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Los motivos que nos llevan a caer en la dependencia son muy variados y a veces no
somos conscientes de que existen. La soledad, la inseguridad, problemas sentimentales, de
trabajo, el aburrimiento por falta de otras actividades, desórdenes psíquicos como depresiones,
complejos o neurosis son sólo algunas de las muchas causantes de la adicción, no solo a Internet,
sino también al alcohol, las drogas y a otra forma de huir de la realidad: la televisión.
Es muy difícil decir cuando una persona ha caído en la dependencia. Mucha gente utiliza
los servicios de Internet en la vida laboral o para mantener el contacto con amigos y familiares
dispersos por el mundo, sin que se pueda hablar de dependencia. Existen, sin embargo, una
serie de síntomas que podrían indicar adicción. Estos síntomas no deben ser considerados por
aislado, sino que deben verse en el diario vivir de cada persona. Si no puedes pasar varios días
sin acceder a la red, sin mirar tu correo electrónico, si dejas de lado otras actividades y tu única
satisfacción proviene del uso de los servicios de Internet, estás en zona de peligro.
Los síntomas psicológicos son tener un sentido de euforia o sobre satisfacción al estar
en el Internet, inhabilidad para poder parar la actividad. Aumenta la necesidad de estar
conectado en la computadora. Ya no te sacias con una o dos horas, ahora necesitas cuatro o
cinco horas. Esta persona comienza a rechazar familia y amigos. Se siente vacío, deprimido e
irritado al no estar en la computadora. Miente a sus amigos, familiares y compañeros de trabajos
sobre el tiempo que le dedicas a dicha actividad. Esta persona sufre de problemas en el trabajo
o la escuela.
Estas personas sienten que solo con el uso del internet pueden encontrar satisfacción y
felicidad, incluso presentan el riesgo de perder relaciones personales y oportunidades de
trabajo. Los adolescentes son propensos a presentar esta adicción, ya que a veces muestran
depresión, trastorno de ansiedad o problemas de personalidad, al no poder socializar si no es a
través de internet. Al encontrarse en un lugar donde no pueden navegar, pueden notarse
malhumorados, tristes, deprimidos, irritables y frustrados
La dependencia tanto a las muchas tecnologías disponibles (computadoras en todas sus formas,
dispositivos electrónicos, teléfonos inteligentes y ese inacabado universo de “gadgets”
tecnológicos) interconectados por internet, tanto como a todo lo que esa red propicia (redes
sociales, etcétera), produce una modificación sobre el sistema de búsqueda, es decir, sobre
nuestro centro de recompensa cerebral. Se comprobó que, a través de la liberación de
dopamina, la persona queda sujeta a la búsqueda de ese momento de “satisfacción” sin darse
cuenta que hipoteca su satisfacción futura. Cuando una persona se vuelve dependiente del
Facebook o del celular, comienza a experimentar síntomas de abstinencia, irritabilidad que
luego de traduce en intolerancia, estados de ansiedad o sensación de incomodidad, insomnio y
hasta puede llevar a náuseas en el caso de los que se pasan más de 10 horas navegando o
jugando en la red. Igual esto no termina aquí. El deterioro –como en cualquier adicción– no solo
queda sujeto a una modificación neurobiológica y psicológica. Comienza a producir efectos
sobre los lazos sociales. Comenzando con la familia y llegando a las redes más ampliadas como
las actividades deportivas o prosociales. Cuando alguien se vuelve dependiente de “algo”, casi
todo lo demás comienza a perder sentido, salvo ese “algo”.
El FOMO (Fear of Missing Out) o la obsesión por perderse algo de lo que está sucediendo
en la red es un ejemplo claro. Según la psicóloga Amaya Terrón, una persona sufre FOMO cuando
“siente miedo o temor a estar desconectado de su vida virtual. Cuando su dependencia a
Internet es evidente; por ejemplo, sintiendo ansiedad cuando pasa cierto tiempo sin estar
conectado, teniendo ideas recurrentes de estar perdiéndose algo”.
El número de individuos que sienten que su vida es mucho menos interesante que la de
sus conocidos está creciendo. El querer ser aceptado por otros siempre ha existido, y es algo
lógico ya que hace referencia a la identidad social. A nadie le gusta sentirse excluido. Solemos
funcionar en sociedad queriendo ser reconocidos por los diferentes grupos de los cuales
formamos parte: nuestra familia, nuestros amigos de la infancia, los amigos de la universidad,
compañeros de trabajo, entre otros.
Las redes sociales exponen la variedad de actividades que uno podría estar haciendo en
cada momento y proporcionan multitud de oportunidades de interacción social. El problema
reside en que muchas veces se presentan más opciones de las que podemos abarcar y esto
puede llevarnos a la percepción de que otros están teniendo mejores experiencias que nosotros.
En estos casos, se pierde el contacto con la realidad y es la imaginación la que juega un papel
determinante a la hora de interpretar lo que vemos por estos medios.
Al estar conectados las 24 horas del día mediante nuestros smartphones, este
sentimiento puede experimentarse no solo en varios momentos al día, sino con los diferentes
grupos a los que pertenecemos. Esto nos puede conducir a que estemos siempre pendientes de
este escaparate para poder destacarnos entre nuestros contactos y mostrar la gran vida social
que tenemos.
Síntomas
Los síntomas de esta nueva patología son claros:
Pensar que cuando tenga alguna reunión o evento, por ejemplo, se va a encontrar
nuevas actualizaciones y alertas y esta sea una motivación para acortar el tiempo de
estas.
Comprobar Facebook cada cierto tiempo, por ejemplo, cada 30 minutos, y si se deja de
hacer invade una sensación de perderse la diversión o la realidad de lo que pasa en sus
círculos.
No pasar más de cinco minutos desde que se encuentra un aviso de actividad y se revisa.
No poder salir de vacaciones sin asegurarse de que va a haber wifi en el lugar de destino.
Pensar que no recibir “me gustas” es un síntoma de que algo no va bien con las
amistades
Tener primero, en la pantalla del teléfono móvil, los iconos de redes sociales antes que
otros importantes para facilitar su accesibilidad.
Tener una vida social virtual más rica que en persona. A la persona se le da mejor
comunicarse mediante las redes sociales que cara a cara, llegando a preferir
reforzadores virtuales que gestos personales.
Pasar más horas navegando por redes sociales, buscando reforzadores y viendo los
eventos externos que hablando con familiares y amigos.
Lo primero que hace nada más levantarse es mirar las alertas que por la noche se han
generado. Y lo último antes de acostarse es asegurarse de que no hay alertas sin
descubrir.
Pese a que el uso de la tecnología puede ser muy útil, pues permite estar
constantemente en conexión con casi todos los rincones del planeta, la incomunicación puede
llegar a producir una sensación de ansiedad que nos invade y nos hace desear intensamente el
momento en que volvamos a estar conectados.
Los síntomas ansiosos y obsesivos que presentamos cuando nos quedamos sin móvil
han sido reconocidos por los psicólogos, y este miedo excesivo e irracional a estar sin
smartphone ha sido bautizado como “Nomofobia”. El término proviene de la expresión inglesa
“no-mobile-phone phobia”.
Cómo es una persona con Nomofobia
Son muchas las personas que sufren dependencia del teléfono móvil y están conctadas
las 24 horas, y los expertos piensan que el perfil del nomofóbico es el de una persona que tiene
poca autoconfianza en sí misma y baja autoestima, con carencia de habilidades sociales y de
resolución de conflictos, y que en su tiempo de ocio solo usa el móvil y parece incapaz de
disfrutar sin él
ASILAMIENTO SOCIAL
Cada día nos enfrentamos con un sin número de problemas. La base de todos estos se
puede hallar en la falta de comunicación. Es paradójico que un medio creado para promover las
relaciones sea una causa principal de las destrucciones de éstas.
La adicción a Internet puede ser una importante amenaza para la salud y el bienestar
social en el que se fuerza el comportamiento antisocial. La adicción puede conducir a la
incapacidad de comunicarse en el mundo real, al privar al adicto de las prácticas cotidianas que
intervienen en la comunicación interpersonal. El hecho de utilizar las expresiones faciales o
ciertos gestos para retransmitir emoción, intención o enfatizar declive, son sustituidos por los
adictos con caras sonrientes o avatares del teclado. Socialmente, los sujetos se vuelven más
propensos a desarrollar trastornos de la personalidad con los que se identifican más en su
presencia en Internet que con su personaje de la vida real. En última instancia, la adicción a
Internet puede paralizar la capacidad de uno para mantener una vida social sana.
EFECTO GOOGLE
A fin de cuentas, Internet un gigantesco banco de datos que se puede llevar en la cartera
de la dama y el bolsillo del caballero ¿por qué esto puede ser perjudicial? Según los científicos,
este fenómeno lo que hace es volvernos cada vez menos capaces no solo de retener
información, sino también de identificar la información que deberíamos retener.
Es decir, tener disponible toda la información al alcance de la mano no sólo nos hace
olvidar gran parte de ella, sino que también nos «mal-acostumbra» a recurrir indefectiblemente
a Internet. Ante cualquier duda, por muy simple y absurda que sea, recurrimos a Internet. Ante
cualquier problema, en lugar de intentar resolverlo a nuestro propio saber y entender, acudimos
a Google para que él lo resuelva.
En promedio, los adolescentes necesitan dormir entre 8 y 10 horas por noche. Pero la
mayoría no duerme lo suficiente. La escuela, los amigos, las tareas, las actividades, la televisión
y la computadora podrían todos tener una mayor prioridad para un adolescente que el sueño.
La falta de sueño puede tener graves consecuencias en la salud y el bienestar de un adolescente.
Siga leyendo para entender mejor las necesidades de sueño de su hijo y lo que puede hacer para
ayudar.
Si bien la principal consecuencia que padecen -tanto los adultos como los niños-
relacionada al abuso de la computadora, es el aumento de peso que está directamente
relacionado con el sedentarismo; también existen otras complicaciones como la falta de sueño,
situación que provoca que al día siguiente el cansancio, el mal humor y la desgana sean los
protagonistas.
¿Por qué los móviles con conexión a la red son la causa de que los adolescentes duerman
menos? A diferencia de otros aparatos electrónicos, como los televisores y los ordenadores
portátiles, los Smartphones (y las tabletas) son fáciles de llevar al dormitorio y de tener en la
mano mientras estás en la cama.
Muchos dijeron también que, por la noche, lo último que miraban antes de dormir era
el móvil. Ahí está el problema, ya que responder mensajes y subir y bajar por las redes sociales
es mental y emocionalmente estimulante, lo cual produce alteraciones del sueño. Otros me
contaron que, cuando se despertaban en plena noche, echaban mano al móvil, muchas veces
por pura costumbre.
También hay una respuesta fisiológica. La luz azul que emiten los móviles y las tabletas
imita la luz diurna, lo cual inhibe la producción cerebral de melatonina, la hormona que nos
ayuda a quedarnos dormidos y a permanecer en ese estado.