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Familia y ser humano
El contexto es uno de los principales elementos que aporta significado al ser humano
y su conducta. Los comportamientos, y lo que cada persona es, sólo se puede entender a
través de su contexto.
En gran medida, la familia de origen del individuo es la que aporta los elementos
biopsicosociales.
El primer contexto del ser humano es la familia y el contexto de la familia es su cultura.
La cultura se transmite al individuo, por lo menos en sus primeras etapas, a través de su
familia.
La familia es un sistema que trasciende los límites de la persona aislada; sin embargo,
es lo bastante pequeña y sin duda limitada para servir como unidad de investigación.
El ser humano aprende valores y creencias indicativas del tipo de valor que debe
guardar hacia las personas y el valor que puede asignarse a sí mismo (autoestima,
autodesprecio, egoísmo, individualismo) en las relaciones con los demás miembros
(altruismo, cooperación, indiferencia); en consecuencia, según sea el papel y hasta cierto
punto, asumido por él, y que éste desempeña en mayor o menor medida, se conforma una
idea de sí mismo (autoconcepto) y desarrolla, con base en las informaciones recibidas del
medio y procesadas por la propia persona (al margen de que sean ciertas o no), una serie
de creencias del mundo y del propio individuo (cosmovisión).
Las primeras impresiones realizan una función de mayor peso que las posteriores
(semejante al fenómeno de la impronta), razón por la cual las impresiones, ideas, creencias,
juicios y prejuicios, experimentados o formulados dentro del núcleo de la familia, tienen un
papel central como organizadores y filtros en las posteriores percepciones, elaboraciones
y aprendizajes que realice el individuo. Por lo tanto, para este contexto particular, la familia
efectúa un papel esencial en la formación de las personas, sobre todo en los primeros años
de sus vidas. La dependencia vital del ser humano en la infancia y su necesidad de
aprendizajes significativos que lo ayuden a crecer y desarrollarse, además de estructurar y
organizar sus experiencias, implican para la familia en lo particular y la sociedad en general
la definitiva necesidad de participar en la realización de sus funciones y, para los miembros
de la sociedad dedicados a trabajar en las áreas humanistas, ocupan un conocimiento más
amplio y una mejor comprensión de la familia para su abordaje y su intervención.