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En líneas generales, se entiende por protoindustrialización el rápido proceso de

crecimiento de la industria rural tradicional concentrada en una determinada región y empleando


mano de obra campesina en la producción de manufacturas, para con posterioridad ser vendidas
éstas en un mercado situado fuera de la propia región. Una actividad que, por otra parte, requería
estar profundamente unida a una agricultura comercializada.

“Industrialización antes de la industrialización”. Kriedte, Medick, Schlumbohm,


1977.
Génesis, contexto agrario y situación del mercado internacional
1.1. La división del trabajo existente entre el campo y la ciudad y su
disolución
Durante la alta Edad Media aparece una división del trabajo mediatizada por el
mercado, que adjudicaba al campo la producción agrícola y a la ciudad la producción
manufacturera. Para que surja una economía de mercado, basada en la división del
trabajo, se necesitaron dos condiciones: excedente agrario y crecimiento demográfico,
ambas funcionalmente relacionadas. Sin embargo, esta división tuvo desde el comienzo
un alcance limitado. Para la economía campesina el mercado continuó siendo periférico,
productora de valores de uso y no de cambio. La economía doméstica producía gran
parte de las necesidades materiales.
Cuanto más se arraigaba la división social del trabajo, convirtiéndose en
agente del proceso económico, más se desvinculaba de la división del trabajo
existente entre la ciudad y el campo. La etapa de la división social sólo podía lograrse
creando paralelamente centros rurales de producción manufacturera y mercados de
abastecimiento local. Se intentaron poner trabas a la producción manufacturera rural,
pero fue inútil.
1.2. Aparición de áreas rurales con una elevada concentración de
producción manufacturera
Junto a una producción artesanal poco diversificada, surgió una gran concentración
de la producción de mercancías manufacturadas, organizadas en unidades de
explotación familiar y dirigidas al mercado interregional. Los mecanismos de control de
ambos sistemas económicos resultan insuficientes y se requieren crear nuevos
sistemas.
1.2.1. Factores de influencia en el sector agrario
Las fuerzas que impulsaron el proceso de creación de nuevos sistemas se
encuentran en el sector agrario. El ritmo estacional de la producción agrícola está
relacionado con fuertes fluctuaciones en la demanda de trabajo, que tiene su auge en
los períodos de recolección.
Al paro estacional se le agrega la necesidad de algunas familias de buscar una
ocupación complementaria, ingresos adicionales para sobrevivir.
El gran incremento de la población tuvo una influencia directa sobre las tendencias
periódicas de la alta Edad Media y de los siglos XVI y XVIII. Pero el crecimiento
económico no pudo seguir el ritmo del crecimiento demográfico, entrando en vigor la ley
de productividad decreciente del suelo. Se trabajaron tierras marginales, surgió un
amplio sector de campesinado sin tierra en sectores con tendencia a la no división de la
herencia y una gran fragmentación del suelo en lugares que practicaban la sucesión
igualitaria. La estructura social de las zonas rurales cambió radicalmente. Todo esto se
veía reforzado por las guerras y las presiones feudales. Se polarizó el sector campesino.
Además, el alza de precios favorecía a las grandes explotaciones y perjudicaba a los
pequeños campesinos. Un pequeño sector se volcó a la actividad pecuaria, también
fracasando.
Aquellas familias cuyas granjas no tenían lo bastante como para cubrir sus
necesidades vitales, se veían ante dos alternativas: intentar asegurar su sustento
mediante una explotación más intensa, o “tratar de compensar el déficit de sus ingresos
con ocupaciones secundarias” (Chajanov, economista agrario ruso). La industria
doméstica se convierte en la única opción posible, ya que el problema del desempleo
estacional era infranqueable en la agricultura. Las familias desfavorecidas tuvieron que
introducir en su economía la producción de manufacturas, la cual se basaba en un
proceso dominado por la intensidad del trabajo, en contraste con las exigencias de la
agricultura.
Las industrias rurales pudieron desarrollarse sólo en aquellas zonas en donde las
propias comunidades y los señores feudales carecían del poder suficiente para imponer
una cohesión social; en las zonas en que esta existía, tuvo que debilitarse o desaparecer
para que pudieran desarrollarse los procesos de crecimiento demográfico y
diferenciación social. El desarrollo de la industria rural no dependía tanto de la cuantía
de los tributos feudales como de su forma de pago, siendo las prestaciones de trabajo
un problema para la procreación y, por lo tanto, para el crecimiento demográfico, una de
las bases de la industria rural. Esto sucedió en Rusia, por ejemplo, pasando el 1560.
1.2.2. Factores de influencia ajenos al sector agrario
Para que la producción manufacturera rural alcanzase la fase que denominamos
protoindustrialización se hizo necesaria la interacción entre el conjunto de condiciones
del sector agrario y el mercado suprarregional. El potencial productivo urbano no
alcanzaba a suplir la demanda y las relaciones de producción urbanas estaban
adicionalmente restringidas por los gremios; además, los costos de la materia prima
solían ser más baratas en las zonas rurales. El capital mercantil tuvo que trasladar la
producción al campo, con la demanda de los mercados exteriores como principal
impulsor de este movimiento. Existen algunas excepciones, como Nuremberg, a finales
de la Edad Media.
La figura del comerciante y el empresario aparece y comienza a destacarse, el
Verleger en ciertos casos abusaba de la necesidad del campesinado, carente de del
respaldo de los gremios. En consecuencia, los comerciantes y empresarios de trabajo
a domicilio que empleaban trabajadores rurales pudieron obtener un beneficio
diferencial, que fue desapareciendo gradualmente al generalizarse el nuevo sistema de
producción.

1.3. La protoindustrialización
1.3.1. Orígenes, relaciones interregionales, indicadores
Las primeras regiones en las que se dio una concentración de producción
manufacturera rural surgieron durante la Edad Media, en Inglaterra, en el sur de los
Países Bajos y en las regiones montañosas del sur de Alemania. Pero el impulso
decisivo para la protoindustrialización vino a finales del XVI y durante el XVII.
La protoindustrialización fue la solución para el conjunto de problemas que
surgieron tanto en el sector agrario como en el de la producción manufacturera,
problemas que ninguno de los dos sectores era capaz de resolver aisladamente. La
problemática venía dada, por una parte, por el crecimiento demográfico y el proceso de
diferenciación experimentado por la población rural y, por otra parte, por la baja
elasticidad de oferta de la economía en las ciudades. Esto sólo pudo resolverse tras el
comienzo de las interacciones entre ambos sectores. La creciente desestabilización
pudo superarse mediante la formación de un nuevo sistema que aumentó la capacidad
de las sociedades europeas para autorregular sus economías.
1.3.2. El contexto agrario
Las condiciones tecnológicas de la época, los bajos sueldos y otras condiciones
naturales adversas, hicieron imposible la comercialización de la agricultura. La
agricultura de subsistencia constituyó la base agraria de la protoindustrialización,
además de la elasticidad de la oferta de la mano de obra, la condición más importante.
El sector agrario proporcionó una cuádruple contribución para el desarrollo de la
protoindustrialización: mano de obra, capital y habilidades comerciales y empresariales,
productos y contribuciones de mercados.
Los campesinos ricos y con orientación empresarial, así como la “burguesía” local,
tomaron una posición de intermediarios entre los productores domésticos y los
comerciantes, y constituyeron la infraestructura de personal del Verlag, o sistema de
trabajo a domicilio. A menudo fueron estos middlemen y no los grantes Verleger de las
ciudades los verdaderos agentes del proceso de producción.
Además de contribuir con alimentos básicos, el sector agrario tenía que abastecer a
la protoindustria con materias primas y combustibles, como el lino, el cáñamo y la
madera. Con frecuencia estas dos funciones resultaron incompatibles y tendieron a
entrar en conflicto.
1.3.3. Condiciones en el mercado mundial
La demanda interna, debida a su baja elasticidad, no hubiera sido suficiente por sí
sola para iniciar el proceso de protoindustrialización: tuvo que ser asistida y
complementada por una expansión de la demanda exterior que, aunque no constituyó
la engine del crecimiento, sí ejerció la función de handmaiden of growth (Kravis). En las
condiciones de aquella época, la única posibilidad de superar las limitaciones de los
mercados internos e incrementar la demanda de productos manufacturados fue la
“apropiación de la potencia adquisitiva extranjera” (Hofmann). La demanda interior y
exterior se respaldaban mutuamente, tanto a corto como a largo plazo.
De todas formas, la importancia de la demanda exterior no residía solamente en su
función complementaria. Al abrirse al comercio internacional, las regiones podían
superar las limitaciones que les imponía el mercado local y poner en funcionamiento
recursos que hasta entonces habían permanecido sin utilizar. Se ponía en marcha un
proceso dinámico: el aparato de la producción se amoldaba a las nuevas circunstancias,
se intensificaba la división del trabajo, y por consiguiente también la productividad; a su
vez, los ingresos monetarios creados automáticamente por el comercio exterior
potenciaban el progreso económico.
La protoindustrialización se desarrollaba entre dos mundos: el limitado mundo de la
aldea y el mundo sin fronteras de comercio; entre la economía agraria y el capitalismo
comercial. El sector agrario aportó mano de obra, habilidades comerciales y
empresariales, capital, productos y contribuciones al mercado. El capital mercantil abrió
camino a la producción manufacturera rural hacia los mercados internacionales, de cuya
capacidad de expansión dependía este sector para poder emprender la fase de la
protoindustrialización. La dualidad estructural de las sociedades preindustriales
europeas fue un terreno fértil para el desarrollo del capitalismo.

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