Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Profesora: Marta Torrens Melich
Psicopatología, alteraciones de conducta
y
terapéutica del consumo de opiáceos
Marta Torrens MD, PhD
Head of Addiction Programme
Instituto de Neuropsiquiatría y Addicciones Parc de Salut Mar
Profesora Titular de Psiquiatría
Universitat Autònoma de Barcelona
Psicopatología, alteraciones de la conducta y terapéutica del
consumo de opiáceos
La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE10) de la OMS presenta los criterios de dependencia y abuso,
así como la referencia al comportamiento de anhelo (craving).
Objetivos
Estudiar las drogodependencias relacionadas con opiáceos (heroína), cocaína, drogas de síntesis, cannabis e
hipnosedantes y los trastornos que ocasionan.
Conocer las principales complicaciones psiquiátricas y no psiquiátricas que producen estas sustancias.
Conocer los tratamientos más eficaces para cada caso en particular.
Copyright © Instituto de Altos Estudios Universitarios
Esquema conceptos básicos
1. Consumo de opiáceos y otras sustancias psicoactivas
El trastorno por abuso
El trastorno por
dependencia
1.1 El trastorno por abuso
Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos (DSMV)
Trastornos relacionados con sustancias:
Trastornos por consumo de sustancias
Trastornos inducidos por sustancias (intoxicación, abstinencia
y trastornos mentales inducidos por sustancia)
Trastornos no relacionados con sustancias:
Juego patológico
Si bien en el DSMV aparecen sustituidos por el de adicción, a efectos de estudio es conveniente distinguir los
patrones de abuso y dependencia, diferenciados según la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE10)
de la OMS.
El abuso se presenta al tomar una sustancia con fines distintos a los deseados o por una vía diferente a la que se
ha prescrito. Significa el consumo de cualquier droga ilegal que pueda dar lugar a daño físico, psicológico,
económico, legal o social tanto para uno mismo como para los demás.
Suele empezar como uso experimental, progresa al uso casual y paulatinamente se convierte en un patrón de
consumo más frecuente y serio. Aparecen problemas relacionados con el consumo de drogas en la escuela (faltas
injustificadas, disminución del rendimiento, problemas de disciplina...), en el trabajo (ausencias sin motivo) y en
casa (discusiones con la familia, violencia física).
Tabla 1. Criterios diagnósticos del abuso de substancias
Un patrón desadaptativo de consumo de substancias que comporta un deterioro o malestar
clínicamente significativos, expresado por uno (o más) de los ítems siguientes durante un
período de 12 meses:
(1) consumo recurrente de substancias, que da lugar al incumplimiento de obligaciones en el
trabajo, la escuela o en casa (p. ej. ausencias repetidas o rendimiento pobre relacionados con
el consumo de substancias; ausencias, suspensiones o expulsiones de la escuela relacionadas
con la substancia, descuido de los niños o de las obligaciones de la casa).
(2) consumo recurrente de la substancia en situaciones en las que hacerlo es físicamente
peligroso (p. ej. conducir un automóvil o accionar una máquina bajo los efectos de la
substancia).
(3) problemas legales repetidos relacionados con la substancia (p.ej arrestos por
comportamiento escandaloso debido a la substancia).
(4) consumo continuado de la substancia, a pesar de tener problemas sociales continuos o
recurrentes o problemas interpersonales causados o exacerbados por los efectos de la
substancia (p. ej., discusiones con la esposa en torno a las consecuencias de la intoxicación, o
violencia física).
Los síntomas no han cumplido nunca los criterios para la dependencia de substancias de esta
clase de substancia.
Se dan problemas de tipo legal (arrestos por comportamiento escandaloso bajo los efectos de la
sustancia), o el consumo de la droga en situaciones de riesgo físico, como puede ser
conduciendo un automóvil.
1.2 El trastorno por dependencia
Tabla 2. Criterios para el diagnóstico de dependencia de substancias
Un patrón desadaptativo de consumo de la substancia que comporta un deterioro o malestar clínicamente
significativos expresado por tres (o más) de los ítems siguientes en algún momento de un periodo continuado de
12 meses:
(1) tolerancia, definida por cualquiera de los ítems siguientes:
(a) una necesidad de aumentar la cantidad de la sustancia para conseguir la intoxicación o el efecto deseado.
(b) el efecto de las mismas cantidades de sustancias disminuyen claramente con su consumo continuado.
(2) abstinencia, definida por cualquiera de los ítems siguientes:
(a) el síndrome de abstinencia característico para la substancia (Ver Criterios A y B de los criterios diagnósticos
para la abstinencia de sustancias específicas).
(b) se toma la misma substancia (o una muy parecida) para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.
(3) la sustancia es consumida con frecuencia o en cantidades mayores o durante un período más largo del que se
pretendía inicialmente.
(4) existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el consumo de la substancia.
(5) se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia (por ej. visitar a
distintos médicos o desplazarse largas distancias) en el consumo de la sustancia (p. ej., fumar un cigarrillo detrás
de otro) o en la recuperación de los efectos de la substancia.
(6) reducción importante de actividades sociales, laborales o recreativas debido al consumo de la substancia.
(7) se continúa tomando la sustancia a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos recidivantes
o persistentes, que parecen causados o exacerbados por el consumo de la sustancia (p. ej., consumo de la
cocaína a pesar de saber que provoca depresión, o continuada ingesta de alcohol a pesar de que empeora una
úlcera).
Codificación del curso de la dependencia en el quinto dígito:
0 Remisión total temprana
0 Remisión parcial temprana
0 Remisión total sostenida
0 Remisión parcial sostenida
2 En terapéutica con agonistas
1 En entorno controlado
4 Leve/moderado/grave
Especificar si:
Con dependencia fisiológica: signos de tolerancia o abstinencia (p. ej., si se cumplen cualquiera de los puntos 1 ó
2)
Sin dependencia fisiológica: no hay signos de tolerancia o abstinencia (p. ej., si no se cumplen los puntos 1 y 2)
El aspecto clave de la dependencia de una droga no es la existencia del problema sino más bien
la incapacidad de abstenerse del consumo de la droga a pesar de ser consciente de las
dificultades que ésta acarrea.
Tabla 3. Trastornos relacionados con sustancias psicoactivas
Delirium Delirium
Dependencia Abuso Intoxicación Abstinencia por por Demencia
intoxicación abstinencia
Alcohol X X X X I A P
Alucinógenos X X X I
Anfetaminas X X X X I
Cafeína X
Cannabis X X X I
Cocaína X X X X I
Fenciclidina X X X I
Inhalantes X X X I P
Nicotina X X
Opioides X X X X I
Sedantes,
hipnóticos X X X X I A P
o ansiolíticos
Varias
X
sustancias
Otros X X X X I A P
Trastornos Trastornos Trastornos Trastornos Disfuciones Trastornos
amnésicos psicóticos del de sexuales del sueño
estado de ansiedad
ánimo
Alcohol P I/A I/A I/A I I/A
Alucinógenos I* I I
Cafeína I I
Cannabis I I
Fenciclidina I I I
Inhalantes I I I
Nicotina
Opioides I I I I/A
Sedantes, hipnóticos
P I/A I/A A I I/A
o ansiolíticos
Varias sustancias
* También trastorno perceptivo persistente por alucinógenos (flashbacks).
Nota: X, I, A, I/A o P indican que la categoría es reconocida en el DSMIV. Además, I indica que puede señalarse el especificador con
inicio durante la intoxicación (exceptuando el caso de delirium por intoxicación); A indica que puede señalarse el especificador con
inicio durante la abstinencia (exceptuando el delirium por abstinencia); I/W indica que puede señalarse el especificador con inicio
durante la intoxicación o con inicio durante la abstinencia, y P indica que el trastorno es persistente.
Además de producir trastorno de abuso y dependencia, las distintas sustancias psicoactivas pueden producir cuadros de intoxicación y
de abstinencia, así como otra serie de trastornos inducidos: delirium (por intoxicación o abstinencia), demencia, amnésicos, psicóticos,
del estado de ánimo, de ansiedad, disfunciones sexuales y del sueño.
2. Trastornos por abuso/dependencia de opiáceos
Farmacología de los opiáceos
Mecanismo de acción
Efectos clínicos
Consumo crónico de
opiáceos
2.1 Farmacología de los opiáceos
Los opiáceos son un grupo de sustancias que actúan sobre los receptores opioides. Se pueden clasificar según su
origen (naturales, semisintéticos o sintéticos) o según el tipo de interacción con el receptor (agonistas puros,
antagonistas puros, agonistasantagonistas, agonistas parciales).
Tabla 4. Principales substancias opiáceas según su origen
Vía Usos
Tipo opiáceo Origen Presentación
administración terapéuticos
Naturales
Semisintéticos
Buprenorfina Oral
Sintéticos
Tabla 5. Clasificación de los opiáceos según la naturaleza
del tipo de interacción con el receptor opioide
2.2 Mecanismo de acción de los opiáceos
Los opiáceos actúan a través de su acción sobre los receptores opioides. Actualmente se han identificado tres
receptores opioides diferentes: μ, κ y δ, responsables de distintas acciones de los opiáceos.
Tabla 6. Receptores opioides
µ Analgesia Morfina
Euforia Heroína
Sedación Hidromorfona
Miosis Metadona
Hipotermia Meperidina
Bradicardia Codeína
Depresión respiratoria
Buprenorfina
Incrementos PRL y GH
Tolerancia y dependencia
k Analgesia Ketociclazocina
Disforia Butorfanol
Diuresi Nalbufina
Pentazocina
δ Euforia Metencefalina
Mecanismos de refuerzo Deltorfina
Analgesia
2.3 Efectos clínicos de los opiáceos
Los opiáceos actúan fundamentalmente sobre el SNC y el intestino.
1. Efectos centrales
Analgesia: Supresión del dolor sin pérdida de conciencia
Cambios en el estado de ánimo: euforia y sensación de
bienestar, en la abstinencia sin embargo, puede aparecer
disforia, inquietud y malestar general
Sedación: Embotamiento o somnolencia, en dosis
mayores pueden producir estupor y coma.En dosis muy
elevadas pueden aparecer convulsiones.
Depresión respiratoria: Deprimen la actividad del centro
respiratorio bulboprotuberancial. Reducen la sensibilidad al
CO2 y a la hipoxia. Se observa reducción del número de
respiraciones por minuto, que puede llegar a apnea. La
causa de muerte en sobredosis suele ser el paro
respiratorio.
Supresión de la tos
Miosis: “pupilas en punta de aguja” por acción desinhibidora sobre el núcleo de EdingerWestphal del nervio
oculomotor.
Náuseas y vómitos: Más frecuentemente en las primeras administraciones.
Alteraciones neuroendocrinas: estimulan la secreción de ACTH, hormona del crecimiento, hormona antidiurética e
inhiben la secreción de TSH, LH y FSH.
Otros: Hipotermia de origen hipotalámico, hipertonía muscular y rigidez.
2. Efectos periféricos
Gastrointestinales: Disminución de la motilidad intestinal, estreñimiento, aumento de la presión de las vías
biliares con hipertonía del esfínter de Oddi, disminución de la secreción biliar y pancreática.
Cardiovasculares: Hipotensión. Bradicardia de origen vagal. Vasodilatación cerebral con aumento de la tensión
intracraneal.
Liberación de histamina: Enrojecimiento facial, calor y prurito en la cara y la parte superior del tronco.
Broncoconstricción.
Renales y urinarios: Aumento del tono del músculo detrusor y del esfínter, provocando urgencia miccional y
retención urinaria. Efecto antidiurético por disminución del flujo renal.
Otros: Aumento del trabajo de parto por disminución del tono uterino. Inmunosupresores si son administrados de
forma crónica.
2.4 Consumo crónico de opiáceos
El uso crónico de opiáceos conlleva la aparición de tolerancia y dependencia farmacológica.
La tolerancia se define por la disminución en la intensidad de la
respuesta a la administración de la sustancia o por el
acortamiento en la duración de la acción, lo que obliga al aumento
de dosis o a la administración en intervalos menores. Se desarrolla
pronto para los efectos analgésicos, euforizantes, hipnóticos y
depresores de la respiración. No se desarrolla tolerancia sobre el
efecto miótico pupilar ni sobre el estreñimiento.
Tabla 7. Criterios para el diagnóstico de abstinencia opiácea
Alguna de las siguientes posibilidades:
(1) Interrupción (o disminución) de un consumo abundante y prolongado (varias semanas o más)
de opiáceos.
(2) Administración de un antagonista opiáceo después de un período de consumo de opiáceos.
Tres (o más) de los siguientes signos y síntomas, que aparecen a los pocos minutos hasta algunos
días tras el Criterio A:
(1) humor disfórico
(2) náuseas o vómitos
(3) dolores musculares
(4) lagrimeo o rinorrea
(5) dilatación pupilar, piloerección o sudoración
(6) diarrea
(7) bostezos
(8) fiebre
(9) insomnio
Los síntomas del Criterio B provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral
o de otras áreas importantes de la actividad del sujeto.
Los síntomas no son debidos a enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro
trastorno mental.
La intensidad del SAO depende de varios factores incluyendo:
• el tipo de opiáceo (los opiáceos de vida media corta, p. ej. heroína, se asocian a un SAO más inmediato y más
intenso que los que tienen vida media larga, p. ej. metadona, que presentan un SAO de aparición más retardado y
con menor intensidad);
• la dosis diaria total utilizada (a mayor dosis de opiáceo, mayor gravedad del SAO);
• el intervalo de tiempo entre las dosis (a menor tiempo entre las administraciones, mayor intensidad del
SAO);
• la duración del consumo (a mayor duración del consumo, mayor intensidad del SAO);
• la vía de administración (las vías endovenosa y fumada producen mayor intensidad del SAO que la
administración por vía esnifada);
• factores psicológicos (expectativas del sujeto de sufrir un SAO); y por último,
• el estado de salud general del individuo (peor estado de salud se relaciona con mayor intensidad del SAO).
3. Trastorno por abuso/dependencia de heroína
Fruto de la adormidera
Pan de opio, heroína
marrón y blanca
El opio se extrae del fruto de la adormidera (Papaver somniferum), en el cual se practican incisiones superficiales
por las que rezuma un jugo lechoso que, al contacto con el aire, se vuelve consistente y oscuro; es el opio. A partir
del opio crudo se obtiene la morfina marrón, y a partir de ésta, la heroína (diacetilmorfina) marrón que se vende
como tal, o se blanquea y trata con ácido clorhídrico y se vende como heroína blanca. La principal diferencia entre
ambas formas es que la heroína marrón puede fumarse, mientras que la heroína blanca no, por lo que suele
consumirse por vía esnifada o endovenosa. Una vez el distribuidor ("camello" en argot) tiene la heroína, la droga
recorre distintos niveles de distribución y disminuye considerablemente su calidad, ya que es adulterada ("cortada"
en argot) con distintas sustancias (las más frecuentes quinina y lactosa), de modo que cuando llega al consumidor
final el porcentaje de pureza de la heroína es de entre el 10 y el 30%.
En España, la epidemia del consumo de heroína se inició a finales de la década de 1970, y el número de
heroinómanos fue creciendo hasta poco antes del inicio del nuevo siglo, cuando parece que se estabilizó. Según
datos de 2013 se estima que el número de consumidores problemáticos de heroína se sitúa en 65.648 personas de
15 a 64 años, lo que supone el 0,2% de la población en este rango de edad. Un 0,7% de la población la ha probado
alguna vez en la vida y un 0,1% en el último año. La heroína es la droga menos consumida por los estudiantes de
14 a 18 años. En 2012 un 1% la había probado alguna vez, un 0,7% la había consumido en el último año y un
0,6 % en el último mes previo a la encuesta, siendo esta tendencia estable desde 2006.
Forma de consumo
La heroína puede consumirse por diferentes vías: fumada, esnifada e intravenosa. Con la aparición de la infección
por el VIH se está cambiando la vía de administración con tendencia a aumentar la vía esnifada o fumada y
disminuir la vía intravenosa. La administración intravenosa de heroína en polvo requiere que ésta se disuelva en
agua, se caliente (en un inútil esfuerzo por eliminar impurezas) y sea inyectada. En España, al inicio de la epidemia
del consumo de heroína, éste se realizaba básicamente en grupo, compartiendo el material y el equipo de inyección
(jeringas), una de las razones por las que la epidemia del VIH ha sido especialmente importante.
3.1 Efectos de la heroína
Un tiempo después de la administración de la heroína (segundos en el caso de que la administración haya sido por
vía intravenosa o fumada, o minutos si ha sido por vía esnifada), se experimenta un calor súbito en el cuerpo y
sensaciones placenteras que los adictos describen como similares en intensidad y calidad al orgasmo sexual, que
duran alrededor de un minuto, seguido de un estado de letargia y relajación posterior.
Una vez se ha desarrollado tolerancia a la heroína se necesita incrementar la dosis para conseguir el mismo efecto.
Posteriormente, cuando se desarrolla dependencia es necesario administrarse la heroína con frecuencia para evitar
la aparición del síndrome de abstinencia ("mono" en argot).
Tabla 8. Características clínicas del síndrome de abstinencia a la heroína,
según hora de última administración
Grado I:
Grado II: Tras Grado III: Tras 16 Grado IV: Tras
Tras 48
812 horas 24 horas 2436 horas
horas
Rinorrea Anorexia
Insomnio
La clínica del SAO varía según las horas transcurridas desde el último consumo de la heroína.
3.2 Complicaciones psiquiátricas y no psiquiátricas
Complicaciones psiquiátricas
En los pacientes con dependencia de heroína se observa una mayor prevalencia de trastornos mentales
concomitantes que en la población general, siendo los más frecuentes los trastornos depresivos, los trastornos
de ansiedad y los trastornos de personalidad. A menudo es difícil determinar si estos cuadros son inducidos
por el consumo o ya existían previamente.
Parece que la prevalencia vida de la depresión entre los
pacientes con dependencia a opiáceos se sitúa entre el 25 y
30%, mientras que la prevalencia actual es
aproximadamente el 15%. El trastorno de ansiedad que
aparece más comúnmente entre los pacientes
dependientes de opiáceos es la fobia (si agrupamos las
fobias sociales y la fobias simples), siendo la prevalencia a lo
largo de la vida de la fobia simple del 4% y de fobia social
del 3%6%. La prevalencia de otros trastornos psiquiátricos
mayores tales como la esquizofrenia, el trastorno obsesivo
compulsivo y los trastornos alimentarios, es generalmente
baja y similar o inferior que la encontrada en la población
general.
En varios estudios se ha determinado que aproximadamente una tercera parte de dichos pacientes cumplen
criterios de trastorno de personalidad, y el diagnóstico más frecuente es el trastorno antisocial de personalidad. A
pesar de ello cabe destacar que en los pacientes con dependencia a opiáceos es frecuente observar conductas
antisociales que suelen ir más ligadas al hecho del consumo de una droga ilegal y al estilo de vida que ello conlleva
(formas de conseguir el dinero para financiar la droga, etc.), que a la existencia de un trastorno de personalidad
antisocial subyacente.
Las alteraciones del sueño son más comunes en esta población. Los trastornos del sueño en pacientes
dependientes de opiáceos pueden incluir tanto sensaciones subjetivas de baja calidad del sueño como de
anormalidades en la arquitectura del sueño, así como elevadas proporciones de apnea del sueño.
Complicaciones no psiquiátricas
El consumo de heroína puede originar complicaciones somáticas importantes y graves relacionadas tanto con las
características de la propia droga o de sus adulterantes, la vía de administración, las prácticas de riesgo y la forma
de vida de los consumidores. La mayoría se relacionan con la forma de administración de la droga, y en este
sentido, la administración intravenosa es sin duda la que produce consecuencias más perjudiciales. Pese a que con
el aumento del consumo por vía fumada y la generalización de los programas de mantenimiento con metadona
han mejorado la salud de esta población, la aparición de nuevos patrones de consumo, principalmente de cocaína,
ha reactivado el uso de la vía intravenosa y paralelamente la reaparición de patologías en desuso en la práctica
clínica diaria. La vía intravenosa, al igual que en el caso de la cocaína, puede originar graves complicaciones
infecciosas debido a la utilización de material de administración contaminado. Entre las infecciones más prevalentes
se encuentran: hepatitis B y C, infección por el VIH, tuberculosis y puntos de inyección (abscesos, celulitis),
tromboflebitis y endocarditis.
Otra complicación grave del consumo de heroína es la denominada "reacción fatal aguda", que es la responsable
de las muertes tras el consumo agudo de la heroína. Puede deberse a:
Sobredosis de heroína: Debido a cantidad o calidad (pureza) de la heroína. Frecuentemente ocurren tras periodos
de disminución de consumo con disminución secundaria de la tolerancia.
Contaminantes: Tóxicos contaminantes en la heroína, p.e: quinina. Poco probable que influyan en la mortalidad
ya que sólo muy excepcionalmente se han detectado en cantidades tóxicas.
Anafilaxia: Reacción inmunológica grave con shock anafiláctico.
Policonsumo de drogas: Uso concomitante de otras sustancias, particularmente, depresores del SNC (alcohol o
benzodiacepinas). Causa muy frecuente de muerte.
Además pueden producirse complicaciones médicas propias de las sustancias opiáceas como son el edema agudo de
pulmón, los trastornos del ritmo cardíaco y la hipoglicemia.
Uno de los principales opiáceos es la heroína. Los pacientes con dependencia de heroína suelen
sufrir trastornos depresivos y de ansiedad, y complicaciones somáticas graves como hepatitis B
y C, infección por el VIH o la "reacción fatal aguda", responsable de las muertes tras su
consumo. Para paliar sus efectos se está potenciando el desarrollo de tratamientos sustitutivos,
sobre todo con metadona, y el de las estrategias de reducción del daño (harm reduction).
3.3 Tratamiento
3.3.1 Fase de desintoxicación y tratamiento farmacológico del SAO
• Sustitución del opioide de vida media corta (heroína) por otro agonista opioide de vida media más
larga (metadona, dextropropoxifeno)
Tabla 9. Dosis iniciales de metadona y clonidina
según el peso y la cantidad de heroína consumida
Peso del Dosis iniciales
sujeto (intervalos de 8h, mg)
(kg)
Metadona Clonidina
Habitualmente se utiliza la metadona, administrada por vía oral, siendo la dosis inicial recomendable de 3045 mg/día.
Tabla 10. Pauta descendiente diaria de metadona y clonidina
Metadona (mg) Clonidina (mg)
11 0 0 0 0 0 0,07
12 0 0 0 0 0 0
Esta dosis se mantiene estable durante 23 días y posteriormente se va disminuyendo a razón de 510 mg/día
hasta llegar a 10 mg y posteriormente ir disminuyendo 1 mg/d hasta la supresión.
La desintoxicación acostumbra a durar entre 10 y 15 días. Estas
dosis pueden considerarse orientativas y deberán ajustarse en
función de la intensidad del SAO, aunque habitualmente la dosis
total inicial diaria no suele superar los 60 mg/día.
También puede utilizarse el dextropropoxifeno, que es un agonista
opioide cuya prescripción no está sometida a legislación como la
metadona, por lo que suele utilizarse en las desintoxicaciones
ambulatorias. Las dosis iniciales recomendadas de
dextropropoxifeno no deben exceder los 1350 mg/día y deben
disminuirse progresivamente para evitar la aparición de efectos
adversos entre los que destacan las crisis convulsivas y las alucinaciones visuales.
Otra opción son las pautas de buprenorfina (agonista parcial), fármaco que origina efectos opiáceos más débiles y
es menos probable que cause problemas de sobredosis. La buprenorfina también produce un nivel menor de
dependencia física, por lo que los pacientes que descontinúan el medicamento generalmente tienen menos
síntomas de abstinencia que aquellos que descontinúan la metadona. El mayor problema del uso de buprenorfina,
es que al ser un agonista parcial se acopla a los receptores de forma muy fuerte y en caso (afortunadamente poco
frecuente) de depresión respiratoria el antídoto naloxona actuaría con dificultad.
Actualmente el único agonista alfa2adrenérgico del que se dispone en el mercado nacional es la clonidina. Su
utilidad se basa en la actividad noradrenérgica que media la sintomatología somática de la abstinencia. Se retiró la
guanfacina (1997) y está pendiente de aprobación la lofexidina, que presenta un perfil similar al de la clonidina
pero con menos efectos secundarios hipotensores.
La clonidina en dosis de 0.62 mg/día reduce gran parte de los síntomas noradrenérgicos del SAO, sobre todo el
lagrimeo, la rinorrea y la sudoración, siendo menos eficaz en el control del craving, la letargia, el insomnio, la
inquietud o los dolores musculares.Durante el tratamiento con clonidina puede empeorar el insomnio a pesar de
causar sedación durante el día, siendo necesaria la administración adicional de benzodiacepinas. Sus principales
efectos secundarios son la hipotensión, la bradicardia y los mareos y debe utilizarse con precaución en pacientes
con hipotensión o en tratamiento antihipertensivo.
La clonidina está contraindicada cuando el paciente ha recibido antidepresivos tricíclicos durante las tres semanas
previas, en el embarazo, en sujetos con antecedentes de psicosis y en presencia de arritmias cardíacas. Además,
debido a que causa sedación, los pacientes no deben conducir ni manejar máquinas durante los primeros días, y se
debe controlar la tensión arterial y el pulso. Por todo ello no se recomienda el uso de este fármaco en régimen
ambulatorio.
Otras estrategias farmacológicas
Combinación de metadona y clonidina
También se ha utilizado la combinación de metadona y clonidina (conjuntas o de forma secuencial, primero
metadona y después clonidina), siendo la efectividad de esta modalidad similar a las anteriores.
Fármacos inhibidores de la encefalinasa
Se está estudiando el desarrollo de nuevos fármacos inhibidores de la encefalinasa.
Pautas de desintoxicación rápida y ultrarrápida
En los últimos años se han diseñado las llamadas pautas de desintoxicación rápida y ultrarrápida cuyo objetivo
principal es acortar el período de tiempo de la desintoxicación. Estas pautas están basadas en la capacidad de la
naltrexona de desencadenar un SAO inmediato e intenso cuando se administra a un sujeto dependiente de
opioides y frenarlo con clonidina, con lo cual las molestias que percibe el sujeto son mucho menores.
Habitualmente es necesario añadir otros tratamientos sintomáticos como antieméticos o diazepam para los
espasmos musculares y en las pautas ultrarrápidas el paciente debe estar con un nivel importante de sedación
(situación de anestesia/preanestesia). Según el tipo de pauta, la rapidez de la desintoxicación se consigue en 35
días (pautas rápidas) o incluso en 24 horas (pautas ultrarrápidas).
Las principales limitaciones de estos métodos las constituyen la necesidad de monitorizar los pacientes durante las
primeras 8 horas debido a la potencial gravedad del SAO que puede producirse tras la primera dosis de naltrexona,
así como los riesgos propios de la situación de sedación. Estas pautas no han sido debidamente contrastadas y, por
tanto, no se recomienda su utilización de forma generalizada.
La finalización correcta del proceso de desintoxicación puede comprobarse mediante la realización del test de la
naloxona.
Tabla 11. Test de naloxona
Basal Administrar 2 ampollas (0,8 mg) de naloxona vía subcutánea
A los 30 minutos Valorar la aparciión de SAO
3.3.2 Fase de mantenimiento de la abstinencia o prevención de
recaídas
El trastorno por dependencia de opiáceos es una enfermedad crónica y recidivante, por lo que en su tratamiento es
una parte fundamental la prevención de las recaídas en el consumo.
Entre las estrategias farmacológicas para evitar estas recaídas se pueden distinguir fundamentalmente dos: las que
utilizan fármacos agonistas opioides como la metadona y las que utilizan fármacos antagonistas como la
naltrexona.
Tratamientos de mantenimiento con fármacos agonistas opioides
Los fármacos utilizados son la metadona, el levoalfaacetilmetadol (LAAM), la buprenorfina, y el sulfato de
morfina. También se ha utilizado la diacetilmorfina (heroína), aunque su uso terapéutico es más discutido.
Tabla 12. Características farmacológicas de los fármacos utilizados en el
tratamiento de mantenimiento con agonistas opioides
Agonista
Buprenorfina Sí Sí Menor 2448h Sublingual 416 mg
parcial
La utilización de cada uno de ellos depende básicamente de sus características farmacológicas.
Metadona
El tratamiento de mantenimiento con metadona es el más
utilizado en la prevención de recaídas de la dependencia de
opiáceos. La metadona a dosis adecuadas y en una única toma
oral diaria, evita la aparición de SAO, reduce el craving y atenúa
los efectos euforizantes de una posible administración de heroína.
La dosis debe ser individualizada y en general se sitúa entre los 80
y 120 mg. La duración del mantenimiento deberá adaptarse a la
evolución médicopsicosocial del sujeto y, probablemente, a
aspectos individuales que hacen más o menos tolerable la
reducción de la dosis; el mantenimiento suele prolongarse un
mínimo de dos años, procediéndose cuando está indicado a una
reducción lenta de la dosis diaria. Se recomienda prolongar el
tratamiento en aquellos pacientes de larga evolución o con múltiples fracasos terapéuticos previos o en un entorno
sociofamiliar marginal o en caso de patología psiquiátrica grave. El embarazo es una indicación específica de
tratamiento de mantenimiento con metadona.
Leroalfaacetilmetadol (LAAM)
El LAAM es un derivado de la metadona que se comporta de un modo semejante en la supresión del SAO y cuya
principal diferencia reside en la duración de su efecto farmacológico. Su acción prolongada, de aproximadamente 72
horas, permite establecer un régimen de administración de tres veces a la semana por lo que su ventaja frente a la
metadona reside en el menor número de tomas semanales y posiblemente un menor riesgo de desvío hacia el
mercado ilegal. En marzo de 2001 fue retirado del mercado al detectarse casos potencialmente graves de arritmias
ventriculares con prolongación del QT incluyendo la torsade de pointes. Previa a su retirada se consideraba una
alternativa de segunda línea en el tratamiento de mantenimiento con agonistas opiáceos puesto que requería de
un tiempo prolongado, entre dos y tres semanas, para alcanzar la dosis terapéutica eficaz.
Buprenorfina
La buprenorfina es un agonista opioide parcial con actividad agonistaantagonista sobre los receptores opioides μ y
k. Debido a que la biodisponibilidad tras la administración oral es muy baja, debe administrarse por vía sublingual.
Como tratamiento sustitutivo en pacientes consumidores de opiáceos, la dosis inicial recomendada es de 2 mg en
dosis única por vía sublingual. Esta dosis se modificará en función del paciente, oscilando entre 4 y 16 mg/día, con
una media de 8 mg como dosis de mantenimiento. Es eficaz tanto en programas de mantenimiento como en
desintoxicación. Como efectos secundarios más frecuentes, pueden presentarse estreñimiento, cefaleas, insomnio,
astenia, somnolencia, náuseas y vértigos. A dosis altas las molestias digestivas son las más frecuentes.En casos de
insuficiencia hepática grave, estaría contraindicado este tratamiento.
Desde 2008 se dispone de la asociación buprenorfinanaloxona (agonista parcial + antagonista) en
formulaciones como comprimidos de 2 mg de buprenorfina más 0,5 mg de naloxona o de 8 mg de buprenorfina
más 2 mg de naloxona. Esta combinación tiene un menor potencial de abuso que la bupronorfina sola
manteniendo la misma eficacia. Cuando se administra por vía intravenosa a personas dependientes de opiáceos, la
naloxona provocaría un marcado efecto antagonista y como consecuencia un síndrome de deprivación de opiáceo
precipitado, siendo el objetivo de esta formulación el impedir la administración incorrecta por vía intravenosa y el
que sea derivada a mercados ilegales. Es un tratamiento eficaz tanto en tratamiento de mantenimiento como en
desintoxicación y puede administrarse tanto en dosis diaria como tres veces por semana. Los efectos adversos más
frecuentes son el dolor de cabeza, náuseas, estrenyimiento, insomnio y sudoración. Se encuentra contraidicado en
casos de hipersensibilidad conocida, embarazo y lactancia, insuficiencia respiratoria grave, intoxicación alcohólica,
insuficiencia hepática, abdomen agudo, traumatismo craneoencefálico, edad avanzada, enfermedad renal grave.
Diacetilmorfina (heroína)
La utilización de la diacetilmorfina (heroína) en el tratamiento de la dependencia de opioides se ha probado en
algunos países en estudios experimentales con resultados positivos para la reducción del daño relacionado con el
consumo de opioides ilegales.
Su uso está fuertemente sujeto a legislación y hasta el momento sólo se contempla en estudios experimentales.
Morfina de liberación retardada
El tratamiento de mantenimiento con morfina de liberación retardada se ha llevado a cabo en algunos estudios con
resultados esperanzadores. Algunas de las razones que justificarían la utilización de morfina como alternativa a los
tratamientos de mantenimiento con metadona se encuentran en los resultados de los estudios donde se evidencia
una mejor aceptación del tratamiento de pacientes que previamente estaban tomando metadona. Para algunos
síntomas específicos como la ansiedad, las molestias depresivas, los trastornos del sueño y algunas quejas
somáticas el tratamiento con morfina produce una mejoría superior. Como inconveniente, cabe destacar que la
monitorización del consumo de heroína se ve dificultada ya que el metabolito que se detecta en la orina es el
mismo para las dos sustancias. Aún faltan estudios que nos aporten información sobre e cacia clínica, tolerancia y
efectos sobre conductas de riesgo y calidad de vida a largo plazo, tomando como tratamientos de referencia la
metadona y la buprenorfina.
Tratamientos de mantenimiento con fármacos antagonistas
La naltrexona bloquea los receptores opioides impidiendo la acción de dosis habituales de agonistas y bloqueando
por lo tanto su efecto reforzador positivo. Antes de iniciar el tratamiento debe garantizarse la ausencia de
dependencia física opioide mediante el test de naloxona (ver Tabla 11). Puesto que la semivida de la naltrexona es
de 4872 horas, puede administrarse una pauta de 100 mg los lunes y miércoles, y 150 mg los viernes (350
mg/semana).
Los predictores de mayor eficacia del tratamiento de mantenimiento con naltrexona son la motivación y aceptación
del tratamiento, la historia relativamente corta de dependencia, la ausencia de patología psiquiátrica grave, el buen
nivel de integración socioprofesional y la implicación del entorno sociofamiliar en el proceso terapéutico. No se
recomienda este tratamiento en el embarazo y está contraindicado en caso de insuficiencia hepática y de hepatitis
aguda.
El mayor problema de la formulación oral para el tratamiento de la dependencia a heroína es la
adherencia al tratamiento. Existen estudios con formulaciones depot (inyectables) para
mejorar el cumplimiento que parecen bien toleradas y efectivas.
4. Trastorno por abuso/dependencia de cocaína
La cocaína se obtiene de las hojas de la planta de la coca y se ha utilizado por sus efectos estimulantes desde hace
cientos de años. La planta de la coca es originaria de las regiones andinas y la masticación de las hojas de la coca se
conoce desde épocas previas al Imperio Inca.
La historia de la coca inició su segunda etapa cuando entre
1855 y 1858, Nieman y Wolter consiguieron aislar de las
hojas de la planta un alcaloide al que llamaron cocaína. La
cocaína se empleó como anestésico y para intentar curar la
denominada "enfermedad del soldado", morfinomanía
yatrógena, e incluso Freud la utilizó en el tratamiento de la
depresión, pero pronto se observó que la terapia con
cocaína creaba adicción. La facilidad de extracción de la
cocaína a partir de las hojas de la coca, así como su forma
de consumo nasal, hizo que pronto se generalizase su uso
en Europa, con un éxito comparable al de la morfina y la
heroína. Las dos guerras mundiales marcarían un cierto
descenso en el consumo de la droga, pero la cocainomanía reapareció, aunque con otras características, en Estados
Unidos en la década de 1970, convertida en la droga del ejecutivo, y posteriormente, en su forma de "crack" en
consumo habitual en ambientes marginales.
En España, después de los derivados del cannabis, la cocaína es la segunda droga ilegal más consumida. Desde
finales del siglo XX la población que ha consumido cocaína en polvo alguna vez en la vida no ha dejado de crecer
con excepción de 2011. En 2013, se vuelve a recuperar el nivel registrado en 2009, año que marcó un máximo en
la serie, y se obtiene que 1 de cada 10 personas de entre 15 y 64 años en España ha consumido cocaína en polvo
en alguna ocasión. Por otro lado, la edad con la que se consume cocaína en polvo por primera vez se sitúa en los
21,3 años. Dos de cada diez personas que han consumido alguna vez en la vida reconocen un consumo en el
último año y uno de cada diez en el último mes, lo que parece indicar que la continuidad del consumo es menor
que en años anteriores, en especial si se compara con los años 19972003. Se estima que en 2013 comenzaron a
consumir cocaína 38.551 personas de 15 a 64 años, de estas 21.784 eran hombres y 3.442 menores de edad
(1517 años).
Recientemente los datos obtenidos en centros de tratamiento de toxicomanías y en urgencias de hospitales
generales españoles indican que su consumo problemático está en aumento.
4.1 Formas de consumo
Las hojas de coca
Las hojas de coca se tuestan, se mezclan con cenizas o
minerales alcalinos y se mastican; contienen sólo de un 0.5
a un 1% de cocaína. La absorción es muy variable
dependiendo de las hojas, la preparación y la presencia o no
de sustancias alcalinas en la boca del masticador. Los
efectos aparecen al cabo de 10 minutos.
La masticación de hojas de coca es una antigua práctica limitada casi exclusivamente a la población nativa de los
países productores de cocaína en América Central y América del Sur. Las hojas de Java son más ricas en alcaloides
totales y predomina la cinamilcocaína mientras que en Bolivia, Perú y Sri Lanka contienen menos alcaloides pero
mayor proporción de cocaína. En raras ocasiones esta práctica ha sido reconocida como causa de un trastorno
mental orgánico o de abuso/dependencia.
La pasta de coca ("bazuco")
También se denomina sulfato de cocaína, pasta base o pasta. Es el producto no refinado que resulta del primer
proceso de extracción de la cocaína a partir de las hojas de coca. Se obtiene mezclando las hojas de coca con
gasolina, queroseno o ácido sulfúrico. En general se fuma en pipa, o a veces se mezcla con tabaco o cannabis en
cigarrillos. Su disponibilidad está prácticamente limitada a los países productores de América Central y América del
Sur.
El clorhidrato de cocaína ("polvo", "coca", "nieve")
Cuando se consume mezclada con heroína y por vía intravenosa se denomina "speedball", siendo una manera de
evitar los efectos de rebote desagradables producidos por la cocaína. Vía endovenosa los efectos son inmediatos (30
segundos) y potentes pero de breve duración (1020 minutos). Otra combinación frecuente es la mezcla con
alcohol. Esta forma de consumo es frecuente en algunos ambientes de moda en los que el consumo de cocaína
permite seguir bebiendo alcohol durante varias horas. La mezcla de cocaína y alcohol origina un metabolito
denominado cocaetileno que es hepatotóxico y cardiotóxico.
La cocaína base ("freebase", "crack")
Se obtiene mezclando el clorhidrato de cocaína con una solución básica (amoníaco, hidróxido de sodio o
bicarbonato), luego se filtra el precipitado o se disuelve con éter y se deja que este se evapore. Cuando esta mezcla
se realiza en una pipa de agua, al calentarla se obtienen unos vapores, que son el "freebase", que se aspiran. Si la
mezcla se realiza en una superficie plana (por ejemplo, una hoja de papel de plata), al calentarse se produce la
cocaína base en forma de unas piedras pequeñas, que posteriormente pueden fumarse y entonces emiten un ruido
característico, por lo que se denominan "crack", también puede inhalarse en recipientes calentados. El "crack" es
una forma de cocaína más adictiva que el polvo de cocaína porque al fumarse llega al SNC antes, su efecto
euforizante es más intenso (se dice que 10 veces más que la cocaína esnifada) y más rápido (5 segundos) y dura
menos tiempo que la cocaína esnifada o intravenosa (4 minutos).
4.2 Vías de administración y mecanismo de acción
La intensidad y duración del efecto de la cocaína dependen de la rapidez con la que llega al SNC, que a su vez
depende de la vía de administración. Si es fumada, tarda de 5 a 10 segundos; tras la administración intravenosa,
de 30 a 120 segundos; tras la administración intranasal, de 1 a 3 minutos; y masticándola, de 5 a 10 minutos.
Los efectos euforizantes y reforzadores de la cocaína se deben a su actividad sobre la neurotransmisión del SNC,
estando implicados los sistemas dopaminérgico, serotoninérgico y noradrenérgico. La cocaína actúa sobre estos
sistemas aumentando la liberación de dopamina, serotonina y noradrenalina al espacio sináptico e inhibiendo su
recaptación. Este incremento sobre todo de dopamina es el que da lugar a la euforia inicial, así como a los posibles
cuadros psicóticos. El consumo continuado origina una
depleción de estos neurotransmisores que da lugar a la
aparición de cuadros depresivos. En los últimos años se ha
implicado al transportador de la recaptación de dopamina
no sólo en las acciones conductuales sino también en las
acciones bioquímicas de la cocaína: en estudios realizados
con ratones genéticamente deficientes en este
transportador, la administración de cocaína no produce
efectos conductuales ni bioquímicos.
El exceso de noradrenalina que se produce por acción de la
cocaína, es el responsable de la mayoría de los efectos
farmacológicos y de las complicaciones agudas de la cocaína
(aumento de presión arterial, dilatación pupilar, sudoración,
temblor, etc.). La cocaína también bloquea la recaptación de serotonina y el consumo crónico de esta sustancia
produce cambios en estos neurotransmisores. Estos efectos sobre la neurotransmisión catecolaminérgica y
serotoninérgica constituyen, la base de su mecanismo de acción como droga dependígena.
Por otro lado, cabe recordar que la cocaína fue el primer anestésico local utilizado en clínica, efecto producido
mediante un bloqueo de la conducción nerviosa secundario a la disminución de la permeabilidad de la membrana de
los iones Na.
4.3 Efectos clínicos
Las acciones de la cocaína dependen de si el consumo es único y aislado o si se trata de un consumo regular,
crónico.
Consumo agudo
El consumo de cocaína produce euforia, sensaciones de bienestar y mayor energía, mayor capacidad mental y
sexual, aumento de la sociabilidad, disminución de la sensación de fatiga y del apetito. Además, a nivel
neurovegetativo aparecen taquicardia, midriasis, aumento de la presión arterial, sudoración o escalofríos, náuseas o
vómitos, e inquietud o agitación psicomotora.
Tabla 13. Criterios diagnósticos de intoxicación aguda de cocaína
Consumo reciente de cocaína.
Cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos clínicamente significativos (p. ej., euforia o
afectividad embotada; aumento de la sociabilidad; hipervigilancia; sensibilidad interpersonal; ansiedad; tensión
o cólera; comportamientos estereotipados; deterioramiento de la capacidad de juicio, o deterioro de la actividad
laboral o social) que se presentan durante, o poco tiempo después del consumo de cocaína.
Dos o más de los siguientes signos, que aparecen durante o poco tiempo después del consumo de cocaína:
(1) taquicardia o bradicardia
(2) dilatación pupilar
(3) aumento o disminución de la presión arterial
(4) sudoración o escalofríos
(5) náuseas o vómitos
(6) pérdida de peso demostrable
(7) agitación o retardo psicomotor
(8) debilidad muscular, depresión respiratoria, dolor torácico o arritmias cardíacas
(9) confusión, crisis comiciales, discinesias, distonías o coma
Los síntomas no son debidos a enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro trastorno
mental.
En cuadros de intoxicación más grave puede aparecer depresión respiratoria, dolor torácico, arritmias, confusión,
crisis comiciales, discinesias, distonías o coma que puede llevar a la muerte.
Consumo crónico
El consumo regular de cocaína produce tristeza, desinterés sexual e impotencia, irritabilidad, ansiedad, insomnio,
pérdida de peso, dificultad de concentración y mayor suspicacia. Induce a la atrofia cerebral probablemente por
isquemia. Pueden aparecer alucinaciones visuales y cenestésicas, ideas delirantes e incluso cuadros de psicosis
paranoides.
El consumo habitual de cocaína desarrolla tolerancia farmacológica y tras cesar su uso puede
aparecer un cuadro de abstinencia.
Tabla 14. Criterios diagnósticos de dependencia de cocaína
Interrupción (o disminución) del consumo prolongado de cantidades abundantes de cocaína.
Estado de ánimo disfórico y dos (o más) de los siguientes cambios fisiológicos que aparecen pocas horas o días
después del Criterio A:
(1) fatiga
(2) sueños vívidos y desagradables
(3) insomnio o hipersomnia
(4) aumento del apetito
(5) retraso o agitación psicomotora
Los síntomas del Criterio B causan un malestar clínicamente significativo o un deterioro de la actividad laboral,
social o de otras áreas importantes de la actividad del sujeto.
Los síntomas no son debidos a enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro trastorno
mental.
El síndrome de abstinencia de la cocaína consiste en tristeza, negativismo, irritabilidad, fatiga, hipersomnia,
hiperfagia y posteriormente un deseo muy intenso de consumir cocaína.
Tabla 15. Fases clínicas del síndrome de abstinencia de cocaína
Algunos investigadores distinguen 3 fases en la abstinencia de cocaína.
4.4 Complicaciones psiquiátricas y no psiquiátricas
Complicaciones psiquiátricas
Las complicaciones psiquiátricas del consumo de cocaína son la aparición de crisis de pánico, episodios depresivos,
episodios maníacos y psicosis, con frecuencia con síntomas paranoides.
Se han descrito nueve trastornos relacionados o inducidos por cocaína a saber: intoxicación, abstinencia, delirium
por intoxicación por cocaína, trastorno psicótico, trastorno del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno
sexual, trastorno del sueño y una categoría residual para los trastornos no especificados.
En el estudio ECA (Epidemiological Catchment Area del Nacional Institute of Mental health) de 1990 se concluyó
que el abuso o dependencia a cocaína se asociaba en el 76,1% con otros trastornos mentales entre los que
destacan por orden de frecuencia: Abuso o dependencia de alcohol 84,4%, Trastorno de personalidad antisocial
42,7%, Trastornos afectivos 34,7%, Trastornos de ansiedad 33,3%, Esquizofrenia 16,7%
Complicaciones no psiquiátricas
Hay otra serie de complicaciones médicas que se relacionan
con la vía de administración de la cocaína. Así, el consumo
esnifado produce rinitis, hemorragias nasales y atrofia de la
mucosa nasal que puede llegar a la necrosis y perforación
del tabique nasal, sinusitis y dificultad para respirar. Cuando la cocaína se fuma afecta sobre todo a los pulmones y
produce bronquitis, hemoptisis y edema pulmonar. La vía intravenosa, al igual que en el caso de la heroína, puede
originar graves complicaciones infecciosas debido a la utilización de material de administración contaminado.
Las infecciones más frecuentes se dan en los puntos de inyección (abscesos, celulitis), endocarditis, hepatitis B y C
e infección por el VIH.
Las principales complicaciones psiquiátricas relacionadas con su consumo son las crisis de
pánico, los episodios depresivos y maníacos, y psicosis a menudo con síntomas paranoides.
Además, origina numerosas complicaciones físicas graves que pueden llegar a ser letales, sobre
todo si se administra por vía intravenosa (infecciones en los puntos de inyección, hepatitis B y
C, infección por el VIH, etc.).
4.5 Tratamientos
El tratamiento de la dependencia a cocaína, como en otras
adicciones se compone en dos fases, la de desintoxicación o
interrupción del consumo y la de deshabituación, en que el
objetivo es evitar las recaídas. En la mayoría de los
pacientes hay que tratar también el consumo de alcohol
que con frecuencia acompaña al consumo de cocaína. En
este caso, el uso de fármacos como el disulfiram, junto con
terapia psicológica, mejora sensiblemente los resultados. La
utilidad del disulfiram no se limitaría sólo a los pacientes
con problemas concomitantes de alcohol sino que podría
ser de utilidad en consumidores de cocaína con
independencia del alcohol. Las intervenciones psicosociales
constituyen las principales estrategias terapéuticas en la dependencia a cocaína. Los tratamientos psicológicos para
la dependencia de cocaína son: la terapia conductual, el programa de reforzamiento comunitario + terapia de
incentivo y la terapia cognitivoconductual.
4.5.1 Tratamientos farmacológicos
Tratamientos que modifican la respuesta de la cocaína en el SNC
Los tratamientos dirigidos a modificar el mecanismo de acción de la cocaína en el SNC son los más utilizados.
Tabla 17. Tratamientos farmacológicos ensayados para la dependencia de cocaína
Precursores de
Antidepresivos Estimulantes Dopaminérgicos Otros
neurotransmisores
Sertralina Amperocide
Litio
Hasta la actualidad se han ensayado múltiples psicofármacos, siendo en general poco eficaces. Se están
investigando una serie de fármacos entre los que destacan la seleginina y el terguride, que actúan en el sistema
dopaminérgico, así como otras sustancias que actúan sobre otros neurotransmisores que indirectamente modifican
el sistema dopaminérgico, como el vigabatrain y la ibogaína y otros psicoestimulantes como, la dexamphetamina,
lisdexamfetamina, methylfenidato y modafinil. Las nuevas dianas terapéuticas en estudio se centran en
moduladores de las protein kinasas y moduladores de la transmisión de glutamato.
Estos tratamientos se basan en técnicas de
inmunización y enzimáticas y se encuentran todavía
en fase de desarrollo experimental. Se distinguen dos
vías:
1. La administración de una vacuna anticocaína que induce en el individuo anticuerpos anticocaína, los cuales se
ligan a la cocaína circulante formando una macromolécula incapaz de atravesar la barrera hematoencefálica y por
tanto su entrada en el cerebro.
2. La inactivación de la cocaína plasmática, mediante dos mecanismos diferentes: aumentando la
butirilcolinesterasa plasmática, que es un enzima plasmático natural que degrada la cocaína cuando ésta entra en
plasma; aumentando la degradación plasmática de la cocaína mediante la presencia en plasma de anticuerpos
catalíticos monoclonales. Estos anticuerpos, a diferencia de los inducidos por la vacuna, se ligan a las moléculas de
cocaína y la rompen tal y como hace la butirilcolinesterasa.
Tanto la vacuna como el aumento de la butirilcolinesterasa y los anticuerpos monoclonales comparten la misma
limitación, que se relaciona con la distancia entre el cerebro y el punto de entrada de la cocaína en el torrente
sanguíneo.También presentan algunas ventajas, entre ellas que no deberían administrarse con mucha frecuencia,
por lo que facilitaría el cumplimiento del tratamiento.
La vacuna de la cocaína probablemente requeriría sólo una inoculación primaria seguida de dos dosis de recuerdo
administradas cada cuatro semanas. La administración de butirilcolinesterasa debería realizarse cada dos semanas.
Los anticuerpos catalíticos pueden durar durante semanas o meses. Esta larga duración del tratamiento disminuiría
los problemas de cumplimiento del tratamiento tan frecuentes en aquellos pacientes en que el tratamiento debe
realizarse diariamente.
Los dos principales abordajes terapéuticos son los tratamientos que modifican la respuesta de
la cocaína en el SNC y los que impiden que la cocaína llegue al SNC.
5. Drogas de síntesis
Durante la década de 1980 se sintetiza un nuevo grupo de
sustancias ilegales con efectos similares a los de las drogas ya
existentes pero que difieren levemente en su estructura
química. Se denominan "drogas de diseño" o "drogas de
síntesis" porque han sido sintetizadas en laboratorios
químicos clandestinos para consumo recreativo, no médico.
Tabla 18.Clasificación de las drogas de síntesis
Drogas de síntesis
Opioides de síntesis
Derivados del fentanilo:
Alfametilfentanilo o "China White"
3metilfentanilo
Derivados de la petidina:
1metil4fenil4propionoxipiperidina (MPPP)
Análogos de la fenciclidina (Arilciclohexilaminas)
Fenciclidina (PCP) o "Polvo de Ángel"
Ketamina
Derivados de la metacualona
Meclocuolona
Nitrometacualona
Feniletilaminas de síntesis
Metamfetamina o "Speed"
TMA2 2,4,5trimetoxianfetamina
PMA parametoxianfetamina
DOM 4metil2,5dimetoxianfetamina o "STP"
DOB 4bromidedimetoxianfetamina
MDA 3,4metilenodioxianfetamina o "Píldora del amor"
MDMA 3,4metilenodioximetamfetamina o "Éxtasis", "XTC"
MDEA 3,4metilenodioxietilanfetamina o "Eva"
Otras drogas
Gamma hidroxibutírico (GBH) o "Éxtasis líquido" o "Herbal ecstasy"
Aminorex y 4metilaminorex
Metcatinona o efedrona o "Cat" o "Goob"
Los tres grupos mayores de drogas de síntesis son los análogos del fentanil, de la petidina y de la anfetamina.
En España y en Europa en general, las drogas de síntesis más utilizadas son las derivadas de las feniletilaminas,
que suelen estar en el mercado en forma de comprimidos y se reconocen en el argot como "pastillas" o "pastis". Si
se presentan en forma de polvo pueden esnifarse. El MDMA se presenta a veces como un polvo cristalino que se
consume por vía oral y al que se llama cristal. El consumo de los derivados del fentanil, de la petidina y las otras
sustancias que se clasifican en las denominadas drogas de síntesis es muy poco frecuente en nuestro medio.
5.1 Las feniletilaminas o derivados de las anfetaminas
Estructuras químicas de algunos derivados anfetamínicos
Las feniletilaminas presentan una estructura similar a la de la anfetamina, con un anillo benzénico y un grupo
amino. Tienen muchas posibilidades de modificación utilizando sus radicales, de manera que se consiguen
sustancias diferentes que mantienen sus efectos psicoactivos comunes "básicos", pero con múltiples "tonalidades"
psicodélicas. Sus efectos oscilan entre los puramente estimulantes de la anfetamina y los casi exclusivamente
alucinógenos del 4metil2,5dimetoxianfetamina (DOM).
La mayoría se utilizan por vía oral, pero la anfetamina y metanfetamina pueden inyectarse por vía intravenosa y
también esnifarse (speed) o fumarse (cuando se presenta en forma de pequeños cristales llamados ice o crystal
meth que se aparecen al crack). Existe una forma de metanfetamina que puede fumarse que se denomina ice.
5.2 Epidemiología
El patrón de consumo más importante de las "pastillas" es el recreacional relacionado con salir "de fiesta" los fines
de semana, asistencia a discotecas o fiestas multitudinarias y sesiones interminables de baile con música repetitiva.
Después de 1248 horas de actividad los sujetos caen exhaustos hasta la semana siguiente.
El consumo experimental de éxtasis amplió su extensión a
partir del año 2001 y desde entonces se ha mantenido en
una prevalencia entre el 4% y 5% (con la única excepción
del año 2011 cuando se redujo al 3,6%). En 2013, se
registra que el 4,3% de la población de 15 a 64 años ha
consumido éxtasis alguna vez, situándose el nivel de
consumo en el último año por debajo del 1% y el relativo al
último mes por debajo del 0,5%. El inicio en el consumo se
establece de media a los 21,1 años. Las anfetaminas han
incrementado su popularidad progresivamente desde
finales de los años noventa como ocurrió con el éxtasis,
aunque en ningún caso la prevalencia para el consumo en
alguna vez en la vida ha llegado a alcanzar el 4%, encontrándose actualmente en el 3,8%. La edad de inicio en el
consumo, que se sitúa en los 20,8 años, se ha retrasado ligeramente respecto a los registros previos de la serie.
Los estimulantes distintos a cocaína (anfetaminas, éxtasis y otros) representaron, en 2013, el 1,8% del total de
admisiones para tratamiento de todas las drogas ilegales. Si se comparan estas cifras con las obtenidas para la
cocaína, la heroína y el cannabis, se comprueba que, en España, el impacto de estas drogas en los servicios
específicos de tratamiento de las drogodependencias es mínimo. El número de admitidos a tratamiento por éxtasis
ha seguido una tendencia descendente de 2003 a 2010, año a partir del cual aumentan los admitidos a
tratamiento, situándose en 201 en 2013. Las admisiones a tratamiento por anfetaminas muestran, de manera
global, una tendencia ascendente, alcanzando su valor máximo (671) en 2013.
En las muestras decomisadas de "pastillas", sólo un 40% contienen MDMA, otro 40% contiene 3,4
metilenodioxianfetamina (MDA) y 3,4metilenodioxietilanfetamina (MDE), un 10% otros estimulantes (anfetamina,
cafeína) y el resto no contienen psicoestimulantes. La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes
(JIFE), en su Informe 2010, destaca que las pastillas vendidas como éxtasis contienen, cada vez mayores
cantidades de sustancias psicoactivas, como la BZP, mCPP y 1(3 trifluorometilfenil) piperazina. En la Unión
Europea, el 50%de las pastillas vendidas como éxtasis en 2008 contenían mCPP, en comparación con el 10% en
2006. El contenido medio de pastilla de MDMA es de unos 6070 mg (rango 0 a 50100mg).
Los consumidores de éxtasis también consumen cannabis (91%), alcohol (87%), tabaco (77%), anfetaminas
(41%) y cocaína (40%).
5.3 MDMA o "éxtasis" y mecanismo de acción
Dentro de los derivados de la anfetamina la más popular en España es el
MDMA o "éxtasis". Esta sustancia fue sintetizada en 1912 por el
laboratorio Merck como anorexígeno, pero nunca llegó a comercializarse.
Mecanismo de acción
5.3.1 Efectos clínicos
Sus efectos clínicos son básicamente estimulantes (anfetamínicos), aunque también origina discretas alteraciones
de la percepción sin llegar a ser alucinógena.
Con una dosis "recreativa" (75125 mg vía oral), los efectos suelen aparecer a los 30 minutos y van
desapareciendo gradualmente durante 4 horas ( en el caso del MDMA) y hasta 812h (si se trata de anfetamina),
aunque el insomnio y la anorexia pueden persistir durante algunas horas más. Algunos derivados, como el bromo
dragonfly, pueden tener un inicio de acción tardío (hasta seis horas después de realizar el consumo) y sus efectos
pueden durar hasta 23 días. Los consumidores refieren que produce un estado emocional positivo, agradable, que
se caracteriza por un aumento de la empatía y de la capacidad de intimar con los demás, y que facilitan la
comunicación y las relaciones interpersonales (efectos entactógenos). No es afrodisíaco.
Los efectos de tipo anfetamínico (simpaticomiméticos)
más frecuentes son: aumento de la energía, euforia y
locuacidad, disminución del sueño y del apetito, midriasis y
visión borrosa, aumento de la frecuencia cardíaca y de la
presión arterial, náuseas y sequedad de boca, trismus,
temblores, bruxismo e hiperreflexia e hipertermia.
Aumentan las concentraciones de adrenocorticotropina (ACTH), cortisol, prolactina y vasopresina, pudiendo
ocasionar el aumento de ésta última un síndrome de secreción inadecuada de hormona antidiurética (SIADH). En
consumidores de éxtasis se ha observado un patrón de degeneración serotoninérgica en el SNC, además de la
disminución de las concentraciones cerebrales de serotonina y de una degeneración de las terminaciones nerviosas
serotoninérgicas. También se ha observado una depleción transitoria de serotonina en administraciones únicas de
MDMA.
5.3.2 Potenciales
De abuso y dependencia
Las anfetaminas tienen un gran potencial de abuso y pueden causar dependencia. La
dependencia se acompaña de un aumento de la tolerancia y puede producir déficits en los
procesos de memoria, de toma de decisiones y en el razonamiento verbal. En ocasiones,la
sintomatología recuerda a la esquizofrenia paranoide. Estos efectos pueden permanecer en el
tiempo aunque, generalmente, se resuelven.
La interrupción del consumo de anfetaminas o su disminución, tras un periodo de consumo prolongado o en
grandes cantidades ocasiona un síndrome de abstinencia que, aunque suele durar desde algunas horas hasta
varios días después de la interrupción, puede persistir durante semanas o meses, según la duración del consumo
previo. Se caracteriza, entre otros, por la presencia de ánimo depresivo, fatiga, trastornos del sueño (sensación de
sueños vívidos y pesadillas desagradables; insomnio o somnolencia excesiva), irritabilidad, aumento del apetito y
agitación motora.
Neurotóxico
En consumidores de éxtasis se ha observado un patrón de degeneración serotoninérgica en el SNC, además de la
disminución de las concentraciones cerebrales de serotonina y de una degeneración de las terminaciones nerviosas
serotoninérgicas. También se ha observado una depleción transitoria de serotonina en administraciones únicas de
MDMA. Por otra parte, se ha evidenciado también el deterioro de las neuronas dopaminérgicas en el cerebro, con
manifestaciones parkinsonianas en primates, por lo que no es aventurado pensar que los individuos consumidores
de MDMA tengan mayor riesgo de desarrollar un síndrome parkinsoniano a medida que se vayan haciendo
mayores. El efecto neurotóxico se cree que es consecuencia de la formación de un metabolito tóxico del MDMA, de
serotonina y de dopamina, la formación de radicales libres y la elevación de la temperatura.
El riesgo de desarrollar neurotoxicidad existe incluso para el consumidor ocasional. El riesgo
aumenta a medida que aumenta la dosis administrada o el total de dosis y es posible que los
síntomas neuropsíquicos aparezcan a medida que aumente la edad de los sujetos ya que la
reserva de dopamina y serotonina disminuye.
5.3.3 Complicaciones psiquiátricas y no psiquiátricas
Psiquiátricas
Son más frecuentes en sujetos predispuestos o con antecedentes psiquiátricos previos. Pueden agruparse en:
Agudas: aparecen en las primeras 24 horas tras el consumo. Las más frecuentes son las crisis de pánico, el
insomnio y los fenómenos de flashback, agitación psicomotriz, ideación paranoide.
Subagudas: suelen aparecer pasadas las primeras 24 horas del consumo y pueden persistir durante semanas.
Las más frecuentes son la somnolencia, la astenia, la depresión, la ansiedad, la irritabilidad, y la catatonía. Se han
descrito episodios psicóticos (incluso con dosis terapéuticas) y síndrome de Gilles de la Tourette. Las
manifestaciones psicóticas pueden aparecer hasta 3648 horas después de haberse producido una única sobredosis
y pueden durar hasta una semana.
Crónicas: son alteraciones que pueden persistir de forma permanente. Las más habituales son las alteraciones
de la memoria, la depresión mayor, y la psicosis paranoide.
No psiquiátricas
También pueden producirse complicaciones cardiovasculares que pueden ser graves y causar la muerte. Entre
ellas destacan la aparición de arritmias supraventriculares y ventriculares, crisis de hipertensión arterial e incluso
infartos o hemorragias cerebrales. Puede producir hipertrofia ventricular izquierda a través de la activación del
receptor de la serotonina 5HT2b que estimula el crecimiento ventricular y la hipertrofia de la válvula cardíaca y
produce, con el tiempo fallo valvular e insuficiencia.
A nivel neurológico, se ha observado también un aumento del riesgo de ictus y de hemorragias cerebrales
generalmente asociados a malformaciones cerebrovasculares subyacentes.
En cuanto a los síntomas digestivos destacan la aparición de náuseas y vómitos y los cuadros de hepatitis tóxicas
fulminantes, que suelen conducir a la muerte en pocas horas y que son idiosincráticas.
El MDMA y la metanfetamina, se metabolizan en el hígado. Existe un 510% de metabolizadores lentos que
tendrían dificultades para metabolizarlas y además, se sugiere que el metabolismo del MDMA puede ser inhibido por
la propia MDMA por lo que dosis repetidas de MDMA podrían aumentar llamativamente su toxicidad en el organismo
al no poder metabolizar la sustancia al mismo ritmo que con la primera dosis, aumentando de esta manera la
concentración sanguínea de MDMA.
A nivel hematológico se han descrito casos de anemia aplásica, con mejorías espontáneas a las 79 semanas.
Además, debe tenerse en cuenta que la presencia de alcohol empeora el pronóstico, incrementa un 10% las
concentraciones en sangre de metanfetamina y MDMA. Pueden reducir la sensación de intoxicación alcohólica y
sedación pero no modifican los efectos del alcohol sobre el rendimiento psicomotor y la capacidad de conducción de
vehículos, además de incrementar los efectos cardiovasculares y el riesgo de conductas agresivas. La combinación
con cannabis produce mayor sensación de intoxicación e incrementa los efectos subjetivos de ambos, pero no
contrarresta la sedación ni el deterioro psicomotor del cannabis. La combinación produce mayor incremento de
frecuencia cardíaca. El MDMA y derivados, por su acción serotoninérgica pueden interaccionar con otras sustancias
que compartan esta actividad y producir un síndrome serotonérgico, que ya se ha descrito con el uso de IMAO y
MDMA.
5.3.4 Diagnóstico
Exploraciones complementarias
Las pruebas habituales de cribado de drogas de abuso en orina (inmunoanálisis) presentan reactividad cruzada
entre los distintos derivados. Se pueden necesitar reactivos específicos para conocer con mayor exactitud el posible
compuesto. Algunos de los derivados no se detectan y se precisarán análisis más sofisticados (cromatografía líquida
o de gases).
Tratamiento de la intoxicación aguda
El lavado gástrico es únicamente eficaz en las primeras dostres horas. Es importante la rehidratación con sueros
salinos o bebidas isotónicas. En casos graves se puede provocar la eliminación del tóxico mediante la acidificación de
la orina pero es un procedimiento que debe realizarse en unidades especializadas. Debe controlarse en todo
momento la hipertermia.
Tratamiento del abuso y la dependencia
Las intervenciones psicológicas son la base sobre la que sustenta su abordaje actual. Destacando las terapias
conductuales (por ejemplo el Modelo Matrix) y el manejo de contingencias.
No existe ningún tratamiento farmacológico específico. Aunque recientes estudios han indicado como posibles
tratamientos:
Bupropion: reduce el efecto subjetivo estimulante así como el craing
Topiramato
Existen también estudios orientados al diseño de fármacos basados en anticuerpos monoclonales con el fin de
revertir los efectos agudos de la metanfetamina.
Dentro de los derivados de la anfetamina, la más popular es el MDMA o "éxtasis", que aumenta
la transmisión serotoninérgica, a través de la estimulación directa de la liberación de
serotonina, la inhibición de la recaptación de serotonina y la estimulación selectiva de los
receptores 5HT2. También estimula la liberación de dopamina. Las complicaciones
psiquiátricas derivadas del consumo de "éxtasis" son más frecuentes en sujetos predispuestos
o con antecedentes psiquiátricos.
6. Cannabis
Es una de las drogas más antiguas y más consumidas. Su sustancia se
extrae de los brotes floridos de la planta del cáñamo índico, la Cannabis
sativa. Su cultivo se conoce desde hace miles de años en las zonas
tropicales y en los climas templados. Su amplio uso y la discusión sobre la
relevancia de sus efectos hace que sea la sustancia de abuso ilegal sobre
la que hay más debate acerca de si debe ser legalizada o no. Sus posibles
efectos beneficiosos sobre la sintomatología adversa inducida por algunos
fármacos como los antineoplásicos, ha reavivado aún más la discusión
sobre su posible utilización médica.
Desde el inicio de la serie de la encuesta EDADES, en 1995, año en que
se registró una prevalencia de 14,5% para el consumo de cannabis
alguna vez en la vida, se ha venido observando una tendencia
ascendente hasta alcanzar el 32,1% en 2009. Aunque en 2011 se anotó
un descenso (27,4%), las cifras han vuelto a sobrepasar la barrera del 30% en 2013. El hecho de que el 40,2%
de las personas de 15 a 34 haya consumido cannabis alguna vez frente al 25% de aquellos que tienen entre 35 a
64 años lleva a inferir que, entre los adultos jóvenes, existe una mayor proporción que ha consumido cannabis
(consumo experimental) en comparación con generaciones previas.
A pesar de que es más frecuente que las personas cuenten con la experiencia de haber consumido cannabis alguna
vez, no se observa que su consumo se mantenga en el tiempo en mayor medida. En este sentido, la prevalencia
relativa a los últimos 12 meses y a los últimos 30 días se mantiene estable con respecto a la pasada encuesta y
presenta unos valores discretos en comparación a los obtenidos en la última década. Así, aunque es más habitual
experimentar con su consumo, no se incorpora de forma mayoritaria a los hábitos de consumo de sustancias
psicoactivas de la población y por tanto no impacta en los niveles de consumo reciente.
El alcance del consumo diario de cannabis se mantiene estable, al igual que la edad con la que se consume por
primera vez, siendo de entre las drogas ilegales, la que se empieza consumir a una edad más temprana (18,6
años). Se estima que en 2013 comenzaron a consumir cannabis 168.677 personas de 15 a 64 años, de estas
83.932 eran hombres y 61.085 menores de edad. La prevalencia del consumo de riesgo de cannabis en la
población es del 2,2%, tan solo el 29,3% de los individuos que presentan un consumo de riesgo advierte una
problemática ante el consumo habitual de cannabis.
Los productos más importantes que provienen de la planta del cáñamo
son el hachís, la marihuana y el tetrahidrocannabinol puro. Su efecto
depende de la cantidad de delta9THC que contienen:
• El hachís es la resina que proviene de la parte superior de la planta;
suele contener un 1020% de delta9THC. Se presenta en formas de
barras o bolas y se fuma o se come. En argot se denomina "chocolate",
"costo", y fumado se le llama "porro" o "canuto".
• La marihuana está formada por las hojas y las flores secas de la planta.
Suele contener un 15% de delta9THC. Se consume fumada en forma
de cigarrillos, mezclada con tabaco o en pipa. En el argot se le llama
"hierba", "marijuana" o "maría".
• El aceite contiene entre un 2550% de THC.
• El "kifk" o "kiffi" es un preparado formado esencialmente por hojas de
cáñamo, con un 20% de principio activo.
• La grifa se prepara a partir de las flores secas de la planta.
6.1 Mecanismo de acción
De la planta de cannabis se aíslan más de 400
componentes químicos de los cuales más de sesenta
sustancias son cannabinoides únicos de esta especie. Los
tres cannabinoides más importantes por sus efectos
psicoactivos son el tetrahidrocannabinol (THC), el
cannabidiol (CBD) y el cannabinol. De éstos, el delta9
tetrahidrocannabinol (delta9THC) es el principal
responsable de los efectos psicoactivos, el cannabinol es 10
veces menos activo y el cannabidiol presenta actividad
ansiolítica y sedante.
También se ha descubierto la existencia de receptores específicos en el SNC para el tetrahidrocannabinol (THC), y
también se ha observado la presencia de una sustancia endógena, la anandamida, con efctos similares a los
producidos por la cannabis.
Todos los datos sugieren que los mecanismos por los cuales el THC es psicoactivo y genera dependencia, no difieren
demasiado de los de otras drogas como el etanol o los opiáceos. Actúa sobre el sistema cerebral de recompensa que
incluye el área ventral tegmental, el núcleo accumbens y la corteza prefrontal. Aumenta la liberación de dopamina
en el núcleo accumbens.
Existen compuestos endógenos que se unen a CB1 y CB2 llamados endocannabinoides y que
modulan la excitabilidad neuronal. El sistema endocannabinoide podría estar implicado en
diferentes funciones fisiológicas entre las que destacan el aprendizaje, la memoria, las
emociones, el refuerzo, la ingesta de comida, la neuroprotección, el dolor y la conducta motora
entre otras.
6.2 Vías de administración
• Vía oral: La absorción es lenta y errática. Llega a sangre un 5
10%, ya que es destruido parcialmente por el jugo gástrico y es
sometido a metabolización hepática de primer paso. La
concentración máxima se alcanza a las 24 horas y el inicio de los
efectos entre media hora y dos horas después de la
administración, pudiendo durar 6 horas. Se estima que para
obtener los mismos efectos que por vía pulmonar, se requieren
dosis 3 o más veces superiores.
Formulaciones intravenosas, rectales o transdérmicas se han utilizado en investigación. En algunos países existe
un preparado en forma de spray para uso en la mucosa oral útil para el tratamiento neuropático en pacientes con
esclerosis múltiple o dolor moderado/grave para pacientes oncológicos que no responden a opioides.
6.3 Efectos clínicos
Los efectos aparecen rápidamente tras el consumo, con un pico máximo a los 1030 minutos siguientes, y duran
aproximadamente tres horas. Dependen, sobre todo, de la interacción de la sustancia con las expectativas del
sujeto y el ambiente. La intoxicación aguda está muy influenciada por las expectativas del sujeto y su tratamiento
no precisa un abordaje específico, limitándose a un tratamiento sintomático.
La tolerancia al THC es frecuente y aunque muchos consumidores habituales experimentan un importante deseo
de consumir, es poco habitual la pérdida de control y la necesidad de solicitar tratamiento de deshabituación, que
por otra parte tampoco tiene un tratamiento específico, sino sintomático.
Efectos en el SNC
Otros efectos
cardiovasculares. Aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial, así como el gasto cardíaco.
respiratorios. Exposición al humo y sustancias cancerígenas del tabaco.
oculares. Enrojecimiento conjuntival. Reduce a presión intraocular.
digestivos. Sequedad de boca y antiemético.
alteración de la inmunidad celular.
endocrino y reproductor: Disminuyen las hormonas sexuales. Aumenta la prolactina (galactorrea).
aumenta los riesgos obstétricos y de tumor de testículo.
embarazo y lactancia. Mayor riesgo de bajo peso al nacer. Paso de cannabinoides a la leche.
6.4 Complicaciones psiquiátricas y no psiquiátricas
Complicaciones psiquiátricas
No está claro que el consumo crónico de derivados de cannabis produzca alteraciones permanentes en el SNC. Son
frecuentes la ansiedad, la confusión y el miedo, que pueden progresar a crisis de pánico o a una clara patología
paranoide. La intoxicación aguda por cannabis puede cursar con un episodio psicótico agudo que se caracteriza por
ideas delirantes, alucinaciones, confusión, amnesia, ansiedad y agitación.
El uso de cannabis a diario y durante periodos prolongados provoca cambios estructurales y
daños severos en el tejido cerebral (hipocampo y amígdala) que pueden traducirse en
deficiencias en la memoria, la atención, percepción, resolución de problemas, la capacidad
psicomotora y la velocidad de procesamiento de la información.
Estas alteraciones psicológicas parecen relacionarse con cambios funcionales, del flujo sanguíneo y metabólicos en
regiones prefrontales y cerebelares que se observan en estudios de neuroimagen en usuarios crónicos de cannabis.
Tras el consumo crónico de esta sustancia, el individuo se vuelve más pasivo, sin interés por las cosas, con pérdida
de memoria y dificultades para solventar los problemas, lo que se ha denominado síndrome amotivacional. Es un
concepto discutido. Se ha planteado si estos cambios son consecuencia del consumo crónico acumulado o de un
estado de intoxicación aguda persistente tras un consumo diario. Los estudios más consistentes han demostrado
que las alteraciones neurocognitivas descritas se normalizan progresivamente si los individuos dejan de consumir,
mejorando con el paso de los días. Parece que la afectación observada puede revertir casi en su totalidad a las 4
semanas de cesar el consumo de Cannabis. Hay estudios que relacionan la persistencia de algunas de estas
alteraciones con el inicio temprano del consumo de Cannabis (antes de los 17 años).
Estos efectos adversos son más frecuentes en pacientes con trastornos
psiquiátricos. El consumo de cannabis puede inducir o exacerbar una psicosis
preexistente por lo que ha sido considerado como un factor de riesgo en la
incidencia y está relacionado con un inicio más precoz de la sintomatología
psicótica, un mayor número de episodios psicóticos y una mayor presencia de
clínica alucinatoria. Se discute si el consumo de cannabis puede causar un cuadro
psicótico, la denominada psicosis por cannabis o psicosis cannabica, o si en realidad
actúa como desencadenante en una personalidad ya predispuesta. Se
caracterizaría por síntomas de confusión, desorientación y amnesia tras consumir
grandes cantidades del tóxico en pacientes sin historia personal o familiar de
psicosis. Los síntomas remitirían con la abstinencia de cannabis, no quedando
clínica residual como en la esquizofrenia. Un estudio retrospectivo danés señala
que muchos individuos diagnosticados de psicosis cannábica, fueron
posteriormente diagnosticados de esquizofrenia u otros trastornos psiquiátricos.
Se ha planteado la existencia de posibles factores de vulnerabilidad comunes para
el consumo de cannabis y la esquizofrenia. Actualmente, parece clara la existencia
de una relación entre el consumo de cannabis y el riesgo a desarrollar un trastorno
esquizofrénico. Sin embargo, en base a los conocimientos actuales, no se puede
decir que el cannabis sea un factor necesario y suficiente para el desarrollo de
esquizofrenia, aunque sí que constituye un factor precipitante o predisponente que aumenta de manera
considerable el riesgo de padecer dicho trastorno, sobre todo en individuos vulnerables. El mayor conocimiento
actual del sistema endocannabinoide permite establecer las bases de cómo el consumo de cannabis, actuando a
través del sistema endocannabinoide, puede producir clínica psicótica, y ayudar así a comprender su posible relación
con la esquizofrenia. También en base a este conocimiento se plantea la potencial utilización de sustancias que
actúan sobre el sistema cannabinoide para el tratamiento de la esquizofrenia.
Existen abundantes descripciones clínicas de cuadros abstinenciales tras el consumo de dosis altas de cannabis o
tras el uso de antagonistas cannabinoides. La sintomatología aparece a los 13 días, alcanzando su máxima
intensidad entre el día 2 y el día 6 y desaparece entre el día 4 y el día 14. La vida media larga, hace que el
síndrome sea de escasa intensidad. Se caracteriza por la aparición de disforia, irritabilidad, inquietud, ansiedad,
temblor, náuseas, abdominalgia, sudoración, anorexia e insomnio.
Además del trastorno por consumo de cannabis y la intoxicación por cannabis, es posible distinguir:
Delirium por intoxicación: Cuadro confusional con alteraciones mnésicas y síntomas ansiosos en general en
contexto de policonsumo.
Trastorno psicótico inducido por cannabis: Sintomatología psicótica de hasta 6 semanas de duración con
alteraciones motoras, sintomatología afectiva y psicótica. Comienzo brusco tras el consumo.
Trastorno de ansiedad inducido por cannabis: Aparición de síntomas de ansiedad hasta en el 22% de los casos.
Otros trastornos relacionados con cannabis: Algunos estudios apuntan a la relación estadísticamente significativa
entre depresión y consumo de cannabis. Se han descrito trastorno adaptativo con ánimo depresivo 16%, depresión
mayor 14%, distimia 10.5%. También se ha documentado mayor incidencia de intentos de suicidio en pacientes
con abuso o dependencia de cannabis.
Por otro lado, existe también relación entre el consumo de cannabis y el trastorno bipolar es frecuente. El consumo
empeora el pronóstico e incluso se ha sugerido que podría tener un efecto provocador de la enfermedad, sobre todo
en adolescentes, en conjunción con otros factores.
No psiquiátricas
Las complicaciones físicas relacionadas más directamente con el consumo crónico de derivados de cannabis se
producen a nivel respiratorio: bronquitis, enfisema, aumento del riesgo de neoplasia pulmonar, etc. También se
han observado alteraciones en el ciclo menstrual.
No está claro que el consumo crónico de derivados de cannabis produzca alteraciones
permanentes en el SNC. Suele aparecer ansiedad, confusión y miedo, que pueden progresar a
crisis de pánico o a una patología paranoide, más frecuentemente en pacientes con trastornos
psiquiátricos. Aparecen también trastornos de personalidad y del comportamiento. Su consumo
crónico puede producir síndrome amotivacional. Las alteraciones físicas más importantes se
producen a nivel respiratorio.
7. Trastornos por abuso/dependencia de benzodiacepinas
Los hipnosedantes son las sustancias psicoactivas que comienzan a consumirse a una edad
más tardía, de media a los 35,2 años. En el ámbito del consumo de hipnosedantes, predominan
los tranquilizantes/sedantes; 2 de cada 10 personas de 15 a 64 años los ha consumido alguna
vez, aproximadamente el doble de la proporción que registran los somníferos.
Entre el 10% y el 20% de la población de los países occidentales reconoce haber consumido benzodiacepinas en el
último año, y entre el 1% y el 3% las ha consumido diariamente durante más de un año. En general, se observa
un mayor consumo en mujeres, en personas de 50 a 65 años y una utilización de benzodiacepinas hipnóticas más
elevada que las ansiolíticas. Las indicaciones principales de estos medicamentos son el tratamiento de la ansiedad y
del insomnio, pero también son los medicamentos de elección en el tratamiento del síndrome de abstinencia del
alcohol y, cuando se administran de forma intravenosa, se emplean en el control del estado epiléptico y como
sedantes preoperatorios. En general, las benzodiacepinas suelen presentar pocas interacciones con otros fármacos
y los efectos secundarios son poco frecuentes, generalmente leves y pueden corregirse fácilmente ajustando la
dosis.
Las benzodiazepinas constituyen uno de los grupos de medicamentos más prescritos en la
práctica médica, sobre todo en el tratamiento de la ansiedad y del insomnio, pero también en el
tratamiento del síndrome de abstinencia del alcohol, en el control del estado epiléptico y como
sedantes preoperatorios.
7.1 Mecanismo de acción
Las benzodiacepinas ejercen sus efectos fisiológicos mediante su unión a una subunidad del receptor GABAA,
promoviendo el flujo de cloro. El receptor GABA consta de un canal iónico y varias subunidades que se fijan a
diferentes sustancias: una subunidad se fija al alcohol, otra a las benzodiacepinas y otra a los barbitúricos, lo que
explica la potenciación entre dichas sustancias y la tolerancia cruzada. La subunidad que se fija a las
benzodiacepinas se ha denominado receptor benzodiazepínico. Las benzodiacepinas que aumentan el efecto del
GABA se denominan agonistas.
El GABA es el neurotransmisor inhibidor mayor del SNC, y las sinapsis GABA, distribuidas a través del cerebro y la
médula espinal, constituyen alrededor del 40% de todas las sinapsis cerebrales. La función fisiológica de las sinapsis
gabaérgicas es modular la polarización de las neuronas. El receptor GABA lo consigue mediante la apertura o el
cierre de los canales de cloro. La apertura de los canales de cloro permite que entren más iones cloro al interior de
la célula. El flujo de iones cloro cargados negativamente aumenta el gradiente eléctrico a través de la membrana
celular y convierte a la neurona en menos excitable. El cierre de los canales disminuye la polarización eléctrica y
convierte a la célula en más excitable.
La unión de un agonista al receptor benzodiazepínico facilita el efecto del GABA (abre el canal de cloro). Los efectos
clínicos son la reducción de la ansiedad, la sedación y el aumento del umbral anticonvulsivante. Mientras que los
barbitúricos y el etanol en dosis altas pueden abrir el ionóforo de cloro de forma directa, las benzodiacepinas no lo
hacen, sólo potencian la acción de GABA. Ello explica por qué la intoxicación por alcohol o barbitúricos solos pueda
provocar paro respiratorio mientras que la intoxicación por benzodiacepinas solas no. Algunos componentes se
unen al receptor benzodiazepínico pero no aumentan ni disminuyen el efecto del GABA.
Las benzodiazepinas ejercen sus efectos fisiológicos mediante su unión a una subunidad del
receptor GABA (receptor benzodiazepínico). Las que aumentan el efecto del GABA se
denominan agonistas. En ausencia de agonistas benzodiazepínicos o inversos, los agonistas
neutros (antagonistas) se unen al receptor y bloquean los efectos tanto de los agonistas como
de los agonistas inversos.
7.2 Características farmacocinéticas
Tabla 19. Características farmacocinéticas de las benzodiazepinas
Triazolam 0.32.5 1 89
Metabolismo y excreción. Una vez que se alcanza el pico máximo, las concentraciones plasmáticas comienzan a
declinar rápidamente. Las curvas de eliminación son bifásicas:
1. Una fase inicial en la que la tasa de eliminación resulta de la distribución del fármaco desde el compartimento
central (suero y cerebro) al compartimento periférico (tejido adiposo, músculo esquelético e hígado);
2. Eliminación más lenta por metabolización hepática y eliminación renal:
Las dos vías de metabolización hepática son la oxidación microsomal (que da lugar a metabolitos activos y está
influenciada por la edad, la situación hepática, la inhibición de los enzimas hepáticos por otros fármacos: por
ejemplo, cimetidina, anticonceptivos orales, isoniacida, fenitoína, propanolol, disulfiram) y la conjugación (que se
afecta menos por estos factores, por lo que las BZD que se metabolizan por esta vía, oxazepam y lorazepam, son
más útiles en ancianos o hepatópatas).
La vía principal de excreción es la renal aunque un 10% se excreta por las heces
Comienzo y duración del efecto. Depende de la liposolubilidad.
Potencia de las benzodiacepinas. Las más potentes son el alprazolam, el clonazepam y el lorazepam.
Tabla 20. Clasificación de las benzodiazepinas según la duración de su vida media
Halazepam Nitrazepam
Tetrazepam Oxazepam
Dependiendo de su semivida, las BZD se dividen clásicamente en tres grupos.
7.3 Abuso y dependencia de benzodiacepinas
La mayoría de los individuos que no son ansiosos no encuentran que los efectos de las benzodiacepinas sean
reforzadores o placenteros y por consiguiente, las benzodiacepinas no suelen utilizarse con fines recreativos.
La administración de benzodiacepinas en dosis altas y durante un tiempo prolongado puede provocar dependencia
física y síndrome de abstinencia (prevalencia de 1030%) en pacientes tratados con dosis normales durante 6
meses o más. El periodo de tiempo hasta la aparición de tolerancia no es homogéneo, varía entre la 1ª y 2ª
semanas para la sobresedación y 6 meses para el efecto anticonvulsivo y ansiolítico.
Las investigaciones sobre la dependencia de las benzodiacepinas pueden diferenciarse entre las que se focalizan en
el abuso de dosis altas y las que se focalizan en el desarrollo de dependencia tras el uso crónico a dosis
terapéuticas. En general, podemos clasificar los pacientes
que desarrollan dependencia de benzodiacepinas en:
1. Politoxicómanos que también consumen
benzodiacepinas.
2. Alcohólicos y pacientes que abusan de las
benzodiacepinas que se les ha prescrito para el tratamiento
de la ansiedad crónica o el insomnio.
3. En mucha menor frecuencia, en pacientes con depresión
o trastornos de pánico a los que se les ha prescrito dosis
altas de benzodiacepinas durante períodos de tiempo
prolongados.
Los politoxicómanos pueden tomar benzodiacepinas para mejorar los efectos adversos de la cocaína, como
automedicación del síndrome de abstinencia de la heroína o del alcohol, para aumentar los efectos de la metadona
o para "colocarse" cuando no disponen de otras drogas. Rara vez las benzodiacepinas son sus drogas preferidas.
Incluso aunque el uso que realizan de las benzodiacepinas no pueda calificarse como "abuso" desde el punto de
vista de los criterios del DSMIV, suele decirse que estos individuos abusan de las benzodiacepinas puesto que su
consumo se realiza fuera del contexto del tratamiento médico y es parte del patrón de policonsumo de drogas.
Además, las benzodiacepinas suelen obtenerse en el mercado ilegal.
Alcohólicos y pacientes que abusan de las benzodiacepinas prescritas
Los alcohólicos y los pacientes abusadores que reciben tratamiento por ansiedad crónica o por insomnio son los
candidatos más importantes a desarrollar dependencia de benzodiacepinas. Pueden recibir benzodiacepinas por
períodos de tiempo prolongados y pueden estar biológicamente predispuestos a desarrollar dependencia de las
benzodiacepinas, puesto que en estos sujetos los efectos subjetivos de estos fármacos pueden ser diferentes.
Pacientes con prescripción de benzodiacepinas a dosis altas y durante tiempo prolongado
Los pacientes con depresión o trastornos de pánico pueden seguir tratamiento con benzodiacepinas a dosis altas
durante períodos de tiempo prolongados. Algunos de estos pacientes desarrollarán dependencia de las
benzodiacepinas que, en este contexto, no es exactamente lo mismo que el trastorno por abuso/dependencia de
benzodiacepinas.
7.4 Síndromes de abstinencia de benzodiacepinas
Definición y tipos
Los primeros trabajos sobre los síndromes de abstinencia de las benzodiacepinas sugerían que estos efectos
ocurrían a dosis altas y que estos síndromes eran muy poco frecuentes en los pacientes que estaban recibiendo
dosis terapéuticas. Sin embargo, estudios posteriores indicaron que también podían ocurrir en pacientes que
estaban recibiendo dosis terapéuticas de algunas benzodiacepinas y que la incidencia de éstos varía entre el 5% y
el 35% en pacientes en tratamiento con benzodiacepinas por lo menos durante un mes.
Actualmente se acepta que el consumo crónico de benzodiacepinas puede producir dependencia
física y aparición de un síndrome de abstinencia, tanto tras el uso a dosis superiores a las
terapéuticas, como tras el uso a dosis terapéuticas durante un tiempo prolongado.
Abstinencia a dosis altas
Los estudios en humanos establecieron que las dosis altas
de clordiazepóxido y diazepam tomadas durante un mes o
más producían un síndrome de abstinencia clínicamente
similar al síndrome de abstinencia producido por las dosis
altas de barbitúricos. Los signos y síntomas de la
abstinencia de benzodiacepinas incluyen: ansiedad,
temblores, insomnio, pesadillas, anorexia, náuseas,
vómitos, hipotensión postural, convulsiones, síndrome
confusional, hiperpirexia y muerte. El cuadro suele
aparecer a las 2448 horas del cese de administración de
una benzodiazepina de vida media corta o a los 38 días de
una de vida media larga.
Abstinencia a dosis bajas
También se le denomina síndrome de abstinencia a dosis terapéuticas, síndrome de abstinencia a dosis normales o
síndrome de retirada de las benzodiacepinas.
Clínica y factores de riesgo
El síndrome de retirada o abstinencia tras el uso de benzodiacepinas es variable según su naturaleza, gravedad y
duración. En general, tras la retirada de benzodiacepinas pueden ocurrir cuatro situaciones: ausencia de efectos,
reaparición de síntomas, síntomas de rebote y síntomas de abstinencia. Los síndromes de abstinencia pueden ser
diferentes si las benzodiacepinas son administradas a dosis altas o bajas.
Tabla 21. Síndromes de abstinencia de benzodiazepinas (BZD)
Respuesta a la
Síndrome Signos/síntomas Curso temporal reinstauración de
benzodiazepinas
Entre los factores de riesgo para desarrollar síndrome de abstinencia a las benzodiacepinas destacan:
Clase de benzodiacepina
En terapéutica disponemos de más de 40 benzodiacepinas diferentes. De las 15 de mayor utilización (alprazolam,
bromazepam, clordiazepóxido, clobazam, clonazepam, diazepam, flunitrazepam, flurazepam, lorazepam,
lormetazepam, midazolam, nitrazepam, oxazepam, temazepam, triazolam), se han descrito efectos tras la retirada
de su uso crónico en todas ellas, excepto con el midazolam, que suele usarse sólo de forma aguda o subaguda.
En la actualidad no está claro cuáles son los componentes individuales que se asocian más con los efectos de
retirada, aunque su vida media parece ser uno de los factores más importantes. Probablemente las
benzodiacepinas de vida media corta se asocian más con estos efectos debido a sus características
farmacocinéticas: en una pauta de una dosis diaria, los niveles de estos componentes es más probable que
disminuyan hasta concentraciones indetectables. Por el contrario, las benzodiacepinas de vida media larga se
asocian con menos probabilidad con efectos de retirada debido a sus niveles prolongados del fármaco primario o sus
metabolitos activos. Muchos estudios sugieren que el alprazolam es la benzodiazepina que presenta más síndromes
de retirada, aunque los estudios de correlación farmacocinética/farmacodinámica apoyan que tales efectos se deben
más a la dosis y la duración que a efectos específicos del alprazolam. Por otra parte, algunos investigadores han
sugerido que las benzodiacepinas de elevada potencia se asocian con mayor probabilidad con efectos de retirada,
probablemente debido a una elevada afinidad del receptor, aunque las evidencias neuroquímicas no apoyan esta
hipótesis.
Dosis
En general, se asume que la probabilidad de aparición de los efectos de retirada aumentan con la dosis. Los
estudios recientes de los pacientes que reciben tratamiento crónico con alprazolam indican que los efectos de
retirada aumentan a dosis altas, y además sugieren que hay un umbral a partir del cual los efectos de retirada son
mucho menos probables.
Duración
Se admite que la mayor duración del tratamiento con benzodiacepinas predispone a la aparición de efectos de
retirada. Por ello se recomienda evitar periodos más largos de 6 meses.
Características del paciente
No está clara la existencia de factores de personalidad predisponentes a la aparición de síndrome de abstinencia de
las benzodiacepinas a dosis bajas. Cabe tener en cuenta la historia de enfermedades médicas crónicas, la historia
previa de otras dependencias o alcoholismo, el género y la edad avanzada.
7.5 Tratamiento
Desintoxicación
pacientes en mantenimiento a dosis terapéuticas
durante largos periodos de tiempo.
pacientes que toman dosis supraterapéuticas.
pacientes politoxicómanos que entre otras drogas toman
también benzodiacepinas.
Dosis terapéuticas
Cuando es difícil suprimir las dosis muy bajas, pueden utilizarse otras benzodiacepinas diferentes (por ejemplo, el
alprazolam a 1 mg puede ser difícil de suprimir y puede cambiarse por clonazepam o carbamazepina).
Tabla 22. Síndromes de abstinencia de benzodiazepinas (BZD)
Respuesta a la
Síndrome Signos/síntomas Curso temporal reinstauración de
benzodiazepinas
Tabla 23. Tabla de equivalencia entre benzodiazepinas
Benzodiazepina Dosis equivalente a
diazepam 10 mg
Alprazolam 1
Clordiazepóxido 25
Clonazepam 2
Clorazepato 15
Diazepam 10
Flunitrazepam 1
Lorazepam 12
Lormetazepam 12
Nitrazepam 10
Oxazepam 20
Temazepam 20
Triazolam 0,5
Dosis supraterapéuticas
Los pacientes que requieren desintoxicación de benzodiacepinas a dosis elevadas o supraterapéuticas constituyen
un grupo pequeño de pacientes, pero tienen un riesgo elevado de sufrir síntomas de retirada que pueden ser
graves, como convulsiones, cuadro confusional y psicosis. Habitualmente la desintoxicación debe realizarse en
régimen de ingreso y sólo en condiciones de gran garantía de soporte externo y contención puede intentarse en
régimen ambulatorio y en este caso no debe disminuirse más del 5% de la dosis semanalmente. Habitualmente se
sustituye la dosis de la benzodiazepina de abuso por dosis equivalentes de una benzodiazepina de vida media larga
(diazepam es la más utilizada) administrada en dosis fraccionadas durante el primer día. El segundo día la dosis
total administrada se disminuye en un 30% y posteriormente un 5% en los siguientes días. Si durante la
disminución de dosis aparece sudoración, temblor o aumento de los signos vitales, deberá enlentecerse la
disminución.
Benzodiacepinas en politoxicomanía
El consumo esporádico de benzodiacepinas (como inductores del sueño tras el uso de estimulantes) no requiere
tratamiento. Sin embargo, cuando el consumo es continuo e importante, debe tratarse como en los dos supuestos
previos pero con más precaución.
Uso de otros medicamentos
También se han utilizado otros fármacos no benzodiazepínicos para tratar el síndrome de abstinencia con
resultados variables en cuanto a eficacia. Entre estos fármacos destacan: buspirona, carbamazepina, clonidina,
imipramina, luminal, propanolol, paroxetina, valproato, gabapentina topiramato y pregabalina.
Tratamientos psicológicos y prevención de recaídas
Técnicas de reducción de niveles de ansiedad
Se han descrito varias técnicas que facilitan que el individuo pueda reducir sus niveles de ansiedad utilizando sus
propios recursos y que son especialmente interesantes en el caso de dependencia de benzodiacepinas. Estas
técnicas incluyen la relajación muscular progresiva, la meditación, el entrenamiento autógeno, el biofeedback y la
relajación inducida hipnóticamente. Sin embargo, los resultados obtenidos hasta la actualidad han sido poco
esperanzadores.
Prevención de recaídas
Es un problema difícil de evaluar debido a que no existen datos fiables sobre las tasas de recaída en estos pacientes.
En general, la tasa de pacientes que permanecen abstinentes después de un año es aproximadamente del 50%,
mientras que el 15% usan benzodiacepinas a dosis terapéuticas y sólo cuando es necesario. Hay que resaltar que
los pacientes que han sido dependientes de una benzodiazepina es difícil que se recuperen sin usar otros
medicamentos. En general, se observa que la benzodiazepina se sustituye por otro medicamento con actividad
ansiolítica muchas veces menos efectiva o con más efectos tóxicos como el hidrato de cloral, neurolépticos o
antidepresivos. La utilización de técnicas cognitivas conductuales o estrategias conductuales especialmente
diseñadas para prevenir la recaída pueden ayudar al paciente a evitar su reinicio en el consumo de
benzodiacepinas. Además, es fundamental tener en cuenta que si existe una patología psiquiátrica subyacente (p.
ej., crisis de pánico) es imprescindible su tratamiento para evitar la recaída.
Los pacientes que suelen desarrollar dependencia de estas sustancias son politoxicómanos,
alcohólicos y pacientes con ansiedad crónica o insomnio que abusan de ellas, y en menor
frecuencia, los pacientes diagnosticados de depresión o trastornos de pánico que toman dosis
altas de benzodiazepinas durante periodos de tiempo prolongados. En cualquier caso, el
consumo crónico de estas sustancias puede ocasionar dependencia física y síndrome de
abstinencia. El tratamiento incluye la desintoxicación, técnicas de reducción de ansiedad y la
prevención de recaídas.
8. Caso clínico
Motivo de consulta y antecedentes
Paciente varón de 30 años que acude a un centro de atención ambulatoria de drogodependencias en demanda de
tratamiento por la dependencia de heroína que presenta.
Antecedentes familiares
Padre con probable alcoholismo, un hermano consumidor de heroína. Dos hermanas sanas.
Antecedentes personales
Desarrollo psicomotor normal.
Enuresis hasta los 12 años.
Rendimiento escolar normal hasta los 13 años en que empezó a tener peor rendimiento.
Problemas de disciplina desde los 1213 años, con castigos frecuentes y "novillos".
A los 13 años repitió el curso escolar y cambió de colegio.
En el nuevo colegio el rendimiento escolar siguió siendo bajo y presentó más problemas de disciplina con
expulsiones temporales.
Deja el colegio a los 15 años sin conseguir el graduado escolar.
Inicia conductas de pequeños robos a los 15 años, y posteriormente ha sido detenido en varias ocasiones habiendo
ingresado en prisión 1 vez (durante 8 meses a los 28 años). Actualmente tiene un juicio pendiente de resolución.
Desde los 16 años ha realizado trabajos esporádicos, en distintas áreas, fundamentalmente como peón no
especializado; la mayor parte del tiempo ha estado sin trabajo, actualmente tampoco trabaja y no cobra ningún
subsidio.
La primera relación afectiva la tuvo a los 20 años, con una duración de dos años; ella también era consumidora de
drogas. Posteriormente varias relaciones esporádicas.
Actualmente vive con los padres y un hermano consumidor de drogas.
No realizó el servicio militar por excedente de cupo.
Un episodio de sobredosis de heroína a los 22 años.
Un ingreso hospitalario a los 29 años por endocarditis. Durante el ingreso hospitalario se le detectaron los
anticuerpos para el VIH (mediante ELISA y confirmados por WesternBlott), así como los anticuerpos para hepatitis
B y hepatitis C, la prueba de la tuberculina fue negativa y los linfocitos CD4 fueron de 650.
Historia toxicológica
Inició el consumo de tóxicos con el tabaco a los 12 años. Desde entonces ha fumado siempre y actualmente el
consumo es de 1 paquete/día.
A los 14 años empezó a fumar "porros" con frecuencia diaria hasta los 20 años en que tras iniciar el consumo de
heroína abandonó el de cannabis, que pasó a ser esporádico hasta la actualidad.
A los 15 años inició el consumo de alcohol con temporadas de semanas de ingesta diaria hasta llegar a la
intoxicación y con peleas en estado de embriaguez. Actualmente, consumo diario de 67 cervezas/día, niega
síntomas de abstinencia del alcohol.
A los 18 años, consumos puntuales de alucinógenos, posteriormente no los ha vuelto a consumir.
A los 19 años inició el consumo de cocaína por vía esnifada y de forma ocasional.
Posteriormente y estando consumiendo heroína, ha presentado temporadas de consumo conjunto de heroína y
cocaína por vía endovenosa.
Actualmente, consumos de cocaína esporádicos (cada 23 meses).
Desde los 23 años, consumo puntual de benzodiacepinas.
Enfermedad actual
El paciente explica que empezó a consumir heroína a los 20 años, primero de forma esnifada y con frecuencia
semanal pero al mes ya estaba consumiendo diariamente y a los tres meses pasó a la vía endovenosa.
Siguió consumiendo de forma diaria y continuada hasta los 25 años en que, por primera vez acudió a un centro de
drogodependencias en el que le prescribieron un tratamiento de desintoxicación ambulatoria con dextropropoxifeno
y ansiolíticos. El paciente no consiguió la abstinencia de heroína y abandonó el tratamiento.
Solicitó de nuevo tratamiento a los 26 años y esta vez se le indicó una desintoxicación en régimen de ingreso
hospitalario, dada la poca contención familiar disponible. Durante el ingreso se realizó un tratamiento de
desintoxicación y se inició un programa de naltrexona que el paciente debía seguir al alta. Al mes del alta el
paciente abandonó el tratamiento con naltrexona y a las tres semanas recayó en el consumo de heroína.
Siguió consumiendo heroína hasta que a los 28 años ingresó en prisión para cumplir condena por robo. Durante la
estancia en prisión mantuvo consumos esporádicos. Tras salir de prisión (a los 4 meses), reinició inmediatamente
el consumo de heroína por vía endovenosa.
A los 29 años presentó un síndrome febril con malestar general por el que acudió a urgencias de un hospital
general donde le diagnosticaron una endocarditis (Ver antecedentes).
Durante el ingreso hospitalario, además del tratamiento antibiótico para su endocarditis, se le trató la dependencia
de heroína con metadona a dosis decrecientes porque el paciente se negó a un tratamiento de mantenimiento; al
alta se le recomendó que acudiera a un centro de tratamiento para su toxicomanía. Tras el alta el paciente no
acudió a ningún centro y reinició el consumo de heroína a los pocos días.
A los 30 años acudió al centro de toxicomanías (Ver motivo de consulta) solicitando tratamiento para la
dependencia de heroína que presentaba. Estaba consumiendo alrededor de 1g/heroína/día/endovenosa en 4
administraciones distintas, así como 67 cervezas/día y 1 paquete/cigarrillos/día.
Orientación diagnóstica y exploraciones complementarias
De acuerdo con los criterios DSMIV se orienta el caso como:
Eje I: Trastorno por dependencia de opiáceos
Trastorno por abuso de alcohol
Trastorno por dependencia de nicotina
Eje II: Trastorno de personalidad antisocial
Eje III: Infección por el VIH, infección por VHB y VHC
Eje IV: Moderado, crónico
Eje V: 55%
Se realiza un hemograma y una bioquímica plasmática estándar, incluyendo GGT.
Además se solicita recuento de CD4 y carga viral.
Se realiza un Mantoux.
Plan terapéutico
1. Se decide proponer al paciente entrar en un programa de mantenimiento con metadona de larga duración.
2. Puesto que el Mantoux es de 10 mm, se realiza una Rx tórax que es normal, se decide iniciar tratamiento
profiláctico para la tuberculosis con 300 mg de isoniacida administrada diariamente conjuntamente con la
metadona en el mismo centro.
3. Además se cita al paciente para ser visitado por especialista de Medicina Infecciosa para decidir la necesidad de
iniciar tratamiento antirretroviral (con los resultados de CD4 y carga viral).
9. Ejercicios de autoevaluación
1. Una intoxicación aguda por éxtasis no presenta uno de los siguientes signos/síntomas:
a) Miosis
b) Taquicardia
c) Agitación
d) Hipertermia
e) Sudoración
2. En el síndrome de abstinencia de opiáceos se presentan los siguientes síntomas o signos
excepto:
a) Bostezos
b) Dolores musculares
c) Diarrea
d) Rinorrea
e) Miosis
3. En la intoxicación aguda por cocaína pueden presentarse todos excepto:
a) Arritmia
b) Midriasis
c) Psicosis aguda
d) HTA
e) Lagrimeo
4. Las crisis de pánico son frecuentes en todos excepto:
a) Dependencia de opiáceos
b) Dependencia de cocaína
c) Abuso de cannabis
d) Retirada de benzodiacepinas
e) Intoxicación aguda por éxtasis
5. En el síndrome de abstinencia de cocaína no es frecuente encontrar:
a) Hipersomnia
b) Hiperfagia
c) Astenia
d) Sudoración profusa
e) Midriasis
ENVIAR RESPUESTAS
Anexos
Resumen
Bibliografía
Contenido complementario 1
Contenido complementario 2
Resumen
En este módulo hemos estudiado los trastornos por abuso y dependencia de los opiáceos y otras sustancias
psicoactivas. Hemos visto las complicaciones que ocasionan a nivel psiquiátrico y somático, lo que hace todavía más
difícil su correcto abordaje. Hemos revisado las principales formas de tratamiento existentes y en desarrollo para
paliar los efectos que producen estas sustancias, especialmente en lo que se
refiere a la prevención de recaídas al tratarse de enfermedades recidivantes.
Bibliografía
Bibliografía general
American Psychiatric Press. (1995). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona:
Masson.
Asociación Americana de Psiquiatría. (2013). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (5 ª
ed.). Arlington, VA:. American Psychiatric Publishing
Observatorio Español sobre Drogas (2015). Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.
Ministerio de Interior. Informe Alcohol, tabaco y drogas ilegales en España.
Torrens, M.; del Moral, E. (2000). “Tratamiento de los trastornos por adicción a sustancias”. En: J.A. Cervilla; C.
GarcíaRibera (ed.). Fundamentos biológicos en psiquiatría (págs. 353363). Barcelona: Masson.
Opiáceos
Cami J, Farre M. (2003) Drug addiction. N Engl J Med (núm. 349, págs 97586).
EMEA (2001) Public Statement on the Recommendation to Suspend the Marketing Authorisation for Orlaam
(Levacetylmethadol) in the European Union.
Flórez J. (2003) Fármacos analgésicos opioides. En: Flórez J, Armijo JA, Mediavilla A, editores. Farmacología
humana. 4ª ed. Barcelona: Masson; págs. 461478.
Gerrits MA, Lesscher HB, van Ree JM. (2003) Drug dependence and the endogenous opioid system. Eur
Neuropsychopharmacol (núm. 13, págs 42434)
Gutstein HB, Akil H. (2001) Opioid Analgesics. En: Hardman JG, Limbird LE, Gilman AG, editors. Goodman and
Gilman’s. The pharmacological basis of therapeutics. 10th ed. New York: McGrawHill; págs 569619.
Hämmig R, Köhler W, BonordenKleij K, et al. (2014) “Safety and tolerability of slowrelease oral morphine
versus methadone in the treatment of opioid dependence”. J Subst Abuse Treat (núm 47, págs. 27581).
Krupitsky EM, Blokhina EA. (2010) “Longacting depot formulations of naltrexone for heroin dependence: a
review”. Curr Opin Psychiatry. (núm. 23, págs. 2103).
Lana F, SánchezGil C, Adroher ND, Pérez V, Feixas G, MartíBonany J, Torrens M. (2016) Comparison of
treatment outcomes in severe personality disorder patients with or without substance use disorders: a 36month
prospective pragmatic followup study. Neuropsychiatr Dis Treat. (núm. 21, págs. 14771487).
Leri F, Bruneau J, Stewart J. (2003) “Understanding polydrug use: review of heroin and cocaine couse”.
Addiction. (núm. 98, págs. 722).
March JC, OviedoJoekes E, PereaMilla E, Carrasco F; PEPSA team. (2006) “Controlled trial of prescribed
heroin in the treatment of opioid addiction”. J Subst Abuse Treat (núm. 31, págs. 20311)
Nielsen S, Larance B, Degenhardt L, Gowing L, Kehler C, Lintzeris N. (2016) “Opioid agonist treatment for
pharmaceutical opioid dependent people”. Cochrane Database Syst Rev. (núm. 9)
Rang H. P., Ritter J. M., Flower R. J., Henderson G. (2015) Rang and Dale’s Pharmacology. Churchill
Livingstone.
Romo N, Poo M, Ballesta R; PEPSA Team. (2009) “From illegal poison to legal medicine: a qualitative research
in a heroinprescription trial in Spain”. Drug Alcohol Rev (núm 28, págs. 18695).
Roncero C, Barral C, RodríguezCintas L, PérezPazos J, MartinezLuna N, Casas M, Torrens M, Grau
López L. (2016) “Psychiatric comorbidities in opioiddependent patients undergoing a replacement therapy
programme in Spain: The PROTEUS study”. Psychiatry Res.(núm. 243, págs. 17481).
Schuckit MA. (2016) “Treatment of OpioidUse Disorders”. Treatment of OpioidUse Disorders. (núm. 28, págs.
35768).
Schumacher MA, Basbaum AI, Way WL. Opioid analgesics and antagonists. En: Katzung BG, editor (2004).
Basic and Clinical Pharmacology. 9th ed. New York: Lange Medical Books/McGrawHill; págs. 497516.
Soyka M. (2015) “New developments in the management of opioid dependence: focus on sublingual
buprenorphinenaloxone”. Subst Abuse Rehabil. (núm. 6, pags. 114).
Strang J, Groshkova T, Uchtenhagen A, van den Brink W, Haasen C, Schechter MT, Lintzeris N, Bell J,
Pirona A, OviedoJoekes E,
Simon R, Metrebian N. (2015) “Heroin on trial: systematic review and metaanalysis of randomised trials of
diamorphineprescribing as treatment for refractory heroin addiction. Br J Psychiatry. (núm. 207 págs. 514).
Cocaina
Addis A, Moretti M E, Ahmed S F, Einarson T R, Koren G. (2001) “Fetal effects of cocaine: an update meta
analysis”. Reprod Toxicol (núm. 15, págs. 341369).
Alvarez Y, PérezMañá C, Torrens M, Farré M. (2013) “Antipsychotic drugs in cocaine dependence: a
systematic review and metaanalysis”. J Subst Abuse Treat. 2013 (núm. 45, págs. 110).
Amato L, Minozzi S, Pani P, Davoli M. (2007) “Antipsychotic medications for cocaine dependence”. Cochrane
Database Syst Rev (núm. 18).
Ambrosio E. (2003) “Neuroadaptaciones producidas por el consumo y la abstinencia de cocaína. En: Aspectos
básicos y clínicos sobre la neurobiología de la adicción”. Felipe L, Fundación Dr. Steve, Barcelona.
American Psychological Association (2002) Criteria for practice guideline development and evaluation.
American Psychologist 2002; 57: 10481051.
Balcells M. (2001) “Complicaciones orgánicas de la cocaína”. Adicciones (núm. 13, págs. 167172).
Bauman BM, Perrone J, Hornig SE. (2000) “Cardiac and hemodynamic assesment of patients with cocaine
associated chest pain syndromes”. Clin Toxicol (núm. 38, págs. 283290).
BrownES, NejtekVA, PerantieDC y cols. (2003) Cocaine and anphetamine use inpatients with psychiatric ill
randomized trial of typical antipsychotic continuation or discontinuation. J Clin Psychopharmacol (núm. 23, págs.
384388).
Brush E, Bird S, Boyer EW. (2004) “Monoamine oxidase inhibitor poisoning resulting from internet
misinformation on illicit substances”. J Toxicol Clin (núm. 42 págs. 191195
Caballero L. (2005) “Adicción a cocaína: neurobiología, clínica, diagnóstico y tratamiento”. Secretaría General de
Sanidad. Ministerio de Sanidad y Consumo. Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Madrid
Caine SB, Negus SS, Mello NK, Bergman J. (2000) Effects of dopamine D(1like) an D(2like) agonists on
cocaine self administration in rhesus monkeys: rapad assessment of cocaine doseeffect functions.
Psychopharmacol (núm. 148, págs. 4151).
Carroll KM, Fenton L, Ball S, Nich C, Frankforter TL, ShiJ, Rounsaville BJ. (2004) Efficacy of disulfiram and
cognitive behaviour therapy in cocainedependent outpatients: a randomized placebocontrolled trial. Arch Gen
Psychiatry (núm. 61, págs. 264272).
Castells X, Cunill R, PérezMañá C, Vidal X, Capellà D. (2016) “Psychostimulant drugs for cocaine
dependence”. Cochrane Database Syst Rev.
Casete L, Ciment, B. (2008) Guía Clínica Cocaína. Socidrogalcohol.
Cleveland NJ, Dewitt CD, Heard K. (2005) Ziprasidone pretreatment attenuates the lethal effects of cocaine in
a mouse model. Acad Emerg Med (núm. 12, págs. 3858).
Crandall CG, Vongpatanasin W, Victor RG. (2002) Mechanism of cocaineinduced hyperthermia in humans.
Ann Intern Med (núm. 136, págs. 785791).
Cubells JF. (2006) “Topiramate for cocaine dependence”. Current Psychiatry Reports (núm. 8, págs 1301).
Dackis CA. (2004) “Recent advances in the pharmacotherapy of cocaine dependence”. Am Psychiatry Rep. (núm.
6, págs. 323331).
Dackis CA, Kampman KM, Lynch KG, Pettinati HM, O ́Brien CP.” A double –blind, placebocontrolled trial of
modafinil for cocaine dependence”. Neuropsychopharmacology. (núm. 30, págs. 20511).
De la Garza R, Newton T, Kalechstein A. “Risperidone diminishes cocaine induced craving”.
Psychopharmacology (núm. 178, págs. 347350). European Monitoring Center for Drugs and Addiction. Treatment
of problem cocaine use: a review of the literature. EMCDDA literature reviews. Lisbon. 2007.
Farren CK, Hameedi FA, Rosen MA y cols. (2000) “Significant interaction between clozapine and cocaine in
cocaine addicts”. Drug Alcohol Depend (núm. 59 págs. 15363).
Feldmann E, Broderick JP et al. (2005) “Major risk factors for intracerebral haemorrhage in the young are
modifiable”. Stroke (núm. 36, págs. 18811885).
GarcíaRodríguez O, SecadesVilla T, Álvarez H, Río A, FernándezHermida JR et al. (2007) “Efecto de los
incentivos sobre la retención en un tratamiento ambulatorio para adictos a la cocaína”. Psicothema; (vol. 19 págs.
134139).
Gold MS, Jacobs WS. (2005) “Cocaine and crack: clinical aspects”. En Lowinson y cols (eds). Substance abuse. A
Comprehensive Textboock. Philadelphia (PA): Lippincott Williams & Wilkins, (págs. 218251).
González G, Desai R, Sofuoglu M, Poling J, Oliveto A, Gonsai K, Kosten TR. (2007) “Clinical efficacy of
gabapentine versus tiagabine for reducing cocaine use among cocaine dependent methadonetreated patients”.
Drug Alcohol Depend (núm. 87, págs. 19).
González I. (2005) “Consumidores de cocaína y estimulantes: aspectos psicológicos”. En García JA, López C.
Manual de estudios sobre cocaína y drogas de síntesis.(Cap VII). Ed. EDAF.
Gossop M, Carrol KM. (2006) “Disulfiram, cocaine, and alcohol: two outcomes for the price of one?”. Alcohol and
Alcoholism (núm. 421, págs 11920)
Haigney MC, Alam S, Tebo S. (2006) “Intravenous cocaine and QT variability”. J Cardiovas Electrophysiol (núm.
17, págs. 610616).
Johnson BA, Roache JD, AitDaoud N, Javors MA, Harrison JM, Elkashef A y cols. (2006) “A preliminary
randomized, doubleblind, placebocontrolled study of the safety and efficacy of ondansetron in the treatment of
cocaine dependence”. Drug Alcohol Depend (núm. 84, págs. 256263)
Karila L, Gorelick D, Weinstein A, Noble F, Benyamina A, Coscas S y cols. (2007) “New Treatments for
cocaine dependence: a focused review”. Int J Neuropsychopharmacol (núm. 10, págs. 114).
Kosten TR, Rosen M, Bond J, et al. (2002) “Human therapeutic cocaine vaccine: safety and immunogenicity”.
Vaccine 2002; 20:11961204
López A, Becoña E. (2006) “Consumo de cocaína y psicopatología: una revisión. Adicciones” (núm. 18, págs.
161196).
Moeller F, Schmitz J, Steinberg J, Green C, Reist C, Lai L y cols. (2007) Citalopram combined with
behavioral therapy reduces cocaine use: a doubleblind, placebocontrolled trial. Am J Drug Alcohol Abuse (núm.
33, págs. 36778).
Pérez de los Cobos J, Gonzalvo B, Tejero A, Gurrea A. (2006) “Tratamiento de la dependencia de cocaína”.
En: Tratado SET de trastornos adictivos. Editorial Médica Panamericana. Tomo I. 2006 págs. 262266.
Pavlovic Z. (2011) “Lamotrigine reduces craving and depressive symptoms in cocaine dependence”. J
Neuropsychiatry Clin Neurosci. (núm 23)
Schurr JW, Gitman B, Belchikov Y. (2014) “Controversial therapeutics: the βadrenergic antagonist and
cocaineassociated cardiovascular complications dilemma”. Pharmacotherapy. (núm. 34, págs. 126981)
Silverman K, Robles E, Mudric T, Bigelow GE, Sitzer ML. (2004) “VA randomized trial of longterm
reinforcement of cocaine abstinence in methadonemaintained patients who inject drugs”. Journal of consulting
and clinical psychology (num 5, págs 83954).
Shorter D, Domingo CB, Kosten TR. (2015) “Emerging drugs for the treatment of cocaine use disorder: a
review of neurobiological targets and pharmacotherapy”. Expert Opin Emerg Drugs.
VerdejoGarcia A, VerdejoRomán J, AlbeinUrios N, MartínezGonzález JM, SorianoMas C. (2015)
“Brain substrates of social decisionmaking in dual diagnosis: cocaine dependence and personality disorders”. Addict
Biol.
Willi TS, Lang DJ, Honer WG, Smith GN, et. al. (2016) “Subcortical grey matter alterations in cocaine
dependent individuals with substanceinduced psychosis compared to nonpsychotic cocaine users”. Schizophr Res.
(núm. 176 págs. 15863).
Cannabis
Ashton, C.H. (2001) “Pharmacology and effects of cannabis: A brief review”. Br. J. Psychiatry. (núm. 178, págs.
1016).
Baker AL, Thornton LK, Hides L, Dunlop A. (2012) “Treatment of cannabis use among people with psychotic
disorders: a critical review of randomised controlled trials”. Curr Pharm Des.(núm. 18, págs. 492337).
Becker MP, Collins PF, Luciana M. (2014) “Neurocognition in collegeaged daily marijuana users”. J Clin Exp
Neuropsychol. (núm. 36, págs. 37998)
Bobes J, Calafat A. (2000) Monografía cannabis. Socidrogalcohol.
Hoch E, Bonnetn U, Thomasius R, Ganzer F, HavemannReinecke U, Preuss UW. (2015) “Risks associated
with the nonmedicinal use of cannabis”. Dtsch Arztebl Int. (núm. 112, págs. 2718)
Hall W, Degenhardt L. (2014) “The adverse health effects of chronic cannabis use”. Drug Test Anal. (núm 6,
págs. 3945)
Kelleher LM, Stough C, Sergejew AA, Rolfe T. (2004) “The effects of cannabis on informationprocessing
speed”. Addict Behav. (núm 29, págs. 12139)
Løberg EM, Hugdahl K. (2009) “Cannabis use and cognition in schizophrenia”. Front Hum Neurosci. (núm. 24,
págs. 53)
Panlilio LV, Goldberg SR, Justinova Z. (2015) “Cannabinoid abuse and addiction: Clinical and preclinical
findings”. Clin Pharmacol Ther. (núm. 97, págs. 61627).
Pope HG Jr, Gruber AJ, Hudson JI, Cohane G, Huestis MA, YurgelunTodd D. (2003) “Earlyonset cannabis
use and cognitive deficits: what is the nature of the association?” Drug Alcohol Depend. (núm. 69, págs. 30310)
PushpaRajah JA, McLoughlin BC, Gillies D, Rathbone J, Variend H, Kalakouti E, Kyprianou K. (2015)
“Cannabis and schizophrenia”. Schizophr Bull. 2015 (núm. 41, págs. 3367)
Ramaekers JG, Moeller MR, van Ruitenbeek P, Theunissen EL, Schneider E, Kauert G. (2006) “Cognition
and motor control as a function of Delta9THC concentration in serum and oral fluid: limits of impairment”. Drug
Alcohol Depend. (núm. 85, págs. 11422).
Sara GE, Burgess PM, Malhi GS, Whiteford HA, Hall WC. (2014) “The impact of cannabis and stimulant
disorders on diagnostic stability in psychosis”. J Clin Psychiatry (núm. 75, págs. 34956)
Schuster RM, Crane NA, Mermelstein R, Gonzalez R. (2012) “The influence of inhibitory control and episodic
memory on the risky sexual behavior of young adult cannabis users”. J Int Neuropsychol Soc.(núm. 18, págs. 827
33).
Tan H, Ahmad T, Loureiro M, Zunder J, Laviolette SR. (2014) “The role of cannabinoid transmission in
emotional memory formation: implications for addiction and schizophrenia”. Front Psychiatry. (núm 5:73, págs 1
12)
Drogas de síntesis
Cerretani D, Riezzo I, Fiaschi AI, Centini F, Giorgi G, D'Errico S, Fiore C, Karch SB, Neri M, Pomara C,
Turillazzi E, Fineschi V. (2008) “Cardiac oxidative stress determination and myocardial morphology after a single
ecstasy (MDMA) administration in a rat model”. Int J Legal Med. (núm: 122, págs. 4619)
Chen H, Wu J, Zhang J, Hashimoto K. (2010) “Recent topics on pharmacotherapy for amphetaminetype
stimulants abuse and dependence”. Curr Drug Abuse Rev. (núm 3, págs. 22238).
Cowan RL, Roberts DM, Joers JM. (2008) “Neuroimaging in human MDMA (Ecstasy) users”. Ann N Y Acad Sci.
(núm. 1139, págs. 2918).
Degenhardt L, Bruno R, Topp L. (2010) “Is ecstasy a drug of dependence?” Drug Alcohol Depend. (núm. 1,
págs. 110).
Iversen L, White M, Treble R. (2014) “Designer psychostimulants: pharmacology and differences”.
Neuropharmacology. (núm. 87, págs. 5965).
Lorenzo P, Lizasoain I. (2003) “Características farmacológicas de las drogas recreativas”. Monografia drogas
recreativas. Socidrogalcohol.
Lorenzo P, Ladero JM, Bobes J. (2003) “Drogas de diseño (II). Otras feniletilaminas. Opioides. Otros.”. En:
Lorenzo P, Ladero JM, Leza JC, Lizasoain I (Eds). Drogodependencias. Farmacología. Patología. Psicología.
Legislación. 2ª Ed. Panamericana SA.
McKetin R, Copeland J, Norberg MM, Bruno R, Hides L, Khawar L. (2014) “The effect of the ecstasy 'come
down' on the diagnosis of ecstasy dependence”. Drug Alcohol Depend. (núm. 1, págs. 2632).
Ricaurte GA, Yuan J, Hatzidimitrou G, Cord BJ, McCann UD. (2002) “Severe dopaminergic neurotoxicity in
primates after a common recreational dose regimen of MDMA (Ecstasy)”. Science. (núm. 297, págs. 22603).
Sarkar S, Schmued L. (2010) “Neurotoxicity of ecstasy (MDMA): an overview”. Curr Pharm Biotechnol. (núm.
11, págs. 4609).
Wu LT, Ringwalt CL, Mannelli P, Patkar AA. (2008) “Hallucinogen use disorders among adult users of MDMA
and other hallucinogens”. Am J Addict. 2008 (núm. 17, págs. 35463)
Benzodiacepinas
Amigó Tadín M. (2006) “Benzodiazepine dependence”. Rev Enferm. (núm. 29, pág. 9).
ChojnackaWójcik E, Kłodzinska A, Pilc A. (2001) “Glutamate receptor ligands as anxiolytics”. Curr Opin
Investig Drugs. (núm.2, págs. 11129)
Das P, Lilly SM, Zerda R, Gunning WT 3rd, Alvarez FJ, Tietz EI. (2008) “Increased AMPA receptor GluR1
subunit incorporation in rat hippocampal CA1 synapses duringbenzodiazepine withdrawal”. J Comp Neurol. (núm.
511, págs. 83246).
Federico A, Tamburin S, Maier A, Faccini M, Casari R, Morbioli L, Lugoboni F. (2016) “Multifocal cognitive
dysfunction in highdose benzodiazepine users: a crosssectional study”. Neurol Sci. (núm 11)
Johansson BA, Berglund M, Hanson M, Pöhlén C, Persson I. (2003) “Dependence on legal psychotropic
drugs among alcoholics”. Alcohol Alcohol. (núm. 38, 6138)
Khong E, Sim MG, Hulse G. (2004) “Benzodiazepine dependence”. Aust Fam Physician. (núm. 33, págs. 9236)
Liebrenz M, Boesch L, Stohler R, Caflisch C. (2010) “Benzodiazepine dependence: when abstinence is not an
option”. Addiction. (núm. 105, págs. 18778)
Marienfeld CB, Tek E, Diaz E, Schottenfeld R, Chawarski M. (2012) “Psychiatrist decisionmaking towards
prescribing benzodiazepines: the dilemma with substance abusers”. Psychiatr Q. (núm. 83, págs. 5219)
Morel A, GrallBronnec M, Bulteau S, ChauvinGrelier P, et. al. (2016) “Benzodiazepine dependence in
subjects with alcohol use disorders: what prevalence?” Expert Opin Drug Saf. (núm. 15, págs. 13139).
Ribeiro CS, Azevedo RC, Silva VF, Botega NJ. (2007) “Chronic use of diazepam in primary healthcare centers:
user profile and usage pattern”. Sao Paulo Med J. (núm 125, págs. 2704)
Smith AJ, Tett SE. (2010) “Improving the use of benzodiazepinesis it possible? A nonsystematic review of
interventions tried in the last 20 years”. BMC Health Serv Res. (núm. 10, págs. 321) 2010 Nov 30;10:321
Contenido complementario 1
Complicaciones somáticas del consumo de opiáceos
Complicaciones somáticas no infecciosas:
SAO
Cardiovasculares:
Trastornos de la frecuencia cardíaca (taquicardia/bradicardia)
Trastornos del ritmo cardíaco (disociación auriculoventricular, bloqueos de rama transitorios, fibrilación auricular, extrasístoles
supraventriculares y ventriculares y bigeminismo) relacionado en ocasiones con la utilización de quinina como adulterante en el “corte”
Alteraciones del ECG (espacio QT prolongado, onda U prominente y bradiarritmias) relacionado con el consumo simultáneo de otras
drogas
Lesiones en el sistema vascular periférico (esclerosis parcial o total de arterias con disminución unilateral de los pulsos en la
extremidad afectada)
Hematológicas:
Alteraciones en el hemograma como anemias y leucocitosis producidas por infecciones así como malnutrición.
Linfocitosis o aumento de la agregabilidad de las plaquetas/trombopenia producida por las sustancias de “corte” en UDVP es necesario
descartar otras posibles causas de trombopenia como: hepatitis crónica activa, CID, hiperesplenismo y SIDA.
Inmunitarias: Más frecuentes en consumidores por vía parenteral. Afectan tanto a la inmunidad celular como humoral provocando un
estado de hiperinmunidad en relación a una reiterada estimulación antigénica, debido a procesos infecciosos y a la acción directa de la
heroína o de los adulterantes presentes en el “corte“, así como el mal estado general/malnutrición.
Hipergammaglobulinemia por IgM
Hipergammaglobulinemia por IgG
Elevación de la α2 macroglobulina
Anticuerpos antimúsculo liso
Niveles elevados de complejos inmunes (implicados en casos de vasculitis y glomerulopatías en heroinómanos)
Hiperplasia difusa del tejido linfoide
Falsos positivos en pruebas serológicas serológicas como: RPR para la sífilis, factor reumatoide, linfogranuloma venéreo y fiebre Q.
Disminución de la relación linfocitos T colaboradores / supresores (<1)
Aumento de la cifra total de linfocitos T
Disminución de la respuesta linfoproliferativa a diferentes mitógenos
Aumento de la subpoblación supresora citotóxica y de la “natural Killer“
Pulmonares.
Vía intravenosa: Los adulterantes utilizados en el “corte“ de la heroína o de fibras de algodón o celulosa procedentes de los filtros por
los que se pasa la dilución de heroína previa a la inyección, son introducidos en el torrente sanguíneo dando lugar a microembolismos
que pueden obstruir los vasos de menor calibre (arteriolas y capilares) a nivel pulmonar y producir granulomas de cuerpo extraño
(quinina, talco, almidón, harina, etc).
Vía inhalada/fumada: La inhalación en “plata“ de la heroína produce a largo plazo enfermedad instersticial relacionada con las mismas
sustancias extrañas del corte.
Complicaciones directas de la obstrucción de la microcirculación pulmonar son la hipertensión pulmonar crónica y el cor pulmonale o la
presencia de alteraciones en l
Complicaciones infecciosas
Son las más frecuentes después del síndrome de abstinencia y suponen entre el 30 y el 60 % de los ingresos hospitalarios de los
pacientes con dependencia a heroína. Se asocian generalmente al uso de drogas por vía parenteral, aunque también repercuten el
estilo de vida, la higiene personal, la contaminación del material de consum, la malnutrición, las alteraciones en la inmunidad, la
escasa frecuentación de servicios de salud…
Cardiovasculares:
Endocarditis: en general en v. tricúspide, siendo el Staphilococus aureus el responsable de más del 50% de los casos, seguido de
Estreptococo viridans, Enterococo, Enterobacterias y hongos (cándida), que colonizan y contaminan la superficie de la piel y la mucosa,
los utensilios de inyección e incluso la propia droga.
Pulmonares: Por el paso de gérmenes desde las vías respiratorias altas, por embolismo séptico, por aspiración de secreciones de la
boca séptica o de contenido gástrico en las sobredosis, que, añadidos al propio efecto tóxico de la heroína sobre las vías respiratorias,
favorecen la aparición de neumonías, bronconeumonias abscesos de pulmón y tuberculosis.
Neurológicas: Meningitis supurada, abscesos cerebrales, epidurales o subdurales acompañando a endocarditis bacterianas.
Gastrointestinales:
Hepatitis B: Prevalencia del 80% en usuarios de drogas por vía parenteral.
Hepatitis C: 4590% en UDVP
Procesos infecciosos odontológicos
Musculoesqueléticas: frecuentemente por bacteriémias o metastasis sépticas en las endocarditis.
Osteomielitis
Osteoartritis
Oculares:
Endoftalmitis candidiásica: consumo intravenosos de heroína contaminada, favorecido por el uso de limón en la dilución de la heroína
ya que favorece el cultivo de la cándida.
Dermatológicas: En general por estafilococo aureus, también por estreptococos, Bacilos Gram negativos, anaerobios y cándidas.
Dermatitis, foliculitis, abscesos subcutáneos, celulitis, linfangitis, fascitis, miosisits y flebitis sépticas, pueden complicarse por
extensión a zonas vecinas (osteoarticulares) o diseminarse por vía hematógena en el caso de la flebitis séptica.
Genitourinarias: Falta de hábitos higiénicos y promiscuidad sexual favorecen las uretritis y cistitis así como las enfermedades de
transmisión sexual.
Otros:
Tétanos: se relaciona con el consumo de heroína inyectada vía subcutánea debido al efecto irritante de la heroína y de las sustancias
de corte, dando lugar a necrosis tisular y formación de abscesos, substrato anaerobio en el que se desarrolla el Clostridium tetani. La
mortalidad se sitúa entorno al 50% y es más alta entre los jóvenes.
Botulismo
Infecciones por hongos. Candidiasis diseminada con afectación multiorgánica.
Tuberculosis
VIH: La infección por el VIH y el desarrollo posterior del SIDA ha sido y es, la complicación médica más importante del consumo de
heroína en muchos países y sobre todo en España. Alrededor del 65% de los pacientes que tienen el diagnóstico de SIDA en España,
son consumidores de drogas (fundamentalmente heroína) por vía intravenosa. Ello ha conllevado al cambio en el enfoque del
tratamiento potenciándose el desarrollo de los tratamientos sustitutivos (fundamentalmente con metadona) y en general,
desarrollándose las denominadas estrategias de reducción del daño (harm reduction).
Contenido complementario 2
Complicaciones somáticas del consumo de cocaína
Cardiovasculares:
Síndrome coronario agudo: Es la complicación cardíaca más frecuente. Afecta a cualquier edad, habituales y esporádicos, con
independencia de dosis o vía de administración.
Aumento de presión arterial con crisis hipertensivas.
Arritmias.
Cardiomiopatía con disfunción ventricular por hipertrofia ventricular izquierda.
Endocarditis infecciosa: En usuarios por vía endovenosa.
Miocarditis aguda: por agentes infecciosos, sustancias tóxicas contaminantes de la cocaína o por la cocaína misma.
Problemas en neumopericardio y neumomediastino en consumidores de cocaína inhalada.
Disección aórtica.
Neurológicas:
Cefalea
Accidentes vasculares cerebrales isquémicos o hemorrágicos
Isquemia cerebral transitoria
Rotura de aneurismas y malformaciones arteriovenosas cerebrales
Crisis convulsivas, generalizadas o parciales: relacionados con cuadros de intoxicación.
Síntomas extrapiramidales: Tics, distonías coreoatetosis
Leucoencefalopatías tóxicas
Síndrome serotoninérgico
Respiratoria: En relación con la vía de administración: más frecuentes en el consumo de crack
Alteraciones en las vías respiratorias superiores (perforación de tabique nasal, paladar, sinusitis, osteitis), tras el esnifado de cocaína
intranasal.
“Pulmón de crack”: síndrome raro que cursa con infiltrados pulmonares, obstrucción aérea, eosinofilia e hipergammaglobulinemia,
dolor torácico inespecífico, tos, esputo hemoptoico…
Renal:
Infartos renales
Glomeruloesclerosis
Trastornos del equilibrio hidroelectrolítico y ácidobase
Rabdomiolisis que puede ocasionar necrosis tubular aguda
Insuficiencia renal crónica
Digestiva
Náuseas y vómitos