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Capítulo 1

1
Familia y ser humano

La psicología ha tenido un enorme crecimiento desde principios del siglo


pasado. Por tradición se la ha definido como la “ciencia que estudia el
comportamiento del ser humano dentro de su contexto”. Tras considerar que ésta
no es una definición absoluta que incluya e integre todas las dimensiones que las
diferentes corrientes psicológicas se han propuesto estudiar, ni que se dispone de
una definición mejor, y sin ser ése el propósito del presente artículo, aquí se adopta
dicha definición con tres salvedades:

1. Se reconocen sus limitaciones (es decir, no es una definición absoluta, ni


conclusiva, pero tiene la ventaja de que en ella se pueden ver representadas la mayoría de
las corrientes psicológicas.

2. El término comportamiento no se formula como una concepción “conductista”,


“mecanicista” o “reduccionista”, que presupondría sólo factores de estímulo-respuesta.
Comportamiento se usa aquí en un sentido amplio, de acuerdo con la definición que elabora
Bleger (1986): “el estudio de la conducta se hace en función de la personalidad y del
inseparable contexto social (...) estudiamos la conducta en calidad de proceso
(dinámicamente) y no como una cosa”.

3. El término comportamiento se emplea como sinónimo de conducta.

Bleger también entiende la conducta en términos funcionales, lo cual implica conflicto,


y debe comprenderse en función del campo o contexto en que ocurre; en otras palabras,
para entender tanto el comportamiento como al propio ser humano, se requiere de modo
ineludible comprender su contexto del cual forma parte.

El contexto es uno de los principales elementos que aporta significado al ser humano
y su conducta. Los comportamientos, y lo que cada persona es, sólo se puede entender a
través de su contexto.

Una conducta, un pensamiento e incluso una emoción cobran sentido a partir de su


contexto, es decir, la misma conducta tiene diferente significado en distinto contexto.

No es posible estudiar los comportamientos por separado de los campos en que


tienen lugar; por el contrario, son los campos los que deben integrarse lo suficiente para
hacer posible su estudio.
El ser humano se define como un ser biopsicosocial.

En gran medida, la familia de origen del individuo es la que aporta los elementos
biopsicosociales.
El primer contexto del ser humano es la familia y el contexto de la familia es su cultura.
La cultura se transmite al individuo, por lo menos en sus primeras etapas, a través de su
familia.

La familia es un sistema que trasciende los límites de la persona aislada; sin embargo,
es lo bastante pequeña y sin duda limitada para servir como unidad de investigación.

Como contexto inmediato del individuo, la familia proporciona las raíces


fundamentales de su personalidad y ésta a su vez influye en la familia, la cultura y la
sociedad.

De las relaciones que se establezcan entre las características particulares de la


familia y las características particulares del sujeto depende el tipo de individuo que se forme;
la familia aporta una serie de elementos, de los cuales el individuo toma algunos, sin
importar si le son útiles o no, o si son los que más le sirven a él como persona o si tan sólo
le son de utilidad para alguna etapa de su vida.

Es la combinación de los elementos aportados por la familia y los elementos tomados


por el individuo la que determina la formación de individuos “sanos” o “enfermos”, la
integración de sujetos con tendencias productivas o parasitarias, orientados hacia la
cooperación y el éxito, o bien la conformación de personas egoístas, individualistas o
delincuentes.

No es la intención adoptar una posición “determinista”, ya que se entiende sin lugar a


dudas que la formación del ser humano es un proceso complejo en el que influye un
sinnúmero de factores, algunos internos como las mismas características del sujeto, sus
capacidades, intereses, aprendizajes y creencias, y otros externos como la época, el tipo
de educación, el sistema de vida social y los factores económicos, políticos y culturales.
Dentro de éstos, las influencias familiares juegan para el individuo un papel protagónico en
su gestación.

La familia desempeña una función de matraz y entre sus asignaciones a cumplir se


encuentran las siguientes: el cuidado y apoyo de sus miembros, la educación de los hijos,
la satisfacción de sus necesidades y la procreación.

La familia puede servir como un agente organizador de la experiencia, como centro


de exploración, desarrollo, mantenimiento y modificación de un gran número de conductas
y aprendizajes para sus miembros; entre estos últimos figuran los patrones de conducta.

Dentro de la familia se aprenden ciertas pautas que después se convierten en “la


normalidad” para sus miembros en general y para el individuo en particular. Por lo general
se aprenden roles. En cada familia, los miembros asumen un rol que debe cumplir diversas
funciones y ocupan un lugar, posición o espacio simbólico que son de tanta importancia
que incluso aquellos que sienten no ejercer uno dentro del contexto familiar realizan
notorios esfuerzos por conseguirlo. La exclusión de la familia resulta ser una experiencia
en verdad dolorosa y difícil de superar para las personas. Dentro de la familia se pueden
aprender reglas, incluso algunas que tal vez entran en conflicto o se contraponen a otras
más generales impuestas por la misma sociedad. Las reglas dentro de la familia le indican
a cada uno de sus miembros qué conductas son apropiadas y cuáles no, quiénes pueden
hacer qué y quiénes no.
En el seno de la familia se aprenden diferentes tipos o formas de interacción con los
demás. Estas formas se aprenden desde varios planos, como el verbal y el no verbal, a
partir de los cuales se elaboran inferencias o suposiciones acerca de la forma en que el
sujeto debe relacionarse con las personas allegadas, la manera en que debe comportarse
con los individuos extraños, o bien con los próximos o los mayores, así como las personas
del mismo sexo y las de género opuesto.

El ser humano aprende valores y creencias indicativas del tipo de valor que debe
guardar hacia las personas y el valor que puede asignarse a sí mismo (autoestima,
autodesprecio, egoísmo, individualismo) en las relaciones con los demás miembros
(altruismo, cooperación, indiferencia); en consecuencia, según sea el papel y hasta cierto
punto, asumido por él, y que éste desempeña en mayor o menor medida, se conforma una
idea de sí mismo (autoconcepto) y desarrolla, con base en las informaciones recibidas del
medio y procesadas por la propia persona (al margen de que sean ciertas o no), una serie
de creencias del mundo y del propio individuo (cosmovisión).

Las primeras impresiones realizan una función de mayor peso que las posteriores
(semejante al fenómeno de la impronta), razón por la cual las impresiones, ideas, creencias,
juicios y prejuicios, experimentados o formulados dentro del núcleo de la familia, tienen un
papel central como organizadores y filtros en las posteriores percepciones, elaboraciones
y aprendizajes que realice el individuo. Por lo tanto, para este contexto particular, la familia
efectúa un papel esencial en la formación de las personas, sobre todo en los primeros años
de sus vidas. La dependencia vital del ser humano en la infancia y su necesidad de
aprendizajes significativos que lo ayuden a crecer y desarrollarse, además de estructurar y
organizar sus experiencias, implican para la familia en lo particular y la sociedad en general
la definitiva necesidad de participar en la realización de sus funciones y, para los miembros
de la sociedad dedicados a trabajar en las áreas humanistas, ocupan un conocimiento más
amplio y una mejor comprensión de la familia para su abordaje y su intervención.

Por lo anterior, es posible asegurar que el conocimiento de la familia es un elemento


ineludible para el entendimiento y comprensión del individuo, su conducta y actuación; es
por ello inimaginable realizar trabajos de prevención, intervención e investigación, en y para
el ser humano, sin entenderlo desde una óptica integral, en su conjunto, como una totalidad
de su esencia humana y no como algo parcial o separado de su contexto. Las carencias
identificadas en las concepciones aislacionistas de las conductas y las personas,
concebidas éstas como entes biológicos separados de su contexto, han llevado al individuo
a incurrir en una serie de errores ancestrales, como los relacionados con las visiones
estrechas o sumamente parciales enfocadas tan sólo en aspectos orgánicos, como en el
caso de las “enfermedades mentales”, que llevan implícitos problemas de rotulación y
estigmatización, sin lograr una clara comprensión del papel que desempeñan dentro y para
su contexto (la familia y la cultura); todo ello repercute en una clara incapacidad para dar
soluciones eficaces y definitivas a estos problemas. Es el caso de los problemas de
educación en los que difícilmente se han ideado entendimientos globales, en los que se
incorporen las circunstancias contextuales en que tienen origen y el desarrollo de muchos
de los problemas educativos, desde la incapacidad para concentrarse hasta los problemas
de deserción y los elevados índices de reprobación. Incluso en el intento de comprender la
delincuencia se reconocen posturas extremas y parciales para rastrear sus causas en
determinantes cromosómicos u hormonales, sin conceder importancia al papel que juega
el aprendizaje y su contexto.

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