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Es necesario señalar con respecto del pensamiento "psicológico" de nuestros aborígenes que tal
pensamiento no era espiritualista en el sentido occidental de la palabra. Sus dioses y el mundo del
"más allá" que ellos imaginaban eran concebidos como prolongación del mundo natural y no como
un mundo sobrenatural. Incluso, ellos consideraban que la acción de la naturaleza no era
esencialmente diferente de la acción mágica. Así por ejemplo, los indios guayupes tenían creencia
de que el efecto de las flechas envenenadas era mayor en los hombres libidinosos, quienes, al ser
heridos con ellas, morían irremediablemente. Los paeces, por su parte, creían que las
enfermedades eran producidas por duendes, que al ser excitados por los brujos picaban a los
hombres (Soriano, 1966). Puede resultar sorprendente que las conceptualizaciones de los
aborígenes colombianos sobres los diferentes aspectos de su vida fueran, aunque mágicas,
fundamentalmente naturalistas. Entre los tipos de creencia mágica, en algunas regiones del país
(Huila) existe la idea de que "la locura se debe a la presencia de mariposas nocturnas en la cabeza,
cuyo aleteo incesante desequilibra al individuo". La prevención de esta como de otras
enfermedades, incluye el amplio uso de contras o amuletos, yerbas medicinales o rezos. Así, el
portar las concreciones calculosas (piedras bezoares), encontradas en los órganos de algunos
animales, previene la locura. La magia no es privativa del pensamiento médico es estas clases,
trata también de encarar necesidades sociales, familiares, económicas o de prestigio (Rosselli,
1968: 10). Desafortunadamente, casi todos los comentaristas e historiadores de la época, al
interpretar el pensamiento de nuestros aborígenes, atribuyeron conceptos espiritualistas que
corresponden más a la mentalidad occidental europea que a la mentalidad de los indígenas. Sin
duda, su pensamiento tenía mucho de mágico, lo que no es lo mismo que espiritualista. El
espiritualismo supone la existencia de entidades trascendentales, aespaciales, fuente y
fundamento de la realidad material. Por el contrario, la magia implica confiar en las propias
fuerzas para ajustarse a un ambiente duro y hostil. Quizá por eso la magia no desaparece con la
religión ni con la ciencia, como simplistamente algunos historiadores han pensado, sino que es
paralela al desarrollo de éstas (Kantor, 1963). Un análisis juicioso del pensamiento psicológico de
los aborígenes colombianos y su influencia en la psicología popular posterior será necesario en un
futuro próximo. Un pensamiento muy diferente es el que los españoles trajeron de Europa, junto
con su lengua, cultura, religión y filosofía.