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1)

El Curso de lingüística general (De aquí en adelante CLG) propone, tal como aparece
en la afirmación, un estudio lingüístico sin sujeto ni referencia al seleccionar como objeto de
estudio la lengua. Esta posición teórica surge ante la imposibilidad de estudiar al lenguaje
humano por la dificultad que presenta el querer “(…) desembrollar su unidad.” (Saussure,
2012: 57). La lengua, en cambio, se presenta en el hecho lingüístico como una totalidad. En
CLG el concepto de lengua se postula como un sistema de signos homogéneos que posibilita
la facultad de lenguaje. Según esta noción, los miembros de una comunidad relacionan los
mismos signos a los mismos conceptos (Cfr. Saussure, 2012: 62), es decir, entre los
individuos se puede vislumbrar un consenso colectivo que permite vincular una determinada
idea a una determinada imagen acústica permitiendo así la comunicación. Por esto se
considera que la lengua es la parte social del lenguaje, exterior a cada persona e imposible de
modificar. Finalmente, la lengua es la única parte del lenguaje que se puede estudiar
separadamente y presenta una naturaleza concreta lo que permite representar sus signos
mediante la escritura. Todas estas caracterizaciones son las que el CLG propone para definir a
la lengua como el única parte susceptible de análisis ante la infinidad de hechos lingüísticos e
sujetos hablantes que participan en el lenguaje.

2)

2.1. C 2.2. Falso 2.3. Falso

3)

Voloshinov señala que el abarcar la lengua como un sistema sincrónico es una


imposibilidad. Esto el autor lo justifica al señalar que no se puede considerar como una
entidad objetiva a aquello que no se corresponde con un momento histórico. La lengua está
atravesada por una corriente incesante de transformación y el intento de estatizarla está lejos
de representar los alcances sociales del lenguaje. Querer aislar a la lengua de todo momento
individual e histórico es una abstracción que dista mucho de poder entender la realidad del
fenómeno lingüístico.

La diacronía es también criticada por su abstracción. El separar al hecho lingüístico de


su dominio real para observarlo como una entidad independiente conlleva a un estudio pasivo
de la lingüística a través de la historia. Para el autor, la lingüística diacrónica no alcanza a
vislumbrar la totalidad de factores involucrados en el devenir del tiempo (contexto social e
histórico, por ejemplo).
4)

El enunciado confronta la búsqueda de Saussure de distinguir un sistema homogéneo


dentro de lenguaje. Para Voloshinov, en cambio, los individuos no toman a la lengua como un
sistema fijo sino “(…) como un signo adaptable y cambiante” (Voloshinov, 1974: 87). Lejos
de ser una señal a la que el lingüista debe identificar con el mismo sentido en todos los casos,
el signo lingüístico presenta una variedad que el estudioso debe comprender en cada contexto
particular para así entender la dialéctica presente en la multiplicidad de los enunciados.

5)

Forzar una única identidad para el signo es no tener en cuenta la multiplicidad de


significados que este despliega en cada acto de comunicación y, además, fuerza a someterlo a
una sola definición. Voloshinov afirma que los signos lingüísticos tienen “(…) tantos
significados para una palabra como contextos para su uso.” (Voloshinov, 1974: 100). Estos
contextos pueden oponerse entre sí como ocurre en una situación dialógica en donde un
mismo signo expresa algo completamente diferente según el sujeto que lo produce. Y he aquí
una objeción: mientras que en CLG se rechaza el estudio del habla por considerar a esta como
un acto puramente individual; desde el punto de vista de Voloshinov, el habla se vuelve
indispensable debido a que a través de ella se puede llegar a comprender el estado de
constante tensión, o de incesante interacción o conflicto (Cfr. Voloshinov, 1974: 101) que
encierra la lengua.

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