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SAN AGUSTÍN DE HIPONA: DOCTOR DE LA IGLESÍA Y GRAN PENSADOR

DEL MUNDO, FILOSOFO ILUSTRE Y FUNDAMENTO DEL PENSAR MEDIEVAL.

Sergio Andrés Urrego Sanmartín.

Teorías de la Historia e Historiografía I

Felipe Gutiérrez

Universidad Nacional de Colombia

2012
SAN AGUSTÍN DE HIPONA: DOCTOR DE LA IGLESÍA Y GRAN PENSADOR
DEL MUNDO, FILOSOFO ILUSTRE Y FUNDAMENTO DEL PENSAR
MEDIEVAL.

Temas fundamentales en el pensar Agustiniano.

San Agustín, doctor de la iglesia católica nacido el Tagaste (norte de áfrica) en el


año 354. Su padre, patricio, era un hombre pagano de temperamento violento, su
madre Mónica, era una ferviente cristiana, de la cual Agustín tuvo fuertes
influencias para su conversión al cristianismo y a partir de allí empezó su vida de
profesar la fe cristiana por gran parte de Europa y norte de África.

Al principio de su vida San Agustín era un niño inquieto e inteligente, aunque


poseía grandes facultades no le gustaba asistir a las clases, pues quería estar
divirtiéndose en todo momento. Durante su infancia se dejó llevar por influencias
paganas, de los cuales más tarde se arrepentirá y profesará en contra de ellas,
tuvo una vida inmoral hasta los treinta y dos años de vida, “las confesiones de
San Agustín” su obra más famosa en el mundo y en la cual contará su vivencia en
el mundo del camino pagano y de influencias no cristianas, en las cuales se
encontraba totalmente alejado de Dios y en el profundo pecado.

Al principio leyó las escrituras y no las consideró confiables, pues se acentuaba


en que era una fe impuesta y no guiada por el camino de la razón, además su
adhesión al mal durante su vida lo llevo a conocer el rito de los maniqueos, el cual
se fundamentaba en el dualismo del bien y el mal, aceptando la participación del
diablo en la creación del universo.

Más adelante la racionalización de la idea maniquea se debilitó, ya que recibió otro


cambio sustancial en su vida, y es cuando conoce las obras del sabio filósofo
griego Platón, a través de Plotino, también las de Ambrosio, obispo de Milán, así
mismo las epístolas de San Pablo, en las cuales recoge la idea de que todo
hombre se compone de alma y cuerpo, y que esta primera debe estar más
fortalecida. La mente y el espíritu son los ejes del camino del hombre, entiende a
Dios como sustancia, el punto del cual todo depende, comprendió que todas las
cosas derivan de su ser y en el orden de este pensamiento se considera al mal
como pérdida de bien, como no-ser, más no como sustancia.

Agustín analiza el problema del lenguaje, asegurando que las palabras no son
conocimiento por si mismas, ya que lo natural que conocemos es asimilado por la
visión que poseemos, y lo sobrenatural es cristo mismo el que no las da a
conocer, y en este orden las palabras son signos, y nos sirven para recordar lo
que ya conocemos.

Agustín también posee algunas discusiones sobre el tiempo y el espacio, en el


cual considera al tiempo como la duración de una naturaleza finita que no puede
existir toda contemporáneamente. Además considera que sólo en nuestra mente
se encuentran presente pasado y futuro: la memoria (presente del pasado), la
intuición (presente del presente) y la espera (presente del futuro). En el alma es
donde se mide el tiempo, siendo este tema del tiempo muy complejo para el santo.
Incluso Paul Ricoeur, asimila el problema del tiempo y del espacio de manera
amplia en Tiempo y narración. Donde demuestra que la discusión que San Agustín
propone en Las confesiones es una aporía.

Los pensamientos y relaciones del hombre con Dios en San Agustín tienen un
sentido de dependencia del sujeto hacia el creador, o sea, del creador con su
criatura, también afirma que Dios está dentro de él. Con esta relación, además
podemos ver que Agustín está de la mano del amor como la principal fuente que
liga al hombre con Dios, porque Dios es la verdad y la vida, idea Neoplatónica
iluminista.

Agustín considera otra relación inherente, la cual torna entre filosofía y teología,
pues afirma que la verdadera ciencia filosófica desemboca en la sabiduría
cristiana. El verdadero amante de la sabiduría es el filosofo, y por ello el amante
de Dios.

Respecto de la verdad, su aceptación y conocimiento, Agustín asegura que la


verdad se puede llegar a conocer a través de Dios, solo llegando a él nuestra
mente asimila lo que se considera como conocimiento perfecto de Dios y así
mismo obtener la felicidad en el mundo.

En su obra ciudad de Dios Agustín afirma y con relación al contexto social de la


caída del imperio romano y las divergencias entre los paganos y la iglesia
cristiana, que la verdadera lucha entre la ciudad de Dios y la ciudad terrena, es en
la que la ciudad de Dios son quienes aman a Dios y serán recompensados con la
vida eterna, y la ciudad terrena, son los que siguen sus propios intereses por
encima de Dios, estos a su vez, serán castigados sin la vida eterna.

Análisis y descripción del pensamiento del doctor de la iglesia católica.

Siguiendo el orden de la perspectiva agustiniana, fortalecida por los pensamientos


griegos de Platón, a partir de Plotino. Buscó e indagó el como solucionar los
problemas epistemológicos, teológicos, filosóficos y morales de la actual Roma,
donde residió y obtuvo fama por su todavía importante obra.

San Agustín en los Contra Académicos, propone algunos argumentos sobre la


cuestión de los intelectuales de la época, hombres que adoptan el escepticismo,
no percibiendo la verdad, sino afirmando que “todo vale”, esta cuestión lleva a no
aceptar la amistad, cosa que Agustín no concibe, pues durante su vida tuvo una
serie de amistades, de las cuales se sintió orgulloso. Foucault, Blanchot y
Agustín, desmienten el argumento escéptico del todo vale, ya que hallan en la
amistad como virtud, una pequeña luz en medio de los avatares y problemas del
mundo. También hace énfasis en que el propósito de los académicos es dar razón
de que no se puede hallar la verdad y no permiten dar asentimiento a cosa alguna,
ni consienten que el sabio apruebe y llegue a la verdad, pues ellos afirman que se
esta en un mundo de incertidumbres.

Influencia Platónica.

Agustín en su búsqueda por refutar el escepticismo, divide la forma de filosofar en


tres: física, lógica y ética, es decir, filosofía del ser, de la verdad, y del bien.

La filosofía del ser, es la que atañe a las causas naturales, relación entre ser y
devenir, el mundo y sus formas, sus cualidad, la belleza de los cuerpos y de las
almas, las cosas visibles y temporales; y la causa que causa sin ser causada, que
es el fundamento de todas las cosas (Dios). La filosofía de la verdad, es la que
lleva a saber si es cierto o es falso, juega el papel fundamental, el conocimiento y
la relación del mismo con los sentidos. La filosofía de la ética, la filosofía del bien,
la moral, la felicidad del hombre en tanto cuerpo que alma, la virtud es el gozo de
Dios. 1

Estas teorías se pueden explicar de un modo simple, en que Dios en la física es la


fuente del ser como creador, en la lógica la verdad solo se puede hallar por medio
de Dios, el padre creador. En la ética Dios es la bondad, por medio de él se llega
a la felicidad.

En contra académicos, hay algunas discusiones con respecto de algunos


académicos, los cuales solo buscan la verosimilitud, más no como hemos dicho, la
verdad, para ellos lo más verosímil es la probabilidad, es lo que se debe buscar,
para así estar más cerca de lo que tampoco es considerado posible: la verdad.

1
Posada, G. S. (2007). Filosofía Medieval. Bogotá: San Pablo.
Dentro de esas afirmaciones, se encuentran contradicciones mismas, ya que al no
encontrar la verdad, esta es una verdad misma, de ahí que Agustín reforzara su
filosofía de la verdad.

Agustín sostiene que si la verdad no existiera, no se pudiese tener conocimientos


como: la metafísica, la estética, las matemáticas, etc. Por esto también se
considera a la verdad como acertada, desde un punto de llegada, más no de
salida, puesto que se tienen dudas al principio, pero con la divinidad de Dios, la
búsqueda implacable de la verdad se hace posible.2

La verdad como ya sabemos para los académicos, es algo que no se puede


alcanzar, para esto ellos afirman que ¿Cómo se puede alcanzar la verdad, si los
sentidos nos engañan? Para lo que Agustín responde firmemente, que los
sentidos no nos engañan, lo que nos engaña, son las extralimitaciones que
hacemos cuando percibimos el mundo. También hace alusión a que 3x3=9, es
igual y verdadero, igualmente estando en un sueño o en algún tipo de ilusión. La
cuestión que hemos estado discutiendo, hace que Agustín intervenga con algunos
argumentos, en los que uno no puede ser dos cosas a la misma vez, se está
dormido o despierto, feliz o infeliz.3

El golpe contundente contra los académicos lo da Agustín, cuando constata que la


sabiduría del sabio se halla en él mismo, dudar de la sabiduría del sabio es dudar
de su existencia, cosa imposible, pues es un hecho factico y visible. Luego le da
lugar al pensamiento como herramienta, para existir, ya que mientras se hace el
hecho de pensar se es y por ende se existe.4

Ética o filosofía del obrar: en la virtud, Agustín encuentra un eje potente para
sostener su tesis contra los académicos, en la cual sostiene que el hombre
alcanza la virtud y la felicidad cuando vive de las cosas que lo distancian de lo
material, efímero y pasajero, dicho de otro modo, de las cosas mortales, como: los
bienes materiales, la fama, la amistad, la riqueza, el honor. Acusándolas de que
son las cosas particulares de el hombre mutable, y sujeto al tiempo.

Física o filosofía del ser: para esta parte, todo el aparato conceptual que se ha
mencionado culmina en Dios, el cual es la verdad, el ser y la vida, ya que sin la
luz de Cristo, la razón y todo lo dicho anteriormente, sigue en completa tiniebla. 5

2
Ibíd. P. 327
3
Ibíd. P. 329
4
Ibíd. P. 330
5
Ibíd. p. 333
Siguiendo el orden de los contra académicos, filosofar se convierte en el acto que
ejerce el ser en si mismo, gobernándose a sí mismo, Dios como fundamento
esencial del conocimiento. La razón y el conocimiento, no es un acto de vencer
sino que este posee una finalidad de hallar lo justo y lo verdadero, buscando
también la inclinación hacia la libertad del espíritu, eludiendo el yugo de la
autoridad.

El conocimiento de sí mismo y la practica de la virtud, es el hecho de filosofar, por


eso se argumenta que no debe confundirse la actividad de los adivinos, ya que
estas no van en la línea de las cosas divinas y humanas, no dan certeza y firmeza
de las objeciones. Como ciencia de las cosas divinas, el conocimiento de Dios, es
ir más allá del sentido corporal, de las limitaciones místicas.6

Finalmente, a partir de todo lo mencionado sobre la filosofía, su forma


contemplativa en el hombre, más que un saber, es una manera de vivir con gozo
de verdad y pertenencia por el amor al otro, además de Platón y Plotino, se
sacaron muchas de las formas de percibir el conocimiento y las relaciones con la
filosofía, solo que Agustín las pervirtió al cristianismo.

Ahora tomaremos al maestro de Hipona, desde un punto de vista del lenguaje,


mencionando como lo hemos hecho parte de la obra del profesor Gonzalo Soto,
en su obra expone como en el texto De Magistro, San Agustín entabla un dialogo
agudo con su hijo Adeodato.

Adentrándonos en la funcionalidad del lenguaje que ejerce Agustín en De


Magistro, este le establece una relación, pensar-ser-hablar, relación palabras-
cosas, la naturaleza del signo lingüístico, materialidad verbal y significación,
lenguaje y lengua, la lengua como particularidad. El santo hace una analítica del
lenguaje desde la sintaxis, pragmática y semántica.7

La sintaxis en la tesis agustiniana, es claramente la relación del lenguaje con los


signos, esta función se hace emitiendo palabras. Las palabras son signos, y las
palabras nos enseñan.

Además el maestro de Hipona, demostrando esta manera de ver el lenguaje por


diferentes estudiosos como Lacan y Atilano Domínguez, los cuales articulan lo
dicho en De Magistro sobre el signo: este tiene diferentes significados; el signo es
la parte física, la que percibimos por nuestros sentidos, a través de lo externo, en
cambio el significado es la parte inteligible, la cual adherimos a nuestro
conocimiento.

6
Ibíd. p. 335
7
Ibíd. p. 338
Ahora ocupándonos de la semántica, esta expone que el signo no tiene en
definitiva la esencia del significado, este segundo es la interpretación particular
que deduce el que absorbe el signo. A diferencia de los empíricos, los cuales
hacen esta definición de manera diferente a la de Agustín, arguyendo que el
concepto debe contener la esencia de otra cosa, pero una cosa es el concepto y
otra cosa es la cosa. En la obra de San Agustín este nos dice, que “no es el signo
el que nos hace conocer la cosa, antes bien, el conocimiento de ella nos enseña el
valor de la palabra, es decir, el significado que extraña el sonido” 8

Ahora le toca a la pragmática: es la comunicabilidad a través de los signos, en la


obra que presentemente estamos tratando (De Magistro), es la enseñanza que
Agustín le comunica a su hijo.

Lacan hace una critica importante, en los escritos técnicos de Freud, a la forma de
Agustín buscar la verdad, en la cual afirma que el santo se aparta de la dimensión
del lingüista, para introducirse en la de la verdad, sabiendo que las palabras hacen
la verdad por si mismas, puesto que Agustín busca es la verdad como tal y por
iluminación.

Dentro de esta pragmática agustina, nuestro maestro trata de identificar cuatro


modalidades para encontrar la verdad a través de los signos: el primero, en el que
la mente se sirve de los sentidos como interpretes para conocer las cosas
externas. En el segundo las cosas inteligibles, son conocidas por la mente y de allí
consultamos su verdad interior. En el tercero cuando se perciben las cosas a
través del oído, las cuales no se han visto, las interpreta a través de lo que ya
conoce. Para las cosas que no ha percibido, se considera que se “cree en las
palabras”.

En conclusión y con estos temas abordados que atañen a la verdad, sería


conveniente decir que para Agustín, Cristo es el maestro interior, es que lleva al
hombre la iluminación, en la que se está con ceguera e ignorancia, cristo revela lo
profundo que hay dentro de sí mismo, eso bello, que es necesario contemplar a
través de estas maneras de percibir las cosas del mundo con el servicio del
lenguaje. Se sostiene que sin la luz de Cristo, toda pesquisa del hombre se pierde
en su finitud y labilidad.

Las confesiones: de la conversión al cristianismo.

Ahora siguiendo la línea de ideas de San Agustín y su filosofía medieval, la cual


está ligada a la instauración del cristianismo en Roma, en esta época hay una

8
Agustín, S. (s.f.). De Magistro.p. 342
gran serie de sociedades del pensamiento y de la palabra, como los maniqueos,
los escépticos, el éros platónico. Para los 32 años, este hombre con gran
capacidad intelectual y deseo de conocimiento, tiene un cambio sustancial y
definitivo en su vida: se convierte al cristianismo. Apoyado por su madre, quien le
había establecido principios de la fe cristiana, este hombre adopta la labor de
cristo, en la que las escrituras y la sabiduría atribuida al Señor se le encarna para
dar a conocer la verdad y la vida, Las confesiones de San Agustín esbozan esa
capacidad que tuvo este ser humano que participo en diferentes corrientes
paganas, de manifestar la conversión. El filosofar en esta obra, es un viaje de ida y
vuelta hacía un puerto seguro, es una búsqueda inefable por encontrar la verdad,
hasta que en un momento se aparece en Dios: como dice el primer párrafo de las
confesiones: “porque no has hecho para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta
que descanse en ti” 9

Lo que propone el santo de Hipona en su obra, es pasar de términos de lo


mudable, a lo inmutable increado. De lo temporal y de la sensación, a lo eterno.
De la dispersión y de la multiplicidad sin conciencia, a la concentración.

En esta magna obra, lo fundamental de la conversión, es que Agustín encuentra la


luz del mundo en Cristo, esta es una manera ya no pensada por éros platónico,
sino por el ágape cristiano.

Además hay algo importante para conocer el efecto de la conversión descrita en


las confesiones, esta tiene aspectos de la filosofía de platón en términos del mito
de la caverna, en el cual se vislumbra la luz desconocida y se percibe todo lo bello
que Dios nuestro señor propone para la sabiduría y la eternidad, y en contexto con
la parábola del hijo prodigo, en la cual el hijo encuentra el perdón de su padre y
busca la verdad a través de su amor y reivindicación de la convivencia.

La ciudad de Dios o la filosofía como amor Dei.

En esta obra de nuestro maestro Agustín, el propósito de una parte de él, es dar a
conocer que el motor del filosofar es Jesucristo, solo en él se encuentra el modo y
el camino del filosofar. Ya que filosofía es amor a la sabiduría, la sabiduría es
Dios, por lo tanto la filosofía es amar a Dios.

La ciudad de Dios es una fuente de la filosofía cristiana, pero la tradición ha dicho


que San Agustín tenía una filosofía de los platónicos, versión que no es
convincente, pues como lo esta expuesto en la obra de Gonzalo Soto, solo de lo
dicho por el santo y que le atribuya a los Platónicos, fue la forma de utilizar el

9
Agustín, S. (s.f.). Las Confesiones . I, I, I
lenguaje, de diferenciar el cuerpo del alma, hacer el cuerpo como lo que daña o lo
que se debe eliminar para que lo inteligible permanezca y alcance la máxima
sabiduría. Desde la filosofía natural o del ser, los platónicos sostienen que lo
mutable no es Dios, que solo hay un Dios, que lo creó todo, que lo inteligible es sin
duda superior a lo sensible. De la filosofía racional o lógica que para conocer y
tener sabiduría hay que determinarse bajo lo inteligible, de allí la luz y el
entendimiento es el mismo Dios. A través de la filosofía de la ética o moral, en
esta la filosofía es solo amar a Dios, e imitarlo. De esta tesis es correcto,
entonces, vislumbrar que el platonismo es el más acercado a el cristianismo. 10

En conclusión, Agustín evoca que la filosofía del cristianismo es la fundamental y


la principal, por encima de todas las demás, basado en la división de las filosofías
propuestas y denotadas en las obras de Agustín Dios es el fundamento, en él se
encuentra la verdad, la virtud, y acompañado de él, el amor no dudará en
permanecer eterno.

Ahora haciendo un análisis del lenguaje más profundo, entraremos en una


cuestión del libro las confesiones de San Agustín, en el libro XI de esta obra, el
cual desarrolla unas discusiones sobre el tiempo, aplicado al movimiento, al
espacio y al ser y no ser del tiempo.

Agustín señala en el capitulo XIV del libro XI, que el tiempo se puede apreciar en
tres fases, muy conocidas de por sí, que son pretérito, presente y futuro. Ahora lo
que se menciona y se analiza es cuando, nace una pregunta clave ¿Qué es pues,
el tiempo? Agustín menciona que si nada pasase, no habría tiempo pasado, si
nada sucediese, no habría tiempo futuro y si nada existiese no habría tiempo
presente. Pero ¿Cómo pueden ser, si el pasado ya no lo es, y el futuro no ha sido?
Y en cuanto al presente ¿si ya no fuese siempre presente, y no pasase a ser
pasado, sería eternidad? Miremos en palabras de Agustín como vislumbra esta
última idea:
“¿cómo decimos que existe éste, cuya causa o razón de ser está en dejar de ser,
de tal modo que no podemos decir con verdad que existe el tiempo sino en cuanto
tiende a no ser?” 11

Si decimos “tiempo largo”, o “tiempo breve” refiriéndonos a pasado y futuro. El


tiempo pasado largo, es hace cien años, si decimos tiempo futuro largo, nos
referimos a dentro de cien años. De igual manera si nos referimos a tiempo
pasado breve, es hace diez días, y tiempo futuro breve, es dentro diez, días. Pero
¿como puede ser largo o breve lo que no es? Pues el pasado ya no es, y el futuro

10
Op. Cit. Posada, G. S p. 351
11
Op. Cit: Agustín, S. p. 116
todavía no es. La única razón para que sea entendible, es diciendo “fue largo” o
“será largo”.12

Veamos, si decimos que hay un tiempo largo, nos referimos a cien años,
entonces, si nos situamos en el primer año, este, está en presente, y es, pero los
otros noventa y nueve años todavía no son algo, así que no es largo. Si nos
situamos en el segundo, ya existe allí un pasado que ya fue, más no es, y aún
todavía noventa y ocho que no han sido, y a partir de ello, no es largo. Por lo tanto
no pueden ser presentes cien años.
Para esto que hablamos en este momento, aplica para años, meses, días, y horas,
ya que siempre que se escoja a una de estas medidas temporales, estas, a su vez
están compuestas por otras medidas temporales que poseen pasados y futuros,
que hace que no sean presentes.
Paul Ricoeur, encuentra una paradoja ontológica dentro de esta cuestión del
tiempo, en que opone no solo el argumento escéptico, sino al lenguaje, mismo,
trayendo una pregunta a contexto ¿Cómo es pues, el tiempo, si el pasado ya no
es, el futuro, no ha sido, y el presente no es siempre?13

A estas paradojas Paul Ricoeur, mostrará la paradoja central, ¿Cómo se puede


medir lo que no es? La paradoja del ser y no ser del tiempo, que inserta de
inmediato la de la Medida. Si decimos que hay un tiempo largo o breve, en cierta
manera apoyados en el lenguaje, observamos la duración y la medimos.
Caemos de nuevo en la pregunta que nos hemos hecho anteriormente ¿con que
titulo se denomina largo o breve, lo que no es?

Por ellos entonces, si conocemos que tres son las divisiones del tiempo, el único
que existe es el presente, siendo este inmediato y a la vez se convierte en pasado
o futuro sin detención alguna, y el futuro y el pasado se encuentran, entonces,
futuro y el pasado se encuentran en un lugar oculto, donde futuro se hace
presente, o viceversa.

Para esto, las cosas que ya no son, quedaron en el pasado, cuando las
recordamos, las estamos trayendo al presente, siendo presente, pues están en
nuestra memoria y las dibujamos a partir de nuestra percepción. Luego si vamos a
premeditar cosas del futuro, estas son presente, no obstante traemos acciones
que aún no existen, y cuando sean presentes, serán no futuras.

12
Op. Cit. Agustín, S. p. 117
13
Ricoeur, P. (2004). Tiempo y Narración I. México : Siglo Veinti uno .
Para esto Agustín define tres tipos de tiempos, denominados a su vez con
definiciones que conocemos, o que por lo menos nos han mencionado algunas
veces. Primeramente seria más propio decir que existe: el presente pasado
(memoria), el presente de las cosas presentes (visión), y el presente futuro
(expectación) siendo este no la memoria que se trae como imagen al presente
para premeditar cosas al futuro, sino un “signo” o una “causa” de las cosas
futuras.

La paradoja del presente que incluye el pasado y el futuro, cuando dividimos las
temporalidades en días, meses, horas, etc. Vemos que si buscamos un tiempo
presente, estas temporalidades nos llevan a tener ya un pasado y un futuro;
puesto que si queremos un presente que no tenga esa dificultad, no habrá espacio
para medirlo.

Es cierto que podemos medir, intervalos de tiempo, diciendo que uno es más largo
y otro es más corto, además decimos también en que proporción son unos más
largos que otros. Estas medidas y percepciones, no son más que nuestras
actividades sensoriales, intelectuales y pragmáticas, Paul encuentra que estas
percepciones y actividades sensoriales no ayudan a saber el “como”.

Más adelante, tratando de dar una solución, le atribuimos al presente, la


denominación de paso, con el fin de medirlo. San Agustín encuentra esta manera,
para poderlo medir mientras pasa. Luego el mismo Agustín, no prosigue con este
intento provisional de dar solución, sino más bien, acude al argumento escéptico
que no deja de mencionar “el presente no tiene extensión”.

Si entendemos el presente como pasar, transitar, llevándolo a los tres tipos de


presente que hemos mencionado anteriormente. El presente se mide mientras,
pasa, en “algún espacio”, y que todas las relaciones de intervalos se hacen en
“espacios de tiempo”. Pero como el mismo enigma lo arguye el “espacio no tiene
tiempo”, y lo que no tiene tiempo, “no lo medimos” 14

El mismo Agustín encuentra este enigma complejo, mencionando en algunos


casos, que desea que con todo fervor conocer la verdad de este enigma.

Hay otra parte del enigma sobre el tiempo que describe Paul Ricoeur. El primero
en el cual se afirma que el tiempo es el movimiento de los astros, ¿pero no sería
también para los demás astros? Pues algunos cuerpos cambian de dinámica,
algunas veces aceleran o retardan.15

14
Ibíd. p. 53
15
Ibíd. p. 55
El segundo en el cual se propone que se mide el tiempo por el movimiento de los
luminarios, pero si estos se parara, y otro cuerpo siguiera con su movimiento, se
debe medir el tiempo con otra cosa que no sea el movimiento.

El tercer argumento, presupone que los astros no pueden destinar el tiempo por su
movimiento.

El cuarto argumento, propone que el día se mide, por el circulo total del sol, de
veinticuatro horas. Pero si el sol hiciera un movimiento más de prisa, y por ejemplo
lo diera en una hora. No podría medir el tiempo por el movimiento de los astros.

En conclusión y dejando a un lado todas las discusiones sobre el pensador


cristiano, entendemos que para la Historia, y las teorías Historiográficas
medievales que atañen a diferentes conceptos, este hombre, que tuvo una vida
con fuertes divergencias, se convirtió en una base fundamental de la filosofía,
teología, ética e historia de la Edad Media, puesto que en esta Época se vivió el
teocentrismo con fervor, el cual llevó a los creyentes cristianos al máximo
sacrificio. Es conveniente además, que sus obras sean distribuidas de forma más
activa, por todo el mundo, no solo para pensar cristianamente, sino como pudimos
observar, de una manera que lleve al hombre a pensar filosóficamente Retomar
estas teorías es tan fundamental como estudiar las griegas, modernas y
contemporáneas.

Bibliografía
Agustín, S. (s.f.). De Magistro.

Agustín, S. (s.f.). Las Confesiones .

B, M. (s.f.). rodin.org.mx. Recuperado el 11 de Noviembre de 2012, de


http://www.rodin.org.mx/patrologia/agu/agustin_m06.html

Fouce, J. M. (s.f.). webdianoia.com. Recuperado el 11 de noviembre de 2012, de


http://www.webdianoia.com/medieval/agustin/agustin_cronologia.htm

Posada, G. S. (2001). Filosofía Medieval. Bogotá: San Pablo.

Ricoeur, P. (2004). Tiempo y Narración I. México : Siglo Veinti uno .

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