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EVO Y LA DIGNIDAD

Haciendo referencia a una excelente investigación realizada por María Silvia Trigo, en
la que se hacía un análisis pormenorizado de la cuenta de Twitter del primer mandatario
Evo Morales Ayma, se dedicó un apartado especial a las palabras más repetidas por el
presidente, entre las que figuraban palabras como: Bolivia, pueblo, EEUU, contra, lucha,
hermano, entre ese mar de palabras rescato la siguiente: Dignidad.
Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE) Dignidad dícese de 1. la cualidad
de digno, 2. excelencia y realce 3. Gravedad y Decoro de las personas en la manera de
comportarse, sin embargo, tras oír a nuestro señor presidente en algunas de sus
intervenciones públicas ante los medios de comunicación se evidencia que Morales hace
uso de esta palabra casi como una “muletilla” al referirse por ejemplo que Bolivia
recupero su Dignidad, que este Gobierno hace respetar la dignidad y soberanía del país a
diferencia de los gobiernos anteriores, y así se van sumando por montones las frases y
alusiones a la “dignidad” que Morales entiende obviamente a su manera.
Corrigiendo a nuestro señor Presidente, de acuerdo a la definición que hace RAE en
relación a la palabra “dignidad” hablamos de una cualidad atribuible a las personas y o
calificativo que se aplica a sustantivos con el fin de resaltar una condición de valor
superior en relación al resto. Si nos adentramos en la enmarañada y tumultuosa mente
de Morales, vemos que él ha perdido la noción de Estado por completo, a tal punto que él
está convencido que Él, como persona, es el Estado, no solo su representante, sino que
encarna al país, por tanto, si hablamos de la “dignidad” a la que tanto se refiere, no es
más que la suya, su dignidad, su decoro.
En ese sentido, el Estado encarnado en Morales, según la interpretación del mandatario
recuperó la dignidad con este Proceso de Cambio, un proceso que ha tenido a la
Nacionalización como el mecanismo para plasmar su discurso en acciones concretas.
Desterrando a las Transnacionales y tomando las empresas más importantes de los
sectores estratégicos de la economía nacional: hidrocarburos, energía, infraestructuras
y telecomunicaciones.
En ese afán el Estado digno, más allá de las pantomimas montadas para darle mayor
dramatismo y realce a la “recuperación” de nuestras empresas, muestra la verdadera
naturaleza de la “nacionalización”, esta se puede resumir en el Estado negociando en
tribunales de arbitraje (CIADI) con la veintena de empresas que iniciaron varios
procesos en su contra, o sea en contra de don Juan Evo.
Al año 2017 tenemos que, el señor presidente ha tenido que pagar por concepto de
arbitrajes internacionales la nada despreciable suma de 828.300.000 mil millones de
dólares (Memoria Institucional 2017, Procuraduría General del Estado), la factura de la
nacionalización tardó, pero llegó, cabe entonces preguntarse ¿dónde quedó la dignidad?
El año 2006 hablábamos de la recuperación de nuestros hidrocarburos, de nuestros
recursos, de algo que nos pertenecía y que los gobiernos “neoliberales” habían rifado a
las transnacionales “saqueadoras” que dejaron miseria y pobreza al país a cambio de unas
cuantas monedas mientras las utilidades eran enviadas fuera de nuestras fronteras.
Ahora nos sentamos en la misma mesa, con las mismas transnacionales para negociar el
pago de sus empresas en un tribunal de arbitraje internacional, que a decir de
autoridades nacionales entre ellas el Viceministro Wilfredo Chávez son costos
justificables si tenemos en cuenta que la renta petrolera por si sola represento a los
bolivianos ingresos por 16.000 mil millones de dólares sumado al loable trabajo del
Procurador General del Estado, Pablo Menacho Diederich, el Estado boliviano fue capaz
de ahorrarse un 76% del monto inicialmente reclamado por las transnacionales que
ascendía a nada menos 3.404.000.000 mil millones de dólares.
La dignidad tangible del hombre hecho Estado, no fue aludida en este asunto y es que “no
puedo entender” que el Estado-Evo Morales se siente a negociar con los “saqueadores del
pasado” una suerte de síndrome de Estocolmo que ha llevado a nuestro digno presidente
a sentirse identificado con las otrora enemigas de los pueblos, avasalladoras y
colonialistas transnacionales.
La dignidad discursiva de Evo Morales, persona, se enfrenta a la de su otra faceta, Estado
¿Cuál se impondrá al final? Solo el tiempo lo dirá.

Por: Carlos Armando Cardozo Lozada


Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Especialidad en Gestión del
Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, Presidente de Fundación Lozanía

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