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La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó sobre un carnero, pero con
tan mal conocimiento en el arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo
al máximo sus alas no logró soltarse.
Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus
alas, se lo llevó a sus niños.
Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les dijo:
La alondra moñuda
Una alondra moñuda cayó en una trampa y se dijo suspirando:
-- ¡ Desgraciada alondra ! A nadie has robado ni oro ni plata, ni cosa valiosa
alguna; llevarse un insignificante granito de trigo ajeno será la causa de tu muerte.
El león y el boyero
Un boyero que apacentaba un hato de bueyes perdió un ternero. Lo buscó,
recorriendo los alrededores sin encontrarlo. Entonces prometió a Zeus sacrificarle
un cabrito si descubría quien se lo había robado.
-- Los perros son los causantes de que haya enemistad entre ustedes y nosotros.
Sólo tienen que entregarnóslos y la paz reinará entre nosotros.
Y los ingenuos carneros, sin sospechar lo que sucedería, les entregaron los
perros, y los lobos, ya libres de los perros, se apoderaron sin problemas del
rebaño.
Nunca le entregues a los enemigos, a los que te dan el apoyo
y protección.
-- Ya sé, señor lobo, que estoy condenado a ser tu almuerzo. Pero para no morir
sin honor, toca la flauta y yo bailaré por última vez.
Y así lo hicieron, pero los perros, que no estaban lejos, oyeron el ruido y salieron a
perseguir al lobo. Viendo la mala pasada, se dijo el lobo:
El asno contestó que pasando por un seto él había puesto el pie sobre una espina
aguda. Él solicitó al lobo que le sacara la espina, no sea que cuando se lo vaya a
comer pudiera perjudicarle su garganta.
El lobo consintió y levantando en lo alto el pie del asno, daba su mente entera al
descubrimiento de la espina, cuando en eso, el asno, con sus talones, dio una
patada a los dientes del lobo en su boca y galopó lejos.
--Bien me pasa esto, por meterme en el arte de la curación, cuándo mi padre sólo
me enseñó el oficio de carnicero.
-No acierto - dijo, si es hijo de una loba, de una zorra o de otro animal de su
misma cualidad; pero lo que sí sé es que no ha nacido para vivir en un rebaño de
corderos.
El labrador y la cigüeña
Un Labrador colocó trampas en su terreno recién sembrado y capturó un número
de grullas que venían a comerse las semillas. Pero entre ellas se encontraba una
cigüeña, la cual se había fracturado una pata en la trampa y que insistentemente
le rogaba al labrador le conservara la vida:
- Te ruego me liberes, amo – decía, - sólo por esta vez. Mi quebradura exaltará tu
piedad, y además, yo no soy grulla, soy una cigüeña, un ave de excelente
carácter, y soy muy buena hija. Mira también mis plumas, que no son son como
las de esas grullas.
Los caracoles
El hijo de un labrador se hallaba tostando unos caracoles.
-¡Amigo mío! ¿quieres ver lo que hay en el cielo y no ves lo que hay en la tierra?
La vieja y el médico
Una vieja enferma de la vista llamó, con la promesa de pagarle, a un médico. Este
se presentó en su casa, y cada vez que le aplicaba el ungüento no dejaba,
mientras la vieja tenía los ojos cerrados, de robarle los muebles poco a poco.
-Porque antes - dijo - veía todos los muebles que había en mi casa, y ahora no
veo ninguno.
A los malvados, sus mismos actos los delatan.
-Piensa cuántos hombres y mujeres hay que tienen razón de lamentar la pérdida
de sus niños, cuyas muertes han sido causadas por ti.-
-- Oye amiga -- dijo el lobo -- ¿ No crees que es suficiente paga con haber sacado
tu cabeza sana y salva de mi boca ?