Está en la página 1de 1

En la noche del 23 de mayo de 1822, protegido por las sombras, el ejército

de Sucre -integrado por 2.971 hombres entre guayaquileños, cuencanos,


argentinos, chilenos, colombianos y peruanos- empezó a escalar el volcán
Pichincha, buscando la mejor ubicación para la batalla que sellaría la
independencia de esta parte de América; a la vanguardia, el Gral. Córdova
avanzaba con el “Magdalena” mientras que el “Albión” se encargaba de
proteger la retaguardia, y custodiar y distribuir el parque.

Al amanecer del 24 de mayo, en las faldas del Pichincha y teniendo como


premio la libertad, la ciudad y el pueblo de Quito fueron emocionados
testigos del momento más gloriosos de su historia.

A las nueve y media de la mañana se iniciaron los primeros disparos.


Desde el comienzo del combate, el Ya guachi y su comandante el Coronel
Antonio Morales, en denodada lucha, agotaron los cartuchos y los
reemplazaron con la bayoneta. Tremolaba el azul y blanco de la bandera
conducida por el joven teniente Abdón Calderón. Estas unidades
sostuvieron lo más recio del combate hasta la llegada de Mires con el
resto de la infantería.

La batalla fue, sangrienta y feroz, pues las fuerzas realistas estaban


conscientes de que su derrota significaría el fin del dominio español en
Sucre organizó sus fuerzas para que arribaran en oleadas sucesivamente. Cuando los
Cazadores de Paya y el Batallón Trujillo, conducidos por su jefe Santa Cruz, luego de valerosa
acción agotaron sus municiones, fueron relevados por otros dos batallones que a las órdenes
del general Mires y del coronel Morales hicieron retroceder a los realistas hasta que también
acabaron con sus municiones.

Volvieron entonces a la carga el “Paya” y el “Albión”, reforzados ésta vez por el coronel
Córdova que venía a la cabeza de dos compañías del “Magdalena”. En el fragor de la lucha, los
hombres del batallón Ya guachi demostraron una bravura que rayó en el heroísmo y que
obligó a los españoles a emprender la retirada. Finalmente, el comandante Sestaras acabó con
la caballería realista, comandada por el Cnel. Torá y conformada por 400 valerosos y buenos
jinetes.

A al caer la tarde, viendo que ya los españoles no podían continuar luchando, Sucre se acercó a
la ciudad y por medio de O’Leary intimó a la rendición de Americe, quien comprendiendo que
ya no podría resistir el empuje de los patriotas, aceptó la honrosa capitulación que Sucre le
ofreció, la que fue convenida y ratificada al día siguiente, estipulándose en ella la entrega de la
ciudad y del fuerte del Panecillo, con todo lo demás que existía en el territorio de Quito,
incluyendo el de Pasto, gracias a lo cual Bolívar pudo consolidar la independencia de Colombia.
Esta parte del continente.

También podría gustarte