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ASUNTOS QUE NO SE DEBEN TRATAR EN EL POEMA O NO HAY NADA PARA QUIEN

ADIVINE
El amante es un ruso que trabaja
transportando órganos
humanos. El amado es un ruso, tiene
cáncer.
Me dijeron —ellos no sino otras personas,
muchas veces—
que en Estados Unidos
es obscenamente cara la atención médica.
Supongo que por eso es que el amante
usó el sótano
de una granja
para instalar un sofisticado quirófano. Con el resto
de sus ahorros
—trabaja muy duro e incluso ha dejado
de fumar—
le paga a un cirujano también ruso
para que transplante la cabeza del
amado
de un cuerpo a otro,
las veces
que sea necesario hasta encontrar la cura.
El amante, por supuesto,
se convierte en lo que llaman asesino serial
en Estados Unidos.
El sótano de la granja adaptado como quirófano es una
antesala del infierno
según los mismos periodistas que nombraron al cirujano ruso
“nuevo
Frankenstein”.
Uno dijo que oyó a la cabeza del amado quejarse en agonía:
“No tengo nada
que ponerme”.
Yo creo que en ese chiste estúpido hay
algo interesante, algo
quiso decir,
tal cual como las formas de las nubes.

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