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El nombre Habacuc quiere decir "el que abraza, pero no en el sentido

romántico, sino en el sentido de consolar y este es un gran libro de


consuelo. El consuelo posiblemente sea el problema más penoso con
el que se tienen que enfrentar los seres humanos: es decir, el gran
interrogante de por qué Dios permite que sucedan ciertas cosas. No
conozco una pregunta más actual e importante que esta. Al leer esta
profecía de Habacuc descubrirá usted que el problema con el que tuvo
que contender y sobre el cual acabó por averiguar la respuesta, hizo
posible que se convirtiese en consolador y en uno que podía abrazar a
su pueblo en su sufrimiento, y es exactamente el mismo problema con
el que nos enfrentamos nosotros actualmente. Porque el profeta vivió
en un tiempo muy parecido al nuestro, un tiempo en que todo estaba
saliendo mal. Vivió en una época en la que hubo una gran corrupción
nacional y aflicción, en el que la nación y la tierra estaba llena de
violencia, de odio y de estallidos de maldad
Luis XVI de Francia
(en francés Louis XVI de France) (Versalles, 23 de agosto de 1754-París, 21 de
enero de 1793) fue rey de Francia y de Navarra1 entre 1774 y 1789, copríncipe de
Andorra entre 1774 y 1793, y rey de los franceses4 entre 1789 y 1792.3
Su llegada al trono hizo pensar en grandes reformas del Estado, pero su falta de carácter,
las intrigas de su corte y la oposición de los nobles le impidieron llevar a cabo las medidas
oportunas. En cuanto a política exterior tuvo más éxito, debilitando a Gran Bretaña y
manteniendo la paz en Europa.
Intentó en seis ocasiones (1774-1776, 1781 y cuatro en 1787) realizar reformas,
estableciendo un impuesto equitativo que sustituyera a la talla heredada del feudalismo.
La nobleza de toga del Parlamento de París y la corte de Versalles se negaron a tales
reformas, haciendo al rey tener que presentar sus propuestas ante una Asamblea de
Notables y más tarde ante los Estados Generales para aprobarlas. En los Estados
Generales de 1789, el Tercer Estado, al que no se le concedió el voto por persona que
solicitaba, se autoproclamó Asamblea Nacional, jurando no disolverse hasta dar una
Constitución a Francia. El rey cedió ante la Asamblea, viéndose obligado más tarde a
trasladarse al parisino palacio de las Tullerías. Debido a su desacuerdo con las leyes y
reformas (como la confiscación de bienes de la iglesia y la Constitución civil del clero), y
viendo lo rebajada que había quedado su autoridad, adoptó una doble actitud,
aparentando en público estar de acuerdo con la Asamblea y conspirando en privado en
contra de ella, para eliminar a los revolucionarios del poder. El rey decidió fugarse para
unirse a un ejército afín, pero fue detenido en Varennes-en-Argonne, llevado de vuelta a
París y suspendido de sus funciones. A pesar de que hubo un movimiento republicano que
exigió que el rey fuera castigado, el monarca firmó la Constitución de 1791 y fue repuesto
en sus funciones. En un asalto a las Tullerías, el 10 de agosto fue arrestado (arresto
motivado por su negativa a enviar soldados a luchar contra Austria y Prusia), puesto a
disposición de la Convención Nacional (en sustitución de la Asamblea Legislativa
constitucional) y procesado. Fue guillotinado el 21 de enero de 1793.

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