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Palabras claves de Efesios

5) Fe:

(gr.:« pistis»).

Es una palabra relacionada con «creer»; desde luego,


ambos conceptos no pueden estar separados.

En el AT aparece dos veces la palabra «fe» en sentido


propio (Dt. 32:20; Hab. 2:4). Las palabras en heb. son
«emun», «emunah»; pero «aman» se traduce
frecuentemente como «creer». La primera vez que este
verbo aparece en el AT es cuando se usa de Abraham: «Y
creyó a Jehová, y le fue contado por justicia» (Gen. 15:6).
En esto se apoya Pablo en Rom. 4, donde la fe del creyente
le es contada por justicia, sacándose la conclusión de que si
alguno cree en Aquel que resucitó a Jesús el Señor de entre
los muertos, le será contado por justicia.

Esto puede recibir el nombre de «fe salvadora». Es la


confianza en Dios puesta en Su palabra; es creer en una
persona, como Abraham creyó a Dios. «El que cree en el
Hijo tiene vida eterna» (Jn. 3:36). No hay virtud ni mérito en
la fe misma; lo que hace es ligar al alma con el Dios infinito.
La fe es ciertamente don de Dios (Ef. 2:8). La salvación es
sobre el principio de la fe, en contraste con las obras bajo la
ley (Rom. 10:9). Pero la fe se manifiesta por las buenas
obras. Si alguien dice que tiene fe, es cosa razonable decirle:
«muéstrame tu fe» por tus obras (Stg. 2:14-26). Si, por otra
parte, la fe no da evidencia de sí misma, es descrita como
«muerta», totalmente diferente de la fe verdadera y activa.
Un mero asentimiento mental a lo que se afirma, como mero
asunto factual, no es fe. Así, la fe engloba la creencia, pero
llega más lejos que ella, dándose de una manera vital a su
objeto. El hombre natural puede creer un cúmulo de
verdades. «Tú crees que Dios es uno; bien haces. También
los demonios creen, y tiemblan» (Stg. 2:19). Pero el creer
personalmente, con una involucración personal, esto es, la
fe, da gozo y paz.
Hay también el poder y la acción de la fe en el camino del
cristiano: «Por fe andamos, no por vista» (2 Cor. 5:7).
Vemos esta fe exhibida en las vidas de los santos del AT,
cantada en He. 11. El Señor tenía que reprender con
frecuencia a sus discípulos por su carencia de fe en su
andar diario. El creyente debiera tener fe en el Dios viviente
con respecto a todos los detalles de su vida diaria.

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