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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales


Escuela de Sociología
Formación Social Venezolana II

Situación Económica y Social Venezolana;


Guzmanato y el ascenso de los Andinos al Poder
(1870-1909)

Abyayala Lanz
C.I 25.744.420

JUNIO 2018
Introducción

Luego de 40 años que transcurrieron bajo un mismo esquema de hacer política,


de ejercer gobierno y de conducir el Estado, llega el momento histórico
comprendido entre 1899 y 1909, como uno o varios procesos históricos de
transformaciones profundas, que asentaron las bases políticas y económicas de la
Venezuela que conocemos hoy.

Durante esos años, un país previamente disgregado y anarquizado se


convierte en una autocracia centralizada bajo el mando de un caudillo
poderoso. La dispersión geográfica de recursos fiscales y fuerzas militares
da paso a un control central sobre el poder económico y fiscal del Estado.

Las administraciones públicas nacionales de la mayor parte del siglo XIX podían
ser llamadas gobiernos apenas en un sentido relativamente restringido de la
palabra. Carecían de un control estable sobre la mayor parte del territorio
nacional, y en ocasión su ámbito de influencia no llegaba muy lejos de la capital.
Grandes áreas del territorio nacional estaban bajo el control de caudillos locales.
En el mejor de los casos estos caudillos no entorpecían el trabajo del gobierno
nacional y en el peor de los casos se encontraban en abierta rebelión contra éste.

En este trabajo nos proponemos analizar algunas consecuencias en el plano


estructural de la economía, el Estado y la población, resultantes de la serie de
acontecimientos que se vienen generando en el territorio venezolano a partir de la
llegada de Antonio Guzmán Blanco al Poder, como punto de quiebre entre la
formación social colonial que se existía desde la Independencia con el caudillismo
y los gobiernos regionales, pasando por las distintas épocas y matices que tomó el
Guzmanato y finalmente caracterizando el ascenso de los andinos al poder y el
proyecto centralizador del Gobierno Central en la Venezuela del siglo XX.
En abril de 1870 cuando Antonio Guzmán Blanco llega al poder, Venezuela tenía
una población de 1.784.194 personas (primer censo oficial de 1873) distribuidos a
lo largo del territorio nacional. El país atravesaba una época de alzamientos e
insurrecciones, conflictos políticos en el marco del caudillismo, crisis fiscal,
economía monoproductora y dependiente de la exportación de café (Nikita
Harwich Vallenilla, 1992, p.206). Guzmán Blanco llega a Caracas planteando la
reorganización administrativa, la modernización, el equilibrio político y económico
en el país.

Desde los días de la fusión entre conservadores y liberales el país había entrado
en un tiempo de inestabilidad política y social que alcanzó punto culminante
durante el estallido de la Guerra Federal. Y no obstante a la “paz concertada”
entre ambos bandos en el pacto de Coche, después del triunfo de los federales,
del gobierno de los azules y de la triunfante revolución de abril de 1870,
continuaron los disturbios y la tensión “revolucionaria”.

Inmediato al triunfo militar de abril (La Revolución de abril), Guzmán Blanco


derrotó los restos opositores y basó su discurso político en atribuir al bando
conservador la razón de todos los males por los que pasaba el país. La campaña
de Apure le permitió consolidar posiciones, tomar el poder bajo la proclama del
liberalismo amarillo y la erradicación de los conservadores y los azules. Este
triunfo militar inició una nueva etapa en la historia de Venezuela en donde se
comienza a visualizar un “orden” que girará en torno a Guzmán Blanco, y donde
sobresaldrá la alianza caudillista. (Mary B. Floyd, 1992, p.169).

En el guzmanato, el septenio (comprendido desde 1870 hasta 1877) fue un


momento de grandes transformaciones sociales; se constituyen las bases de un
Estado fuerte y autoritario, con lineamientos políticos definidos. Se comienza un
proceso de modernización en las urbes, se decreta la instrucción primaria gratuita
y obligatoria, se levantan censos y estadísticas, se comienza el intento de
fomentar inversiones europeas en Venezuela.
En esencia, la idea de la modernización de la Nación estaba impregnada de los
valores del positivismo occidental, donde el nivel de satisfacción de los objetivos
planteados dependerían en la medida en que se acercasen a la “alta cultura” y los
progresos que venían mostrando los países centrales en Europa.

Ya en funciones de Gobierno, Guzmán Blanco armó una estructura de hombres e


instituciones que le facilitaron controlar el poder a lo largo de las regiones del país.
Aunque al principio del septenio, el apoyo militar caudillista fue fundamental para
afianzarse en el mando y Guzmán Blanco depositó confianza en los caudillos para
mantener el orden en las regiones, a finales del septenio redujo las autonomías
estadales, a través de relaciones de dependencia entre los caudillos y el Gobierno
Central, en búsqueda de centralizar el poder.

Otro grupo influyente en lo político-económico de la Venezuela del siglo XIX fue la


clase mercantil venezolana que a pesar de que no se alineó al mandato de
Guzmán Blanco en un principio, posteriormente esta alianza se hizo fundamental
para el desarrollo económico-financiero del país.

La Compañía Nacional de Crédito a partir de 1870, fungió como agente fiscal y


tesorero del Gobierno Central a través del control de los fondos generados por las
aduanas en los puertos (principalmente La Guaira) y la distribución de estos a los
gastos del Estado. Por lo que la cuestión de la centralización del poder tomaba un
carácter indispensable en cuanto al tema fiscal y financiero. Plantea Mary Floyd:

“… los comerciantes-banqueros eran partidarios de la centralización. Ellos y –eso


tal vez era más importante- favorecían un gobierno que le diera todo su valor a la
responsabilidad en materia fiscal y que sobre el comercio profesara unas ideas
concordantes con las de ellos.” p.182.

Esto, junto al control administrativo de las aduanas, significó el asentamiento de


una seguridad económica nacional que no existió en los Gobiernos antecesores.
El guzmanato coincide con las transformaciones sociales y económicas que
atravesaban a Europa en aquel entonces. Durante la segunda revolución industrial
se le dio impulso al desarrollo de las fuerzas productivas, al crecimiento de la
producción industrial y la demanda de más fuentes de materias primas. Este
fenómeno propició la aparición de grandes monopolios financieros, monopolios de
la industria pesada, maquinarias, ferrocarriles, naviero, etcétera.

El capital excedente europeo buscaba invertirse en los países de la periferia


capitalista. La Venezuela guzmancista fue entonces un destino para esos
capitales, donde realizaron inversiones en ferrocarriles, telecomunicaciones,
infraestructuras, minería, etc. Este período fue un quiebre con el ámbito y la
cultura colonial que imperaba en el país.

Durante los últimos años de gobierno de Guzmán Blanco, Venezuela sintió el


impacto del desarrollo del capitalismo europeo. Los ingresos a través de
exportaciones de café, cacao, azúcar, tabaco y otros productos se incrementaron.
Comienza la transformación del paisaje urbano colonial al simbolismo del cambio
de las condiciones materiales en la vida cotidiana (Mario Sanoja, 2011, p.335), de
esta forma, Caracas se modernizó, y la política y el pensamiento cultural en el
guzmanato estuvieron direccionados hacia la adquisición de valores foráneos,
elitescos que correspondían muy poco con la cultura popular.

Para 1890 el carácter monoexportador en la economía y la dependencia que esto


generaba se fue agudizando y coincidió con un declive de los precios del café o
del comercio en general, en el mercado mundial. Había un desequilibrio en los
distintos sectores de producción debido a la única producción y comercialización
del café. “…Pero a pesar de la baja en los precios, para la mayoría de los
hacendados la palabra “café” sigue siendo sinónimo de riqueza fácil” (Nikita
Harwich Vallenilla, 1992, p.206). Esta dependencia hacía más vulnerable la
estructura de producción ante el mercado mundial, los capitalistas habían invertido
en exceso en la producción de café en Brasil y Colombia, generando una
sobreproducción de café en el mercado.
La caída de los precios del café en el mercado internacional alteró el sistema
económico nacional; el ingreso aduanero era la única y principal fuente de ingreso,
por lo que era evidente la crisis del modelo agrocafetalero y las reducidas sumas
aportadas por las exportaciones al Gobierno Central.

A pesar de las circunstancias políticas en Venezuela que paralizaban


constantemente la actividad empresarial del país, la burguesía mercantil era una
clase que se afianzaba cada vez más en el panorama político-económico de la
nación a través del poder que le había generado la alianza con el Gobierno
Central por medio de la consolidación de los institutos bancarios. En 1899, la
deuda del Gobierno Central con el Banco de Venezuela llega a 8.621.643 Bs
(Rondón Marquez, 1952, p.228), y por el carácter de control sobre la recaudación
de ingresos en aduanas, estampillas y salinas, comenzaba esta clase privilegiada
a beber del néctar del parasitismo con los ingresos nacionales.

Cuando el predominio de Guzmán Blanco se fue debilitando hacia 1898, emergió


la figura de Joaquin Crespo como aquella que parecía llenar la vacante de caudillo
principal en el país, pero ese proceso de “reemplazo” no se consolidó y fue de
muy corta duración, no llegó a alterar el cuadro político del momento. Desde ese
momento la red del liberalismo amarillo comenzó a deshacerse rápidamente. La
caída definitiva de aquel sistema era cuestión de tiempo.

Posteriormente a las elecciones de 1897, Ignacio Andrade había sido designado


como el hombre que habría de sucederle en la presidencia a Joaquín Crespo. Esto
generó un descontento entre otros aspirantes del partido liberal que se
consideraban con más títulos para ser escogidos, por lo que se declara un
supuesto fraude que desencadenaría un enfrentamiento: la revolución de Queipa y
la batalla de la Mata Carmelera. El candidato presidencial y caudillo venezolano
Mocho Hernández se alzaría contra Crespo en una batalla donde este último
perdería la vida. Este escenario sería propicio para la insurrección de Cipriano
Castro desde los Andes con el objetivo de tomar el poder nacional y comenzar su
proyecto político centralista con la llamada Revolución Liberal Restauradora.

Originalmente, el centralismo político que plantean los caudillos de la Revolución


Liberal Restauradora no trasciende las ideas de unos hombres que pertenecen a
una clase agricultora y luego militar. Y decimos esto porque el movimiento
capitalista mundial para ser comprendido requería mucho más que eso. La gran
tarea de crear un Estado centralista venía siendo en Europa occidental una tarea
con determinaciones bien precisas; el Estado es el encargado de unificar las
fuerzas sociales de un territorio y de darles dirección en términos capitalistas para
su desarrollo. En todo caso, la hazaña de los andinos sería una tarea que debió
cumplir la oligarquía caraqueña como trabajo histórico a cumplir tradicionalmente
por las burguesías, pero esto significa en primer lugar un proceso económico-
productivo que no se cumplió, refleja su fracaso y frustración como clase dirigente.

La llegada de Cipriano Castro a Caracas en 1899, bajo la consigna “Nuevos


hombres. Nuevos Ideales. Nuevos Procedimientos”, inicia un proceso en la historia
de Venezuela caracterizado por la presencia dominante de los andinos en el
poder, sin embargo también refleja el proceso por el que estaba pasando la
sociedad venezolana. En las masas todavía se aprecia el agotamiento que ha
dejado la guerra de independencia y luego la guerra intercaudillesca, el tiempo
demostró finalmente que la basta cantidad de muertes solo servía para intereses
ajenos. La gran brecha entre las clases dominantes y el grueso de la sociedad
permanecía intacta, si en algún momento las masas participaron en las avanzadas
que apoyaron liderazgos de los caudillos regionales, ya a finales de siglo la forma
en la que se acepta en la sociedad en general el nuevo régimen político nos da
una lectura clara de lo que estaba sucediendo.

Castro inició la presidencia en un escenario poco alentador: había llegado al poder


apoyado por el ejército que pocos días antes servía al presidente Andrade, y de
inmediato tuvo que enfrentar una situación similar a la del derrocado Presidente.
Apenas a dos días de estar en el poder, Mocho Hernández se declaró rebelde y
poco después le siguieron Pedro Julián Acosta, Celestino Peraza, y lo que más
tarde podría denominarse como la Revolución Libertadora, la revolución del
caudillaje.

Castro inicia de forma decidida el desmantelamiento de la red de caudillos que


cubría política y militarmente al país, y que había sido una de las causas
principales de la inestabilidad política que existió durante el siglo XIX. Una de las
primeras medidas fue el fortalecimiento del Ejército Nacional, el desarme de los
ejércitos regionales que estaban bajo el mando de los caudillos y posteriormente
la eliminación de un artículo que servía como “piso” constitucional para el control
político territorial de estos.

Por otro lado, el Estado en ese momento se hallaba verdaderamente en una


encrucijada financiera y no tenía más posibilidad que recurrir a los hombres del
capital: Manuel Antonio Matos, de los principales adinerados del país, el hombre
clave. Siendo una especie de vocero de los banqueros ante el Gobierno, Castro le
encargó el otorgamiento de créditos al Gobierno para aliviar la situación de crisis
financiera que atravesaba el país, pero este no veía viable más endeudamiento
por parte del estado. En una carta dirigida a Castro en el año 1900, Matos le hace
una especie de radiografía financiera del país:

Seis años de desorden fiscal, dos más de guerra incesante, el café despreciado en
los mercados de consumo; muchas haciendas abandonadas en consecuencia; la
industria cañera quebrantada por la baja del valor de sus productos, el trabajo
interrumpido en toda la República por falta de paz, confianza y elementos
monetarios; los intereses de la deuda pública insolutos, lo cual después de
producir grave desconcierto en el país, ha hundido el crédito de la Nación en el
extranjero; y las consecuencias desastrosas de todos estos antecedentes, han
hecho que el comercio, los capitalistas y los particulares que viven de profesiones
u otras industrias se hallen reducidos a penuria tal que no permite esperar de ellos
otra ayuda que la compatible con su estrecha condición económica
La negativa de Matos y otros banqueros a conceder el nuevo préstamo, desquició
a Castro. Ejecutó medidas fuera de toda lógica como encarcelar a los directivos
del Banco de Caracas y Banco de Venezuela bajo un carácter despótico y
autoritario, alimentado por quienes formaron a su alrededor un anillo de adulantes.

Matos se refugió en Macuto y comenzó a planificar la estrategia para enfrentar la


arrogancia del presidente y “proteger” los intereses comunes. Matos martirizado
debido a la soberbia de Castro, se convirtió en un referente para los caudillos
liberales desplazados.

En la revolución Libertadora (1901-1903) confluyeron varias corrientes adversas a


Castro. Principalmente los intereses de los caudillos que eran contrarios al
proyecto centralista que proponía el Gobierno de Castro, los banqueros que
financiaron el conflicto y que arrastraban una especie de resentimiento debido a
las medidas que Castro. Y por otro lado, los intereses económicos extranjeros
(New York and Benitez Company) los cuales a través de Manuel Antonio Matos
dan una importante ayuda económica a la Revolución

Este conflicto en contra del Gobierno de Castro tiene un especial significado


histórico, pues se trata del último intento del caudillismo venezolano por sobrevivir
como forma de orden político. La cabecilla militar de la revolución, el Gral.
Domingo Monagas muere en el transcurso de la revolución y comienzan las
contradicciones internas en el movimiento, finalizando en la concentración de
fuerzas en la batalla de La Victoria para hacer frente a Castro.

Posteriormente a la Batalla de la Victoria, queda un núcleo caudillista en el Estado


Bolívar el cual es el Vicepresidente de la República, Juan Vicente Gómez, el que
va a combatirlo y luego de esa pequeña batalla, pone punto y final a la historia
militar del caudillismo en Venezuela.
El Estado Venezolano seguía siendo inestable y pobre, debido a los bajos
ingresos públicos producto de la dependencia agrocafetalera y el mercado
mundial. Por otro lado, existía un retraso en el pago de deudas que tenía
Venezuela con bancos Europeos, debido a que habían proporcionado
financiamiento al Gobierno Central en el prolongado período de los conflictos
internos en el país, así como la construcción de la red ferroviaria por orden y
concesión del presidente Antonio Guzmán Blanco.

Estos países europeos: Alemania, Inglaterra e Italia, llevaron a cabo un bloqueo


naval a finales de 1902 e inicios de 1903 que sumió a la economía a un estado de
caos. Pero Castro reaccionó de una manera muy pertinente y desplegó un
discurso nacionalista, denunciando el bloqueo y manifestando la voluntad de no
rendirse ni perder la dignidad, a pesar de la abrumadora superioridad militar de las
fuerzas extranjeras: “La planta insolente del extranjero ha profanado el suelo
sagrado de la patria”.

Se podría considerar que la Revolución Libertadora se inscribe como una agresión


imperialista contra el país. Al salir derrotada la clase financiera venezolana y sus
financistas, las potencias procedieron abiertamente a declarar un bloqueo,
alegando el cobro de deudas atrasadas.

El bloqueo a Venezuela fue resuelto en febrero de 1903 con la firma de los


protocolos de Washington, sirviendo Estados Unidos como mediador en el
conflicto. Posteriormente el Departamento de Estado trataría de imponer medidas
adecuadas en la política Venezolana. Castro, a pesar de actuar con cierta torpeza,
nunca cedió la soberanía del país, cuestión que tensaría las relaciones entre
Estados Unidos y Venezuela.

Castro tomaría represalias contra la New York and Bermúdez, El Cable Francés,
el ferrocarril alemán y los barcos holandeses. Las relaciones diplomáticas con los
gobiernos respectivos se pusieron muy tensas y en el caso de Estados Unidos y
Francia, se rompieron.

La forma de gobernar de Castro, su estilo altisonante, su vida desordenada, sus


roces con las potencias europeas, el olvido al que somete a sus paisanos, van
generando enemigos, temores, desconfianza. Comenzaban algunos sectores del
país a querer deshacerse de Castro y la figura predilecta para reemplazarlo es
Juan Vicente Gómez, el segundo hombre al mando. Gómez es compadre de
Castro, lo acompañó desde la revolución restauradora y batalló de manera eficaz
contra los caudillos rebeldes e inconformes. Gómez era callado y astuto, con la
confianza inicial de Castro pero sin sus extravagancias, por lo que a su alrededor
de se va amarañando una red de opositores de Castro.

Los riñones de Castro facilitaron el trabajo. Una complicación renal lo hace viajar a
Europa en 1908. Esta partida acelera los movimientos de la red anticastrista que
se ha ido tejiendo en torno a Gómez. Finalmente, luego de varios hechos y con
distintos pretextos legales, Cipriano Castro es destituido judicialmente de la
Presidencia de la República y legalmente reemplazado por el Vicepresidente Juan
Vicente Gómez.

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Bibliografía

 VALLENILLA, Nikita Harwich: El Modelo Económico del Liberalismo Amarillo;


Historia de un fracaso. En: Fundacion John Boulton, C., & Izard, M. Política y
economía en Venezuela, 1810-1976. Fundacion John Boulton. Caracas 1992.
 FLOYD, Mary B: Política y Economía en tiempos de Guzmán Blanco.
Centralización y Desarrollo. En: Fundacion John Boulton, C., & Izard, M.
Política y economía en Venezuela, 1810-1976. Fundacion John Boulton.
Caracas 1992.
 RONDÓN MÁRQUEZ, R. A. Guzmán Blanco "El autócrata civilizador" .Tomo I.
Imprenta Vicente García, Madrid. 1952

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