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POST 3: INTEGRACION, EL NUEVO DESAFIO DOCENTE

Bernardo E. Collao C.
Pedagogía en Historia y Geografía, 2017

Es conocido ya, que vivimos en un mundo globalizado, en el que la migracion de grandes


focos de poblacion hacia nuevos paises va generando la necesidad de politicas de
integracion, y no solo eso, las nuevas tecnologias nos revelan que desde un plano local,
tambien necesitamos la integracion de muchos niños con capacidades distintas y/o de un
contexto social aproblemado y/o economicamente vulnerable.
Hablar de justicia social en el campo de la educación, se torna a menudo en una discusión,
suelen verse como dos cosas separadas, y se encajona la escuela diciendo que su función es
solo enseñar, sin embargo, sabemos que la escuela es la cuna de la civilización, el lugar en
donde son formados los ciudadanos que construyen la sociedad, por lo que la escuela tiene
un rol mucho más importante. Razón tenía R.W. Connell cuando escribió que el sistema
educativo es un bien público de gran importancia, y que lo será cada vez más [ CITATION
Con99 \l 13322 ]. Hoy somos testigos de esto, la educación es el nuevo campo de batalla de
los problemas sociales, y sus principales personajes son los docentes, los que deben
comenzar a tener un rol más protagónico en el tema de integración, pues, una educación
que privilegia a un niño sobre otro está dando al primero una educación corrupta[ CITATION
Con99 \l 13322 ]. Pero ¿cómo debemos entender la justicia en educación?, ¿Cómo un tema
de distribución igualitaria? o, ¿Cómo aquello que cada uno merece? Para una educación
integradora, debiéramos caminar con ambas definiciones en equilibrio, una distribución
igualitaria pero a su vez sin dar más de lo que cada uno merece, pero entonces, nace otra
pregunta, ¿Qué es lo que cada uno merece?
Para continuar, debemos revisar el concepto pobreza que Connell nos estrega en el capítulo
dos de su libro Escuelas y justicia social, en donde él autor nos dice que existen tres tipos de
pobreza, la primera, la relacionada a la comunidad rural del mal llamado tercer mundo, la
segunda, la relativa a las poblaciones urbanas en economías de bajos salarios, y finalmente,
la que resulta de la desigualdad en las economías de salarios elevados. Como vemos el tema
de la pobreza, se amplia y junto a ello, las situaciones de desventaja, que han traído consigo
un planteamiento falso del problema, donde se ha hecho creer que las desigualdades
educativas son un problema solo de minorías desfavorecidas, dejando entender que el resto
que no es de esta minoría, están en igualdad de condiciones, y que los pobres son
culturalmente diferentes. Sin embargo, la experiencia práctica de los profesores como dice
Connell, apunta a las características generales del sistema educativo como el problema, más
precisamente, la selectividad del sistema educativo, que obliga a resultados desiguales y
provoca competitividad. Otro problema que podemos identificar son los matices
económicos, las diferencias en gastos que se realizan para la educación. En su mayoría, las
escuelas privadas gastan el doble incluso el triple en educación más que los Estados en la
educación pública, por lo que resulta urgente buscar otro enfoque para potenciar la
integración.
De esta forma llegamos al curriculum, donde nuevamente Connell, nos ofrece tres principios
para una reforma curricular, 1) Los intereses de los menos favorecidos, 2) Participación y

1
escolarización común, 3) La producción histórica de la igualdad [ CITATION Con99 \l 13322 ],
estos apuntan a una lógica de desarrollo de un curriculum contra hegemónico, que se le
presenta al docente como una opción a considerar si está comprometido con la integración
educativa.
Inevitablemente, esto se convierte en un desafío para los profesores, pues su rol es esencial
en la educación, y por consecuencia, en la formación de ciudadanos.

Referencias

Connell, R. (1999). Escuelas y justicia social. Madrid: Morata.

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