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2 1 SIGLO XIX. EL SURGIMIENTO DE LA CIENCIA HISTÓRICA
1.1 La Escuela Alemana. El Historicismo científicamente conocida por medio de conceptos de va-
lidez general. Si el objetivo de la historia era el cono-
En las tierras del extinto Sacro Imperio Germánico, el cimiento de hechos individuales por medio de su com-
sísmico período que inicia la Revolución Francesa y cie- prensión empática, al tiempo que se constituía un nuevo
rran las guerras napoleónicas despertará la adormecida objeto histórico –el Estado nacional-, era necesario fun-
conciencia nacional alemana. El derrotado estado pru- damentar una metodología específica. Ante todo, estable-
siano reacciona abordando mínimas reformas para lo- cer los hechos ocurridos en el pasado, lo que exigía buscar
grar crecimiento sin revolución y crear un nuevo consen- fuentes que demostraran que los aquellos realmente ocu-
so cohesionador de la sociedad. En el proceso de cons- rrieron –impulsando poderosamente la crítica textual y la
trucción de una nueva identidad colectiva, el papel de la hermenéutica−. Siendo hechos humanos, el Historicismo
historiografía germana –a partir de la nueva noción de postulaba la necesidad de entenderlos en su significado
ciencia histórica- será fundamental. Construcción nacio- individual e irrepetible, lo que igualmente exigía cierta
nal y desarrollo de la disciplina histórica irán de la mano. capacidad artística: una historia narrativa.
Así, el Historicismo partía de los rasgos conservadores
de la Ilustración para negar sus consecuencias: reacción • Barthold Georg Niebuhr (1776-1833) fue el pione-
frente al universalismo racionalista de Kant y a la inter- ro en la utilización del nuevo método histórico críti-
pretación hegeliana de la historia (universalismo, concep- co, usando el análisis sistemático de las fuentes co-
ción filosófica de la ley y cierta visión de progreso). El mo base de una narración. Concibe la historia co-
Historicismo defenderá la naturaleza individual de los he- mo una forma de enseñanza patriótica que frene las
chos históricos (progreso humano frente a repetición de ideas revolucionarias. Se halla próximo a la Escuela
la naturaleza), la constatación de éstos a través del aná- Histórica del Derecho, contraria a los planteamien-
lisis documental y el establecimiento de un nuevo sujeto tos 'iusnaturalistas' e ilustrados, defendiendo la pe-
histórico (frente al universalismo ilustrado): el Estado na- culiaridad individual e histórica de las leyes de cada
ción. pueblo.
del orden establecido frente a la amenaza revolucionaria nera grandes historiadores durante la primera mi-
–sin duda consecuencia psicológica del temor provocado tad del siglo, alcanzada ya la legitimidad histórica
por el período revolucionario−. Pero también debemos del nuevo orden burgués. No obstante las tensiones
destacar que, además de ideología y nacionalismo, asi- sociales provocadas por la propia industrialización
mismo lograron conocimiento histórico verdadero que, obligarán a reforzar el consenso. Así Thomas B.
en virtud de su racionalidad y apoyatura documental, ins- Macaulay (1800-1859) será el promotor de la in-
tauraba un nivel de crítica autónoma potencialmente des- vestigación archivística, aunque lastrado por la he-
tructiva de mitos y falacias históricas. A partir de enton- rencia retórica de la tradición literaria. Ésta se-
ces sería imposible hablar del pasado sin tener en cuenta rá, durante mucho tiempo, una característica de la
los resultados de la investigación histórica. historiografía inglesa impregnada por la interpreta-
ción whig. Pasado el ecuador de la centuria, la eli-
minación de la amenaza revolucionaria interna lleva
1.1.1 Nacionalismo e Historia al debilitamiento del combate ideológico, desapare-
ciendo el optimismo whig. Su historiografía se va-
Con el surgimiento de las escuelas nacionales de histo- cía de ideas y el historiador debe limitarse a trans-
ria se mantuvo la tesis de la participación interpretativa cribir los hechos objetivos de los documentos, sin
del historiador en la construcción del relato histórico. Los percatarse de que la propia elección de aquellos ya
nuevos estados con aspiraciones a transformarse en na- trasluce una forma de pensar moldeada por un tipo
ciones surgidos al calor de la Revolución Francesa, que ya concreto de sociedad.
no basaban su autoridad en la delegación divina, debían
buscar nuevas fuentes de legitimación, hallándolas en la
historia. Los historiadores nacionales presentarán ésta co- • En Francia la generación historiográfica postrevo-
mo una genealogía de la nación, demostrando la milenaria lucionaria asume aquellos postulados mejor enca-
existencia de la misma, cuya esencia habría permanecido minados a la defensa del nuevo orden social bur-
inmutable a través de las generaciones. De esa forma, el gués, obviando los más “subversivos”, en una relec-
nuevo estado burgués quedaba legitimado por ser la ex- tura conservadora de la Ilustración. Así la Carta so-
presión institucionalizada del nuevo sujeto histórico por bre la historia de Francia de Agustín Thierry (1795-
antonomasia, el pueblo-nación, entendido como la comu- 1856) es un ensayo sobre la formación y progresos
nidad de los hombres que comparten una historia y una del Tercer Estado, planteando los fundamentos de
cultura. Los intelectuales creerán hallar las raíces nacio- una renovación histórica acorde con los cambios so-
nales en la cultura popular, cuyo rescate y reelaboración ciales: supera la historia legitimadora del Antiguo
será una de las señas de identidad del Romanticismo. Régimen por otra a favor de la sociedad burguesa.
François Guizot (1787-1874) se centró en el estudio
del desarrollo del gobierno representativo en Ingla-
terra, mientras que en Jules Michelet (1789-1874)
la investigación archivística sumada a la construc-
ción del relato narrativo buscaba la conexión en-
tre los conflictos políticos y las condiciones socio-
económicas. Mezcla de republicano y nacionalista,
concibe al pueblo de Francia –el Tercer Estado de
la Revolución- como protagonista histórico. Por su
parte Fustel de Coulanges (1830-1889) trabaja una
historia patriótica y conservadora, en la línea del his-
toricismo prusiano, explicando la evolución social a
partir de la religión e incidiendo en la defensa de la
propiedad privada: familia y religión nacieron estre-
chamente asociadas a aquella.
de los conceptos científicos decimonónicos a las esta- 2 El siglo XX. La era de los grandes
bilizadas sociedades burguesas. Su gran sistematizador
es Auguste Comte (1798-1857), fundador de la ciencia
paradigmas
sociológica. Defendía que la marcha progresiva del es-
píritu humano como algo autónomo explicaba el cambio El período integrado por las dos guerras mundiales y las
histórico, auténtica ley fundamental del desarrollo inte- alteraciones de entreguerras (1914-1945), con sus inevi-
lectual humano. Éste atravesaba tres estados: el teológico tables conmociones intelectuales, acabaron con el pre-
o ficticio (Religión), el metafísico o abstracto (Ilustración) dominio de la escuela positivista-historicista en la prác-
y el científico o positivo, del que Compte se erigía en pro- tica historiográfica (simultáneamente a la fractura de
feta. De ese modo, una vez al historiador se le han dado las sociedades liberal-burguesas surgidas al calor de la
las leyes de la evolución social, solo debe aplicarlas a la revolución industrial). A partir de ahí, tres nuevos para-
investigación concreta. digmas se disputarán el predominio en la práctica histó-
rica desde la segunda posguerra hasta los años 1980. La
escuela de Annales, la marxista y la cuantitativista. Pese a
partir las tres de presupuestos ideológicos y teóricos muy
diferentes, a lo largo del siglo abundaron entre ellas las
influencias, comunicaciones e intercambios, más aún si
pensamos la enorme diversidad interna que las caracte-
rizaba. Igualmente podríamos destacar sus puntos en co-
mún: ampliaron enormemente la temática de los estudios
históricos, renovaron fundamentalmente su metodología,
agrandaron el concepto de fuente histórica e impulsaron
la aproximación a las demás ciencias sociales.
etnografía histórica, estudios bizantinos- y en su in- Entre las aportaciones de la escuela podemos destacar
terés por los problemas de teoría y metodología, sus- la fundamentación conceptual, tanto en lo referente a la
tancialmente y salvo excepciones (Kovaliov, Porch- investigación histórica como a la definición del proceso
nev, Mescheriakov, Maidanik) no pasa de ser mera histórico y de los fundamentos de la disciplina. Los de-
doctrina repetitiva. bates planteados por aquellos investigadores han tenido
resonancia internacional, caso del surgido alrededor de
• Francia goza de una larga tradición historiográfica la transición del feudalismo al capitalismo a partir de la
marxista (Jaurès, Historia socialista de la Revolu- obra de Maurice Dobb o del desarrollo agrario previo a la
ción Francesa, 1902), pero su primera gran influen- industrialización. En ese aspecto, seguramente el miem-
cia vino con Ernest Labrousse, padre de la histo- bro más internacional de la escuela ha sido Eric Hobs-
ria cuantificada francesa, quien incidió en la cautela bawn, cuyas investigaciones han alcanzado la mayor ex-
respecto a las correlaciones entre economía y acon- tensión geográfica y temporal en su análisis de la implan-
tecimientos sociales, defendiendo siempre la com- tación y desarrollo del sistema capitalista.
probación empírica de los fenómenos dados en la Aunque desde finales de los 70 se viene hablando de una
estructura social. Por su parte Pierre Vilar siempre crisis del marxismo historiográfico, en los 80 y 90 han
ha presentado una elevada faceta de reflexión teórica seguido apareciendo importantes obras de investigación
y disciplinar. Esta escuela presenta una nómina de y análisis teórico (Ste. Croix, Foster, Cohen, Raymond
campos de estudio que pasa por el movimiento obre- Williams), lo que indica que continúa siendo considera-
ro, la Revolución Francesa (Lefebvre, Soboul, Bois, do un buen instrumento de análisis. De hecho, aunque es
Mazauric, Reberioux), la historia del arte (Francas- cierto que su producción ha decrecido en volumen, por
tel), la etnología histórica o la propia historia del contraste su calidad se ha afinado después de una fase de
comunismo (J. Elleinstein). fecunda autocrítica. En todo caso se ha abierto a un gran
número de corrientes teóricas de la ciencia social e his-
• En Gran Bretaña, tras la II Guerra Mundial, surgió toriográfica, generando una situación confusa, dispersa,
una extraordinaria generación de historiadores que pero apta a todo tipo de renovaciones.
han conformado la escuela de historiografía marxis-
ta de mayor entidad, cohesión y que más aportacio-
nes ha ofrecido a la práctica de la historia. Gordon 2.4 Cuantificación y Cuantitativismo
Childe, Rodney Hilton, Cristopher Hill, Maurice
Dobb, Eric J. Hobsbawn y Edward P. Thompson La corriente cuantitativista ha sido la que ha determi-
integraron una escuela determinante para remover nado en mayor medida la producción historiográfica en
una historiografía británica anclada en la desfasada los años 60 y 70, especialmente en EE. UU. y Francia.
tradición whig (anacrónica para un imperio británi- No obstante debemos hacer una diferencia entre la apli-
co en pleno derrumbe). No fue en absoluto un mo- cación de una metodología cuantificadora a los estudios
vimiento monolítico, sino que estuvo siempre com- socioeconómicos y el establecimiento de un paradigma
puesto por diferentes grupos con matizados plantea- cuantitativista en la explicación de lo social. Este últi-
mientos historiográficos y usos del aparato concep- mo comienza a instalarse en la historiografía económi-
tual; y tampoco surgieron por generación espontá- ca a partir de los años 30, especialmente impulsado por
nea, ya que entroncaban con la vigorosa tradición Simon Kuznets y su análisis del crecimiento económico.
de historiografía social británica. Alejados de todo Esta historia cuantitativa podemos definirla como la que
dogmatismo esclerotizado, construyeron y defendie- se construye sobre un modelo general explicativo de un
ron un marxismo heterodoxo que negaba, respecto fenómeno que no tiene otra lectura sino la matemática,
al análisis de la dinámica histórica de las sociedades, y que adquiere rango epistemológico de explicación. Su
relaciones simplistas determinadas exclusivamente época clásica fue durante los años 60, con pretensiones
por condicionamientos economicistas unilaterales, de considerarse historia científica o, incluso, la historia
incidiendo en las manifestaciones culturales, la ac- científica, basadas en un supuesto muy (auto)criticado: el
ción política y en un trabajo de investigación no en- científico puede serlo sólo de aquel proceso de conoci-
corsetado por prejuicios teóricos. miento relacionado claramente con los cuantificable.
Ha dado lugar a dos grandes grupos de proyectos: la
Así, Edward P. Thompson rechazó la posición teoricis- Cliometría norteamericana –matematización de mode-
ta de Althusser frente a una elaboración historiográfica los explícitos de comportamiento temporal que preten-
como trabajo empírico. Su obra principal (La formación den constituirse en explicaciones de procesos históricos-
histórica de la clase obrera en Inglaterra, 1963) se cen- y una Historiografía Estructural-Cuantitativista dentro de
tra en el proceso de creación de una cultura específica de la escuela de Annales francesa, basada en un uso de la
clase a través de las luchas sociales. No hay creación de estadística, la informática y la cuantificación dirigido a la
clase sino en la lucha de clases, y en el proceso en el que se mejor especificación de las estructuras económicas, so-
crean unas formas culturales específicas en los miembros ciales o culturales para derivar en explicaciones no cuan-
de la clase. titativas.
8 3 LA CRISIS DE LOS GRANDES PARADIGMAS. ¿HACIA UN NUEVO MODELO HISTORIOGRÁFICO?
lo dicotómico que sustenta la historia social tradicional: realidad (o del conjunto de ella), no es posible hacerle
un modelo que considera una instancia objetiva (socio- caso omiso sin más, aunque sea para refutar sus postula-
económica) y otra subjetiva (cultura), de modo que la dos. Sin duda ha de ser tenida en cuenta su concepción
primera mediatiza causalmente a la segunda (los patro- del texto como producto de una ideología, con su defen-
nes culturales serían un reflejo intelectual de la reali- sa de un escrupuloso análisis de toda fuente documen-
dad social): modelo dualista al que responden las dis- tal; asimismo su rechazo del eurocentrismo, teniendo en
tinciones “base-superestructura”, “estructura-acción” o cuenta la visión histórica de otros pueblos “marginados”.
“niveles-temporalidades”. La progresiva constatación de Con ser interesante, no basta con esta esta labor críti-
comportamientos que no encajan en ese modelo, en el ca, ya que la reconstrucción de una disciplina historio-
que la situación social modela la conciencia del individuo gráfica necesita de un esfuerzo que no puede partir de la
y, por tanto, su acción, ha ido dotando de mayor autono- postmodernidad: sus postulados básicos rechazan la posi-
mía a la esfera cultural (autoconciencia e interpretación bilidad de un conocimiento fiable del pasado, y por tanto
del contexto social, así como los modelos de acción que de la propia existencia de una ciencia histórica.[cita requerida]
de allas se derivan) dentro de la investigación histórica. De ese modo se han comenzado a perfilar nuevos mo-
A ello se unió el influjo de la sensibilidad postmodernista delos de renovación historiográfica. El resultado ha sido
hacia la creación literaria, el análisis semiótico y la explo- tanto la diversidad metodológica' de las nuevas propues-
ración micro-antropológica, impregnado todo ello de un tas como una significativa ampliación temática (historia
relativismo general (rechazo a la pretensión de alcanzar de la mujer, nueva historia política, protagonismo de los
“explicaciones”, asimilando ésta a una creencia supersti- pueblos y procesos del Tercer Mundo...). Hemos de tener
ciosa que debe ser superada). Como consecuencia la for- en cuenta que una fase de crisis no conlleva inevitable-
ma más apropiada para el discurso histórico, defiende el mente un movimiento de destrucción, sino más bien de
postmodernismo, sería la narración en su expresión más transformación. Y eso es lo que estamos viviendo en la
simple de relato. Máximas postmodernistas que han ge- actualidad. [cita requerida]
nerado un prolongado y, en ocasiones, enconado debate
dentro de la disciplina historiográfica.
El debate se ha centrado principalmente en la cuestión 3.1 La Microhistoria
de nuestra representación lingüística del mundo (el de-
nominado giro lingüístico), con la idea central de que las Nacida en Italia y lanzada por Carlo Ginzburg en 1976,
formas de los lenguajes resultan definidoras de la reali- la expansión de la Microhistoria se debe en gran medida
dad (pensamiento débil): aunque exista una realidad ob- al apoyo de una política editorial coherente de Einaudi
jetiva no nos resulta posible captarla, tan solo expresar (Turín), dentro de la colección bibliográfica denominada
versiones de ella, todas igualmente válidas. Historiográ- Microstorie. Se centra en la reducción de la escala de ob-
ficamente la pregunta, por tanto, es ¿existe el “pasado” servación, el análisis microscópico y el estudio intensivo
fuera del discurso, fuera del documento lingüístico en del material documental. Su objeto es el estudio de fenó-
que tal cosa se nos presenta? Entramos así en la senda menos socio-antropológicos a muy pequeña escala, como
del deconstruccionismo, la necesidad de decodificar to- instrumento orientado a analizar procesos más genera-
do texto, lo cual afecta medularmente a la idea de fuen- les. La búsqueda analítica de causas del cambio histórico
te histórica y a la idea de la posibilidad de transmisión en contextos sociales y políticos materiales y supraindi-
de la imagen histórica, ya que no existiría diferencia en- viduales, deja paso a la narración de la vida cotidiana y
tre realidad y lenguaje: todo lo real está elaborado co- a la experiencia privada de los protagonistas históricos.
mo lenguaje, que no sería sólo un mecanismo de co- Es una corriente historiográfica abierta a la colaboración
municación sino el modo en que aprehendemos el mun- con la antropología y la sociología.
do. La evidencia (los datos) palidecen ante la interpre-
tación del historiador; en definitiva, no sería posible la
ciencia[cita requerida] . 3.2 Nueva Historia Cultural
Las consecuencias inmediatas sobre la práctica historio- Practicada y defendida por autores como Robert Darn-
gráfica serían: el abandono de la idea de que la historia ton, Lynn Hunt, Gabrielle S. Spiegel o Roger Chartier,
abarca todo el desarrollo temporal, así como de que cons- el objetivo de la Nueva Historia Cultural es trascender la
tituya el progreso de la racionalidad; el rechazo de toda vieja historia cultural (primordialmente intelectual) y la
teoría, ya que no es posible “explicar” algo; y la inciden-
historia social (estructural), desde de una concepción es-
cia en la estética: ya que el fondo se torna irrelevante, la
pecialmente ecléctica. Destaca la importancia que conce-
importancia de un texto histórico radica en su estilo (el den al “mundo de las representaciones”. Sus orígenes los
retorno a una historiografía narrativa). hallaremos en la obra de Robert Darnton, Great Cat Mas-
Aunque puedan ser criticables los excesos más chirrian- sacre, alcanzando su consagración de la mano de Lynn
tes de la teoría postmoderna, los cuales bloquearían todo Hunt. Resumiendo, pretenden el estudio de las creencias
intento de conocimiento de cualquier parcela de nuestra populares colectivas como objeto etnográfico, para ex-
plicar los hechos históricos como textos en los que hay un
10 5 ENLACES EXTERNOS
contenido simbólico. Buscan penetrar en lo social a tra- • FONTANA, Josep: Historia, análisis del pasado y
vés de las representaciones con que individuos y grupos proyecto social, Crítica, Barcelona, 1999.
dotan de sentido a su mundo.
• HERNÁNDEZ SANDOICA, Elena: Tendencias
historiográficas actuales: escribir historia hoy, Ma-
3.3 Ciencia Histórica Socio-Estructural drid, Akal, 2004.
Si en los modelos anteriores resulta evidente la impronta • HERNÁNDEZ SANDOICA, Elena, “A propósito
de la Teoría Postmoderna[cita requerida] , con la asunción de, del retorno del historicismo. Consideraciones sobre
al menos, parte de sus postulados[cita requerida] -lo cual no la historiografía actual”, en Cuadernos de Historia
implica que sus cultivadores acepten la postmodernidad Contemporánea, Número Extraordinario, pp. 17-24,
como base teórica para la investigación histórica-, éste Universidad Complutense de Madrid, 2003.
último se plantea desde un rechazo a aquella. Básicamen- • HOBSBAWN, Eric: Sobre la Historia, Crítica, Bar-
te es una tendencia en la que confluyen las tradicionales celona, 1998.
Historia Social y Sociología Histórica. Si rechaza los con-
vencimientos postmodernistas presenta igualmente una • JENKINS, Keith: Repensar la historia, Madrid: Si-
tendencia inequívoca hacia la ciencia, así como hacia la glo XXI de España, 2009.
teoría. “Para los abogados del relativismo hermenéutico,
postmodernismo y pragmatismo, los argumentos a favor • JULIÁ, Santos: Historia Social / Sociología Históri-
de una ciencia de la historia resultan ahora atávicos e in- ca, Siglo XXI, Madrid, 1989.
genuos”, en palabras de Cristopher Lloyd, su principal de-
• LE GOFF, Jacques: Pensar la historia: modernidad,
fensor. Refuta la vieja distinción entre sociedad e historia,
presente, progreso, Barcelona: Paidós, 2005.
sustituyéndola por otra nueva, dentro de un campo uni-
ficado de metodologías y conceptos socio-históricos. El • LLEDÓ, Emilio: Lenguaje e Historia, Santillana,
objetivo es descubrir el proceso real (oculto) del “cambio Madrid, 1996.
social estructural”, siempre incidiendo en la presencia del
individuo junto a las estructuras. • MITRE, Emilio: Historia y pensamiento histórico.
Estudio y analogía, Cátedra, Madrid, 1997.
• AGUIRRE ROJAS, Carlos Antonio: La historiogra- • MONTESI, Luana, “El oficio del historiador en
fía en el siglo XX: historia e historiadores entre 1848 tiempos de Internet”, Historiografías, 2 (julio-
y ¿2025?, Barcelona, Montesinos, 2004. diciembre, 2011), pp. 85-97.
• ARÓSTEGUI, Julio: La investigación histórica: teo- • ORTEGA LÓPEZ, Teresa María (ed.): Por una his-
ría y método, Barcelona, Crítica, 2001. Capítulos 7 toria global: el debate historiográfico en los últimos
(“El método científico-social y la historiografía”) y 8 tiempos, Universidad de Granada ; Zaragoza: Pren-
(“El proceso metodológico y la documentación his- sas Universitarias de Zaragoza, 2007
tórica”), pp. 327-377
• PASAMAR, Gonzalo, La historia contemporánea.
• ARÓSTEGUI, Julio: La investigación histórica: teo- Aspectos técnicos e historiográficos, Madrid, Sínte-
ría y método, Crítica, Barcelona, 1995. sis, 2000, capítulo 2 (“La profesión de historiador
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los positivismos a los postmodernismos, Universitat
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• CABRERA, Miguel Ángel: Historia, lenguaje y teo-
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• COHEN AMSELEM y PEINADO SANTAELLA 5 Enlaces externos
(eds.): Historia, historiografía y ciencias sociales,
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• CRUZ ROMEO, M. y SAZ, Ismael, eds.: El siglo
XX: historiografía e historia, València: Universitat de • Hayden White y la teoría del conocimiento históri-
València, 2002. co: una aproximación crítica
11
• La historia postsocial
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