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I
ENEMIGOS INTIMOS
Amar y trabajar son las capacidades gemelas que marcan la plena madurez. Si es
así entonces la madurez puede ser un peligroso apeadero en la vida… y las actuales
tendencias en cuanto a un matrimonio y divorcio hacen que la inteligencia emocional
sea más crucial que nunca.
El cambio se hace más claro al comparar los índices de divorcio en las parejas
casadas en determinado año. Para los de 1890 el 10% termino en divorcio, para los
de 1990 fue cerca de un asombroso 67%. Se puede afirmar que gran parte de este
aumento no se debe tanto a una disminución de la inteligencia emocional como a
una constante erosión de las parejas sociales que solían mantener unidas a las
parejas e incluso en la más miserable de las uniones.
Y bueno el bajo porcentaje de matrimonios y el alto número de divorcios del mundo
actual convertiría a la madurez en una etapa de la vida en peligro de extinción que
requeriría, hoy más que nunca, del concurso de la inteligencia emocional.
1.- Los antecedentes infantiles de dos concepciones diferentes del
matrimonio:
Es conocida la existencia de dos realidades emocionales distintas la de la mujer y
la del hombre en una misma relación de pareja. Y, si bien el origen de estas
diferencias emocionales responde parcialmente a razones biológicas, también tiene
que ver con la infancia y con los distintos mundos emocionales en que crecen las
niñas y los niños.
A excepción del enfado, los padres hablan más de las emociones con sus hijas que
con sus hijos y es por esto por lo que las niñas disponen de más información sobre
el mundo emocional. Y esta disparidad en la educación emocional termina
desarrollando aptitudes muy diferentes, puesto que las chicas se aficionan a la
lectura de los indicadores emocionales y a la expresión y comunicación de sus
sentimientos. Los chicos, en cambio, se especializan en minimizar las emociones
relacionadas con la vulnerabilidad, la culpa, el miedo y el dolor.
Los hombres suelen ser muy optimistas sobre la situación real de su matrimonio
mientras que las mujeres son más sensibles a los aspectos problemáticos de la
relación. No cabe duda de que la torpeza de los hombres para percatarse de los
problemas de la relación se debe a su relativa falta de capacidad para descifrar el
contenido emocional de las expresiones faciales. Las mujeres suelen ser mucho
más sensibles que los hombres para captar un gesto de tristeza.
Otra diferencia clave, es la que está presente en los juegos que desarrollan varones
y mujeres quedan interrumpidos porque alguien se lastima, si es un varón se siente
mal se espera que salga de en medio y deje de llorar para que el juego continúe, si
es una mujer se suspende el juego y todas la ayudan. Estos contrastes en el
aprendizaje de las emociones dan lugar a habilidades muy distintas: las chicas se
vuelven expertas en comunicar sentimientos mientras que los chicos minimizan las
emociones.
Todo esto significa que las mujeres llegan al matrimonio listas para desempeñar el
papel de administradora emocional mientras que los hombres con menos
apreciación de la importancia de esta tarea para que la relación sobreviva.