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Opinión: En busca del éxito

Ser exitoso. Ese es un anhelo de todos los seres humanos, para ser conquistado
y poder trascender entre todos los demás. No es un camino nada fácil de
trazar, máxime si tomamos en cuenta lo arraigado que se encuentra tal
propósito a los bienes materiales y al concepto de poder.
¿Debe ser concebido el éxito como un sinónimo de materialismo? ¿Puede ser
una persona exitosa sin tener millones en su cuenta bancaria o la admiración
de aquellos quienes lo siguen?
El éxito no tiene que ver con lo que mucha gente se imagina.
No se traduce en los títulos nobles y académicos que alguien tiene a su haber,
ni a la sangre heredada ni al colegio o universidad donde se cursaron los
estudios.
Tampoco obedece al poder que ejerce una persona sobre los demás, ni si se
es bien parecido o poco agraciado, físicamente.
Ni mucho menos, el éxito, se circunscribe en cuántas posesiones se tiene
sobre los demás, ni a si, alguien, se desempeña un puesto de jefatura o a uno
subordinado.
El éxito se debe a cuánta gente puede querer, a esa persona, por lo que es,
no por lo que tiene.
El éxito se refleja en aquella persona que, con el amor de su espíritu, logra un
cambio positivo en la vida de todos aquellos que lo rodean.
Una persona es exitosa cuando es, positivamente, recordada por siempre,
después de haber compartido cierto tiempo con sus semejantes.
El éxito, por supuesto, va muy de la mano con la humildad, especialmente,
en aquellas personas que dan el primer paso a un acercamiento con sus
semejantes, aunque se crea que no deba darlo.
Humildad para aceptar una equivocación, reconocerla públicamente y
corregir. Eso enaltece a cualquier persona y la convierte en exitosa.
El éxito, a su vez, se refleja en su más alta intensidad cuando, una persona,
con sus acciones, es consecuente con lo que predica. Al demostrar con sus
actos lo que divulga, esa persona se posiciona frente a los demás como
alguien en quien confiar, como una especie de líder positivo.
Nadie puede ser exitoso, en su vida, si vive pensando en superar a los demás.
La gratificación de los logros alcanzados -por mínimos que parezcan- puede
llegar a ser enorme si se materializan para la felicidad propia, no para
congraciar a los demás.
Conozco a muchas personas, de escasos recursos económicos, que me han
asegurado ser exitosas. En una ocasión visité a una familia multitudinaria y al
preguntarles cómo hacían para vivir todos en una casa tan pequeña me
dijeron “Acá no hay problema con eso porque todos nos necesitamos y nadie
estorba a nadie, somos felices así”.
Ese mensaje, confieso, me caló profundo. Me enseñó que cuando no hay
egoísmos de por medio, la escasez no es obstáculo para sentirse feliz, al lado
de nuestros semejantes. Eso es una forma, muy particular, de concebir el éxito
en la vida.
El éxito, bien concebido, se trata de la bondad, del deseo de servir
desinteresadamente a los demás, de aquella capacidad para escuchar y el
valor sobre nuestras conductas para con nuestros semejantes.
Nadie puede ser exitoso, si su corazón se halla lleno de un materialismo
absurdo y sin un espacio para expresar y recibir el amor por los demás.
Imagínese, por un momento, a aquella persona que tiene todo el dinero del
mundo, pero sin nadie que lo aprecie, de verdad, por sus valores y espíritu.
Definitivamente, de poco o nada le servirá, a esa persona, tanto poder
económico porque no tendrá con quien disfrutarlo de verdad.
Muy probablemente el dinero y el poder le permitan a alguien,
momentáneamente, tener a mucha gente a su lado, pero en cuanto se vaya
acabando lo material, así se irán agotando los “amigos”.
Por eso pensemos, por un instante, cuánto bien haríamos a los demás
regalando sinceras sonrisas y amistad, en vez de ofrecer cosas materiales o
acciones matizadas por el interés personal, con tal de sacar provecho de las
circunstancias.
Persigamos nuestros sueños, alcancémoslos y disfrutemos de su recompensa.
Pero tengamos bien presente que, para encontrar el camino correcto al éxito
en esta vida, se necesita algo más que poder y dinero.

Respondan las siguientes preguntas:


1.- ¿Sobre qué quiere convencer la autora de esta columna? Marca las partes
del texto en la que ella exprese su punto de vista.
2.- Subraya tres expresiones que correspondan a un hecho, y tres que
correspondan a una opinión.
3.- ¿En qué se basa la autora para afirmar que los chicos que juegan fútbol
desean parecerse a sus ídolos?
4.- ¿Para qué cita la autora a la ministra del Deporte?
5.- ¿Qué significa la expresión “El deporte debe ser ese sueño de ídolo y
sueño de derecho”?

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