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Paakat: Revista de Tecnología y Sociedad

ISSN: 2007-3607
Universidad de Guadalajara
Sistema de Universidad Virtual
México
suv.paakat@redudg.udg.mx

Año 7, número 12, marzo-agosto 2017

Recensión

Silvia Andreli Díaz Navarro*


Luis Gabriel Mateo Mejía**
Instituto Tecnológico Superior Purhépecha, México

Obra reseñada: Michel Foucault, 2015


Tecnologías del yo
Editorial Paidós, argentina, 152 pp.

[Recibido 29-06-2016; aceptado para su publicación 28-01-2017]

No es sencillo hablar de la obra de Michel Foucault. Explica él, en su texto Tecnologías del
yo, que su trabajo como profesor de historia del pensamiento requirió más de una nota para
comprender la expansión de su legado ideológico. Foucault plantea uno de los principales
problemas desarrollado a lo largo de su quehacer académico. Este texto, sin ser una simple
tesis sobre su ideario filosófico, aporta una riqueza a las preguntas fundamentales en su
pensamiento: ¿Cómo es el humanismo de nuestro siglo? ¿Cuál es el tipo de humanismo que
deberá ser tomado en cuenta por las nuevas generaciones?

Estas preguntas se manifiestan de fondo, pues la forma del texto resulta una
aproximación “al cuidado del yo” para tener elementos sustanciales que puedan responder a
dichas interrogantes. El trabajo de investigación de Foucault es una plataforma conceptual
que robustece la inferencia o la deducción de las posibles respuestas a su problema
filosófico, el cual ha llevado el autor desde historia de la locura, historia de la filosofía,
historia de la sexualidad y el análisis de las estructuras de poder. Menciona él que le basta
el planteamiento por lo cual deja para un momento posterior, o para el autor mismo, la
obtención de dichos resultados.

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Para adentrarnos al texto se plantean tres ejes temáticos: a) la relación del sujeto
con la formulación de significados e interpretaciones como elementos agentes y gestantes
de la realidad y de los juegos de verdad, que son inherentes en los discursos; b) la relación
del sujeto con la vida y la existencia de los demás, lo que significa una profundización de las
relaciones humanas en el análisis del presente y del pasado de la historia individual; y por
último c) las relaciones de poder entre los individuos que, además, vinculan los elementos
de verdad, racionalidad y poder, entre los sujetos.

La tecnología del yo viene a estructurar el análisis que la condición humana presenta


en la filosofía clásica, con una visión clara del mundo contemporáneo y de la filosofía
posmoderna. En este texto tenemos un claro enfoque de filosofía de la historia, entendida
como posmodernismo, pero al mismo tiempo como evolución de las posibilidades del ser. El
autor se ha adentrado en la vida íntima de la subjetividad, desde una fenomenología de los
significados psicológicos más profundos y desde una hermenéutica de los discursos
socioculturales vigentes.

El objetivo de revisar las formas como se ve afectada la subjetividad representa uno


de los rasgos de la perspectiva humanista que plantea Michel Foucault, además de dar una
explicación racional de las consecuencias del comportamiento objetivado por el modelo
económico capitalista y el régimen democrático, vigentes aún hoy en día. Las tendencias
liberales en el capitalismo y en la ideología del pensamiento occidental han llevado a la
explotación racional del ser humano en distintas áreas de la vida social y privada, lo que
ocasiona una falta de cuidado hacía uno mismo.

Esto es una pérdida de conocimiento sobre sí mismo, es decir, la presencia de


problemas epistémicos que son parte de la vivencia existencial más profunda de todo
individuo. La conciencia se ve a sí auto-afectada por la teoría de la razón y por la inmensa
cantidad de información, las cual tiene el diario acontecer del mundo moderno. Lo que lleva
a los sujetos a una necesidad concreta de posicionamiento moral ante el suceder de sus
vidas y la construcción de sus destinos.

El autor hace una revisión del concepto compuesto “conócete a ti mismo”, el cual
desde la antigüedad se ha transformado debido a las modificaciones que percibe el ser
como fundamento ontológico de la existencia, llevando a los seres humanos a modificar las
conductas que integran el “cuidado de sí”, “el conocimiento de sí” y “la responsabilidad”
cuya existencia puede tenerse “ante sí” o “ante el otro”. Esta revisión contribuye para
complementar el proyecto filosófico kantiano, el cual implica dar respuestas a las
interrogantes: ¿Quién soy? ¿Qué puedo saber? y ¿Qué puedo hacer?

Este correlato se aleja del método positivo, apriorístico y racional kantiano, puesto
que Foucault analiza la subjetividad en su descripción psicológica, emocional-afectiva y no
meramente con una lógica positiva que ya había sido criticada por la Escuela de Frankfurt.
Esta escuela fue representada por Jürgen Habermas, Jean-François Lyotard, Gianni Vattimo,
entre muchos otros.

Para explicar “el cuidado de sí” en el pensamiento de Michel Foucault resulta


necesario viajar al pensamiento griego, donde el socratismo comienza a plantear este tema
bajo el discurso de los diálogos platónicos. En estos el pensamiento grecorromano y el
cristiano fomentan aportes significativos al concepto del “yo”, como en el caso del
estoicismo que acepta el destino de la vida en conformidad con la naturaleza, como
inserción del cosmos en la existencia humana.

El exacerbado intelectualismo de los estoicos elimina las vivencias placenteras para


hacer del deber una norma, en muchas situaciones de la vida. El eudemonismo busca cuidar

Silvia Andreli Díaz Navarro y Luis Gabriel Mateo Mejía


el “yo” a través de la felicidad y la vida placentera; aspectos que hace girar el diálogo del
cuidado de sí en direcciones distintas al estoicismo. En todo caso las distintas concepciones
del quehacer con el “yo”, como subjetividad activa, devienen proyectos de desarrollo
humano más complejos como es el caso del pensamiento cristiano, el cual adjunta su moral
de conducta subjetiva a las creencias teológicas acerca de la vida humana, formalizando un
cuadro axiológico más difícil de desarrollar por los aspectos teleológicos que implicarán la
vida eterna o aquella trascendental.

No obstante esto, en este viaje por la antigüedad grecorromana se resaltan para el


autor ciertos aspectos que definen la subjetividad en evolución. Entre ellos tenemos la
autorreflexión como meditación y como acto de conciencia; la escritura como organización
del pensamiento abstracto; el diálogo franco o confesional; además del diálogo discursivo o
el debate de las ideas.

El cristianismo viene a trastocar la conciencia como una fuente de dirección para la


conducta, pero su formación implica un autoconocimiento, un autoconcepto y un proyecto
de vocación e individualidad. El “amor a sí mismo y al prójimo” tendrá que considerar de la
herencia del pensamiento grecorromano la formalidad que el concepto “sí mismo” contiene.
Este es un “yo”, el cual asume la condición humana diferente al poseedor del considerado
como “mismo”.

Esto representa una complementariedad y una diferencia. La cultura cristiana será


una plataforma de proyección para la subjetividad inherente en el pensamiento occidental,
ocultando o cuidando de sí aspectos que podrían resultar negativos a la conducta virtuosa.
El cristianismo viene a desarrollar una pedagogía del yo como cuidado del “sí mismo”, ante
el “Otro”, como totalidad y absoluto de la conciencia humana.

Con el correr del tiempo el trato y cuidado del interior del yo se convierte en
“técnicas del yo”, las cuales pueden ser clasificadas como aspectos relevantes de la
condición humana. La filosofía contribuye con el desarrollo de las disciplinas racionales como
epistemología, cosmología, ética, política, lógica matemática, teodicea y metafísica. En la
actualidad las “técnicas del yo” hacen una clara referencia a los distintos modos en los
cuales el sujeto se determina por las condiciones religiosas, ideológicas, sociales, culturales,
económicas y políticas, mostrando que sus implicaciones afectan directamente el proceso de
humanización o deshumanización.

Al respecto de las “tecnologías del yo y del poder”, Foucault hace una revisión de los
primitivos conceptos de representante, pastor, rey y político como agentes que tienen la
responsabilidad del cuidado del otro y de los otros. Dicho cuidado repercute como
ciudadanos y compatriotas de un mismo Estado. En este aspecto las analogías resultantes
son las categorías de totalidad y singularidad, comparadas con “Estado moderno” y el papel
del “yo” como ciudadano inmerso en los regímenes democráticos. Se explica en el texto que
dichas analogías se ven, en parte, modificadas por las realidades actuales que la conducta
configura ante los conceptos de responsabilidad-irresponsabilidad, obediencia-
desobediencia, individualización-grupo y confesionalidad-indistinción.

El resultado son los binomios que clasifican la conducta individual o grupal en el siglo
vigente. Este conjunto de binomios son conjugados de igual marea por la razón de Estado
en función de intereses públicos o privados. Si bien se hereda de la tradición cristiana la
semilla que ha modificado estos conceptos, el autor reconoce “la razón de Estado” como un
aspecto evolutivo y cambiante, es decir, la potencia de Estado y su humilde concepto de
servicio se han tornado en arte de dominio, violencia, rechazo, segregación, imposición y
vigilancia; aspectos que con contemporáneos de la vida posmoderna en las grandes
ciudades.

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Con la finalidad de entender el cómo la política contiene una presencia omnipresente,
el autor hace una reflexión en función de las tendencias humanizantes o deshumanizantes
que ha externado la aplicación de los roles de autoridad en los individuos quienes ostentan
en las instituciones modernas. El estudio de los discursos y de la profundidad que la verdad
revela en su análisis ha concluido en una relación –antagónica en muchos casos– entre las
acciones del individuo y el poder, donde el concepto “Poder” es claramente una estructura
de dominio sobre condiciones materiales e ideológicas del “otro”.

Este “otro” es considerado como sujeto diferente. En este sentido la lectura de este
autor permite entramar las líneas del pensamiento occidental, que han facilitado las
relaciones humanas y la convivencia, como pre-juicios en el actuar. El término pre-juicio se
entiende como aquellos aspectos de juicio y racionalidad que se anteponen a la conducta y
a su valoración en el contexto de la convivencia, entre sujetos de igual o distinta condición.

En síntesis, el proyecto de “La tecnología del yo” pretende adentrarnos en: a) los
modos de producción y utilización del yo, debido a que los seres humos producimos y
hacemos cosas; b) en las tecnologías de los signos, lasa cuales manipulan sentidos,
significados, símbolos y conceptos; c) en las tecnologías del poder, que determinan la
conducta y someten a la dominación por la fuerza, la autoridad o por la punición; d) en las
tecnologías, las cuales permiten al sujeto interactuar con las operaciones del cuerpo, el
alma, su pensamiento, felicidad, inteligencia y su sabiduría, entre otros aspectos de las
relaciones humanas.


*
Silvia Andreli Díaz Navarro. M.T.E. Silvia Andreli Díaz Navarro. Maestra en Tecnología Educativa,
(UDAVINCI). Licenciada en Pedagogía, (DON VASOCO-UNAM). Licenciada en Educación Prescolar,
(SEP). Docente de Asignatura en la Licenciatura en Educación, Universidad Vizcaya Uruapan. Asistente
del Departamento de Desarrollo Académico del I.T.S.Purhépecha.
**
Luis Gabriel Mateo Mejía. Maestro en Ciencias en Comunicación con especialidad en comunicación
internacional y nuevas tecnologías por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Licenciado en Periodismo por el Centro de Estudios Universitarios de Periodismo y Arte en Radio y
Televisión.

Silvia Andreli Díaz Navarro y Luis Gabriel Mateo Mejía

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