No son todos. Los cientos anónimos que lo llevan en
su recuerdo