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Compañeros integrantes del la cátedra argentina III B1:

Estas líneas que comienzo a escribir, son un intento de reflexión luego de haber transitado
la cátedra que ustedes tienen a cargo, pero también son un legado de cuatro años de
cursada que me ha llevado discutir intensamente con los compañeros, sobre todo
trotskystas, que cursan, trabajan y/o militan en la facultad.
Ante todo quisiera exponer que el afecto, el amor, el cariño, el sentimiento fraternal,
son fuerzas irracionales, que nunca podrán ser codificadas por el racionalismo (por mas
crítico que se crea). En este sentido, la ciencia racional podrá explicar mucho sobre las
herramientas necesarias para hacer una revolución, sin embargo, y como buenos marxistas
que entendemos que lo fundamental es hacerla, el amor fraternal de clase puede ser
portador de toda la solidaridad necesaria para luchar cuerpo a cuerpo contra el enemigo.
Por ello, si uno quiere ser parte de la revolución, y sabe que por sus condiciones de
(¿pequeño burgués?) solo le queda fusionarse con la clase (¿obrera?) 2 o intentar
diferenciarse para mantener su ilusión de conservar sus preciados vicios, debe
homogeneizarse, desposeerse lo mas pronto de sus vicios aristócratas, tomar las banderas
del pueblo, que en ese instante ya se transforman en banderas propias y no de otro, y
finalmente avanzar en la lucha.
Es ahí donde esas herramientas pueden llegar a aporta algo a esta lucha, es ahí donde va
a surgir el programa revolucionario, es ahí donde se van a contrastar los conceptos
formulados en instancias netamente pequeño burguesas, es ahí donde el folclore popular va
a re-significar su historia, donde va a evaluar sus fracasos y sus victorias históricas y es ahí
donde el historiador puede encontrar un rol en esta lucha3.
Sin embargo ello significa ceder. Por más adepto a la ciencia, por mas que
reconozcamos sus méritos para el progreso de la humanidad, no podemos dejar de negar
que ésta también sirve como herramienta de dominación. 4 Por ello la ciencia puede ser una

1
Nótese que el término “compañeros” marca otro tipo de de relación. Es decir, de aquí en más no existen
jerarquías del tipo académico, sino que las únicas jerarquías que tienen validez son aquellas que remiten a la
experiencia militante.
2
Mas adelante expondremos por que los signos de pregunta
3
por su puesto que no concebimos que este sea el único
4
Foucault. “Microfísica del poder “
herramienta pero no la única, y no podemos permitir que los aspectos negativos de ésta
fraccionen la lucha popular.

Una cuestión de conceptos científicos

Para unir está lo fraternal, la solidaridad de clase, la cual solo se podrá manifestar cuando
se objetivise en un concepto, y si ese concepto no es el que nosotros, como pequeños
burgueses universitarios, hemos expuesto, tendremos que resignar algo de nuestro trabajo
intelectual. Como bien ya dice Sartelli, es necesario diferenciar entre las categorías
históricas y las categorías analíticas. Rechazar un nombre como si fuera una caracterización
tiene poco sentido y aísla al científico del común de la gente5.
Si la clase obrera prefiere llamarse pueblo, piquetero, pobre, humilde, “descamisada,”
campesino o cualquier otro término, quien soy yo para decirle que su identidad es otra.
Desde qué lugar un pequeño burgués puede decir cual es el concepto que aglutina a una
clase que no es la suya. Si hay algo que Romero hace, es captar un concepto que no es el
suyo, por eso su incapacidad para definirlo. Sin embargo el hecho que un exponente
socialdemócrata, que en ningún momento va a estar de nuestro lado durante la lucha de
clases, intente tomar un concepto para intentar refutar la teoría madre en nuestra lucha por
la liberación, no es motivo para desecharlo, porque éste puede ya ser parte de la clase, nos
guste o no nos guste.
El concepto de clase obrera pude servir en instancias intelectuales, para discutir con
aquellos que intentan ver la realidad desde afuera, o mejor dicho, desde la clase opresora
(como los Romero y compañía). Pero no tiene sentido intentar imponer una palabra o dos al
conjunto de la clase que no la siente como propia. Ello no haría mas que separarnos de la
clase que creemos motor de la revolución.
Si se le critica a Romero utilizar un término, como el de sectores populares, que se
caracteriza por su ambigüedad y su poca delimitación, también debemos ser concientes que
el concepto de “clase obrera” tampoco escapa a éstas características. Si concebimos a la
clase obrera por la relación que entabla en el mercado, es decir por el hecho de que solo
tiene para vender en el mismo su fuerza de trabajo, dentro de este concepto entra tanto un

5
Sartelli. “ la plaza es nuestra” pag 163
gerente de banco, un comisario de alto rango, un peón rural, un empleado de Mc Donals,
un cartonero, como un desocupado. En este sentido la crítica al concepto no estaría dado
por su esquematismo o rigidez, como plantea Romero y compañía, sino por las mismas
condiciones por las cuales se critica el de “sectores populares”. De este modo el factor
cultural tiene gran importancia. Los rasgos culturales de un gerente bancario de barrio
Norte jamás pueden asimilarse al de un desocupado de Laferrere. Es por ello que
enmarcamos al estudiante o al docente universitario dentro de la pequeña burguesía. Por
mas obrero que se sienta aquel que participa de la institución universitaria, por el solo
hecho de que no tiene otra cosa que vender en el mercado que su fuerza de trabajo, su
pertenencia cultural lo enmarca dentro de la pequeña burguesía. Sin embargo esto no es un
condicionamiento para el militante en su lucha revolucionaria. El fundirse con la clase
obrera conlleva adquirir algunos de los rasgos culturales que le permitirán entablar una
relación frontal capaz de encontrar puntos en común, pero para ello debemos salir de
nuestro hermetismo universitario.
Esto lo planteamos no con el objetivo de refutar el concepto de clase, sino con el objeto
de demostrar que la utilización del mismo no siempre aporta a la construcción de una
alternativa revolucionaria. Es común encontrar en las prensas de los partidos
revolucionarios un léxico que difícilmente se asemeja al vocabulario popular. Mantener
esto conllevaría grandes limitaciones, con ello caeríamos en los mismos errores en que
cayeron nuestros compañeros en generaciones anteriores. El compañero Sartelli, muestra
claramente como desde el 55 al 69 la pequeña burguesía se mantuvo aislada de la clase
obrera, lo cual permitió que en el momento de los “azos” no exista un partido
revolucionario de clase capas de lograr la victoria.
En el mismo sentido, conceptos de otra índole también pueden generar controversia, son
los casos de las ideologías nacionalistas o religiosas. El hecho de que la burguesía haya
podido ganar la batalla ideológica en nuestros pueblos, fomentando el espíritu cristiano en
primer momento y el nacional luego, no es motivo para desecharlos por completo hoy día.
Estos son re-significados por la clase y tomados como propios, naturalizando así una
imposición ideológica de la clase burguesa. Sin embargo en el momento en que nos
fundimos en la clase popular6 nuestro trabajo como militantes es lograr que esa
6
tomaremos este término como una simbiosis entre sectores populares y clase obrera, para evitar cualquier
tipo de anacronismos con lo dicho hasta recién.
resignificación sea lo mas combativa posible. De hecho, si acudimos a la historia, esta nos
muestra como estas ideologías pueden ser útiles para la lucha de clases. Ante la imposición
de una perspectiva cristiana que fomenta la resignación (dios lo quiso así), las clases
populares supieron re-significar sus conceptos y tomar el evangelio como herramienta de
lucha. Los curas del tercer mundo son un claro ejemplo de ello, Camilo Torres empuñando
las armas es la manifestación cabal del clasismo insurgente que puede prosperar bajo el
manto del cristianismo.
También es el caso del nacionalismo que supo transformarse de una ideología tendiente a
diluir el clasismo, a otra que presenta batalla al imperialismo capitalista, que reconoce
como vende patria a aquellos que en nombre de la nación llenan sus bolsillos en alianza con
la burguesía extranjera, alianza que difícilmente hoy en día pueda ser diluida dadas las
características de concentración que ha adquirido el capital a nivel mundial. Y si bien es
cierto que el enemigo burgués también sigue acudiendo al nacionalismo, basta con ampliar
el concepto, como por ejemplo apelando a la patria latinoamericana, para que estos sectores
salgan despavoridos a alejarse ante el miedo de que un boliviano, peruano o paraguayo
forme parte de su patria, y aunque así y todo sea capaz de incluirse en esta concepción
ideológica, la clase obrera siempre lo va a ver como un vende patria, y en el caso de que no
lo haga, es nuestra tarea como militantes intervenir para que así sea.
De ningún modo estamos planteando que la ciencia no sea una herramienta necesaria
para nuestro objetivo revolucionario, como buenos marxistas sabemos que fue la ciencia la
que nos lego el materialismo histórico, la teoría de la lucha de clases, la ley del valor que
nos posibilito avanzar en el descubrimiento de la plusvalía, etc. Sin embargo también
sabemos que la ciencia es falible, basta con revisar la historia de ésta para comprobar los
grandes errores que ha cometido,7 al hacer ciencia también podemos equivocarnos. Si hay
algo que el fracaso del positivismo nos legó, fue el aprendizaje de que no todo lo científico
es positivo. En este sentido, como militantes, debemos ser cautos y no demonizar a aquellos
que creen que las cosas son distintas, sobre todo si éstos también son militantes de la lucha
popular. La unión, como ya bien dijimos, parte de lo fraternal, del cúmulo de experiencias
de combate codo a codo contra el enemigo capitalista y no de la rigurosidad científica. No
es casual que aquellas organizaciones revolucionarias que actúan en espacios mas apegados

7
para mas detalles revisar algunos atores teóricos de la ciencia, Kun, Lacatos, Popper, Feireravent.
a la ciencia sean las que más fragmentaciones encuentran en su ceno. No es que por ello
escapemos al debate, solo que creemos que éste debe estar enmarcado en la clara
convicción de que el enemigo es la clase burguesa8 y no el compañero que piensa distinto.

El indigenismo es parte integrante de la historia latinoamericana

Es cierto que no podemos olvidarnos de 200 años de experiencia de la clase obrera en su


lucha por la liberación, y en este sentido la ciencia histórica es fundamental para ello. Pero
tampoco debemos olvidarnos de la lucha contra el colonialismo occidental, que ya lleva
500 años de historia. Tenemos que ser concientes que hay que saldar cuentas históricamente
urgentes, y en este sentido el proceso boliviano, como el ecuatoriano y mas recientemente
la lucha del pueblo indígena peruano, son la expresión del cúmulo de 500 años de lucha.
Para lograr tales replanteos también debemos hacer un fuerte meaculpa y reconocer
nuestras propias limitaciones como hijos de una universidad fundada por hombres como
Rivadavia y una escuela sarmientina autoritaria y retrograda, que no son más que la
expresión ideológica occidental, ideología que fue base del exterminio de millones de
hombre y mujeres en todo nuestro continente americano.
Debemos saber sobrellevar el estigma que nos pesa por nuestra condición de porteños, y
eso solo lo lograremos en la medida en que sepamos reconocer como propios algunos
“errores” que la intelectualidad porteña cometió y sigue cometiendo. Sobre todo aquellos
tendientes a menospreciar la cultura y la historia de los pueblos originarios en su lucha
contra la dominación cultural, económica y política del occidente. 9 Cómo puede explicarse
que la Facultad de Filosofía y Letras, que exige para sus graduados dos lenguas extranjeras,
no incorpore como elección ningún idioma perteneciente a los pueblos que originariamente
poblaron nuestro continente y ,lo que es peor aún, que las dirigencias estudiantiles no
reclamen ésta necesidad.

8
Cundo decimos clase burguesa por supuesto hablamos de los dueños de los medios de producción, los
capitalistas y no al conjunto de burócratas que por momentos representas dicha clase. Esto lo aclaramos
porque habitualmente muchos compañeros atacan políticas gubernamentales, que históricamente provienen
de la lucha popular, solo por el hecho de que, él que las aplica, es un gobierno que no representa los intereses
de los trabajadores. El mejor ejemplo es el caso de la resolución 125.
9
Vaya si estaremos accidentalizados que concebimos accidentales a aquellos que se encuentran a nuestro
oriente.
Una vez escuche decir a un militante trotskista del P.T.S. que los europeos estaban 200
años adelantados. No es que queramos sumergir a todos los trotskistas o militantes del PTS
en estos dichos, pero lo cierto es que algo malo se habrá hecho como para que un militante
de base pueda faltarle el respeto de tal manera a aquellos que ya llevan 500 años de
resistencia contra la opresión colonial. De ellos debemos de aprender más que
menospreciar. Si es que hablamos de no olvidar las experiencias de lucha, cómo es que nos
atrevemos a desestimar a nuestros mayores en el arte de la resistencia. Por momentos
pareciera que somos parte de una lógica Kantian tendiente a esgrimir que los pueblos
originarios de nuestra América son pueblos sin historia. No es así compañeros, por si
alguno todavía no le queda claro.
En ese sentido, tenemos que recuperar elementos básicos de éstas históricas luchas. Uno
de ellos, quizás el mas importante ante la coyuntura actual, es la necesidad de recuperar
concepciones culturales como son las de vivir armónicamente con la naturaleza.
Concepciones que fueron avasalladas por la occidentalización de nuestras culturas, que
pusieron al hombre como centro del universo y al “progreso” de éste como epicentro en
desmedro del conjunto de la naturaleza, la cual es vital para nuestro desarrollo.10
Es aquí quizás donde también debemos replantearnos nuestras prácticas: en nombre de la
eficiencia productiva Marx y Engel vieron los aspectos “positivos” del capitalismo, 11 lo
cual no deja de ser cierto. Sin embargo tal progreso en manos de una concepción cultural
que pone al hombre como centro del universo, se torna un tanto peligrosa para la
subsistencia de la vida humana.
Por ello cuando hablamos de eficiencia y progreso nuevamente debemos ser cautelosos.
No podemos entrar en el juego del mercado y la productividad para juzgar la eficiencia de
nuestras industrias. En nombre del progreso también se legitima, por ejemplo, las formas
“disciplinarias” de nuestro modo de producción. El Taylorismo es la consecuencia clara de
la necesidad del capital de maximizar sus ganancias gracias a un mayor rendimiento del
obrero, es decir un mayor grado de extracción de plusvalía a los trabajadores. Sin embargo
muchos militantes insisten en que la disciplina es una herramienta indispensable para

10
Quizas un claro ejemplo de contraste entre cosmovisiones puedan palparse en las religiones respectivas: los
dioses occidentales siempre son hombres: Zeus, cristo, etc; mientras los dioses incaicos siempre refieren a la
naturaleza: Inti, pacha-mama, etc. Cuanta sabiduría puede encerrar concepciones no muy científicas que nos
muestren la supremacía de la naturaleza como garante de la vida de todas las espacies.
11
Nos referimos a la primera parte del manifiesto comunista.
nuestro objetivo revolucionario, sin siquiera detenerse a ver que ésta es una herramienta del
capital tendiente a disciplinar al conjunto de la clase obrera a través de mecanismos de
encierro y de técnicas de poder, para con ello normalizar una relación de sumisión y
reproducción del actual modo de producción capitalista.12 Es por ello que la justicia
burguesa intenta esconder este proceso de extracción de plusvalía. Todos bien sabemos que
es el disciplinamiento uno de los factores fundamentales que explica los talleres
clandestinos que explotan a la clase obrera boliviana y no el Ayllu como pretende explicar
el juez federal Norberto Oyarbidel13.
El progreso y la eficiencia son validos en la medida en que garantizan una mejor
transformación de los recursos naturales, sin embargo si esta transformación se presenta
como destructora de nuestras condiciones de vida, a través de la destrucción del medio
ambiente en el que vivimos y la destrucción de las identidades culturales históricamente
resistentes al avasallamiento del Capital, la peligrosidad se vuelve latente. En este sentido
hay que parar al capitalismo, y por ello la necesidad de la revolución, pero aquí el
fundamento en parte excede, a la vez que incluye, al de la explotación del hombre por el
hombre, es decir a la explotación de una clase sobre la otra. Los fundamentos parten de la
imperiosa necesidad de armonizarnos con la totalidad universal. De este modo, es
imprescindible retomar estas luchas y no menospreciarlas abiertamente porque no
responden a los cánones que las ciencias sociales nos proporcionan. Vasta ver la nueva
constitución del estado de Bolivia, en donde se revaloriza la necesidad de vivir
armónicamente con la Pacha Mama, como para comprender lo revolucionario del proceso
actual. Una revolución tendiente a cuestionar concepciones básicas del sistema capitalista
que nos oprime día a día, pero a la vez revalorizando cuestiones culturales que exceden a la
historia del predominio del capital en la región. De ningún modo puede interpretarse esto
como un retroceso, Fernando Mires muestra claramente como todas las revoluciones
12
A pesar de las criticas que podemos hacer a la teoría foucaultina, sobre todo respecto a la ausencia de una
perspectiva revolucionaria para revertir la situación y su dificultad en ver simplemente un poder que circula
(poder como acción) sin vislumbrar que fehacientemente existe un poder como objeto representado en las
instituciones burguesas, no podemos dejar de reconocerle el excelente trabajo que realizó, el cual nos
posibilita ver las técnicas de dominación del capital sobre la clase obrera. Ver Foucault. “vigilar y castigar” y
“microfísica del poder”.
13
Nos referimos al fallo que éste juez dicto a favor de tres empresarios textiles. mas información:
http://www.lavoz.com.ar/nota.asp?nota_id=190224. Hasta hace siete meses no hubo ningún pronunciamiento
público de la Universidad de Buenos Aires, menos aun del departamento de filosofía y letras, si bien no
podemos criticar sin saber como prosperó el asunto, es claro que nos parecería tristísimo si ninguna
autoridad o dirigencia estudiantil y/o docente no se pronunció en contra de éstos acontecimientos.
americanas revalorizaron un pasado mítico relacionado con las historias culturales
correspondientes a cada región.14
Cuando criticamos a la teoría de la dependencia lo hacemos por el hecho de que ésta
explica nuestros problemas poniendo el acento en el afuera, sin tomar en cuenta nuestra
propia inserción en el modo de producción capitalista. Inserción que a su vez garantiza la
presencia del enemigo de clase en nuestras fronteras. Sin embargo debemos ser concientes
que dicha presencia está abalada por una dominación cultural cipaya y en este sentido, sí,
existe un afuera, el problema es que estas concepciones se naturalizan y se toman como
propias luego de un lago trayecto de disciplinamiento en el que se encuentra inmerso toda
la sociedad. Por supuesto que también importamos la cultura de la resistencia, el
anarquismo, el socialismo, el Trotskysmo, el maoísmo, etc. Por ello no es que todo lo que
venga de afuera es negativo, pero como militantes e intelectuales debemos ser capaces de
saber distinguir lo que tomamos para nuestro objetivo revolucionario, evitando caer en el
eurocentrismo.
Fran Fanon15, cuando analiza la experiencia africana, nos muestra como ciertos sectores
de la resistencia deben descolonizarse ellos mismos como para aportar a la lucha por la
liberación que se da a mediados del siglo XX. Sartre cuando realiza el prologo de “los
condenados de la tierra” caracteriza al libro como dirigido únicamente a los africanos,
resignándose al final de sus palabras, al afirmar que Europa ya está muerta, que la
resistencia al capitalismo solo puede provenir de las regiones históricamente dominadas por
el colonialismo europeo. No es nuestra intención discutir aquí estos postulados, sin
embargo habría que tener presente tales dichos provenientes de la intelectualidad francesa,
una intelectualidad que en parte es consiente de los males que le ha hecho a la humanidad.
Habría que empezar a mirar un poco mas nuestras propias resistencias y revalorizar los
cánones culturales que brotan de nuestras respectivas clases populares latinoamericanas.
Es cierto que vivimos hoy día en un sistema de opresión mundial, que el capitalismo tuvo
la capacidad de globalizar un modo de producción y que por ende la revolución también
tiene que tener carácter universal. Sin embargo, antes de centrarnos en lo universal
tendríamos que ver las posibilidades revolucionarias que tenemos en nuestra región. Lo
mismo se hizo en Europa con el estallido de la revolución Rusa, la propagación
14
Fernando Míres. “La rebelión permanente”
15
“Los condenados le la tierra”
revolucionaria debía darse, en primer lugar, en los países que más tenían que ver con su
propia historia, de ahí la necesidad de que el estallido se propague en Alemania,
Italia, Inglaterra, etc. Además si queremos universalizar la revolución tendremos que ir a
buscar aliados que tengan mas que ver con nuestra propia historia colonial, y en este
sentido el caso de África quizás sea mas propicio para estudiar que fenómenos que se
forjan en el continente europeo. No solo el capitalismo es el enemigo sino también las
concepciones culturales que lo hicieron posible y garantizaron su expansión imperialista.
No es casual que las potencias capitalistas provengan de países donde la cultura occidental
predomina.
Ya Mariátegui sostuvo la necesidad de latinoamericanizar el marxismo, quizás este sea
un primer paso como para poder ser parte el día de mañana de la resistencia universal, en
donde la lucha de clases de lugar finalmente al socialismo como progreso de la humanidad.
Pero así como el capitalismo tiene sus particularidades según la región en que se asiente, el
socialismo tendrá que poseer esta misma característica. Por ello, hoy día tenemos que dejar
ser a los procesos que se dan en nuestro continente, nos guste o no nos guste, Bolivia y
quizás Ecuador son la “vanguardia” de la región, fuera de la evaluación que cada uno haga
sobre sus respectivos gobiernos, lo cierto es que estos reflejan el grado de presión que
ejercen los pueblos sobre sus instituciones de gobierno. La simple enmarcación de estos
gobiernos como Bonapartistas, deja de lado el hecho de que la clase siempre tiende a
sobrepasar a sus líderes. El ejemplo del peronismo nos muestra ello, la eliminación del
trabajo a destajo fue claramente una victoria obrera por sobre sus dirigencias burocráticas.
Catalogar estos procesos por la caracterización que cada uno hace de sus respectivos
gobiernos, subestima el poder que ejerce el pueblo sobre sus respectivos gobiernos. La
historia será la única en develarnos en el futuro los limites y progresos de estos procesos,
mientras tanto nuestro rol debe estar centrado en seguir carcomiendo desde de adentro al
sistema opresivo que padecemos, hasta lograr el grado de polarización necesario para llegar
a la toma del poder, planteando sí nuestras críticas a estas “vanguardias”, pero siempre
desde la solidaridad fraternal de clase, reconociendo como único enemigo al capital.
Si como expone el compañero Sartelli, es imprescindible la formación de un partido de
clase revolucionario que aglutine al conjunto de la resistencia, este nunca podrá lograrse si
los integrantes de los minúsculos partidos existentes, que a su vez son los que mas insisten
en esta necesidad, ocupan gran parte de su tiempo militante en denostar la experiencia del
compañero de otro partido minúsculo o la experiencia de los procesos latinoamericanos que
excede por mucho nuestra capacidad de acción. Los gobiernos mencionados son de
características populares, lo cual está lejos de asemejarse a las condiciones de nuestro país.
En este sentido, la perdida de tiempo es contraproducente. Hoy día la burguesía está en
disputa, la crisis que ella misma a creado la lleva a sacarse los ojos entre si en la pelea intra-
burguesa. De este modo no podemos nuevamente caer en el error de permitirle a la
burguesía su reagrupamiento. La revolución no puede estar muy lejos ante la presente
coyuntura histórica, solo es la actitud de la clase la que permitirá la victoria.
Todo lo dicho va encaminado a nuestro replanteo como militantes e intelectuales. Desde
ya esperamos sea recibido como una critica constructiva a una cátedra que está pensando en
la revolución, mérito que merece todo nuestro respeto y valorización, sobre todo si
tomamos en cuenta el poco interés que presenta nuestra universidad a las necesidades
populares. Desde aquí saludamos y defendemos la pelea ideológica que la cátedra presenta
en el seno de una universidad elitista ocupada por defender los intereses que no son los de
la clase.

Una saludo fraternal y revolucionario

El compañero Julián Mazzeo

julian_mazzeo@hotmail.com

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