El teatro expresionista es la plasmación del expresionismo al
teatro. El expresionismo a las artes escénicas, y particularmente al teatro, se opuso a la representación fidedigna de la realidad propia del naturalismo, renunciando a la imitación del mundo exterior y pretendiendo reflejar la esencia de las cosas, a través de una visión subjetiva y estilizada del ser humano. Los dramaturgos expresionistas pretendían hacer del teatro un mediador entre la filosofía y la vida, transmitir nuevos ideales, renovar la sociedad. Por eso realizaron una profunda renovación de los recursos dramáticos y escénicos, siguiendo el modelo estacional de Strindberg. Se pierde el concepto de espacio y tiempo, y se enfatitza la evolución psicológica del personaje, que más simboliza la encarnación de los ideales de liberación y superación del nuevo hom bre que transformará la sociedad. Son personajes tipificados, sin personalidad propia, que encarnan determinados roles sociales, denominados por su función: padres, madres, obreros, soldados, mendigos, jardineros, comerciantes, etc. El teatro expresionista posó énfasis en la libertad individual, la expresión subjetiva, el irracionalismo y la temática prohibida. Su puesta en escena busca una atmósfera de introspección, de investigación psicológica de la realidad. Utiliza un lenguaje conciso, sobrio, exaltado, patético, dinámico, con tendencia al monólogo, forma idónea de mostrar el interior del personaje. Recupera la importancia del gesto, la mímica, los silencios, los balbucejos, las exclamaciones. La escenografía toma una gran importancia y es expresiva, mediante el simbolismo, así, toma especial relevancia la iluminación, el color, la música, los sonidos en general e incluye nuevas tecnologías también de artes visuales, como por ejemplo proyecciones cinematográficas, para potenciar la obra.1 Teatro épico Se conoce como teatro épico (alemán: Episches Theater) o teatro dialéctico1 al relacionado con la producción teatral del dramaturgo alemán Bertolt Brecht, así como aquel que se deriva de su teoría. Surge a principios del siglo XX en el contexto de la Revolución de octubre con intelectuales buscando un compromiso con las clases trabajadoras y un periodo de renovación del Teatro, en aquel tiempo dirigido principalmente a la burguesía. Brecht con su teoría para un nuevo teatro implicado en los problemas de su tiempo continúa la labor iniciada por Erwin Piscator y su Teatro político. Contrario a un teatro centrado en su estética y a un teatro que busca la emotividad del espectador alejándolo de la comprensión de su realidad con temáticas que le son ajenas, Brecht se propuso su transformación, viendo en el teatro un medio de concienciación de la clase trabajadora. A un teatro complaciente contrapone un teatro militante en el que el proletariado se sienta identificado, procurando que alcance la plena comprensión de su problemática. Su teatro épico y sus técnicas pueden considerarse el medio del que se valió para alcanzar ese fin. Al referirse Brecht a su teatro como épico no hace referencia a su acepción de heroico, lo relaciona con la división de géneros aristotélica; contrapone épico (narrativo) a dramático (acción). La principal característica de su propuesta fue la de un teatro narrativo en el que el espectador no se viese sumergido en un sentimentalismo sensiblero muy al uso en aquella época, sino que asistiese al espectáculo teatral con plena conciencia, intentando racionalizar lo presentado en el escenario. Brecht, principalmente, se vale para ello del «Verfremdungseffekt», efecto de distanciamiento, distanciar al espectador del drama al que está asistiendo. El teatro Épico supuso una forma de renovación del teatro en el tiempo en que se suscitaba esa necesidad de renovación, suponiendo una transformación en su forma y en su fondo que ha alcanzado a nuestros días. «El teatro épico de Brecht presupone una teoría general una “Weltanschauung” [visión del mundo, ideología], en este caso marxismo, que unifica los diferentes elementos que constituyen el teatro: el público, los intérpretes, la forma y el contenido de la obra, la puesta en escena, la música. El teatro épico exige no solo una renovación de viejos elementos, sino un cambio total».2 El Teatro del absurdo El Teatro del absurdo abarca un conjunto de obras escritas por ciertos dramaturgos estadounidenses y europeos durante las décadas de 1940, 1950 y 1960 y, en general, el que surgió a partir de la obra de aquellos. Se caracteriza por tramas que parecen carecer de significado, diálogos repetitivos y falta de secuencia dramática que a menudo crean una atmósfera onírica. El teatro del absurdo tiene fuertes rasgos existencialistas y cuestiona la sociedad y al hombre. A través del humor y la mitificación escondían una actitud muy exigente hacia su arte. La incoherencia, el disparate y lo ilógico son también rasgos muy representativos de estas obras comunes. Muchos ven el Teatro del absurdo como una obra sin explicación lógica y sin sentido. Se resalta la incongruencia entre el pensamiento y los hechos, así como la incoherencia entre las ideologías y los actos. Los personajes tienen un gran obstáculo para expresarse y comunicarse entre ellos mismos constantemente. En las obras, definitivamente el decorado y las escenografías (al igual con los objetos y los accesorios utilizados) juegan un papel muy importante como contraste con el contenido de las mismas, porque presentan imaginariamente la realidad de los mensajes que se pretenden llevar. Se presenta todo en un marco de un mundo vacío y con objetos muy pesados que terminan dominando a los personajes. Toca temas muy importantes, relacionados, por ejemplo, con cuán susceptible se encontraba la civilización después de un gran conflicto bélico como lo fue la Segunda Guerra Mundial. Se percibe a través de sus personajes la desorganización que existía hasta en la manera de comunicarse unos a otros, donde muchas veces no había un punto de acuerdo entre todas las partes, pero si un abuso de poder, donde los ricos y poderosos atropellaban a los más débiles y a los que menos posibilidades tenían para sobrevivir ante tanto caos y confusión. Lo interesante del teatro del absurdo es que no da las respuestas que esperamos, o las que creemos que vamos a esperar, sino que nos deja a nosotros la interpretación y el análisis de cada una de sus obras. El término «absurdo» proviene del uso de la misma palabra por los pensadores existencialistas como Albert Camus y Jean-Paul Sartre.
EL TEATRO DEL EXISTENCIALISMO
El teatro existencialista nació a mitades del siglo XX en Francia, también es denominado como el teatro del compromiso social. Surgió con las obras del filósofo Jean Paul Sartre, el mayor representante del existencialismo. Sus obras, inspiradas en sus doctrinas filosóficas, tratan diferentes puntos de vista sobre la creación del hombre en cuanto a su naturaleza, su existencia, la responsabilidad que conlleva la capacidad de elegir de los seres racionales dejando a un lado las divinidades, así como el objetivo de los humanos. Además de Sartre, también cultivó este tipo de teatro Albert Camus y algunas obras de Anuillh guardan semejanzas con las existencialistas. Como los demás movimientos teatrales nacidos en esta época, refleja una realidad interna y una preocupación extrema por la técnica utilizada para expresar diferentes situaciones y sentimientos, dejando a un lado el tema en si. Este teatro se diferencia de los demás de su momento por centrarse en el tema del individuo y la circunstancia que lo rodea, los cuales suelen ser problemas actuales y de toda una sociedad como los son conflictos tales como guerras, pobreza, conflictos entre países, violencia entre otros. El teatro existencialista criticaba la situación contemporánea, igual que el teatro del absurdo, la diferencia entre estos dos consiste en que el existencialista propone soluciones a los problemas y el teatro del absurdo prefiere presentar los problemas y dejarlos al juicio del público. En conclusión, el teatro existencialista fue el movimiento teatral con mayor preocupación sobre los temas actuales así como la situación de la humanidad de la época. Este género se enfocaba en la crítica, para posteriormente alentar al público sobre acciones que cambiasen el ambiente criticado.