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Orgullo desde nuestros privilegios

Todas/os tenemos privilegios, la sociedad es como una pirámide, siempre hay alguien que está
debajo de ti. Aunque no lo reconozcamos todos los días, no todas/os los LGTBI somos las víctimas
de la historia, todo depende del contexto, el cómo, el cuándo y, especialmente, el con quién.
¿Cómo negar la discriminación que se ejerce desde dentro de la misma comunidad por el color de
tu piel, tu contextura física, tu nivel socioeconómico, la invisibilización hacia las lesbianas o la
especial discriminación que se ejerce sobre las personas trans, relegándolas y buscando diferenciarse
de ellas? El que esté libre de discriminar que lance la primera piedra. Todas/os hemos sido
discriminadas/os por el mero hecho de ser LGTBI consciente o inconscientemente alguna vez, es
por esto que el Día del Orgullo se nos presenta como una oportunidad para reflexionar sobre el
lugar que ocupamos dentro de esta sociedad y de la comunidad LGTBI.

El testimonio de un chico gay


¿Hay algo de lo que sentirnos orgullosos/as en este día? ¿Por qué no celebrar también el día del
orgullo heterosexual? En primera instancia, yo no tengo ninguna reticencia a celebrar la
heterosexualidad si es que así ellas/os lo quieren, ¿quién soy yo para oponerme? Sin embargo, ¿por
qué ellas/os sí se oponen a que nosotras/os celebremos nuestra especificidad? Pero esa no es toda la
cuestión, también veamos un poco más a fondo desde dentro de nosotras/os mismas/os como
comunidad LGTBI.
¿Acaso para algunos de nosotras/os no nos es más fácil poder expresar nuestra orientación sexual?
Me siento tremendamente privilegiado de poder haber pasado el fin de mi adolescencia e inicio de
mi juventud en un ambiente tan tolerante hacia la diversidad sexual como la Facultad de Ciencias
Sociales de la PUCP. Sin embargo, tengo amigas/os a los que les ha resultado difícil poder
compartirlo libremente en un contexto así, pues este contexto también depende de cómo
nosotras/os lo sintamos. Y del mismo modo, amigas/os cuyas universidades no eran tan abiertas al
tema y las/os chicas/os LGTBI eran casi un mito, pues nadie las/os veía ni hablaba de ellas/os.
¿Cuántas personas tenemos la suerte de poder decir “yo nunca he salido del closet”? No me refiero
a seguir en el clóset. O, al menos, parcialmente, pues mi familia no sabe nada de esto y no está en
mis planes a cercano plazo que lo sepan (hasta que pueda mudarme). No saben la cantidad de veces
que he tratado de hacer memoria y recordar cómo le dije a mis amigos y conocidos de la facultad
que era gay. Solo sé que un día me armé de valor, dejé de comentar ocasionalmente que alguna
chica me parecía linda (lo que no quiera decir que no me hayan parecido lindas, pues tengo crushes
heterosexuales con relativa frecuencia), y dije con total normalidad (y algo de temor) “¿ese pata no
les parece guapo?”. Desde ahí me sentí libre.
Esto pasó cuando pasé a Sociales, en Letras ni me lo había imaginado, no saben cómo me aterraba
tener que caminar por la Rotonda entre todos los chicas/os populares. No quiero decir que Letras
haya sido hostil conmigo, tuve grandes amigas que varias veces me repetían “¿no tienes nada que
contarme? yo te voy a querer siempre”. En ese momento, me incomodaron esas preguntas, pero
hoy las recuerdo con el mayor cariño del mundo. Pero aún no estaba preparado. Y aún no lo estoy.

El comentario de un aliado heterosexual


Muchas personas heterosexuales se preguntan, ¿qué tanto hay que celebrar ese día?, ¿de qué se
pueden sentir orgullosas estas personas? Preguntas que demuestran una clara falta de empatía y
desconocimiento de lo que ser homosexual en este país significa.
Tal vez para ti, hombre o mujer heterosexual cisgénero, resulta difícil pensar en que alguien podría
sentirse orgulloso y dedicar un día al año a celebrar y conmemorar quién es, pero, ¿sabes?,
probablemente sea porque no estás en los zapatos de aquellas personas que día a día tienen que
enfrentarse a una sociedad que los tacha, juzga, cuestiona, insulta, ataca, odia y hasta mata.
Con todo eso en contra, con un Estado y sociedad que no te quiere reconocer, que no se pone de tu
lado en esta batalla, que mira para otro lado cuando alguien ejerce violencia sobre ti, yo reformulo
la pregunta y digo: ¿cómo no sentirse orgulloso de ser quien eres en un país como este? Ser una
persona luchadora, que a pesar del miedo vive y vive para ser feliz, que deja de lado las miradas que
juzgan y se abre paso para perseguir sus sueños, que resiste al “qué dirán” y solo escucha las voces
que lo alientan a seguir adelante, a veces, incluso, dejando de lado a la familia. Sí, esa en la que tú te
apoyas cada vez que la pasas mal, pero que a muchos hombres y mujeres de la comunidad LGBTI
les da la espalda cuando deciden mostrarse tal y como son.

Por eso, amigo, amiga, ya seas heterosexual u homosexual, este 28 de junio te invitamos a
reflexionar, a pensar en qué lugar estás tú y en qué lugar están los demás, a mirar más allá de tu
espejo, tu familia y tu vida. A abrir los ojos, la mente y el corazón. A unirte a la celebración y a la
lucha, porque los derechos no distinguen de orientaciones sexuales o géneros, los derechos son para
todos/as/es. ¡Feliz día del orgullo! ¡Qué siga la lucha!

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