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Cultura Latinoamericana: resistencia versus la dicotomía del

constante cambio1
«La cultura debe ser considerada el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales,
intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además
de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las
tradiciones y las creencias».
Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural (2001)
Por: Dannae Arias S.

La cultura de masas se entiende como un producto ajeno a la cultura Latinoamericana


debido a su origen situado en el campo de la dominación (las industrias culturales), razón
por la que lógicamente la apropiación de la cultura transnacional debería ser un
razonamiento “despreciado” por parte de la cultura popular de un pueblo. Sin embargo,
históricamente las relaciones de complicidad con la burguesía han unido este lazo con la
cultura dominante en lugares donde la occidentalización se ha impuesto desde la conquista.
En este contexto, solo queda afirmar que la visión dualista que pudo surgir desde la
resistencia del pueblo latinoamericano ya está casi extinta a raíz de esta penetración
en masa.

“Lo masivo se ha gestado lentamente desde lo popular (…) la masificación consiste en el


proceso de inversión de sentido mediante el cual pasa a llamarse popular en el siglo XIX la
cultura producida industrialmente para el consumo de las masas” (Barbero,1983, p.60)2

En ese sentido, la llegada de los españoles a América es el primer hito para poder entender
(o al menos dar forma) al concepto de "identidad latinoamericana". Al considerar que la
conquista del continente fue un proceso violento e impositivo, se entiende que el indígena
oprimido desarrollaría ciertos métodos de defensa para proteger su cultura, lo que trajo
consigo un amalgama de posibilidades. Pese a ello, en distintos niveles las culturas
indígenas terminaron por ceder el poder a sus colonizadores (la resistencia en ninguna
parte fue igual).

Es por este inicio “turbulento” que la definición de “identidad latinoamericana” ha sido objeto
de debate. A cinco siglos de este hito, la cultura latinoamericana se ha encargado de
incorporar y hacer propia la cultura “dominante”, modificándola para adaptarla a la condición
específica de cada pueblo.

Y entre tantas cosas que las comunidades debieron aprender durante el proceso de
conquista, fue la orden de progresar, ajena al mundo ritual que circundaban.

Al acatar esa orden, el “latinoamericano” se sometió a la inminente transformación, que


pudo contemplar en algunos casos hibridación como en otros la reproducción de formas de
vida ajenas a lo local. O como lo diría Subercaseaux3 (1988), los cambios en - por así
decirlo- los pensamientos latinoamericanos surgen o desde la apropiación o desde la
reproducción cultural.

En el modelo de apropiación cultural, este autor sugiere que el "cambio" responde a


condiciones socioculturales muy precisas. "Apropiarse" significa hacer propio, y lo "propio"
es lo que pertenece a uno en propiedad, y que por lo tanto se contrapone a lo postizo o a lo
epidérmico (...) implica adaptación, transformación o recepción activa en base a un código
distinto y propio (Subercaseaux, 1988, p.130)

1
Pregunta 1: Explique por qué se puede afirmar que el modelo de apropiación cultural se opone a
una visión dualista de la cultura latinoamericana
2
Memoria narrativa e industria cultural, Jesús Martín Barbero
3
La apropiación cultural en el pensamiento y la cultura de América Latina, Bernardo Subercaseaux
Por ejemplo en Chile, entre 1870 y 1900, la influencia creciente del rol del estado creó un
nuevo escenario social, por primera vez con sectores medios emergentes y el sector alto en
crisis. Bajo este contexto, Valentín Letelier se apropia del positivismo europeo, articulando
las ideas de manera contextual y singular. Y tuvo razón; las corrientes intelectuales
europeas, en la medida que son inorgánicas, operan solo como un referente para ser
apropiado y no reproducido.

Por esta razón, este modelo se contrapone a la visión dual de la cultura de América Latina:
por definición la apropiación “niega la existencia de un núcleo cultural endógeno
incontaminado” (Subercaseaux 1988 p. 132), pues lo "latinoamericano" es algo que se
"hace" constantemente. Es en este contexto que el concepto de "identidad latinoamericana"
pierde fuerza.

“El concepto de Identidad latinoamericana se des-sustancializa y pierde su lastre ontológico


y finito, convirtiéndose así en una categoría en movimiento, en una dialéctica continua de la
tradición y la novedad, de la coherencia y la dispersión, de lo propio y lo ajeno, de lo que se
ha sido y de lo que se puede ser.” (Subercaseaux, 1988, p.132)

El autor plantea que el rol de la apropiación en la cultura de occidente no es puramente


mimético, pues lo latinoamericano se concibe como "cosmopolita". Con esto lo apropiado
cobra originalidad. La apropiación “apunta a una fertilidad, a un proceso creativo a través
del cual se convierten en "propios" o "apropiados" elementos ajenos” (Subercaseaux, 1988
p. 130)

Además, este enfoque llama a prestar atención a la dimensión simbólico-expresiva y no solo


racional, pues el lenguaje articula el texto social. Es más sensible a lo híbrido, a los
sincretismos y acoplamientos.

Este modelo permite entender mejor la relación pensamiento actual y pasado, pues la
tradición opera selectivamente y la apropiación se entiende como un proceso histórico-
sincrónico.

En contraposición, cabe destacar que el modelo de reproducción cultural se relaciona con la


constitución de América Latina, sus raíces europeas y su pertenencia histórica al mundo
occidental. Desde el principio “lo latinoamericano” se ha mostrado dispuesto a reproducir la
cultura europea y ser la "periferia" de ese universo, por lo que este enfoque concibe este
pensamiento como una cristalización de procesos exógenos más amplios.

Gracias al rol de la elite la reproducción entiende por un lado el componente indígena y por
otro el ilustrado, ya que “implica la existencia de un núcleo cultural endógeno, de un
componente autóctono, de sustrato precolombino, indígena o rural, y por otro de un
componente ilustrado, foráneo e iluminista” (Subercaseaux, 1988, p. 128). El proceso de
modernización latinoamericano en este sentido es externo y contradictorio con el Ethos.

Es posible que las primeras generaciones conquistadas fueran más a fin con el modelo de
reproducción. Luego, hacia 1890 e insertos en el capitalismo, el clima hace más propicio el
modelo de apropiación. Entre 1910 y 1950 con la revolución mexicana parece predominar
el enfoque de reproducción. Y hacia fines de los años 80’ habría sido el de la apropiación.

Una excepción es el caribe, el cual se sobrepone la visión crítica hacia la cultura foránea,
pues para ellos el avance intelectual está en la visión redentora de la cultura popular
tradicional. (Lo popular como “cultura de resistencia” autónoma y la cultura de masas como
lo ajeno, perteneciente al campo de la dominación).

La excepción se da en países en que existe gran población indígena como Bolivia o Perú,
que aceptan su calidad de multiculturalidad, por lo que se centran en la concepción dualista,
oponiendo su cultura a la occidental (y teniendo la fuerza para hacerlo). Para ellos hasta el
analfabetismo es una forma de resistir. En cambio, países como México o Brasil, son más
abiertos a los cambios tecnológicos o al modelo de apropiación.

Cabe señalar que ha primado el modelo de reproducción, y que el segundo no ha sido tan
estudiado. Al considerar que la cultura de la resistencia ha ido a la baja, picada que además
luego se profundizó con los gobiernos fascistas en la región, se entiende que esta
hibridación colaboró con “olvidar” la cultura propia, para así adaptar una manera de vivir y
de pensar adquirida, impuesta por la cultura hegemónica. Por esta razón, el enfoque de
reproducción pierde fuerza y parece menos coherente en el intento de explicar cómo
funciona la cultura en América Latina.

Para el autor “Lo latinoamericano es a fin de cuentas una construcción y una representación
intelectual. Desde esta perspectiva el estudio del proceso de apropiación tiene mucho que
aportar al imaginario social y a una visión más compleja y menos esquemática de nuestra
autopercepción como latinoamericanos”. (subercaseaux, 1988, p. 135)

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