Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
46
Notas sobre lecturas
47
Notas sobre lecturas
está presente, aunque como trasfondo, la noche, a buscar satisfacción en los brazos encuentros lo llenan de temor y de éxtasis,
otra vertiente del amor; sólo que en la de una prostituta. y que se vuelven "epi [anías", en las queJoy-
Vida nueva no hay cabida para la descrip- El La vida nueva el deseo está en segun- ce basó su método narrativo. (Hay que pre-
ción realista del impulso erótico, que sería do plano, porque el grito de Stephen no cisar que la búsqueda de la epifanía, del mo-
ofensa, profanación para la dulce Beatriz. puede prorrumpir donde camina la "tanto mento de gracia que comunique al hombre
Sin embargo, entre líneas hay sugerenciaS' gentile o tanto onesta" Beatriz, que con su con el m undo a su alrededor es una caracte-
y ambigüedades que son señales de una presencia elimina toda instrusión inconve- rística de toda la literatura nuestro siglo).
ambivalencia amorosa, de una tensión en- niente. Por otro lado la dulzura de Beatriz
tre el amor sagrado y el amor profano. Joyce logra esos momentos epifánicos o
va a la par con su intransigencia, al punto
Esa ambivalencia, presente, en toda la de revelación a través de la radiance que él
que le quita a Dante, aparentemente cul-
cultura medieval, arranca de manera ma- deriva de la teología y precisamente de la
pable, el "saludo" que era "la razón de
nifiesta desde la tradición provenzal y vie- toda su dicha". y si no bastara, a lo largo clarilas de Tomás de Aquino; es decir del
ne doctrinariamente desarrollada en Italia último de los tres requisitos que el doclor
de la Comedia son frecuentes regaños a las
por el Dolce Slil Nuovo. sobre todo por angelicus le exige a la belleza: la inlegritas
intemperancias, en sentido lato, de Dante. o perfección; la consonantia o proporción;
uno de sus poetas; el sombrío Guido Ca-
valcanti, quien ahonda en la naturaleza Si falta en la Vida nueva la representa- la clarilas o irradiación. La clarilas sería el
psicológica del amor, en contra del cual. ción naturalista que encontramos en el Re- grado más elevado, una síntesis de los pri-
"no sirve ni fuerza ni medida". Toda la lí- Iralo, el llamado de la carne que la tradi- meros dos: resplandor de la verdad, lumi-
rica italiana del siglo XlII, heredera de la ción cristiana había venido condenando; nosidad que irradia del objeto y que pro-
poesía provenzal y la siciliana, está empe- no es porque Dante haya sido incapaz de pagándose se transforma en iluminación
ñada en un problema que había preocupa- expresarlo. En el infierno están presentes adentro del sujeto que así descubre y fija
do ya a Plotino: "Si el amor es un dios o horrores, miedos, disgustos de sí mismo y para siempre la quiddilas, su identidad, su
un demonio, o sólo una pasión del alma, o lo grotesco y lo deforme -todo lo que alma, bajo las aparencias.
los dos conjuntamente". Cavalcanti, sin Goethe desde su olimpo había rechazado
para luego, en los años de su madurez, "La luminosidad -explica Stephen al
negar el amor platónico, acentúa el carác- amigo Cranly, mientras deambulan por
ter irracional y violento del amor en el que aceptarlo-, pero en ese infierno hórrido y
"pavoroso", en esa obra destinada a la Dublín - a la que se refiere santo Tomás,
el deseo erótico se mezcla a menudo con el es lo que la escolástica llama quiddilas, la
instinto de muerte: salvación de la cristiandad y por eso ya no
iniciática sino didática, no había cabida esencia del ser". Se trata, es obvio, de co-
"Quest'accidente che sovente é fero" para detalles que por su crudo realismo rrespondencias cuya síntesis dará la epifa-
(este accidente que a menudo es mortal) pudieran turbar la fantasía de los lectores; nía. Y Joyce usa la palabra "epifanía" en
El platonismo amoroso, la ideología pero este "velo" se observa sólo en el cam- vez de símbolo que es término moderno,
amorosa que la "inteligencia" florentina po erótico, quizá porque es lo que más para subrayar el valor místico y de deriva-
profesaba -aristocrática "per altezza profundamente turba la sensibilidad de ción teológica.
d'ingegno', como no se cansa de indicar Dante. La aparición de "ella" en el último capí-
Dante mismo, y desdeñosa de las compa-
ñías ruidoras; ese platonismo renuncia a la Por eso el episodio admirable de Paolo tulo del Retrato saliendo de la biblioteca,
realización carnal a través de una catarsis y Francesca en el quinto canto del Infierno constituye una de las páginas más bellas y
que presenta el otro polo del amor, la ver- tiene un sabor stilnovista que recuerda los
artística y de la pasión que se resolvía en
tiente de la lujuria, se detiene en los subli- encuentros de Dante con Beatriz;... hasta
contemplación extática de la belleza. La
mes versos, sombríos y castos: "quel gior- que un indiscreto piojo simbólico interfie-
renuncia tuvo que haber sido "un aprendi-
no piú non vi leggemmo innanzi"; sin que re en el cuello y en la imaginación de Step-
zaje doloroso para el fuerte temperamento
(o quizá) haya presentido Dante el poder hen, cuando la visión diáfana de la joven
sensual y carnal de los grandes protagonis-
alusivo de estos versos que deja vibrar con empieza a concretarse y a tomar dentro de
tas del Eros lírico florentino", como dice
toda su ambigüedad y sugerencias en el él demasiada consistencia carnal:
Sanquineti; y para convencernos que fue
en realidad un aprendizaje doloroso están lector, cuya imaginación, queda abierta a " ... Era ella la que pasaba. Salía de la bi-
las Rimas petrosas del cancionero de Dan- integrar aquellos "dubbiosi desiri" de los blioteca e hizo una inclinación -¡el saludo
te, en el que el poeta canta, casi como con- que se muestra tan ansioso por 'saber, stilnovista! - para responder por detrás de
trapunto al amor platónico, la otra ver- cuando se dirige a Francesca. Stephen al saludo de Cranly. ¿También él?
tiente del amor. Por el contrario, en Joyce la figura de la ¿No había un ligero rubor en las mejillas de
Ejemplar, la canción "Cosí nel mio par- virgen y de la prostituta emergen con, el a- Cranly? ¿O procedía de las palabras de
lar voglio esser aspro/ com'é ne li atti cento de un naturalismo crudo y sin ro- Temple? la luz se había desaparecido y no
questa bella petra/... "; aún cuando se quie- deos. La primera, "she", ella, permanece lo podía ver. .. "
ra aceptar la interpretación alegórica de la como un sordo leitmotiv para la concien- Por un momento es el amigo Cranly
donna petra como Florencia o la iglesia. La cia culpable de Stephen que llora su ino- que se convierte en el Dante enmudecido
dulzura, lo inefable, el éxtasis de la Vida cencia perdida. La revelación atormenta- por la aparición y el saludo de ella"... Ne
nueva se convierte en brutalidad dora del sexo en conflicto con la ley reli- li occhi porta la mia donna amore/ per che
amorosa y en el grito del deseo carnal y se giosa no le permite levantar los ojos hacia si fa gentil ció ch'ella mira;/ ov'ella passa,
acerca al impulso "bestial" que lleva a ella. Intermitente y fugitiva aparición que ogn'om ver lei si gira/ e cui sal uta fa tre-
Stephen de calle en calle -"la lengua pe- lo enmudece, ella es la Beatriz de un colle- mar lo core;' .. "
gada al paladar" - yen la obscuridad de la ge moderno embebido de teología, cuyos Joyce sigue: " ... La charla de los que
48
Libros
49