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Marcos 6:30-34

30 Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían
hecho, y lo que habían enseñado.
31 Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque
eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.
32 Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto.
33 Pero muchos los vieron ir, y le reconocieron; y muchos fueron allá a pie desde las
ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él.
34 Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como
ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.

Un filósofo, surcoreano, Byung-Chul Han, ha escrito hace poco un libro que se llama “La
sociedad del cansancio” refiriéndose a una de las consecuencias que se ve en la
sociedad producto del neoliberalismo.
Un sistema que exige un rendimiento extremo que termina generando auto exigencias
extremas y el uso de nootrópicos, sustancias que sirven para estimular el cerebro y el
físico más allá del desarrollo normal.
Las enfermedades del siglo XX eran producidas por amenazas externas (Cólera,
pandemias, etc…) y las del siglo XXI son producidas por amenazas internas (Stress,
depresión, cansancio o agobio, burnout).
Y parece que esta sociedad no se permite el descansar…quien habla de descansar es
visto como un vago o como alguien que no se preocupa por progresar. El hombre y la
mujer tienen que estar siempre rindiendo al máximo, auto exigiéndose, buscando
siempre ser el mejor… a tal punto que parece una máquina y no un ser humano. Lo
único importante en la sociedad de hoy es el trabajo, el producir y el llenar sus vacíos
interiores con tecnología y cosas materiales.
Una de las grandes consecuencias de esto es la depresión y el aislamiento… sin contar
que la gente ya no tiene tiempo para la reflexión, el análisis introspectivo de lo que está
viviendo… ya no tiene tiempo para procesar la vida y vive como si estaría ausente.
Contrario a esto, el Evangelio de hoy nos plantea algo diferente:
Jesús había mandado a los apóstoles a predicar y sanar: esa era la tarea. Y ahora, de
vuelta de esa misión, querían buscar un lugar tranquilo para procesar todo lo vivido. No
es solo la experiencia… había que analizarla y madurarla para que sea un aprendizaje
profundo.
Así sucede en cada aprendizaje. Y quizá por eso, porque no podemos tomarnos el
tiempo para procesar lo que vivimos, es que terminamos como sociedad en
decadencia.
Creo que Jesús nos está enseñando que el equilibrio entre el constante producir y el
descanso son importantes. Justamente para tener fuerzas para seguir en este desafío
de anunciar el Reino, es necesario despegarse del estrés que genera el ruido y el caos
de todos los días.
Y me animo a sostener que una de las grandes crisis de nuestra sociedad es que no
buscamos el equilibrio entre lo físico y lo síquico.
Pero volvamos al texto:
Jesús quería charlar con ellos: ¿cómo les fue? ¿Los recibieron, los rechazaron? Era su
primera misión y si recordamos a lo largo de todo el evangelio de Marcos que venimos
estudiando este año, el anuncio del mensaje del Reino de Dios tiene que ver con dos
hechos puntuales:
La muerte de Juan el bautista en manos del poder político de Herodes y
El mal desempeño que estaban realizando los fariseos como pastores del pueblo.
Por eso el anunciar lo nuevo, tenía una relevancia importante.
Pero Jesús no pudo retirarse para reflexionar sobre lo acontecido con quienes había
mandado a predicar. La demanda de la gente, la necesidad de la gente de escuchar algo
diferente, algo nuevo, algo que no hable de cargas y obligaciones, era tanta, que Jesús
no tenía tiempo ni de comer.
La necesidad de acercarse a Jesús tenía que ver con algo que nos dice el evangelista
Marcos: estaban como ovejas sin pastor: la sociedad en la época de Jesús estaba como
nuestra sociedad: desorientada, sin rumbo, sin un lugar donde hacer “tierra firme”.
La realidad política, con un Herodes que abusaba de su autoridad y que, como en
muchos países autoritarios, elimina a quienes como Juan el Bautista se atreven a
cuestionar la actitud de quienes tienen la tarea de ponerse al servicio de los demás. Por
un lado, y por el otro los líderes religiosos más preocupados por conservar su puestito
de comodidad, y no de cumplir con su misión de ayudar a la gente, hacían que el
pueblo sintiera que estaba solo, que Dios ya no los escuchaba en sus clamores y
dolencias.
Jesús pone como prioridad el enseñar y sanar a las personas que acudían a él. A tal
punto que, si seguimos leyendo el texto de hoy, les da de comer con unos panes y unos
pescados.
¿Cómo sabemos que estaban como ovejas sin pastor? Los textos que leímos hoy nos
ayudan un poco a descubrirlo:
En la Biblia el rol de pastor se usa tanto para los líderes religiosos como los líderes
políticos, porque se trata del servicio y la responsabilidad para con los que están a su
cuidado.
El salmo 23 nos habla del pastor como alguien que se preocupa por darle pastos verdes
a quienes están bajo su cuidado, es decir, buscar siempre lo mejor para ellos, y
defenderlos de cualquier adversidad.
Jeremías habla de los pastores, en está caso de los líderes políticos, que han generado
la dispersión de las ovejas d Dios, del pueblo de Judá.
Y en Efesios se presenta a Jesucristo como el pastor que une a todos y da la paz que se
necesita.
Está claro, según estos textos, que el pueblo, las ovejas necesitan de un líder que los
una, que los lleve a pastos verdes y les de paz y seguridad.
Uno puede pensar en una crisis de dirigencia, de sacerdotes corruptos, de políticos
vendidos a los romanos. (Flavio Josefo, general judío que unos años más tarde se
rendirá ante Vespasiano y pasará a colaborar con los invasores, sería un ejemplo de
dirigente colaboracionista de los romanos, y sin duda no fue el único caso).
Pero más aún la falta de conducción en este caso indica la carencia de respuestas a las
preguntas centrales de la vida. Jesús responde a lo que el corazón de esta gente está
necesitando, y lo hace involucrando tanto la esfera interior de la vida como –y aquí su
novedad- los aspectos desechados por la teología de la época: la vida libre de la
atadura de una ley que los condenaba a todos.
Los fariseos habían creado un sinnúmero de leyes que en la práctica colocaban a las
grandes mayorías en infracción permanente. Era imposible cumplir con todo. De modo
que al cabo de un tiempo la misma gente fue dejando de creer en esas prácticas,
aunque las temía. De hecho el liderazgo de los fariseos estaba en este tiempo
seriamente cuestionado. Tanto por saduceos –desde la aristocracia –, como por esenios
–desde el extremismo religioso.
Es probable que muchos sintieran que ni unos ni otros se interesaban realmente por
ellos y encontraron en Jesús la voz de aquel que los entendía e interpretaba en sus
necesidades más profundas.
Jesús tiene compasión de la gente que lo sigue. Ellos saben que el Maestro se duele con
ellos: curó enfermos, escuchó a mujeres, resucitó muertos llorados. Ellos saben captar
que El sí los ama y entiende. Y que en sus palabras también se involucra su vida, que a
diferencia de otros líderes no hay contradicción entre una y otra.
La práctica de Jesús apuntó en su ministerio a las multitudes abandonadas por los
líderes de su época. Abandono que no sólo tuvo que ver con lo espiritual sino con lo
social y político. Jesús les hizo saber que el Dios de sus antepasados no se había
olvidado de ellos ni rechazaba sus vidas. Por el contrario continuaba teniendo
compasión de aquellos a quienes tanto amaba.
Jesús tuvo compasión. “Compasivo” viene de la raíz de la palabra “matriz”. Indica que
Dios ama con amor maternal. Es cuando sentimos dolor por lo que le pasa a otras
personas y actuamos en consecuencia.
En cierta manera estaba denunciando el pecado de las autoridades, de aquellos
pastores que eran los gobernantes, los líderes sociales, religiosos, políticos que debían
atenderlos y vivir un estilo de vida sencillo. La lucha contra el verdadero poder
comienza cuando tocamos realidades que son transformadas. Es ahí donde comienza la
lucha de poder contra poder. El poder del amor en vez del amor al poder debe
ayudarnos a producir cambios a nivel estructural. Solemos mirar a otro lado cuando
estamos abrumados ante tanta pobreza y desigualdad. Los discípulos pensaban que
satisfecha la necesidad espiritual otros podrían suplir la necesidad material.
Generalmente hay dos cosas que hacemos cuando vemos la necesidad del mundo. Por
un lado decimos alguien lo hará. Algún otro va a realizar la otra parte. Jesús nos dice:
“Denles ustedes mismos de comer” y nos quiere llevar por otro camino. Otras veces el
Señor coloca algo para realizar en nuestro corazón pero nosotros solo vemos los
obstáculos y problemas. No vemos los recursos ilimitados de Dios. No miramos a un
Dios grande que puede encargarse de las matemáticas. Jesús quiere que nos
enfoquemos en estar centrados en los demás. Somos llamados a cubrir la necesidad de
otros antes de estar pensando en nosotros mismos.
Nos quejamos hoy de la desbandada de la feligresía. Pero de lo que más se lamenta el
Profeta es de las extraviadas conductas de los responsables del rebaño.
Y acá la pregunta con la que podríamos reflexionar: Estamos en una situación no muy
diferente a la de la época de Jeremías y de Jesús. Una sociedad que está “como ovejas
sin pastor”. Por diversos motivos. Pero dentro de la iglesia también. Creo que hay
grandes problemas en el “liderazgo” de la iglesia.
Los cristianos padecen hoy una crisis de fe bajo el peso de unos fondos dogmáticos de
inversión de muy baja calidad que se crearon a partir de hipotecas doctrinales de
dudosa solvencia. El hecho ocurrió hace generaciones, y su valor actual de mercado es
negativo. Con tales activos tóxicos en el haber, la cristiandad puede llegar rápidamente
a sentirse insolvente si sus máximos representantes –sus pastores- no aceptan la
apremiante demanda de cambio hecha clamor en las voces de su rebaño.
Vivimos una época –los dos últimos siglos lo avalan- en la que muchas cosas viejas se
hunden, lo cual significa que muchas cosas nuevas deben surgir. Un cambio necesario
que afecta fundamentalmente a unas estructuras domésticas, diseñadas hace ya veinte
siglos, que hoy resultan a todas luces teológicamente desfasadas en cuanto a sus bases
doctrinales, y manifiestamente incómodas en cuanto a sus posibilidades de
habitabilidad: ¡Qué arriesgado es seguir poniendo vino nuevo en odres viejos!
La Iglesia, que ha asumido la representación de Dios en la Tierra, ve ahora puesto en
tela de juicio su papel de mediación, frente a tantas incongruencias difícilmente
justificables, entre su decir y su hacer. Pretendió ostentar la perfección del Ser
Supremo, pero la realidad del hombre acabó evidenciando la debilidad natural de todo
ser humano.
El primer aspecto que subraya Marcos es el enorme interés de la gente por Jesús.
¿Sentimos nosotros el mismo interés por Jesús? ¿Vamos corriendo detrás de él, o
preferimos quedarnos cómodamente sentados en casa?
El segundo aspecto es la dedicación de Jesús a la gente. Siente compasión de ellos
porque los ve abandonados, como ovejas sin pastor. ¿Siento compasión de la gente, o
procuro quitarme de en medio cuando me van a fastidiar mi merecido descanso?
El tercer aspecto, muy importante, es que Jesús, al sentir compasión, no se dedica a
hacer milagros, sino a enseñar. Y la gente parece satisfecha con eso. El viaje en busca de
Jesús ha merecido la pena.

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