Está en la página 1de 3

CRISTIANO ¡NO LO INTENTES TÚ SOLO!

“A JESÚS CONOZCO Y SÉ QUIÉN ES PABLO, PERO VOSOTROS, ¿QUIÉNES SOIS?” (Hechos


19:15b)

¿Has visto esos espectáculos televisivos en los que la gente hace cosas muy atrevidas y
peligrosas, cosas que te tentarían a pensar que tú también las puedes hacer? Pero siempre hay
una advertencia: “No lo intentes hacer en casa”, o “No lo intentes por ti solo”. Con esto en
mente, lee lo siguiente: “…hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo,… los
pañuelos o delantales que habían tocado su cuerpo eran llevados a los enfermos, y las
enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían. Pero algunos de los judíos,
exorcistas ambulantes, intentaron invocar el Nombre del Señor Jesús sobre los que tenían
espíritus malos, diciendo: ‘¡Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo!’. Había siete hijos de un
tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo,
dijo: ‘A Jesús conozco y sé quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois?’. El hombre en quien
estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal
manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos” (Hechos 19:11-16).

Dios había otorgado tantos poderes a Pablo que su ministerio parecía muy fácil, por lo que
aquellos tipos pensaron: “Eso lo puedo hacer yo también”. No, no puedes; si el Señor no te
habilita para ello, te vas a caer de bruces. Los siete hijos de Esceva fueron atraídos por cosas
erróneas. Deseaban tener el poder de Pablo pero no estaban dispuestos a pagar el precio que
él había pagado. Dios no te da poder para que hagas tus propias cosas, Él te lo da para que
realices sus objetivos que, al final, es lo único que importa. Una vida capacitada por el Espíritu
no se puede imitar, duplicar, comprar, tomar prestada o falsificar, y sin ella no eres ningún
rival para el enemigo.

“A JESÚS CONOZCO Y SÉ QUIÉN ES PABLO, PERO VOSOTROS, ¿QUIÉNES SOIS?” (Hechos


19:15b)

¿Qué podemos aprender de los siete hijos de Esceva?

(1) Que el éxito no llega tan fácilmente como parece.

Estos hombres aparecieron al final de la carrera de Pablo. Al principio, cuando él fue


confrontado y humillado en el camino de Damasco (lee Hechos 9:3-8) y entrenado después
durante tres años en el Desierto de Arabia (lee Gálatas 1:18), no estaban allí. Lo que buscaban
eran atajos… El hecho de que alguien escriba un libro sobre sus hazañas no significa que de la
noche a la mañana pueda conseguir lo que costó años de experiencia para llegar a ello. No es
que el Señor no te lo pueda dar más rápido, más bien es cuestión de tiempo, preparación y -en
algunos casos- un gran reacondicionamiento espiritual para saber manejarlo.

(2) Que un mayor número de personas no significa necesariamente una mayor eficacia.

Esos siete hombres juntos no pudieron hacer lo que hizo sólo un apóstol capacitado por el
Espíritu. El padre de ellos era uno de los sacerdotes más importantes, por lo que sabían cómo
comportarse religiosamente; ese tipo de personas encaja perfectamente en la siguiente
descripción: ‘diciendo que amaban y respetaban a Dios, pero con su conducta demostraban lo
contrario’ (cfr. 2 Timoteo 3:5 – (Biblia en Lenguaje Sencillo).

(3) Que los que te rodean no siempre te apoyan.

Porque alguien esté frecuentemente contigo, te admire e intente imitarte, no quiere decir que
esté de tu parte. Esos hombres seguían a Pablo, observando cada movimiento con la
esperanza de imitar su ministerio, pero los motivos de su corazón eran incorrectos, no estando
de su lado en ninguna ocasión. ¿Estás preocupado por perder a ciertas personas, tratando de
contentarles continuamente y preguntándote cómo te las vas a arreglar sin ellas? Juan
escribió: “Salieron de nosotros,… para que se manifestara que no todos son de nosotros” (1
Juan 2:19). Cuando el Señor quita a alguien de tu vida debido a que no tiene nada que ver
contigo, confía en Él, porque sabe lo que es mejor para ti.

“A JESÚS CONOZCO Y SÉ QUIÉN ES PABLO, PERO VOSOTROS, ¿QUIÉNES SOIS?” (Hechos


19:15b)

Aprendemos de los siete hijos de Esceva que:

(1) Cuando llegue “…el día malo…” (lee Éfeso 6:13b), descubrirás de qué “material” estás
hecho…

Los poderes dentro del hombre atormentado revelaron la flaqueza de los siete hijos de Esceva
(lee Hechos 19:15,16), los vencieron y les echaron de la casa desnudos y despojados de su
fingimiento. Un día, vas a sobrevivir solamente porque tienes lo que es auténtico. Un día,
tendrás que elegir entre ser verídico y las consecuencias de ser falso. Un día, vas a deberás
emprender el camino con el Señor aunque no puedas comprender o explicar adónde te
llevará. Un día, necesitarás mantenerte firme en su Palabra aun cuando parezca que no se
aplica en tu vida, ya que tus técnicas, habilidades y contactos no te van a servir para nada. Así
que, ¡no lo intentes tú solo!.

(2) Satanás sabe quién es quién…

Escucha al espíritu diabólico que estaba operando en aquel hombre: “A Jesús conozco y sé
quién es Pablo, pero vosotros, ¿quiénes sois?” (versículo 15b). ¿Tienes la clase de relación con
Dios que hace que Satanás conozca tu nombre? Incluso, ¿apareces en su “lista de personas
favoritas”? Cuando Dios preguntó a Satanás: “¿No te has fijado en mi siervo Job…?” (Job 1:8),
él le contestó: “¿No le has rodeado de tu protección…?” (versículo 10). El Señor protegía a Job,
y también te protege a ti. Tal vez estés preocupado a causa de tu incapacidad y te dices a ti
mismo: ‘No soy capaz; no soy lo suficientemente bueno’. Entiende esto: no es a ti a quien teme
el enemigo, es al Espíritu de Dios que mora en ti; mayor es el que está en ti que el que está en
el mundo (cfr. 1 Juan 4:4).
“A JESÚS CONOZCO Y SÉ QUIÉN ES PABLO, PERO VOSOTROS, ¿QUIÉNES SOIS?” (Hechos
19:15b)

Antes de dejar a los siete hijos de Esceva, fíjate en lo siguiente:

(1) Sólo puedes usar el Nombre de Jesús con eficacia cuando le reconoces como tu Señor.

Saulo de Tarso había oído acerca de Jesús, pero cuando le conoció personalmente en el
camino de Damasco, entonces su vida fue transformada totalmente. Y lo mismo te sucederá
cuando conozcas a Jesús y Él sea el Señor de tu vida. Si todavía no lo has hecho, hazlo ahora
mismo. Será un cambio radical;

(2) Sólo puedes usar el Nombre de Jesús con eficacia cuando tienes una relación íntima con Él.

David escribió: “Una cosa he demandado al Señor, ésta buscaré: que esté yo en la casa del
Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y para buscarle en su
Templo” (Salmo 27:4). Subraya estas palabras: ‘demandar’, ‘buscar’, ‘estar’ y ‘contemplar’.
Pablo utilizó el matrimonio para ilustrar nuestra relación con Cristo (lee Efesios 5:25-32).
Desde el momento en que dices: “Sí, quiero”, tienes el derecho a usar su Nombre;

(3) Sólo puedes usar el Nombre de Jesús con eficacia cuando estés convencido de su poder.

No lo utilices si no crees que Él desee (y puede) hacer lo que dice. Solamente conseguirás
hacerlo cuando perseveras en su Palabra y practicas sus principios en todos tus asuntos.
Viviendo de esta forma, eres como un policía mostrando sus credenciales. Cada vez que uses el
Nombre de Jesús, estás siendo respaldado por el poder y la autoridad del reino de Dios

También podría gustarte